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  • En crisis, la inversión permite innovar

    REDACCIÓN QUITO. (I)
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    Matt Allen, profesor del Babson College, asegura que el capital humano es clave para el desarrollo empresarial.

    En Ecuador y muchos países las empresas familiares son el resultado de pequeños emprendimientos. ¿Cómo pueden ser sostenibles esos emprendimientos para, con el tiempo, convertirse en empresas?

    La idea de seguir creciendo para ser una empresa establecida es un tema muy importante. Muchas veces el hecho de no seguir creciendo viene de los deseos de los dueños. Si los propietarios no tienen deseos o metas para seguir creciendo la empresa no mejorará. Para las compañías que sí quieren crecer lo más importante es mantener una cultura de emprendimiento. Es decir, que los dueños estén dispuestos a adaptarse para poder aprovechar las oportunidades. Tienen que estar dispuestos a cambiar su modelo de negocio e incluso el negocio como tal para aprovechar las oportunidades.

    ¿Cuánto afectan o pesan las normas y regulaciones en el crecimiento de una empresa familiar?
    Es verdad que las normas y regulaciones afectan el crecimiento de una empresa familiar. Lo importante es alinear las regulaciones con las estrategias de la firma. Si la compañía tiene una estrategia de crecer las normas deben apoyar esta estrategia. Por ejemplo, con los empleados, ¿son ellos recompensados por ideas nuevas? Por eso el concepto de alinear normas con estrategias es esencial.

    Una vez que un emprendimiento familiar se consolida, ¿cómo se debe seleccionar el equipo de trabajo que la lleve a un crecimiento sostenido?
    Seleccionar el equipo de trabajo también tiene que ver con el proceso de alineamiento. Se debe asegurar que el equipo y su experiencia estén alineados con el deseo de crecer. Puede ser que el equipo cuente con miembros de la misma familia, pero solo si tienen conocimiento y preparación necesarios para obtener el éxito. La familia debe enfocarse en preparar a los miembros de la familia para ser los líderes del futuro. Si no lo hace, tendrá que apoyarse en profesionales que no sean de la familia, pero que pueden funcionar bien si tienen experiencia y conocimientos apropiados.

    La división de cargos en una empresa familiar suele ser complicado. ¿Existe alguna fórmula para manejar el talento humano en una empresa familiar?
    Lo difícil viene más que nada cuando los miembros de la familia están trabajando dentro de la empresa. Algunas ideas para mejorar el proceso son: tratar a los empleados familiares y no familiares igual, enfocarse en habilidades y no el apellido, dejar entrar en la empresa solo a los calificados. Lo más importante es comunicar claramente las responsabilidades de cada miembro del equipo y asegurarse de que los miembros del equipo tienen responsabilidades distintas.

    En su experiencia, ¿cuáles son los errores más comunes en empresas familiares que se deben evitar?
    Los errores más frecuentes son: no preparar la próxima generación de la familia, permanecer como líder por demasiado tiempo sin pasar responsabilidad a la próxima generación, no fijar normas para la familia y la empresa, no comunicar bien las decisiones de la compañía con toda la familia, no escuchar bien a las necesidades de la familia, no poder adaptarse a los cambios dentro de la familia, dentro de la compañía y en el mercado.

    ¿Cómo deben actuar las empresas familiares en épocas de recesión o desaceleración económica?
    Las investigaciones demuestran que las familias exitosas inviertan en innovación y mejoras.
    ¿Qué ganan las empresas familiares innovadoras? ¿Más mercado, mayores ventas…?
    Las empresas van a crecer o por ventas o mercado. Las compañías familiares cuidan el dinero y evitan deuda y por eso pueden invertir durante épocas de dificultades económicas. El hecho de poder invertir durante esas épocas significa que las empresas van a obtener recursos más baratos y van a poder buscar innovación e expansión, en un momento en que las demás empresas no lo pueden hacer.

    ¿En este proceso importa el tamaño de la empresa?
    Hablando específicamente de normas y reglas, sí importa el tamaño que tiene una empresa. No solo el tamaño de la compañía sino la complejidad del negocio en el que participa. Una empresa muy compleja necesita normas mas complejas, pero también puede existir una compañía muy grande pero sencilla. A la vez, puede existir una empresa pequeña pero muy compleja, con complejidad en la familia y en la empresa. Hablando de equipos, en las empresas pequeñas, el líder puede conocer y hablar con cada miembro del equipo, pero en las más grandes es imposible que eso ocurra y los líderes tienen que buscar gerentes para ayudar con el liderazgo lo cual puede ser muy difícil.

