Etiqueta: países

  • El producto de otros países gana adeptos

    Redacción Quito

    Esperanza Agila acude con frecuencia cada miércoles al mercado Santa Clara, en el centro-norte de Quito. Allí adquiere los productos básicos para consumirlos en su hogar y en su lista de compras tiene anotado frutas y verduras para abastecer la alhacena de su casa.

    Prefiere adquirir, por ejemplo, las uvas chilenas por su calidad, que también son las preferidas de sus dos hijos. Eso no es todo, también compra cebolla paiteña que proviene del Perú, porque su sabor es diferente y “pica menos”, explica.

    Agila tiene su casera consentida, donde realiza otras compras y es doña Clarita. Ella ofrece frutas y legumbres nacionales e importadas. Por ejemplo, comercializa manzanas y cebollas que llegan desde el Perú, y vende uvas que, dice, se importan desde Chile. Doña Clarita cuenta que sus clientes prefieren consumir productos extranjeros: de cada 10, “unos nueve caseritos” los adquieren. Por eso se abastece, en su mayoría, con productos importados.

    En las cadenas de supermercados también se ofertan frutas nacionales e internacionales. Por ejemplo, en Supermaxi (Corporación Favorita), se ofrecen uvas, manzanas, peras, kiwi, duraznos, nectarín, ciruelo, damascos y naranjas que no son cosechadas en el país. Según explica un ejecutivo de Supermaxi, eso no significa que el cultivo nacional esté perdiendo competitividad en el mercado local; al contrario, los productos internacionales se ajustan a las necesidades de otros compradores, que prefieren adquirir otra calidad de frutas o legumbres.

    También argumenta que la dificultad en el producto nacional está en los cultivos, que son antiguos y tienen un mantenimiento mínimo. Cita como ejemplo a las huertas, que son una mezcla de todo tipo de producto. Esto, técnicamente, dificulta el manejo de los cultivos.

    “Lo que necesita el durazno (por ejemplo), no es lo mismo que requiere otro cultivo, como la claudia, y las aplicaciones de productos que mejoren la calidad se dificulta mucho”. Según la experiencia del vocero de Supermaxi, la fruta importada ha ganado adeptos en el país, pero eso no significa que quite mercado a la local. En términos generales hay mercado para ambos productos. “En Ecuador se vende todo lo que se produce”, añade.

    También rescata que es lógico que la importación supere a la producción nacional y esto se debe a que esta última es muy pequeña; además, el costo de producción en el país es muy alto. A eso se suma que Ecuador no se posee las condiciones climáticas que tienen los países que poseen las cuatro estaciones.

    Por esa razón, el país tendrá inconvenientes para producir, en este caso frutas, a precios competitivos que poseen otros países; ni tampoco con la misma calidad. Sin embargo, el Ejecutivo rescata una ventaja: “nosotros tenemos mucha fruta tropical que otros países no tienen”.

    En las instalaciones del mercado Iñaquito, en el norte de Quito, los productos importados se pueden conseguir en los más de 20 sitios de expendio. Ahí se contrasta la preferencia del público. ‘Doña María’ vende más productos nacionales, ya que son más baratos. Sin embargo, dice que el invierno afectó a la producción local y eso se refleja en el precio final.

    Irene Mejía hace sus compras en el mercado de Iñaquito (norte). Ella prefiere la producción nacional y menciona un ejemplo: “La naranja de afuera no tiene el mismo líquido que la nacional. Para hacer un jugo puro consume hasta 10 naranjas internacionales. En cambio, cuando compra y usa la nacional, con seis son suficientes para que tomen, por lo menos, cuatro personas”. En la calidad del tomate también tiene sus preferencias. Según ella, hay tomates importados que tienen más pepa que ‘carne’ y eso no es un ahorro, al contrario, “debiera comprar más”.

    En frutas como el durazno, Mejía prefiere lo internacional. Es aficionada de los guaitambos (fruto de Ambato), pero solo los consigue entre febrero y marzo. En cambio, para los otros meses, debe adquirir los importados ya que siempre los encuentra en las quioscos del mercado.

  • Una opción para los países de la región

    Los organismos multilaterales son una fuente permanente de financiamiento para ejecutar obras de infraestructura, en Ecuador y en la región. Los recursos de entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, la CAF… son una suerte de comodín, a la hora de sumar fondos.

    InfografíaEn el 2011, por ejemplo, el Banco de Desarrollo de América Latina, también conocido como CAF, destinó USD 135 millones en créditos para proyectos de construcción, rehabilitación y ampliación de la red vial ecuatoriana.

