Etiqueta: insumos

  • Cosmética proambiente, con insumos naturales

    Redacción Quito, (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Lograr que en el país la cosmética natural se desarrollara de manera profesional fue el objetivo que impulsó a Adriana Orellana a fundar la firma Ali Botanics.

    La idea nació en el 2015, cuando ella estudiaba su maestría de Marketing Digital en Escocia. En ese momento, el Reino Unido vivía un ‘boom’ de los cosméticos producidos con insumos naturales, lo que despertó su interés y le impulsó a formarse en el tema.

    “Comencé a hacer unos cursos y vi la importancia de evitar químicos y conservantes en los productos. Además, el planeta necesita de nuestra parte para mantenerse”, dice. Retornó a Ecuador y empezó a fabricar para su uso.

    Pero como siempre le atrajo el tema del cuidado personal, decidió abrir un negocio en esa área. Quería que su oferta tuviera valor agregado y altísima calidad, que fuera un proceso industrial y que hubiera la suficiente inversión en marketing para impulsar la marca.

    En julio del 2019, con una inversión inicial de USD 30 000, Ali Botanics comenzó a operar. La firma cuenta desde abril del 2020 con Diego Vaca, quien se incorporó como socio.

    Los principales productos de Ali Botanics son bálsamos corporales y faciales, sales, aceite para el cuerpo, antifaces de seda, almohadas terapéuticas con semillas de lino, entre otros.

    Los insumos, envases, etiquetas y más para el proceso industrial son naturales o a base de elementos que pueden reciclarse; el eje principal es que sean amigables con el ambiente. Así, la empresa utiliza frascos de vidrio, cajas de caña reciclada, productos naturales 100% orgánicos y otros.

    Ali Botanics se inició con tres proveedores y ahora tiene seis. Uno de ellos es José Murray, quien les entrega empaques desde que arrancó la firma. “Hacemos todo lo que son cajas, fundas de papel, adhesivos y papel seda. Destaco que es un negocio nacional y que prioriza el cuidado ambiental”, indica el gerente comercial de la compañía Marca de Etiquetas.

    Los insumos que provee esta empresa se elaboran con cartulina ecológica, a base de residuos de caña de azúcar. Aproximadamente entrega 1 000 cajas al mes.
    Ali Botanics también cuenta con materia prima de propia elaboración, como su lavanda orgánica. En media hectárea, ubicada en el sector de Calacalí, la familia de Adriana siembra esta planta que se utiliza para la fabricación de productos de la firma.

    Estos, precisamente, llegan a escala nacional. La oferta de la marca se vende a través de tres canales: comercio electrónico, ‘showroom’ y puntos de venta (tiendas de productos orgánicos). Cuenta con 15 de estos.

    Corina Guarderas es una de las clientas de Ali Botanics. Ella descubrió la marca a través de Instragram, a inicios de este año. Ha comprado los bálsamos y el aceite y está dispuesta a adquirir los nuevos productos de la empresa.

    Destaca la calidad de los artículos y el servicio al cliente. “Admiro también su mensaje de amor propio, su capacidad de innovación y la pasión con la cual ha cultivado la marca”, dice. También considera clave lo ambiental.

    Precisamente, Adriana explica que sus productos no contienen conservantes. La fabricación se realiza en un “estudio de producción” ubicado en Calacalí, mientras que el ‘showroom’ se encuentra en La Floresta (Quito).

    Este negocio tiene planes para comercializar sus productos en el extranjero, particularmente en países de América Latina. Sus naciones objetivo son Colombia, Perú , Bolivia y Panamá; los socios esperan comenzar a realizar sus exportaciones a mediano plazo.

    Para el año que viene, la firma espera abrir un nuevo local. Además, tiene previsto lanzar ocho nuevos productos hasta febrero.

    Adriana señala que la empresa se caracteriza por siempre estar al tanto de la forma para llegar al consumidor. Busca el contacto directo con sus clientes y humanizar la marca; Instagram ha sido una forma para lograrlo.

    De hecho, el comercio electrónico es su principal canal de venta. Incluso, tras la pandemia, este se potenció con fuerza.

    A través de estos canales, la empresa también comercializa productos de diseño propio, pero que se fabrican en Asia. Se trata de cepillos de bambú, que sirven para la rutina de limpieza del rostro.

    ‘He aprendido a valorar lo hecho en Ecuador’ / Valeria Vaca, asistente comercial

    Empecé a trabajar en la empresa en mayo y lo que destaco de la misma es el buen trato interno y el hecho de que en la producción se busca ser lo más amigable con el medio ambiente posible. Los productos de la firma son 100% naturales. Los envases en los que se empacan los productos son de vidrio. Se trata de ser lo más natural. Soy ingeniera en biotecnología; siempre me ha gustado el tema del cuidado del ambiente. En la planta hay dos trabajadores y en el ‘show room’ y oficina dos más. Entre todos aprendemos mucho. Nos ayudamos y colaboramos y he aprendido sobre la cosmética natural. La verdad es que siempre me ha gustado cuidarme, siempre he tratado de buscar productos que sean libres de químicos, parabenos y más que absorbe nuestra piel y causan problemas a largo plazo. He aprendido a cuidarme de la manera más natural posible. He tomado conciencia de tratar de apoyar al mercado local. En Ecuador tenemos grandes empresas, que cuentan con productos de alta calidad y he aprendido a valorar lo nuestro.