    ¿Es más fácil enfrentar una situación económica adversa en una empresa pequeña?
    Lo que tienen las empresas pequeñas en situaciones económicas adversas es flexibilidad. Pueden cambiar rápidamente. Pero lo que no tienen es un exceso de recursos para sostenerse.

    ¿Qué consecuencias se pueden esperar si una empresa familiar no admite un error?
    Todas las empresas deben poder reconocer sus errores. No creo que sean diferentes empresas familiares en este sentido.

    ¿Cómo debe aportar el talento humano de la empresa en momentos económicos difíciles?
    En tiempos económicos difíciles quiere que el talento humano sea motivado porque la situación requiere que tienen que hacer mas. También, es importante tener miembros del equipo que sepan pensar por sí mismos y resolver problemas por su propia iniciativa. Además, se requiere que el capital humano tenga algo de autonomía y los deseos de usarla.

    ¿En una situación económica difícil cuáles deben ser las prioridades de una empresa familiar que busca crecer?
    Creo yo que algo que deben hacer siempre pero también durante situaciones económicas difíciles es enfocarse en lo que necesitan los consumidores o clientes. Solo en servir bien los clientes van a poder tener éxito.

    Hoja de vida

    Matt Allen
    Ph.D de Cornell University y profesor e investigador de Babson College en la División de Emprendimiento donde dirige una investigación sobre emprendimiento en empresas familiares en coordinación con escuelas de negocios de Europa.

    Experto en el manejo efectivo de capital humano dentro de ambientes de emprendimiento en organizaciones familiares.

    El 16 de noviembre dará una conferencia sobre Buenas prácticas empresariales en talento humano, en el Swissotel, de Quito. Organiza Seminarium.

    Matt Allen El profesor del Babson College, en EE.UU., habla sobre las tareas de las empresas familiares en épocas de contracción económica. También, habla sobre la relevancia de formar a los miembros de la familia y seleccionar a ejecutivos externos con a
    Matt Allen El profesor del Babson College, en EE.UU., habla sobre las tareas de las empresas familiares en épocas de contracción económica. También, habla sobre la relevancia de formar a los miembros de la familia y seleccionar a ejecutivos externos con altas capacidades. Foto: Cortesía
  • En Cotacachi la uvilla orgánica rinde frutos

    Pamela García / F – Contenido intercultural

    Las bondades del mortiño y la uvilla no solo se encuentran en su alto contenido vitamínico sino también en su potencial para generar ingresos para las comunidades indígenas en Cotacachi, provincia de Imbabura, bajo la iniciativa Sumak Mikuy.

    Este emprendimiento, fundado en el 2007, tiene como principal objetivo apoyar a la conservación de la agricultura andina tradicional, con el trabajo en conjunto con los habitantes de la zona.

    De este proyecto se benefician cerca de 100 familias de las comunidades de Guananí y Piñán, que se han convertido en proveedores de frutos silvestres para la elaboración de materia prima.

    Uvilla, mortiño y ají rocoto deshidratados son algunos de los productos que elabora esta iniciativa, como insumos para otras marcas nacionales. Como exigencia, las empresas con las que comercializan deben contar con políticas de comercio justo y producción orgánica, como por ejemplo las firmas Arriba Chocolates, Pacari y el Salinerito con las que trabajan.

    Santiago Peralta, gerente general de Pacari, trabaja con la microempresa desde el 2008. Él señala que entre los aspectos que más se rescata de los productos de Sumak Mikuy es su certificación 100% orgánica. “Esto me permite generar valor agregado en el mercado extranjero”, indica.

    Este emprendimiento cuenta con la certificación alemana BCS, que acredita a la producción orgánica bajo los parámetros de exportación de la Unión Europea (UE). “La producción libre de químicos se integra a la cosmovisión indígena del cuidado de la Pachamama. Y eso es lo que buscamos”, indica Verónica Acosta, gerenta general de Sumak Mikuy.

    Así también este emprendimiento realiza capacitaciones en técnicas de optimización de recursos en conjunto con la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi (Unorcac), su socio mayoritario.

    Carlos Farinango, promotor de la empresa, brinda asesoría para el control de plagas, además de técnicas para mejorar el rendimiento de las parcelas. “El beneficio de la planta de uvilla es que comienza a producir a los cinco meses, con dos cosechas por semana, durante seis meses. Es muy rentable”, señala el especialista.

    De igual manera, con la ayuda de técnicos del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias se escogió una variedad local llamada nativa, que se produce mejor en la región. Luego, estas especies fueron repartidas entre los campesinos.

