Etiqueta: prendas

  • Estas prendas tejidas ganan mercado

    Redacción Cuenca
    (F-Contenido Intercultural)
    redaccion@revistalideres.ec

    El tejido con la técnica del ikat es un legado en su familia, que vive en la comunidad de Bullcay, en el cantón azuayo de Gualaceo. Piedad Ulloa Rodas aprendió este oficio de sus padres Arcadio y Zoila y estos de sus antepasados. Ella siguió la tradición y les enseñó a sus cuatro hijos.

    El ikat es una técnica laboriosa de tejido y su nombre proviene de la lengua malaya; significa anudar o atar. En Gualaceo están los principales de talleres como el de Ulloa, quien abrió hace dos años un local en el Centro Municipal de Artesanías, en el centro de Cuenca. Su objetivo fue mejorar la comercialización de sus prendas.

    Desde hace 35 años, ella elabora la tradicional macana, que es un tipo de chal que es parte del traje típico de la chola cuencana y que, en la actualidad, es demandado por los extranjeros que residen en la capital azuaya o que llegan por turismo, señala Ulloa.

    El 70% de sus clientes es europeo o estadounidense y el resto es azuayo de las zonas urbana y rural. Cada mes ella comercializa más de 80 prendas, de las cuales la mitad es macanas o chales, tanto en su local de Cuenca como en el taller en Bullcay.

    Los meses de mayor demanda van de mayo a septiembre y en diciembre. “Es la época de mayor afluencia de turistas extranjeros en el Austro y en Navidad hay cuencanos que les gusta dar una prenda representativa”.

    A Augusta Cárdenas le fascina lucir las macanas en cualquier compromiso social. A ella le gusta visitar el local de Ulloa para mirar los nuevos modelos. “Son prendas de buena calidad y son elegantes para cualquier ocasión”.

    Desde hace cuatro años, Ulloa diversificó sus productos y elabora cinturones, bolsos, capas, ponchos, bufandas, tapetes, capuchas e, incluso, zapatos de mujer tejidos con la técnica del ikat.

    En calzado tiene cuatro modelos que son los botines, tacos, zapatillas y alpargatas. Tienen suelas convencionales y el recubrimiento superior es tejido. El cliente puede escoger el color y el diseño y se le confecciona a medida considerando el tipo de empeine, añade la artesana.

    Esta apuesta es parte de las sugerencias que recibe de sus clientes y por el asesoramiento de la diseñadora de textiles, Belén Cuenca. Entre otros aportes, Ulloa destaca la renovación constante de modelos y el uso de nuevas tonalidades, según las tendencias de moda.
    Además, está por colocar la marca Tejidos Ikat en sus prendas, que las promociona a través de las redes sociales como Facebook.

    Ulloa dice que este trabajo es laborioso. “Para tener lista una macana se necesitan tres días de trabajo”. Ella detalla los pasos que se necesitan en el proceso.

    El primero es obtener los tintes naturales. Sus padres le ensañaron a utilizar elementos como el nogal. “Las hojas se machacan y son hervidas durante tres horas para obtener el color del nogal”. Con las cáscaras de los tallos se obtiene otra tonalidad y con el fruto conocido como tocte se logra otra coloración.

    Otra opción es el gusano de la cochinilla, que se encuentra en la tuna. Es blanco, pero al aplastarlo se obtiene una tonalidad rosada. También se utilizan plantas como molle, altamisa, ñagcha, chilco… para conseguir otros colores.

    El siguiente paso es teñir el hilo de algodón. Antes se usaba lana de borrego, pero se cambió porque esta producía alergias en la piel. “El algodón es más suave y la prenda tiene un mejor brillo”, señala Ulloa. Después de que se seca el hilo se realiza el urdido, una técnica que consiste en enlazar u ordenar los hilos.

    Se necesitan 800 hebras para obtener un chal y allí se decide el diseño que tendrá. Los siguientes pasos son soguear, teñir otra vez, secar, tejer y anudar. “Pese a ser laborioso, es un trabajo que me gusta porque jugamos con los colores y los diseños. Hay que ser muy creativos”, dice Ulloa.

    Según ella, su objetivo es mantener el precio de sus creaciones para atraer a más clientes y que se difunda esta técnica ancestral de tejido que identifica al Austro.