    Una de las trabajadoras de la empresa se encarga de colocar los productos en las cajas ecológica. Los insumos de esta compañía son naturales. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Una de las trabajadoras de la empresa se encarga de colocar los productos en las cajas ecológica. Los insumos de esta compañía son naturales. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Productos saludables, con insumos 100% naturales

    Priscilla Alvarado. (I)
    Redacción Guayaquil

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    Energía en un ‘snack’ 100% natural es lo que ofrece Kandú a sus clientes. Así lo indican Alejandro y Santiago Muñoz, fundador y cofundador de la marca que produce barras de proteína bajo el mismo nombre.

    La idea surgió como un modo de innovación en un mercado que no había sido explotado en el país. El objetivo fue crear un producto que tenga dos puntos diferenciadores: buen sabor e ingredientes autóctonos. Entre los que figuran miel, cacao orgánico, frutos rojos y maní. Además, ofrecer un bocadillo con calidad de exportación para el mercado local.

    Alejandro es ingeniero mecánico y cuenta que, en primera instancia, se pensó en la importación de barras. Sin embargo, esta idea se frenó al observar que el trámite para traer productos alimenticios del exterior es engorroso.

    Con esta premisa, a inicios del 2018, en un pequeño cuarto de una fábrica en Guayas, empezaron a hacer pruebas de laboratorio junto a un ingeniero en alimentos hasta conseguir la textura y el gusto ideal. Los primeros meses fueron de prueba y error.

    En ese entonces, explican los emprendedores, en las perchas de los supermercados del país existían muchas variedades de barras de proteína, pero todas tenían ingredientes poco conocidos.

    “Quisimos que quienes consuman nuestro producto puedan leer la información nutricional y entenderla. Además, buscamos romper el paradigma que las barras solo las consumen los deportistas”, dice Alejandro, de 28 años.

    El negocio se levantó con una inversión inicial de USD 50 000, para la compra de cuatro máquinas de elaborado y empaquetado. Parte del capital también se destinó al desarrollo de la marca y a la imagen que mantienen hasta hoy.

    Los colores negro, naranja, morado y rojo priman en los empaques. Las imágenes de los ingredientes principales se imprimen en la parte frontal de las barras.
    Detrás del nombre de la marca también hay un significado fuerte. ‘Kandú’ proviene ‘Can do’, en inglés, que significa tú puedes.

    Santiago es ingeniero en administración de empresas. El joven de 25 años menciona que tener ese nombre es un buen impulso para que, quien consuma el producto, se sienta motivado.

    Santiago y Alejandro Muñoz, de 25 y 28 años, crearon la marca Kandú en el 2018. Las barras de proteína llegan a más de 50 puntos en el país.
    Santiago y Alejandro Muñoz, de 25 y 28 años, crearon la marca Kandú en el 2018. Las barras de proteína llegan a más de 50 puntos en el país.

    El lanzamiento de su primer producto fue en septiembre del 2018. La barra de proteína hecha con maní fue colocada en pequeñas tiendas de Guayaquil y Samborondón. En mayo del 2019 se amplió el catálogo del negocio con la barra con chocolate y, meses después, en febrero del 2020, se incluyó la barra de frutos rojos.

    En la fase de producción receptan la materia prima de 10 proveedores. La miel es de una hacienda en Cerecita, en la provincia del Guayas; el maní, de unos productores de Manabí, y el chocho lo adquieren en Quito.

    Lucía Rosales, de la Hacienda El Castillo, les provee de chocolate desde hace un año y medio. Para Rosales, la experiencia de trabajar con Kandú es muy buena. “Existe una comunicación directa y fluida con el propietario (Alejandro) y, al ser jóvenes, él y su hermano son muy abiertos a recibir recomendaciones sobre calidad y variedad de productos”.

    Actualmente producen 7 000 barras al mes, que se distribuyen en 50 puntos a escala nacional. Desde cadenas de supermercado hasta gasolineras tienen en sus perchas los productos Kandú.

    José Velasco consume los bocadillos desde que se creó la firma en el 2018 y afirma que el ‘snack’ tiene la porción ideal para cualquier ocasión. “Me gusta lo que transmite la marca, esa motivación de que puedes hacer lo que quieras”.

    Además, dice Velasco, al ser una empresa joven constantemente están desarrollando productos sin desviarse de su principal objetivo: ofrecer algo saludable.

    Para impulsar sus ventas, los jóvenes se apalancan en redes sociales. A través de Instagram ganan clientes en diferentes partes del país. Según Alejandro y Santiago, las barras son un mercado a explotar en Ecuador. “Debemos aprender a caminar antes de empezar a correr”, aseguran.

    Por lo que, a decisión de ambos, su idea inicial es posicionarse localmente ya que consideran al ecuatoriano como el principal “catador” de estas golosinas. Más adelante, si proyectan internacionalizar sus barras de proteína.

    En el área operativa se cuida que cada empaque tenga el gramaje correcto. Los empleados usan trajes especiales para mantener el ambiente limpio. Fotos: Cortesía de Kandú
    En el área operativa se cuida que cada empaque tenga el gramaje correcto. Los empleados usan trajes especiales para mantener el ambiente limpio. Fotos: Cortesía de Kandú
  • Los estudiantes de diseño crearon insumos médicos

    Redacción Cuenca  (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    Los profesores y estudiantes de la carrera de Diseño de Productos de la Universidad del Azuay han diseñado y elaborado objetos para ofrecer respuestas a las nuevas necesidades sanitarias que surgieron en Cuenca, por la pandemia de covid-19.