    Estos estudios permitieron reconocer las plantas genéticamente superiores que brindaban mayor rendimiento en el clima de la región. “Las plantas se encontraron en las faldas del volcán Cotacachi”, señala Farinango.

    Una de las políticas de la microempresa es evitar la creación de monocultivos; es decir, parcelas agrícolas de un solo producto. Esto, señala Acosta, permite que las comunidades sean independientes y puedan generar otros ingresos para sus hogares.

    Dentro de los incentivos a los productores está la entrega de abonos, dosis de fertilizante y pesticidas orgánicos y la renta de un motocultor para labrar la tierra. “El costo de un tarro de fertilizante es de USD 70, montos que no pueden adquirir con sus ingresos. Por eso, nosotros les facilitamos esto entregando dosis personales”, explica Acosta.

    Los productores como Rebeca Panamá y Oswaldo Guaján están satisfechos. Ellos alternan la producción de uvilla con maíz y fréjol. “Con la uvilla, cada 15 días cogemos las plantitas, mientras que con el maíz es una sola vez a los seis meses”, indica Panamá.

    Para los campesinos, los ingresos de Sumak Mikuy representa cerca de USD 300 mensuales. Por cada kilogramo de producto se recibe cerca de USD 1,45.

    El precio por kilo va relacionado con los costos de producción de los agricultores. En función de la realidad del productor se establece el alza o baja de precios.  “Para este año esperamos subir el precio de la uvilla a USD 1,50 y así ayudar con los costos de producción a nuestros proveedores”, señala Acosta.

    Para la elaboración de un kilo de uvilla deshidratada, que cuesta alrededor de USD 10, se requiere cerca de 5 kilos de fruta fresca. Al mes, la empresa puede elaborar alrededor de 15 toneladas  de producto deshidratado que representan ingresos por USD 21 000.

    Sumak Mikuy cuenta con una planta de producción en Cotacachi, que dispone de una deshidratadora, un cuarto frío, balanza digital, gavetas, equipo informático, entre otros insumos.
    Para esta inversión contaron con el apoyo de la Agencia de Cooperación Alemana, la firma Pacari y el departamento de Bio Comercio de la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Corpei).

    Dentro de los nuevos productos que esta microempresa busca producir durante este año se encuentra el maíz negro deshidratado y el higo deshidratado que tienen acogida en el mercado.

  • Chocolate para diabéticos, su primer paso

    Redacción QUITO

    La idea de elaborar un chocolate sin azúcar apto para el consumo de personas con diabetes impulsó la creación de Dulcione, un negocio fundado en noviembre del 2010 por Marcelo Carrasco y su esposa, Berta Prudant.

    Carrasco es ingeniero de alimentos y especialista en confitería y chocolatería. Él se encarga de elaborar las fórmulas que produce su iniciativa. Su esposa, como publicista y diseñadora gráfica, es la mente creativa del negocio.

    “Marcelo conocía del proceso para elaborar chocolate pues siempre ha trabajado en eso, lo único que nos faltaba era el dinero”, cuenta Prudant. Cuatro meses después de la fundación de la empresa, por recomendación de una amiga de la familia, la pareja conoció el programa estatal EmprendEcuador, que desarrolla proyectos de emprendimiento.

    Ya teníamos la empresa constituida legalmente como sociedad anónima, pero no producíamos en grandes cantidades. Presentamos el proyecto y calificamos. En EmprendEcuador nos financiaron USD 10 000 para elaborar el plan de negocios y un estudio de mercado”.

    Ese paso fue fundamental para el crecimiento de este negocio. Con los recursos la pareja hizo un estudio de mercado y descubrió su producto estrella: “Embrujo”, una barra de 80 gramos de chocolate artesanal, elaborado con fructosa, un sustituto del azúcar tradicional utilizada como edulcorante por personas diabéticas.

    Durante un año, hasta noviembre del 2011, las actividades de esta microempresa se enfocaron en la adecuación de las instalaciones necesarias para poder elaborar el chocolate. En ese proceso se invirtió USD 70 000, monto que fue invertido en comprar materia prima, maquinaria, empaques, obtener registros sanitarios y la adecuación de un sitio para la fábrica, en el norte de Quito. “2011 fue un período de pruebas, experimentos y pequeñas ventas”, cuenta Prudant.

    Ese mismo noviembre, aprovechando el inicio de la temporada navideña, Dulcione salió al mercado con una línea de cajas de madera con bombones, que ofertaban como regalo para las festividades. Entre noviembre del año pasado y este mes, la iniciativa facturó USD 72 000.

