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  • Reciclar y ahorrar son un soporte de esta franquicia

    Patricia González (I)  patriciag@elcomercio.com

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    La venta de productos a granel, que fue tradicional en épocas pasadas, está resurgiendo como una forma de promover el consumo responsable con el ambiente, al reducir el uso del plástico. Desde hace algunos años se ha popularizado en la categoría de frutos secos y otros productos comestibles. Ahora, el sector de limpieza de hogar y aseo personal está incursionando también en la venta por peso, en el país.

    Con una trayectoria en empresas de consumo masivo, llegando a liderar Arca Continental en Ecuador, Juan Carlos Freile se decidió a emprender en esa industria. Tras varios meses de investigación sobre las tendencias de mercado en Europa y América Latina, surgió HigiénECO, bajo el concepto de la venta al granel de artículos de limpieza.

    El emprendimiento fue pensado como franquicia, pero el primer local debía ser propio para conocer y vivir el funcionamiento del negocio, comenta su fundador.

    El capital inicial para arrancar fue de USD 10 000. A finales de enero de este año abrió el primer local en la República y Mañosca, en el norte de Quito. Pero, al declararse la emergencia sanitaria por el covid-19, el establecimiento cerró por varios meses.

    En paralelo a la flexibilización de la cuarentena y el cambio a semáforo amarillo en la ciudad, HigiénECO logró concretar la apertura de las primeras franquicias, que fueron abriendo a un ritmo de una por semana, explica Fleire. El concepto tuvo acogida entre emprendedores e inversionistas.

    “El modelo del negocio es vender el producto en las cantidades requeridas. El cliente paga por el envase la primera vez y a partir de ahí lo recarga en nuestros locales”, señala el Gerente de la firma. De esta forma, el consumidor solo paga por el producto.

    El portafolio de HigiénECO para este mes abarca 21 productos, en las categorías de cuidado personal, cuidado del hogar, cuidado de ropa, antiséptico y, próximamente, cuidado automotor. En su oferta se puede encontrar champú, lavavajillas, desinfectante, detergente líquido y en polvo, cloro, alcohol, entre otros artículos.

    En cada local hay dispensadores para que el propio cliente recargue su envase con el producto que desea llevar. La botella se pesa vacía y luego de ser llenada, de esta forma solo se cobra por el peso del producto, en kilos.

    Juan Carlos Freile es el fundador de la cadena de venta al granel de productos de limpieza para el hogar, aseo personal y otras categorías.
    Juan Carlos Freile es el fundador de la cadena de venta al granel de productos de limpieza para el hogar, aseo personal y otras categorías.

    La marca tiene 18 locales comerciales en Quito y sus valles: dos propios y 16 franquicias, las cuales deben hacer un pago anual por el uso de la marca de USD 2 000. Adicional a este pago, el capital para adecuación del local está entre USD 2 000 y 4 000.

    Esteban Crespo invirtió junto a un socio en cinco locales, ubicados en Llano Grande, Carapungo, Tumbaco, Cumbayá y San Rafael (valle de Los Chillos). “Nos gustó lo novedoso del concepto, que promueve el bajo consumo de plástico, y que los costos son asequibles para la gente”, comenta el franquiciado. El precio por kilo puede estar entre USD 0,60 y 3,71 dependiendo del producto.

    “La categoría de limpieza y desinfección es de alta penetración en estos momentos”, añade Patricia Fernandes, socia junto a Andreína González de una franquicia en Nayón, desde agosto.

    Otro factor que las impulsó a invertir en el negocio son los beneficios hacia el consumidor, tanto en el aspecto económico como ambiental. “Si el cliente no trae su envase, nosotros le ofrecemos otros reciclados”, añade.

    La idea es que las franquicias desarrollen su zona comercial de manera integral, al proveer también a negocios vecinos, como hoteles, restaurantes, oficinas, indica Freile. Otra forma de crecer es surtir a tiendas del sector, en las cuales se ubican dispensadores de los productos HigiénECO.

    Supermercado La Hacienda
    , una tienda a granel, en Conocoto, es uno de los cuatro locales comerciales donde ya se han instalado dispensadores de productos de la marca, que les surte una franquicia de la zona. Para su propietaria, Andrea Pico, el concepto se alineó con su local, al fomentar un consumo ecológico.

    El crecimiento de la cadena, Freile lo atribuye a que va de la mano con las preferencias de los consumidores actuales, que se preocupan por evitar la contaminación ambiental. Los planes son expandirse a otras ciudades.

    ‘La rotación de productos ha ido creciendo’
    Patricio Gangotena, jefe de bodega

    Tengo 62 años. Tengo experiencia en el área financiera, administrativa y de recursos humanos, en empresas de diferentes sectores. Además tuve un negocio familiar por 10 años, hostal Ébano, estaba localizado en el norte de Quito. Juan Carlos Freile tuvo referencias mías cuando trabajé en una distribuidora de productos de consumo masivo. Laboro en HigiénECO desde diciembre pasado, antes de que abrieran el primer local. Soy Jefe de bodega. Me encargo de receptar los productos y verificar la calidad, de la facturación y de hacer los despachos a los locales que nos piden. Fue duro retomar luego del cierre temporal por la pandemia, porque nos propusimos recuperar el tiempo perdido. Se ha crecido bastante en locales y eso hace que aumente la rotación de productos. Yo trabajo con un compañero, que se encarga de la parte operativa. La bodega está en el Valle de Los Chillos. Los días lunes y martes se reciben los productos y entre jueves y viernes se reparten a los locales. Mi idea es continuar colaborando con la empresa al 100% .

