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  • Dos etnias son parte de un estudio realizado por estudiantes de la Pucese

    Marcel Bonilla  (F)
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    Tres poblaciones de las nacionalidades Chachi y Épera fueron parte de un estudio exploratorio con estudiantes de esas etnias, que se educan en la Universidad Católica sede Esmeraldas (Pucese).

    El estudio de vida cotidiana con énfasis en educación y alimentación en las poblaciones indígenas se hizo en el río Cayapas, cantón Eloy Alfaro, norte de la provincia.
    Uno de los problemas detectados es la pérdida del idioma en la comunidad Chachi de Zapallo Grande, por la migración de su gente a la ciudad.

    Ahí los habitantes dicen que los niños cada vez hablan más el idioma Castellano que el Chapalachi, lengua de esa nacionalidad. “Esta es una preocupación de hace mucho tiempo”, señala Adolfo Chapiro, profesor de lingüística de la Universidad Católica, que enseña chapalachi a estudiante de todas las carreras universitaria.

    En cambio en Pichiyachu, otra de las poblaciones Chachi, no tienen esos problemas, porque las madres se encargan de que los niños aprendan a hablar en su idioma.

    El método es siempre dar órdenes y hablar todo el tiempo con ellos en Chapalachi; el resto se lo complementa en las unidades educativas bilingües que existen en la comunidad.
    Luis Añapa es profesor chachi y pese a que estudió en Esmeraldas, conserva su lengua materna, la que habla todo el tiempo en su casa con sus seis hijos.

    Una de las quejas de los habitantes de las poblaciones Chachi es el material didáctico que no está adaptado a su realidad. Una parte está en castellano y otra en su idioma. “Se necesita mejorar los textos porque necesitamos mantener nuestra lengua ancestral”, dijo Leonardo Tapuyo, un padre de familia de Zapallo Grande.

    En la parte de alimentación se detectaron problemas de malnutrición infantil. Los niños Chachi se alimentan de arroz, plátano y en ocasiones le añaden un presa de pollo o pescado.
    El consumo de frutas y agua es mínimo. El agua del río está contaminada por la actividad minera que se realiza en la zona, que deposita materiales pesados al afluente, según el estudio.

    Eduardo Rebolledo y Pedro Jiménez, catedráticos de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica, realizaron análisis que determina que el agua del río Cayapas afecta a la piel de indígenas y afros.

    Sobre la alimentación de las nacionalidades Chachi y Épera, basada en la pesca, caza, recolección de producto y horticultura, se señala que ha disminuido significativamente porque ahora se compra en tiendas.

    En las comunidades chachis ha aumentado el consumo de alimentos procesados como galletas, dulces, gaseosas y demás bebidas azucaradas.

    De acuerdo con representantes del Subcentro de Salud en Zapallo Grande, se registran problemas de sobrepeso en población Chachi infantil, nada usual entre los miembros de esta nacionalidad.

    Del estudio participaron los antropólogos Roxana Posligua y David Domínguez, Richard Añapa (Chachi), estudiante de la escuela de Contabilidad.

    Además Yaneth Tapuyo (Épera), estudiante de enfermería, y Gloria Chiripua (Épera), estudiante de maestría en educación. Los Éperas de Santa Rosa conservan su alimentación de pescado y plátano.

    La iniciativa de trabajar en las poblaciones de Santa Rosa (Épera), Pichiyacu (Chachi) y Zapallo Grande (Chachi), partió de Unicef, que buscó apoyo en la Universidad para el estudio exploratorio. Unicef ayudó al financiamiento de los USD 40 000 que costó el trabajo que duró cuatro meses, y que está listo para su presentación con los resultados.

    Ángel Luis Hernández, catedrático de la Universidad Católica, quien participó del estudio, dice que con los datos recopilados se hará una ampliación del estudio por tres años, en donde se incluirá a los awá y afros del norte.

    Con esto se quiere proponer un trabajo en el que estudiantes aporten en temas de emprendimiento, alimentación y producción.