    La fábrica donde se elaboran los chocolates tiene una capacidad de producción de 500 kilos de chocolate por semana. “Por eso tenemos pedidos programados hasta la segunda semana de diciembre”, afirma Prudant.

    En enero de este año, Dulcione tuvo otro punto de quiebre. Empezó a elaborar chocolate por kilos personalizado, con el sabor que el cliente solicite. Así ofertaba el producto con diferentes porcentajes de licor de cacao, por ejemplo.

    Los clientes de esta oferta son reposteros, pasteleros y chocolateros. Gracias a ello, en agosto de este año hicieron su primer envío a Alemania: fueron 300 kilos de chocolate amazónico con jengibre y con ishpingo.

    En el mercado local, los precios por kilo de chocolate pueden variar entre los USD 4 y los 9,50, según los ingredientes que el cliente solicite en la fórmula. Así, las fórmulas pueden variar en el porcentaje de azúcar o fructosa.

    La materia prima la obtiene de fincas ubicadas en Puerto Quito, Morona Santiago y en Guayaquil, como Cafieza Triari. Según Lourdes Días, vocera de Cafieza Triari, Dulcione les compra al mes un promedio de 100 kilos de manteca y polvo de cacao natural. “Los pagos los hacen antes del pedido, nunca hemos tenido inconvenientes con ellos”.

    Dulcione también personaliza la presentación del chocolates. Rafael Janowitzer, por ejemplo, pidió a este emprendimiento elaborar en chocolate las invitaciones para la fiesta de 15 años de su hija. “Las hicimos al estilo de la película de Willy Wonka y la fábrica de chocolate. Cuando el invitado quita la envoltura encuentra un pase dorado que es la invitación, En la envoltura y en la tableta de chocolate pusieron el nombre de mi hija”.

  • Su aporte es crear pequeños huertos en los departamentos

    Redacción Quito

    La jardinería y la agricultura fueron concebidas para espacios abiertos; lo rural es su territorio natural. Pero Nina Velasco, una bióloga quiteña de 29 años e Isadora Espinosa, una diseñadora gráfica de la misma edad, quisieron romper estas reglas. Para estas dos emprendedoras, la casa o el departamento en la ciudad, también pueden ser un espacio para sembrar alguna planta.

    Con esta idea nació Kenku, en el 2011, una marca que comercializa pequeños maceteros con semillas, para germinar una planta de jalapeño, tomate, ají, rúcula, albahaca, girasol y cebollín.

    Kenku significa bambú en Shuar. Según un relato de esta nacionalidad ecuatoriana, un espíritu de la selva habita en el bambú que almacena agua, por ello, el Kenku es un símbolo de vida, y este nombre calzaba para su producto.

    Con el nombre definido, Espinosa se encargó del diseño de los logotipos y las etiquetas. Mientras que Velasco estudiaba qué semillas se adaptarían al clima de Quito y germinarían sin mayores dificultades. Así, el kit de kenku consta de la pequeña maceta, las semillas y dos pastillas de sustrato de fibra natural de coco, donde se plantan las semillas. Para hacer esto posible, la inversión inicial fue de USD 800.

    En principio sacaron a la venta 100 unidades. La mayoría se distribuía entre amigos y familiares, pero desde el año pasado se comenzó a vender en la tienda Messklan (norte de Quito).

    Velasco dice que no tienen un público específico, ya que personas de distintas edades adquieren los pequeños kits para sembrar. Aunque dice que han tenido éxito con los niños, que les gusta mirar el proceso de crecimiento de una planta, y también en jóvenes que tienen un pequeño huerto en sus departamentos.

    Cada kit cuesta USD 6. Al mes tienen una venta promedio de 50 unidades; en meses como diciembre las ventas se incrementan hasta 150. Actualmente, buscan nuevos canales de distribución para que la marca Kenku sea más conocida.

    Carmen Terán es secretaria de una empresa privada y adquirió el producto el año pasado. Comenta que es una gran iniciativa, porque es muy fácil de usarlo, porque en la etiqueta vienen todas las instrucciones. «Es muy bonito ver cómo crece la ‘plantita’, y no necesita de mucho cuidado». Ella ha adquirido seis macetas, la mayoría para regalar a familiares.

    Oferta
    Los kits.Producen un promedio de 80 unidades. Las semillas son provenientes de los EE.UU.

    El armado.  La elaboración de los kits lo realizan en la vivienda de Nina Velasco, ubicada en el Valle de los Chillos. Un fin de semana produen 80 unidades entre dos personas.

