Una alternativa para proteger el medioambiente es Hazwat. Se trata de una gestora de desechos que transporta, trata y dispone residuos especiales y peligrosos.
Su gerente, JaimeMuñoz, recuerda que la idea nació en el 2001. “Éramos un grupo de profesionales que hacíamos auditorías (industriales). Llegábamos hasta cierto punto. Les decíamos aquí están sus residuos, tienen que etiquetarlos y manejarlos; sin embargo, no había el paso siguiente. Una empresa, un día, nos pidió que lo manejáramos todo, es decir también el tratamiento. Así comenzamos”.
Cinco socios conforman la empresa. En el 2003 se obtuvo la licenciaambiental y se iniciaron operaciones; se invirtieron cerca de USD 200 000 en la compra del terreno, incineradores y otras maquinarias, desarrollo de la planta de tratamiento, entre otros.
Esta última se encuentra en la parroquia de Otón (Cayambe), en el norte de Pichincha. Se trata de un terreno bastante seco, ubicado al lado occidental de la carretera Panamericana. Hazwat recibe los desechos de empresas de todo sector y los traslada para su tratamiento. Entre los productos que procesan se encuentran químicos, aceites, llantas, químicos de procesos, medicamentos y productos alimenticios caducados, residuos infecciosos y hospitalarios y otros residuos industriales.
La cementera Unacem es uno las clientes de Hazwat. “Con ellos trabajamos hace cinco años. Hemos mantenido esta relación de trabajo porque hemos visto la gestión adecuada de los residuos que nosotros entregamos. La mayoría son de tipo peligroso, como materiales contaminados absorbentes, que incluyen guaipes, paños, madera, cartones y más. También productos químicos, tubos fluorescentes, tóneres de impresoras, pilas, baterías y aceites usados”, explica SilvanaBáez, coordinadora de Ambiente de la firma.
La gestora ha estado en permanente innovación. Gracias a los buenos resultados de sus servicios, el número de sus clientes se ha incrementado; a cinco años de las operaciones, la empresa abrió una segunda planta de tratamiento, en LagoAgrio, Sucumbíos.
El área en que se encuentra el incinerador de la planta de Otón. Las temperaturas son altas, para tratar ciertos desechos en el lugar. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
La idea era atender al sector petrolero. Muñoz explica que a las empresas del sector les brindan el servicio de tratamiento de aguas, residuos peligrosos y de perforación.
Desde que se inició, Hazwat trabaja con compañías grandes. Actualmente, cuenta con 700 clientes; la mayoría son multinacionales que pertenecen a diferentes sectoresproductivos.
Leterago del Ecuador, una industriafarmacéutica, destaca el servicio que les ofrece Hazwat. “Trabajamos con ellos desde hace siete años. Transportan, almacenan e incineran desechos de esta empresa. Entre los productos que nos gestionan están medicamentos, cosméticos, equipos electrónicos, ‘coolers’, entre otros. Nos ha ido muy bien trabajando con la gestora”, explica MiriamMurminacho, asistente de Control de Calidad.
Los procesos toman entre 15 y 20 días. La gestión que se da a cada residuo depende del producto: se incluyen incineración, trituración, reutilización de materiales, etc.
En el caso de tratamiento de sueloscontaminados, que es otro de los servicios que brinda la empresa, la tarea se extiende hasta ocho meses. La gestora también ofrece limpieza de fosas sépticas, de áreasespeciales y de sitios confinados. Asimismo, desmontaje de compañías abandonadas.
Para el desarrollo de los procesos la empresa cuenta con maquinariaimportada, pero también otra diseñada por su personal. Muñoz junto a su jefe de Proyectos, Rodolfo Avilés, han aportado para estos desarrollos.
Entre los planes que tiene la empresa a futuro está la expansión hacia otras provincias. Actualmente, la gestora recibe desechos de industrias de diferentes partes del país, pero la idea es estar más cerca de sus clientes. “Al estar cerca de Quito estamos lejos de ciertas firmas en otras áreas del territorio. Cada vez nos demandan más servicios”.
En su afán de cuidar el medioambiente, Hazwat también ha desarrollado proyectos en ese sentido.
Por ejemplo, cuenta con uno de revegetación en los espacios libres de la planta de Otón. A cada cliente se le invita a que sea dueño de un árbol nativo: lo siembra y Hazwat lo cuida. Además, en las áreas de los alrededores de las fincas se ha incrementado la flora y fauna; en la Sierra se encuentran conejos y en la Amazonía, monos.
Una imagen de los residuos que se van a gestionar en la planta de tratamiento de Otón. En el proceso existe máximo control de los desechos. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
Tener buenos hábitosfinancieros es fundamental para evitar deudas, afectar al bolsillo y más errores. Qué mejor que el inicio de año para ponerse al día en organizar su economía.
Sonia Zurita, catedrática de economía de la Graduate School of Management (Espae) de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), explica que las familias deben actuar de manera similar a las empresas en su gestión financiera.
Por ejemplo, es importante contar con un balance económico del año que terminó. “Revisar la situación, cómo ha cambiado desde el inicio hasta el final. Cuáles son los saldos de las deudas, incluyendo lo que se ha consumido en diciembre de 2018. En todos los bancos se pueden ver los movimientos de cuenta y las cuotas de pago de tarjetasde crédito y préstamos”.
Se trata de compromisos ya adquiridos que deben contemplarse como parte de los gastos fijos de cada mes. Además, hay que incluir dentro de estos haberes la cantidad de dinero a pagar desde febrero o marzo debido a los meses de gracia que ofrecen diferentes almacenes en diciembre.
Una vez que se cumpla este proceso es importante que se realice un presupuesto para el nuevo año. Se deben incluir los ingresos y gastos de todos los que reciban un salario: el padre, la madre (aunque tenga empleo a tiempo parcial o ganancias esporádicas) y los hijos que ya trabajen.
En cada documento se debe incluir todo el dinero que recibe cada una de las personas al mes, así como los egresos fijos: cuotas hipotecarias, gasto en combustible, alimentación, arriendo, deudas…
“Si mis ingresos no están creciendo porque la situación económica que enfrento no es buenas, se debe planificar cómo se va a enfrentar el 2019, junto con la familia. Hay que analizar si los ingresos van a ser o no variables. En el presupuesto debe haber una proyección mes por mes”, dice.
Para Víctor Hugo Albán, expresidente del Colegio de Economistas de Pichincha, cada mes se debe ahorrar, aunque sea un monto pequeño. “Si va a ser el ahorro en el sistema financiero se debe ver qué tipo de banco es. Es importante colocar el capital en entidades que ofrezcan absoluta seguridad para los clientes. Fíjese siempre que la institución se haya categorizado como triple A”, explica.
En el Colegio de Economistas hay cursos gratuitos en los que se orienta a los ciudadanos dónde pueden colocar sus ahorros. La compra de acciones es una alternativa, pero se debe revisar balances, qué tipo de compañía es, etc.
Es importante ponerse metas para determinar qué es lo que se quiere alcanzar y para qué servirá el dinero que se guardará.
El gremio también da una guía sobre el uso correcto de las tarjetas de crédito, para evitar el problema del sobreendeudamiento.
Es importante que las personas se pregunten si tiene malos hábitos financieros. Para ello uno debe plantearse cuatro cuestionamiento: ¿Le falta un plan económico? ¿Realiza compras innecesarias? ¿Le falta dinero todos los meses? ¿Tiene temor a invertir?
Si sus respuestas son positivas quiere decir que no tiene un manejo financiero sano.
Albán recomienda tener hábitos saludables de gasto, es decir no utilizar el dinero en compras innecesarias. Asimismo, sugiere no realizar avances en efectivo o diferidos con la tarjeta de crédito porque si no tiene dinero enfrentará muchas dificultades para el pago en el futuro.
Zurita añade que diciembre es una época en que la gente está sensible a hacer cambios y es una oportunidad para reducir gastos, ahorrar o invertir el capital.
