Etiqueta: recetas

  • Quinua, jora y cedrón, en sus recetas de cerveza

    Carolina Enriquez

    Un negocio amigable, abierto a recibir a mascotas, familias, parejas, personas con discapacidad, etc. Se trata de Sinners Microcervecería, una firma que produce cerveza artesanal y que, a la vez, cuenta con su propio pub en el norte de Quito.

    Andrian Romero y Pául Bohorquez son los propietarios de este emprendimiento que opera, formalmente, desde el 2012. Sus inicios, sin embargo, van más atrás.

    “Arrancamos hace ocho años y fue primero un ‘hobby’. No pensábamos en hacer negocio de esta actividad. Hacíamos cerveza en casa, los fines de semana. La familia y los amigos nos convencieron que nos pusiéramos una planta productora y lo hicimos a finales del 2012”, dice Romero.

    Los socios comentan que la preparación de la cerveza surgió a través de un método autodidacta. Además, Romero tiene en la familia de lado de su madre, de origen ucraniano, la tradición de preparar alimentos por ellos mismos; su abuelo destilaba vodka.

    Ambos nombraron a su negocio Sinners (pecadores). La idea es tentar al consumidor a probar cerveza no industrial, conocer nuevos sabores y aromas.

    La inversión inicial fue de USD 25 000. En el garaje de la madre de Bohórquez se instalaron los equipos y se inició la producción con las materias primas importadas.

    En el sector de La Pradera, los socios tienen la planta de producción. En la parte frontal de la construcción funciona el pub cervecero de la marca. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    En el sector de La Pradera, los socios tienen la planta de producción. En la parte frontal de la construcción funciona el pub cervecero de la marca. Foto: Julio Estrella / LÍDERES

    Los socios arrancaron con tres clientes. La estrategia de comercialización se basó en un puerta a puerta: se acercaban a los restaurantes y ofrecían su producto.

    Ana María López, de Frida Tacos, explica que compra la cerveza de Sinners desde hace tres años, unas 80 al mes. Las que más se demandan son las rojas.

    Los dueños también participaron en ferias en las que se dieron a conocer. Esto fue clave, ya que mucha gente comenzó a llamarles directamente para hacer pedidos.

    Actualmente, Sinners cuenta con un portafolio de 25 a 30 clientes en Quito, Guayaquil y Tulcán. La empresa, además, intenta ingresar al mercado de Cuenca.

    Para crecer, los propietarios hicieron inversiones que les permitieron ampliar su planta de producción. Esta operaba en Pifo.

    Si bien el negocio funcionaba, los jóvenes querían acercarse más al público. Así fue como se les ocurrió la idea de abrir un pub.

    Este se encuentra en el sector de La Pradera. Allí, los emprendedores trasladaron su planta de producción; aunque es más pequeña que la anterior, les resulta más fácil estar en un sitio céntrico.

    Cuando Sinners arrancó solo contaba con dos tipos de cerveza: roja y negra. Actualmente, la empresa cuenta con 28 recetas; seis se producen y venden todo el año, el resto son de temporada.

    De estas últimas, cada mes se ofrece al público una o dos. Algunas de las variedades son negra, con coco y jengibre, tipo belga, con cáscara de naranja, con trigo y miel, con vainilla y toques de café para el desayuno, entre otras.

    Adrián Álvarez ha probado esta última. “Me pareció una cerveza diferente, con un sabor único. La vainilla le da un toque especial, muy agradable. Considero que es una excelente innovación en cuanto a la cerveza artesanal”.

    Los propietarios de Sinners también han querido que algunos de sus productos tengan esencia nacional. Por ello es que cuentan con recetas con quinua, jora y cedrón; otra con arrayán y ají rocoto.

    Los insumos los compran en los mercados de Quito, aunque también realizan caminatas en zonas agrestes en las que consiguen elementos de la naturaleza.

