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  • Esta ‘kombucha’ tiene una identidad andina

    José Luis Rosales (I)   redaccion@revistalideres.ec

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    Los imbabureños José Caiza, Cristian Puente y Joaquín Purtschert se asociaron para elaborar la kombucha andina UQU.

    Esta bebida, de té negro fermentado con levaduras, se vende en cadenas de supermercados y a través de la Internet, desde hace dos años.

    Purtschert recuerda que conoció sobre esta receta, de origen asiático, por su abuela materna,
    Nelly Dávila. Ella la preparaba y la llamaba agua de hongo.

    “Lo interesante de la kombucha es que contiene microorganismos vivos que cumplen con la función probiótica y ayudan a mantener fuerte el sistema digestivo”, dice.

    Los primeros ensayos para el procesamiento de este néctar lo realizaron en la cocina de la casa. El objetivo fue obtener una bebida de origen natural, que no requiera de aditamentos artificiales para su conservación.

    Previamente hicieron un estudio de mercado para determinar la oferta y las oportunidades en el mercado ecuatoriano.

    Los emprendedores aprovecharon la capacidad instalada de la Cervecería Caran, de propiedad de la familia de Purtschert, para producir y sacar al mercado ecuatoriano este producto.

    Hasta el momento han invertido unos USD 30 000 en la adquisición de materia prima, permisos sanitarios y creación y diseño de la marca.

    UQU está inspirada en la mitología del Uku Pacha, que en la cosmovisión andina se define como el mundo de abajo. Caiza explica que también hay elementos como el sol y la cruz andina. “Queríamos diseñar un producto no solo diferente, sino que llame la atención del público”.

    Por eso, las botellas, de 350 ml fueron traídas desde China. La otra presentación que se ofrece es en un envase de 2,5 galones.

    Toda la etapa de fermentación dura dos semanas en completarse. Joaquín Purtschert, ingeniero en alimentos de profesión, explica que las levaduras permiten transformar la teína y el azúcar en esta bebida milenaria.

    En esta etapa es importante controlar la temperatura, para que se desarrolle bien el cultivo.
    Uno de los elementos que destaca como clave es el agua, que es extraída a 60 m de profundidad en las faldas del volcán Imbabura.

    Otro de los ingredientes para la preparación que destacan son las plantas y frutas. UQU ofrece tres sabores: el original de té negro fermentado; moras, fresas y flor de Jamaica; taxo y maracuyá.

    También hay productos de temporada como las kombuchas de sandía, kiwi y hobo, este último florece en el valle del Chota.

    El chef Cristian Puente resalta que todo el proceso es artesanal. “El té fermentado de forma natural permite producir probióticos y ácidos orgánicos saludables”.

    Agrega que este producto. al ser destilado al frío, permite conservar sus sabores naturales.
    Durante la pandemia se incentivó la promoción y venta a través de las redes sociales de UQU. Los pedidos se pueden despachar vía correo a cualquier ciudad del país.

    La otra opción es abrirse mercado a través de tiendas y cafeterías especializadas. Ese es el caso de Jatunwasi Granel Gourmet, de Riobamba, que entre las novedades para sus clientes incluyó la kombucha UQU, a partir del 7 de septiembre pasado.

    Los mentalizadores de la empresa imbabureña buscan establecer nuevos puntos de venta en restaurantes y cafeterías. Igualmente, quieren entablar alianzas con promotores comerciales del Ecuador.

    La meta de los emprendedores es generar una línea de productos que contribuya a transformar los hábitos alimenticios. Por eso, tienen en desarrollo la miel de ágave, que se obtiene del penco azul.

    Por lo pronto, realizan contactos con productores locales para garantizar el abastecimiento de la materia prima.

    30 000 dólares es la inversión inicial que ha realizado para este emprendimiento.

    En Uqu buscan especializarse en elaborar una línea de productos  integrales. Foto de la página www.uqukombucha.com
    En Uqu buscan especializarse en elaborar una línea de productos integrales. Foto de la página www.uqukombucha.com
  • Certificadora de identidad digital

    Redacción Quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Security Data demostró durante la pandemia que estuvo un paso adelante con su propuesta tecnológica. Con su oferta de documentos electrónicos respondió la demanda de ciudadanos que los requerían para sus gestiones y que no podían hacerlo físicamente.

    La compañía, que es parte del grupo Telconet, se formó en el 2010 y comenzó a operar un año más tarde. Nació como una certificadora de firmas electrónicas y servicios relacionados.
    César Santana, gerente general, explica que se decidió dar este servicio en Ecuador como una forma de potenciar la red de fibra óptica que ya tenía el grupo. Una de las innovaciones fue que inició utilizando servidores virtuales para realizar su actividad.

    La empresa busca responder a la necesidad de sociedades y personas naturales que buscan contar con una identidad digital. Eso se logra con la firma electrónica, que no es más que un certificado asociado a una persona para identificarla, con la misma validez legal de una rúbrica manuscrita.

