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  • La receta del rompope tradicional, en una isla

    Priscilla Alvarado

    redaccion@revistalideres.ec

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    La inspiración y la idea de elaborar rompope casero nació a partir de una tradición familiar.
    Susibel Ruilova, de Guayaquil, tenía un gusto particular por la preparación de esta bebida elaborada con yemas de huevo, leche y especias, como la vainilla, desde hace diez años.

    En su pequeño taller, que ella armó en su cocina, desde hace cuatro años se lanzó a elaborar para el público, diferentes presentaciones del cóctel tradicional con el nombre de Rompope Susibel.

    Su gusto por la preparación de esta bebida la llevó a especializarse y perfeccionar la técnica que había aprendido de la abuela de su esposo, hace más de una década.

    En 2016, Ruilova empezó a participar en ferias itinerantes que se realizaban en centros comerciales del Puerto Principal, para hacer conocer su producto.

    En esa época, invirtió USD 1 200 para adquirir envases de vidrio y materia prima. Para la primera feria que asistió elaboró 500 botellas que se vendieron en su totalidad, recuerda la emprendedora.

    Ella agrega que para este negocio es necesario tener creatividad e imaginación, sobre todo para crear nuevas propuestas de sabores y presentaciones con base en el rompope. Entre los productos que ofrece, destaca la bebida tradicional que es de sabor vainilla. Esa fue su oferta principal cuando empezó su negocio.

    Sin embargo, actualmente su catálogo es variado e incluye más de ocho sabores. En su negocio tiene rompopes de chocolate, menta, coco, café, almendras, tradicional, ron pasas y maracuyá.

    Ruilova también ofrece sabores temporales acorde con la época. Por ejemplo, en octubre, lanzó una bebida con pulpa de calabaza por motivo de ‘Halloween’. Y, actualmente, trabaja junto a un ingeniero en alimentos para sacar tres nuevas variedades con Oreo, nuez y una mezcla de café y leche.

    Los precios de los insumos, según sus presentaciones, van desde USD 7 hasta 15. Hay envases de 300, 475, 500 y 750 mililitros (ml).

    Luego de cuatro años en el mercado, Rompope Susibel se posicionó en cuatro puntos de venta en centros comerciales. Algunas de estas ‘vitrinas’ están ubicadas en el Mall del Sol y Policentro, en el norte de Guayaquil, en donde levantó islas para la exhibición de los productos.

    El rompope, según la emprendedora, rescata el concepto del sabor de casa y de compartir en familia. Por esta razón, aunque tiene planes de crecimiento, desea mantener la elaboración del producto de forma artesanal y no llegar a industrializarlo en su totalidad. Además, actualmente, el negocio está enfocado en lograr una estabilidad en el Puerto Principal con consumidores fijos.

    En promedio, Rompope Susibel elabora unos 400 litros diarios. La venta se realiza mediante pedidos a través de Instagram en donde tiene más de 7 000 seguidores. En esta red, el emprendimiento ha ganado buena parte de sus clientes. Una de ellas es Vanessa Jijón.

    “Es excelente, el espesor es el ideal para un rompope”, destaca Jijón, quien mantiene su preferencia por las variedades de menta y almendras. La cliente asegura que, debido al buen sabor de la bebida, optó en este año por dar las botellas como regalo corporativo.

    Tepacific provee los envases de vidrio al emprendimiento. Marcela Zambrano, vocera de la empresa, señala que parte del crecimiento que ha tenido el pequeño negocio es por la organización y el liderazgo de su propietaria.

    “Es una mujer de gran carisma y entusiasmo, además, trabajar con la marca es sinónimo de responsabilidad y compromiso”, señala Zambrano.

    Rompope Susibel tiene previsto en los próximos meses expandirse en el mercado nacional. Para lograrlo, su dueña continuará asistiendo a ferias para exhibir su producto y que la gente pueda degustar de la variedad de sabores. Además, dice, reforzará su presencia en redes sociales.

    1200  dólares fue la inversión inicial del negocio ubicado en Guayaquil.

    Susibel Ruilova promueve su emprendimiento en centros comerciales, en donde vende licores artesanales para las festividades de este mes. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
    Susibel Ruilova promueve su emprendimiento en centros comerciales, en donde vende licores artesanales para las festividades de este mes. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
  • Con una receta alemana se producen sus bebidas

    José Luis Rosales (I) 
    Redacción Sierra Norte

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    Los licores de crema de cacao fino de aroma y de pasta de este fruto y de maracuyá son los productos principales que elabora la compañía Waru Ecuador.

    El nombre sale de la raíz kichwa guaro (licor de caña), pero fue editado con un enfoque comercial.

    Jaime Garate y su esposa, Tania Drewniok, decidieron invertir en esta línea de bebidas premium, para que una receta familiar trascienda en el mercado local.

    La alemana Anna Drewniok abuela de Tania, empezó a preparar un licor de chocolate para ocasiones familiares especiales. Fue en la década de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial.

