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  • Las cualidades del penco se trasladan a productos

    Carolina Enríquez 
    Contenido Intercultural

    Como un ‘milagro’ para la salud y el paladar surgió La Mishkerita. Se trata de un emprendimiento que utiliza la miel de penco, para la elaboración de productos alimenticios.

    En el 2006, la antropóloga Jenny Donoso, propietaria del negocio, tenía en Pujilí un restaurante de gastronomía ancestral. En esa época, ella enfermó de los huesos de las rodillas y de las manos.

    Dice que los tratamientos médicos a los que se sometió le aliviaban el dolor, pero no la curaban. Entonces, una anciana de la comunidad en la que vivía le recomendó consumir miel de penco. “Salí a buscar y nadie lo hacía. Vi que vendían el agua miel o el producto con cebada pelada. Le pregunté a la señora cómo hacer. Lo hice; tomé la miel y mejoré”.

    Donoso se decidió primero a vender la miel como un postre en su restaurante. Luego, lo hizo por tarrinas, ante la demanda del público. Fue cuando, dice, cerró su negocio y se concentró en la comercialización del producto.

    Al inicio solo vendía a la gente que conocía, pero ahora comercializa en Supermaxi y espera ingresar al Grupo KFC, supermercados de El Rosado y Coral.

    Inicialmente su único producto era la miel, pero ahora tiene 12 artículos. Entre ellos, la colada de miel de ágave, los jugos refrescantes con miel de ágave y frutas, manjar de coco con miel de ágave, rompope, gelatina, trufas, etc.

    Jorge Yacelga, propietario de un negocio de diversos artículos en Tulcán, compra desde hace dos años la miel de penco. “Es muy buena. El sabor es muy dulce y tiene propiedades medicinales. La he consumido para probar y tiene muchos beneficios”, comenta.

    Lo propio señala Carlos Gutiérrez, propietario del negocio El Mundo del Bonsái, ubicado en Ascázubi (Pichincha). “La miel de penco se usó históricamente por nuestros antepasados. Ahora se está retomando y hallando las virtudes. Está totalmente vigente, pero se halla subutilizado”, dice.

    La propuesta de Donoso es cambiar la idea que tienen en el mercado con relación a la miel de penco, mejor conocida como ‘chawarmishki’. Ella dice que la gente cree que es una bebida alcohólica.

    Las investigaciones que hizo le llevaron a conocer que el agua miel tierna es dulce. “Claro está que también puede fermentarse y producir licor tipo tequila”.

    La inversión inicial en este negocio fue de USD 5 000, que se utilizó para la compra de ollas grandes, cocina industrial y otros insumos del proceso productivo.

    Ahora, Donoso ha aumentado el capital para las inversiones. El último aporte que hizo fue de USD 25 000, destinados para materias primas y costos de producción.

    La miel de penco la extrae de plantas de Pujilí, Cayambe, Ilaló, etc. Trabaja con mujeres campesinas de esas poblaciones. “La Mishkerita es un proyecto inclusivo, donde las mujeres rurales están presentes. Ahora, trabajamos con 15 personas, mientras que al inicio era una”, dice Donoso.

    La planta de la firma se encuentra en Tambillo (cantón Mejía). Desde allí distribuye el producto a escala nacional. Tiene, sin contar con las cadenas de retail, 20 puntos de comercialización en ciudades del país como Tulcán, Lago Agrio, Ibarra, entre otras.

    Para la dueña de La Mishkerita su negocio es innovador, por eso sacó una línea de productos para lonchera denominada Chapitos. Se trata de un alimento que incluye la miel de penco, tocte y máchica. También cuenta ahora con agua miel y varias frutas.

    Al inicio facturaba USD 800 al mes, ahora entre 10 000 y 15 000. Donoso acude siempre a ferias para ofrecer sus productos. “A mí me interesa mi país. Lo que quiero es que los niños y los jóvenes vuelvan a creer en lo nuestro (…) poco a poco hemos crecido”.

    Penco
    Jenny Donoso y su esposo Carlos Criollo ofrecen miel, rompope, jugos de frutas y otros alimentos hechos a base del agua miel del penco. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES
  • Nueve variedades de miel son la esencia de esta iniciativa

    Redacción Quito, redaccion@revistalideres.ec

    The Ecuador Honey Company es una microempresa que crece, obtiene ganancias y se posiciona cuidando abejas y produciendo miel. Con esta estrategia se ha ganado un lugar en el mercado gourmet del Ecuador desde hace siete años.

    Esta iniciativa de Salomé Flores nació en la plantación de su esposo -Ramiro Peñaherrera- en la que se siembra hypericum, una planta medicinal para tratar la depresión. Allí la pareja necesitaba de las abejas para fecundar las flores del hypericum. Ellos regalaban la miel a familiares y conocidos.

