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  • Las marcas van por el oro en los juegos

    AFP / Londres

    El movimiento olímpico movió cerca de USD 8 000 millones en ingresos entre el 2009 y 2012. De ese rubro, el Comité Olímpico Internacional (COI) obtiene solo una porción.

    Los ingresos que vienen de la venta de derechos de televisión componen, tradicionalmente, la mitad de las entradas del movimiento olímpico (USD 3 914 millones), por delante de las contribuciones de los patrocinadores (34%), la venta de entradas a los estadios y la comercialización de productos derivados.

    Pero el COI percibe entre un 8 y 10% de esa suma, pues la mitad se la entregan al Comité Organizador de los Juegos Olímpicos (invierno y verano) durante la Olimpiada (período de preparación entre Juego y Juego, que dura cuatro años).

    El resto se asigna a las federaciones deportivas y a los comités olímpicos nacionales. Una pequeña parte alimenta las cuentas del Comité Paralímpico Internacional y de la Agencia Mundial Antidopaje.

    Desde 1984, los juegos entraron en la era del patrocinio intensivo, bajo el impulso del anterior presidente del COI, el español Juan Antonio Samaranch, experto en el arte del marketing. Cuatro años después, el COI inventaba el programa TOP (The Olympic Partner, El Socio Olímpico).

    Bajo esas siglas se reúnen 11 patrocinadores como Coca-Cola, Visa, Panasonic o McDonald’s, que pagan por el derecho a usar durante cuatro años los cinco anillos, propiedad exclusiva del COI: USD 957 millones (unos USD 70 millones por empresa).

    Para Vancouver 2010 y Londres 2012, se cobró más de 10 veces el derecho de ingreso a este sitial de los montos establecidos para hace 20 años.

    En un segundo plano, en término de exposición, los comités de organización tienen sus propios patrocinadores. Los siete auspiciantes y siete empresas que apoyan al Comité de Organización Londinense (Locog) esperan una suma parecida que la que pagan los top. Empresas nacionales como BP, British Airways o Lloyds, o extranjeras como EDF o BMW, pagarán un poco menos para asociarse a los anillos, aunque su derecho será por los 15 días de la competencia olímpica.

    Pero en la cuestión de las cuentas no todos están contentos. Desde 1980, el Comité Olímpico Estadounidense (USOC) recibe un 12,75% de los derechos de tv. generados en Estados Unidos y, sobre todo el 20% de ingresos globales por marketing. Lo que equivale a todo lo asignado a los otros comités nacionales juntos.

    Esa ventaja negociada -en su momento- entre patrocinadores y cadenas de televisión estadounidenses generaba casi la totalidad de la riqueza olímpica. Este hecho es cuestionado por otros miembros del COI, principalmente por los europeos.

    Eso ha llevado a un aislamiento del USOC en el movimiento olímpico, pero el Comité Olímpico Internacional y el USOC anunciaron a fines de mayo en Quebec que sellaron otro acuerdo, aunque no revelaron los montos.

  • Con juegos en las clases surgió este emprendimiento

    Redacción Quito

    Una clase “entretenida” de la universidad se convirtió en la inspiración para su emprendimiento. En el 2009, Andrea Vizcaíno y Hugo Dávalos se divertían en el taller de elaboración de quesos. Ellos estudiaban Ingeniería Agropecuaria en la Escuela Politécnica del Ejército (Espe).

    Lo que más les gustaba de esta materia era que podían experimentar con diferentes sabores, al mezclar los lácteos y frutas o especias para obtener un sinnúmero de variedades de quesos.

    El gusto por descubrir nuevas combinaciones no se quedó en el aula. Vizcaíno y Dávalos decidieron llevarlo más allá. Tras hacer varias pruebas y ver que sus quesos tenían éxito entre sus amigos y conocidos, decidieron crear su propio negocio. De esta forma, en octubre del año pasado nació su microempresa: Cowa Quesos Gourmet.

    Llevaron su proyecto a ConQuito para buscar financiamiento. Por ser una idea innovadora recibieron los USD 8 500 y el asesoramiento para el desarrollo de su plan de negocios.

    El dinero lo invirtieron en materia prima, utensilios para la elaboración de los productos, desarrollo de la marca y promoción por medio de redes sociales.

    Su pequeña fábrica la montaron en la cocina de la casa de Vizcaíno, que está ubicada en Sangolquí.