    La forma de elaborar la bebida se fue heredando en la familia e incluso rebasó fronteras. En las orillas del lago San Pablo y al pie del volcán Imbabura, la nieta plasmó un emprendimiento. Al inicio fue una producción artesanal y lo envasaba en botella de vidrio.

    Jaime Garate, gerente de la compañía, cuenta que en el 2017 apostaron por semindustrializar la fórmula, con estándares y materias primas de calidad, por lo que dieron vida a Waru.

    Para transformar la receta casera a una de producción contrataron a un ingeniero chileno especializado en cremas con licor. Después de varias pruebas lograron este importante paso. “La tradición alemana está condensada en esta botella”, agrega Garate.

    Luego levantaron la planta, situada en la zona del lago San Pablo, que posee una certificación de buenas prácticas de manufactura. Fue construida con paneles de aluminio, antitérmico y aislante de ruido y piso epóxico.

    Cuenta con equipos industriales como una marmita de acero inoxidable, un tolva y una bomba de diafragma. Además de implementos de laboratorio que permiten la medición de porcentajes de alcohol, azúcares y grados.

    La producción varía de acuerdo con la demanda de clientes. Se hacen 200 unidades por cada ‘bach’ .

    Waru se ha posicionado en tiendas especializadas, aeropuertos, restaurantes y hoteles del país.

    Para el proceso de producción, que incluye preparación, envasado, empaquetado y bodega de la crema, se necesitan tres personas.

    Waru Ecuador cuida hasta los mínimos detalles en la presentación de sus productos.
    Está envasado en una botella de cerámica modelada a mano y horneada. No tiene metales pesados.

    La etiqueta está hecha en pan de oro, tiene una tapa de madera y un tapón de material sintético.

    Todos estos materiales cuentan con las certificaciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) y de la Agencia de Protección Ambiental de ese país (EPA).

    En la porcelana, de color azul cobalto, va el licor de cacao fino; en la amarilla, el de cacao y ­maracuyá.

    También diseñaron un empaque personalizado para cada botella. La idea fue darle una apariencia de regalo. Colocaron una pequeña faja, similar a las que visten las mujeres indígenas otavaleñas, lo que le da un toque andino.

    En este empaque se cuenta la historia del producto y su cadena de valor; el cacao fino de aroma que se utiliza posee una certificación orgánica. La Asociación Wiñak, de Archidona, provincia de Napo, provee este fruto que es recolectado por unas 800 mujeres nativas.

    En la feria de Grand Bazar, en Guayaquil, Waru fue reconocido como un producto innovador.
    Este mes se enviarán las primeras muestras a España y EE.UU., para abrir mercado. Este año los emprendedores desarrollaron un nuevo producto: el mojito enlatado, con el que dieron el salto a la coctelería. Surgió en plena pandemia y han logrado a entrar a un nicho de mercado que es masivo. Preparan nuevos sabores.

    200 000 dólares se han invertido en la planta y en el proceso semindustrialización.

    El gerente, Jaime Garate, dice que se ha  dirigido  esfuerzos para obtener un producto de calidad y con presentación innovadora. Foto: José Luis Rosales /LÍDERES
    El gerente, Jaime Garate, dice que se ha dirigido esfuerzos para obtener un producto de calidad y con presentación innovadora. Foto: José Luis Rosales /LÍDERES
  • El ají hecho con receta familiar gana mercado

    Marcel Bonilla

    Redactor (I)

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    Un ají que tiene como ingrediente el vinagre de banano se elabora en Esmeraldas y se encuentra en el mercado desde hace seis meses.

    Ají Leverone es una marca que encierra tradición familiar. Leonardo Leverone, emprendedor, explica que sus abuelos y padres elaboraban el producto para dar sabor a sus comidas, que preparan desde hace cerca de 50 años.

    En su negocio de alimentos siempre se había ofrecido la salsa y el ají a base de vinagre de guineo, hecho por sus abuelos. La costumbre fue pasando de hijos a nietos hasta que la familia decidió darle un giro a su iniciativa. Así, el ají hecho con una receta familiar salió a la venta al público.

    Leverone empezó a ofrecerlo en su restaurante de fritadas y tuvo aceptación. Eso le motivó para ponerlo en un frasco.

    El producto está compuesto por un licuado de ají que mezcla la variedad rocoto de la Sierra y el denominado ají de ratón de la Costa. Además tiene zumo de limón y sal. Para empezar se invirtieron cerca de USD 300.

    Hoy en día se venden, cada mes, 10 cajas de 24 unidades; el producto se comercializa en el mismo de negocio de Leonardo Leverone, que está ubicado en el centro de la ciudad de Esmeraldas.

    Con su iniciativa ha empezado a penetrar a otros mercados de la ciudad con la ayuda de la Unidad de Fomento Productivo de la Prefectura de Esmeraldas.