    Bohórquez explica que en el pub trabajan hace año y medio y que están remodelando el sitio (pero siguen abiertos). Espera que en unas tres semanas terminen las mejoras y se ofrezcan amplios servicios a la gente. Por ejemplo, las personas contarán con un área para hacer asados; pueden llevar sus carnes y prepararlas.

    En el sitio ofrecerán pizza, pues consideran que puede haber un maridaje entre la cerveza y diferentes alimentos. Los clientes también podrán solicitar café de especialidad, gracias a una alianza de la firma con la cafetería Isveglio; asimismo, sodas artesanales fabricadas por un proveedor.

    Los dueños quieren desarrollar una cultura cervecera entre sus consumidores. Por eso al pub pueden asistir padres con sus hijos o personas con sus mascotas a saborear las recetas.

    ‘Innovamos en la producción cervecera’

    Andrés Bermeo 
    Jefe de producción

    Estoy en mi cargo hace tres años y medio en Sinners, estoy encargado de la elaboración de la cerveza. Ha sido una experiencia totalmente nueva, súper buenas. Es un tema de producir la cerveza desde otro punto de vista. Yo soy ingeniero en alimentos, así que estoy en la línea de lo que estudié en la universidad. Acá aprendí a hacer cerveza, con Andrian y Paúl. Estoy, prácticamente, la mitad de la historia de existencia de la cervecería. Hemos desarrollado muchos nuevos productos y tenemos cervezas que han ganado reconocimientos internacionales (Ocho medallas: dos de oro, tres de plata y tres de bronce. Han participado tres veces en la copa Cervezas de América). Creo que estamos haciendo las cosas totalmente diferentes. El consumo de cerveza artesanal es, prácticamente, nuevo en Ecuador. No lleva más de 10 años. Es una nueva oportunidad para la gente, para que conozca que hay muchas más opciones de consumo de bebida de moderación. Más allá del vino y la cerveza industrias existen otras posibilidades para la gente.

    Andrian Romero y Paúl Bohórquez son los propietarios de Sinners Microcervecería. Son autodidactas en la preparación de cerveza artesanal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Andrian Romero y Paúl Bohórquez son los propietarios de Sinners Microcervecería. Son autodidactas en la preparación de cerveza artesanal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • La tradición y un toque italiano, sus fortalezas

    Cristina Marquez

    (I)

    Relacionadas

    Una combinación de embutidos con una receta muy característica de vegetales y granos encurtidos es el producto estrella en el menú de Hugo’s, una fuente de soda que funciona en Riobamba desde 1936.

    El restaurante se inició como un pequeño puesto de venta de refrescos en el mercado La Merced, en Riobamba y hoy tiene tres sucursales. Hugo Murillo fundó el negocio y adaptó la tradicional receta italiana de los ‘picklets’ (pepinillos agrios), a la gastronomía tradicional riobambeña.

    Su hija, María del Carmen Murillo, cuenta que Hugo inició su negocio cuando era muy joven, debido a que debía mantener a su madre y a su esposa. “El puesto en un inicio era muy pequeño. Mi papá vendía agua de frutas, pero ya era reconocido por su amabilidad y carisma agradable”.

    La personalidad amena de Hugo le llevó a amistarse con un grupo de viajeros europeos que visitaban Riobamba. Ellos le compartieron una receta popular de ‘picklets’. “A él le encantó, así que empezó a experimentar en la cocina”, cuenta María del Carmen.

    Tras varios meses de pruebas, Murillo logró rediseñar la receta europea. Su versión de ‘picklets’ contiene, además de pepinillos, chochos, fréjol, arveja, zanahoria, alcaparras, cebollas y una variedad de productos andinos.

    “La selección de materias primas de calidad, algunas cosechadas por nosotros mismo, y la receta tan particular que mi abuelo nos dejó, son nuestra marca”, cuenta Verónica Murillo. Su papá, Vicente, es el encargado de manufacturar los ‘picklets’ y el queso de chancho, un embutido que también aprendió a elaborar con la guía de su papá.