    Hermann Krützfeldt, director representante de la CAF en Ecuador, explica que al evaluar una solicitud de crédito se analizan temas técnicos, ambientales, sociales, entre otros, del proyecto que busca financiamiento. En esto coincide Édgar Jácome, de la Empresa Metro de Quito. El funcionario indica que en temas sociales y ambientales, los organismos multilaterales son muy rigurosos.

    Krützfeldt también aclara que todos los préstamos que la CAF otorga a gobiernos seccionales deben tener el aval del Gobierno central. “Por eso, toda solicitud enviada a la CAF primero se debe canalizar a través del Ministerio de Finanzas o de Economía de cada país”

    Para Jaime Carrera, del Observatorio de la Política Fiscal, los organismos multilaterales entregan créditos y se aseguran la devolución del crédito; para eso exigen garantías del Estado. Además, afirma Carrera, el Estado no deja de pagar a estos organismos, porque son créditos de largo plazo y con condiciones favorables.

    En la región, los casos más recientes que ilustran lo señalado están en Colombia y en Panamá. El 31 de octubre, el Banco Mundial (BM) dio el visto bueno a la Alcaldía de Bogotá para contratar los estudios de ingeniería de detalle del tren metropolitano. El BM colaborará con USD 16,3 millones. En el Metro de Panamá, la CAF participa con USD 500 millones.

  • En cinco países, el Estado es el que manda

    Redacción Quito

    Tras la victoria en las urnas del actual presidente ecuatoriano, Rafael Correa, el proyecto «revolucionario» de la región parece extenderse. Esto, pese a la incierta situación médica del mandatario venezolano, Hugo Chávez, quien implantó esta ideología política-económica en 1999, que se ha replicado en los países vecinos con éxito para sus líderes.

    Al proyecto venezolano se le han ido sumando Ecuador, Argentina, Bolivia y Nicaragua, cada uno con sus propios matices, pero embanderados bajo el mismo objetivo: construir una economía «socialista». En ese contexto, como fichas de dominó fueron cayendo las regulaciones contra las bancas centrales, los sistemas monetarios, los regímenes cambiarios, tributarios y financieros, etc. Y en forma transversal, el empoderamiento político. En suma, el Estado es el motor.

    El término ‘Socialismo del siglo XXI’ fue acuñado en 1996 por el alemán Heinz Dieterich Steffan. El sociólogo señala que esta ideología supone que es necesario un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar al desarrollo. Dieterich descubrió la aplicación práctica de sus teorías en la Venezuela chavista, gobierno del que fue asesor hasta 2007, pero luego tomó distancia.

    Sus socios en este plan de expansión han aplicado medidas similares, y se han caracterizado por una creciente intervención del Estado en la economía, con la nacionalización de empresas, la centralización del manejo de la hacienda pública, el anclaje de los precios de alimentos, medicinas y otros productos, y la fijación de tipos de cambio con controles, etc.

    Para la ex ministra de Finanzas de Ecuador, Magdalena Barreiro, los países que dicen aplicar este sistema tienen una característica fundamental: mejorar la equidad a través de un fuerte gasto público y una creciente injerencia del Estado .

    El analista boliviano Mauricio Medinaceli explica, sin embargo, que las nacionalizaciones emprendidas en la región recientemente no fueron «ortodoxas», como las ocurridas en los años setenta y que implicaron la confiscación de activos. En muchos casos, señala, se buscaron salidas negociadas.

    Explica que el alto precio de los hidrocarburos en la última década ha sido un factor fundamental tanto para financiar este tipo de modelos económicos como para emprender las nacionalizaciones.

    Pero aunque hay rasgos similares, analistas creen que no existe un modelo económico único en todas las naciones. Esto se debe a las realidades propias de cada país, aunque sus líderes lleven características de lideazgo idénticos.

    Para el economista Ernesto Becerra, es evidente que los modelos no son iguales, ya que las diferencias entre uno y otro país son abismales (ver datos infográficos, con corte al 2011). Sin embargo, asegura que lo que hay que ver no es tanto la forma, sino el fondo, y eso es el alineamiento a un modelo común. «O estás con el Estado o estás en contra. Eso se replica en los cinco países, y es la estrategia con la que actúan».

    Además, como común denominador está el hecho de que han sido regímenes permanentes en el tiempo, ya que sus líderes han logrado sostener una fuerza social de respaldo que repercute a la hora de las elecciones. También acumulan poderes y las fiscalizaciones son casi nulas.

    El origen
    ¿Respuesta al neoliberalismo? Este tipo de modelos busca un retorno al Estado como respuesta a políticas neoliberales que planteaban su reducción en los años 1990. A diferencia de Bolivia y Argentina, que vivieron fuertes ajustes, en Ecuador y Venezuela nunca se aplicaron estos modelos en estricto sentido, dice el analista político Santiago Basabe.