    Cada unidad se comercializa en USD 3,50 y es de 250 mililitros. La proyección es no solo vender el Ají Leverone, sino desarrollar salsa de ají y posteriormente, longanizas y chicharrones empacados al vacío.

    Esta emprendimiento cuenta con la ayuda de cuatro personas más que conocen los procesos y siguen las normas de higiene para garantizar la asepsia y la calidad.

    Este ají tiene una duración de hasta seis meses sin preservantes por ser 100% natural y mantiene su sabor. El emprendedor sugiere probarlo en fritadas, pero también en otras comidas.

    Raúl Quintero, técnico de la Prefectura de Esmeraldas, explica que una vez conocido el producto, vieron que tenía un potencial para ponerlo en el mercado y empezaron con la asistencia técnica y obtener la notificación sanitaria.

    Además de este requisito se han realizado los análisis de laboratorio y el producto ya cuenta con un certificado de un laboratorio acreditado por el sistema de acreditación ecuatoriana. Esto es una garantía para los consumidores, según el emprendedor.

    En los últimos seis meses la microempresa desarrolló un trabajo para mejorar la imagen del producto. Esto implicó la elaboración del etiquetado, tomando en cuenta tres encuestas hechas para establecer la aceptación y posibles clientes.

    Uno de los principales argumentos, a la hora de la promoción, es que se trata de un producto hecho artesanalmente.

    Según Quintero, el ají cuenta con trazabilidad, lo que permite saber de dónde viene la materia prima, cómo se produce, dónde se hace y cómo se comercializa.

    Tras contar con la notificación sanitaria se ha trabajado en los costos de producción que permita competir con otras marcar de ají que está en el mercado nacional.

    La Prefectura de Esmeraldas, a través de la Dirección de Fomento Productivo, gestiona para que Ají Leverone, participe en ruedas de negocios dentro de la ciudad y fuera de ella.

    Además el emprendedor trabaja para buscar nuevos canales de venta. Por ahora dos cadenas de supermercados nacionales están interesadas en la compra del producto. Con esta propuesta se aspira a vender 200 unidades mensuales. Esto permitirá que la iniciativa familiar alcance el punto de equilibrio y generar utilidades posteriormente.

    Las proyecciones de los emprendedores del ají es lograr que el producto vaya ganando mercado en el país para posicionar la marca que está siendo conocida en el resto de cantones.

    La exdirectora de Pymes de la Pucese en Esmeraldas, Roxana Benítez, cree que, con la ayuda de estudiantes de las carreras de pequeñas y medianas empresas, se puede ayudar a los emprendedores de Esmeraldas como Ají Leverone.

    En Esmeraldas, desde hace cinco años, los emprendimientos han tomado mayor fuerza con el apoyo del Ministerio de Industrias y la Dirección de Fomento Productivo de la Prefectura de Esmeraldas.

    Desde ese espacio se han dado impulso a la chocolatería, la apicultura y la pesca, así como las artesanías que busca mercados internacionales, como la venta de muñecas negras y las marimbas para adornos en países como España e Italia.

    Otro dato: hasta el momento en la provincia alrededor de 25 emprendimientos han obtenido este año sus notificaciones sanitarias para ingresar al mercados y vender sus productos.

    Leonardo Leverone es el emprendedor que convirtió la receta de sus abuelos y padres en un pequeño negocio, en Esmeraldas.
    Leonardo Leverone es el emprendedor que convirtió la receta de sus abuelos y padres en un pequeño negocio, en Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / Líderes
  • La innovación se sazonó con la receta tradicional

    Giovany Astudillo

    Editor (I) redaccion@revistalideres.ec

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    Lo que hace 50 años fue una tienda de abarrotes y una pequeña picantería en la que se ofrecían carnes asadas, hornado o sancocho, en la actualidad es uno de los restaurantes más importantes de la parroquia cuencana de San Joaquín. Si bien las recetas tradicionales de la familia Baculima siguen siendo uno de sus principales activos, la innovación llevó al negocio a otro nivel.

    Hace 13 años, el chef Xavier Baculima planteó a sus padres, Santiago y Ruth Cellán, que se debían incorporar cambios en el restaurante Cristo del Consuelo, que heredaron de los abuelos. Entre otros estaba la decoración del local e incorporación de una carta y postres y jugos en los que se mezclaban frutas como guanábana y mora en vasos grandes y decorados con uvillas o frutillas.

    Al principio, estas innovaciones no tuvieron el resultado esperado y hubo clientes que se fueron porque pensaban que los precios subirían o se resistían al cambio, pero paulatinamente fueron retornando, recuerda Baculima. “En la constancia está el secreto… No quería postres comunes, pero tampoco algo que esté muy a la vanguardia, que afecte a nuestra oferta tradicional”.

    Su progenitor falleció al año siguiente y su madre pidió que Xavier asumiera más responsabilidades y, posteriormente, su hermana Gabriela también lo hizo. Ella es diseñadora.