    La receta se volvió famosa en Riobamba al poco tiempo de presentarse, por lo que Hugo no tardó más de dos años en convertir su pequeño puesto en una fuente de soda. Cuando inauguró el local agregó al menú jugos como el de fresa con guayaba, que en esa época era toda una novedad.

    Los sánduches que combinan varios tipos de embutidos con los ‘picklets’ también se convirtieron en un clásico del emprendimiento. Ya pasaron 86 años desde que se inició, pero el menú se mantiene intacto y continúa siendo apetecido por los riobambeños.

    “Es increíble que un negocio como este perdure en el tiempo. Mis papás me llevaban siempre cuando era niño, estuve casi 20 años fuera del país y cuando volví, el sabor seguía siendo el mismo”, cuenta Juan Cabezas, un cliente.

    El primer local, situado junto al mercado La Merced, también se mantiene como lo dejó su fundador, quien falleció hace diecinueve años. Está decorado con fotografías familiares y piezas antiguas de colección como lámparas de aceite y teléfonos antiguos.

    Hace dos años se incrementaron otras dos sucursales que conservan el nombre y el sabor auténtico de Hugo’s. “Nuestros productos ya son parte de la tradición riobambeña, por eso nuestra meta es continuar creciendo con nuestros locales sin modificar el menú ni nuestra receta original”, dice María del Carmen.

    Ella se asoció con su sobrina, Gabriela Murillo, para abrir una de las sucursales de la firma. Ambas invirtieron alrededor de USD 30 000 en la adecuación del local, que está decorado con un estilo rústico vintage.

    La sucursal se inauguró hace casi dos años y ha logrado captar a un nuevo público. Los jóvenes y adolescentes son los nuevos clientes frecuentes. “Estamos perpetuando la tradición. Queremos que los nuevos públicos conozcan nuestra historia y que también formen parte”, dice María del Carmen.

    Cinco miembros de la familia, de la segunda y tercera generación están al frente del negocio.

    Verónica, María Gabriela y María del Carmen Murillo continúan con la tradición que les heredó Hugo Murillo y lideran el negocio.
    Verónica, María Gabriela y María del Carmen Murillo continúan con la tradición que les heredó Hugo Murillo y lideran el negocio. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
  • El plátano da paso a una serie de novedosas recetas

    María Victoria Espinosa

    Relacionadas

    En las recetas del restaurante Nena’s café, de Santo Domingo de los Tsáchilas, la harina fue reemplazada por el plátano.

    Este negocio realiza pizzas con una masa de patacón y lasaña de plátano maduro en lugar de fideo. También se ofrecen platos típicos del pueblo montuvio de Manabí, como bollos, tongas y bolones.

    La nueva propuesta gastronómica es el plato chesee maqueño, una mezcla de plátano cortado en trozos largos con queso derretido. El platillo está basado en una receta, que en lugar de plátano maqueño lleva papas.

    Nena’s café fue creado hace dos años por los esposos Javier Navarrete y Delia Moreira, oriundos de Santo Domingo, pero con raíces manabitas.

    El primer plato que elaboraron fue la lasaña de plátano maduro. Esta la ofrecían a los clientes a través de las redes sociales y se vendía a domicilio bajo pedido hace unos tres años.

    Al principio, sus clientes eran amigos y familiares. Pero, poco a poco otras personas empezaron a conocer el producto y a hacer pedidos para refrigerios de fiestas o capacitaciones empresariales.

    Esa acogida de al menos 30 pedidos semanales, los motivó a abrir una cafetería en la que invirtieron USD 2 500, aproximadamente.

    Con ese dinero compraron dos mesas, sillas, implementos de cocina y adornos para el local. De acuerdo a la clientela han tenido que ir comprando más mobiliario.

    A diario se venden unos 25 desayunos. Pero los fines de semana esa cifra se duplica. Además continúan con su clientela a domicilio.

