Etiqueta: interculturalidad

  • Los sombreros de paño, gamuza y fieltro son su legado

    Redacción Quito  (F)

    Relacionadas

    Ni el ruido del centro de Quito, el tiempo, el cambio de moda o el atraso del verano han detenido el trabajo de Luz Zambrano y su esposo, Segundo Ocaña, en el diseño y la confección de sombreros.

    Durante 50 años, esta pareja de riobambeños ha trabajado en un oficio que, sin embargo, parece que no tiene herederos en sus propios hijos, cinco profesionales apartados de la artesanía que convierte el paño, la gamuza y el fieltro en elegancia y distinción.

    En la Rocafuerte y Cuenca, a escasos cien metros de la casa donde nació el presidente José María Velasco Ibarra, abre las puertas a sus clientes el depósito de sombreros ‘Pilarcita”, donde doña Luz atiende desde las nueve de la mañana.

    Coincidencias de la vida, el presidente quiteño era uno de sus principales clientes, décadas atrás, y mandó a confeccionar sombreros de tipo bombín. El nombre de local es en honor a su cuarta hija Moraima del Pila.

    Pero el matrimonio no se conoció en Riobamba, sino en Quito. Doña Luz cuenta que aún siendo adolescente llegó a la capital acompañando a su tío Ángel Escobar, quien confeccionaba sombreros para los almacenes de casimires y camisas que en los años 60 se ubicaban en los bajos del Palacio Arzobispal.

    Escobar, hermano de su madre, trajo -además de su sobrina- ayudantes del centro del país para trabajaren su taller de La Magdalena.

    Uno de ellos, era Segundo Ocaña quien se enamoró de doña Luz, se casaron y finalmente se hicieron cargo del negocio.

    Ello, porque ninguno de los hijos de don Ángel quiso continuar con el oficio de sombrerero.
    El local de la Rocafuerte no ha sido el único; al menos siete veces han tenido que cambiarse de locales todos en el Centro Histórico cuenta doña Luz.

    El taller lo tienen en la Loma de Puengasí y en el local de la Rocafuerte se exhiben no menos de unos doscientos sombreros de todas las tallas. Los más económicos son de USD 10, los más elegantes, de piel de conejo importada de Alemania, tipo Mariscal, tienen un costo de USD 90.

    También, fabrica cachuchas, boinas, sombreros tipo cordobés, de ala ancha para mujeres y de copa para representar a los chullas quiteños en las comparsas de las fiestas de la carita de Dios.

    Javier Cevallos, actor del grupo Quito Eterno, cuenta que es cliente del matrimonio Ocaña Zambrano porque estos sombreros no se producen en serie sino que son personalizados y de altísima calidad. Por ello, su grupo de teatro ha adquirido ahí unos diez sombreros. En el local además da mantenimiento a dos sombreros, herencia de su abuelo.

    El depósito de sombreros del matrimonio Ocaña Zambrano se ubica en las calles  Rocafuerte y Cuenca.  Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    El depósito de sombreros del matrimonio Ocaña Zambrano se ubica en las calles Rocafuerte y Cuenca. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Ropa étnica de Otavalo se sube a las redes

    José Luis Rosales.  (F)
    Contenido intercultural

    Relacionadas

    Lo que empezó como un pasatiempo se transformó en su segunda profesión. Sisa Morales, egresada de la carrera de Contabilidad y Auditoría, le apostó a la confección de blusas, que usan las mujeres indígenas otavalos, pero con diseños novedosos.

    Desde hace tres años, esta emprendedora, de 26 años de edad, abrió la microempresa de Bordados Sisa, en su natal Otavalo, provincia de Imbabura.

    La artesana incursionó en el diseño de esta prenda, que es parte del elegante traje indígena, que también consta de dos anacos de paño. Esta especie de falda, de forma rectangular, va sujeta a la cintura con una faja o chumbi.

    Blanca Burga, tía de Morales, le enseñó los secretos para plasmar con hilos, de vistosos colores, las figuras florales en este atuendo de tela de color blanco. Esta técnica aún sobrevive en algunas comunas de la ‘Provincia de los Lagos’.