    El DisLAB, que es el laboratorio de diseño que funciona en el campus de la casa de estudios, se convirtió en un espacio de desarrollo y trabajo colaborativo entre catedráticos y alumnos, para producir nuevos insumos que contribuyan al personal médico y a la comunidad.

    Durante el confinamiento decretado por el Gobierno, la creatividad, la destreza técnica y la conciencia social fueron puestos en marcha a través de la impresión 3D. Además, se generaron procesos manuales y semiindustriales por parte de los docentes y estudiantes. De esa forma se elaboraron objetos que aportan con eficiencia y solidaridad en el manejo de la crisis, señaló el rector de este centro de estudios superiores, Francisco Salgado.

    Hasta el momento se han diseñado, producido y donado 10 cubos de acrílico para procesos de intubación y extubación, que fueron donados a los hospitales Regional Vicente Corral Moscoso, José Carrasco Arteaga del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), Santa Inés y del Río y al Hogar del Ecuador.

    Adicionalmente, se construyeron 10 cabinas herméticas para la toma de muestras, que han sido donadas al Ministerio de Salud, Hospital Santa Inés, Centro de Salud de El Valle, así como los municipios de Gualaceo, Sígsig y Santa Isabel, en Azuay.

    El Ministerio de Salud hizo un taller para desarrollar ideas de cómo deberían ser estas cabinas. Enviaron los requerimientos a la Facultad y los docentes del TexLab (laboratorio textil) y DisLab (laboratorio y talleres de diseño) comenzaron con el diseño. Luego se armaron las estructuras. Con el personal de la entidad se solventaron los temas ergonómicos, de usabilidad y otras condiciones especiales, sobre todo, porque la cabina debe ir anclada en una camioneta para que sea móvil, y así tomar las pruebas en la casa.

    “Cuando trabajábamos con el Ministerio en la producción de máscaras faciales y cabinas de intubación y extubación, surgió la problemática que tienen los profesionales de la salud de tener que cambiarse el traje constantemente, en una situación en que los recursos son limitados”, explicó el profesor José Luis Fajardo.

    Otros insumos -que fueron producidos y entregados- son más de 1 000 máscaras tipo visor facial y 500 mascarillas de uso comunitario, de acuerdo con información de la Universidad del Azuay.

    En la actualidad, se diseñan en los laboratorios artefactos para la bioseguridad del campus, como son lavamanos, dispensadores de alcohol y gel, con innovadores sistemas que incluyen sensores y paneles solares. Hay implementos que se han instalado en el campus de este centro de estudios universitarios, ubicado en la zona sur de la capital azuaya.

    “Este trabajo es una evidencia de la visión de compromiso con el contexto social, económico, productivo y medioambiental que tiene la carrera de Diseño de Productos”, dijo Salgado.

    Las instalaciones 
    DisLAB. Es un laboratorio moderno con capacidad para 200 alumnos. En junio del año pasado se llevó a cabo la renovación de los talleres.

    La división. DisLAB se complementa con dos zonas adicionales: MediaLAB, que es un minilaboratorio en donde los estudiantes trabajan en planificación de multimedia, proyecciones y mapping, y el 3Dlab, otro de los laboratorios donde se encuentra una máquina de impresión 3D. La idea es que se realice innovación tecnológica y digital.

    Los catedráticos y estudiantes de la carrera de Diseño de Productos trabajaron en laboratorio DisLAB. Foto: Cortesía de la Universidad del Azuay
    Los catedráticos y estudiantes de la carrera de Diseño de Productos trabajaron en laboratorio DisLAB. Foto: Cortesía de la Universidad del Azuay
  • Ellos cuidan de la higiene con insumos naturales

    Redacción Quito

    Productos para el cuidado personal y del hogar que no dañan el medioambiente forman parte de la oferta de Intiaromë. Para la compañía, el uso de insumos naturales es un eje fundamental.

    Sebastián Troya, gerente de la firma, comenta que su bagaje en la industria del cuidado personal influyó en la creación de la empresa. “Trabajo en este sector hace más de nueve años. Yo manejaba una de las marcas más importante en el mercado ecuatoriano; la desarrollé y luego la vendí. Gané el conocimiento y la experiencia para continuar con este negocio”.

    El empresario sabe que la gente está cada vez más consciente del tema ambiental y el impacto de los productos que se utilizan a diario. Él mismo estuvo en la búsqueda de artículos de cuidado personal hechos con insumos naturales.

    Comenzó a investigar y logró desarrollar el primer producto de la marca, es decir un desodorante libre de aluminio. En países como EE.UU., estos productos existen y su oferta es amplia.

    Fue así como surgió la compañía, que puso en marcha junto a su esposa Claudia Tobar. Su suegro, el ingeniero químico José Tobar, es quien se encargó de la investigación y desarrollo.
    Un total de USD 100 000 iniciales se usaron para comprar maquinaria, material para embalaje, registro de marca, entre otros. La planta de producción se encuentra en el Complejo Industrial de Itulcachi, en el oriente de Quito, cerca de la Panamericana Norte.

    La idea de esta empresa no solo es fabricar productos de buena calidad, sino que tenga un enfoque hacia el cuidado del cuerpo, mente y medioambiente. La compañía surgió en junio del 2018 y comenzó a comercializar sus productos desde este año.