    Otros detalles

    Una declaración. El pasado 9 de julio de 2015, la técnica del ikat fue declarada como patrimonio cultural inmaterial del Estado por parte del Ministerio de Cultura y Patrimonio. La mayor cantidad de artesanos está en los poblados Bullcay y Buzhún, en el cantón Gualaceo.

    Los precios. Una macana en Tejidos Ikat cuesta USD 35, en cualquier diseño o tonalidad. Un par de zapatos tiene el precio de USD 28, las bufandas en 15, los bolsos en 25 y los cinturones 8,50,

    Las más costosas. Las capas son las prendas que cuestan más porque su tamaño. El precio es de USD 80. Los ponchos se venden en USD 48.

    La azuaya Piedad Ulloa tiene su local comercial en el Centro Municipal de Artesanías, en el centro de Cuenca. Foto: Giovanni Astudillo / LÍDERES
    La azuaya Piedad Ulloa tiene su local comercial en el Centro Municipal de Artesanías, en el centro de Cuenca. Foto: Giovanni Astudillo / LÍDERES
  • Catelina, la marca que innova el bordado

    José Luis Rosales  (F)
    F- Contenido intercultural

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    El bordado es como la escritura, cada persona tiene sus propios rasgos, asegura la ibarreña Teresa Casa Ponce.

    Esta mujer ha dedicado 35 de sus 55 años de vida a preservar esta tradición artesanal, que ha dado fama a la comunidad kichwa de Zuleta, en el suroriente de Ibarra.

    Inicialmente estos tejidos se utilizaban únicamente en la ropa de las mujeres indígenas de la zona

    Al igual que la mayoría de bordadoras, Casa heredó esta habilidad artística, considerada una tradición ancestral de sus mayores.

    Su abuela Dolores Chacha perfeccionó esta técnica en un taller que instaló ‘Doña Rosario’, esposa del exmandatario Galo Plaza.

    Hace ocho décadas, la dama abrió ese plantel en la Hacienda Zuleta, para aprovechar las habilidades del bordado que poseían las indígenas zuleteñas.

    El objetivo fue, con la producción de mantelería, de hilos de colores vistosos, proporcionarles un ingreso adicional para los hogares.

    Con una visión similar, Casa abrió, hace 22 años, su primera tienda a la que bautizó como Cosas Lindas. Ahí ofrecía elegantes manteles, blusas, tapetes y toallas, con laboriosos brocados.

    En los últimos años la demanda por estos artículos elaborados a mano creció. Una de las razones, considera la artesana, es la tendencia que impuso Rafael Correa, con las camisas bordadas. Incluso, Casa diseñó algunas de las prendas que vistió el Mandatario.

    Eso fue una oportunidad de crecimiento para este negocio. Desde hace tres años, Teresa Casa y su hija, Laura Sánchez, trabajan juntas.

    Las hábiles mujeres consideran que son un buen complemento. Sánchez destaca que a su madre le apasiona el bordado y posee buen gusto por dibujar y crear. Por eso es reconocida como una de los 500 mejores maestros del arte popular de Iberoamérica, mención dada por el Fondo Cultural del Banco Nacional de México.

    Laura Sánchez aprendió de su madre a hilvanar, dibujar, sacar moldes, combinar colores, etc.

    Casa, en cambio, reconoce que su hija tiene propuestas innovadoras. Hace una década, Sánchez le apostó a la confección de blusas casuales con detalles andinos.

    Pero la joven alternaba la actividad manufacturera con su profesión. Ella es experta en Desarrollo Integral de Destinos Turísticos. Durante seis años laboró en la Hacienda Zuleta.
    Sin embargo, tras renunciar a su trabajo se dedicó por completo al emprendimiento familiar.
    En su cabeza siempre le rondaban ideas para darle un valor agregado al bordado.

    Una de ellas se plasmó en la línea de calzado para damas. Los zapatos, diseñados en modelos muñeca y en botines, tienen figuras de flores, ramas, aves, entre otros, en el frente y los costados.

    El nuevo reto de la pareja es darle un giro al negocio. Ahora, fortalecerán la producción de prendas, especialmente femeninas.

    “Para preservar el arte popular es necesario mantener diseños exclusivos, con materia prima óptima que garantice la calidad y buena presentación del producto”.