    Sisa, cuyo nombre significa Flor, en español, recuerda que confeccionar la primera blusa le tomó cerca de un año. Puntada tras punta le dio forma al pecho, la espalda y las hombreras.
    Sin embargo, ahora esta diseñadora invierte de uno a dos días en hilvanar a mano cada camisa.

    Una de las particularidades de este taller es que las ofertas y los pedidos se hacen a través de las redes sociales. Por ello, no necesita abrir un local. Trabaja en casa.

    Cada nueva creación la exhibe en su cuenta de Facebook bajo el nombre de Sisa. La incursión en las redes fue por recomendación de su amigo José Espinosa.

    Este otavaleño, experto en audiovisuales, recuerda que ‘congeló’ en fotos las primeras prendas diseñadas por la artesana, para que las promocionara en la Web.“Era más fácil que estos diseños se promocionen en las redes sociales, que a través de ferias”.

    La propuesta tuvo acogida. En el primer mes alcanzó los 1 000 seguidores en Facebook. Hasta el 7 de octubre pasado, tenía 4 845. Ahora, también publica en Instagram y WhatsApp.
    El medio virtual le permite a la emprendedora kichwa interactuar con sus potenciales clientes. A Miryan Yamberla, por ejemplo, le agradó una blusa con escote, por lo que solicitó una cotización.

    La Internet también le posibilita a la productora tomar en cuenta las preferencias de los compradores en cuanto a modelos y colores.

    Eso sí, Morales asegura que su propuesta es dar un toque moderno a este atuendo ancestral. Por eso, eliminó los anchos encajes en el escote y en las mangas, que portan los tradicionales camisones.

    También reemplazó los bordados de motivos florales por figuras geométricas.
    Otro de los cambios está en el empleo de la materia prima. Al principio, la producción se hacía en tela de lienzo y ahora en dracón y de hilo orlón pasó al seda. También adicionó cintas y diminutas esferas, parecidas a unas perlas.

    En la fabricación de estos trajes tiene la colaboración de Rubí Ruiz y Gladys Otavalo. Ruiz es la encargada del corte y la confección de esta indumentaria.

    Entre tanto, Otavalo es diestra bordadora. Comenta que para labrar las figuras, algunas con identidad étnica, prefiere contrastes de tonalidades primarias.

    Los diseños de Bordados Sisa han subido en tres ocasiones a la pasarela. La última fue en el marco de la celebración del Pawkar Raymi (Fiesta del Florecimiento), que se efectuó en febrero último.

    Ahí, una de las novedades es que no solo desfilaron modelos indígenas, sino también mestizos.

    Sisa Morales explica que este tipo de atuendo ahora también tiene alta demanda de mestizas y extranjeras.

    El año pasado, junto a 16 diseñadores del país tuvo la oportunidad de mostrar su trabajo en Cromía, Encuentro Internacional de Diseño. La cita, en su segunda edición, se realizó en Atuntaqui.

    Esa actuación le hizo crecer profesionalmente. Actualmente, cada mes elabora, en promedio, 30 blusas de diferentes estilos. Cada una cuesta USD 65. La meta de Morales es seguir conquistando el mercado con su creatividad.

    Los productos

    La diseñadora

    Ella ha creado unos 20 modelos de blusas. En uno de ellos, utiliza cintas para la decoración de la colorida vestimenta.

    Los pedidos

    Estos llegan de varias partes del país y del exterior. Las contrataciones se realizan por redes sociales. En la última semana envió una docena de prendas a España.

    Los contactos

    La emprendedora trabaja con su cuenta en Facebook Sisa. También recibe pedidos directos, de quienes conocen sus productos.

    La promoción

    Hay anacos, alpargatas, camisas, fajas… que también se muestran en las redes sociales.

    En la vivienda de Sisa Morales, ubicada en la ciudadela Los Lagos, en Otavalo, también funciona su taller. Foto: José  Mafla / LÍDERES
    En la vivienda de Sisa Morales, ubicada en la ciudadela Los Lagos, en Otavalo, también funciona su taller. Foto: José Mafla / LÍDERES