    Desde entonces, ambos hermanos iniciaron un proceso de renovación que persiste hasta la actualidad. Ellos calculan que todas las innovaciones a lo largo del tiempo demandaron una inversión que supera los USD 75 000.

    Parte de esos recursos se destinó a murales plasmados por el artista René Pulla. En cada uno de los espacios se recrearon postales tradicionales de Cuenca, como el Pase del Niño Viajero, la venta de dulces de Corpus Christi, las vendedoras de los mercados de la ciudad, entre otras.

    Mariana Chimbo (izq.) atiende a Édison Guevara y Miriam Soria. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Mariana Chimbo (izq.) atiende a Édison Guevara y Miriam Soria. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES

    También sirvieron para el mejoramiento del mobiliario, decoración, reestructuración y modernización de la cocina o recreación de la tienda tradicional de sus abuelos para que allí funcione la caja del restaurante. “Quisimos darle concepto al restaurante y de la comida cuencana, por lo que nuestros espacios deben mostrar eso”, señala el chef.

    En el caso de la carta, dice Xavier Baculima, se ofrecen siete opciones de entrada como tamales, maduro con queso, choclos, entre otras. Hay cinco tipos de sopas como papas con cuero, locro de papas o caldillo de huevo y como plato fuerte están las carnes asadas de cerdo, res y pollo, que se pueden acompañar con llapingachos, ensaladas y mote sucio o pillo. En el caso de los postres existen cinco alternativas en pasteles, mousse o cremas. Ahora sacarán una carta aparte de postres y otras cuatro opciones.

    En la actualidad, atienden a cerca de 3 000 clientes cada mes, asegura Ismael Quezada, quien colabora en la administración del negocio con su esposa Gabriela y su cuñado Xavier. De esa cantidad, el 70% es cuencano y el porcentaje restante se reparte entre turistas nacionales y extranjeros. “La mayoría son familias de clientes desde hace varios años y en el caso de los turistas buscan conocer las tradiciones”.

    La directora de la Fundación Municipal de Turismo para Cuenca, Tania Sarmiento, destaca el mejoramiento del servicio de este restaurante, que conserva su esencia, pero ofrece un valor agregado. Por ello, agrega, que forma parte de la Ruta Rural de San Joaquín, que promociona desde el año pasado esta entidad. “Ha podido profesionalizarse y convertirse en un ejemplo de cómo la comida tradicional puede tener una presentación creativa y de esa forma mejorar el servicio”.

    Según Gabriela Baculima, también hicieron cambios en la atención y disminuyeron el tiempo de atención de los clientes de 25 a 12 minutos. Para mejorar el servicio también entregan a los comensales un pequeño cuestionario sobre la atención y las sugerencias.

    Los cambios se ven reflejados en la facturación, que creció un 25% este año en comparación con las cifras del 2017. Ese aumento se sustentó en una mayor clientela porque los precios se mantuvieron estables, señala Quezada. Según él, por lo general, una persona consume entre USD 10 y USD 15.

    Ruth Cellán: ‘Me encargo de preservar la esencia familiar’
    Encargada de las recetas tradicionales

    Hay un cambio importante de lo que fue el negocio de mis suegros, de lo que heredamos con mi esposo. Ahora mis hijos han hecho una importante renovación, que me alegra y me motiva. Desde un principio les apoyé porque ellos al ser profesionales tienen buenas ideas, que están dando resultado y el restaurante ha crecido mucho. Soy la encargada de preservar las recetas y, sobre todo, la sazón que mi suegra me enseñó. Llegué de la Costa (Quevedo-Los Ríos) y todo era nuevo para mí, pero aprendí mucho de sus secretos, que los mantenemos hasta ahora. Desde un principio me dijo que me enseñaba porque sabía que nosotros íbamos a continuar con este restaurante. Estoy encargada de las compras de las carnes y otros alimentos que se requieren para el funcionamiento de este negocio. Además, me dedico a preparar las carnes usando la sazón tradicional de la familia. Luego son adobadas. Otra persona me ayuda en este trabajo. Espero seguir siendo un aporte para mis hijos y que el restaurante siga mejorando. 

    Los hermanos Xavier y Gabriela Baculima impulsaron la transformación de este restaurante cuencano. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Los hermanos Xavier y Gabriela Baculima impulsaron la transformación de este restaurante cuencano. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Esta receta combina lo innovador y tradicional

    Redacción Cuenca

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    Don Pernil combina las recetas tradicionales con la innovación tanto en la presentación y diseños como en la oferta de nuevas variedades de sánduches y salsas. Este emprendimiento de los esposos Víctor Hugo Neira y Karina Freire funciona desde octubre del año pasado, en Cuenca.

    La idea surgió a inicios del 2017 y el objetivo fue contar con un negocio que pueda crecer y emplear un producto tradicional de la capital azuaya como el sánduche de pernil, señala Neira. “Pero quisimos hacer cambios a lo que estaba acostumbrado el consumidor”.