    El estudio de la Universidad Católica sede Esmeraldas  se enfocó en las nacionalidades Chachi y Érera que habitan el norte de Esmeraldas. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES
    El estudio de la Universidad Católica sede Esmeraldas se enfocó en las nacionalidades Chachi y Érera que habitan el norte de Esmeraldas. Fotos: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Transacciones a domicilio y el apoyo comunitario son su clave

    Cristina Marquez

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    Cada producto financiero que se ofrece en la Cooperativa de Ahorro y Crédito Fernando Daquilema está pensado en las necesidades de los campesinos que migraron a las ciudades. Un servicio de transferencias a domicilio, créditos accesibles y la atención en kichwa y español, son parte de sus estrategias para sumar socios.

    Esta entidad financiera que cuenta con USD 52,2 millones en activos se posicionó como la segunda más importante en Chimborazo. Su nombre, tomado del héroe indígena Fernando Daquilema, quien protagonizó el levantamiento de 1872 y lideró a unas 10 000 personas en el país, y sus principios cristianos, genera confianza en campesinos y migrantes.

    “El sistema bancario no se hizo pensando en la gente indígena, siempre hemos sido relegados”, dice Pedro Khipo, el gerente general. La idea de contar con una entidad que apoyara el desarrollo comunitario y donde se entendiera la realidad indígena motivó la fundación de la cooperativa.

    El proyecto se inició en 1990. Un grupo de jóvenes de la comunidad Obraje, situada en la parroquia Cacha, a 30 minutos de Riobamba, se asociaron para fundar una cooperativa de desarrollo comunitario. A la iniciativa se sumaron 48 socios de esa comunidad. Para el 2005 el fenómeno migratorio en las comunidades se intensificó. Gran parte de la población se había mudado a las ciudades por la falta de empleo y en busca de educación en los colegios y universidades.

    “Analizamos la situación de nuestros hermanos migrantes. Vimos que muchos eran víctimas de la usura y que no tenían una cultura de ahorro por la poca accesibilidad y la desconfianza en el sistema bancario”, cuenta Khipo.

    Ese año se abrió la primera agencia en Riobamba. Las oficinas se adecuaron en la casa de uno de los socios con tres empleados. Ese mismo año abrieron su cuenta 1 631 personas y la cifra se duplicó cada año. Hoy son 67 497 socios.

    Una de las estrategias que marcó el crecimiento de socios fue el diseño de un nuevo manual de créditos más accesibles que se ajustan a la realidad económica de las familias indígenas, campesinos y clase trabajadora en general.

    La junta directiva decidió romper el paradigma crediticio y modificar los parámetros de evaluación económica de los socios que solicitan un crédito. Este producto fue el resultado de un estudio del modo en el que operan los chulqueros.

    Se analizó, por ejemplo, las facilidades de pago que ofrecían, la familiaridad que tenían con sus deudores y la forma en la que les visitaban en sus puestos de trabajo o sus hogares. “Notamos que estos prestamistas lograban convencer a la gente por las facilidades que les ofrecían y luego les cobraban intereses muy altos”.

    Como una alternativa a ese sistema ilegal de préstamos, se diseñó un nuevo mecanismo de crédito. Los agentes de la Cooperativa no evalúan sus bienes inmuebles, su movimiento financiero, ni sus ingresos mensuales. Para obtener un crédito se analiza la situación familiar del socio, sus intenciones de emprendimiento y las propuestas de desarrollo.

    Otra estrategia para ganar la confianza de los clientes fue la activación de ‘Daquimóvil’, el producto financiero estrella. Este consiste en la facilidad de hacer transacciones como depósitos en cuentas de ahorro, cobro de créditos y pago de servicios básicos a domicilio y en el lugar de trabajo de los socios.

    Este producto se inspiró en la rutina de trabajo en los mercados populares, en los campos y en los negocios. Allí los horarios son inflexibles, la gente no puede abandonar sus puestos de trabajo para hacer filas en la Cooperativa, mientras que en otros sitios hay dificultades de movilidad.