    Socialismo del siglo XXI desde 2005.  Aunque la propuesta inicial de proyecto político del gobierno de Hugo Chávez habló de una «profunda transformación de la economía «, el socialismo recién lo planteó en el 2004. En su primera administración, incluso la Constitución garantizaba el derecho a la propiedad privada.

    Conozca más sobre este tema
    Un estilo marcado por la nacionalización

    Argentina se radicaliza tras una década

    Bolivia gestiona una nacionalización ‘pactada’

    El gasto público es el sustento para Ecuador

  • Joseph Stanislaw: ‘Los que exportan petróleo hoy tienen más competencia’

    Xavier Basantes (I) Editor del Semanario LÍDERES

    En el IX Encuentro de la Energía y el Petróleo, organizado por la firma Seminarium y que se realizará en Quito el 19 de noviembre, uno de los temas que despierta interés tiene que ver con la comportamiento del mercado mundial del petróleo. Uno de sus conferencistas dialogó con LÍDERES, vía correo electrónico.

    ¿Por qué cree que en temas energéticos, el ‘mundo está al revés’, como lo ha mencionado en otros foros internacionales?

    Mi declaración es crítica, pero el mundo en realidad está al revés, y puedo explicar por qué. Hace tres o cuatro años se pensaba que el mundo del petróleo y el gas natural era un mundo restringido, pero con la revolución de petróleo y gas de esquisto, esto ha cambiado dramáticamente. Antes del 2006, 2007, 2008, muchas personas asumían que se estaba acabando el petróleo y el gas natural.

    ¿Qué aspectos reforzaban ese criterio?

    Pensaban que habíamos alcanzado el punto máximo de producción de petróleo y que no íbamos a encontrar más recursos. Todo esto se dio la vuelta, o puso al mundo al revés, con la llegada del petróleo y gas de esquisto. Esta es una revolución tecnológica que nos permite sacar petróleo y gas que, sabíamos que estaba en la tierra (y sabíamos que estaba ahí por muchas décadas), pero no teníamos la habilidad para producir estos recursos.

    Este frente tecnológico nos permitió producir estos recursos. Y es por esto que el mundo está al revés: pasamos de una noción de escasez a una de abundancia. Esto crea una oleada de cambio; es un desplazamiento tectónico.

    ¿Cuáles son los grandes cambios que se han advierten en el mundo petrolero?

    Los grandes cambios son revoluciones tecnológicas. El perfecto ejemplo de estas tecnologías es la de excavación petrolera en la profundidad de alta mar en Brasil o en el Golfo de México. Estos son cambios gigantescos, desplazamientos en tecnología que nos permiten producir petróleo que antes pensábamos era imposible de hacer. El cambio tecnológico del petróleo o gas de esquisto es el más dominante en los EE.UU., pero muchos otros países poseen el potencial para producir.

    Además, tenemos excavación horizontal, y la tecnología de fractura hidráulica (‘fracking’). Estas son grandes revoluciones. ¿Qué significan? Obtenemos petróleo y gas de lugares geográficos antiguos, convencionales, y ahora, de lugares nuevos. Esto también significa un desplazamiento (o cambio) en el balance de poder en el mundo del petróleo y el gas.

    ¿Cuál ha sido el rol de EE.UU. en este nuevo escenario petrolero mundial?

    La virtud de EE.UU. al producir petróleo y gas de esquisto lo está llevando de una posición en la que pensábamos, hasta antes del 2008, que estaríamos importando gas natural licuado. Ahora, vamos a exportar gas líquido. Eso cambia toda la geografía en la industria del gas natural líquido.

    La producción de petróleo de esquisto en EE.UU. está llevando al país a ser uno de los primeros tres productores de petróleo. A causa de esto, ya no estamos importando petróleo de un número de países que solían enviar su petróleo a EE.UU.: desde Arabia Saudita, a Nigeria. Esos países tendrán que encontrar nuevos mercados.

    ¿Quién gana y quién pierde con el nuevo mercado petrolero internacional?

    Siempre es importante para las personas identificar ganadores y perdedores. No estoy seguro de que sea el mejor lenguaje para utilizar, pero voy a tratar de dirigir mi respuesta. Se están dando cambios grandes en cuanto a los roles de los países en el mercado. Arabia Saudita, Rusia, aún son productores dominantes; EE.UU. está volviéndose un productor dominante. En cuanto a cómo el petróleo fluye, el país puede ahora usar mayormente su propio petróleo. Sin embargo, los EE.UU. están sujetos al mercado mundial y de las dinámicas en cuanto a precio de este mercado.