    La marca comercial es Lulë, que significa flor en idioma albanés. En su línea de desodorantes, la empresa ofrece dos con aroma, que son unisex; otro para público masculino y otro sin fragancia; se pueden usar desde los 8 años, pues tienen una fórmula suave. Esta oferta se comercializa en 94 puntos de venta del país, uno de ellos Collage Cosmetics.

    “Destacamos la forma de hacer sus productos. Su presentación, además, es muy vistosa. La fórmula no tiene componentes controversiales. Responde a nuestro requerimiento, es decir tener una cosmética más consciente. Hay buenos comentarios de los consumidores”, explica Alejandro Jaramillo, gerente de marca de la boutique de cuidado personal.

    El último mes, en sus puntos de venta de Quito y Guayaquil, ha vendido unas 100 unidades.
    Intiaromë cuenta con una línea de hogar: aromatizantes para casa bidifusores y para auto.

    La presentación de estos productos es particular, pues los primeros vienen en un frasco que contiene el producto en dos densidades y, junto a este, unas pajillas para insertar y permitir que se consuma el aroma; los segundos se comercializan en una circunferencia de vidrio y madera que debe estar colgada para que el olor se disemine en el vehículo.

    En esta línea, Intiaromë cuenta con tres fragancias. “Son iniciales, queremos expandirlas a más. En el caso del aromatizante automotriz se puede controlar el olor de la fragancia y es posible usar el producto en clósets o casilleros”. Se venden en 73 puntos.

    Uno de estos últimos es Corporación Favorita. Esta explica que comenzó a vender la marca el 22 de marzo de este año; actualmente, se comercializan las dos líneas de productos. Destaca la idea de Intiaromë de aportar al cuidado del medioambiente y, al mismo tiempo, cuidar al ser humano.

    Troya explica que su oferta ha tenido una amplia acogida en el mercado debido al uso de ingredientes naturales entre los que están verbena, aceite de coco, té verde, ‘shea butter’, romero, esencias francesas, entre otros.

    Troya explica que entre sus proveedores se encuentran empresas ecuatorianas. Además, asegura que sus envases de desodorantes, cilíndricos y de polipropileno, sirven para reciclarse al 100%; un objetivo de la firma es poder dar al público la posibilidad de rellenar.

    Entre las metas que tiene la empresa a futuro está desarrollar más productos y exportar. También tiene un contrato para maquilar jabón líquido; eso sí, siempre bajo los estándares ambientales que maneja la compañía.

    Una empleada de la fábrica se encarga del proceso de etiquetado de los desodorantes de la firma. Estos productos tienen cuatro tipos de aromas. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
    Una empleada de la fábrica se encarga del proceso de etiquetado de los desodorantes de la firma. Estos productos tienen cuatro tipos de aromas. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
  • Bacterias y hongos son la materia prima de trabajo

    Carolina Enriquez

    Redactora (I)

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    La investigación es la base de esta empresa. Ecocycle Biotech se dedica a la fabricación de insumos agrícolas con alto valor agregado a partir de bacterias y hongos.

    Si bien esta compañía, de marca ECB, se constituyó en 2015, el proceso investigativo arrancó años antes. Fabricio Reinoso, Manuel Suquilanda y Francisco Zurita son los socios que la conforman; los tres aportaron con sus conocimientos sobre innovación, agronomía y administración.

    “Fabricio trajo la idea de Medellín luego de regresar de sus estudios de maestría. Se dio cuenta de que el segmento de productos para la agricultura y la alimentación orgánica era uno de los de mayor crecimiento”, explica Zurita. Reinoso y Suquilanda se dedicaron a la investigación y al desarrollo de los productos; el tercer socio se incorporó en el 2016 y fue quien se encargó de dar forma a la iniciativa y volverla comercial.

    La inversión inicial fue de unos USD 400 000, que incluyeron investigaciones, equipos, trámites y permisos de funcionamiento. La compañía se centra en tres elementos: alta eficiencia de los productos, equipos de trabajo que entienden las necesidades de los clientes y aplicación de conocimientos en varias áreas.

    Actualmente, la oferta incluye seis productos certificados y validados para la agricultura orgánica, aunque también pueden usarse en el mercado convencional. Se trata de insumos que obligan a cambiar el chip del agricultor porque ya no son solo tratamientos curativos, sino preventivos.

    Los insumos se encuentran en dos líneas: biocontroladores y biofertilizantes. Los primeros son plaguicidas, insecticidas, fungicidas, entre otros; los segundos brindan los nutrientes que las plantas necesitan para crecer.

    Ninguno de estos productos es químico. La empresa cuenta con alrededor de 41 cepas nacionales, entre bacterias y hongos; estas sirven para prevenir o dar soluciones a cultivos propios del país.

    El primer producto que desarrolló la firma se llama Eficax. Es un insecticida de amplio espectro que han usado agricultores como Ana María Andrade.

    “Trabajamos con la empresa hace unos seis meses. Compro todo tipo de bioinsumos: insecticidas biológicos, Bactoterra para mejorar el suelo, productos para el control de hongos, etc. Esto se aplica en mi finca de palma y maracuyá, ubicada en el sector de La Concordia”, dice Andrade. Ella añade que los productos de ECB han aportado para evitar enfermedades en las plantas y generar un cuidado natural. “Eso permite el equilibrio en los cultivos”.

    Otros clientes son productores de banano, cacao, café, flores, papaya, guanábana, papa, entre otros. En menor cantidad gente que tiene pasto para la ganadería.