    En los locales de la marca HigiénECO los clientes cuentan con dispensadores de los productos, para que sean llenados en envases reciclados. Foto: Diego  Pallero / LÍDERES
    En los locales de la marca HigiénECO los clientes cuentan con dispensadores de los productos, para que sean llenados en envases reciclados. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • El ‘food truck’ que pasó a ser franquicia de comida

    Redacción Quito (I)

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    De un ‘food truck’ que se estacionaba de lunes a sábado entre las calles República del Salvador y Portugal, en el norte de Quito, Inka Burger creció hasta tener hoy seis locales propios, siete bajo modelo de franquicia y una “cocina fantasma” para entrega a domicilio.

    El emprendimiento de hamburguesas gourmet se inauguró un 1 de octubre del 2015, en una feria de la agencia de promoción económica ConQuito, celebrada en el Parque Itchimbía. Por cerca de cuatro meses se estacionaron con su “carrito de comida” en la República del Salvador y Portugal.

    Fueron pioneros en este modelo de negocio en Quito y de los pocos que lograron sobrevivir y evolucionar. Los vacíos legales para operar en el espacio público y una posterior ordenanza “poco atractiva” para los emprendedores fue “la muerte” de los ‘food truck’ en la capital, considera David Maldonado, cofundador de Inka Burger junto a Mario Hidalgo.

    Progresivamente los ‘food trucks’ migraron a locales en plazas de comida. Inka Burger también se subió a esta ola y a la par decidió abrir locales independientes. En marzo del 2016 inauguraron un establecimiento en la Gaspar de Villaroel, en el norte de Quito, con un concepto estético similar al de un ‘food truck’, con mesas de comida y una barra adicional de cervezas y cocteles.

    Adicionalmente, la marca se encuentra en tres plazas de comida rápida en el norte y en el patio de comidas del centro comercial El Recreo, en el sur. Además, desde abril cuentan con una “cocina fantasma”, únicamente para entregas delivery en el norte de Quito.

    El emprendimiento nació con un concepto de hamburguesas gourmet y aún lo conserva. Entre sus ingredientes hay queso azul, salsa de aceitunas negras y queso parmesano, salsa de queso con cerveza. El menú se ha mantenido similar con innovaciones en el tiempo. Recientemente incluyeron en su oferta las alitas, con cinco opciones de salsas.

    Uno de los proveedores de Inka Burger es Floralp, que les abastece desde sus inicios de distintos quesos, como americano, cheddar y provolone ahumado. “Desde un principio vimos el potencial de la marca, la acogida que tenía en el público. Ha sido importante ver su proceso de crecimiento”, comenta Juan Francisco Bahamonde, jefe comercial Floralp.

    Como parte de una estrategia de crecimiento, la empresa decidió en 2018 comenzar a franquiciar la marca, principalmente con la idea de llegar a otras ciudades del país. “Hicimos una consultoría para tener un sistema válido y ordenado, con garantías para los inversionistas. Nosotros brindamos un acompañamiento integral”, asegura Maldonado. Por derecho de uso de la marca, la empresa cobra un monto de USD 20 000 y un 4% por ventas brutas del local.
    La primera franquicia se abrió en Riobamba, donde en los próximos días se inaugurará otra. Hay tres más en Guayaquil. Una en el valle de Los Chillos y otra en el valle de Cumbayá, en Quito.

    El emprendedor David Maldonado es el cofundador y gerente general de la empresa Inka Burger. El negocio desarrolla planes de expansión.
    El emprendedor David Maldonado es el cofundador y gerente general de la empresa Inka Burger. El negocio desarrolla planes de expansión.

    Georgina Valle está asociada en la de Los Chillos, junto a otra persona, desde mayo del 2019. El local está ubicado en una plaza de restaurantes. “Buscábamos emprender. Anteriormente habíamos sido clientes de Inka y nos llamaba la atención el tipo de negocios y que ya era una marca reconocida”, recuerda Valle, quien comenta que hasta ahora les ha ido muy bien, incluso en medio de la pandemia. “Los resultados han sido favorables, fue lo que nos prometieron”.

    Uno de los locales de Guayaquil está localizado en la zona cultural Plaza Guayarte. Los hermanos Vicente y Alejandro Maldonado invirtieron en la franquicia, inaugurada en noviembre del 2018. “Nos gustó el concepto de hamburguesas gourmet. No nos equivocamos, la respuesta ha sido muy buena. La ubicación también ayudó mucho”, cuenta Vicente e indica que antes de la pandemia tenían más de 200 pedidos por día. Recientemente reabrieron, luego de tres meses cerrados.

    Los planes de Inka Burger, que factura USD 1 millón al año, es afianzar la ampliación de la marca en el país. Para el 2021 también prevé abrir locales en Miami y Nueva York, a través de un holding de franquicias. “Estamos conversando con inversionistas internacionales”, adelanta el gerente general, David Maldonado.

