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  • La carne al carbón es la receta para sumar clientela

    Bolívar Velasco

    El término BBQ hace cinco años era poco común en los menús de la gastronomía de la Costa.
    Pero en el 2011, en el local Mr. Pincho, de la familia Morales Guillén, los comensales ya sabían sobre las costillas asadas en salsa, porque este establecimiento se encargó de popularizar ese plato en la ciudad de Santo Domingo.

    En las calles Abraham Calazacón y Río Toachi, donde funcionó el primer local de este establecimiento solo quedan recuerdos de la clientela que esperaba en las veredas para probar las costillas.

    El área de 25 metros cuadrados y las tres únicas mesas no eran suficientes para atender a más de 15 personas al día. Sin embargo, la gente no dejaba de ir y eso impulsó a los dueños de Mr. Pincho para darse a conocer como una marca que impone su propio estilo en asados al carbón. Con esta idea la familia Morales Guillén se mantuvo en ese sitio hasta el 2012.

    Al frente de la atención y la administración estaban cinco miembros de la familia, entre ellos Paulo Morales que para ese año había sido liquidado de una empresa de catering que daba servicios a una compañía petrolera, en el oriente ecuatoriano.

    Morales asumió las riendas de Mr. Pincho ese mismo año y lo primero que hizo fue invertir USD 800 que había ahorrado de su desvinculación laboral.

    Pensó en cambiarse de establecimiento y eso lo concretó en el 2013, cuando se mudaron a su actual espacio que tienen en la avenida Tsa’fiqui y Río Toachi.

    Allí poco a poco incrementaron mobiliario y herramientas de trabajo para la atención y la cocción.

    Actualmente cuentan con 15 mesas para clientes y el área del establecimiento ocupa 80 m2.
    Morales recuerda que cambiarse de local fue una decisión dura, porque los clientes que lo acompañaron en el antiguo sitio no se enteraron de la mudanza.

    La compensación vino con los nuevos comensales que poco a poco se familiarizaron con el concepto del menú único que Mr. Pincho impuso desde sus inicios.

    Paulo Morales se graduó en el 2015 como ingeniero en hotelería y turismo. Sus prácticas académicas que las realizó en negocios de parrilladas de Santo Domingo, sumado a los seis meses de experiencia que tuvo en el servicio de catering le ayudaron a definir un estilo de menú variado para su negocio.

    También a conseguir un equilibrio para el adobado de las carnes. Por ejemplo, se diseñó un estilo de hamburguesa al carbón preparada a la parrilla, es decir de una forma distinta a como se la elabora en una paila para frituras.

    De esa experiencia también salieron las hamburguesas al estilo americano, la hawaiana, la tijuana, y la manaba, que se diferencia de las otras por incorporar el queso manabita como su ingrediente estrella, explica Alexandra Guillén.

    Ella es madre de Paulo y por su experiencia de trabajo en McDonald’s, en Estados Unidos (en 1995), quiso que Mr. Pincho marque la diferencia.

    “No es una copia de esa marca. Lo que hice fue perfeccionarme porque yo hacía hamburguesa en la familia, mucho antes de tener el negocio”, aclara.

    Martha García, encargada del marketing y logística, señala que actualmente manejan un catálogo de 41 platos entre propios y corrientes, todos a base de carne de res, cerdo, pollo, bife de chorizo.

    Agrega que la estrategia para mantener a los clientes es la calidad y el buen sabor.
    Mr. Pincho también tiene una sucursal familiar en Lago Agrio.

    Martha García y Paulo Morales están al frente de la administración de Mr. Pincho en Santo Domingo, Morales pertenece a la nueva generación que asumió las riendas de la marca. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Martha García y Paulo Morales están al frente de la administración de Mr. Pincho en Santo Domingo, Morales pertenece a la nueva generación que asumió las riendas de la marca. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • La receta clásica de pan que crece como franquicia

    Redacción Quito (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    La historia de este negocio inicia con el exfutbolista de Liga Deportiva Universitaria de Quito Enrique Portilla Castro. El exjugador -campeón en 1969 con el equipo albo- se dedicó a la panadería, luego de su retiro de las canchas.

    La receta de esta exgloria del balompié la heredó su hijo Felipe Portilla. En el 2006, él junto con su esposa -y ahora también socia- Andrea Izurieta decidieron emprender y apostaron por la panadería y pastelería.