Pero, eso no es todo. Antes del nuevo año trate de pagar la mayor cantidad de deudas que pueda, lo que le permitirá contar con menos obligaciones el año por venir.
Reflexione sobre sus malos comportamientosfinancieros y remplácelos por otros que sean mucho más saludable para su bolsillo y tener un año equilibrado.
La experta recomienda que desde pequeños se inculque a los hijos la importancia de tener finanzas ordenadas. Se les debe indicar que los padres no son una fuente de dinero inagotable, que el pago de algunos rubros, como la pensión escolar o los alimentos, son más importantes que otros.
Ahorro, pagar deudas, revisión de la situación financiera del año que acaba, buen uso de las tarjetas de crédito y elaborar de un presupuesto son claves. Foto: Archivo
La prevención de delitos financieros fue un campo de la asesoría legal en el que incursionó, Catalina Carpio, para crear su emprendimiento que ahora busca internacionalizarse.
Contycom nació en el 2009 con el objetivo de brindar asesoría legal en temas de lavado de activos, un ámbito que no era abordado en el país, señala Carpio, quien es gerente general de la empresa.
Su idea de negocio surgió como una necesidad personal, cuando se convirtió en madre. Ella quería encontrar una actividad para crecer profesionalmente y tener tiempo para compartir con su hija.
El levantamiento de la empresa no fue fácil. Primero necesito recursos que los obtuvo a través de un préstamo familiar de USD 2 000; luego tuvo que tocar puertas para ofrecer sus servicios. “Empecé a desarrollar modelos de gestión para mitigar el riesgo del lavado de dinero”, recuerda Carpio. El primero que realizó fue para BMW, una empresa multinacional de vehículos.
Con la empresa Álvarez Barba, una de las representantes de BMW en el país, Contycom trabajó primero en el tema de prevención de lavados de activos y financiamiento del terrorismo. Además de asesorías, Contycom también ofrece servicios de capacitación. Durante el tiempo de existencia de la empresa se han formado a más de 5 000 personas a escala nacional, sobre todo del sistema financiero .
En el 2015, Carpio decidió innovar sus modelos, para que los procesos fueran más rápidos y masivos. Se contactó con una empresa española para crear un software, pero el proyecto no se completó.
Una empresa guayaquileña fue quien finalmente elaboró el diseño del programa, con el que Contycom trabaja hasta la fecha.
A través de esta tecnología, Carpio asesora a empresas como Corporación El Rosado, el Centro Comercial El Recreo, Yanbal y otras.
La plataforma Funlaft alerta a las compañías sobre movimientos económicos inusuales de sus clientes, a través de la verificación de datos proporcionados por los compradores y de la revisión de información en línea.
“La empresa se abstiene de hacer negocios con clientes en situación de riesgo y reporta a la Unidad de Análisis Financiero Económico, quien investiga el caso”, dice Carpio.
Álvarez Barba está próximo a cerrar las negociaciones para la adquisición del software para mayor seguridad y simplificación de los procesos, explica Diego Mora, oficial de cumplimiento. Esta evolución permitió que desde hace un año el negocio se expanda. Contycom ahora cuenta con oficinas en el norte de Quito, donde trabajan cinco personas.
El emprendimiento también tiene miras de expansión internacional. La semana pasada, Carpio asistió una rueda de negocios en Argentina, por invitación del Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, para replicar ese modelo de gestión legal en empresas de dicho país.
Catalina Carpio es la gerente General de Contycom, una compañía que se dedica a brindar asesoría legal en temas de lavado de activos. Foto: LÍDERES
No hay plan de Responsabilidad Social que pueda sostenerse en el tiempo si no aporta un beneficio a la organización. Esto se vio reflejado cuando en una encuesta realizada en el 2016 por la consultora Deloitte solo un 16% de las empresas participantes destinó un porcentaje de su presupuesto anual a proyectos de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa.
En la década pasada se multiplicaron los rankings y reconocimientos a las buenas prácticas en este ámbito, lo cual derivó en maravillosos reportes -también conocidos como memorias- en ediciones a todo lujo. Las asesorías facturaban decenas de miles de dólares en trabajo de acompañamiento, levantamiento de indicadores, edición y difusión de estos documentos.
Pero tal como explicaba ya en el 2014 Hugo Vergara, director de BSD Consulting, el reporte no es sino el resultado, la comunicación de un trabajo impulsado y aprobado desde la alta dirección. Y solo tiene su razón de ser si se convierte en una herramienta para que los grupos de interés puedan verificar el cumplimiento de los compromisos asumidos por cada organización.
Global Reporting Initiative (GRI), entidad con sede en Holanda que coordina y actualiza el reporte de indicadores de gestión en términos de sostenibilidad, también evolucionó en este sentido. Si hace cinco años los responsables de los procesos de responsabilidad social se preocupaban por obtener una certificación con nivel B+ o en el mejor de los casos A+, desde mayo del 2018 proponen la aplicación de sus nuevos estándares, principalmente enfocados en el enfoque de gestión y en los resultados obtenidos del mismo.
Las orientaciones en otras normas internacionales que sirven como guías para el fomento de la responsabilidad social apuntan a lo mismo: la norma ISO 26000, la SA8000 y la AA1000. Todas mantienen la orientación a una operación preocupada por el entorno, sin que esto merme su rentabilidad.
Si bien en Ecuador no existe una legislación nacional específica sobre el tema, tal como ocurre en países como España, la necesidad de impulsar, mantener y comunicar procesos de responsabilidad social ya empieza a manifestarse en ámbitos como el acuerdo comercial con la Unión Europea. Los países del bloque comunitario tienen claras preferencias a hacer negocios e importar productos de empresas socialmente responsables.
Evangelina Gómez, directora ejecutiva de Ceres, afirma que en el país todavía no existe una selectividad para preferir lo que se produce, por ejemplo, respetando la biodiversidad por sobre lo que es más barato.
Pero lo que sí es cierto es que, a escala global, la generación de los milenials empieza a inclinarse hacia lo que se denomina “el consumo con causa”. En Estados Unidos y Europa, y en forma un poco más lenta en Latinoamérica, los sellos de comida orgánica, sin transgénicos, producida bajo normas de comercio justo, aumentan sus adeptos y muestran que, con una buena gestión, la sostenibilidad sí es rentable.
En la década pasada se multiplicaron los rankings y reconocimientos a las buenas prácticas en este ámbito.
En Ecuador y en todo el mundo, el mayor desafío ha sido siempre un cambio de ‘chip’. Cuando hace 20 años se empezaba a hablar en el país de Responsabilidad Social, las empresas en general estaban dirigidas por sus fundadores o sus hijos, y este concepto se relacionaba estrechamente con el cumplimiento a rajatabla de las leyes y también con la filantropía: regalar fundas de caramelos en Navidad, organizar grupos para pintar una escuela, donar productos e insumos para una u otra fundación, y así…
Los fondos para estas acciones aisladas eran, en general, destinadas desde la dirección o la gerencia a partir de las ganancias de una compañía. Y, obviamente, cuando estas disminuían o por cualquier razón se aplicaba una reducción de costos de operación, este era el primer rubro que desaparecía del presupuesto.
Pero la llegada de nuevas generaciones de altos ejecutivos fue, según varios expertos, el punto de partida para asimilar la importancia de lo que el premio Nobel de Economía 1970 Paul Samuelson ya había formulado años antes: las empresas deben asumir las responsabilidades por las consecuencias de sus decisiones y acciones ante la sociedad. A partir de ahí, empezaron a avanzar los capítulos locales de las iniciativas globales para ‘evangelizar’ a las organizaciones públicas y privadas sobre el amplio abanico de posibilidades para mostrar a sus respectivos grupos de interés de que hay un compromiso que va más allá del balance de resultados.