    Los agentes están equipados con un teléfono inteligente que cuenta con una aplicación diseñada por el equipo de tecnología de la Cooperativa y una impresora bluetooth. “Nos tomó casi cuatro años perfeccionar la aplicación. Nuestros agentes incluso la pueden utilizar off line e imprimir inmediatamente los comprobantes de las transacciones para la seguridad del socio”, dice Marco Malán, jefe de sistemas.

    Este producto se convirtió en el favorito de los socios. En el 2009, se hicieron 189 256 transacciones por USD 3,2 millones, mientras que para el 2015 de hicieron 1, 3 millones de transacciones por un monto de USD 52, 3 millones.

    Foto: César Mendoza / LÍDERES
    Foto: César Mendoza / LÍDERES
  • Indígenas piden que se declare en emergencia al sector agropecuario

    Sofía Ramírez. Redactora (I)

    Una delegación de aproximadamente 200 ganaderos y productores indígenas de todo el país solicitaron hoy 2 de marzo del 2016, en rueda de prensa, que se declare en emergencia al sector agropecuario, incluido a los pequeños productores de leche.

    Desde octubre pasado, debido al menor dinamismo de la economía ecuatoriana se redujo el consumo de la leche en el país. Por lo que algunas empresas optaron por reducir sus compras a productores locales. Otro factor que afecta al sector es el contrabando de leche en la frontera norte.

    Carlos Pérez Guartambel, presidente de la Ecuarunari, a nombre de todas las delegaciones indígenas y campesinas propuso que se declare en estado de emergencia al sector agropecuario incluido productores pequeños de leche del país, controles más agresivos para detener el contrabando de leche y carne en la frontera, y supervisión a las importaciones de leche en polvo.

    Además, pidió al Gobierno que se realicen campañas más agresivas para el consumo de leche y que implemente plantas procesadoras de este producto a escala nacional.

    Jorge Herrera, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), señaló que el decreto 394 del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), aprobado en el 2011, el cual fija el precio base de un litro de leche cruda a USD 0,42, no se está cumpliendo y se está pagando un precio menor al productor.
    Este representante gremial afirmó que, de no obtener una respuesta rápida ante su pedido, emprenderá movilizaciones sin especificar fecha.

    Las delegaciones indígenas fueron recibidas por la Comisión de Soberanía Alimentaria de la Asamblea. En la reunión participó Margoth Hernández, subsecretaría de Ganadería del Magap.

    La funcionaria señaló que está revisión el decreto 394, y desde la entidad están haciendo un estudio sobre las afectaciones que ocasiona el contrabando de leche en el país. También se indicó que, junto al Servicio de Rentas Internas (SRI), se está analizando la posibilidad de gravar con el IVA a todos los productos elaborados con suero de leche para desmotivar el uso de este insumo que está afectando al sector.

    Miguel Carvajal, presidente de la Comisión de Soberanía Alimentaria y asambleísta por Alianza País, indicó que revisarán las propuestas presentadas para determinar junto al Ejecutivo una solución a este problema.

    Productores indígenas piden que se declare en  emergencia al sector agropecuario incluido productores pequeños de leche del país. Foto: Archivo
    Productores indígenas piden que se declare en emergencia al sector agropecuario incluido productores pequeños de leche del país. Foto: Archivo
  • Manos indígenas elaboran accesorios exclusivos

    Redacción Guayaquil  (F) Contenido Intercultural

    El estilo ‘hippie’ y ‘chic’ que un bolso de la marca Las Lolas Handmade le otorga a quien lo lleva puesto esconde detrás de sus formas y colores, un laborioso trabajo que demanda la paciencia y creatividad de manos indígenas.

    Hace casi dos años, Doménica Delfini, guayaquileña titulada en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, conoció el trabajo de las mujeres de la comunidad indígena Wayuu, en Colombia y se sintió cautivada.

    La forma de trabajo y la importancia del tejido en la vida de estas mujeres la inspiraron. Así, decidió traer a Ecuador mochilas y bolsos elaborados por las mujeres wayú y comenzó a promocionar a través de Instagram un 13 de noviembre, aprovechando las vísperas navideñas. Así nació el emprendimiento Las Lolas Handmade.