    Por ello, trabajaron en diseñar un local acogedor con estilo familiar, que resalte los materiales, las tonalidades y las texturas que se identifiquen con Cuenca y sus tradiciones como la madera o el ladrillo visto. Los emprendedores elaboraron diseños propios para servilletas, portaservilletas, mesas, sillas, bancas, platos para servir los sánduches…

    Además pretenden comercializar franquicias de Don Pernil para expandirse en Cuenca y otras ciudades. Según Neira, el concepto es que este estilo se pueda replicar y proveedor desde el mobiliario hasta las materias primas como carnes, salsas y panes. “Estamos proyectando los costos para iniciar la venta… Se abrirán puntos directos en centros comerciales”.

    En la oferta gastronómica también innovaron con los sánduches y salsas. En este último caso no solo el ají es la única opción como en los locales tradicionales de la capital azuaya sino también agregaron las salsas de ajo, albahaca y BBQ con piña.

    “El cliente coloca los aderezos que más prefieran. No a todos les gusta el ají o, por lo menos, no el que es muy picante”, dice Neira.

    En el caso de los sánduches ofertan el tradicional, que es preparado con pan blanco y rodajas de pernil y otras opciones como uno que tiene filete de pernil, lechuga, cebolla y otro tipo de pan.

    Hace tres meses también incorporaron el denominado Cubano Don Pernil, que es preparado en una palanqueta y con salsa de ajo de una receta familiar, mostaza, filete de pernil, carne, jabón, queso laminado y pepinillos. Es calentado en una sanduchera y, finalmente, se agrega orégano.

    También están las variedades de sánduches de lomo fino de res y salteado con champiñones y otros ingredientes, el de pavo y el de pechuga de pollo marinada en naranja. “Quisimos alejarnos de los embutidos y usar todos los tipos de carnes”. Los precios oscilan entre USD 1,75 y 3,25.

    Según Neira, como el inicio de todo negocio es complicado, pero paulatinamente aumentó la cantidad de clientes y lo que más destaca es que varios se convirtieron en habituales y traen a su familia y amigos y aportan en la promoción del establecimiento.

    En la actualidad, este emprendimiento recibe unas 400 personas, en promedio, cada semana. El local tiene capacidad para recibir a 28 clientes a la vez tanto en el interior como en un espacio exterior. El negocio factura USD 3 000 al mes, en promedio.

    Otra alternativa de difusión es Facebook donde se muestra la marca, la diversidad de sánduches y salsas y las promociones.

    Neira y Freire tienen nuevos planes como la incorporación de nuevos tipos de sánduches, que se lanzarán en los próximos meses.

    La intención es reforzar la innovación. En esa línea sacaron un jugo de coco embotellado, que es una bebida que acompaña al sánduche de pernil. También, ofrece una bebida de jamaica como otra alternativa para el cliente.

    Karina Freire y Víctor Neira tienen el local en la avenida Remigio Crespo. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
    Karina Freire y Víctor Neira tienen el local en la avenida Remigio Crespo. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Una receta alemana hace crecer a Bunz

    Mayra Pacheco

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    La receta original que se utiliza para elaborar embutidos en Alemania se aplica a diario en Bunz, una empresa ecuatoriana. Sebastián Almeida, gerente y propietario de la firma, aprendió a preparar estos alimentos en dicho país europeo, tras involucrarse desde muy joven en el mundo de los cárnicos en ese territorio.

    En 1993, cuando tenía 17 años, Almeida cruzó el océano Atlántico para un hacer intercambio cultural y luego estudiar una carrera universitaria. Sin tener algo definido empezó a colaborar en una carnicería alemana. Ahí faenaban cerdos y se elaboraban salchichas, jamones y otros alimentos.

    Esta experiencia que duró seis meses le motivó a estudiar Ingeniería en Alimentos, especializado en Carnes, en la Universidad Técnica de Lippe , en Lemgo.

    “Yo no tenía idea de cómo se hacía una salchicha, ni jamón. Por eso, decidí hacer embutidos”, comenta Almeida, de 42 años. Para cumplir su meta, este quiteño obtuvo antes el bachillerato alemán y después ingresó a la universidad. Tras culminar su formación superior decidió regresar a Ecuador, en octubre del 2001, aunque no vino solo.

    Almeida regresó a su país casado con la alemana Elizabeth Bunz. Ella es economista.
    En Ecuador, el título profesional le abrió a Almeida las puertas para ser parte de una importante firma de alimentos. Pero, el sueño de este ingeniero era emprender su propia empresa de embutidos.

    En su mente tenía la idea de hacer salchichas de calidad, empleando la receta alemana. Así quería lograr que los ecuatorianos cambiaran la imagen que tienen de estos productos.

    Para contar con todas las herramientas necesarias, Almeida volvió con su pareja a Alemania para obtener una maestría en Administración Internacional. En esta etapa, Almeida plasmó en su plan de negocios cómo sería su tipo ideal de embutidos. Pensó en productos con un alto contenido de carne de ternera, cerdo, condimentos, etc. Sin gluten ni harinas.