    ¿Hay ganadores en los EE.UU.?

    Los «ganadores» en EE.UU. son las refinerías que usan el petróleo del país, por el diferencial en precio que se ha dado como resultado de los cambios en la logística y el movimiento del petróleo; el diferencial en precio entre los crudos de los EE.UU. que no pueden ser importados o que no han podido encontrar nuevos mercados, están siendo rebajados. Esta es una gran ventaja para las refinerías de petróleo en los EE.UU.

    ¿Qué pasa con los países productores?

    El desafío entonces lo encuentran los productores: Rusia, Arabia Saudita, Venezuela o Ecuador. Estos países, ¿ganan o pierden? Bueno, ciertamente el mercado ha cambiado para ellos. Esto se debe a las condiciones económicas débiles a escala mundial, y a los nuevos centros de producción de petróleo, que han incrementado la oferta dramáticamente de lo que se pensó que iba a ser.

    Esto pone presión descendente al precio del petróleo, y afecta al presupuesto de los gobiernos de países como Ecuador, Arabia Saudita o Rusia. Y esto a su vez afecta la dinámica de competencia, por el acceso a mercados y participación en el mercado. Pero también afecta a empresas que están haciendo inversiones de alto costo, basándose en suposiciones del precio del petróleo. Aquellos que exportan, ahora tienen más competencia, y potencialmente menores precios, los que importan ahora tienen más recursos de petróleo y posiblemente precios más bajos.

    ¿Qué deberían hacer estos países cuyas economías tienen en el petróleo a su principal fuente de ingresos para el Estado?

    Otro gran cambio que ha sucedido, en este «mundo al revés» es que ahora los países necesitan tener acceso a estas nuevas tecnologías para lograr que sus recursos sean explotados y desarrollados de la maneras más satisfactoria para el ambiente, así como económicamente eficiente para lograr devolver el valor más alto de estos recursos al respectivo país. Estos países necesitan atraer a empresas. Y ese es un desafío hoy en día. Antes del 2007 o 2008, empresas internacionales estaban buscando reservas y recursos en el mundo entero.

    Lo que ha cambiado recientemente es que esas compañías regresaron a EE.UU. y Canadá debido a la revolución de petróleo y gas de esquisto y las arenas de alquitrán (de petróleo) en Canadá. Los recursos se hicieron abundantes en estos países y los EE.UU. se convirtieron en un mercado de vendedores. Quienes eran dueños de estas acciones en el país tenían a los compradores haciendo ofertas como locos. Entonces, estas compañías se fueron de otros países para regresar a EE.UU. Estos países deben atraer a las compañías, para que regresen, con términos que sean atractivos tanto para el país como para las empresas.

    ¿Qué tipo de políticas tiene que crear un país para lograr atraer a las empresas?

    Estas empresas están buscando gobiernos con los que se pueda trabajar. Me refiero a países con términos y condiciones estables, predecibles, y cuando se vayan a dar cambios, anunciarlos, para que las empresas puedan planear acordemente. Se deben crear reglas y un ambiente en donde estas compañías se sientan seguras para invertir, y que cuando lo hagan, reciban de vuelta lo apropiado a la inversión que hagan. Los países deben trabajar en crear ambientes seguros para la inversión.

    Un resumen de su aporte académico

    La formación. PhD. Universidad de Edimburgo; BA de la Universidad de Harvard, profesor de Cambridge.

    Su contribución. Actualmente es miembro de la Junta de Asesores del Instituto Nicholas de Soluciones de la Política Ambiental.

  • Más países quieren voto en las fusiones

    El Mercurio de Chile (GDA) (I)

    Más de 100 jurisdicciones internacionales reclaman autoridad antimonopolio para examinar acuerdos, adoptando diversos métodos para evaluar si una fusión podría perjudicar a los consumidores. Algunas también consideran factores adicionales, como el impacto de un acuerdo en el desarrollo económico interno.

    La proliferación de reguladores de competencia plantea desafíos para las multinacionales que buscan fusionarse, al aumentar los costos y prolongar los plazos para completar una transacción.

    Los gigantes cementeros Holcim Ltd. y Lafarge SA podrían tener que esperar un año o más para obtener el visto bueno para su fusión de USD 50 000 millones en unas 20 jurisdicciones. El fabricante de aparatos médicos Medtronic Inc. está solicitando autorización de los reguladores para comprar Covidien PLC por USD 43 000 millones en China, Corea del Sur, Israel, Japón, Rusia y Turquía.