    Dayana Garrido;  Analista de Talento Humano / ‘Lo importante es que hay un buen equipo’

    Soy Administradora de Empresas Gastronómicas, graduada en la Universidad Tecnológica Equinoccial. En Inka Burger llevo un año y un mes. Me encargo del manejo de personal, contratación de los empleados, administración, hacer cierres de cajas. Estoy al tanto de todo lo concerniente a talento humano en cada departamento. Actualmente, estamos 40 personas, entre personal administrativo y operativo. La experiencia ha sido buena porque cada día se va aprendiendo cosas nuevas, me manejo con clientes también. Lo más complicado ha sido el manejo del personal operativo, porque cada uno es diferente, hay que saber cómo tratarlos. Pero tengo un buen equipo. Al principio fue más difícil, pero me llevo con todos. Tengo buenos trabajadores. Los jefes siempre nos están apoyando, nunca nos dejan solos. Trabajo de lunes a viernes en jornada regular y los sábados de 08:00 a 12:00. Hemos realizado eventos en el local de la Gaspar de Villaroel, ahí he tenido la oportunidad de atender al cliente y he estado a cargo del manejo de la caja.

    Inka Burger tiene uno de sus locales principales en la Gaspar de Villarroel, en el norte de Quito. La cocina está ubicada dentro de un ‘food truck’. Fotos: Diego Pallero/ LÍDERES
    Inka Burger tiene uno de sus locales principales en la Gaspar de Villarroel, en el norte de Quito. La cocina está ubicada dentro de un ‘food truck’. Fotos: Diego Pallero/ LÍDERES
  • La fruta natural diferencia sus helados

    Redacción Quito

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    En 2018, dos amigos fundaron la franquicia Helarte. Su especialidad son los helados con queso. Hoy la empresa cuenta con tres locales propios y seis bajo el modelo de franquicia.

    Paúl Pérez y Héctor Sandoval son los creadores de este emprendimiento. Empezaron vendiendo su producto a las heladerías, sin embargo se les ocurrió que venderlo directamente al consumidor era un mejor negocio, así que abrieron su primer local en Tumbaco, en septiembre del 2018. La respuesta de la gente fue tal que abrieron su segundo local el mismo año, en Quito.

    Su expansión trajo consigo una aumento significativo de las ventas, por lo que trasladaron la matriz a la ciudad. Progresivamente abrieron nuevos locales, propios y franquiciados.

    La oferta principal de Helarte se compone de helado de paila, con sabores frutales, acompañado de queso y crema. La presentación es un factor diferencial, pues se busca hacerla de manera artística, pero el principal valor agregado son las frutas naturales que dan sabor al helado.

    La empresa es propietaria de dos fincas, en La Unión y en Mompiche, en Esmeraldas, donde cultivan frutas de clima tropical. En Tumbaco producen las frutas de la sierra.

    Con esta fruta se abastece a la planta de producción, para la elaboración del helado. “Nuestros cultivos son de la más alta calidad, por ello, la fruta que producimos está calificada como producto de exportación ”, asegura Pérez.

    El negocio tiene nueve locales en Quito. Para crecer apuesta por el modelo de franquicias.
    El negocio tiene nueve locales en Quito. Para crecer apuesta por el modelo de franquicias.

    La planta se ubica en Tumbaco; allí también elaboran el queso. En esta planta se invirtió, hasta la fecha, cerca de 100 000 USD. La inversión inicial fue de 60 000 USD.

    Uno de sus clientes es Luis Miguel Páez. Él suele visitar Helarte con su familia. “La experiencia es muy buena, sus helados tienen un sabor diferente y la atención al cliente es excelente. Nos gustan, especialmente, los helados con sabor a maracuyá, chicle y chocolate”.

    Pérez comenta que la principal preocupación de la empresa es el cliente. Por ello, tienen un protocolo y unas reglas que deben cumplir sus empleados; incluso en los locales franquiciados. Para asegurarse de que esto se cumpla, visitan regularmente los establecimientos, en ocasiones de manera incógnita.

    Una de las empleadas de Helarte es Betania Guerra. Ella trabaja en la matriz, junto al parque La Carolina, desde hace ocho meses. “El clima laboral es excelente, esto se refleja en el servicio que le damos al cliente. La exigencia que tenemos es de asegurar la calidad en la atención, en el manejo del producto y la imagen del local”, asegura.

    Para abrir un local franquiciado, el costo es de 25 000 USD, como valor estándar, precio que varía según el área del local. “Entregamos con llave en mano, totalmente amoblado y funcional”. A esto se suma un cobro por concepto de regalías, que es del 5% de las ventas mensuales.

    La facturación de la marca Helarte asciende a USD 72 000 mensuales, entre locales propios y franquiciados. Sus planes son cubrir el territorio nacional. Han recibido solicitudes de franquicias en Santo Domingo, Riobamba o Guayaquil; Pérez señala que desde México también hay interés en abrir franquicias, pero por ahora están enfocados en el mercado local.

    Héctor Sandoval y Paúl Pérez son los fundadores de Helarte; su especialidad es el helado. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Héctor Sandoval y Paúl Pérez son los fundadores de Helarte; su especialidad es el helado. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • El sabor de estas crepes se expande en cinco ciudades

    Cristina Marquez

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    El menú y sus tres líneas de negocio son las fortalezas de Crepe and Company. Fidel Brito y Juan Carlos Mazón son los propietarios de la franquicia que surgió en Riobamba y ahora está en otras cinco ciudades del país.