    Así nació Pan del Parque, que en ese entonces estaba ubicado en un local de 40 m², en el parque de Cumbayá (nororiente de Quito).

    Para iniciar los emprendedores invirtieron unos USD 35 000 -con un crédito bancario- que destinaron a la compra de maquinaria, insumos y adecuación del local.

    El valor agregado de su negocio, sostienen los emprendedores, se basa en la elaboración de pan con procesos artesanales y en el buen servicio a los clientes.

    En 10 años, Pan del Parque se ha expandido y crecido gracias a la venta de franquicias. Portilla comenta que desde que fundó su emprendimiento pensó en este modelo de negocios.

    Ahora, la empresa cuenta con cuatro locales, dos de ellos franquicias: el de la avenida Brasil (norte), y La Primavera de Cumbayá. A estos se suman los dos ubicados también en esa parroquia: uno en el centro y otro en el sector de San Juan. Junto a ese último local funciona su planta de producción en donde se amasa la mayoría de sus ítems.

    La primera franquicia ubicada en la avenida Brasil, comenta Izurieta, se vendió en el 2014. Y la segunda, en el sector La Primavera, en septiembre de este año.

    Pese a su modelo de expansión, Pan del Parque busca mantener su esencia y trabaja para mantener sus estándares y la calidad de un pan artesanal. En el 2010, fruto de este esfuerzo, el negocio ganó el Primer Concurso de la Mejor Baguette por su pan centeno sin levadura, organizado por la Cámara de Comercio e Industrias Franco-Ecuatoriana y la Embajada de Francia en Ecuador.

    Jorge Soria, auditor, comenta que es cliente del Pan del Parque desde hace más de un año. Él vive en Cumbayá y un día decidió probar un pan ‘ciabatta’ (pan blanco elaborado con harina de trigo); gracias a su calidad y sabor decidió volver y se convirtió en un cliente frecuente.
    Soria cuenta que acude a la panadería pasando un día y prefiere una variedad sin levadura que le recetaron por su salud.

    Pan del Parque
    ahora produce 50 diferentes ítems que van desde pan popular de USD 0,16 hasta el sofisticado centeno artesanal de 600 gramos -elaborado con masa madre- a USD 2,45.

    Álvaro Suárez es otro de los clientes del Pan del Parque. Él es el administrador del Café del Teatro y de un proyecto gastronómico denominado La Bella Easo, ubicado en El Café Para Ti, en Cumbayá. Para los dos negocios, Suárez compra un total de 250 panes mensuales.
    “Tiene una increíble calidad ese pan. Yo he estado rebuscando muchas panaderías pero su calidad y precio están bastante bien”, sostiene Suárez.

    Desde hace tres años, Karina Contag, emprendedora también es clienta del Pan del Parque. Ella destaca la ubicación de los locales y la calidad del producto. Contag comenta que asiste a la panadería dos o tres veces por semana.

    La emprendedora confiesa que adquiere pan ‘baguette’ y los productos empacados, como bizcochos y otros postres.

    Andrea Izurieta y Felipe Portilla, socios fundadores de la panadería, junto a Maricela Llano, en el local ubicado en Cumbayá donde también producen gran parte de la pastelería. Fotos: VIcente Costales / LÍDERES
    Andrea Izurieta y Felipe Portilla, socios fundadores de la panadería, junto a Maricela Llano, en el local ubicado en Cumbayá donde también producen gran parte de la pastelería. Fotos: VIcente Costales / LÍDERES
  • Su receta casera llegó a la percha

    Redacción Quito

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    Una receta de fresas en almíbar que Mauricio García preparó junto a su novia, Estefanía Guevara -ahora su esposa- en el 2010 se convirtió en su negocio.

    Para obtener unas fresa en su punto, García recuerda que probó tiempos de cocción, niveles de azúcar y su consistencia.

    Luego de que su experimento quedara bien, cuenta García, notó que en el mercado no se ofertaba un producto similar y se planteó la idea de iniciar su pyme. Y así fue.

    Además, los emprendedores buscaron innovar en la presentación de su producto. Pensaron que las conservas en el mercado ecuatoriano vienen enlatadas, por lo que buscaron recipientes más pequeños para el consumo personal. “Para que el consumidor pueda llevar la fruta a cualquier parte”, comenta García.