    Se utiliza para dar validez a trámites en entidades como la Aduana, el Servicio de Rentas Internas (SRI) y más. Lo propio para actividades privadas.

    Santana explica que durante esta década de operación, la demanda de estos documentos ha crecido de manera exponencial en el país. Un informe de Security Data muestra que durante julio del 2012 emitió 6 925 certificados, mientras que en el mismo mes de este año, 429 995.
    Santana asegura que la empresa tiene el 30% del mercado de servicios de firma electrónica en el país. La principal certificadora a escala nacional es el Banco Central del Ecuador (BCE).

    Los principales clientes de la empresa son las personas jurídicas: representantes legales, miembros de empresas y otros. En personas naturales la participación es baja, aunque durante la pandemia se registró un crecimiento importante porque nunca dejó de emitir certificados de firma.

    Dátil, que ofrece software de administración de negocios, es una de las compañías que utiliza los servicios de Security Data. Eduardo Raad, su gerente general, dice que trabaja con esta empresa desde 2015; con ella brinda soluciones completas a sus consumidores que incluyen certificado de firma digital y facturación electrónica.

    Precisamente, ese es otro de los servicios que forma parte del portafolio de Security Data. Además, ofrece pólizas y contratos electrónicos.

    La firma también tiene clientes en el sector público. Álvaro Acosta, intendente nacional de Planificación y Gestión Estratégica de la Superintendencia de Compañías, explica que la institución utiliza la firma electrónica desde el 2013 y la empresa del grupo Telconet apoyó a la entidad en la implementación del certificado.

    Entre los beneficios que ha traído a la institución el uso de este mecanismo es la suscripción de documentos en un menor tiempo, costo de papel y suministros de impresión. Destaca de Security Data su evolución, acompañamiento en iniciativas de constitución de compañías electrónicas y en un proyecto, que pronto saldrá, vinculado a pólizas electrónicas.

    Este año, la compañía tecnológica implementó nuevos servicios. Uno de ellos fue un producto para que los usuarios de los centros de mediación, que aumentaron sus actividades en la pandemia, no tuvieran que acercarse a firmar físicamente a los sitios.

    Actualmente, la empresa tiene oficinas en Quito y Guayaquil. Próximamente, espera abrir en Manta, Cuenca, Ambato y Machala. Sin embargo, el servicio que brinda es nacional porque el 70% de los clientes pueden obtener su certificado de firma electrónica a través de la web.

    Security Data, además, tiene convenios con gremios empresariales y organizaciones, denominados terceros vinculados, a través de los cuales se puede acceder a los certificados de firma en diversas ciudades.

    La empresa trabaja en la obtención de dos certificaciones: Web Trust e ISO 27 000. Una vez que se las tenga, busca expandirse a Colombia, Perú y Panamá. Asimismo, la firma está por lanzar una plataforma que permita validar, de forma automatizada, que la persona a la que se está entregando el certificado de firma electrónica es, en efecto, la correcta.

    Empresas como Latinus, que provee a la firma de infraestructura tecnológica para dar servicio a sus clientes y soporte, aseguran que esta siempre está utilizando tecnologías de punta y nuevas metodologías. Eso también les impulsa a innovar.

    César Santana es el gerente general de la compañía. La firma está operativa desde el 2011 y ha realizado innovaciones tecnológicas.
    César Santana es el gerente general de la compañía. La firma está operativa desde el 2011 y ha realizado innovaciones tecnológicas.

    Las cifras
    1 millón de dólares fue la inversión inicial de la empresa.

    8 servidores virtuales tenía la compañía cuando empezó; actualmente, cuenta con 500 para dar el servicio.

    70 mil ciudadanos usan en Aduana, sobre la plataforma de Security Data, el certificado de firma digital.

    130 mil  usuarios del certificado de firma electrónica lo usan para facturación electrónica. En pandemia, las personas pedían el servicio para seguir operativos.

    El gerente / César Santana
    Para mí y para el grupo, el desarrollo de Security Data ha representado reunir diferentes ingenierías en un producto. Laboramos con ingenieros en redes, en telecomunicaciones, en sistemas, en seguridad y más. La clave de este negocio es seguridad. Un cliente sabe que el código que le da identidad digital es irrepetible, no copiable y no fácilmente ‘hackeado’. Damos seguridad actualizando nuestras plataformas. Hay una amplia gama de ingenieros laborando para lograr este objetivo.

    En las oficinas de la empresa, ubicadas en el Centro Comercial El Bosque, en Quito, la gente se informa sobre la oferta de la compañía. Foto: Galo Paguay  / LÍDERES
    En las oficinas de la empresa, ubicadas en el Centro Comercial El Bosque, en Quito, la gente se informa sobre la oferta de la compañía. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Diseños hechos a mano rescatan la identidad Puruhá

    Redacción Quito

    (F) 
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    La vestimenta indígena más vendida en Ecuador procedía, hasta hace poco, de Otavalo.
    En los últimos años, nuevos diseñadores del centro del país crearon prendas para rescatar la diversidad de los pueblos Kichwas Puruhá de Chimborazo.