    Ambos socios investigaron el mercado ecuatoriano y diseñaron el menú inspirado en las tradicionales crepes francesas, pero con originales adaptaciones de sabor que les aportan identidad local. El menú incluye, por ejemplo, crepes de babaco y manzanas caramelizadas.

    “La idea es conservar la calidad que tienen las creperías en Francia, pero agregarles nuestros sabores latinos. En Ecuador hay frutas exquisitas y eso es una ventaja que aprovechamos cuando creamos el menú”, cuenta Juan Carlos Mazón, de 32 años.

    Aunque ni él ni su amigo de la infancia, Fidel Brito, estudiaron gastronomía, comparten su pasión por la cocina y los sabores. Juntos aspiraban iniciar un emprendimiento tras graduarse de la universidad en el 2015, así que empezaron a estudiar el mercado.

    “Vimos que en Riobamba no había diversidad culinaria. En esa época pocos sabían lo que era una crepe, así que en un arrebato nos compramos dos boletos de avión y viajamos a Europa para investigar sobre esa preparación”, recuerda Fidel, de 31 años.

    En Europa los emprendedores visitaron al menos un centenar de creperías, se capacitaron sobre la preparación de las masas, los rellenos, las maquinarias, insumos, entre otros detalles del negocio.

    A su retorno, en septiembre de ese mismo año, invirtieron USD 20 000 en la apertura de su primer local. Lo instalaron en un espacio de 36 metros cuadrados en el norte de Riobamba.

    Con el dinero de la primera inversión importaron maquinarias para la preparación de las crepes. Además, contrataron un equipo de diseño gráfico para el desarrollo del logotipo y el concepto del primer restaurante.

    El local tiene un estilo industrial. El mobiliario está hecho con pallets reciclados y entre las decoraciones sobresalen los murales del artista riobambeño Cristian Gaibor, quien retrató sobre lienzos negros iconos patrimoniales de la ciudad. “El arte complementa la experiencia gastronómica. Este concepto se combina perfectamente con la galería artística y promueve la cultura local”.

    Para noviembre del 2017 la marca estaba posicionada en el mercado, el local se trasladó a un nuevo espacio en el centro histórico de Riobamba y los emprendedores estaban listos para convertirlo en una franquicia. Para comercializar la marca ellos desarrollaron tres líneas de negocio: ‘To Go’: crepes empacadas en una especia de cono de papel que pueden comerse al caminar, Exprés: restaurantes pequeños y medianos ambientados con el mismo estilo del primer local, y Máster: restaurantes grandes con un menú más amplio.

    Al ser una franquicia los creadores del negocios cobran por regalías entre el 6% y el 10% de las ventas. Además hay un pago por el ‘know how’ y la marca que oscila entre USD 10 000 y 20 000. La venta de la franquicia incluye capacitación constante para los emprendedores y su equipo de trabajo, distribución de materias primas, acompañamiento técnico, entre otras herramientas.

    “Somos muy cuidadosos con nuestra marca, por eso nos aseguramos que la calidad de los productos se mantenga en todos los locales. Siempre apoyamos a nuestros franquiciados”, explica Juan Carlos.

    La primera franquicia se abrió en La Libertad, pero hoy también están en Salinas, Ambato y Samborondón. Este año se abrirán también tres nuevos locales en Quito. “Nuestras preparaciones tienen mucha aceptación con el público joven, adulto y especialmente con los niños. Tenemos mucha confianza en la marca y nos esforzamos por mantener la calidad alta de los productos”, dice Lorena Falconí, propietaria de la franquicia en Ambato.

    El menú actualmente incluye 10 opciones de crepes dulces y 10 de sal, pero se innova constantemente. Cuentan con masas libres de gluten, también hay masas de albahaca y orégano, y opciones veganas. El producto estrella es la crepe armonía de amor, una crepe de dulce con chocolate y frutas.

    ‘Nuestras preparaciones son únicas’

    Marco Polo Santos. Administrador de franquicias

    Los platillos tienen nuestra marca personal. Cada detalle de la presentación y sabor implica mucho cuidado y capacitación. Las crepes, tanto de sal como de dulce, están decoradas con detalles de garmish que le aportan calidad a los platos y motivan a los clientes a tomarles fotografías y compartirlas en sus redes sociales. Todo esto es parte de la experiencia gastronómica que ofrecemos en nuestros seis locales en el país.

    Como administrador de las franquicias, mi función es capacitar al equipo de colaboradores para que en todas las ciudades nuestros clientes puedan disfrutar de la misma calidad de presentación y sabor en sus crepes.

    Nuestro menú para restaurantes además se complementa con ensaladas, postres y bebidas frías y calientes muy originales que han tenido mucha acogida en el público.

    La innovación también nos caracteriza como marca. Constantemente investigamos nuevas preparaciones y nuevos ingredientes, pero conservamos nuestra calidad original. Queremos sorprender a los clientes.

    Fidel Brito y Juan Carlos Mazón con el equipo de Crepe and Company Riobamba. Uno de los locales está en el centro histórico de esa urbe. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Fidel Brito y Juan Carlos Mazón con el equipo de Crepe and Company Riobamba. Uno de los locales está en el centro histórico de esa urbe. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Una franquicia que nació como ‘food truck’

    Patricia González

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    Emprender era una meta común. Con 26 y 30 años, Pablo Alarcón y Carlos Sierra ya han tenido por su cuenta emprendimientos de comida. Fue en esas andanzas que se conocieron en una plaza de ­‘food trucks’, en Quito, y se hicieron amigos.