    “Después de mucha investigación de lo que queríamos emprender, empezamos con pie derecho gracias a la proximidad de Navidad. Eso significó una gran acogida y ventas impresionantes. Comenzamos con poco dinero, pero con muchas ganas de entregar a cada una de las mujeres algo único que destaque su actitud ante la vida”, dice la emprendedora.
    A la oferta colombiana de bolsos, se sumó al poco tiempo el producto ecuatoriano. Carteras y sombreros de paja toquilla, macanas (chales), ponchos y turbantes son parte de la oferta que está disponible para los compradores.

    “La relación que entablamos con los artesanos es de colaboración mutua y justa. Trabajamos indirectamente con 15 familias de la Guajira colombiana, a través de su representante Cintia Juanes y con Laura Loja, y las mujeres de su comunidad de Gualaceo y Chordeleg”, menciona Delfini.

    Los bolsos de la comunidad Wayuu son elaborados por artesanas de unas 15 familias de la Guajira colombiana, mientras que los productos ecuatorianos nacen de las manos de unas 30 artesanas de Gualaceo y Chordeleg, que producen los bolsos de paja toquilla y los tejidos macana.

    Delfini lamenta que “el consumo artesanal en moda, aún no está bien valorizado”, pero reconoce que va por buen camino.

    Como se trata de productos únicos, pues los diseños no se repiten, la producción no es en serie. En el mes más bajo se venden entre 20 y 25 productos, y en los mejores hasta 50 y 60 artículos. “Podríamos estar hablando que nuestros ingresos oscilan entre USD 3 000 y 5 000”, señala Delfini y añade que la esencia de la marca es impulsar el trabajo artesanal sin fronteras. Aunque por ahora los productos se venden mediante Instagram y el sitio Laslolashandmade.com, las tiendas itinerantes o bazares también han sido puntos de exhibición y venta, como el Z Gallery en Cumbayá y La Libélula, en España.

    Los precios oscilan entre los 45 y 85 euros en el mercado europeo y entre USD 45 y 95 en Ecuador y América Latina.

    La internacionalización de la marca es el resultado de la fuerte promoción en redes sociales que Delfini ha realizado estos dos años, además, en el sitio web se habilitó la opción de compra en línea. Una de sus clientas frecuentes en Chile es Diana Ferrín. Hace un año ella conoció de la marca y desde entonces ha hecho varias compras: “son muy diligentes y puntuales con los envíos”.

    Ferrín añade que sus amigas, que conocieron el producto por ella, también se convirtieron en clientas de la marca de esta guayaquileña. “Me parecieron preciosos. Yo soy supermeticulosa y cuando revisé el producto, me di cuenta que era hecho a mano con excelentes acabados. Los llevo a todas partes (tiene varios) y una vez en Tahití, un mexicano se me acercó y me preguntó si el bolso era de Las Lolas”, cuenta entre risas. Más que moda, Delfini quiere promover una marca con identidad y difundir las características del trabajo hecho a mano.

    Doménica Delfini muestras las diferentes creaciones que comercializa. Foto: Cortesía de Las Lolas Handmade
    Doménica Delfini muestras las diferentes creaciones que comercializa. Foto: Cortesía de Las Lolas Handmade
  • Ropa étnica de Otavalo se sube a las redes

    José Luis Rosales.  (F)
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    Lo que empezó como un pasatiempo se transformó en su segunda profesión. Sisa Morales, egresada de la carrera de Contabilidad y Auditoría, le apostó a la confección de blusas, que usan las mujeres indígenas otavalos, pero con diseños novedosos.

    Desde hace tres años, esta emprendedora, de 26 años de edad, abrió la microempresa de Bordados Sisa, en su natal Otavalo, provincia de Imbabura.

    La artesana incursionó en el diseño de esta prenda, que es parte del elegante traje indígena, que también consta de dos anacos de paño. Esta especie de falda, de forma rectangular, va sujeta a la cintura con una faja o chumbi.