    Esto motivó a Manuela Pilco, nativa de esa provincia, a emprender un negocio con técnicas de bordado junto a sus hijos, en 1997.

    La emprendedora se radicó en Quito hace más de 30 años, donde decidió empezar de cero.
    Creó un negocio enfocado en rescatar la cultura y tradición de portar indumentaria indígena; así surgió Kinku.

    Este emprendimiento se inició hace dos años de la mano de Pilco y sus hijas, Ana y Kaya Janeta, para mantener la tradición familiar.

    Kinku es una palabra kichwa que significa zig-zag; esto simboliza el recorrido del sol y la luna; también lo relacionan con la mujer y la naturaleza.

    Kaya Janeta menciona que esa definición la utilizan para plasmar los diseños en cada prenda.
    Cuando iniciaron con el negocio, invirtieron cerca de USD 50 000; este monto se utilizó para comprar la maquinaria, tela para confeccionar las blusas, además de un local para venderlas.

    La elaboración de estas prendas tiene dos líneas de bordado; las realizan a mano y en máquina.

    Para el proceso manual, primero se hace un boceto para el diseño de la prenda, después realizan el bordado artesanal.

    En cambio, para el bordado en máquina, se hace un diseño computarizado para que la máquina procese el bordado en la tela, luego se decora con más accesorios.

    En el emprendimiento cuentan con el apoyo de cuatro personas de planta, quienes trabajan junto a Pilco y sus hijas en el taller de confección, en el sur de Quito.

    Además, en este proceso incluyen a amas de casa; ellas bordan algunos diseños en las prendas.

    Kaya Janeta afirma que generan trabajo comunitario: “Nosotras les entregamos, por ejemplo, el corte de la tela y ellas bordan a mano, así ayudamos y generan ingresos”.

    Al inicio, el emprendimiento estaba direccionado a mujeres y hombres kichwas Puruhás.
    Sin embargo, las prendas que ofertan en Kinku permitieron que la clientela se amplíe.

    Wilma Pilataxi, cliente de Kinku, recomienda estas prendas. “Vale la pena adquirirlas por la buena calidad y sus bordados. A su vez, innovan en los diseños, ahora son más modernos y se pueden combinar con más accesorios.”, manifiesta Pilataxi.

    Este negocio familiar recibe pedidos de ciudades como Guayaquil y Guaranda; también de Colombia, Perú, Bolivia y España a través de redes sociales.

    El plan de este negocio para este año es abrir una primera sucursal en Guayaquil, debido a la alta demanda que tienen las prendas en esa ciudad.

    Otros detalles

    Los diseños tienen gran acogida y son distribuidos a nivel nacional a través de redes sociales.

    La prenda más vendida es la blusa clásica. Los precios de esta varían debido a la fabricación. Van de USD 35 a USD 400.

    Kinku diseña prendas bajo pedido para ocasiones especiales como corsés de alta costura.
    Su local se encuentra en el centro de Quito, en la calle Cuenca, entre Olmedo y Mejía.

    Manuela Pilco y Kaya Janeta son propietarias del emprendimiento Kinku, ubicado en el centro de Quito. Foto: LÍDERES
    Manuela Pilco y Kaya Janeta son propietarias del emprendimiento Kinku, ubicado en el centro de Quito. Foto: LÍDERES
  • Una marca que promueve la identidad

    Redacción Esmeraldas (F)
    Contenido Intercultural

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    Una palmera y un coco estampados en las prendas de vestir es la imagen de la marca denominada Esmeraldeñísimo, que busca promover la identidad cultural de los ciudadanos esmeraldeños, dentro y fuera del país.

    El diseño de camisetas, lazos, bolsos, carteras, ternos de baño, vestidos casuales y deportivos, son parte del trabajo que realiza la marca desde hace seis meses.

    Uno de los fines es sentirse orgulloso de ser esmeraldeño, con sus costumbres y tradiciones. A través de esta marca se impulsa dichos de la jerga afroesmeraldeña.

    Entre las frases están ‘orgullosamente esmeraldeño’, ‘soy más esmeraldeño que el tapa’o’, ‘más rica que la cocada’, ‘enamorado de una esmeraldeñísima’, ‘más salado que pescador’, etc.

    Jhakira Recalde, dueña del emprendimiento, explica que siempre ha estado enamorada de su tierra, sus playas, paisajes, gastronomía y ese estilo particular de la gente para decir las cosas a su manera. Busca plasmar todo eso con su marca de prendas.

    Al inicio empezó a colocar en camisetas fotografías de paisajes y atardeceres de las costas esmeraldeñas, luego impulsar una línea de ternos de baños y vestidos con su marca y distintivos.