    Ahí elaboran sus cuatro líneas de productos: quesos combinados con frutos, especias, frutos verdes y frutos secos.

    Los venden en envases de 250 gramos; cada unidad cuesta USD 2,50. Su producción depende de los pedidos que se realicen cada semana. Por ejemplo, en octubre elaboraron 500 unidades, mientras que el mes pasado fabricaron 200 quesos.

    Todavía no cuentan con canales de distribución definidos; los productos los entregan directamente.

    Cowa describe a su público objetivo como jóvenes y adultos, que están entre los 18 y los 35 años de edad y les gusta experimentar nuevos sabores.

    André de la Rosa es gerente de Ventas de una agencia de viajes y se considera fanático de los quesos. Lo que le llamó la atención fue la mezcla de diferentes ingredientes . En principio fue escéptico del buen sabor, pero probó y ahora compra unas tres unidades a la semana.

    De la Rosa le contagió el gusto por Cowa a su compañero de trabajo Juan Diego Flándoli. Él señala que Cowa tiene buenas combinaciones de sal y de dulce, pero la que más le llamó la atención fue el queso con ‘pickles’ de pepino.

    Entre los proyectos de Cowa está conseguir financiamiento de la Corporación Financiera Nacional (CFN) para construir su planta. También se encuentra en conversaciones con Corporación Favorita para la distribución de sus quesos.

  • Un mundo de juegos llega al sur de Quito

    Resbaladeras, colchonetas inflables, pista de patinaje, entre otros, son algunos de los juegos que ofrecerá Mr. Joy en Quito. Esta es una empresa que brinda diversión para niños y adultos a través de diferentes actividades lúdicas.

    Precisamente, este es el concepto de la firma inglesa (su nombre es confidencial), de la cual surgió Mr. Joy como una ramificación. De hecho, esta es la primera vez que la firma usa este nombre y el local de Quito es el primero en América Latina.

    Los dueños del local, que funcionará desde este 6 de diciembre en el Centro Comercial El Recreo, en el sur de Quito, también son ingleses y fueron ellos quienes compraron la idea y los juegos (son importados de China y de Europa).

    “La inversión en Ecuador fue de entre USD 1,5 millones y USD 2,5 millones. El sitio estará ubicado en el tercer piso del centro comercial y ofrecerá diversión, respeto y seguridad”, señaló Maggie Pérez, vocera de Mr. Joy en Ecuador.

    Entre las diversiones que ofrecerá el sitio está el sky walk, que es una caminata en la que la persona está suspendida en el aire. También habrá un juego de guerra de pelotas, que funciona a través de un sistema de tubos con aire a presión; salas de videojuegos, colchonetas y más.

    “Los niños entran en actividad, corren, juegan, interactúan con otros de su edad, se liberan de tensiones ”, señaló Pérez.

    Con ello comparte Marianela Berrazueta, administradora del Centro Comercial El Recreo. Ella dijo que Mr. Joy estará en un espacio de 2 000 metros cuadrados destinados a diversión activa.

    El usuario no tendrá que pagar un valor por cada juego sino que por un solo monto podrá usar diferentes diversiones de Mr. Joy por dos horas seguidas. El precio de lanzamiento de las entradas será de USD 5 (todos los juegos menos sky walk, videojuegos y patinaje), USD 6 (todos los juegos) y USD 3 (tercera edad y menores de 2 años). El horario de atención será el del centro comercial.

    Este es el único local en Quito, pero no por mucho tiempo. Entre los planes de los inversionistas está abrir siete nuevos Mr. Joy en el país (incluidos otros en Quito) así como en Guayaquil, Loja y Cuenca. Asimismo, buscan expandirse como franquicia a países de la región como Uruguay, Argentina y Perú.

  • Cuando jugar trae beneficios a la empresa

    Arturo Castillo. Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    El ser humano, aún cuando alcanza su etapa de adultez, se esfuerza por camuflar su latente necesidad de jugar. Parte de esa negación es haber hecho del juego algo serio, competitivo, empresarial, un negocio de grandes cifras.

    El juego ocurre en el ámbito individual, con un sinnúmero de aparatos electrónicos que, a más que ser útiles, sirven para entretener a su propietario y alejarlo momentáneamente de la realidad en la que se desempeña. Los juguetes para gente grande pueden presentarse en diferentes tamaños y costos, tener la forma de un automóvil de colección o de un avión a control remoto; de un lujoso velero o de un modesto juego de video.