    Blanca Burga, tía de Morales, le enseñó los secretos para plasmar con hilos, de vistosos colores, las figuras florales en este atuendo de tela de color blanco. Esta técnica aún sobrevive en algunas comunas de la ‘Provincia de los Lagos’.

    Sisa, cuyo nombre significa Flor, en español, recuerda que confeccionar la primera blusa le tomó cerca de un año. Puntada tras punta le dio forma al pecho, la espalda y las hombreras.
    Sin embargo, ahora esta diseñadora invierte de uno a dos días en hilvanar a mano cada camisa.

    Una de las particularidades de este taller es que las ofertas y los pedidos se hacen a través de las redes sociales. Por ello, no necesita abrir un local. Trabaja en casa.

    Cada nueva creación la exhibe en su cuenta de Facebook bajo el nombre de Sisa. La incursión en las redes fue por recomendación de su amigo José Espinosa.

    Este otavaleño, experto en audiovisuales, recuerda que ‘congeló’ en fotos las primeras prendas diseñadas por la artesana, para que las promocionara en la Web.“Era más fácil que estos diseños se promocionen en las redes sociales, que a través de ferias”.

    La propuesta tuvo acogida. En el primer mes alcanzó los 1 000 seguidores en Facebook. Hasta el 7 de octubre pasado, tenía 4 845. Ahora, también publica en Instagram y WhatsApp.
    El medio virtual le permite a la emprendedora kichwa interactuar con sus potenciales clientes. A Miryan Yamberla, por ejemplo, le agradó una blusa con escote, por lo que solicitó una cotización.

    La Internet también le posibilita a la productora tomar en cuenta las preferencias de los compradores en cuanto a modelos y colores.

    Eso sí, Morales asegura que su propuesta es dar un toque moderno a este atuendo ancestral. Por eso, eliminó los anchos encajes en el escote y en las mangas, que portan los tradicionales camisones.

    También reemplazó los bordados de motivos florales por figuras geométricas.
    Otro de los cambios está en el empleo de la materia prima. Al principio, la producción se hacía en tela de lienzo y ahora en dracón y de hilo orlón pasó al seda. También adicionó cintas y diminutas esferas, parecidas a unas perlas.

    En la fabricación de estos trajes tiene la colaboración de Rubí Ruiz y Gladys Otavalo. Ruiz es la encargada del corte y la confección de esta indumentaria.

    Entre tanto, Otavalo es diestra bordadora. Comenta que para labrar las figuras, algunas con identidad étnica, prefiere contrastes de tonalidades primarias.

    Los diseños de Bordados Sisa han subido en tres ocasiones a la pasarela. La última fue en el marco de la celebración del Pawkar Raymi (Fiesta del Florecimiento), que se efectuó en febrero último.

    Ahí, una de las novedades es que no solo desfilaron modelos indígenas, sino también mestizos.

    Sisa Morales explica que este tipo de atuendo ahora también tiene alta demanda de mestizas y extranjeras.

    El año pasado, junto a 16 diseñadores del país tuvo la oportunidad de mostrar su trabajo en Cromía, Encuentro Internacional de Diseño. La cita, en su segunda edición, se realizó en Atuntaqui.

    Esa actuación le hizo crecer profesionalmente. Actualmente, cada mes elabora, en promedio, 30 blusas de diferentes estilos. Cada una cuesta USD 65. La meta de Morales es seguir conquistando el mercado con su creatividad.

    Los productos

    La diseñadora

    Ella ha creado unos 20 modelos de blusas. En uno de ellos, utiliza cintas para la decoración de la colorida vestimenta.

    Los pedidos

    Estos llegan de varias partes del país y del exterior. Las contrataciones se realizan por redes sociales. En la última semana envió una docena de prendas a España.

    Los contactos

    La emprendedora trabaja con su cuenta en Facebook Sisa. También recibe pedidos directos, de quienes conocen sus productos.

    La promoción

    Hay anacos, alpargatas, camisas, fajas… que también se muestran en las redes sociales.