    Sus primeros pasos los dio con un capital propio de USD 500. Ahora tiene una inversión de más de USD 5 000, en telas y máquinas. “El crédito que recibí de BanEcuador, de USD 3 000, permitió capitalizarme y fortalecer mi emprendimiento”, señala Recalde.

    Su tienda está ubicada en el centro de la ciudad, donde exhibe sus modelos con la ayuda de tres colaboradoras que trabajan en la confección y grabado de su sello.

    La marca también se estampa en sombreros, viseras y sandalias. La idea es crear una amplia línea de artículos que hablen de lo que se hace en Esmeraldas con diferentes frases tradicionales.

    La producción varía de acuerdo con la ocasión. Por ahora, la mayor demanda que tiene es de trajes de baño por estar próximos a la temporada de Carnaval.

    Las clientas prefieren colores que hablen de Esmeraldas, por eso se utiliza el blanco y verde.
    Betsy Carriel, una de las clientas, señala que no solo destaca el producto, sino su significado. “Hoy más que nunca Esmeraldas necesita promover su cultura a propósito del decenio del pueblo afrodescendiente”, comenta.

    Según Carriel, dedicada a temas de comunicación visual, se necesita proyectar una imagen de Esmeraldas en otros ámbitos como el diseño de vestidos y trajes de baño con temática afro.

    Los costos de las prendas van desde USD 20 hasta USD 35. Los vestidos se entregan con accesorios para el cabello como lazos de colores; son el valor agregado para atraer a las clientas.

    La mayoría de los pedidos se los hace a través de plataformas digitales como Instagram y Facebook, en las que se ubica a la marca con el nombre esmeraldeñísimo. “Estas son las iniciativas que buscamos que se promuevan en Esmeraldas”, señala la economista Roxana Benites, catedrática de la Escuela de Pymes de la Universidad Católica de Esmeraldas.

    Ella cree que se puede vender la cultura afroesmeraldeña a través de ese tipo de negocios porque entre los saberes no solo están música y danza ancestral. Considera importante “vender las tradiciones por medio de una marca que nos identifique”, comenta.

    Desde la universidad, Luis Vargas Torres trabaja con los estudiantes en tema de emprendimientos, con la finalidad de poner en marcha proyectos relacionados con la cultura, explica el rector, Girard Vernaza.

    En esa institución se promueven iniciativas relacionadas con medicina ancestral y el tema cultural. Además, se impulsan otros emprendimientos en los que se utilizan nombres que representen las culturas en sus negocios, como ocurre en el balneario de Las Palmas donde una heladería lleva el nombre de Andarele, canción tradicional del folclor afro.

    Jhakira Recalde es la dueña del emprendimiento. Cada una de las piezas que ofrece vienen con accesorios. Las frases también se colocan en calzado. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Jhakira Recalde es la dueña del emprendimiento. Cada una de las piezas que ofrece vienen con accesorios. Las frases también se colocan en calzado. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Muebles artesanales con identidad andina

    Redacción Quito

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    Pequeñas comunidades indígenas de siete provincias la sierra centro sur y de la costa son el núcleo de un trabajo artesanal. Los integrantes de estas comunidades elaboran muebles artesanales que se comercializan en Quito y son parte del Centro Artístico Don Bosco.

    Gabriele Dalle Védove es el dirigente de este centro artístico que tiene el apoyo de la Operación Mato Grosso, una organización no gubernamental italiana que colaboró para que se puedan implementar talleres en las comunidades de Chinaló, Angamarca, Celen, Isinliví, Guanazan, Tenta y Cuatro Esquinas.

    El propósito de este proyecto consiste en crear fuentes de trabajo en provincias como Bolívar, Cotopaxi, Guaranda, Loja y Manabí. Además se evita los flujos migratorios involuntarios.
    Bajo la dirección de Dalle Védove se formaron carpinteros y ebanistas durante la década del noventa. En estos talleres se desarrolló una línea de producción de comedores, escritorios, libreros, mesas, camas, entre otros.

    En el año 2000 se inauguró un local ubicado al norte de Quito para comercializar el mobiliario elaborado en esas comunidades.

    En el establecimiento se exhiben los muebles de fabricación artesanal en madera maciza sin clavos. La temática evoca a paisajes andinos tallados a mano.

    Cristina Gadaleta, vocera del emprendimiento, explica que cada mueble tiene su identidad y que el cliente adquiere una pieza única, debido a que no se realiza una producción en serie. Además, cada mueble lleva el nombre del artesano que realizó la obra.

    El Centro Artístico Don Bosco también cuenta con una línea de arte sacro. En esta colección se encuentran crucifijos de pared, figuras de madera de vírgenes, espejos con temática religiosa en el marco e incluso se fabrican retablos para iglesias. Las obras de temática religiosa tienen una mayor venta en la provincia de Loja.