    En mayo presentarán la marca Catelina que reemplazará al anterior sello Cosas Lindas.

    El nombre es un juego de palabras, entre Cate que son iniciales del apellido y nombre de la emprendedora. Y, lina proviene del linaje de esta familia de artesanos.

    Teresa junto con sus hermanas Lilian, Magaly y Consuelo pertenecen a la tercera generación de bordadoras de la familia.

    La elaboración de la nueva marca estuvo a cargo del estudio Dezain Creativo. Mientras que Daniela Ramírez se encargó del área de marketing digital.

    El creativo Darío Cruz explica que además de diseñar la nueva marca se definió el mercado objetivo al que aspira llegar.

    El ícono de Catelina es una letra C rodeada de flores multicolores bordadas. “Tiene un aire zuleteño”, explica Cruz. A eso se incluyó el logotipo: Bordados con Alma.

    Catelina también diversificó la producción. Ahora abrirá una nueva línea de elaboración de blusas, zapatos, bolsos, carteras, ropa de niña, chalecos, entre otros.

    Imbabura

    La tradición de diseñar figuras con hilos de colores permitió a Teresa Casa y a su hija Laura Sánchez crear su microempresa. Elaboran ropa, calzado, carteras…

    8 000 dólares se invirtieron en la creación de la nueva marca.

    Datos del negocio

    La ubicación
    Estas prendas se venden en una isla del centro comercial Quicentro Shopping, en el norte de Quito.
    El horario 
    El local comercial atiende de lunes a domingo, entre las 09:00 y 21:00.
    Los costos
    Hay artículos desde los USD 8, como los monederos, hasta 400 que cuestan los manteles.
    El calzado
    Los bordados en modelos de muñecas valen USD 49. En botines, 59.
    Los contactos
    Las ventas también se realizan a través de la página Web www.catelina.com.ec. El correo electrónico info@catelina.com.ec.

    Teresa Casa y Laura Sánchez tienen el apoyo de 40 bordadoras indígenas de varias comunas del sur de Ibarra. Foto: Francisco Espinosa / LÍDERES
    Teresa Casa y Laura Sánchez tienen el apoyo de 40 bordadoras indígenas de varias comunas del sur de Ibarra. Foto: Francisco Espinosa / LÍDERES
  • Tejidos con experiencia de tres generaciones

    Redacción Guayaquil

    La habilidad con la que Gloria Aguilera convierte los enjambres de lana en delicados conjuntos de ropa para bebé viene de familia, es un legado, dice.  

    Su negocio Glopardy es marca registrada desde el 2002, y desde el año pasado, las prendas se venden en una isla ubicada en el centro comercial Riocentro Ceibos, en el Puerto Principal.

    Esta guayaquileña de 37 años guarda entre sus recuerdos más preciados de infancia a su abuela, Gloria Ricardi, tejiendo durante horas. “En los viajes que teníamos en familia, para pasar el tiempo me daba un bordado para hacerlo”, cuenta la emprendedora.

    Su mamá, Gloria Paredes, también aficionada por el tejido y la costura, le enseñó a usar la máquina de coser a los 12 años y a esa edad aprendió a hacer blusas que juntas vendían a sus amigas y familiares. Esa habilidad que perfeccionó con el tiempo fue siempre un hobbie, hasta que un día encontró algunas chambritas tejidas de cuando era bebé.

    “Ahí sentí que tenía que dedicarme en serio a esto. Se me ocurrió hacerlo, porque de verdad es algo que puede pasar de generación en generación, y tiene un significado especial para las familias”, comenta la emprendedora.

    Con una inversión inicial de unos USD 2 000, con la ayuda de su mamá y una sola máquina de coser, Aguilera comenzó a vender ajuares para bebés entre sus amigos y conocidos.

    Por la acogida, en el 2007 creó un sitio web en el que los clientes pueden ver un catálogo con las líneas de monitos, ajuares, vestidos, chambritas, zapatos, faldones y lazos para bebés. Además de este espacio, se fueron sumando las redes sociales y las ferias como El Mercadito y Artsenal, en donde Aguilera ha participado como expositora en varias ocasiones.