    Colectivamente, están el fútbol, el tenis, el baloncesto, las carreras de automóviles, entre otras formas de entretenimiento, que permiten a los adultos divertirse, dejar salir al niño que vive cautivo, atemorizado.

    Esa necesidad lúdica ha sido llevada al mundo de los negocios, con la práctica del golf, un deporte considerado elitista y refinado. Su práctica no es masiva y en muchos casos, el acceso a las instalaciones donde se practica es privilegio de algunos pocos.

    La gratificación del juego, el recorrido a lo largo del campo de golf mientras se respira aire fresco, en una mañana soleada, con cielo azul despejado, se combina con provechosos ‘business’; el ‘score’ ganador incluye relaciones estratégicas, socios potenciales, pero también nuevos compañeros de ocio y recreación.

    Se sobreentiende, sin embargo, que en todo juego hay jugadores tramposos, que usan el juego como un ardid para tomar ventaja sobre sus contrincantes o incluso contra sus propios compañeros. El juego, como se sabe, pone en acción la personalidad y el carácter sin tapujos ni máscaras. Entonces, seguramente no siempre el juego sale bien; es probable que el golfista se dé cuenta de antemano que no debe hacer negocios precipitados, a sabiendas de que ‘se juega como se vive’. Si el individuo no respeta los códigos del deporte, posiblemente tampoco sea consecuente con los principios éticos del mundo empresarial.

    El juego, aparte de su valor lúdico, deja al descubierto la impaciencia, el mal humor, el derrotismo, el regateo; la arrogancia, la frustración, la agresividad, el miedo a tomar decisiones. El juego adulto, en suma, tiene sus cálculos; jamás volverá a experimentar el gozo infantil.

  • Los juegos tradicionales impulsan este negocio

    Redacción Quito

    En el tradicional barrio de La Ronda (centro de Quito), hay un sitio que permite a los visitantes recordar su infancia, cuando disfrutaban de juegos al aire libre, como trompos, yoyós y resorteras.

    Gerardo Zabala, artesano calificado, tras ganar un concurso que convocó Quito Turismo (denominado Manos en La Ronda), se hizo acreedor de este local en esta tradicional calle. Ahí abrió Zabala Artes, una juguetería que busca rescatar los juegos tradicionales de Quito.

    El microempresario comenta que la idea nació de su experiencia de trabajar en el arte del torno por 46 años, ya que esos conocimientos le servirían para crear trompos, valeros, yoyós, zumbambicos, carritos de madera, etc.

    La decoración de Zabala Artes es lo que llama la atención de los clientes y turistas que a diario visitan el lugar. Desde el momento que se ingresa en el local hay cientos de trompos colgados por todas partes; allí también se destaca una máquina, en donde Zabala realiza los trompos en unos 10 minutos.

    Este negocio, que abrió hace un año y medio, genera cuatro plazas de trabajo.

    El artesano cuenta que el trompo que se conoce actualmente, «en realidad es un invento chino» y que él busca rescatar trompos étnico ancestrales, como el trompo Cushpi (perteneciente a la cultura Caranqui) y también realizar creaciones propias, como el trompo ‘platillo volador’.

    Adrián Gutiérrez, comunicador de la Fundación Quito Eterno (una entidad cliente de Zabala Artes), cuenta que su primera compra la realizó esta entidad en mayo de este año, con motivo del Día Internacional de los Museos. En esa ocasión, la Fundación promovía la práctica de juegos tradicionales con sus visitantes. El trompo adquirido para estas actividades fue el denominado Cushpi.

    Gutiérrez destaca la participación de un negocio así en la ciudad, ya que «ayuda a recobrar tradiciones de antaño y recupera juegos donde los niños son los protagonistas». Con esto concuerda Zabala, quien ofrece a los niños una opción para que por un momento dejen de lado los aparatos tecnológicos. «Los niños en esos juegos en red son espectadores y no actores», asegura Zabala, quien sostiene que entre sus clientes también destacan las personas de la tercera edad.

    El negocio

    Objetivos. Ampliar el local para brindar mejores servicios a los turistas nacionales y extranjeros.

    Precios. Los trompos varían desde USD 3 uno de tipo llavero, hasta de 50 como el trompo ‘platillo volador’.

    Inversión. Este negocio inició con USD 15 000.