    Ya con el panorama claro, al retornar a Ecuador, su plan de negocios le permitió acceder a un crédito de alrededor de USD 48 000 en la Corporación Financiera Nacional (CFN). Su familia política aportó con USD 21 000.

    Con este monto la pareja adquirió maquinarías alemanas, buscó un local en el norte de Quito, hizo contactos con proveedores y empezó a elaborar embutidos con la receta germana, adaptada al mercado nacional. Entonces, eran tres trabajadores.

    Francisco Moncayo, gerente de Aditmaq, es uno de los proveedores que está con Bunz desde su inicio. Ellos entregan empaques, diversos condimentos y maquinarias para preparar embutidos.

    La primera producción de Bunz se concretó el 20 de noviembre del 2008. La firma sacó tres embutidos: dos tipos de salchichas y un pastel de carne. Se promocionaron en la comunidad alemana y ferias. Seis meses más tarde ingresaron a la cadena de supermercados de Corporación Favorita.

    Inicialmente, Bunz entregaba 100 kilos de embutidos por semana. Actualmente, produce tres toneladas de 11 productos (salchichas, pastel de carne, chorizo, paté y jamón) con certificación de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM). Tiene más de 40 clientes.

    Entre estos se encuentran restaurantes, supermercados, hoteles, panaderías, clubes privados, bares, delicatesen, servicio de ‘catering’ y otros. Para algunos de ellos se preparan recetas especiales, según el pedido de cada uno.

    Patricia Bueno, de Hamburguesas El Corral, solicita desde hace 10 años salchichas Bunz de ternera para preparar hot dogs. En promedio, se consumen 100 unidades por día. “Nuestros clientes sienten la diferencia y preguntan qué salchicha es, porque es distinta”.

    Los productos de Bunz tienen un alto contenido de proteínas. Se emplea carne de ternera y de cerdo. Además, el proceso de elaboración de los productos es artesanal. Los embutidos de la empresa salen listos para su consumo, porque se encuentran ahumados, cocidos u horneados.
    Aparte, en esta firma se maquilan tres embutidos para una cadena de supermercados.

    Más datos

    En Bunz trabajan 14 personas. Los embutidos se comercializan a escala nacional. Los precios van desde un total de USD 1,40. El kilo cuesta cerca de USD 10. La facturación del 2017 fue de USD 800 000 al año.

    Las maquinarias que se emplean para preparar estos productos son, en su mayoría,  alemanas. La planta de producción se encuentra en Quito. Fotos: Galo Paguay  / LÍDERES
    Las maquinarias que se emplean para preparar estos productos son, en su mayoría, alemanas. La planta de producción se encuentra en Quito. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
  • Wholesome Foods cuenta su receta para internacionalizarse

    Redacción Líderes

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    La empresa Wholesome Foods y su marca Highland Farm Foods son ejemplos de cómo una pequeña empresa puede ser internacional desde el principio. La gerenta de esta empresa, Camille Paz y Miño, explica que una de las claves es tener un producto dirigido a un público específico.

    Bajo esa premisa, Wholesome Foods elabora ‘snacks’ de quinua para ‘millennials’, en EE.UU. A ese mercado llegan desde el 2016.

    Las primeras exportaciones fueron de quinua en grano. Pero, el emprendimiento cambió rápidamente su giro de negocio y desde mediados del año pasado se dedicó exclusivamente a la elaboración y exportación de snacks.

    Paz y Miño cuenta en una entrevista las estrategias aplicadas y los planes que tiene la empresa para el mediano plazo.

    Camille Paz y Mino, encargada de Wholesome Foods, de Nutrivital que produce productos a base de quinua. Foto: Patricio Terán / ÚN
    Camille Paz y Mino, encargada de Wholesome Foods, de Nutrivital que produce productos a base de quinua. Foto: Patricio Terán / ÚN
  • Esta familia rescató la receta de los alfajores

    Sofía Ramirez

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    Alfajores de maicena con relleno de guayaba y galletas de avena son los productos que ofrece Alymentec.

    Este emprendimiento familiar tiene una trayectoria de 20 años en el mercado ecuatoriano y su valor agregado es el uso de las recetas tradicionales quiteñas para la preparación de estos postres señala Andrés Cascante, administrador de este negocio.

    Según el emprendedor de 33 años, la idea fue recuperar las recetas quiteñas para los alfajores. Los dulces aparecieron en América Latina durante la Colonia y eran consumidos especialmente por las tropas que venían desde España, explica el quiteño.

    La idea de iniciar con Alymentec en 1997 surgió de Rocío Aguayo y Patricio Cascante, padres de Andrés. Ambos son ingenieros agrónomos y siempre estuvieron involucrados en temas agrícolas. Ellos vieron la oportunidad de comprar una galletería y como en la familia Cascante ya había la tradición de preparar postres y panes decidieron poner manos a la obra al nuevo proyecto.