    En la vivienda de Sisa Morales, ubicada en la ciudadela Los Lagos, en Otavalo, también funciona su taller. Foto: José  Mafla / LÍDERES
    En la vivienda de Sisa Morales, ubicada en la ciudadela Los Lagos, en Otavalo, también funciona su taller. Foto: José Mafla / LÍDERES
  • Confeccionistas de los ponchos indígenas

    RED. SIERRA CENTRO (F)
    Contenido Intercultural  redaccion@revistalideres.ec

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    Una familia de Chibuleo teje esta prenda de vestir. También elabora en los telares fajas y bayetas.

    La casa de José Sisa se convirtió en el taller artesanal donde los cinco miembros de la familia tejen ponchos, bayetas y fajas para vestir a los habitantes de las comunas indígenas de Chibuleo, Pilahuín, Quisapincha y Tomabelas.

    Son elaboradas en telares antiguos de madera. Esta microempresa funciona en la población de San Francisco de Chibuleo, localizada en la vía Ambato-Guaranda. El emprendimiento se inició hace 30 años. La inversión fue de unos 200 000 sucres. El dinero se destinó a la compra de lana y en la construcción del telar de madera. Su esposa Nancy fue quien se capacitó en el tejido. Luego, la técnica la aprendió José.

    Entre los dos instalaron un pequeño taller donde elaboraban al día seis ponchos rojos, color que identifica a los habitantes de Chibuleo, e igual número de bayetas, que es el complemento de la vestimenta de las mujeres.

    Las prendas eran comercializadas a sus vecinos. La calidad ayudó en el crecimiento del negocio. Los clientes comenzaron a dejarles obras para que les tejieran.  

    Sisa cuenta que luego adquirieron otras dos tejedoras manuales. En la actualidad cuentan con ocho en total y todas están en funcionamiento. Sus tres hijos Auki, Huaskar y Pachakamak también son parte del proyecto familiar.

    En los 30 años de funcionamiento invirtieron USD 20 000 en la compra de equipos, máquinas de coser y la materia prima. La última inyección de recursos fue de USD 10 000 para la adquisición de dos tejedoras eléctricas.

    “Nuestro producto tiene demanda de los empleados de las cooperativas indígenas de ahorro y crédito, también en el proyecto Hilando el Desarrollo, para la gente del pueblo. Y de otras partes nos contratan para la confección de su vestimenta”, afirma Sisa.

    Actualmente tejen unos 400 ponchos, para los diferentes pueblos indígenas, 420 bayetas y más de 100 fajas. El taller artesanal se denomina Auki y factura entre USD 2 500 y 3 000 al mes.

    Un poncho puede costar USD 45 y una bayeta USD 25. Sisa explica que la promoción de su producto en las plazas y mercados fue otra de las claves para su éxito.

    Según el emprendedor, cada color de poncho tiene un significado en la cosmovisión andina. El rojo de los chibuleos representa la sangre que se derramó en las derrotas. También tiene una franja a los dos lados, con tonos azules, blancos, verdes y fucsias, que simbolizan la biodiversidad y el esplendor del camino de la vida.

    En las fajas que usan las mujeres también hay figuras. Cita por ejemplo, que cuando hay una olla de barro es que es viuda. Si hay una llama o gato es soltera y si aparecen dos figuras unidas de animales es casada. “Las costumbres originales de nuestro pueblo, como la vestimenta, se están recuperando. Ahora, usar el poncho y bayetas es importante para los funcionarios y estudiantes de las instituciones indígenas. Es como el terno para los mestizos”, menciona Sisa.

    Uno de sus proyectos es ampliar el emprendimiento, a través de la construcción de un galpón para instalar la empresa y atender todos los pedidos. Asimismo, tejer prendas autóctonas que están elaboradas con lana de llama, alpaca o de borrego.

    Su hijo Huaskar Sisa, graduado en ingeniería en Gestión de Negocios, tomó las riendas del emprendimiento. Cuenta que a más de tejer en los telares se encarga del control de calidad de cada una de las prendas.