    Sierra, administrador gastronómico, tenía un negocio de crepes. Alarcón, quien es ingeniero en Administración de Empresas y Negocios, vendía parrilladas en la misma plaza.

    De la amistad y los intereses en común nació la idea de asociarse para formar un negocio apuntando a franquiciar. Los dos conceptos de comida, en que venían trabajando por separado, fueron presentados como proyectos a la plaza Boho Park, de puestos de comida, en el norte de la ciudad. Allí aceptaron la propuesta de crepes.

    El primer concepto de Sierra se renovó para el nuevo negocio, que se inauguró en mayo del 2017. Cambió de nombre a Crepes City y se amplió el menú para incluir una línea salada. La inversión requerida fue de USD 18 000.

    Por el resto de ese año se mantuvieron únicamente en esa plaza y a la par fueron desarrollando los manuales para la franquicia, que incluyen la parte administrativa y de cocina, los contratos de franquicia y de empleados, el diseño de imagen, entre otras áreas.
    En diciembre, publicaron las ofertas en sus redes sociales y a mediados de enero ya habían concretados tres ventas.

    “Los franquiciados están comprometidos con la marca. Estamos abiertos también a sus iniciativas. Tenemos buena retroalimentación”, dice Alarcón.

    Hoy la marca cuenta con cinco locales: dos propios y tres franquiciados. Cuatro se localizan en Quito y uno en Guayaquil.

    En la línea dulce ofrecen crepes o waffles rellenos de queso y arequipe, mousse de maracuyá, cheesecake, entre otros. En salados, también hay crepes o waffles, tienen de lomitos de pollo y vegetales, camarones salteados y otras variedades. El precio promedio de los platos es de USD 5.

    El menú también incluye milk­shakes de diversos sabores: Oreo, Nutella, maracuyá, algodón de azúcar, etc. Recientemente, sumaron dos nuevas líneas: cocteles y helados en copas con frutas.

    La marca cuenta con unos 15 proveedores para todos los locales. Para los aderezos dulces y crema chantilly trabajan con Alimatec, que les provee de cerca de 13 sabores, como chocolate, chicle, manzana verde, mora y sandía. Al mes, le entrega cerca de USD 600 en productos, detalla Víctor Zapata, socio comercial de la firma.

    Para obtener la licencia de la franquicia, la inversión está entre USD 18 000 y 25 000, según la ubicación del local. Los dueños de Crepes City cobran un valor inicial por el uso de marca y mensualmente, el 5% de las ventas como regalías y un 2% para publicidad.

    Ángelo Padilla y su esposa Anays Lugo, dos médicos venezolanos que residen desde hace tres años en el país, invirtieron en la franquicia y abrieron un local en Quito, en un sector universitario.

    “Decidimos apostar parte de nuestros ahorros en esta franquicia, como una forma de invertir en el país, porque tenemos miras a estabilizarnos”, comenta Padilla. El tiempo lo dividen entre la administración del local y el ejercicio de su profesión, en el Hospital Gíneco-Obstétrico de Nueva Aurora Luz Elena Arismendy.

    Sobre el modelo de franquicia destaca que hay un plan de negocio bien organizado. “Carlos y Pablo son responsables”.

    María José Pino es una de las clientes asiduas de Crepes City. Ella conoció de la marca gracias a que ganó un concurso que hicieron en redes sociales, que ofrecía de premio un milkshake de Oreo.

    Desde entonces, hace unos siete meses, ha regresado a sus locales una o dos veces al mes. Suele ir con su novio, familiares o amigos. “El milkshake de algodón de azúcar es mi favorito. También me gusta la crepe de cheesecake”.

    Entre todos los locales, la marca factura entre USD 30 000 y 40 000 al mes y genera empleo directo a cerca de 15 personas. Los planes a mediano plazo son extender la franquicia a ciudades de provincia y entrar con islas en centros comerciales, con inversión propia o en franquicia.

    Pablo Alarcón y Carlos Sierra son los fundadores. Tienen cinco locales, dos propios y tres franquiciados. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    Pablo Alarcón y Carlos Sierra son los fundadores. Tienen cinco locales, dos propios y tres franquiciados. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • La heladería que se convirtió en una franquicia

    María Victoria Espinosa

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    El 2017 fue determinante para la heladería Kiwi Limón. En julio abrieron su primera sucursal ubicada en la av. La Lorena, en Santo Domingo; y en agosto, arrancó el proyecto de franquicias de la marca. El primer negocio franquiciado se inauguró hace dos semanas en el centro comercial de la provincia de los Tsáchilas.

    Hugo Luna, propietario de Kiwi Limón, recuerda que la heladería nació en el garaje de su casa, ubicada en una trasversal en el centro de Santo Domingo. “No era un lugar estratégico, pero pensamos que para empezar estaría bien. Luego de abrir, llegaron otros negocios y ahora es una zona transitada”, señaló.