    Rocío Aguayo se encarga de la producción de los alfajores y galletas que venden con las marcas Alfajores de la Aldea y Galletitas de dulce Kiro, respectivamente.

    Aproximadamente USD 15 000 al cambio de 1997 se invirtieron para comprar el taller artesanal que se encuentra en el sur de Quito. Con el dinero adecuaron el espacio y compraron maquinaria como hornos y batidoras.

    Rocío Aguayo explica que el rescate de las recetas tradicionales para los alfajores fue complicado en un inicio. Pero el uso de la maicena y otros ingredientes permiten que la masa sea más delicada y suave al consumirla.

    Patricia Torres, asesora de ventas de La Fabril, explica que le entrega marva -una margarina especial- a Alymentec. Este insumo es ideal para la elaboración de alfajores y galletas, debido a que le da suavidad y consistencia a la masa. El emprendimiento hace cuatro años compra cada mes de dos a tres bloques de marva, de 27,5 kilos cada uno, a La Fabril.

    En el taller de Alymentec la elaboración de los alfajores dura dos días. La capacidad de producción es de 500 paquetes de cuatro unidades cada semana.

    En cuanto a la preparación de las galletas de avena, Aguayo indica que utilizan la clara del huevo en lugar de agua, para la masa. Cada mes se invierte entre USD 500 y 800 para la compra de materia prima en el negocio.

    Abrir mercado en los primeros meses, después de inaugurarse la primera producción de Alymentec fue complicado, indica Aguayo. No obstante, en 1998 lograron ingresar a una cadena de supermercados a escala nacional, en la que tienen presencia hasta la fecha.
    Desde ese año hasta el 2014, las ventas anuales del emprendimiento eran por cerca de USD 60 000. Pero desde el 2015, año en el que se sintió la contracción económica en el país la facturación bajó a USD 28 000.

    Alymentec tiene cuatro clientes corporativos, entre ellos restaurantes y cafeterías. Lorena Toro, administradora de la cafetería El Naranjo, ubicada en el norte de la capital, vende los alfajores marca Alfajores de la Aldea desde el año pasado. El producto tiene buena aceptación entre los clientes que frecuentan el establecimiento: en promedio vende 40 paquetes de alfajores a la semana, dice Toro.

    Para este año, la estrategia de Alymentec será levantar las ventas. Para eso se unieron con una firma privada que está elaborando chocolate con almendras; el objetivo es que el producto sea el relleno de los alfajores. También, introducirán nuevamente el tradicional alfajor de manjar. Asimismo, asistirán a ferias artesanales para convertir al producto en una marca de consumo masivo. Y visitarán otras cadenas de supermercados a escala nacional.

    Rocío Aguayo y su hijo, Andrés Cascante, le dan vida a Alymentec. El emprendimiento familiar elabora alfajores y galletas de avena. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Rocío Aguayo y su hijo, Andrés Cascante, le dan vida a Alymentec.
    El emprendimiento familiar elabora alfajores y galletas de avena. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • Madre e hija dan con la receta ideal en postres

    Redacción Quito

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    Galletas decoradas de manera artesanal al gusto de cada cliente; minipostres para compartir y ‘cheesecakes’ con sabores variados son la carta de presentación de Cream & Sugar.
    La iniciativa nació a fines del 2013. Desde los cinco años, Tatiana Guerrero -ahora de 17 y gestora del emprendimiento- desarrolló sus habilidades para la repostería.

    Su madre, Tatiana Mejía y quien se encarga de la parte administrativa del negocio, cuenta que inscribió a su hija en un curso de respostería a esa edad. En la primera clase sintió como que su hija hubiese “descubierto el agua tibia”, dice. Esto porque aprendió a hacer galletas con facilidad, sin ningún antecedente de temas culinarios en la familiar.

    Al ver estas habilidades, los padres de Tatiana Guerrero mantuvieron el apoyo para las capacitaciones en repostería. Y con el tiempo aprendió nuevas técnicas, explica la joven emprendedora.

    A sus 13 años, Tatiana Guerrero ya preparaba postres más elaborados y los vendía entre sus compañeros de clase en el Colegio Menor, ubicado en Cumbayá, al oriente de Quito.
    En su afán por tener un pequeño negocio, Tatiana Guerrero decidió darle forma a su “miniempresa” como ella la llama con una visión a largo plazo.

    Así nació Cream & Sugar, que desde entonces hasta la fecha ofrece de ‘cupcakes’, ‘cheesecakes’, tortas, ‘pies’, galletas, trufas y minipostres. Los sabores que utilizan para los productos son variados: se cuentan chocolate y frutas orgánicas, por ejemplo.

    Los ingredientes le dan el toque especial a la receta “secreta”. Y el valor agregado del emprendimiento está en los diseños y en los decorados hechos de manera artesanal: “nos gusta saber qué le gusta a nuestro cliente”.

    En la elaboración de los productos de Cream & Sugar, madre e hija no trabajan solas. En la parte operativa cuentan con la ayuda de otras tres personas.