    LA CIFRA
    USD 300 al mes es el promedio de facturación

  • EL negocio pierde recursos y se estanca

    Las consecuencias

    Carolina C., de 74 años, quien tiene un pequeño negocio de lavado de ropa, no pudo comprarse la lavadora industrial que requería para ampliar su empresa por problemas con su pareja. «Necesitaba que me firme los papeles para comprar a crédito una lavadora, pero él no quería firmar, me daba largas. En la empresa les dije que yo voy a pagar la lavadora, no él. Pero aún así no pude.» 50 de cada 100 microempresarias en el país viven algún tipo de violencia de pareja, lo cual no solo afecta su salud emocional e integridad personal, sino la sostenibilidad de sus microempresas.

    Así lo demuestra el estudio ‘Los costos invisibles de la violencia contra las mujeres para las microempresas’, encargado por el Programa ComVoMujer, de la Agencia de Cooperación Alemana, a la Universidad San Martín de Porres, con sede en Perú.

    Para mujeres como Ana Molina, quien posee un consultorio dental ubicado en el norte de Quito, la convivencia con su pareja le significó pérdidas económicas y daño emocional.

    Relata que apenas se casó pensó en crear una clínica odontológica con su pareja. «Él puso una parte y yo aporté con dinero que había ahorrado desde soltera», recuerda. Pero aunque crearon el negocio, él nunca la hizo participar del proyecto. Cuando se separó, ella se quedó sin nada.

    «El proceso de separación fue demasiado doloroso, y al final yo preferí no exigir, porque lo que quería era tranquilidad y ya no tener más problemas.» Molina tuvo que empezar de cero. Hoy dirige su propio consultorio. Aunque todavía sueña con tener su clínica, no cuenta con los recursos.

    Arístides Vara, del Instituto de Investigación de la Universidad San Martín de Porres, considera que la violencia hace que los emprendimientos de las mujeres se conviertan en micronegocios de subsistencia. «Para crecer necesitan reinvertir las ganancias, pero si ese dinero se gasta en curarse, o en resolver problemas familiares, difícilmente van a crecer.» Otro problema es la sobrecarga laboral. «La mujer debe recuperar los días perdidos por problemas familiares, y trabaja más de ocho horas diarias», comenta el investigador peruano.

    María O., de 60 años, enfrenta esta realidad. Ella es propietaria de una pequeña tienda, y relata que debe trabajar hasta 18 y 20 horas al día para poder generar los ingresos para mantener su negocio. Como otras microempresarias, María O. siente cómo la violencia de pareja afecta a su negocio: «A veces se porta grosero delante de la clientela. Es gritón, mandón, piensa que es mi dueño», dice esta microempresaria, quien debe asumir sola los gastos de la casa.

    Para Christine Brendel, directora regional de ComVoMujer, la violencia contra las mujeres es una problemática que afecta al Ecuador, un problema que para ser erradicado requiere del compromiso del Estado, la sociedad y las empresas.

    El presentismo es otro de los resultados de la violencia

    La violencia de pareja genera lo que se conoce en términos de talento humano como presentismo. Esto no es más que una situación en la cual una microempresaria reduce su rendimiento productivo, la calidad del trabajo disminuye, o hay cero o poca productividad. Además, cuando un trabajador sufre de presentismo, enfrenta un alto riesgo de sufrir accidentes laborales.

    Arístides Vara, del Instituto de Investigación de la Universidad San Martín de Porres, considera que esta es una variable que muy pocas veces se tiene en cuenta al momento de medir la productividad.

    Ricardo Flor, presidente de la Cámara de la Pequeña Industria de Pichincha, señala que cuando existe violencia de pareja hacia la mujer, la productividad se ve afectada. «Todo lo que sucede en nuestro hogar lo llevamos a nuestro trabajo, consciente o inconscientemente».

    A nivel empresarial, otros efectos son el ausentismo y la rotación de personal que también generan costos importantes a nivel de productividad.

    Vara acota que el objeto del estudio es motivar acciones desde los sectores privados (gremios) y públicos (Gobierno) para pensar en políticas públicas de prevención de la violencia contra la mujer.

    Las entidades financieras de microcrédito así como las empresas también pueden ayudar a detectar la problemática. «La clave es prevenir», dice este investigador peruano.

    Además de la investigación efectuado en el ámbito microempresarial, el programa ComVoMujer ha trabajado en estudios específicos en otros sectores como el florícola, el maderero, etc. Los estudios evidenciaron los costos en términos de productividad que generan los problemas de violencia contra la mujer.