    Cuando la firma inició tenía tres clientes y hoy suma 60 (grandes y pequeños, productores para la venta local y exportación). Sus bioinsumos se venden en presentaciones de litro, galón y caneca.

    La comercialización es personalizada. Cuatro vendedores, quienes también son agrónomos, viajan a las zonas agrícolas para colocar la oferta; ellos brindan soluciones directas al agricultor y asesoran en cualquier duda que tuvieran.

    Otro de los clientes de Ecocycle Biotech es el Ingenio Azucarero del Norte. “Trabajamos con ellos hace dos años por la presencia de plagas (dos tipos de insectos). Son insumos amigables con el medioambiente. Ahora como estamos con el problema de que hay menos abejas es necesario usar menos químicos. Hemos tenido buenos resultados”, explica Silvia Anangonó, administradora de hacienda del Ingenio.

    Para desarrollar nuevas soluciones, Ecocycle Biotech hace investigación permanente, de corto y largo plazo. En el primer caso, por ejemplo, analizaron la compatibilidad de sus productos con el cobre que se usa en otros de venta general y en el segundo revisan un microrganismo que permitiría mejorar las condiciones de humedad de los cultivos.

    Ecocycle Biotech también hace investigaciones de muestras que mandan clientes puntuales.

    El objetivo de la empresa es emigrar como modelo de negocio. La idea es que en el laboratorio de otro país puedan producir, con sus cepas propias, en base a la metodología ecuatoriana.

    Una imagen de los laboratorios de la empresa, que se encuentran en el sector del antiguo aeropuerto, en el norte de Quito.
    Una imagen de los laboratorios de la empresa, que se encuentran en el sector del antiguo aeropuerto, en el norte de Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
  • Las casas de salud son su mercado

    Redacción Quito

    (I)

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    Robert Escobar es de aquellas personas que siempre saben cómo reinventarse. Esa característica tan suya la aplicó en el mundo de los negocios.

    En 2010 transformó un negocio común de confección y venta de cortinas de baño para el sector hotelero en una boyante industria que produce y distribuye cortinas y otros insumos para ambientes hospitalarios del país.

    Los orígenes de Construplast se remontan a 1995. “En ese tiempo empezamos con otro nombre: Homeplast. A lo largo del tiempo innovamos en los productos, según la necesidad de los hoteles. Durante 15 años nos dedicamos a esta actividad”.

    Las cosas marchaban bien hasta que en el 2008 la firma comenzó a enfrentar pérdidas. El exceso de oferta similar a la suya, el conformarse con los productos y materiales que tenía, entre otros factores, la impactaron .

    En medio de una inminente quiebra el dueño supo que urgía una transformación. Investigó, asistió a ferias, se capacitó a escala internacional y comenzó con el negocio de cortinas hospitalarias, elaboradas con materiales que permiten total asepsia, con el nombre comercial de Construplast.

    En 2012, una vez desarrollados los prototipos y hechas las pruebas, se inició la venta. Se trata de productos mitad de PVC y mitad de material textil. Al inicio se importaron, pero luego Escobar optó por producir localmente para generar empleo.

    Actualmente, la firma tiene su propio taller, ubicado en el valle de Los Chillos. También maquila productos en cuatro fábricas en Quito, Santo Domingo y Ambato; gracias a ello se genera empleo indirecto a 10 personas.

    “Están en constante capacitación. Nosotros les damos la materia prima y ellos confeccionan. Hemos ido mejorando cada año. Hoy estamos en un momento exitoso de la empresa”, dice Escobar. Construplast ha entregado material a casas de salud públicas y privadas en todas las provincias del país, incluido el territorio insular.

    El portafolio de productos incluye también parachoques de camillas (láminas que evitan que los golpes de las camillas contra las paredes las dañen), cortinas de baño hospitalarias, rieles, portasueros, esquineros de PVC, pasamanos, señalética, etc.

    Estos materiales se venden e instalan de manera directa, aunque Construplast también los comercializa a intermediarios como cortineros, contratistas, constructores, etc.

    Renato Ramos, proveedor del Estado en construcción de centros de salud, es uno de los consumidores. Desde hace dos años y medio adquiere los productos de la firma quiteña y destaca que son certificados por el Ministerio de Salud. “Cumplen con las normativas de calidad. Compramos todo lo que son cortinas cubiculares y de baño”.

    Los centros hospitalarios aprovechan que los productos de PVC de Construplast vienen con un tratamiento antibacterial. Escobar asegura que se innova permanentemente y que gran parte del desarrollo de esta empresa familiar se debe a la visión corporativa que ha implementado.

    Desde el 2012 trabajan en la compañía los tres hijos de Escobar. Se trata de Thalía, quien se encarga del servicio al cliente; Robert Andrés, gerente administrativo; y Daniela, quien, actualmente, es la gerenta General.

    Esta última comenta que también comercializan sus productos en oficinas, colegios, entidades públicas y compañías de diferentes sectores.

    La meta de la empresa es llegar al mercado regional. Por ahora ha enviado muestras a Colombia y, como parte del proceso de internacionalización, participa en diferentes ferias de proveedores médicos tanto a escala nacional como internacional.

    Construplast sigue desarrollando nuevos productos. Uno de ellos son las manillas para el ingreso de visitas en hospitales públicos del país.