    Dalle Védove comenta que tienen una demanda de muebles bajo pedido. En ese proceso se conversa con el cliente para conocer sus necesidades; con esta información se realiza un boceto inicial que es presentado al cliente y se acuerda un precio. Posterior a esto Dalle Védove realiza un dibujo final con las medidas y detalles específicos. Este plano es enviado a los talleres de las comunidades para su fabricación.

    La elaboración de cada mueble tiene un tiempo de uno a tres meses, aunque este tiempo varía según las dimensiones del pedido.

    Los precios, en promedio, varían según el tamaño. Se puede encontrar una cama en USD
    1 000 o 1 200; veladores desde USD 200; mesas entre USD 900 y 1 200; ó sillas de USD 100 y 140

    Dalle Védove explica que el tipo de mueble de madera maciza no es muy comercial. Especifica que se trata de un mueble artesanal con un alto nivel de detalle. “No existe un sistema de producción en masa, por lo contrario cada artesano fabrica una obra completa en su totalidad, de esta manera se asegura el valor artístico de cada obra”, dice el dirigente.

    La técnica del arado está presente en cada obra. Este método que se asemeja a una parcela de tierra recién arada le da una textura diferente a la madera. Este elemento artesanal está presente en cada obra que se vende.

    Estos muebles son fabricados con madera de tangare y seike. Los sectores de donde obtienen la materia prima son aprobados por el Ministerio del Ambiente, comenta Dalle Védove.

    Actualmente este emprendimiento trabaja en la actualización de su página web para ofertar sus muebles por medio de un catálogo virtual. Con esta herramienta tienen proyectado ampliarse a todo el país.

    Cristina Gadaleta observa los muebles elaborados en las comunidades. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
    Cristina Gadaleta observa los muebles elaborados en las comunidades. Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
  • La fabricación de camisetas con identidad, el plus

    José Luis Rosales

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    El dibujo de una indígena, que tiene la imagen de la laguna de Cuicocha y el volcán Cotacachi en la cabeza, es uno de los diseños de la última colección que presentó la marca Rebelión Ecuador, en septiembre pasado.

    La ilustración, en color negro sobre una tela gris, muestra a una mujer a medio cuerpo llevando una carga en su espalda. Al pie tiene la leyenda Pachamama Cuidapangui Ñuna Guaguacunata (Madre Tierra cuida de nuestros hijos, en español).

    La nueva colección coincidió con la reapertura del estudio de la firma, que está ubicado en la Plaza Ornamental, en Cotacachi, Imbabura, en donde se exhiben los artículos de confección artesanal.

    La marca se especializa en la fabricación de camisetas. Además, produce cinturones, chompas mochilas y gorras.

    “Lo que proponemos son prendas originales, pero con identidad”, explica José Flores Echeverría. Este imbabureño, de 23 años, es el ideólogo de Rebelión Ecuador, que nació en el 2012.

    Para arrancar con este singular proyecto, el emprendedor necesitó inyectar un capital inicial USD de 10 000. La mayoría -7 000- provino de sus ahorros y el resto de un crédito bancario.
    Los recursos los invirtió en máquinas de confección y de impresión. El taller, instalado en la casa del emprendedor, está equipado con tres máquinas de costura: una recta, otra ‘overlock’ y una más recubridora, con la que se da los acabados a estas prendas textiles.

    Además, posee un pulpo, como los denominan a las estampadoras de serigrafía, de seis brazos, y una impresora para realizar imágenes de vinil textil. Igualmente ofrecen trabajos en sublimado.

    En el lugar hay dos líneas: una de diseño y otra de producción. En esta última la confección de las prendas, impresión, etiquetado, revisión y empaque. La línea es dirigida por Patricia Torres, una de las tres colaboradoras de esta iniciativa. También cuenta con la cooperación de cinco familias, que en sus talleres realizan el corte y confección de las prendas.

    Flores se encarga de crear las ilustraciones y modelos. Uno de los detalles que caracteriza a Rebelión Ecuador es que las prendas de cada colección tienen una producción limitada. Se fabrica hasta 20 unidades de un mismo patrón. Lo que se busca es garantizar exclusividad en cada artículo, señala Flores. También en prendas personalizadas, los diseños de los clientes los pueden plasmar en 24 horas. Igualmente resaltan los 280 tonos de telas de algodón.

    Las camisetas se ofrecen en tres tallas: pequeña (P), grande (G) y extra grande (EG), que corresponden a la contextura promedio de los ecuatorianos. Hay prendas desde USD 15 hasta 40. Estas últimas son las personalizados.

    Antes de graduarse del colegio, José Flores Echeverría concibió el proyecto de Rebelión Ecuador. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Antes de graduarse del colegio, José Flores Echeverría concibió el proyecto de Rebelión Ecuador. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
  • Sus diseños tienen la identidad puruhá

    Cristina Marquez

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    Los trajes de lentejuelas, canutillos, brillantes y bordados de colores que diseña Sisa Morocho tienen algo especial, capturan el ‘glamour’ de los trajes de luces de la cultura occidental y se fusionan con el estilo andino, conservando la identidad cultural de las clientas que los visten.