    En una de estas ferias Alexandra Chancay conoció de Glopardy. Chancay está esperando una niña, y ya cumple nueve meses, “casi toda la ropita que va a tener es de Gloria. De verdad que es lindo todo lo que vende, por la calidad y la delicadeza de los detalles”, dice.
    A pesar de que en el taller de la marca hay unas nueve máquinas tejedoras y de coser, las piezas tienen detalles elaborados a mano, que le dan a las prendas un estilo “del tradicional tejido hecho por la abuelita”.

    Con el incremento de la demanda de este vestuario, gracias a que su marca se volvió popular en las ferias, el negocio de Aguilera produce al mes unos 60 artículos y genera empleo para unas cuatro operarias y dos vendedoras en la isla que abrió en julio del 2014.
    Su mamá continúa ayudándola y ella también trabaja en el taller, aunque suele dividir su tiempo para hacer las entregas y manejar las redes sociales.

    Actualmente, Glopardy extendió su catálogo de productos, no solo vende prendas elaboradas, sino que también ofrece el servicio de fabricación de artículos personalizados, para bautizos por ejemplo, y rediseña aquella ropa ya elaborada.

    “Hay gente que trae la ropita que era de un hijo mayor y me piden que complete el ajuar. Entonces, les buscamos lana parecida, o de pronto le falta una cinta, arreglamos todo eso”, cuenta.

    Los precios de los productos varían de acuerdo con la complejidad de los acabados. Se pueden encontrar vestidos sencillos desde USD 30 y de 65, que tienen pechera con acabados tejidos a mano. Los ajuares, que son los más vendidos, comprenden hasta cinco prendas y cuestan USD 85.

    Romina Ordóñez, que es clienta de Glopardy hace cinco años, destaca que la calidad de las prendas hacen que valga la pena la inversión. “Son tejidos con un excelente acabado. Además, la atención personalizada. Para mi hijo yo compré ropita a su medida y también he comprado bastante para regalos”, comenta.

    Luego de cumplir su meta de abrir un primer punto de venta, Aguilera confiesa que el siguiente gran paso que espera dar es la exportación. La emprendedora ha asistido a eventos organizados por el Instituto de Promoción de Exportaciones (ProEcuador), pero no ha tenido la oportunidad de concretar un negocio, pues no quiere que las prendas pierdan ese toque de delicadeza y personalización que le permitieron crecer en estos 12 años.

    El producto

    Variedad. Glopardy ofrece unas ocho líneas de prendas de vestir para niños de hasta 3 años, pero Aguilera no produce en serie los modelos. Cada producto y talla se repite máximo dos veces. Además, ofrece la opción de prendas personalizadas bajo pedido.

    Para bautizos. Mayaya es el nombre de su línea especial de prendas de vestir para bautizos, con accesorios y ropa para niños de hasta 3 años.

    Alcance. Internet y redes sociales son aliados del negocio. Los pedidos se pueden hacer en el sitio web www.glopardy.com y mediante redes sociales. En Twitter e Instagram se encuentra como: @glopardy.

  • País del sol sus prendas se lucen en playas internacionales

    Sebastián Angulo Redacción Quito / LÍDERES

    Carmen Larrea se declara «muy serrana», pero su amor por las playas ecuatorianas es tan grande, que cada vez que puede acude a destinos como Playas, Salinas, Manta o Esmeraldas.

    Con las visitas al mar y arena, las prendas playeras son habituales en el guardarropa de Larrea, una quiteña profesional del marketing y las relaciones internacionales graduada de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).

    Hace tres años identificó en el mercado nacional que la oferta local de este tipo de ropa era muy limitada en el país. Con su creatividad comenzó a manufacturar ternos de baño en su casa, a su gusto y medida. Pero su hobby fue más allá y se convertiría en su negocio.

    En San Rafael (suroriente de Quito), adecuó una propiedad de unos 120 m2 para convertirla en un área de producción. Para ello, Larrea junto con su madre Carmen Vásconez invirtieron unos USD 15 000, para instalaciones eléctricas y otros pormenores. Además, adquirieron cinco máquinas de coser; cada una costaba entre USD 500 y 700.

    A ello se sumó una investigación que duró siete meses. Ese proceso consistió en comprar prendas de otros países, mirar diferentes marcas, cortes, tendencias y estudiar la industria textil del país.