Esto ha llevado paulatinamente a no solo hablar de Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa, sino también de Sostenibilidad, de un trabajo que perdure en el tiempo. Naciones Unidas empezó proponiendo ‘Buenas Prácticas’, las cuales debían arrojar resultados tangibles en la calidad de vida de las personas, ser resultado de una alianza entre lo público, privado y la sociedad civil, y ser sostenibles (que tengan continuidad). Desde el 2011, a través de su red Pacto Global, 116 organizaciones en el país han suscrito el compromiso de implantar diez principios enfocados al respeto a los derechos humanos, al cumplimiento de estándares laborales, al cuidado del medioambiente y a la lucha contra la corrupción. Todo esto se encamina al cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2015-2030 de la ONU.
A esto se suma el trabajo sostenido del Consorcio Ecuatoriano de Responsabilidad Social (Ceres), que en colaboración con sus pares de Latinoamérica promueve desde el 2005 un enfoque corporativo basado en la generación de un valor agregado empresarial, buscando apoyar una dirección en los negocios socialmente responsable. Actualmente, cuenta con 48 miembros que, entre otras cosas, coordinan esfuerzos para conseguir beneficios tangibles y perdurables en los ámbitos y comunidades en los que intervienen.
Ya a nivel de Quito, la Ordenanza metropolitana número 0084, vigente desde el 2015, que busca el fomento del Distrito Metropolitano como un territorio sostenible y socialmente y responsable. Todas sus acciones son coordinadas a través del Consejo Metropolitano de Responsabilidad Social, que integra a todos los actores y promueve el reconocimiento a las mejores prácticas dentro de la ciudad.
El desafío de todos, al momento, es un nuevo cambio de ‘chip’: ya no se trata de un asunto de grandes corporaciones o multinacionales, sino de todos.
RES: las empresas deben asumir las responsabilidades por las consecuencias de sus decisiones y acciones ante la sociedad.
El financiamiento y la capacitación son las funciones principales que cumplen las cooperativas de ahorro y crédito (COAC), dentro de la economía popular y solidaria; además, de las pequeñas y medianas empresas (pymes).
En el reporte de Rendición de Cuentas de la Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria 2015, la entidad informa que a diciembre del 2015 se registraron 848 organizaciones financieras activas, incluida la Corporación Nacional de Finanzas Populares. Más del 82% correspondía a los segmentos 4 y 5; es decir, a organizaciones con menos de USD 5 millones en activos. Este volumen de cooperativas tenía, hasta diciembre del 2015, el 16% de los 5,1 millones de socios. Mientras que las COAC con más de USD 20 millones en activos, de los segmentos 1 y 2, representaban menos del 7% del total de organizaciones.
Hasta febrero pasado, las 59 cooperativas de ahorro y crédito más grandes del Ecuador concedieron USD 4 938 millones en préstamos comerciales, microcréditos, vivienda, consumo, etc.
Para el director de la Unión de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Sur (Ucacsur), Juan Pablo Guerra, el sector financiero popular y solidario, que agrupa a cooperativas, bancos comunales y cajas de ahorro, entrega el 65% de los microcréditos en el Ecuador. Es decir, con menos recursos se alcanza una mayor diversificación de préstamos para financiar las actividades productivas, que generan ingresos y empleos.
Él asegura que cerca de siete millones de ecuatorianos pertenecen a 200 000 organizaciones vinculadas con la economía popular y solidaria. De esa cantidad, más de 5,2 millones de personas están asociadas a las 848 cooperativas de ahorro y crédito, que funcionan en el país.
En el ámbito de la capacitación, estas entidades promueven permanentes programas de formación en el manejo de sus finanzas, tanto a socios como a los clientes.
Andrés Freire, jefe comercial de la Red Financiera Rural (RFR), explica que la educación financiera en tiempos de crisis promueve una mayor cultura para el ahorro.
Con este fin, la RFR apoya a estas entidades financieras con asesoramiento para desarrollar programas educativos: “Tienen que ser institucionales y deben trabajarse de acuerdo con su ubicación, las temáticas específicas”.
Promover el ahorro es una de las principales características de las cooperativas. Para ello, hay entidades que desarrollan productos y servicios para los niños. Esa es una cultura que se trata de consolidar en los menores de edad y hay ejemplos interesantes.
La responsabilidad social es un valor innato de las cooperativas, según lo detallan entidades vinculadas con este sector a nivel nacional e internacional.
Las cooperativas no solo están dedicadas a captar los ahorros de ciertos sectores de la población sino, según un informe de la Alianza de Cooperativas para las Américas, a contribuir con el desarrollo sostenible, impactar positivamente en la comunidad, satisfacer las necesidades de los asociados y mejorar las condiciones de vida donde se desarrolla.
En los últimos tres años, la incorporación de los dispositivos móviles y la aplicación del sistema de dinero electrónico plantean nuevos desafíos a las COAC, que indudablemente requieren de inversiones para optimizar sus servicios tecnológicos y atender las demandas de sus clientes, cada vez más conectados a las TIC.
El ahorro se incentiva desde temprana edad
En tiempos de ajustes económicos, los niños lideran espacios para definir sus estrategias de ahorro para su futuro. En respuesta a ello, las cooperativas de ahorro y crédito incentivan el crecimiento de la alcancía de los menores, acompañados de sus padres.
Angélica Arcos, jefa de marketing de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Alianza del Valle Ltda., explica que la entidad registra al momento un promedio de 15 000 niños, en los últimos 10 años, que abrieron una cuenta infantil.
Niños que tienen hasta 13 años ahorran un promedio máximo de USD 250 por año. En el último trimestre, se evidencia que los padres promueven un alcance mayor de ahorro para sus hijos.
“Los pequeños ahorran por el estímulo económico que le dan sus padres en temporadas de cumpleaños, mesadas y recreos. Los niños ahora prefieren ir a guardar este valor pensando en su futuro”, refiere Arcos.
Aunque se supera la meta de ahorro anual por niños, es decir USD 150, Lorena Alvear, titular de marketing de la Cooperativa 23 de Julio, afirma que se debe dar continuidad a una campaña dentro del núcleo familiar.
Es decir, enfatizar en una educación financiera permanente y paralela en la economía del grupo. La vocera explica que “hoy los niños hacen ahorrar a los padres y viceversa. Así se inculca una cultura de ahorro constante con el ejemplo”.
La Cooperativa 23 de Julio cuenta con 13 oficinas en escala nacional y promueven la ‘cuenta mágica’. Esta cuenta se inicia con el depósito de USD 25 y se enfoca en que el niño pueda ahorrar para el futuro, ganando interés ‘mágicamente’ e incluye seguro de vida y accidentes, si el representante lo decide. “Desde pequeños son grandes socios de la cooperativa”, menciona la ejecutiva Alvear.
Los niños reflejan nuevos hábitos de ahorro. En el caso de la Cooperativa Textil 14 de Marzo, que alcanza 48 000 socios, 6% son liderados por menores de edad. En esta institución, los pequeños muestran un interés por abrir una cuenta para ellos.
En cuanto a las estrategias que emplean las cooperativas para motivar a los menores hacia una cultura de ahorro, la Cooperativa Textil 14 de Marzo, por ejemplo, realiza, dos veces al mes, cursos de cooperativismo que se imparten a los padres de los niños, puntualiza Jonathan Espinosa, jefe de marketing de la institución.
En este ámbito, también capacitan a niños de cinco años en adelante sobre manejo responsable del dinero, desde temprana edad. Cerca de 300 niños se instruyen cada año. Esta entidad tiene una Comisión de Responsabilidad Social y de Educación que se encarga de formar a los ‘pequeños’ socios del sistema cooperativo. “Se implanta la semilla del ahorro responsable”, refiere Espinosa.
La educación financiera es una prioridad en su gestión
En épocas de ‘vacas flacas’, la educación financiera permite tener una realidad más consciente de cómo se debiera aplicar el ahorro y el pago de deudas, con la consigna de tener un ‘colchón’ para diversas eventualidades.
Andrés Freire, jefe comercial de la Red Financiera Rural (RFR), que agrupa a unas 31 cooperativas de ahorro y crédito a escala nacional, explica que la educación financiera en tiempos de crisis promueve una mayor cultura para el ahorro. Para esto, la RFR apoya a estas entidades financieras con asesoramiento para desarrollar programas educativos: “Tienen que ser institucionales y deben trabajarse de acuerdo con su ubicación, las temáticas específicas”. Aunque Freire indica que no son partidarios de que las cooperativas ejecuten programas masivos, sino de acuerdo con su público meta y con su realidad.
Las 31 cooperativas que forman parte de esta RFR ya cuentan con un programa de educación financiera como misión social; y la demanda de estos programas creció en un 10% desde el 2015.
Una de las razones para que exista una aceptación en educación financiera es la recesión económica que vive el país.
Grace Herrera, oficial de Responsabilidad Social de la Cooperativa de Ahorro y Crédito 23 de Julio, afirma que desde el 2014 la entidad mantiene un programa que capacita a socios y público en general, sobre el ahorro, pago de deudas, finanzas personales y otros aspectos. El año pasado, a través de sus capacitadores internos, se impartieron talleres a unas 1 500 personas, cada mes, en sus 13 sucursales. En su programación de capacitación financiera para el 2016, también se incluyen empresas. En este ámbito se capacita sobre el manejo de sueldos, la proyección de gastos, y sobre temas de endeudamiento.
Luego de los talleres, los asistentes elaboran presupuestos familiares, y la cooperativa evalúa la recepción del mensaje de manera periódica. Las personas que asistieron a los talleres gratuitos aumentaron su capacidad de ahorro en un 10%, dice Herrera.
El emprendedor recibe asesoría para salir adelante
Las cooperativas de ahorro y crédito juegan un rol especial en el crecimiento y expansión de emprendimientos. Su papel no se limita a ser una entidad que financia sus proyectos; estas organizaciones escuchan, asesoran, guían y acompañan a los emprendedores.
La Cooperativa Mushuc Runa, por ejemplo, cuenta con un departamento que se especializa en desarrollar proyectos de microempresarios. Luis Chango, titular de Mushuc Runa, explica que en los sectores rurales, donde se concentra el 70% de sus clientes, la mayoría de emprendedores no tiene desarrollados sus productos. “Lo que hacemos es asesorarles y dar seguimiento permanente a su proyecto. Así, con el tiempo, se puede renegociar o ampliar los créditos”.
Chango indica que, al ser Mushuc Runa producto de un emprendimiento, conocen los desafíos que tiene un microempresario. “Les ayudamos a que crezcan poco a poco”. El trabajo de estas entidades de la economía popular y solidaria no se concentra en una agencia. “Las cooperativas que tienen metodologías adecuadas de microcrédito realizan visitas al sitio en donde el emprendedor desarrolla su negocio levantando información para establecer un correcto análisis de capacidad de endeudamiento”, explica Javier Vaca, director de la Red Financiera Rural (RFR).
Este experto detalla que el oficial de crédito levanta la información y capacita al emprendedor en conceptos como manejo de inventarios, gastos, patrimonio, activos productivos, etc. De esta manera se garantiza la entrega del monto necesario.
En cuanto a los tipos de emprendimientos que más apoyan las cooperativas se encuentran negocios en agricultura, pesca y comercio, según Marín Bautista, gerente de la caja central Financoop, organización que trabaja con 115 cooperativas a escala nacional Y sobre los montos señala que van desde USD 500 en adelante, según el tipo de emprendimiento. Un dato más de Bautista: la tasa de microcrédito en el sector oscila entre el 22% hasta el 30%.
Viviendas con presupuestos menores a USD 1 000, al mes
La capacidad de pago, relacionada con el ingreso mensual, es el límite que un cliente tiene dentro de una cooperativa de ahorro y crédito para acceder a una vivienda. Según sus ingresos pueden aspirar a una casa prefabricada, de ladrillo u hormigón. Las cooperativas no promueven planes de vivienda, por impedimento legal, pero sí facilitan créditos. Por eso intentan financiar los requerimientos de sus clientes, según el segmento poblacional al que están dirigidos.
En el país, las cooperativas pertenecen al sector financiero popular y solidario, están controladas por la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria (SEPS) y clasificadas en cinco segmentos para llegar a un público específico.
Las cajas de ahorro, bancos y cajas comunales, más aquellas cooperativas cuyos activos alcanzan el USD 1 millón, se ubican en el segmento 5, y llegan a un público alejado de las ciudades.
En tanto que las de mayor activo (más de USD 80 millones) pertenecientes al segmento 1 y atienden en áreas urbanas.
La mayoría de los clientes de una cooperativa no tienen grandes recursos ahorrados y sus ingresos mensuales no superan los USD 1 000, explica Hermel Flores, ex presidente de la Cámara de la Industria de la Construcción de Quito.
Eso pasa porque los cuentahabientes pertenecen al estrato económico medio, medio bajo y bajo, detalla la Cooperativa 29 de Octubre, que está en el segmento 1, y que constituye una de las nueve entidades con cartera de vivienda, registrada en la Superintendencia. De acuerdo con cifras de esa entidad, solo en ese segmento existe un saldo de USD 270 millones en préstamos para vivienda hasta febrero pasado.
Flores indica que ese grupo poblacional, donde está la gran demanda nacional, puede acceder a un crédito de vivienda de hasta USD 45 000 y a ese monto sumarle, además, el bono de la vivienda de unos 6 000.
Algunas cooperativas entregan créditos con un tope de entre USD 80 000 y 150 000. Sin embargo, el límite para lograr ese monto lo determina la capacidad de pago del socio. Lo que no deja de lado que el solicitante debe tener un ahorro mínimo del 30% del valor total del inmueble, y eso frenó, por ejemplo, el sueño de Jorge Chunchir, obrero de vitrales. Cuando quiso acceder a una vivienda de hormigón, de dos pisos, en el sur de Quito; postergó sus planes no solo porque no tenía ahorrada la entrada, sino porque su salario sumado al de su esposa no le alcanzaba.
La posibilidad de acceder a una vivienda de más de USD 45 000 salió de sus planes y ahora se enfoca en una de hasta 35 000.
Flores dice que el problema para atender a esa población es el valor de los terrenos; representa el 15% del costo total de la casa.
Los acabados también hacen la diferencia en el precio final. En una construcción nueva el rubro importante es el material de construcción; representa el 85% del total de la inversión, que se considera desde el levantamiento de la obra gris hasta los acabados, según la cooperativa 29 de Octubre.
Las cooperativas apuntan a un segmento de ingresos medio bajo y bajo para intentar satisfacer una necesidad, comenta Enrique Pita, presidente de la Federación Ecuatoriana de Cámaras de la Construcción.
Y es en el segmento 5 en donde la Red Nacional de Finanzas Populares y Solidarias intenta entrar. Entre julio y agosto presentará a organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), un proyecto para construir viviendas de hasta USD 40 000 en la Costa y Amazonía y 60 000 en la Sierra, con ingresos mensuales de USD 400.
Ante los riesgos se necesita un plan bien estructurado
Las cooperativas de ahorro y crédito, al igual que otras instituciones del sector financiero, son vulnerables a una serie de factores de riesgo que pueden mermar sus niveles de eficiencia y eficacia a corto, mediano y largo plazo. Problemas de morosidad, dificultad en acceder a fuentes de financiamiento, el cambio en la normativa y la informalidad son los principales desafíos que enfrenta este sector.
El analista económico Alberto Acosta Burneo, editor de Análisis Semanal, señala que cuando disminuye la capacidad de pago de los socios se genera morosidad. En la Red Financiera Rural, por ejemplo, el índice de morosidad oscila en la actualidad entre el 3% y el 8%. Para Acosta Burneo es importante cuidar el nivel de morosidad porque de ello depende la salud de estas entidades financieras. “Una cartera con niveles demasiado elevados de morosidad puede afectar a la cantidad de dinero que se pueda recuperar y esto puede implicar mayores pérdidas”.
La morosidad es un tema que no solo preocupa al sector bancario. Según Acosta Burneo, el nivel de cartera en mora de las cooperativas subió desde diciembre de 2015, cuando se empezaron a notar restricciones en la economía del país. Pero a pesar de esto, dice el analista, se encuentra en estándares normales, lo que les ha permitido crecer.
Otro de los factores de riesgos es la normativa que emiten las autoridades. Para Carlos Cifuentes, profesor de economía política de la Universidad de Guayaquil, las disposiciones normativas, como leyes y decretos, benefician a un mejor desempeño de cualquier entidad financiera.
Cifuentes añade que es necesaria una regulación, pero que esta debe estar determinada con reglas claras y que la misma debe perdurar en el tiempo sin cambios constantes que compliquen el funcionamiento de la institución.
El catedrático señala que otro de los factores de riesgo a tener en cuenta es la competencia entre cooperativas y que para esto es muy importante el control de la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria para evitar el “juego” desleal. Esta entidad controla ahora a las cooperativas de ahorro y crédito, facultad que antes estaba repartida entre la Superintendencia de Bancos y el Ministerio de Inclusión Económica y Social. “Lo más importante aquí es el control que se realice sobre el cumplimiento de los indicadores y ese es un desafío que tiene que realizar la Superintendencia”, sostiene Cifuentes.
Para remediar los factores como morosidad, ilegalidad y competencia desleal, es necesario seguir varias recomendaciones. Cifuentes indica que uno de los primeros pasos es el diagnóstico donde se detallan los riesgos detectados por cada área; luego se realiza la evaluación para delimitar las responsabilidades. Esto, a su vez, puede generar determinados impactos. Un golpe leve puede ser una pérdida económica, o un daño del servicio o de imagen de la cooperativa con efectos mínimos; un impacto moderado se da cuando los efectos sean significativos con repetidas infracciones; y el impacto grave ocurre con infracciones prolongadas, daños generalizados o masivos con daños severos persistentes. La elaboración de un plan de prevención de riesgos de la cooperativa de ahorro y crédito se estructurará en áreas o actividades, riesgos posibles, manifestaciones negativas, medidas a aplicar, el responsable ejecutante, y finalmente la fecha de cumplimiento de las medidas.
Para Acosta Burneo lo relevante aquí es contar con toda la información oportuna para que pueda identificar los riesgos potenciales y solicitar medidas correctivas a tiempo. “Eso es lo más importante actualmente, el llegar a esos esquemas de reporte, que tienen que ser rápidos y eficientes”.
El trabajo con la comunidad es clave para las cooperativas La responsabilidad social es un valor innato de las cooperativas, según lo detallan entidades vinculadas con este sector a nivel nacional e internacional.
Las cooperativas no solo están dedicadas a captar los ahorros de ciertos sectores de la población sino, según un informe de la Alianza de Cooperativas para las Américas, a contribuir con el desarrollo sostenible, impactar en la comunidad, satisfacer las necesidades de los asociados y mejorar las condiciones de vida donde se desarrolla.
En el país las cooperativas se han centrado en diferentes gestiones de responsabilidad social como parte de sus políticas.
La Cooperativa 29 de Octubre, por ejemplo, se enfoca en tres áreas : entorno social, económico y ambiental.“Buscamos la inclusión, promover la educación financiera y afianzar nuestras alianzas, brindando a nuestros socios y a la comunidad calidad de servicio”, se indicó desde la entidad.
Entre los proyectos de responsabilidad social de la Cooperativa están las capacitaciones a mujeres emprendedoras en materia de educación, el proyecto educación financiera para niños de escasos recursos, reciclaje de basura en el sur de Quito y apoyo a jóvenes de la Costa para que terminen su bachillerato.
La Cooperativa, además, participa en diversos proyectos públicos y privados como la Red contra el trabajo infantil, Operación Sonrisa y Olimpiadas Especiales.
Las mediciones de los resultados se van haciendo a través de balances anuales. La Ley de Economía Popular y Solidaria establece que como parte de los informes de gestión, las cooperativas deberán presentar también sus balances sociales.
La Superintendencia de la Economía Popular y Solidario (SEPS), en el estudio del Balance Social en el Ecuador, de José Ramón Páez, revela que en el 2014 se hizo una encuesta para obtener resultados sobre el balance social de unas 3 367 cooperativas a escala nacional. 1 106 entidades completaron la encuesta.
En esa época se determinó que el 80,20% de las cooperativas nunca había aplicado una metodología de balance social y que del 19,80% restante que afirma realizar el balance, el 13,28% no hacía públicos los resultados obtenidos.
Las organizaciones también tienen otras formas de presentar su información de responsabilidad social como las memorias anuales. Cacpeco, cooperativa con matriz en Latacunga, es una de las que así lo realiza.
El documento incluye indicadores económicos, sociales y ambientales.
Entre las gestiones de responsabilidad social que lleva a cabo esta firma se encuentra el mejoramiento del servicio de transporte en la Cooperativa Bellavista de Quito, con el que se beneficiaron 5 800 personas, mejoramiento de las condiciones para 45 personas de la tercera edad de Moraspungo (Cotopaxi), implementación de un programa de buenas prácticas de elaboración de alimentos en el parque Ignacio Flores de Latacunga, mejoramiento de la imagen turística de la ciudad.
Evangelina Gómez, directora del Consorcio Ecuatoriano para la Responsabilidad Social (Ceres), considera que no se debe entender como responsabilidad social las acciones filantrópicas o donaciones, sino desarrollar modelos de gestión social responsables por las entidades.
Ella cree que las instituciones financieras deben convertirse en agentes de cambio a través de un manejo responsable en su operación administrativa, logística, de recursos humanos, etc. Por otro lado, deben crear productos financieros de responsabilidad social y ambiente, inclusión de sectores marginados, desarrollo de educación económica y financiera, etc.
Los medios electrónicos de pago se han tornado masivos
El ingreso de las cooperativas de ahorro y crédito a los medios de pago electrónicos, como tarjetas de débito, crédito y transferencias por la Internet, es cada vez más intensivo y gana más terreno.
De acuerdo con datos de la Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria (Seps), el uso de medios de pago electrónico por parte de los socios de las cooperativas de ahorro y crédito, han tenido un crecimiento sostenido, “lo que refleja la confianza que tienen los usuarios en estos medios”. En los últimos tres años, las transferencias de dinero realizadas vía Internet por parte de los socios de las cooperativas, registraron un crecimiento anual superior al 20%. En el 2015, a través de cooperativas de ahorro y crédito, se efectuaron más de 13 millones de transferencias electrónicas de dinero. Por otra parte, se han emitido alrededor de 7 000 nuevas tarjetas de crédito para los socios, los cuales han realizado aproximadamente unas 20 000 transacciones el año anterior.
Actualmente 361 cooperativas de ahorro y crédito, de más de 800 entidades activas, ofrecen el servicio de transferencias electrónicas a sus socios. Unas 84 cooperativas operan con tarjetas de débito y están integradas a las principales redes de cajeros automáticos del país; además, una cooperativa ya emite tarjetas de crédito.
La tarjeta de crédito es un medio de pago que está empezando a desarrollarse en el sector de cooperativas, según la SEPS y se espera un crecimiento importante para este año. “La expedición de regulaciones especializadas, relacionadas con la operación de tarjetas de crédito, débito, pago y prepago para el sector financiero popular y solidario, por parte de la Junta de Política y Regulación Monetaria en diciembre de 2015, permite incluirse de modo seguro a esta nueva forma de transacciones financieras”, indicó la entidad.
De acuerdo con representantes de asociaciones de cooperativas en la Sierra norte y centro, estos medios de pago electrónicos ya se utilizan en más de un 80% de las estas entidades.
Rommel Alarcón, gerente de la Unión de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Norte (Ucacnor), organización que aglutina a 15 cooperativas socias y aliadas de las provincias de Imbabura y Carchi, destaca que cada vez más entidades utilizan este tipo de medios de pago, con el fin de brindar mayores facilidades y mejores servicios a sus clientes.
El primer medio electrónico de pago que la mayoría de cooperativas ya maneja es la tarjeta de débito a través de la cual el cliente puede acercarse a un cajero y retirar su dinero o hacer un consumo con esa tarjeta, para que el valor sea debitado de su cuenta.
Este medio es el más común y su mayor expansión tuvo en los últimos cinco años, de acuerdo con el análisis de Alarcón.
Como en la mayoría de entidades financieras, este tipo de tarjetas no solo se puede utilizar en los cajeros de las cooperativas sino en aquellos de los bancos a través de redes específicas.
Pero adicionalmente, las cooperativas de los segmentos 1, 2 y 3 -las que tienen activos de más de USD 5 millones- también están accediendo a tarjetas de crédito para sus clientes, indica Alarcón, a través de convenios con bancos privados, y desde estos a las grandes compañías de tarjetas como Visa o MasterCard.
Otro sistema de pagos son las transferencias interbancarias a través de los portales web de las propias cooperativas. Esto se realiza a través del Sistema de Pagos Interbancario del Banco Central. Aunque no es tan masivo como el sistema de pagos a través de las tarjetas de débito, Alarcón detalla que un 40% de las cooperativas socias y aliadas a la Ucacnor ya manejan este tipo de transferencias de dinero a otras cooperativas y bancos.
Los créditos para las pymes se diversifican en el mercado
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) son uno de los segmentos fuertes que atienden las cooperativas de ahorro y crédito. Por ello, para atender a este segmento comercial, las cooperativas han ideado una serie de productos que compiten con menores intereses, más plazos de pago y mayores montos de crédito.
Para Freddy Gallegos, gerente general de la Cooperativa Oscus, que tiene 11 oficinas en el país, las pymes son primordiales en el esquema cooperativo. “Es allí donde buscamos brindar un mayor apoyo”. Esta cooperativa posee unos 170 000 socios, de los cuales 6 500 están en Guayaquil. Oscus ofrece hasta USD 150 000 en préstamos para las pymes.
En el caso de esta cooperativa, el perfil de las pymes que recurren a sus servicios en Guayaquil es el de pequeños comercios, que demandan los préstamos para agrandar el negocio, generar capital de trabajo o comprar nueva maquinaria y más mercadería. “Nuestra tasa de interés para el microempresario es muy competitiva, en crédito para pymes es del 11,20%”, explica Bolívar Jarrín, gerente en Guayaquil.
“El cliente de las cooperativas de ahorro y crédito, al menos en el caso de Guayaquil, una urbe netamente comercial, requiere préstamos principalmente para rotación de mercadería o adquisición de materia prima”, sostiene el experto en finanzas personales Carlos Hurtado, quien gerencia una firma de asesoramiento crediticio.
Las cooperativas ofertan sus productos financieros con nombres atractivos, aunque las condiciones de los créditos son similares. La Cooperativa JEP, que manejaba hasta febrero pasado una cartera de crédito de USD 668,7 millones, según información de su portal web, oferta los productos MicroJEP, y CrediPymes, con montos de crédito de hasta USD 20 000 y USD 200 000, respectivamente.
En el caso de la Cooperativa Cooprogreso, esta también oferta dos productos dirigidos a los segmentos de los microempresarios y las pymes. El primero está orientado, según la cooperativa, al crédito para actividades de producción artesanal, industrial y de comercio, para financiar capital de trabajo y compra de activos. Su otro producto, llamado Comunal, está destinado a capital de trabajo de las pequeñas actividades productivas, comerciales o de servicios.
Las cooperativas son el pilar de la economía popular
El financiamiento y la capacitación son las funciones principales que cumplen las cooperativas de ahorro y crédito dentro de la economía popular y solidaria. Los recursos de estas entidades son canalizados a través de créditos para impulsar actividades productivas de este segmento de la población.
Hasta febrero pasado, las 59 cooperativas de ahorro y crédito más grandes del Ecuador concedieron USD 4 938 millones en préstamos comerciales, microcréditos, vivienda, consumo…, según la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria.
Para el director de la Unión de Cooperativas de Ahorro y Crédito del Sur, Juan Pablo Guerra, el sector financiero popular y solidario, que agrupa a cooperativas, bancos comunales y cajas de ahorro, entrega el 65% de los microcréditos en el Ecuador. Es decir, con menores recursos económicos se alcanza una mayor diversificación de préstamos para financiar las actividades productivas, que generan ingresos y empleos.
Él asegura que cerca de siete millones de ecuatorianos pertenecen a 200 000 organizaciones vinculadas con la economía popular y solidaria. De esa cantidad, más de 5,2 millones de personas están asociadas a las 848 cooperativas de ahorro y crédito, que funcionan en el país.
“Pese a la situación del país, no se dejó de otorgar crédito ni los socios han regresado a sus casas sin obtener un préstamo, cuando se habla de actividades productivas”. Entre febrero del 2015 y febrero pasado, la cartera subió en USD 251,5 millones, en las 59 cooperativas más grandes.
Estas entidades no solo entregan préstamos sino dan capacitación para que los beneficiarios inviertan de forma adecuada los recursos, dice Guerra. Además, se capacita a los socios para que asuman labores de dirección y control en las cooperativas. “Prepararle y formarle constantemente para ejercer sus derechos y cumplir sus obligaciones”.
Según Guerra, la economía popular y solidaria privilegia a la persona sobre el capital. Es decir, que juntos puedan crear una fortaleza en busca de un objetivo común, que es alcanzar el bienestar. “Ese concepto es muy similar al que por décadas ha manejado el sector cooperativo, con base en valores y principios en los que el ser humano es el centro o eje del desarrollo económico, político y social”.
En las instalaciones de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Oscus en Guayaquil. Esta entidad financiera posee unos 170 000 socios, de los cuales 6 500 están en el Puerto Principal. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
Álvaro Castillo, lojano, de 42 años, dirige el centro Prendho, que es considerado como la mejor incubadora del Ecuador. Su vida es un ejemplo de emprendimiento.
Cuando se graduó del Instituto Técnico Daniel Álvarez Burneo, de la capital lojana, su deseo era ingresar a la Academia Militar Eloy Alfaro en Quito. La economía familiar no permitía financiar esa carrera y su padre le ofreció hipotecar la casa, pero el riesgo era muy alto y optó por estudiar Informática en la Universidad Técnica Particular de Loja.
Allí, Álvaro Castillo desde el principio demostró una de sus principales fortalezas: la gestión. Cuando cursaba el tercer ciclo, las autoridades de este centro de estudios superiores necesitaban confeccionar libros para la modalidad de estudios a distancia.
La labor consistía en procesar la información entregada por la Universidad. Es decir, editar, elaborar los gráficos, digitar… Castillo propuso encargarse de esa tarea y obtener ingresos para financiar su carrera. En esa iniciativa le acompañó Carlos Correa, quien desde entonces ha sido su socio y compañero en sus diferentes emprendimientos.
Para cumplir con el pedido contrató a sus compañeros que tenían computadores en sus hogares y el trabajo se realizaba luego de clases. Este contrato duró tres años y elaboraron más de 30 libros.
Correa destaca de Castillo su capacidad para sortear las dificultades. “Nunca se cruza de brazos ni se lamenta. Es muy creativo, es conciliador y cuando existen disputas o desacuerdos, él no genera más incomodidad sino que siempre busca la solución”.
Otra oportunidad de negocio surgió cuando identificó que los estudiantes de Informática tenían problemas en materias como programación, metodología… Él se encargó de la promoción, matriculación, gestión y contratación de los alumnos más destacados o profesores para que dicten las clases a quienes lo necesitaban. Esa actividad duró entre 1996 y 1997. Con esa experiencia fue contratado por la fundación Celoproyamo para administrar uno de los primeros centros de cómputo de la capital lojana. Organizó cursos de autocad, diseño, entre otros.
Según Castillo, su fortaleza y gusto por la gestión guarda relación con su carrera de Informática, “porque tiene muchos elementos de gestión y planificación para ver las cosas de manera integral”.
Su espíritu emprendedor siguió y con su tío Alfonso, quien es experto en contabilidad, creó una microempresa para ofrecer el servicio de contabilidad para los gobiernos seccionales o instituciones privadas de Loja y Zamora Chinchipe. Aprendió sobre esta profesión y con estas actividades financió su carrera y no se convirtió en una carga para su familia.
Castillo convenció a su padre Marco y a su hermano Galo para invertir en una empresa para comercializar equipos de computación y capacitación. Fue despedido por ellos, “pero fue lo mejor que me pasó porque cuando uno se da cuenta que no tiene nada, es el momento que se buscan las oportunidades”.
Y así fue. Con su amigo Carlos Correa abrió en 1999 la empresa Génesis Sistemas para ofrecer servicios de informática para pequeñas empresas, medios de comunicación… A más de dar soporte, desarrollo de software, mantenimiento y proveer Internet, vendieron computadores Mac. “Nos fue tan bien que fuimos referentes en Loja y nos conoció Luis Miguel Romero, que luego se convirtió en canciller de UTPL”.
En el 2003, Romero pidió que Génesis y la Universidad abran la Unidad de Proyectos y Sistemas Informáticos; las creaciones se transferían a colegios, empresas y proveedores de Internet. Génesis se cerró, pero se abrieron otras puertas. Castillo fue nombrado como director del campus de la UTPL y luego de Infraestructura. Después, él recibió la propuesta de dirigir el proyecto Loja Valle de Tecnología.
Inició en una oficina de 30 metros cuadrados y con cuatro iniciativas de emprendimiento que desarrollaban software y productos web. Hace dos años cambió su nombre a Prendho para recibir a proyectos de otros ámbitos. En marzo pasado, la Senescyt acreditó a este centro como la mejor incubadora del país.
El trabajo de Castillo se centra en crear una cultura de emprendimiento y es práctico, dice David Aguirre, de la iniciativa Ingeniería Verde. “Él transmite que es posible apostar por un negocio y que debemos ser creativos”.
La trayectoria profesional de Álvaro Castillo se ha caracterizado por la gestión y el fomento de la cultura del emprendimiento. La UTPL se convirtió en su centro de operaciones. Foto: Cortesía de la Universidad Técnica Particular de Loja
Las multinacionales suecas Volvo Bus Latin America y Ericsson firmaron un acuerdo en Brasil para la creación de un sistema inteligente de gestión de transporte público en varios países de Latinoamérica, informó el jueves (22 de mayo de 2015) la división de autobuses de la fabricante automotriz.
El acuerdo entre el gigante automotor y la compañía mundial de soluciones y equipos de telecomunicaciones fue suscrito el miércoles en el congreso internacional ‘Smarty City Business’, celebrado en la sureña ciudad de Curitiba, capital del estado de Paraná, según un comunicado de Volvo Bus Latin America, con sede en Brasil.
El sistema ITS 4 Mobility (Inteligent Tranportation System, por su nombre en inglés) facilitará la gestión de tráfico y de información para los pasajeros en tiempo real, con llegada y salidas de autobuses, ubicación de los vehículos y visualización a través de plataformas de internet, incluso para teléfonos móviles.
La herramienta permitirá a las ciudades «utilizar los recursos que ya tienen» y tornar el transporte urbano más eficaz, con mejor movilidad, más productividad operativa y satisfacción de los pasajeros, resaltaron las dos compañías.
«Estamos integrando conocimientos de Ericsson en el desarrollo de tecnología de vanguardia para perfeccionar un producto que tenemos y ampliar nuestra oferta de soluciones todo con el fin de mejorar la movilidad en las ciudades,», señaló Luis Carlos Pimenta, presidente de Volvo Bus América Latina.
La solución, que llegará al mercado en los próximos días, permitirá que los pasajeros puedan tener información sobre el transporte de autobuses a través de un centro de atención al cliente y por mensajes de texto de telefonía móvil, lo que les posibilitará planear mejor sus viajes.
El sistema será ofrecido comercialmente por las dos compañías en América Latina, pero su desarrollo será a partir del Centro de Innovación Ericsson en la ciudad brasileña de Indaiatuba, en el interior del estado de Sao Paulo.
«Esta asociación evidencia las transformaciones que día a día están facilitando muchos aspectos de la vida cotidiana con el uso de internet. Tanto los operadores de transporte como sus usuarios pueden beneficiarse de la virtualización y el uso de la tecnología», apuntó Sergio Quiroga, presidente de Ericsson Latin America.
El sistema ITS 4 Mobility facilitará la gestión de tráfico y de información para los pasajeros en tiempo real. Foto: Archivo
Si pudiera regresar en el tiempo, volvería a repetir su historia. Y aunque esta ha tenido mucho de aprendizaje y éxito, también ha estado abarrotada de profundos sacrificios y privaciones.
Mauricio Zanella -quien a sus jóvenes 35 años es gerente y propietario de la empresa de servicios petroleros Power On, que el año pasado facturó USD 12 millones- tuvo que “trabajar desde los 14 años”, para financiarse el colegio y luego la universidad.
“Solo me faltan 10 años de aportaciones para jubilarme”, bromea, mientras recuerda que tenía que caminar todos los días desde el barrio La Comuna para llegar al Colegio San Gabriel (centro de Quito). Y una vez terminada la jornada, subir nuevamente toda la av. Mariana de Jesús, cruzar la av. Occidental y arribar a su casa en medio de calles sin asfalto, frente a La Chorrera. Narra que no había buses para llegar a su hogar, hasta que estuvo en la universidad.
La dura situación económica de su familia lo llevó a solicitar una beca académica en el San Gabriel. Tras esa gestión, el aporte se concedió en un 50%. La mitad restante de la pensión salió de los trabajos que obtenía en las vacaciones en Ecuador y en Estados Unidos. En ese país hacía las veces de cargador de colchones o dependiente de restaurantes de comida rápida.
En el colegio, además de destacarse académicamente -lo que le permitía mantener su beca- también sobresalió como líder. Fue el primer presidente del consejo estudiantil elegido por los alumnos, entre 1997 y 1998, porque antes de ese período este cargo era designado directamente por el rector.
De aquella época, lo que más recuerda son los amigos y el espíritu solidario y humanista de la educación jesuita. Siguiendo esta línea, ingresó a la Facultad de Administración de Empresas de la Pontificia Universidad Católica (PUCE), donde nuevamente aplicó a una beca, porque “sus padres no podían pagar la pensión”.
Allí volvió a repetir la fórmula: estudiar y trabajar. Pero ahora comenzó como bodeguero y operador del montacargas en la empresa Iiasa-Caterpillar, donde poco a poco fue ascendiendo hasta llegar al cargo de Gerente de la División de Petróleo, que provee de equipos a esta industria.
En los cuatro años de estudios en la PUCE, dice, “tuvo los mejores promedios” y tras obtener su título, estudió otros cuatro años para especializarse con dos maestrías: en Marketing y en Ventas, en las universidades Autónoma de Barcelona y Carlos III de Madrid, en España, respectivamente.
Aunque desempeñaba un cargo ‘bien remunerado’ y una estabilidad que le permitiría seguir ascendiendo a posiciones directivas, Zanella decidió renunciar.
“Decidí salirme sin nada más que mi liquidación y emprender. No buscaba estabilidad económica sino que estaba convencido de que mi idea de negocio era positiva y tenía futuro”, cuenta.
Así, a los 30 años fundó Power On y se enrumbó en el proyecto de brindar un servicio integral de provisión, instalación y mantenimiento de equipos para la industria petrolera. La idea la presentó inicialmente a sus jefes, pero vieron mucho riesgo y no la aprobaron. Por ello, decidió seguir solo, hipotecando su casa y con dos colaboradores que permanecen en la empresa hasta ahora.
Power On comenzó en una oficina alquilada, “con nada más que una alfombra, una mesa redonda prestada por el suegro, la computadora de su casa y tres sillas”.
Ahora, la firma tiene dos fábricas en el Distrito, una oficina matriz en Cumbayá y una sucursal en Coca, además de 125 empleados.
¿Cómo consolidó este negocio en medio de una industria tan competitiva como la petrolera? Zanella tiene un respuesta en dos palabras: ‘alianzas estratégicas’.
Es decir, se alió con una serie de proveedores de equipos para brindar el servicio en forma conjunta cediendo parte de la rentabilidad, “lo que no es propio del empresario ecuatoriano”, detalla.
En Ecuador es posible hacer negocios y empezar de la nada, comenta Zanella, quien admira mucho la vida del papa Juan Pablo II y de Tony ‘El Suizo’, quienes también comenzaron con muy poco y llegaron a grandes logros.
Luis Pavón, amigo y compañero de Zanella en la escuela y en el colegio, destaca como sus principales valores el liderazgo, la constancia, la sencillez y la capacidad de visión para emprender.
Actualmente, Pavón es colaborador de Zanella en Power On y resalta que no solo ha logrado el crecimiento con base en inversiones en nuevos proyectos y divisiones del negocio, sino además en la capacitación del personal y la confianza en el recurso humano. Ahora Zanella busca apoyar a más emprendedores en el país.
De los campos petroleros al Coca-Codo
Con 125 colaboradores, Power On es una corporación de servicios petroleros y mineros integrales con tres principales divisiones: generación eléctrica; operación y mantenimiento; y montajes eléctricos, mecánicos y civiles.
La empresa arrancó con la instalación de facilidades para pozos petroleros como cables y tableros eléctricos.
El gerente de la firma, Mauricio Zanella, destaca que la estrategia es ofrecer el servicio completo y no solo los equipos, con base en alianzas con los proveedores de estos aparatos. En menos de cinco años, la empresa se ha hecho con cerca del 70% de la participación del mercado y trabaja en 12 de los 18 principales campos petroleros de Petroamazonas.
El promedio de edad de los colaboradores es de entre 30 y 35 años.
La compañía ha evolucionado hacia el diseño y fabricación de tanquería, tuberías, además de proveer maquinaria como motores, bombas y compresores para la industria petrolera.
También ha participado en la instalación de generadores de energía que funcionan con gas asociado de petróleo y el transporte y entrega de gas natural para las plantas de cerámica.
Uno de los más recientes trabajos en que Power On ha estado involucrado es en el montaje de las turbinas del proyecto Coca–Codo Sinclair.
La firma además pertenece al Pacto Global de las Naciones Unidas, que es parte de la Red de Erradicación del Trabajo Infantil, posee tres normas ISO y se está certificando en dos normas más de gestión y calidad.
Este año se lanzará la beca Power On, que donará el capital de arranque para la mejor idea de negocio presentada.
Mauricio Zanella se destacó en el colegio como mejor egresado y presidente del consejo estudiantil. También tuvo importantes logros académicos en la universidad. Foto: Julio Estrella / LÍDERES.
La investigación en la Universidad del Azuay tiene un objetivo claro. La idea es que sus iniciativas no sean específicas y puntuales sino que sirvan a la comunidad y que se involucren los estudiantes y catedráticos de diferentes disciplinas.
El Instituto de Estudios de Régimen Seccional del Ecuador, que está adscrito al Decanato General de Investigaciones, es el principal ejemplo de esa filosofía. Su especialidad es la geomática y el ordenamiento territorial. Allí, laboran expertos en informática, economía y otras profesiones.
Omar Delgado lidera este instituto creado en 1985. Según él, en los últimos 10 años se especializaron en la geomática, que es la geografía vista desde la informática. Es decir, utilizar todos los medios tecnológicos posibles para el beneficio de la geografía.
Tienen 13 proyectos, que se centran en el análisis ambiental, mediciones de ruido e infraestructura de datos espaciales para difundir los resultados. También, se especializan en el ordenamiento del territorio y se apoyan en redes de investigaciones para mejorar sus trabajos, dice Delgado.
Pone como ejemplo la Red de Investigación en Gestión del Territorio y Tecnologías de la Información Geográfica que agrupa a nueve entidades como la Escuela Politécnica del Ejército y las universidades de Cuenca, Técnica Particular de Loja, Santiago de Compostela, de la Coruña, entre otras. Realizan comparaciones para evitar sesgos en los trabajos.
Para Delgado, este instituto centra su labor en la investigación, levantamiento de información, análisis, publicación de documentos y datos en su servidor y plataforma. En la web www.uazuay.edu.ec se registran más de una veintena de proyectos, como el sistema de monitoreo y control vehicular del equipo pesado y caminero del Municipio de Cuenca, y un mapeo de los parques de la urbe.
El objetivo es que toda la información se difunda y sea de acceso público, señala Delgado. Este centro también formuló el Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de Cuenca en el 2011, que fue aprobado por el Concejo Cantonal. Allí, se aplicó la geomática con el uso de imágenes muy precisas. Su información sirve para conocer al detalle qué se puede hacer con el suelo, dependiendo de la zona.
A este instituto acceden los estudiantes a través de un programa de pasantías, pero no solo se centra en los alumnos de la Universidad del Azuay sino también a los de otros centros de estudios. Son estudiantes, principalmente de las carreras de biología, ingenierías civil y sistemas, y turismo.
La idea es tener personas de varias disciplinas que aporten al proyecto. Según el decano general de Investigaciones, Jacinto Guillén, este instituto es uno de los ejes de trabajo de la Universidad. Los programas aglutinan a las 28 carreras de la UDA. El año pasado participaron 90 alumnos y 60 docentes en los proyectos.
La biología es otra área que está desarrollada y cuenta con una infraestructura adecuada y una agenda amplia de proyectos. Tiene laboratorios acreditados con la norma ISO 9001-2008 que sirven para proyectos de gestión ambiental. Además, existe el herbario que tiene información digitalizada y publicada en la web de esta Universidad.
Una tercera área es arquitectura y diseño, que se centra en información relacionada con la organización urbana de Cuenca y el paisaje. “Buscamos que nuestro trabajo sirva a la sociedad en su conjunto”, indica Guillén.
Otros ejes de investigación son las ciencias sociales, salud humana, patrimonio cultural, antropológico, innovación tecnológica con ramas como automotriz, que tiene un centro de investigación donde se harán las pruebas técnicas de los requerimientos para la importación de vehículos.
En automotriz también se desarrolló un proyecto estudiantil de una moto eléctrica, que participó en la competencia Smart Motor Challenger, realizada a mediados del 2014 en Barcelona, España, y logró un reconocimiento. En este prototipo eléctrico, que se llama Kuntur (traducido al español significa Cóndor), participaron 19 estudiantes de Automotriz, Ingeniería Electrónica, Diseño, Administración de Empresas y Marketing. Estos dos últimos ámbitos se involucraron en el desarrollo de un plan de negocios, que se presentó en la competencia.
Detalles Los proyectos. Unas 70 iniciativas se ejecutan en la Universidad del Azuay, con trabajo multidisciplinario de los estudiantes de las diferentes carreras.
En las seis facultades. Allí también se impulsa que los estudiantes creen iniciativas, para que posteriormente generen fuentes de empleo.
Educandos. Hay 6 372 alumnos matriculados. Tiene acuerdos con empresas y entidades para que ellos hagan prácticas.
Los estudiantes, profesionales y catedráticos son parte de los programas de investigación de la Universidad del Azuay. Foto: Xavier Caivinagua / LÍDERES.