    La talentosa diseñadora de 30 años pertenece a la etnia Puruhá y se inspira en la cosmovisión andina, los atuendos originarios y las tradiciones de esa cultura indígena para sus creaciones.

    Todos sus trajes incluyen figuras bordadas como flores y hojas, además se hacen en una gama de tonos negros, azules, rojos, verdes, amarillos y fucsias intensos, que representan distintas creencias puruhaes.

    Sisa sabía que tenía talento para la moda desde la infancia, cuando transformaba los vestuarios de sus muñecas en trajes con los que se sentía más identificada. Cocía para ellas anacos, blusas bordadas, bayetas y fajas de colores.

    Por eso se animó a estudiar diseño de modas en el instituto Ana Mac Aulife, en Quito. Allí aprendió lo básico sobre confección y diseño, pero no ejerció su profesión sino hasta casi nueve años después, en el 2012.

    Un año antes su padre, José Manuel Morocho, falleció junto con su hermano en un accidente de tránsito. Él era propietario de una fábrica de gorras en la que toda la familia trabajaba, pero después de la pérdida, cada hermano decidió tomar caminos separados.

    “Luego comprendí que mi papá siempre nos protegía. Él nunca nos dejó trabajar aparte y nunca le gustó que dependiéramos de otras personas para subsistir, decía que somos nosotros los que debemos dar trabajo”, recuerda la joven diseñadora.

    Así decidió emprender un negocio propio. Su empresa hoy cuenta con dos locales en Riobamba y Quito, y emplea a más de 18 personas, pero cuando se inició Sisa solo tenía su imaginación y USD 20.

    Con ese dinero adquirió hilos de colores y un pedazo de tela para diseñar una blusa puruhá. Para ese entonces, la joven logró identificar un nicho de mercado en la nacionalidad Puruhá, todas las mujeres vestían blusas de Otavalo, un diseño muy distinto al propio o anacos con camisetas occidentales.

    “Mi mamá me mostró vestidos antiguos y me explicó que no podíamos usar la ropa puruhá, que era la nuestra, la propia, porque no había en el mercado. Así que nos tocaba vestirnos de otavalos”, recuerda Morocho.

    Entonces decidió cambiar esa realidad. Su primera blusa fue hecha en tela negra con una gran cantidad de bordados, y fue su primera obra maestra, así que no tardó en venderse más de unas cuantas horas.

    Sus primas, familiares y amigas fueron las primeras clientes. Ellas regaron la voz de que una nueva diseñadora intentaba rescatar la ropa puruhá. En cinco meses Sisa pudo abrir en el Centro Histórico de Quito su primer local. De esa manera, todos los puruhaes que migraron a esa ciudad se convirtieron en clientes fijos.

    “Pero hacía falta algo más. Yo quería crecer”, admite. Así planeó una estrategia para difundir sus diseños y entrar al mercado en Chimborazo, donde estaba centrado su público objetivo.

    Ella contactó a todas las cantantes que grababan videos musicales y las invitó a mirar su trabajo. Ellas quedaron impactadas por los diseños coquetos y modernos que, a pesar de tener cortes diferentes, no perdían el estilo originario.

    En poco tiempo todas las artistas vestían sus diseños y hacían menciones especiales de la marca de ropa en sus videos. Así se iniciaron los pedidos en Chimborazo y para el 2015 logró abrir su segundo local.

    Los vestidos de gala se volvieron su producto estrella en ese mismo año, cuando Sisa vistió a Jissela Gualán, la primera candidata indígena a Reina de Riobamba. Desde ese día novias y quinceañeras también quieren lucir como ‘princesas andinas’, la contactan desde todo el Ecuador para hacer pedidos.

    Sisa Morocho se inspira en la cosmovisión andina, los atuendos originarios y las tradiciones puruhaes. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Sisa Morocho se inspira en la cosmovisión andina, los atuendos originarios y las tradiciones puruhaes. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • En esta compañía se impulsa la identidad digital

    Redacción Quito

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    La administración de dominios de Internet que terminen en ‘.ec’ es el negocio de Nic.ec, una firma ecuatoriana con más de 15 años en el mercado nacional y que ahora desarrolla un nuevo plan de negocios para consolidar su presencia en el país.

    Nic.ec es una compañía autorizada por la Corporación de internet para la asignación de nombres y números (Icann) como el único proveedor del dominio ‘.ec’ en el mundo. La Icann es la responsable de asignar las direcciones del protocolo IP, es decir de asignar las terminaciones en los dominios de internet.

    En los últimos 15 años, la empresa ecuatoriana ha vendido los dominios ‘punto ec’ para cerca de 42 000 clientes, tanto para empresas que operen en Ecuador como en el extranjero. David Hurtado, gerente general de Nic.ec, aclara que no todas las páginas que terminan en ‘.ec’ tienen que ver con Ecuador. Algunas son de ‘e-commerce’, ‘european community’ o comunidad europea, entre otros sectores o actividades.