    En abril del 2010, este ingeniero mecánico quiteño invirtió entre USD 15 000 y 20 000 para arrancar su negocio. Esa cantidad le sirvió para adquirir los insumos y herramientas: mesas, peladoras, etiquetado, vasos, tapas y más, fueron su primera compra. Además, él y su esposa se abastecieron de fruta que comparon en el Mercado Mayorista, en el sur de Quito.

    Luego de nueve meses las fresas en almíbar de García bajo la marca Made of Frutz ya estaban en las perchas de Corporación Favorita. García atribuye que el empaque fue de gran ayuda para que su producto sea más atractivo para la cadena de supermercados.
    Del trabajo de ‘packagin’ se encargó la empresa de su hermano, José Luis García, que se denomina Gworkshop Design.

    El siguiente año, Made of Frutz decidió experimentar e incorporó dos nuevos ítems: caña y melón en almíbar. No obstante, los producto no tuvieron aceptación y salieron del mercado al poco tiempo.

    Pese al traspié con esos ítems, la marca busco abrirse a nuevos mercados y lo ha conseguido. Luego de llegar a Corporación Favorita, el emprendimiento colocó sus productos en los autoservicios de Corporación El Rosado.

    En principio, rememora García, casi todo el trabajo se hacía manualmente, pero luego incorporó maquinaria para automatizar los procesos de producción.

    El año pasado el producto ingreso a la cadena de conveniencia OkiDoki . También han llegado a Supermercados Santa María.

    En este año ingresaron al mercado dos nuevos ítems: duraznos en almíbar y un mix de frutas de piña, durazno y pera.

    La firma se abastece de productos locales como fresas de Yaruquí (nororiente de Quito) o el Quinche, duraznos de Ambato o Ibarra y piñas de Milagro.

    Entre los proyectos de la firma está el adquirir una nueva tecnología para empacar los productos. Esta máquina -fabricada en el país, le costará a la firma unos USD
    30 000. Con ello, se busca incrementar su volumen de producción en al menos 10 veces.

    Otro de los objetivos de Made of Frutz es exportar sus productos. Para ello trabajan con Pro Ecuador. Entre los planes de la pyme está participar en una feria, en México. Además, en principio, dice García, buscará nuevos mercados como Perú o Colombia.

    Daniel Legarda, presidente Ejecutivo de Fedexpor, señala que las frutas en conservas tienen un gran potencial en otros mercados. Este tipo de productos ya se exportan a otros países y los principales competidores son naciones de la mism región como Chile y Colombia.
    Entre los principales destinos, sostiene el titular de Fedexpor, están EE.UU. la Comunidad Andina y la Unión Europea.

    García explica que las conservas de Made of Frutz también tiene otros usos como jugos o postres. Patricia Pozo, una ejecutiva que trabaja en una empresa privada en Quito, adquiere las fresas en almíbar para preparar batidos para sus desayunos.

    “Cuando hago los batidos con Made of Frutz obtengo un sabor más concentrado en mi bebida. Además utilizo las conservas para enviar a mis hijos a la escuela; es muy práctico y cómodo para ellos”, sostiene la ejecutiva.

    Álex Muñoz, ingeniero en sonido, es otro comprador habitual del producto. Él cuenta que se convirtió en el postre de sus almuerzos y, al menos, lo lleva dos veces por semana a su trabajo para complementar sus comidas.

    Éldestaca el sabor del producto de los García y, sobre todo, la facilidad del empaque. “Es muy práctico, permite llevar a todas partes y viene con una pequeña cuchara para servirse”, añade.

    La planta de producción está ubicada en el norte de Quito y cuenta con una superficie aproximada de 80 m2. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    La planta de producción está ubicada en el norte de Quito y cuenta con una superficie aproximada de 80 m2. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • La receta familiar busca posicionar al cangrejo en Quito

    Sofía Ramírez (I)  redaccion@revistalideres.ec

    ‘Cangrejómano Realpe” es el seudónimo de Santiago Realpe en Twitter. Adoptó este nombre para que lo conozcan como un especialista en cangrejos. Esto fue parte de su estrategia para posicionar el restaurante temático Patas Arriba.