    Las cifras

    Denuncias. El 70% de mujeres microempresarias solteras con pareja no ha denunciado el hecho de violencia porque creen que las agresiones recibidas no son importantes.

    El apoyo. El 37% de microempresarias que sufren violencia buscan apoyo en su familia.

    El daño físico. El 54% de microempresarias ha sufrido algún daño físico. Los más frecuentes son los moretones o hinchazón, las hemorragias, las luxaciones o esguinces y los desmayos.

    Otros daños. El 85% de microempresarias ha sufrido algún daño emocional por temas de violencia. Los síntomas más frecuentes son tristeza depresiva, angustia o miedo.

    La ayuda. Solo 11% de las mujeres casadas o en unión ha recibido atención médica o psicológica.

    50 de cada 100 microempresarias sufren algún tipo de violencia de pareja.

  • La comunicación y perder el miedo son las soluciones

    Cuando en la Cámara de Comercio de Quito (CCQ) notaban que los pagos de los créditos que otorgaban a microempresarias se retrasaban surgieron varias interrogantes.

    Una de las primeras hipótesis fue que la violencia podía estar afectando a las emprendedoras. Por ello, junto al Programa Regional ComVoMujer, de la Cooperación Alemana, el gremio participó en un estudio enfocado en el segmento de las microempresas.

    Tras las investigaciones se encontró que existían negocios que cerraban por problemas de violencia de pareja.

    Pero, ¿cuáles son la alternativas que se plantean desde las empresas y las cámaras para brindar soluciones a las mujeres ante esta problemática? Para Ricardo Flor, presidente de la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria de Pichincha (Capeipi), una de las alternativas es que las empresas implementen programas de concientización por medio de sus trabajadoras sociales a toda la plantilla de trabajadores.

    Flor añade que «no se debe olvidar que este problema es estructural y atraviesa toda la sociedad». Por ello recomienda que las charlas o talleres se deben impartir a hombres y mujeres.

    En la Capeipi no disponen de datos estadísticos sobre este problema. Por ello, realizan un estudio para obtener información de cómo están las empresas asociadas; a mediados de este año esperan tener resultados.

    Benito Jaramillo, presidente del Directorio de Expoflores, comenta que el sector florícola es muy consciente de este tipo de problemas.

    Por ello, la mayoría de empresas cuenta con sellos sociales o certificados que tratan de evitar o combatir este tipo de situaciones. «Los trabajadores y psicólogos industriales -dice Jaramillo- juegan un papel preponderante en estos casos».

    El representante del gremio floricultor considera que para poner fin a esta situación, la educación cumple un papel preponderante. El segundo aspecto es que las «mujeres comuniquen y sepan y manifestar sus problemas».

    Mientras que Eddy Troya, gerente de HumanPlus, consultora en temas laborales, señala que es necesario trabajar muy fuerte en el ámbito de la familia, sino se empieza por ese ámbito, «cualquier esfuerzo será en vano». Por ello, Troya aconseja que las empresas deben implementar programas en el que participen todos los miembros de la familia, jornadas de integración y charlas periódicas.

    Para Evelyn Gómez, especialista en Talento Humano, para que un emprendimiento tenga éxito y para que un empleado tenga un buen rendimiento laboral, debe tener en orden su vida familiar.

    Una de las alternativas es generar un «entorno de confianza en la empresa», para que las mujeres puedan contar su situación, y así, buscar soluciones.

    Evangelina Gómez, directora del Consorcio Ecuatoriano para la Responsabilidad Social (Ceres), asegura que los temas de violencia son más complicados para las pequeñas empresas, porque puede generarse una rápida descapitalización (más gastos que ingresos) y sobrecarga laboral si no se lo controla.

    Por ello, Gómez comenta que es indispensable que se reconozca el problema y que las empleadas reciban capacitación sobre estos temas, para que ellas puedan reconocer una situación de violencia y denunciarla.

    Más datos

    Microempresarias. 422 100 emprendedoras han sufrido o sufren actualmente violencia por parte de su pareja o ex pareja.

    En el último año. Más de 123 000 microempresarias fueron atacadas por sus parejas o ex parejas.

  • Una idea que crea negocios sobre ruedas

    Redacción Quito

    Kléber Delgado vende sánduches en los alrededores de la Universidad Católica del Ecuador y la Universidad Tecnológica Equinoccial, en el norte de Quito, desde agosto del año pasado. Su microempresa le permite obtener un ingreso mensual con el cual cubrir los gastos de su hogar, y ahorrar.