    Hurtado se muestra optimista al analizar el futuro de la empresa. Este ejecutivo asegura que en Ecuador existen 1 100 000 potenciales clientes que pueden acceder al dominio ‘.ec’. “Todo profesional o persona que quiera vender un producto o servicio necesita presencia digital. Allí entramos nosotros con la venta del dominio”.

    Según Hurtado una página web permite que un negocio sea fácil de encontrar en la web. “No es lo mismo tener presencia en las redes sociales. Lo mejor es contar con toda una identidad digital. Por eso siempre insisto en que queremos llevar al Ecuador y sus negocios a la era digital”.

    Para explicar el modelo de negocio, Hurtado utiliza una comparación. Hace 10 años o más, un profesional que empezaba su carrera necesitaba una oficina, pero ahora se apoya en una página web para ofrecer sus servicios. “Por eso digo que una persona o un profesional sin identidad digital se convierten en un objetivo y allí están esos 1 100 000 potenciales clientes”.

    El dominio que oferta la empresa tiene distintos costos. El paquete mas económico es de USD 14 al mes y el más caro USD 50; este último incluye un sitio web con catálogo y botón de pago que permiten hacer transacciones de comercio electrónico. En ambos casos, el enfoque es una venta integral con una página web, correo electrónico corporativo, dominio y ‘hosting’.

    Ahora Nic.ec está desarrollando un modelo para cumplir dos objetivos: generar empleo y vender sus servicios a través de la marca Workky.ec, que es un canal de ventas opera como franquicia.

    Bajo esa marca, Nic.ec capacitará a sus distribuidores para que estos, a su vez, vendan los servicios que ofrece Nic.ec a quienes deseen mejorar y potenciar su identidad digital. “Cada persona que sea parte de Workky.ec visitará negocios y profesionales y recibirá USD 10 por cada cliente que consiga. Si consigue 100 clientes, gana USD 1 000 y los gana cada mes, es un sueldo según el número de clientes que obtenga”, dice Hurtado.

    La empresa tiene como objetivo sumar 3 000 distribuidores a escala nacional, en los próximos tres meses. Por ahora, ya ­suma cerca de 250 distribuidores y continúan sumando personas que son capacitadas para sumar profesionales y personas que deseen potenciar su identidad digital.

    Hurtado comenta que el negocio de los dominios de internet, así como de impulsar el comercio electrónico en el país está creciendo. “En nuestro caso el negocio es autosuficiente y seguimos apostando por el Ecuador. Toda la utilidad que se genera se utiliza para potenciar los canales de venta y generar trabajo”

    David Hurtado es el gerente general de Nic.ec, empresa que lleva más de 15 años en el país. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    David Hurtado es el gerente general de Nic.ec, empresa que lleva más de 15 años en el país. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • En este local surgen piezas de cerámica con identidad

    Redacción Quito

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    La habilidad para moldear la arcilla está presente en Ivonne Fabara, propietaria de Artie, desde niña. Ella usaba plastilina y masilla para crear sus propias vajillas de juguete, sus cubiertos y sus muñecos.

    Tener como vecinos, en su infancia y juventud, a los artesanos de La Victoria, en Cotopaxi, influyó también en esta afición. Fabara observaba con atención el proceso para tratar el barro, miraba cómo se hacían las tejas, las vasijas.

    Años después, esta destreza le motivó a incursionar en el mundo de la cerámica. Junto a su amigo, el escultor Michael Ayala, aprendió las técnicas básicas del trabajo con la arcilla y el barro.

    Lo que al principio fue un pasatiempo, en el 2003 se convirtió en su fuente de trabajo. En esta actividad artesanal incluyó la identidad de las comunidades indígenas de la sierra ecuatoriana.
    Con sus manos Fabara da forma -en barro y arcilla- a otavalos, zuletas, saraguros, salasacas, puruhaes, cañaris, entre otros.

    Estas figuras, que son parte de la línea indígena de Artie, tienen fines decorativos y utilitarios. Fabara diseña y pinta cuadros, saleros, pimenteros, adornos magnéticos, vasos tequileros, tazas, ángeles, nacimientos.

    Para producir estas piezas Fabara, quien también es licenciada en Ciencias de la Educación, empieza desde cero. Ella crea sus diseños inspirada en su niñez y en las experiencias que vivió con su padre Salvador Fábara.

    Debido al trabajo que tuvo su papá como escritor, periodista y director de Cultura del Municipio de Latacunga la familia conoció varios rincones del país.

    Salvador Fabara, quien falleció meses atrás, era un amante de las tradiciones del Ecuador; eso le permitió a Ivonne Fabara conocer sobre las culturas y tradiciones del país. “Nosotros no nos perdíamos una fiesta tradicional”.

    Recordando estos sitios y festividades tradicionales, en su taller ubicado en El Recreo, en el sur de Quito, la mujer esculpe las figuras, hace los moldes en yeso, hornea las cerámicas y las pinta. Para que los resultados sean mejores emplea pigmentos textiles. En los detalles finales de las figuras participa su familia.