    Se trata de un emprendimiento familiar que lo ideó junto a su esposa Ana Maribel Zurita, y sus cuñados Paulina y Mauricio Zurita. Este restaurante se inauguró en noviembre pasado, y está ubicado en la entrada al valle de Los Chillos, en el suroriente de Quito.

    Con un diseño atípico que los diferencia de las llamadas cebicherías, por su infraestructura con madera similar a los barcos y puertos, Patas Arriba ofrece cuatro tipos de preparación en los cangrejos, además de mariscos acompañados de verde y maduro.

    La atención al cliente es el valor agregado de este establecimiento que se implementó con dos objetivos: despuntar la actividad comercial en el valle de Los Chillos, que en agosto pasado tuvo una recaída debido al comportamiento eruptivo del Cotopaxi, y enseñar la cultura de comer cangrejos en la capital ecuatoriana.

    La sal quiteña que caracteriza a Santiago Realpe, copropietario del negocio es una de las insignias de Patas Arriba. Esta cualidad es primordial en la atención al cliente de este emprendimiento.

    La historia de Patas Arriba nació por la tradicional receta para preparar el cangrejo criollo hace 60 años, en la familia de Ana Zurita, administradora del local y esposa de Realpe. “La familia de mi esposa siempre ha preparado los cangrejos. Por eso, desde hace unos cuatro años, en la cena de Navidad y Año Nuevo, en lugar de pavo comemos cangrejo”.

    Desde finales del año pasado, tanto Realpe, quien es el jefe de Atención al Cliente en la empresa de alimentos Moderna, y Ana Zurita, analista financiera en la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, ya maquinaban la idea de ponerse este local.

    Para esto, adecuaron las bodegas de su propiedad, donde ahora es Patas Arriba. El concepto es que los platillos sean gourmet, pero a la vez la porción sea contundente, dice Santiago Realpe mientras atiende a dos mesas que reservaron un espacio para festejar las cenas corporativas por Navidad y Año Nuevo.

    En cuanto a la receta familiar del cangrejo criollo, el emprendedor menciona que es un secreto. Sin embargo, lo presentan a los usuarios en cuatro variedades: cangrejo criollo, al ajillo, encocado y a la brava, es decir, picante. A esto integraron, tostones o patacones con mariscos, maduros y cebiches. Para esto, en la cocina perfeccionaron toda clase de salsas para acompañar a los mariscos.

    Yolanda Sosa, comerciante de cangrejos en el mercado América, localizado junto al colegio Mejía en el centro de Quito, se convirtió en la proveedora principal de estos crustáceos. Ella le entrega cuatro planchas de 52 cangrejos especiales cada una. Estos se caracterizan por tener las tenazas o patas gordas, dice la vendedora.

    Con la materia prima y un restaurante con capacidad de 48 personas, también se empezó a jugar con el diseño en el logo.

    Este trabajo lo realizó Fabián Realpe, fotógrafo ‘freelance’, diseñador gráfico y hermano del “cangrejómano”. Él explica que para diseñar la imagen principal, buscó formas redondas, porque apelan a la confianza en el consumidor. Pero lo que más destaca de este trabajo es que Fabián dibujó los ojos de su hermano, para ponerle un toque personal al logo.

    Luego y a través de redes sociales, los cuatro socios realizaron encuestas para encontrar el nombre ideal para el establecimiento: “Patas Arriba es un nombre que no solo habla de cangrejos, sino de otro tipo de mariscos”, expresa.

    Para el 2016, la estrategia de expansión de este emprendimiento se centrará principalmente en fortalecer el servicio y la atención al cliente. Además, en el corto plazo, dicen sus promotores, tienen el objetivo de estandarizar todos los platos de su menú y sacar dos sabores más para el cangrejo.

    Santiago Realpe comenta que implementarán desayunos y están en conversaciones con varios ‘box’ o gimnasios de crossfit para preparar platos saludables.