    También impulsan el emprendimiento a través de la publicidad en la radio y con videos de sus platos en las redes sociales como Facebook, en la que tienen 4 500 seguidores de la región.

    Carlos Zambrano señala que uno de los platos que más le gustan de Nena’s café es la lasaña. “No es grasosa, la porción es grande y la combinación del maduro con la carne y el queso es deliciosa”.

    Navarrete señala que la idea de hacer platos basados en el plátano nació hace tres años cuando había una sobreproducción de plátano en su finca, por la comuna tsáchila Los Naranjos. Con el excedente que no podían vender empezaron a crear platos con recetas tradiciones. “Toda la vida nos ha encantado el ‘verde’ y quisimos hacer platos ricos con este producto”.

    Una de las ventajas de que en la finca se produzca el plátano es que en verano, cuando usualmente el precio sube por la escasez, ellos pueden mantener los precios de platos sin tener perdidas. “Al ahorrarnos el intermediario podemos competir con precios cómodos”

    En la actualidad, el menú de Nena’s café tiene 12 platillos, la mayoría son gourmets adaptados a la gastronomía manabita.

    Dalia Moreira es la encargada de elaborar cada plato. Ella recuerda que al principio hicieron varias veces los platos hasta encontrar una sola receta para mantener el sabor y de a poco crear una marca gastronómica.

    La pareja aún sigue buscando nuevas recetas en las que se pueda adaptar al plátano.

    Para eso, en su casa están constantemente creando nuevos platos de sal y de dulce. “Nuestros mayores críticos son nuestros dos hijos”.

    Las recetas gourmets las aprendieron en Europa, donde vivieron 13 años. Ahí trabajaron en el sector turístico. “Eso nos permitió tener experiencia en gastronomía y atención al cliente”.

    Delia Moreira y Javier Navarrete crearon Nena´s café, un negocio en el que el  ingrediente principal es el plátano. Foto: María Victoria Espinosa/ LÍDERES
    Delia Moreira y Javier Navarrete crearon Nena´s café, un negocio en el que el ingrediente principal es el plátano. Foto: María Victoria Espinosa/ LÍDERES
  • La solidaridad marca a estas recetas manabitas

    María Victoria Espinosa

    Relacionadas

    El ají, refrito y aliño del negocio Picando ando conservan las recetas tradicionales manabitas. Los productos se elaboran en hornos de leña para conservar el sabor de los aliños que se preparan en las zonas montuvias de Manabí.

    El emprendimiento Picando ando nació a raíz del terremoto del 16 de abril de 2016. Lorena Castillo recuerda que Portoviejo estaba devastado. El departamento en el que vivía se desplomó y lo perdió todo. Así que debió dormir durante dos meses en un parque.

    Pese a que las donaciones llegaban hasta ese albergue, Castillo necesitaba mejorar la calidad de vida de sus dos hijos. Así que decidió hacer ají. “Dos meses antes del terremoto perdí mi trabajo y empecé a vender ají a mis amigos para sobrevivir”.

    Una amiga le regaló USD 5. Con ese dinero compró los ingredientes para hacer el ají nuevamente y ofertarlo a sus conocidos. Pero la Cámara de Comercio de Portoviejo había improvisado una rueda de negocios e invitó a los emprendedores de los albergues a que exhibieran sus productos.

    Castillo participó del evento con la intención de vender las tres botellas de ají natural, que había preparado con su madre Deysi Chávez en el garaje de la casa y envasado en frascos reciclados. Pero el emprendimiento llamó la atención de una firma privada, que le hizo un pedido de 100 botellas de ají. “Era una locura porque yo solo preparaba hasta cinco botellas en un día. Pero no tuve miedo y decidí intentarlo”.

    En esa rueda de negocios, los medios de comunicación hicieron varios reportajes que se subieron a las redes sociales y las personas empezaron a interesarse en el ají. El guayaquileño Reinaldo Bravo, la contactó a través de Facebook para hacerle una donación de materia prima para cumplir con el primer pedido.