    Las cerámicas terminadas se comercializan en tiendas artesanales como Galería Ecuador Gourmet, Ethnic Collection, en almacenes de artesanías del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, en el Tianguez. Además recibe pedidos en su taller ubicado en las calles Archer Harman S11-212 y Francisco Muñoz, en Quito.

    En el espacio que ocupa Fabara en Galería Ecuador Gourmet se aprecian artículos para el hogar y adornos. Algunos modelos incluyen detalles en madera.

    Para Paula Castillo, administradora de Galería Ecuador Gourmet, la identidad y la calidad de las cerámicas que elabora la artesana hace que estas sean demandadas por turistas. En esta tienda, en promedio, se hacen pedidos de USD 300 o 350 mensuales a Artie.

    Las cerámicas del emprendimiento son hechas totalmente a mano y cuestan entre USD 5 y 200. Esta actividad le genera, actualmente unos ingresos por USD 500 al mes. Más adelante, Fabara espera tener su propia tienda y exportar sus cerámicas al exterior.

    Estos saleros inspirados en la comunidad indígenas de Otavalo son parte de las cerámicas que elabora Ivonne Fabara. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Estos saleros inspirados en la comunidad indígenas de Otavalo son parte de las cerámicas que elabora Ivonne Fabara. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Nina Folk diseña muñecas con identidad local

    Mayra Pacheco

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    La destreza de transformar artesanalmente retazos de telas en muñecas dio un giro en Nina Folk. Desde hace unos 22 años, las figuras de trapo que se exhiben en esta tienda, ubicada en Quito, son vestidas con atuendos de las comunidades indígenas del país.

    Un viaje familiar a Otavalo, provincia de Imbabura, en 1995 sirvió de inspiración para que Nina Rosero, fundadora de Nina Folk, empiece a investigar la vestimenta de las mujeres indígenas de Ecuador.

    Con esta información, Rosero elaboró una muñeca otavaleña. Incluyó cada detalle: la enagua, el anaco, la blusa blanca bordada, los collares, las fajas, las alpargatas, el chale y hasta el peinado.

    Esa figura tuvo gran acogida, recuerda Andrea Samaniego, gerenta de Nina Folk.
    Al descubrir este nicho de mercado, la familia Samaniego Rosero decidió perfeccionar la técnica e incluir réplicas en miniatura de los accesorios u objetos típicos de las diferentes etnias.

    Actualmente, las estanterías de esta tienda son ocupadas por muñecas que representan a otavaleñas, cayambeñas, cholas cuencanas, saraguras, afrodescendientes, salasacas, coltas, entre otras. En total, se confeccionan figuras de 16 comunidades del país.

    Para la elaboración se usa telas y los rasgos faciales se hacen con pintura; según su etnia se incluyen accesorios elaborados por artesanos de otras provincias.

    Por ejemplo, los sombreros o canastas de paja toquilla vienen de Cuenca, los sombreros de paño de Ilumán, en Imbabura. Las vasijas de barro o tiestos llegan desde La Victoria, en Cotopaxi.

    Para Darío Armas, artesano proveedor de los sombreros de paño, elaborar un producto diferente fue un reto. Como él estaba acostumbrado a confeccionar unos de talla regular tuvo que elaborar moldes más pequeños.

    Ahora, aparte de los sombreros grandes, Armas diseña modelos en miniatura para complementar el ‘look’ de las muñecas. En promedio, la docena de estos cuesta entre USD 3 y 5, según la cantidad.

    A la final, una muñeca de Nina Folk terminada cuesta USD 3, cuando se trata de figuras pequeñas que caben en la palma de la mano, o hasta USD 65, si son grandes -40 centímetros- y tienen ciertas piezas en cerámica. Todo según el tamaño y los acabados.

    La venta directa de estos productos se realiza en la tienda ubicada en las calles García Moreno y Olmedo, en Quito. Pero además se cuenta con distribuidores. Están en Galería Ecuador, en el Mercado Artesanal, el convento de San Francisco, tiendas del Aeropuerto Mariscal Sucre. También, tiene presencia en Guayaquil, Galápagos, Ibarra, Baños, y la estación del tren de Alausí. Por estas muñecas se factura unos USD 24 000 al año.

    Beatriz Borja, propietaria de Artes Aura, que funciona en el aeropuerto de Quito, menciona que los turistas extranjeros y los ecuatorianos valoran estas muñecas. Pero más las compran los nacionales, para llevar estas figuras como regalos.

    Andrea  Samaniego, gerenta de Nina Folk,  enseña las  muñecas de trapo de unas 16 comunidades. Foto: Armando Prado / LÍDERES
    Andrea Samaniego, gerenta de Nina Folk, enseña las muñecas de trapo de unas 16 comunidades. Foto: Armando Prado / LÍDERES