    Santiago Realpe, Ana, Paulina y Mauricio Zurita son socios en el restaurante Patas Arriba. Este negocio familiar ofrece cuatro preparaciones para el cangrejo y otra diversidad en mariscos. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
    Santiago Realpe, Ana, Paulina y Mauricio Zurita son socios en el restaurante Patas Arriba. Este negocio familiar ofrece cuatro preparaciones para el cangrejo y otra diversidad en mariscos. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
  • La ciencia y la sabiduría, juntas en esta iniciativa

    Redacción Sierra Centro. (Contenido Intercultural)

    Cuando tres miembros de la familia Guamán Yaulema empezaron a investigar las propiedades naturales de una antigua receta heredada por sus antepasados yachaks (médicos empíricos indígenas), no advirtieron que germinaría su emprendimiento.

    Horeb Terra es una microempresa dedicada a la elaboración artesanal de biofactores; es decir, productos de origen biológico como bebidas medicinales, cosméticos y esencias, todo a partir de flores y plantas que recolectan en los páramos y en la Amazonía.

    Los esposos Luis Guamán y Margot Yaulema se animaron a investigar las propiedades de las plantas y su efecto en los seres vivos hace 16 años, cuando sus familiares les entregaron una antigua receta para ayudar a su hijo Sebastián, quien nació prematuro.

    Él padecía una extraña afección al hígado y los médicos no garantizaban su recuperación. Sin embargo, cuentan, una bebida hecha con la infusión de flores silvestres le ayudó a recuperar su salud.

    “Estábamos tan impactados por el efecto inmediato que tuvo la infusión de las flores, que decidimos estudiarlo. Empezamos por identificar las flores, a estudiar dónde crecían, en qué ecosistemas y luego las propiedades farmacológicas de cada una”, cuenta Luis Guamán, quien también se desempeña como agrónomo.

    La bebida que crearon a partir de la receta de sus antepasados, incluye unos 80 tipos de flores. De ellos, 10 crecen silvestres en los páramos y bosques de la Serranía, y las demás se recogen en la selva.

    “La investigación de las plantas fue un proceso largo pero muy satisfactorio. Nos asombraba cada nuevo descubrimiento que hacíamos y entendíamos por qué Sebastián logró reponerse, a pesar de que los médicos no nos daban esperanzas”, afirma Yaulema.

    16 años después presentaron sus descubrimientos en las ferias convocadas por la Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología (Senescyt), y en el 2007 obtuvieron el primer lugar. “Le probamos al jurado el efecto de nuestro biofactor en animales. Los pollos que alimentamos solo con este líquido no tenían grasa, eran más grandes y tenían un sabor diferente”, cuenta Josué Guamán.

    Ese triunfo les motivó a iniciar un emprendimiento artesanal. La bebida se bautizó con el nombre Phallcha, un término kichwa que significa la magia y misterio de las flores. Sus primeros clientes fueron familiares y amigos. Elaboraban cinco litros a la semana y los comercializaban por USD 1.

    Al poco tiempo y sin necesidad de publicidad, los pedidos se habían triplicado. Así, para el 2014, se constituyó una microempresa familiar. Hoy, cuentan con el apoyo de entidades como el Magap y programas de emprendimientos de entidades públicas, que les dieron asesoramiento técnico y espacios en las Ferias Ciudadanas Yo Prefiero, y en otras ferias regionales para emprendimientos.

    Además, invirtieron USD 5 000 en la adecuación de una planta de procesamiento y otros 2 000 en equipos, para industrializar la elaboración. Para el 2016 esperan incrementar su producción de 60 litros semanales a 2 000 litros.

    La microempresa

    Los creadores. La familia Guamán Yaulema es oriunda de Cunduana, una comunidad de Licán, una parroquia ubicada a cinco minutos de Riobamba.

    La producción. La planta de procesamiento empezará a funcionar desde diciembre. Se fabricarán productos en la línea de biofactores, que ya cuentan con estudios científicos.
    El producto.SEnSLa bebida Phallcha puede adquirirse en los centros naturistas de Riobamba, en las ferias ciudadanas del Magap.

    Nelson Guamán, Lilia Yaulema y Josué  Guamán promueven este emprendimiento reconocido por la Senescyt. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES.
    Nelson Guamán, Lilia Yaulema y Josué Guamán promueven este emprendimiento reconocido por la Senescyt. Foto: Raúl Díaz para LÍDERES.
  • Máchica, mashua y trucha, en la receta ganadora

    Redacción Cuenca

    Locro de mashua (una especie de tubérculo), cebiche de trucha y brownie de máchica. Los tres platos conformaron el menú con el que tres estudiantes del Instituto Superior San Isidro, en Cuenca, ganaron el primer lugar, en la categoría senior, del Primer Festival de Cocina Ecuatoriana que se realizó, en marzo , en la sede de la Escuela Politécnica del Ejército (Espe), en Latacunga.