    Las primeras ganancias fueron de USD 350. Ese dinero lo invirtió en mejorar las etiquetas y presentación de sus productos. A los 15 días participó en otra rueda de negocios organizada por la Prefectura de Manabí y la empresa privada. En este evento también exhibió un aliño casero y un ají fuerte y extra fuerte.

    Castillo consiguió en ese evento el apoyo de Supermaxi para obtener el registro sanitario y cuatro códigos de barra. “Esa donación fue importantísima porque la mayoría de emprendimientos fracasa por esos trámites”.

    Ya con los documentos en regla, Castillo pudo participar en más de 20 ferias a nivel nacional. Además, empezó a innovar con nuevos productos como un aliño gourmet para preparar las cenas navideñas, un refrito y ají de mango, maní y maracuyá.

    Almacenes Tía se interesó en el producto y le hizo un pedido de 540 frascos de ají y 200 de aliño en octubre del año pasado. A los 15 días realizó un nuevo pedido de 8 000 frascos de aliño y 5 500 frascos de ají. Desde entonces, lo surten cada mes.

    En la actualidad, la producción de Picando ando es quincenal de alrededor de 3 000 frascos de aliños, ají y refrito.

    María Elisa Bravo compra el ají en un Tía, en Quito. Para ella, los productos de Picando ando le traen recuerdos de su niñez. “El sabor del aliño es igual al que hacía mi abuelita”.

    Lorena Castillo es la propietaria de Picando ando, un emprendimiento que rescata las costumbres manabitas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Lorena Castillo es la propietaria de Picando ando, un emprendimiento que rescata las costumbres manabitas. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Ellos cultivan el arte cervecero con 20 recetas

    Evelyn Tapia

    Relacionadas

    Santa Rosa, el barrio quiteño ubicado en el sector de Pomasqui, en el que crecieron los hermanos José (32) y Carlos Pinos (28), le da el nombre al negocio de cerveza artesanal que estos emprendedores desarrollaron en el 2015. Ahí, además, está la planta en la que producen esta bebida.

    Los primeros seis meses, los espacios de venta fueron las ferias artesanales y las primeras botellas no tenían marca. Así comenzó Cervecería Santa Rosa, recuerdan estos hermanos, junto con Pablo David Escobar, un amigo en común, que se convirtió en socio.

    Es 14 de septiembre del 2017, y junto al balcón de la casa ubicada en el Centro Histórico (entre Guayaquil y Mejía), la noche de la inauguración de su segundo local, los socios sacaron cuentas de cómo ha crecido su emprendimiento: este año proyectan que facturarán USD 350 000. Esto porque producen unos 5 000 litros al mes y suman unas 20 recetas propias.

    La fórmula de su cerveza ‘scotch’ fue creada por José para los invitados en su boda, y su sabor dulce la posicionó entre las más pedidas por sus clientes. Otra de las favoritas, la ‘honey strong’, una cerveza rubia, se elabora con miel cosechada en colmenas propias, explica Carlos.

    Casi dos años después de que la idea de hacer cerveza se cruzara por sus mentes, y luego de haber hecho un curso para aprender de la bebida, en Estados Unidos, los tres dejaron sus trabajos anteriores y ahora se dedican de lleno a atender Santa Rosa.

    Antes de aprender a hacer cervezas, José y Carlos trabajaban en producción musical, mientras que Pablo, amigo en común de los dos, estaba en el negocio de las manufacturas. Aunque ninguno se había dedicado antes a producir cerveza, confiesan que la idea siempre les pareció atractiva.

    “Nos dio curiosidad y aprendimos por ‘hobby’. Con el tiempo nos comenzaron a salir mejor y así se convirtió en una pasión que nos unió más y que además nos dejaba ingresos”, comenta Carlos, que tiene a su cargo la gerencia.