    Personaliza los productos para las diferentes instituciones. En su ‘show room’, en el norte de Quito, se puede apreciar cortinas hospitalarias para las casas de salud del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

    En otros centros como Corporsano, que se dedica a la rehabilitación, se destaca la rapidez de la empresa en la entrega de los productos. “Son proveedores nuestros hace unos cinco años. Dan un servicio excelente a costos justos. Compramos cortinas hospitalarias, señalética, etc., para varias sucursales. Nunca hemos tenido inconvenientes con ellos”, comenta María del Pilar De Jerónimo, administradora del sitio.

    La planta de producción de la empresa se encuentra en el valle de Los Chillos, al oriente de Quito.  Allí trabajan seis personas de forma directa.
    La planta de producción de la empresa se encuentra en el valle de Los Chillos, al oriente de Quito. Allí trabajan seis personas de forma directa. Foto: Líderes
  • Relojes únicos, con insumos reciclados

    Patricia González

    Reducir, reutilizar y reciclar son las bases de Yawri Art & Design, un proyecto de emprendimiento fundado por Giovanny Molina en noviembre del 2016.

    Los productos de Yawri –aguja grande en quichua– son relojes elaborados a mano, con el uso de productos reciclados.

    La producción de piezas a mano es una afición que Giovanny ha alimentado desde niño. A esa edad le gustaba jugar con las herramientas de su casa e incluso hacer instalaciones eléctricas.
    El primer objeto que recuerda haber construido fue una lámpara con madera de balsa, que realizó en quinto grado de la escuela. Este gusto lo mantuvo como ‘hobby’.

    Giovanny es relacionista público, egresado de la Universidad San Francisco de Quito, donde además cursó cuatro años de Administración Ambiental.

    Por varios años trabajó para empresas del sector automotor. Pero su idea siempre fue emprender un negocio propio. El primer intento fue un proyecto de exportación de productos textiles hacia EE.UU., pero este no próspero.

    Tras una temporada viviendo en el país norteamericano, Giovanny retornó a Ecuador en septiembre del 2016. En esa búsqueda de emprender con una opción diferente a lo que estaba en el mercado, germinó Yawri. “Siempre he tenido afición por los relojes , por el tiempo, que es irreversible”, comenta sobre su elección.

    Para la producción de los primeros 10 relojes requirió de una inversión de USD 1 000, para la compra de sierras, lijas, lacas, motores para los relojes, entre otros recursos.

    Los materiales, en su mayoría, son restos de insumos utilizados en construcciones o producción de muebles. Se trata de donaciones de familiares que ejercen la arquitectura o de amigos que laboran en diseño interior.

    Afirma que sus trabajos, más que relojes, son arte. Y no se equivoca. Cada pieza es un diseño único, en el que Giovanny pone toda su creatividad.

    Los hay para todos los gustos. En formas circulares, cuadradas y rectangulares. Relojes en los que las manecillas giran hacia el lado inverso, otros con números grandes y chicos o en los que los números visibles son el 2, 5, 8 y 11, en vez de 3, 6, 9 y 12.

    Para la elaboración de sus productos utiliza distintos tipos de madera (chonta, teca y seike), metal, cobre, bronce, cuero y corcho.

    Cada mes, Giovanny elabora alrededor de 20 relojes. El proceso para cada pieza le toma, en promedio, semana y media, por lo que trabaja en varios diseños a la vez.

    El primer paso en la producción es el diseño de los marcos en metal, en la forma y medida deseada. Luego, el tratamiento y ensamblaje de la madera, y los cortes acordes al diseño. Por último ensambla todas las piezas.

    Los relojes se exhiben actualmente en cinco galerías de arte y tiendas de decoración, ubicadas en Quito y Cumbayá.

    En Moha Design, un local de decoración y muebles al norte de Quito, se hallan 15 diseños de Yawri. Andrea Rosero, propietaria, explica que escogió los relojes de Giovanny porque cumplen con estándares de calidad, diseño y creatividad. “Queremos apoyar a los emprendedores”.
    Desde hace un par de meses también se pueden encontrar en Zientte, un local comercial en Cumbayá, que pertenece a la empresa de muebles Dejavú.

    “Han tenido buena acogida porque es un producto único, llama mucho la atención. Nos encanta porque es un trabajo muy orgánico y combina muy bien con nuestros muebles, que son contemporáneos y muy exclusivos”, comenta Francesca Andrade, gerenta de proyectos de Dejavú.

    En Zientte hay 16 modelos exhibidos. Rosero señala que se vendió un par de relojes y otros están reservados.

    Los precios del producto van desde USD 65 hasta 300, dependiendo del modelo. La facturación de un mes bueno, como lo fue marzo, alcanza los USD 1 000. En otros meses, las ventas suman alrededor de USD 600.

    El próximo paso del proyecto es la exportación. A Francia se enviaron algunas muestras para ir abriendo el mercado. “Si todo sale bien, estaremos exportando hacia Francia en marzo del 2018”, señala Giovanny. También se encuentra en conversaciones con posibles clientes en EE.UU.

    A mediano plazo, el sueño de Giovanny es abrir una galería exclusivamente de relojes. Adicionalmente, le gustaría expandir el negocio al diseño de lámparas.

    Giovanny Molina muestra sus relojes. Los materiales que utiliza son madera, metal, bronce, cobre, cuero y corcho. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Giovanny Molina muestra sus relojes. Los materiales que utiliza son madera, metal, bronce, cobre, cuero y corcho. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Pan y salsas italianos con insumos locales

    Redacción Líderes

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    Cuando llegó a Ecuador hace 29 años Giorgio Corini ya estaba encantado con la cocina, pero también con el voluntariado.