    El objetivo es que el cliente vuelva a comprar nuestro producto y que sepa que es de marca. Además, otra de las metas es vender a través de catálogo. La revista está en proceso de planificación. “Otra de las metas es que si hay fallas en la confección, el cliente podrá devolvernos presentando la factura, para entregarle una nueva. Nuestra marca Auki debe ser la mejor y elegante”, manifiesta Huaskar.

    Rodrigo Llambo, gerente de la Cooperativa de Ahorro y Crédito Chibuleo, dice que constantemente adquieren la ropa a José Sisa, por la buena calidad, la seriedad y el cumplimiento. Para este año solicitó la confección de 150 bayetas y 150 ponchos. “La recuperación de nuestra vestimenta está a cargo de los artesanos”.

    El emprendimiento familiar tiene la marca Auki. La iniciativa nació hace 30 años y teje ponchos, bayetas y fajas. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
    El emprendimiento familiar tiene la marca Auki. La iniciativa nació hace 30 años y teje ponchos, bayetas y fajas. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES
  • Tejidos indígenas y biodiversidad colombiana dan vida a joyas de exportación

    Agencia EFE

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    Bogotá

    Tejidos de comunidades indígenas y piezas con ilustraciones alusivas a la flora y fauna de Colombia dan vida a joyas elaboradas por Flor Amazona, una firma que exporta a 17 países y se codea con marcas reconocidas internacionalmente en las ferias de la moda de París, Berlín y Nueva York.

    Flor Amazona propone, según su fundadora, Ana María Sarmiento, un concepto positivo, exótico y enigmático plasmado en accesorios de lujo como brazaletes coloridos o tejidos, cadenas, pendientes y anillos adornados con distintas figuras.

    «Lo que hacemos es inspirarnos en la selva, en el Pacífico, en el Atlántico«, explicó Sarmiento a Colombia.inn, agencia operada por Efe, al destacar que esta empresa, que comenzó en 2012, tuvo como ‘bautizo’ su participación en una feria de la moda en París.

    Esta primera asistencia le demostró a la joven emprendedora, graduada en finanzas y con maestría en mercadeo y marcas de lujo, que sus diseños con frutas como la piña (ananá), animales como ranas y un concepto «muy elegante, pero a la vez muy moderno» e innovador, tenía aceptación entre los compradores extranjeros.

    «Lo que hace Flor Amazona es vender cultura colombiana a través de joyas y accesorios», aseguró Sarmiento. La compañía se ha concentrado en líneas como ‘Latin Luxe’, que reúne piezas tejidas por indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta (norte) y la comunidad Kamchá, en el departamento de Putumayo, en las selvas del sur del país.

    ‘Amazon Code’ es una línea conformada por brazaletes de acero con baño de oro en los que resaltan diseños coloridos alusivos a flores, frutas, animales y otras especies nativas de la selva, mientras que ‘Latin Supreme’ emplea distintos materiales para los accesorios.

    Así Flor Amazona, cuyos productos cuestan entre 160 000 y 1 000.000 de pesos (entre USD 64 y 400), vende actualmente en tiendas en el Reino Unido, Grecia, Israel, Austria, Italia, Alemania y Francia, entre otros. También comercializa desde su página web, que, según Sarmiento, fue el medio para la primera venta de esta compañía que cerró 2014 con una facturación de 200 000 euros (USD 213.138).

    Sobre sus planes para este año, la fundadora de Flor Amazona aseguró que espera fortalecer su presencia en Estados Unidos, donde ya han llegado a varios almacenes, y exportar a países latinoamericanos como Panamá y Chile.

    Además se plantea explorar los mercados de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y ampliar su oferta de productos con lentes de sol, carteras y sombreros. Esta empresa ha sido apoyada por Procolombia, la entidad del Gobierno que promueve las exportaciones, inversiones y la marca país; la Cámara de Comercio de Bogotá e iNNpulsa Colombia, la unidad oficial que fomenta el crecimiento empresarial extraordinario. 

    Flor Amazona es una firma que exporta a 17 países. Foto: Captura de Pantalla de la página Web de Flor Amazona.
    Flor Amazona es una firma que exporta a 17 países. Foto: Captura de Pantalla de la página Web de Flor Amazona.