    Carlos Molina, María Eugenia Molina y Alicia Peláez, estudiantes de sexto ciclo de Gastronomía, tardaron un mes para idear este menú que presentaron en el certamen. Su motivación fue usar ingredientes poco usuales para diversificar la cultura gastronómica del país, señala Molina.

    Geovanny Acosta, director de la carrera de Ingeniería en Administración Turística y Hotelera de la Espe, señala que la participación de los jóvenes fue profesional y por eso obtuvieron el reconocimiento.

    Algo similar opina el director de Proyectos del Instituto Superior San Isidro, Juan Diego Villavicencio. Él cree que el desempeño de los tres estudiantes en el concurso, que albergó a unos 70 participantes, fue importante, porque demostraron la formación que reciben en San Isidro en cuanto a la valorización de los ingredientes ecuatorianos, la creatividad para preparar las recetas, la presentación de los platos, etc.

    Para Villavicencio, la formación de la academia se conjuga con la actitud de los estudiantes. En este caso, los integrantes del equipo ganador son proactivos y curiosos. “Buscan aprender nuevas formas de hacer gastronomía”.

    Para el gerente del catering Eventos y Bodas (Cuenca), Daniel Carrión, el trabajo de estos jóvenes fue estupendo, porque con ingredientes nacionales crearon platos que podrían servirse y posicionarse en cualquier restaurante de otro país.

    Carrión cuenta que su empresa de catering ha contratado a estudiantes egresados del Instituto San Isidro. De ellos destaca su proactividad y el conocimiento adquirido en las aulas.

    Para Molina, la experiencia que ha obtenido en la institución es clave, porque ha aprendido a sembrar y cultivar vegetales y frutas para utilizar en sus recetas. También conoció términos de cocción, tácticas reposteras, marketing y administración de restaurantes y hoteles.

    El pénsum de Gastronomía en San Isidro incluye clases prácticas donde aprenden a cocinar en horno de leña, estufa de gas o eléctrica, indica Villavicencio.

    Esa versatilidad en la enseñanza es clave para que los estudiantes, una vez graduados, tengan la capacidad de desempeñarse en restaurantes, hoteles, lodges ecológicos… asegura el director de proyectos.

  • El pollo para todo gusto, la receta de expansión

    Redacción Guayaquil

    La idea de ampliar en el país la oferta de pollo rostizado con distintos acompañantes fue lo que llevó a los hermanos Husseyn y Nabil Mansouri a crear Chicken & Chicken en el 2010. “En el Ecuador hay una marca extranjera, líder de segmento. Queríamos agregar al mercado una marca nacional con un sabor diferente para que compita contra esta”, asegura Husseyn Mansouri.

    Así, en marzo del 2010, nació el primer local de Chicken & Chicken en el centro comercial Garzocentro 2000, en el norte de Guayaquil. Hoy, la empresa tiene siete locales en la ciudad y uno funciona bajo el modelo de franquicia. Se encuentra en el Centro Comercial Albán Borja.

    Los franquiciados que manejan este punto de venta son los esposos Pedro Caicedo y Mónica Roditi. Adquirieron la licencia de la franquicia en diciembre del 2010. “Sabíamos que en ese mes se inauguraba el patio de comidas del Albán Borja y nos interesaba abrir un local. Buscamos una franquicia dos meses antes”, cuenta Caicedo.

    Un amigo en común de los hermanos Mansouri y los franquiciados generó el contacto. “Aplicamos para la franquicia, los propietarios vinieron a conocer el espacio y revisaron nuestro perfil. Luego nuestra solicitud se aprobó”, dice Roditi.

    Para la obtención de los derechos de uso de marca pagaron USD 5 000, por cinco años (no se pagan regalías). Además, invirtieron alrededor de USD 10 000 en la compra de implementos y en la adecuación del local de 22 m². El punto de venta facturó unos USD 10 000 mensuales en el 2011.