    Este emprendedor social arribó desde Italia para trabajar junto al fallecido padre Carollo en el proyecto Tierra Nueva. Ahora, maneja un comedor en el barrio Lucha de los Pobres en el que alimenta a 60 personas cada día, entre niños y ciudadanos de la tercera edad.

    A la par, desde hace tres años, Corini plasmó en un negocio su pasión culinaria. Fabrica tres tipos de panes artesanales que incluyen diferentes insumos como romero, nueces, linaza y harina integral, sin grasas y mínima cantidad de levadura y sal.

    Antes de emprender los preparaba únicamente para su casa. Luego los amigos y parientes comenzaron a requerir los panes, de 600 gramos, y así fue como decidió elaborarlos para la venta.

    Al inicio, la comercialización era esporádica, pero ahora entregan a la semana hasta 25 unidades. La aspiración, sin embargo, es alcanzar 100 unidades en ese período. “Sí hay mercado, parece que no hay producción de ese tipo de pan”, dice optimista.

    Ahora el producto se vende a conocidos, a compradores que conocieron en ferias y a una finca que distribuye canastas orgánicas. Sin embargo, hay propuestas para que entreguen el pan en delicatesen y locales naturistas.

    Valcalepio, que es el nombre del negocio, es un emprendimiento familiar. Sonia Santa Cruz, esposa de Corini, ayuda en la producción del pan y desde septiembre del año pasado trabaja en la elaboración de tres salsas italianas y otras picantes con toque ahumado y preparación tipo conserva.

    “En Ecuador comen el ají con agua, pero en Italia con aceite. Si uso el ají fresco tiene poca duración, por eso mi trabajo es deshidratar y ahumar”.

    Ella explica que los productos que utiliza, entre los que están berenjena, orégano, etc., vienen de un huerto orgánico con el que cuenta este hogar. A este sitio, cada 15 días, acuden unos 30 niños y ancianos del comedor para sembrar y cosechar como una forma para educarse, conocer la importancia de la alimentación natural, entre otros aspectos.

    Giorgio y Sonia impulsan el comercio justo. Incluso, forman parte del programa Empresas Solidarias e Innovadoras de ConQuito, que está enfocado en desarrollar productos con valor agregado e impulsar la innovación social, productiva y comercial.

    Vanesa Rosero, responsable de la Unidad de Economía Popular y Solidaria de ConQuito, destaca que Corini que tuvo la valentía para darle un toque novedoso al negocio y mostrar que tiene el potencial para crecer más. “Es un producto exquisito, agradable a la vista y cuenta ya con una marca”.

    Los emprendedores no tienen como objetivo montar un local; su estrategia es distribuir.

    Giorgio Corini es el creador de  Valcalepio, una iniciativa enmarcada en el emprendimiento social. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Giorgio Corini es el creador de Valcalepio, una iniciativa enmarcada en el emprendimiento social. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Cosmética orgánica hecha con insumos ecuatorianos

    Redacción Quito

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    Rescatar las recetas y conocimientos sobre el uso de plantas, frutas y diferentes alimentos ancestrales del país es parte de la esencia de Natu.

    Este emprendimiento nació de la mano de Carmen Borja y Carolina Berrazueta en abril del 2015. Paro la idea se remonta siete años atrás, cuando Borja comenzó a fabricar en casa productos de cuidado personal.

    “Cuando tuve mi primera hija, hace casi 14 años, me di cuenta que necesitaba tener un estilo de vida más saludable. Comencé por alimentarme mejor, pero me di cuenta que no era suficiente. Todo lo que uno se pone sobre la piel también es como comer”, dice.

    Borja se capacitó, empezó a investigar y experimentar en la producción de cosméticos. Entre los artículos que desarrolló están champú, protector solar, pasta dental, etc., todos con un insumos orgánicos y propios del país.

    Borja comenzó a regalar productos a amigos y familia para darse conocer. Luego, junto a su socia, optó por convertir la fabricación cacera en un negocio, en el cual han invertido hasta el momento unos USD 50 000.

    Al inicio las socias pusieron en el mercado dos productos y ahora cuentan con siete. La venta de los artículos comenzó con la participación en el ‘testing lab’ de la Agencia de Promoción Económica (ConQuito). “Fueron cinco días en Quicentro Sur, en donde a uno le daban la oportunidad de probar qué tanta acogida tendrían los productos en el mercado”.

    El nombre de Natu está relacionado con el hecho de que los productos que ofrece son naturales. Los artículos se ofertan en tiendas orgánicas y artesanales, en comercios en línea y Facebook.

    La actriz Marcela Camacho, por ejemplo, compra los productos, desde hace cuatro meses, contactando directamente a Borja. “Por lo general yo siempre uso productos naturales y me interesaron bastante los de Natu. Tengo el jabón de avena exfoliante, aceite hidratante para día y noche y el protector solar de chocolate”.

    Otros artículos de venta son el polvo de limpieza facial hecho de arroz para exfoliar, avena para la grasa, miel para humectar, vinagre para refrescar, en versiones para hombres y mujeres. También, está el protector solar sin químicos, que cuenta con una película física que crea una capa sobre la piel y permite que los rayos del sol reboten y no se queme.

    El primer producto tiene un costo de USD 7, los humectantes 12 y el protector 18, por ejemplo. Para el envasado no utilizan plástico sino cristales. “Intentamos generar en la recompra que si nos devuelven el envase nosotros les hacemos descuentos”.