    Con todo lo aprendido confeccionaron una primera colección y así nació País del Sol. El concepto busca recoger los rasgos tradicionales de la cultura ecuatoriana, a través del uso de materiales alternativos, como piedras, cabuya y otros, que se suman a diseños vanguardistas. Para completar su propuesta sustentable, la mano de obra la conforman solo mujeres: madres de familia que elaboran las prendas de manera artesanal.

    A finales del 2010, la firma abrió una tienda en el Quicentro Shopping (norte de Quito). Con base en la calidad de sus productos, el centro comercial le invitó a participar en un desfile de modas; ese fue el punto de partida, para que la marca sea conocida en el mercado nacional.

    La participación en otros desfiles contribuyó a que estos productos tengan reconocimiento en el mercado. Para el 2012, abrieron tiendas en Casa Blanca (Esmeraldas) y en Guayaquil.

    El posicionamiento de las prendas permitió que la marca fuera invitada al evento Absolute Mode (2012), organizado por Absolute Vodka, como voceros principales. Una de las anécdotas que ayudó a la internacionalización de la marca fue que la cantante estadounidense Miley Cyrus usara una de sus prendas.

    Gracias al Instituto de Promoción de Exportaciones e Inversiones (Pro Ecuador), llegaron en marzo del 2012 al Miami Fashion Week. En el evento, su producto recibió certificaciones de calidad.

    El año pasado abrió otro local en el Paseo San Francisco, en Cumbayá (nororiente de Quito) y hace dos meses llegó a Galápagos, por medio de un convenio de la Fundación Charles Darwin.

    En Canadá también se encuentran sus productos. País del Sol se distribuye en la boutique Ethika, en Montreal. Esta tienda de prendas y accesorios pertenece a la ONG Femme International, que impulsa emprendimientos sustentables.

    Cristina Maag, productora de moda, asegura que los biquinis son de alta calidad. Ella los adquirió y los llevó a Dubái. «Mis amigas de ese país quedaron maravilladas; querían abrir un local de esta marca en el país». Mientras que a María Martínez, dibujante publicitaria, le gustan los biquinis porque son artesanales.

    La insignia

    Gladys Sanguano, Jefa de Producción

    ‘Les muestro que todo es posible’

    Trabajo desde hace dos años en la empresa, como jefa de producción; llegué por medio de un aviso en la prensa. Mi trabajo consiste en ejecutar los bocetos que realiza Carmen. También elaboro los moldes, entre otras actividades; a mi cargo están dos personas más y nos encontramos trabajando en una nueva línea.

    Creo que mi forma de ser ha contribuido a la empresa. Trato de poner ánimo en todos los procesos e intento mostrarles que todo es posible. Una de las cosas que me gusta de mi trabajo es la libertad para sugerir nuevos modelos y demostrar mi creatividad. Antes que ser jefa, me gusta compartir lo que sé, siempre les digo: “sí puedes”.

    La producción

    La materia prima. Las telas se importan desde España, Italia y EE.UU.

    El portafolio. Desde este año, País del Sol ha incorporado nuevas prendas, como blusas, pantalones y más.

    Las proyecciones. A mediados de este año prevén exportar a España.

  • Prendas originales con enfoque ancestral

    Redacción Quito

    El amor por el diseño es lo que motivó a Santiago Sánchez y Stephany Meza a crear la firma Nahual; una microempresa que se especializa en la fabricación de prendas de vestir con un enfoque medioambiental.

    La diseñadora de modas y el diseñador gráfico decidieron en el 2012 desarrollar una iniciativa textil independiente con estilos modernos. Con una inversión inicial de USD 6 000, ellos compraron máquinas de coser, materia prima y una impresora digital de tela que importaron desde China, con las que fabrican una gran variedad de prendas.

    Entre los productos que elaboran están: camisetas, blusas, sacos y chompas, cada uno con un diseño particular. Sus clientes pueden encontrar las prendas en tallas small, medium y large, y están direccionados a niños y adultos.

    Así también sus diseños contienen elementos de culturas de Centroamérica y figuras geométricas del mandala (imágenes simbólicas espirituales), de la filosofía budista.

    Daniel Romero, cliente de la marca desde hace ocho meses, indica que la originalidad y la calidad de la ropa es lo que lo motivó a comprar su línea. «Los detalles de los puños y las etiquetas son de excelente calidad», indica.