    Él y sus padres tenían la idea que obtener un negocio propio, pero no lograban ponerse de acuerdo en el producto que querían vender, aunque las opciones siempre fueron gastronómicas. Hasta que su padre, Ángel Luna, tuvo la idea de abrir una heladería debido a que era uno de los productos que más consumían en la familia. Al principio la idea no los convencía porque desde el 2012 en Santo Domingo empezaron a instalarse varias heladerías.

    “Pensábamos que tendríamos mucha competencia, pero aprovechamos esa desventaja y la convertimos en una oportunidad”.

    La familia hipotecó su vivienda y adecuó el garaje de su casa para convertirlo en un local comercial.

    Además, contrataron a un especialista en alimentos para que elaborara una fórmula novedosa. De ahí nació el helado de yogur sabor a limón y otro a vainilla.

    El primer día solo fueron amigos y conocidos. Pero al mes empezaron a llegar clientes de otras ciudades. En la actualidad, la cartera de clientes es de 300 personas.

    El negocio arrancó con una inversión USD 40 000. Con ese monto la familia Luna instaló una pequeña planta de alimentos y decoró la heladería. “Cada mueble, cuadro y diseño fue pensado por nosotros. Incluso los dibujos son de mi autoría”.

    La idea -agregó- es que la clientela no solo venga por un helado sino que disfrute de un momento agradable y para eso necesita sillas cómodas y buena música.

    Los muebles y lámparas de los locales fueron fabricadas por artesanos de Santo Domingo. El mobiliario, los productos y la marca están patentados. “Nuestra idea es que cada franquicia sea idéntica. De esa forma conservamos la esencia del negocio y también le seguimos dando trabajo a los artesanos de la provincia”, señaló Wladimir Torres, asesor en el tema de las franquicias.

    La marca Kiwi Limón ofrece tres tipos de franquicia. Una isla para centros comerciales, un modelo intermedio para ciudades pequeñas y un local grande. La inversión mínima debe ser de al menos USD 40 000.

    Torres señaló que la franquicia incluye el mobiliario. Además, los propietarios serán los proveedores del helado y los productos que se consumen en el negocio.

    Luna aseguró que en tres años han creado nuevos sabores, que no se encontraban en las heladerías de la provincia como el helado de limón y el de café. El primer local abrió con cinco productos como el helado con frutas, conos y bebidas frías. Ahora añadieron cuatro nuevos productos como el brownie con helado. La madre de Diego, Alba Roda, es la encargada de hacer los aderezos y los postres que se venden en la heladería.

    Maritza Loor es clienta de Kiwi Limón desde hace dos años. Ella afirmó que continúa visitando la heladería porque tienen productos para cada ocasión. “Si voy con mis hijos, ellos tienen la opción de pedir helados con aderezos. Pero si voy con amigas tomamos un capuchino o un helado con frutas”.

    Según Luna, a través de una aplicación de mensajería él puede comunicarse con los clientes para monitorear la calidad de los productos. Hay clientes que escriben para hacer sugerencias y otros, que son de otras ciudades, para avisar cuando visitarán la heladería. “Nuestra política es que el cliente tiene la razón. Así que si hay una queja por un mal servicio, tratamos de compensar con productos a los clientes”. En el momento se venden 55 litros de helado en cada local y disponen de 12 trabajadores.

    Se tiene previsto que este año la franquicia se expanda a otras ciudades pequeñas como La Concordia y El Carmen. “Nos hemos demorado porque buscamos personas que tengan nuestra filosofía de atención al cliente”.

    En su bicicleta, Hugo Luna visita todos los días los tres locales de Kiwi Limón  en Santo Domingo para supervisar la atención al cliente. Foto: LÍDERES
    En su bicicleta, Hugo Luna visita todos los días los tres locales de Kiwi Limón en Santo Domingo para supervisar la atención al cliente. Foto: LÍDERES
  • La receta clásica de pan que crece como franquicia

    Redacción Quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La historia de este negocio inicia con el exfutbolista de Liga Deportiva Universitaria de Quito Enrique Portilla Castro. El exjugador -campeón en 1969 con el equipo albo- se dedicó a la panadería, luego de su retiro de las canchas.

    La receta de esta exgloria del balompié la heredó su hijo Felipe Portilla. En el 2006, él junto con su esposa -y ahora también socia- Andrea Izurieta decidieron emprender y apostaron por la panadería y pastelería.

    Así nació Pan del Parque, que en ese entonces estaba ubicado en un local de 40 m², en el parque de Cumbayá (nororiente de Quito).

    Para iniciar los emprendedores invirtieron unos USD 35 000 -con un crédito bancario- que destinaron a la compra de maquinaria, insumos y adecuación del local.

    El valor agregado de su negocio, sostienen los emprendedores, se basa en la elaboración de pan con procesos artesanales y en el buen servicio a los clientes.

    En 10 años, Pan del Parque se ha expandido y crecido gracias a la venta de franquicias. Portilla comenta que desde que fundó su emprendimiento pensó en este modelo de negocios.

    Ahora, la empresa cuenta con cuatro locales, dos de ellos franquicias: el de la avenida Brasil (norte), y La Primavera de Cumbayá. A estos se suman los dos ubicados también en esa parroquia: uno en el centro y otro en el sector de San Juan. Junto a ese último local funciona su planta de producción en donde se amasa la mayoría de sus ítems.