    Aunque al principio tenían la idea de poner una gran planta de producción cervecera y potenciar la distribución, luego de hacer el curso entendieron que era mejor enfocarse primero en un espacio de venta que atraiga a los clientes y les permita potenciar la cultura cervecera del tipo artesanal.

    Así, el 9 de abril del 2016 abrieron su primer local, en La Floresta. Junto con la planta en Santa Rosa y los dos locales, los emprendedores han invertido USD 150 000.

    “A nosotros nos gusta mucho el tema de diseño y por eso nos esforzamos en eso, en cada detalle de los locales”, dice Carlos.

    En el nuevo bar del Centro Histórico los socios apuestan este año a otro nicho, el maridaje de cerveza. De ahí que, a diferencia del local de La Floresta, en este hay un servicio de cocina que prepara platillos para maridar cada tipo de cerveza.

    “Fue importante darnos cuenta de que queríamos ofrecer una cerveza de calidad y servida de la manera correcta, con una buena temperatura y en un ambiente ideal en el que la decoración y la música sean parte de toda la experiencia”, explica Escobar.

    Es lo que destaca Simón Dávalos, uno de los clientes asiduos de la Cervecería. “Es importante además que hay mucha fidelidad en sus recetas, se ve que son muy exigentes en eso. A veces, las cervezas artesanales van cambiando el sabor, no siempre les sale igual, pero las de ellos no, el sabor es fiel siempre”, añade.

    A más de los locales, ahora distribuyen cervezas a unos 30 clientes de tiendas especializadas, restaurantes y bares en Quito, Cuenca, Guayaquil y Ambato.

    Los hermanos José y Carlos Pinos, junto con Pablo David Escobar (centro de la foto) son los propietarios de la Cervecería Santa Rosa, que tiene una planta de producción y dos locales. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Los hermanos José y Carlos Pinos, junto con Pablo David Escobar (centro de la foto) son los propietarios de la Cervecería Santa Rosa, que tiene una planta de producción y dos locales. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Recetas de la abuela en comida gourmet

    Modesto Moreta

    Las recetas de la abuela ahora se venden en una variedad de salsas, ajíes, mermeladas y condimentos que se elaboran sin preservantes. Esa idea se le ocurrió a la firma Bravado Original que entró al mercado de los alimentos gourmet hace tres años.

    El ají rocoto feo, el seco de pollo con salsa de vegetales y mermelada de maracuyá con ají, mermelada de uva y otros, son los productos estrella de esta microempresa artesanal. En su abanico tiene más de 80 recetas desarrolladas por los especialistas de este emprendimiento ambateño y que se comercializan en supermercados de Corporación Favorita.

    La calidad y la frescura de sus alimentos incrementaron sus ventas desde su fundación el 3 de enero del 2013. Las legumbres, las hortalizas y las frutas se transforman en novedosas recetas convertidas en el auxiliar de las amas de casas en la cocina.

    Iván Izurieta, gerente de la firma Bravado Original, cuenta que tras su retorno de Inglaterra, donde hizo una maestría en negocios, decidió emprender en un negocio familiar. Se le ocurrió que podría comercializar el seco de pollo con vegetales una de las recetas favoritas que prepara su madre.

    Su progenitora le entregó la receta original del seco de pollo que es una tradición familiar y que frecuentemente sazona en casa. Calculó la cantidad de los ingredientes y con apoyo de dos ingenieros en alimentos logró desarrollar la receta para industrializarla.
    La inversión inicial fue de USD 8 000. Con los fondos adquirió una despulpadora que es movida con un motor eléctrico, una cocina, varias estanterías de acero inoxidable y una marmita (olla que esteriliza los frascos a base de vapor y de presión).

    Durante las pruebas envasaron el producto y lo guardaron varios meses con el objetivo de conocer el tiempo de caducidad de los alimentos. Recuerda que una vez listo su receta comenzó a comercializarse a sus familiares, amigos y vecinos con buena aceptación.

    Posteriormente experimentó nuevas recetas como el ají rocoto feo, la mermelada de maracuyá con ají y el ají con pepa de sambo. Para promocionar viajó a diversas ferias en el país. Eso le ayudó a abrir mercado. Al inicio vendía 300 frascos mensuales, en la actualidad comercializa al menos  7 000 frascos y factura USD 3 000.

    Hoy continúa los trámites para ingresar a las perchas de los supermercados Santa María e inició acercamientos con la Embajada de Perú para comercializar sus alimentos gourmet en Perú, especialmente el ají.

    Izurieta dice que la persona que compra su producto solo requiere de 20 minutos para realizar un seco de pollo o sazonar cualquier plato, pues tiene salsas para las parrilladas, mermeladas de todos los sabores como mango con limón, piña con ají, chocolate, cerveza, mojito y más. También, salsas picantes, salsa para tallarín, ajíes en todas las variedades.

    Uno de sus éxitos es que realiza el estudio de mercado para determinar qué producto nuevo puede presentar a sus clientes. Constantemente navega en la Internet buscando recetas que luego son adaptadas usando productos ecuatorianos.

    Una tarea es el rescate del ají rocoto en el Ecuador que antiguamente era consumido y que poco a poco fue desplazado por los importados como el jalapeño.

    Izurieta alista una nueva inversión de USD 30 000 con la que comprará de un caldero, mermitas y un molino coloidal. El 70% de los recursos lo consiguió de un crédito en una institución financiera local y el porcentaje restante con ahorros propios.

    Uno de sus compradores habituales es Edith Arriaga. Ella asegura que los productos son de alta calidad, puesto que no tiene colorantes ni preservantes. Utiliza recetas como el seco de pollo con vegetales, la mermelada con ají y el ajó rocoto feo que son los referentes.

    Arriaga cuenta que ha logrado que el producto se conozca debido a que envía a sus amios y familiares de otras ciudades y del extranjero. “Cada vez piden más”.

    Iván Izurieta trabaja en el empacado de sus productos para enviarlos a los consumidores del país. Foto: Glenda Giacometti/ LÍDERES
    Iván Izurieta trabaja en el empacado de sus productos para enviarlos a los consumidores del país. Foto: Glenda Giacometti/ LÍDERES
  • La solidaridad y el sabor, las recetas de este restaurante

    Valeria Heredia

    Su receta es una mezcla de sazón manabita y solidaridad. Los cocineros de este negocio son cuatro amigos que brindan empleo a las personas afectadas por el terremoto de Manabí y Esmeraldas.

    Rubén Corrales, Daniel Encalada, Pablo Pineda y Ximena Oña son los cuatro emprendedores que levantaron el restaurante Megalunch, donde predomina el sabor costeño en cada plato.

    El ‘manaba’, el ‘guayaco’, el churrasco, los apanados, la comida rápida son algunas de las delicias preparadas en este local, ubicado en el interior de un centro comercial del norte de la capital.

    Actualmente tiene cuatro trabajadores de diferentes localidades de Manabí. Ellos realizan trabajos como la preparación de alimentos, ayudantes de cocina, caja y otras actividades. Los cuatro llegaron a Quito tras el movimiento telúrico del 16 de abril.

    Carlos Franco, oriundo de Portoviejo, perdió su casa por el terremoto y emigró a la capital para buscar una mejor situación económica para él y su hijo de tres años. “Mi casa se cayó y no encontré trabajo en Manabí, por lo que busqué otras opciones”.

    Afortunadamente, Franco logró emplearse en Megalunch y se convirtió en ayudante de cocina hace casi un año. Para él, esta fue una oportunidad para ayudar a su familia, a quien visita cada mes en su natal Portoviejo. “Tengo que enviar dinero para la manutención de mi hijo”.

    Emplear a personas que lo perdieron todo tras el movimiento telúrico representa una satisfacción para Rubén Corrales, uno de los mentalizadores del restaurante. “La única forma de ayudar es brindando trabajo a las personas que fueron afectadas”.