    En el 2006, al constatar que la miel tenía aceptación, la pareja adquirió 140 colmenas de abejas africanas. Pero enfrentaron un reto: las abejas cosechaban el néctar de otras plantaciones y no de la suya, por lo que decidieron dividir las colmenas y enviarlas a Guayllabamba, Ibarra, Chaltura, Los Chillos, Tumbaco y Alangasí.

    Esto dio como resultado nueve variedad de mieles que se diferencian entre sí por su color, transparencia y textura. Esto, según Flores, se debe a la variedad de las flores de la región donde se encuentren las abejas. La pareja comenzó entonces a comercializar sus productos no sin antes diseñar la presentación de los empaques. Hoy, la firma trabaja con empresas como Avianca, Cyril, Galería Ecuador Gourmet, entre otras.

    Diego Castillo, gerente general de Galería Ecuador Gourmet, ofrece este producto. Él señala que la miel de esta microempresa brinda todas las bondades en un empaque exclusivo.

    Para mantener el cuidado de sus colmenas, Flores trabaja en conjunto con cuatro pequeños productores quienes también cuentan con sus propias abejas. «Contamos con 1 000 colmenas para la fabricación de nuestra miel», explica.

    Su reto principal fue trabajar con los apicultores puesto que considera que «es difícil romper el esquema de producción tradicional y convertirlos en pequeños emprendedores». De igual manera, diferenciarse de la miel extranjera brindando un producto natural sin aditivos fue otro desafío. «En el Ecuador no se ve la miel como producto potencial a pesar de ser de gran calidad».

    Hoy esta firma quiteña factura USD 2 000 mensuales y los precios de sus productos oscilan entre USD 2 a 57. Su servicio de personalización es gratuito.

    María del Carmen López, asistente administrativa de Coolbrand Publicidad, cuenta que adquirió este producto hace cinco años como regalo para sus clientes corporativos en Navidad. Ella explica que escogió la marca por ser algo diferente y novedoso por su presentación original. «El sabor era excelente y la miel tenía diferentes colores lo que lo convierte en un producto único».

  • Un endulzante negocio que le apuesta a la belleza y al vino

    Redacción Quito

    Si usted creía que la miel de abeja servía solo como un endulzante natural para elaborar caramelos, turrones, barras energéticas y granola, quizás es hora de que vea más allá.

    Hace 22 años, un apicultor ecuatoriano que vendía frascos de miel, informalmente, identificó una oportunidad en otro tipo de productos con base en el endulzante: cremas hidratantes, antimanchas, champú, vinos y colirios.

    Él es Guillermo Jaramillo, propietario de Apicultura Nacional (Apinal), quien detectó la necesidad de los quiteños por disponer de una alternativa de medicina natural. Al ser un experto en las propiedades de la miel de abeja, emprendió.

    Arrancó con la comercialización de propóleo, una mezcla resinosa que obtienen las abejas de los árboles y que tiene propiedades antisépticas, antivirales y antiinflamatorias.

    Luego fue incorporando otras líneas. Invirtió USD 18 000 para la compra de colmeneros, maquinaria, así como en el envasado de los productos.

    Jaramillo tuvo cuatro hijos que crecieron en medio de las abejas y de Apinal. Pero solo el último de ellos, Patricio, se interesó por el negocio familiar. Así, hace 10 años, este abogado decidió formar parte del negocio y dividirse las tareas con su padre. Patricio es el encargado de la comercialización de los productos; su padre es responsable de la producción.

    La elaboración del portafolio de productos no surgió de un día al otro. Antes del lanzamiento de cada uno se investigaba y se realizaban varias pruebas con distintos ingredientes, para crear estos productos 100% naturales.

    Y así nació el vino con base en la miel. Sí, ¡vino! ¿Cómo? Se macera la miel en barriles de roble, entre 15 y 18 meses. «El vino de miel de abeja resultante no contiene ningún químico ni alcohol. En el caso de las otras bebidas, lo que determina el nivel de alcohol es el tiempo de añejamiento en el roble», explica.

    Las cremas faciales e hidratantes y el champú son hechos 100% de miel y no tienen aromas ni colores artificiales.

    Eduardo Estévez, propietario de una tienda que comercializa productos naturales con base en la miel y el azúcar, en Guayaquil, es uno de los principales compradores de Apinal; esta relación de negocios empezó hace un año y medio.

    Estévez cuenta que al principio solo compraba el champú y el vino, pero por la calidad compró otros ítems. «Aunque los productos cuesten un poco más, la calidad lo vale y el cliente vuelve».

    El negocio.

    Los costos Las cremas faciales. Estos cuestan USD 12. El champú vale USD 4,5, los vinos USD 8, los colirios USD 5 y los jabones USD 2,5.

    La venta. Esta microempresa tiene su local en la calle Carvajal y García de León, en el norte de Quito.

    8 personas trabajan: 3 en comercializar y 5 en producir.