    Delgado realiza la actividad en su vehículo. Este emprendedor se vinculó al Programa Microempresa Motorizada de la firma Cepin FAMA S.A., un programa que nació en agosto del 2012 y que transforma vehículos de carga en microempresas privadas móviles.

    Hernán Maldonado, gerente general de Cepin FAMA S.A. y principal impulsor de la iniciativa, cuenta que su firma comercializaba vehículos asiáticos en el mercado nacional. Para diferenciarse de la competencia ideó una alternativa para comercializar los automotores: decidió transformarlos en unidades de trabajo motorizadas.

    Para lograrlo trabajó en conjunto con el Ministerio de Industrias y Productividad, Mipro. La entidad estableció líneas de crédito con el Banco Nacional de Fomento para adquirir los au tomotores a un menor costo. «La microempresa genera fuentes de trabajo para dos o más personas, por ello fue mayor el interés de las autoridades en apoyar el programa», indica Maldonado.

    El valor de los automotores es de USD 15 000, y el crédito es de 5 años plazo con 6 meses de gracia. El interés preferencial es del 12%.

    Dentro del valor se contempla: una camioneta de China Motors; capacitación y asesoramiento por parte de la agencia municipal Conquito; seguro contra riesgos y accidentes de Seguros Equinoccial; seguro de desgravamen y de lucro cesante; matrícula y SOAT; y el servicio de mantenimiento del concesionario. El periodo estimado para la entrega del vehículo es de dos a tres meses.

    No importa el tipo de negocio que se desee instalar, siempre que no supere la capacidad de carga del vehículo ni la reglamentación de la Agencia Nacional de Tránsito. «La camioneta sale del concesionario y las metalmecánicas nacionales artesanales instalan los implementos de la microempresa. Fue uno de los requisitos del Mipro», explica Maldonado.

    En la actualidad existen seis unidades que comercializan ropa, accesorios de moda, medicina natural, comida rápida y otras que realizan consultas médicas a domicilio. Estas microempresas están ubicadas en Quito.

    Germania Enríquez es propietaria de una microempresa móvil que instala publicidad y adhesivos en buses. Ella explica que su negocio progresó, ya que redujo costos. «Antes rentaba un local y transporte. Ahora trabajo de acuerdo a mis necesidades, y soy totalmente independiente. Mi negocio es mío».

    LA CIFRA
    USD 15 000 es el costo de las microempresas motorizadas terminadas

  • El sushi dulce y los mini postres son parte de sus 200 golosinas

    Redacción Guayaquil

    Alfajores, sushi dulce, postres enteros y miniatura son parte de las casi 200 variedades de dulce que oferta de D’Picar. Se trata del emprendimiento que inició Paola Menéndez hace 13 años, en Guayaquil.

    Esta amante de la cocina inició con la preparación de los dulces en el 2000, cuando estaba embarazada de su hija Camila. Dejó su trabajo en una empresa para cuidar de su salud. «Pero no quería dejar de generar ingresos», cuenta.

    Así, se decidió a hacer de su pasión una fuente de ingresos y empezó a elaborar dulces bajo pedido para familiares y conocidos. Su hija nació y sus productos ganaban cada vez más acogida. Luego de dos años, la demanda fue tal que decidió montar un negocio y le dio un nombre; también creó un logo.

    Hoy, D’Picar produce hasta 15 000 dulces por semana en épocas fuertes, como la navideña. En esas semanas, puede llegar a vender hasta USD 6 000. En la temporada baja, vende aproximadamente USD 1 000 semanales.

    La elaboración la realiza desde su domicilio, ubicado en la ciudadela Matices (Daule, Guayas). Para alcanzar este nivel de producción, tuvo que ampliar su cocina hace dos años. En esto, invirtió cerca de USD 6 000, que destinó a la adecuación de un espacio dedicado a la elaboración de masas.

    El producto estrella de esta micro­empresa es el sushi dulce. Consiste en rollos del tamaño similar a los del sushi tradicional, pero elaborado a base de manjar, chocolate, nuez, almendras… Este bocadito se vende por USD 300 el paquete de 250 unidades. D’Picar provee de salsas de chocolate y manjar para acompañarlos, además de los palillos.

    Otros dulces con gran acogida son las versiones miniatura de tres leches, quesillo, tartaletas y cheesecakes. Los precios de los productos varían de acuerdo con el tamaño y los ingredientes. Así, un paquete de 100 dulces oscila entre USD 18 y USD 28. Los dulces enteros van desde los USD 25 hasta los USD 50.

    El mayor volumen de ventas de D’Picar se concentra en eventos sociales, principalmente los matrimonios. Por ejemplo, Nicolás Murtinho compró a Menéndez todos los bocaditos para su boda, en mayo del 2011. «El sabor es excelente y ahora es común probarlos en muchos eventos de la ciudad», indica.

    Otra clienta es Margarita Aguayo. Ella compró los dulces de D’Picar por primera vez en el 2008, para la primera comunión de su hijo. «Lo hice porque recibí excelentes referencias. Desde entonces los pido para cada evento». Agrega que la presentación es impecable. «Se preocupa por todos los detalles».

  • El fabricante de juguetes presentó toda su oferta

    Redacción Guayaquil

    Unos 70 artesanos, microempresarios y empresas del sector jugueteros del país, participaron en la feria Juega Ecuador, realizada en el Centro de Convenciones, del 25 al 26 de marzo.

    Esta exposición fue una iniciativa del sector privado que, a pedido del Gobierno, busca opciones para sustituir en un 25% sus importaciones por producto local. La mayoría de compradores espera que la cuarta parte de sus perchas luzca en junio con la producción de los fabricantes de juguetes ecuatorianos.

    Desde tecas en miniatura hasta peluches gigantes fue lo que se mostró en la feria. Los estands llamaron la atención de los comerciantes que, principalmente pedían datos del número de unidades que podían producir. Otros en cambio se fijaban en el material con el que están elaborados los productos.

    Alfredo Patiño, propietario de la microempresa La Luna es Mágica, mostró carpas fabricadas con madera y tela nacional. «Ofertamos las ‘carpitas’ desde agosto del 2013, y es un producto que no se oferta acá en el país», dijo.

    Los artesanos y asociaciones de microempresarios también fueron invitados por el Ministerio de Industrias y Productividad (Mipro). Uno de ellos, Juan Taxi (Salcedo), presentó sus artesanías en miniatura y para este año amplío su línea de producción de juguetes.

    En la feria expuso carros elaborados en madera que se pueden colorear. «Creo que a partir de estas restricciones que impuso el Gobierno, la industria local se verá positivamente impulsada», dijo.

    Según datos de la Cámara de Industrias, Ecuador importa al menos el 90% de su demanda de juguetes. Se espera para este año sustituir en unos USD 16 millones la importación de juguetes.

  • El ciclista pedalea seguro con sus productos

    Redacción Quito

    Los riesgos que corren los ciclistas en las noches motivó a dos emprendedores a crear implementos, para que sean más visibles en los recorridos nocturnos. Lo más sencillo era crear productos reflectivos para que los ciclistas los coloquen en sus bicicletas y, así, puedan ser más visibles para los conductores.

    Esta fue la idea que Pablo Tello y Andrea Ruiz desarrollaron para ingresar en un nicho de mercado creciente en el país: el de los amantes de las bicicletas.

    Con una inversión de USD 3 000 arrancaron su negocio a finales del año pasado. Con ese monto adquirieron maquinaria e insumos para la elaboración de adhesivos. A ello sumaron la confección de mochilas con tela reflectante y otros artículos para la práctica de este deporte, como tobilleras y bufandas.

    Los socios buscaban crear una marca para el ciclista urbano, que represente la pasión de los ciclistas por este deporte. Así nació Chulla Bici.

    Sus productos ingresaron al mercado en febrero de este año. En principio, en ferias y bazares de diseño. Pero gracias a su gran demanda intentaron distribuir en la cadena Megamaxi. Luego de presentar su propuesta, desde el 30 de abril pasado sus ítems se comercializan en las perchas de este supermercado.

    Las estrategias en redes sociales han sido una manera de promocionar a la marca. Twitter y Facebook son los canales favoritos para enganchar a sus clientes y además recibir sugerencias.

    Una de las fortalezas de los emprendedores ha sido su experiencia en su microempresa Quillari Folk, que vende productos artesanales.

    Al mes, Chulla Bici factura unos USD 12 000 en promedio y también su marca se comercializa en almacenes de Cuenca y otras ciudades del país.

    En la tienda La Caprichosa (Quito) se venden sus productos. Silvia Vimos, su propietaria, dice que esos productos son buscados por los ciclistas y lo que más atrae son sus diseños llamativos y diferentes. Asimismo, María José Machado vende sus productos en Cu.gallery, en Cuenca. Ella explica que debido al creciente número de ciclistas los productos se venden con rapidez, entre los más aceptados están las bufandas y adhesivos.

    USD 12 000 es su facturación mensual promedio