    Mansouri explica que la franquicia obtenida por Caicedo y Roditi es una ‘mini’ franquicia. El modelo de franquicia mediana tiene un valor de USD 10 000. La diferencia es la cantidad de equipos, acorde al tamaño del local. Los sitios grandes pueden facturar hasta USD 40 000 al mes, como es el caso del local ubicado en el Malecón 2000.

    En Chicken & Chicken se comercializa pollo rostizado en tacos, en hamburguesas, en presas y en combos. Los acompañantes son arroz, menestra, ensaladas… “Una de nuestras especialidades son las salsas de distintos sabores como la japonesa y la mexicana”, dice Mansouri.

    Byron Orellana es gerente del Grupo Orellana, proveedor de pollos de la empresa desde el 2010. Dice que el producto que proveen a la marca posee un sabor único. “Son sazonados de acuerdo a su exigencia. La receta no se repite para ningún otro cliente”. Sobre el trato dice que se manejan con seriedad en los negocios.

  • Ecuador quiere copiar la receta

    Los principales ejes de la receta surcoreana de desarrollo están en la agenda del Gobierno ecuatoriano, aunque algunos de ellos todavía no han cuajado o no se ven los resultados.

    El primero es el tema de la inversión en educación, salud e infraestructura, factores en los que Seúl ha trabajado desde los años 60. Otro factor es el énfasis puesto sobre la planificación. El ente que en este sentido ha tenido un significativo interés es la Secretaría Nacional de Planificación.

    A nivel de la industria, al igual que en la Corea de los años 60 y 70, el Ecuador ha venido delineando en los últimos seis años una serie de programas para identificar los productos y las industrias a desarrollar dentro del país.

    Así desde 2008, el Gobierno lanzó el proyecto de las 10 apuestas productivas desde el Ministerio Coordinador de la Producción, desde donde se identificaron los sectores de acuacultura, flores, biocombustibles, silvicultura con madera y muebles, frutas y vegetales procesados, pesca, servicio de consultoría y ‘software’, metalmecánica, turismo y transporte y logística.

    Un año después, la Senplades añadía a este grupo la bioquímica, petroquímica, medicamentos, bioenergía, hardware servicios y ambientales.

    Todo ello estaba enmarcado dentro de un plan de impulso a las exportaciones, sustitución de importaciones y una serie de medidas proteccionistas como aranceles y cupos de importación para que no salgan los capitales al exterior.

    Las mismas medidas tomó Corea del Sur entre los año 60 y 80 para impulsar su industria con resultados positivos.

    Sin embargo, en el caso ecuatoriano aún no hay resultados visibles al respecto por la falta de reglas y estrategias claras según los empresarios. Según datos de la Senplades, la participación de la industria en la producción total del país (PIB) apenas creció una décima de punto, pasando del 15,4 al 15,5% entre el 2006 y el 2011. La misma entidad reveló el año pasado que no hay aún avances en la sustitución de importaciones.

  • De la receta casera al producto industrial

    Mónica Orozco, Redacción Quito / LÍDERES

    Chofer, amanuense, vendedor y gerente. Cuando el cuencano Alfredo Martínez empezó lo que hoy es Incremar, era todo esto y más.

    Martínez abrió esta fábrica en 1997, con una operación totalmente artesanal que procesaba máximo dos toneladas al mes. Se modernizó y hoy tiene 70 empleados y más de 50 productos (entre marcas y sabores) que distribuye a los principales supermercados del país.

    Además, realiza envíos, con marcas blancas (de otras firmas), al mercado estadounidense. Hoy la producción de Incremar es de 600 toneladas al mes.

    Martínez se decidió a montar su propio emprendimiento luego de que la crisis financiera de 1999 y 2000 le obligara a cerrar una distribuidora de productos de consumo masivo.

    Además, se cansó de vender las ideas de otros y decidió hacer realidad la suya.

    Una receta casera, que le dio su suegra, y que más tarde se convirtió en lo que hoy es Tapiokita es el secreto de su éxito. Se trata de una bebida nutritiva elaborada con cinco cereales: quinua, soya, avena, trigo y maíz.

    Aunque esta empresa ecuatoriana nació en Cuenca en 1997, los problemas de logística para el envío de productos de esa ciudad al resto del país lo motivaron a trasladarse a Quito.