    La capacidad de producción depende de la demanda, dice Guerrero. Por ejemplo, en Navidad las 20 unidades de galletas que elaboran a la semana se duplica.

    Jossette Vázquez, propietaria de Market Express, ubicado en Cumbayá vende los postres de Cream & Sugar hace tres meses.

    Para la temporada navideña el emprendimiento elaboró -de manera exclusiva- trufas con diseños navideños y ‘cheesecake’ de rompope. Vázquez cuenta que estos productos fueron un éxito total en ventas, aunque no precisó cifras.

    Jéssica Burbano, abogada de 33 años se convirtió en cliente de Cream & Sugar a inicios de diciembre pasado. Detalla que llegó al emprendimiento vía Facebook. Ella realizó un pedido que incluía galletas de choconieve, pasteles y los diseños perfectos le llamaron la atención. Por lo que mantendrá contacto con el negocio para pedidos futuros.

    El emprendimiento a la fecha cuenta con 50 clientes al mes y realiza envíos a escala nacional.
    Para este año que empieza, la emprendedora planea lanzar nuevos productos como ‘mousse’ de tres variedades de chocolate, nuevos sabores para tortas y la línea de barras.
    También, fortalecerá la imagen corporativa en redes sociales y en su página web.

    Tatiana Guerrero elabora recetas para postres y galletas de Cream & Sugar. Su madre es clave en el negocio. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Tatiana Guerrero elabora recetas para postres y galletas de Cream & Sugar. Su madre es clave en el negocio. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Esta receta se expande con tres locales

    Redacción Quito

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    Más de 10 variedades de hamburguesas; de pollo, de res o para vegetarianos. Todas con nombres felinos como la ‘cheese miau’ o la siamesa.

    Esa es la identidad de las Hamburguesas del Gato. Este emprendimiento creado hace seis años ya tiene tres locales, todos ubicados en el norte de Quito.

    Daniel Torres es el gestor del negocio. El quiteño de 31 años afirma que la frase “el tiempo de Dios es perfecto” llegó en momentos en los que el chef se encontraba en un “limbo” profesional.

    A sus 24 años, Torres tenía la consigna de tener un negocio propio. En un principio, inició con un pequeño negocio de almuerzos ubicados en La Prensa. Luego pasó a organizar eventos, aunque el chef detalla que el gusto por elaborar comida fue su primera motivación.

    En octubre del 2010 formó una sociedad para emprender con Las Hamburguesas del Gato. Pero no funcionó y negoció con sus dos ex socios para quedarse con la marca. Desde entonces Torres maneja el emprendimiento en Quito.

    “El nombre del negocio no se debe a que tenga como mascotas a los gatos, sino al color verde de mis ojos”, cuenta Torres quien estudió gastronomía en el Instituto Iliades, en Quito.

    La calidad, frescura y precios de sus hamburguesas son el toque especial de Las Hamburguesas del Gato. Además, la receta secreta de la mayonesa, el ají y la cocción en parrilla de la carne -de 140 gramos- son otros de los valores agregados.

    Desde que Las Hamburguesas del Gato abrió su primer local ubicado en el sector de la av. Río Coca -norte de la capital-, Torres se encarga de darle su sazón a las hamburguesas.

    Para esto, prepara los ingredientes en la planta de producción ubicada en el sector de Las Casas, norte de Quito. En el lugar procesa las 800 libras de carne de res, por ejemplo, que compra a la semana. Además, elabora la mayonesa y el ají con un toque que no lo revela.

    Sus principales proveedores son cadenas de supermercados y Gustapan, por ejemplo.
    Roger Cuenca, gerente de Operaciones de Gustapan, indica que le provee de pan para hamburguesa hace más de cuatro años. La relación comercial entre ambos se ha fortalecido, dice.

    Güipi es otro proveedor. Danilo Hervas, vocero de esta compañía, cuenta que le entrega a Torres 20 kilos de champiñones a la semana, y recuerda que iniciaron con entrega de cinco kilos semanales hace cinco años.

    Al tener aceptación en las hamburguesas, en el 2014 se inauguró un segundo local en el sector de La Pradera. Y hace cuatro meses se abrió un tercer establecimiento -el más grande- en La Floresta.

    Para fines de este año, Las Hamburguesas del Gato tiene dos objetivos: posicionar el servicio a domicilio en toda la ciudad y ampliar su menú a más de 10 categorías. Se incluirán tablitas, cortes de carne, costillas de cerdo y alitas, por ejemplo.

    También se implementará una heladería y dulcería a precios asequibles, dice Daniel Torres. Para esto calcula invertir un aproximado de USD 3 000 para adquirir materia prima.

    Daniel Torres es el gestor del negocio Las Hamburguesas del Gato. Tiene tres locales en Quito. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
    Daniel Torres es el gestor del negocio Las Hamburguesas del Gato. Tiene tres locales en Quito. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES