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  • Dos generaciones comparten su gusto por elaborar zapatos

    Redacción Guayaquil

    Lulú es un emprendimiento que saltó al mercado de Guayaquil, en marzo pasado. Es una marca que nació con la renovación de un negocio familiar.

    A la hora de elegir zapatos se toma en cuenta la practicidad y la comodidad que puede ofrecer el calzado, puesto que son compañeros habituales en las largas jornadas de trabajo. A estos elementos, la guayaquileña Lucía Guambo añadió un toque de creatividad para ofrecer diseños llamativos. Así muestra calzados ‘Lulú’, un emprendimiento que combina los negocios y su afición por la moda.

    Ella es nieta del artesano Gonzalo Guambo, quien tiene 50 años de experiencia en la elaboración de zapatos en su local Calzado Mary (sur). Lucía recuerda que creció rodeada de cuero, telas y moldes. Ese gusto y conocimiento por el mundo del calzado la llevaron a dejar su antiguo trabajo en un banco, en septiembre del año pasado. El fin fue darle un nuevo enfoque al negocio familiar.

    La vibra creativa de Guambo empezó en su adolescencia y sus primeras clientas fueron compañeras del colegio, para quienes elaboraba modelos en conjunto con su abuelo. Hasta hace poco, con el incentivo de sus amigas, ese proyecto dejó de ser un hobby y se convirtió en una marca propia bajo la tutela de su abuelo. Para iniciar, invirtió USD 3 000.

    Guambo dice que empezó con tareas pequeñas, como la confección de zapatos de niña. Considera que su gran despegue fue la participación en la feria La Placita, que se desarrolló en mayo pasado por el Día de la Madre, en la Vía a la Costa. La fecha fue un motor y el resultado: 150 pares de zapatos vendidos.

    El inicio empresarial de Lulú estuvo planificado desde noviembre del año pasado, época en la que se dedicó a plasmar su arte en diseños de zapatos, mientras un colaborador de la zapatería de su abuelo le ayudaba en la manufacturación. En marzo pasado, el producto se terminó de definir: se probaron modelos y sacó la producción para su primera feria.

    El nicho de Lulú son mujeres entre 15 y 40 años de edad, pero también elabora modelos para niños de dos años, bajo pedido de sus madres. Guambo alista otra producción que venderá a Múa Boutique, en el centro comercial La Rotonda, en el norte de Guayaquil. La producción inicial para esta tienda fue de 80 pares.

    Ammy Romero se considera clienta fija de zapatos Lulú, ya que desde que salieron al mercado -dice- ha adquirido cinco pares, y rescata la calidad, acabado, costura, textura, color y diseños.

    El negocio

    Los precios. Los modelos ‘flats’ tienen un costo de USD 37, mientras que los zapatos altos y las plataformas, 45. Su utilidad es del 60%.

    La expansión. La microempresaria aspira incluir sus productos en otros centros comerciales de Guayaquil.

  • 2015: más publicidad en las redes sociales

    María Fernanda Cruz. La Nación de Costa Rica (GDA)

    Si todos los datos del mundo se guardaran en un gran mar, sus principales ríos serían las redes sociales. Las marcas, las empresas y los gobiernos utilizarán cada vez más su acceso a estas grandes cantidades de información de los usuarios, para perfilarlos y conocerlos mejor.

    La novedad está en las tecnologías con las que se manejará toda esa información, para darle respuesta a las grandes preguntas sobre los clientes y los usuarios, sostiene la firma Gartner.

    Lo que en realidad preocupa al sector es la vaga cantidad de profesionales capacitados para analizar datos y responder a esas preguntas. Según el Instituto Internacional de Análisis, citado por la revista Forbes, las compañías necesitarán gran cantidad de comunicadores y profesionales que puedan contar historias a partir de esos datos recopilados desde las redes sociales y otras fuentes.

    El objetivo, en muchos de los casos, será ofrecer servicios personalizados. Para ello, las empresas deberán enfocarse en analizar cada detalle de los gustos y las preferencias de sus clientes.

    Empresas como Simmachines, del costarricense Arnoldo Müller-Molina, recopilan esas grandes cantidades de información, atan cabos y predicen, de alguna manera, el futuro, el comportamiento de la gente.

    La importancia que han cobrado las redes sociales es tal que, junto a otras tendencias, ha llegado a cambiar la forma en que el mercado define su objetivo.

    «Antes, las empresas se centraban en el producto. Hoy se centran en el cliente», opina Leandro Ramírez, de Oracle.

    Aunque la orientación al cliente no es un concepto nuevo, su necesidad es mucho más evidente ahora, coinciden los especialistas de distintas firmas.

    «Las organizaciones necesitan filtrar de la mejor manera posible la gran cantidad de datos que vienen desde IoT, redes sociales y dispositivos móviles y, luego, entregar esa información a la persona correcta, en el momento correcto», dice David Cearly, vicepresidente de Gartner.

    Lo que las nuevas tecnologías depararán a la publicidad digital será una información cada vez más detallada, con segmentos más definidos, indica Alfredo Rojas, director de la agencia de publicidad Baum Digital. «Como canal de mercadeo, Facebook parece que seguirá manteniendo su reino, al menos en América Latina», indica Rojas.

    El temblor con el que irrumpió la era digital en el mercado, debilitó las estructuras de la publicidad. El relato se volvió insuficiente y la creatividad se puso, cada vez más, al servicio de un nuevo consumidor que demanda valor y utilidad.

    Esta redefinición obligó a las agencias tradicionales a crear (y ahora, a reforzar) una nueva área, sobre todo porque la publicidad digital dejó de ser un banner estático en el cabezal de un sitio web.

    El negocio digital

    En Argentina. En este país se calcula que las empresas destinan entre 12 y 35% de su presupuesto a la publicidad digital. Hace apenas un par de años, la marca estaba entre 8 y 15%, y a partir del próximo año se proyecta un crecimiento mayor.

    El mercado. Para Gustavo Buchbinder, CEO de la firma argentina Webar Interactive, «la división entre tradicionales y digitales no va a existir más, porque cada día importa menos el medio del que se hable, y más si el contenido es atractivo».