    Martínez está convencido de que las empresas sin innovación están condenadas a morir. Por eso en el 2004 empezó a diversificar su producción con Tapiokita instantánea, una colada fortificada que se prepara agregando agua o leche y ya no necesita cocción.

    A estos preparados se sumaron las barras nutritivas con cobertura de yogur y chocolate, marshmallows, coladas de plátano y, desde el 2011, sopas rápidas que se venden con la marca Supermaxi.

    Para estas últimas, Incremar desarrolló 12 recetas; de esas, nueve ya están en el mercado (champiñones, choclo, etc., y está en proceso la de quinua). Y envía con otras marcas productos a EE.UU.

    Esto obligó a Martínez a ampliar la fábrica y adquirir maquinaria de Brasil, Nueva Zelanda, Argentina, Colombia y otros. La inversión en innovación es el pilar del crecimiento de esta firma, cuyas ventas pasaron de USD 500 000 en el 2002 a USD 3,5 millones el año pasado.

    Santiago Martínez, director de innovación y desarrollo de Incremar, explica que la empresa invierte el 5% de su presupuesto anual en estos temas y espera llegar al 20% en el 2015.

    Incremar produce un sobre de puré de papa listo para servir con solo agregar agua caliente y está en desarrollo un puré instantáneo de malanga (papa china). Laura Narváez, que tiene una distribuidora que lleva su nombre, comercializa los productos de Incremar para Azuay, Cañar y Morona Santiago desde el 2006. «Primero comprábamos unos USD 600 mensuales, pero hoy ya son USD 6 000 mensuales. La empresa siempre está impulsando sus productos en tiendas, colegios».

  • Esta receta familiar saltò de la congeladora a ls tiendas

    Redacciòn Cuenca, redaccion@revistalideres.ec

    El secreto de los helados Frugely es la mezcla de fruta orgánica, leche y crema. Esa receta ha impulsado a este emprendimiento. Hoy sus productos se comercializan en 230 tiendas en Azuay y fruto de esas ventas su facturación bordea los USD 7 000 al mes.

    El emprendimiento Frugely, que al inicio no se llamaba así, ha recorrido un camino de aprendizaje. En el 2006, tres integrantes de la familia Arévalo (Ana, Wilson y Verónica) elaboraban helados de forma casera y los vendían.

    La acogida, desde el inicio, fue buena. En dos años los Arévalo dieron un giro a su negocio casero y probaron la distribución, sin marca, de sus helados. Para esto, los tres familiares invirtieron USD 5 000 en tres congeladores y dos batidoras industriales. También en mesas de acero inoxidable para tratar la fruta y asegurar la inocuidad de sus productos.

    Ese año sus ventas bordeaban los USD 3 000 al mes, dice Verónica Arévalo, del área de Marketing de Frugely.

    El negocio evolucionó y para el 2010 iniciaron el proceso de creación de marca para que los consumidores los identificaran en el mercado.

    «Es un helado para toda la familia, pero reconocido por los niños», dice Arévalo. Por eso crearon -en familia- el logo de un dragón caricaturesco para atraer a los pequeños consumidores.

    Marcela Vélez conoce el producto y está segura de que es una golosina nutritiva para su hijo de 8 años. Esta cuencana explica que en el sabor se evidencia que es un helado que sabe más a fruta que a azúcar.

    La inversión para crear la marca bordeó los USD 4 000; se diseñaron empaques, papelería, adhesivos, afiches para tiendas, entre otros materiales. En la actualidad esta iniciativa cuenta con seis colaboradores.

    La constante reinversión es uno de los secretos para el éxito del emprendimiento, explica Arévalo. El crecimiento de la firma, sin descuidar la calidad, es nuestro objetivo. Frugely atiende el mercado azuayo, pero busca expandirse a las provincias de Loja, El Oro y Cañar.

    En el automercado María comercializan los helados Frugely con éxito. Marta Sánchez explica que en las tardes los niños y adultos solicitan los sabores de coco, mora, chocolate y trisabor (mezcla de mora, vainilla y naranjilla).

    Una clienta, Carmen Molina, consume esta marca hace un año. La cremosidad y sabor a fruta es lo que más destaca esta arquitecta. «Es un helado bien hecho. Se siente natural».