    La primera franquicia ubicada en la avenida Brasil, comenta Izurieta, se vendió en el 2014. Y la segunda, en el sector La Primavera, en septiembre de este año.

    Pese a su modelo de expansión, Pan del Parque busca mantener su esencia y trabaja para mantener sus estándares y la calidad de un pan artesanal. En el 2010, fruto de este esfuerzo, el negocio ganó el Primer Concurso de la Mejor Baguette por su pan centeno sin levadura, organizado por la Cámara de Comercio e Industrias Franco-Ecuatoriana y la Embajada de Francia en Ecuador.

    Jorge Soria, auditor, comenta que es cliente del Pan del Parque desde hace más de un año. Él vive en Cumbayá y un día decidió probar un pan ‘ciabatta’ (pan blanco elaborado con harina de trigo); gracias a su calidad y sabor decidió volver y se convirtió en un cliente frecuente.
    Soria cuenta que acude a la panadería pasando un día y prefiere una variedad sin levadura que le recetaron por su salud.

    Pan del Parque
    ahora produce 50 diferentes ítems que van desde pan popular de USD 0,16 hasta el sofisticado centeno artesanal de 600 gramos -elaborado con masa madre- a USD 2,45.

    Álvaro Suárez es otro de los clientes del Pan del Parque. Él es el administrador del Café del Teatro y de un proyecto gastronómico denominado La Bella Easo, ubicado en El Café Para Ti, en Cumbayá. Para los dos negocios, Suárez compra un total de 250 panes mensuales.
    “Tiene una increíble calidad ese pan. Yo he estado rebuscando muchas panaderías pero su calidad y precio están bastante bien”, sostiene Suárez.

    Desde hace tres años, Karina Contag, emprendedora también es clienta del Pan del Parque. Ella destaca la ubicación de los locales y la calidad del producto. Contag comenta que asiste a la panadería dos o tres veces por semana.

    La emprendedora confiesa que adquiere pan ‘baguette’ y los productos empacados, como bizcochos y otros postres.

    Andrea Izurieta y Felipe Portilla, socios fundadores de la panadería, junto a Maricela Llano, en el local ubicado en Cumbayá donde también producen gran parte de la pastelería. Fotos: VIcente Costales / LÍDERES
    Andrea Izurieta y Felipe Portilla, socios fundadores de la panadería, junto a Maricela Llano, en el local ubicado en Cumbayá donde también producen gran parte de la pastelería. Fotos: VIcente Costales / LÍDERES
  • El sector hotelero suma una nueva marca

    REDACCIÓN QUITO (I)
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    La cadena Choice Hotels, a través de su marca Ascend, llegó al Ecuador en una alianza con Garden Hotel San José de Puembo. Los primeros acercamientos empezaron hace un año, según explica Mauricio Letort, gerente general del establecimiento ubicado al oriente de Quito.

    En las primeras reuniones, los representantes de Choice Hotels realizaron algunas observaciones al trabajo de Garden Hotel San José de Puembo, con el fin de que se convierta en parte de la cadena.

    El trabajo avanzó y hace un par de semanas se anunció la alianza -bajo el modelo de franquicia– del hotel ecuatoriano y la firma estadounidense, que tiene más de 6 300 hoteles a escala global con alrededor de 10 marcas.

    Una de esas marcas es Ascend, que se caracteriza por tener hoteles boutique o de colección, que se diferencian por no repetir diseños ni arquitectura. La inversión efectuada por Garden Hotel San José de Puembo para ser parte de la cadena estadounidense superó el millón y medio de dólares, que llegaron de ahorros del hotel y de aportes de sus accionistas.

    Esos recursos económicos sirvieron para levantar 40 nuevas habitaciones, en un espacio de unos 2 000 metros cuadrados, con lo que ahora el establecimiento turístico suma 12 000 metros cuadrados en total. El capital también sirvió para capacitación y para cumplir condiciones de la franquicia Ascend. “También se pagó un ‘fee’”, explica Letort.

    David Beers, director sénior de las operaciones de franquicia de Choice Hotels, detalla que al ser una franquicia se comparten conocimientos y experiencias en temas de hospedaje y servicio. “La industria hotelera es compleja, por eso en esta alianza compartimos conocimientos, así como herramientas en línea para que el personal de Garden Hotel San José de Puembo se entrene y se capacite. Es una operación ‘ganar-ganar’”, añade Beers.

    Una de las razones por las que Choice Hotels puso su mirada en este hotel ecuatoriano es la experiencia que transmite a sus huéspedes. “En América Latina existen experiencias muy particulares que se ofrecen a los turistas de otros continentes y Garden Hotel San José de Puembo cumple esa condición”, dice Beers.

    Letort, por su parte, reconoce que el sector hotelero acusa un bajón en sus ventas en marzo y abril. Sin embargo, se muestra optimista frente al futuro turístico del país. “Estas inversiones son de largo plazo y Ecuador es un país que promete en lo turístico. Cualquier inversionista serio habla de años y de apostar al futuro”.

    Garden Hotel San José de Puembo
    Este establecimiento turístico es ahora parte de la cadena Choice Hotels

    Algo de historia

    El hotel.  
    Garden Hotel San José de Puembo nació hace 25 años. En sus primeras dos décadas operó con el nombre Hostería San José de Puembo, pero cambió de denominación hace cuatros años por una regulación de las autoridades.