    El 70% de las ventas se realiza a través de su página en Facebook. Su facturación varía entre USD 300 y 1 000, al mes, dependiendo de la temporada y las entregas las hace Sánchez en su bicicleta.

    Así también, Nahual creó la Feria Karishina para mostrar sus prendas y también obras de otros microempresarios. Camila Rueda indica que la mezcla entre lo cultural y lo actual es lo que la motivó a comprar sus productos.

    Negocio por dentro

    Los productos. Otros de los artículos que se derivan de la marca Nahual son muebles, llaveros y velas aromáticas.

    La materia prima. Los emprendedores solamente utilizan telas de algodón o de materiales suaves. La técnica de estampado que manejan es la serigrafía.

  • La alpaca es su negocio y su trabajo social

    Redacción Quito

    Hace 10 años decidieron reemplazar las vacas y en su lugar apostaron por las alpacas. En la hacienda El Inga, ubicada en el sureste de Quito, decidieron dar un giro al negocio.

    Entre las razones para incorporar a los animales andinos pesó el hecho de que erosionan menos el suelo y su lana puede ser materia prima para producir diferentes textiles. Así lo analizó Alfredo Cordovez, propietario de la hacienda.

    La primera adquisición fue de 20 alpacas. Para concretar el negocio, Cordovez acudió a ferias en Perú para observar de cerca el mercado. Ya con una idea de cómo podría funcionar su empresa llegó hasta Canadá para comprar una maquinaria especial para convertir la lana del animal en fibras exóticas.

    En total, la inversión inicial ascendió a unos USD 150 000. Con la materia prima, su hija Mary Lou Cordovez se unió al negocio. Esta quiteña, que estudió arte en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), se encargaría del diseño de las prendas.

    Ella es la responsable del concepto de gorros, chalecos, guantes, chales, entre otras prendas que imaginaba y que ahora constan en un catálogo.

    A principios del 2009 inició la primera producción. Su esposo, Javier Herrera, también se unió al área de negocios del emprendimiento. Así, en el 2010, se constituyó Inga Alpaca.

    Su aporte a la comunidad sería el valor agregado de su marca. En el proceso de confección artesanal de las prendas están involucradas 25 tejedoras que viven en el sur y las periferias de Quito.

    Por ejemplo, para hacer un chal, las artesanas tejen ocho horas al día, por tres semanas. Todo ello con el fin de que las prendas se caracterice por tener un acabado único, de labrado con agujeta. También han incorporado tejidos elaborados en telares.

    Cordovez supervisa que se cumplan las medidas establecidas, que no tengan ninguna mancha o defecto.

    La identidad de la marca es que la fibra de alpaca es pura y no se mezcla con otras materias primas, como algodón o seda. De hecho, la lana tampoco pasa por un proceso de tinturado; los tejidos solo se los puede encontrar en colores marrón, blanco y gris.

    Las venta de este tipo de textiles es estacional. Los meses en los que las ventas se incrementan son diciembre, enero y febrero; en este período la facturación mensual puede alcanzar unas 100 piezas, lo que representa unos USD 3 000.

    Durante sus cinco años de existencia, Inga Alpaca ha encontrado como canales de distribución tiendas que comercializan productos artesanales. Por ejemplo , la Galería Ecuador Gourmet, tiendas en los aeropuertos de Quito y Guayaquil, el Hotel Quito o la Hostería Chorlaví, en Imbabura.

    La tienda Dufry, que está en el Aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil, distribuye la marca Inga Alpaca. Juliana Álvarez, su propietaria, asegura que los productos de esta marca tienen gran demanda por parte de turistas estadounidenses y europeos. Una de las razones es que el acabado artesanal les llama la atención a los compradores. Al mes, vende unas 10 prendas de la marca.

    Karen Espinoza, del departamento de Ventas de la tienda Olga Fisch, ubicada en el norte de Quito, asegura que las prendas tejidas tienen buena aceptación por parte de los compradores. Al mes, este local comercializa unas ocho prendas de la marca. «Los extranjeros se admiran por la laboriosidad».

    La producción
    La materia prima. A la semana procesan unos 18 kilos de lana.

    Las exportaciones. Se envían unas 150 piezas a los EE.UU. cada año.

    Las alpacas.  Actualmente, en la hacienda El Inga (sureste de Quito) cuenta con unas 900 alpacas.