    En casos recientes, las compañías han aceptado hacer concesiones en países en particular para obtener aprobación. Microsoft Corp., por ejemplo, se comprometió a licenciar ciertas patentes a fabricantes de celulares chinos para lograr que Pekín aprobara la compra del negocio de teléfonos móviles de Nokia Corp.

    El crecimiento de la regulación internacional sobre las fusiones proviene de un conjunto de factores, entre ellos el deseo de países emergentes de proteger a sus consumidores conforme ingresan a los mercados globales. La supervisión de las fusiones es también una forma que tienen algunas jurisdicciones de obtener tarifas y concesiones de las empresas, dicen observadores. El brazo de competencia de Comesa, una comisión que representa a 19 países del este y sur de África, puede cobrar hasta USD 500 000 por someter acuerdos a aprobación, casi el doble de las tarifas más altas en EE.UU.

    Las fusiones no necesitan recibir la aprobación de todos los países, pero varias transacciones pendientes ilustran los esfuerzos de las empresas para conseguir el visto bueno de más jurisdicciones alrededor del mundo.

    Abogados antimonopolio señalan la adquisición de Nokia por parte de Microsoft como un ejemplo de los posibles desafíos. Las empresas solicitaron autorización en 17 jurisdicciones y les llevó ocho meses completar la operación, pese a que la mayoría de los observadores no veía grandes problemas.

    Además de comprometerse a conceder patentes en China, Microsoft encaró obstáculos en Corea del Sur. Las autoridades antimonopolio buscaron concesiones de propiedad intelectual que iban más allá de los pedidos de China, según fuentes. El gigante tecnológico estadounidense modificó la transacción para excluir una fábrica de Nokia en Corea del Sur y luego cerró el acuerdo en abril, tras decidir que no necesitaba la aprobación de este país. Seúl aún investiga la operación y las partes están en conversaciones de conciliación.

    Uno de los grandes desafíos de las empresas es determinar qué gobiernos pueden reclamar autoridad sobre determinada transacción, una tarea complicada debido a que las directrices varían mucho. «Todas las firmas de abogados importantes tienen una lista, que suele ir de Albania a Zimbabue, y uno tiene que pasar jurisdicción por jurisdicción», comenta William Blumenthal, exabogado general de la Comisión Federal de Comercio de EE.UU.

    Stephen Axinn, de Axinn, Veltrop & Harkrider LLP, recuerda una transacción de miles de millones de dólares en la que las empresas estaban preocupadas por posibles demoras en el caso de que tuviera que ser examinada por Guinea Ecuatorial. Al final, no tuvieron que solicitar permiso en ese país y la operación siguió en marcha.

    La cantidad de regímenes antimonopolio en el mundo «es sorprendente», opina Axinn. Añade: «Hace 15 años, no estaríamos teniendo esta conversación. La mayor parte de esto ha ocurrido en los últimos 10 años».

  • Claves para la empresa familiar

    EFE

    Las nuevas generaciones al frente de compañías latinoamericanas familiares destacaron la importancia de la meritocracia en la sucesión del liderazgo, más allá de los vínculos filiales, así como de impulsar el emprendimiento y la innovación en todos los ámbitos de la empresa. Jóvenes empresarios de México, Colombia, Panamá y Argentina participaron en un panel sobre emprendimiento, que abrió la XXV asamblea plenaria del Consejo Empresarial de América Latina (CEAL), que se celebró del 1 al 3 de octubre en Madrid.

    «En mi empresa hay una estricta política para asumir el liderazgo. Llevo un año y medio como vicepresidente de la empresa de mi familia, pero antes he tenido que graduarme en la universidad, trabajar tres años en otra compañía y obtener una maestría», señaló Larry Maduro, de la distribuidora comercial de Panamá, con fuerte presencia en Costa Rica.

    Maduro forma parte de la tercera generación al frente de la empresa, la «más peligrosa», porque «dicen que la primera la crea, la segunda la levanta y la tercera la destroza». Para que las empresas familiares puedan seguir creciendo con el paso de las generaciones, el empresario insistió en la necesidad de inculcar los valores de emprendimiento a los más jóvenes, así como que los miembros más veteranos de los consejos de administración estén abiertos a las ideas de los más jóvenes.

    En este diagnóstico coincidió Leandro Sigman, también tercera generación al frente del grupo farmacéutico Chemo, quien señaló que las empresas que crecen, familiares o no, son siempre las que innovan y se atreven a salir de su zona de confort. «Latinoamérica es lo suficientemente grande como para que no nos tiente salir, pero creo que el sudeste asiático tiene un potencial enorme y nos deberíamos fijar más en ellos».