    Otra de las características del emprendimiento es que permite a las socias cumplir su papel de madre, porque pueden trabajar junto con sus hijos.

    Los proveedores del emprendimiento son ecuatorianos y orgánicos, en su mayoría. Borja explica que las recetas con las que se preparan los productos son una síntesis de aquellas ancestrales y de las tradicionales. “Hay que valorar los conocimientos de la sabiduría indígena, de los poderes curativos de nuestras hierbas”.

    En los primeros meses la emprendedora calcula que facturaba alrededor de USD 600 mensuales; ahora los ingresos alcanzan hasta USD 1 200. La expectativa de este negocio es generar conciencia de salud y ambiente.

    Carmen Borja es una de las dos socias de Natu, un emprendimiento que realiza productos par a el cuidado personal con productos del país. Foto: Cortesía Natu
    Carmen Borja es una de las dos socias de Natu, un emprendimiento que realiza productos par a el cuidado personal con productos del país. Foto: Cortesía Natu
  • Latinoamérica busca exportar insumos para medicina regenerativa a Europa

    Agencia EFE

    Tejidos óseos y láminas acelulares obtenidas a partir de porcinos y de uso extendido en la medicina regenerativa se busca exportar a partir del próximo año a Europa.

    Una empresa colombiana que ya comercializa sus productos en Nicaragua y República Dominicana. 3Biomat, fundada en 2009 en Bogotá por los hermanos Ricardo y Carolina Beltrán, descubrió una oportunidad de negocio en el desarrollo de insumos para la medicina regenerativa, que se encarga de restaurar tejidos y órganos en humanos.

    A partir de partes de porcinos la compañía crea tejidos óseos, que se utilizan en cirugías maxilofaciales, y tejidos extracelulares para neurocirugía, cirugía pediátrica y cuidado de heridas, entre otros procedimientos.

    «La finalidad de los productos que hacemos es la de mejorar la salud de los pacientes que por diferentes razones han perdido un tejido y mediante un tratamiento buscan regenerarlo», dijo a Colombia.inn, agencia operada por Efe, la directora comercial y cofundadora de la firma, Carolina Beltrán.

    La empresa utiliza para sus procesos la capa submucosa del intestino delgado del porcino y la matriz ósea del fémur de animales criados en EE.UU. y certificados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés).

    «Garantizamos que los cerdos son criados en confinamiento y con una dieta ciento por ciento vegetal para que estén libres de patógenos como salmonella, staphylococcus y escherichia coli, entre otros, que pueden transmitirse y hacerle daño a las personas», indicó.

    Tras someter a procesos mecánicos, químicos y físicos los tejidos empleados como materia prima, los especialistas de 3Biomat obtienen una lámina extracelular cuyo tamaño varía de los 15×22 milímetros a los 20×30 centímetros, y que para los médicos resulta fácil de manipular, cortar, suturar, doblar y fijar en el cuerpo humano.

    «En neurocirugía nuestro producto se usa para regenerar la duramadre, que es la membrana que protege el sistema nervioso central, porque cumple un papel de barrera dándole un soporte a las células para que repoblen el tejido debilitado», comentó Beltrán.

    Además hacen hueso particulado que se usa para regenerar el hueso maxilofacial. «Se emplea en odontología debido a que es altamente resistente a las infecciones y ayuda a la regeneración ósea de pacientes que han perdido dientes y dejan pasar mucho tiempo para hacerse un tratamiento», explicó Beltrán.

    3Biomat ha logrado disminuir sus precios con respecto a la competencia y en el caso de las mallas más grandes las ofrece a USD 2.231 frente a los 6.086 del mercado. «Esta ventaja competitiva es posible gracias a que estamos en la capacidad de fabricar grandes volúmenes de producto que pueden llegar a las 2.000 unidades en 10 días en lo que respecta a regeneración celular», apuntó la emprendedora.

    Beltrán aseguró que como parte de su «política de solidaridad» procuran que los productos «sean asequibles a personas de bajos recursos económicos tanto en Colombia como en los demás países de América Latina para optimizar su calidad de vida».

    La compañía, conformada por 15 profesionales de distintas áreas, vende el 85 % de su producción en Colombia y el resto a Nicaragua y República Dominicana, entre otras naciones de Centro y Suramérica.

    En 2014 3Biomat cerró con una facturación de USD 148.000 y para este año prevé alcanzar los 445.000 dólare en ventas.
    Con el propósito de llegar a Europa y otros países de América Latina este emprendimiento inició un proceso para obtener la certificación internacional ISO13485, que rige a los fabricantes de dispositivos médicos, y conseguir el marcado CE para comercializar en la Comunidad Europea.

    También ha puesto en marcha, con el apoyo de iNNpulsa Colombia, la unidad del Gobierno que promueve el crecimiento empresarial extraordinario, un proyecto para adquirir equipos, producir polímeros reabsorbibles y mejorar su estrategia de ventas.

    Procesos que desarrolla la compañía colombiana 3Biomat, en Bogotá (Colombia). Tejidos óseos y láminas acelulares obtenidas a partir de porcinos y de uso extendido en la medicina regenerativa busca exportar a partir del próximo año a Europa. Foto: EFE
    Procesos que desarrolla la compañía colombiana 3Biomat, en Bogotá (Colombia). Tejidos óseos y láminas acelulares obtenidas a partir de porcinos y de uso extendido en la medicina regenerativa busca exportar a partir del próximo año a Europa. Foto: EFE