    Clientes. 
    Estos se dividen en dos: empresas ecuatorianas, que llegan con sus equipos de trabajo para seminarios en un ambiente campestre; y turistas norteamericanos.

    Mauricio Letort C., Jennifer Pirie, David Beers y Mauricio Letort, en la presentación de las nuevas instalaciones. Foto: Cortesía Garden Hotel San José de Puembo
    Mauricio Letort C., Jennifer Pirie, David Beers y Mauricio Letort, en la presentación de las nuevas instalaciones. Foto: Cortesía Garden Hotel San José de Puembo
  • Burger King cierra operaciones en Costa Rica

    Agencia AFP

    La cadena de restaurantes de comida rápida Burger King (BK) cerró esta semana sus 29 locales en Costa Rica por decisión “unilateral” de la casa matriz en Estados Unidos, a raíz de diferencias con el operador local, informó la compañía en un comunicado.

    “A pesar de que BK Costa Rica se esforzó por evitar esta acción, el conflicto de intereses de BKC EE.UU. de ser accionista y al mismo tiempo dueño de la franquicia local, provocó que las diferencias con la casa matriz no se pudieran subsanar”, señaló el comunicado.

    No obstante, la matriz con sede en Miami emitió un comunicado en el que afirma que el cierre se ejecutó en cumplimiento de una orden judicial en Estados Unidos.

    “Durante el último año, el operador local estuvo utilizando la marca BURGER KING® sin contar con autorización para hacerlo. Esto llegó a su fin hoy, 5 de octubre de 2015. Es lamentable que el operador local hubiere presentado los hechos en la prensa de forma errónea”, indica el declaración distribuida a la prensa.

    “Pedimos disculpas a nuestros clientes leales por cualquier inconveniente que esto pueda causar y esperamos poder servirles de nuevo pronto. Agradecemos a las comunidades donde brindamos servicio por su comprensión y apoyo continuo para la marca”, señaló la compañía.

    El operador local señaló que la decisión significa el cese laboral de 434 personas, a quienes “ se les garantiza el pago de las obligaciones laborales según las establece la legislación nacional”, agregó.

    Según informaron medios de comunicación locales, la clausura de la empresa fue sorpresiva para sus trabajadores, que hasta el domingo trabajaron con normalidad y sin saber lo que estaba a punto de ocurrir.

    El ministerio de Comercio Exterior de Costa Rica hizo esfuerzos de mediación para evitar el desenlace, pero no tuvo éxito, según reconoce el operador local de la cadena.

    Burger King
    Burger King
  • Los tableros vienen de los bosques chilenos

    Redacción Guayaquil

    En 27 locales a escala nacional está presente el logotipo Placacentro Masisa. El pájaro carpintero, ícono de esta franquicia chilena, decora aquellas fachadas desde el 2002, cuando se inauguró su primer local en Imbabura.

    Las proyecciones locales sobre un creciente mercado de equipamiento habitacional y comercial han permitido, según sus directivos, la expansión de esta firma dedicada a la venta de tableros de madera y demás accesorios para carpinteros.

    El mueblista Juan Muñoz, propietario de un taller (sur de Guayaquil), dice que es cliente de Placacentro Masisa Hipertableros (noroeste) desde hace dos años. Sostiene que el plus que allí encuentra es la variedad de tableros de MDF (fibra de madera) y MDP (partículas de madera). La firma chilena tiene presencia en 340 locales en 11 países, a escala regional.

    La producción se realiza en 12 complejos industriales ubicados en Chile, Argentina, México, Brasil y Venezuela. De los 3,25 millones de m 3 de tableros de madera anuales que elabora, un 10% se comercializa en Ecuador.

    Manuel Muena, gerente de Placacentro Masisa Ecuador, indica que el aumento en el consumo de este tipo de maderas surgió a mediados de la década anterior. Las exigencias estadounidenses -cuenta Muena- de que los productos que ingresen por sus puertos sean transportados o empaquetados en maderas de bosques sustentables motivó especialmente a las firmas bananeras. Masisa cuenta con un patrimonio de 243 000 hectáreas de bosques en Venezuela y Chile.

    La innovación en el diseño de interiores es, según Luis Darío Villacrés, uno de los socios de la firma y que lidera ocho locales, otro factor de la demanda. Los diseños de muebles se modifican con el gusto del cliente. Antes, dice Villacrés, los modelos de muebles eran estándares y pasaban de generación en generación.

    “Voy a armar un clóset según una guía que me facilitaron. No soy carpintero profesional, pero intentaré dar otro ambiente a mi dormitorio”, dice Carlos Barreño, cliente de Placacentro Masisa.

    Para Andrea Navarrete, gerenta de Marketing de Placacentro Masisa Ecuador, la valoración de sus productos se relaciona, entre otras cosas, con el cumplimiento de la norma europea E-1, que certifica baja emisión de formaldehído en sus tableros; la de Melamina Antimicrobiana, la de Gestión Forestal Responsable (FSC, en inglés)… Ser parte de esta marca involucra un acuerdo comercial, añade Muena, con base en el sentido altruista del origen de la marca, relacionada con el cuidado ambiental y el desarrollo humanístico.

    Según los directivos, la inversión por local de Placacentro bordea los USD 200 000 y se atiende, en promedio, a 300 clientes al día, en todos sus locales.