    En esto coincide Ximena Oña, quien es parte de los socios del local. Para ella, lo importante es ofrecer estas plazas de trabajo y, mejor aún, si logran que otros emprendedores adquieran la marca y levanten sus negocios propios.

    “Mandamos vituallas una o dos veces hacia Manabí pero la pregunta que nos planteamos es cómo ayudarles a salir adelante luego de lo que pasó”.

    Según Oña, la idea de su restaurante responde a la responsabilidad social que se plantearon este grupo de amigos hace un año.

    En Megalunch además de la solidaridad destaca la innovación en sabores. Cada temporada cambian los platillos que no tienen buena acogida por los clientes. Pero, mantienen los precios, que van desde los USD 3,50 hasta los 5,99; todo depende de las delicias costeñas que se degustan en las instalaciones de este local.

    Otro de sus ‘plus’ es el tamaño de sus platos, que miden hasta 30 centímetros de diámetro. La idea es que las personas queden satisfechas, explica Corrales, quien además comenta que la inversión para levantar Megalunch fue de unos USD 50 000.
    El monto destinado fue para adquirir la indumentaria necesaria para brindar un producto de calidad; se suma que tuvieron que adecuar el espacio para el restaurante, que hoy por hoy factura USD 18 000, al mes.

    Este año está lleno de retos para estos emprendedores, que buscan abrir un nuevo punto de venta en un centro comercial del sur de la ciudad. La constancia y la amistad son las claves para lograrlo, aseguran estos jóvenes que tienen entre 30 y 35 años. Hasta que eso ocurra, estos amigos mantienen su iniciativa de dar una mano a los hermanos de Manabí y Esmeraldas.

    Rubén Corrales, Ximena Oña y Pablo Pineda son tres amigos que levantaron el restaurante Megalunch, en el norte de Quito. Su idea fue ayudar a las personas de Manabí tras el terremoto. Fotos: Paúl Rivas / LÍDERES
    Rubén Corrales, Ximena Oña y Pablo Pineda son tres amigos que levantaron el restaurante Megalunch, en el norte de Quito. Su idea fue ayudar a las personas de Manabí tras el terremoto. Fotos: Paúl Rivas / LÍDERES
  • Las recetas con chocho le abren mercado

    María Victoria Espinosa 
    redaccion@revistalideres.ec (I)

    Relacionadas

    En Santo Domingo de los Tsáchilas el cebichocho se degusta con pollo y camarón.
    La familia Zambrano, oriunda de Manabí, inició con el emprendimiento Cebichochos El Popeye hace dos años.

    La propietaria, Shenny Zambrano, recuerda que le diagnosticaron diabetes y le recomendaron consumir chocho, como un complemento en su alimentación diaria. “En Manabí no se consume y la verdad no me gustaba mucho, pero gracias a mi hija Mercedes Loza, lo probé”.

    Loza recuerda que en Machachi (Pichincha) visitó algunos locales en los que vendían cebichocho. “Me gustó la idea. Pero tenía miedo que en Santo Domingo no tuviera éxito”.

    Así que la familia empezó a añadirle productos que se consumen en la Costa como el pescado, el atún, el camarón y el pollo. En las degustaciones a los amigos y familiares, las opciones más aceptadas fueron las del chocho con camarón, pollo o la combinación de los dos ingredientes.

    Luego pensaron en una ubicación para abrir el primer local. Para ello invirtieron USD 7 000 en adecuar el negocio. Eso debido a que la preparación del cebiche se hace frente a los comensales. “Nos hicieron una mesa, en las que van las tarrinas con los alimentos bien tapados para evitar contaminación”.

    Zambrano recuerda que arrendaron un sitio céntrico, ubicado cerca de cuatro colegios. “Nuestro objetivo era llegar a los estudiantes porque ahora se impulsa en los colegios la comida sana”.

    Por ello hicieron combos estudiantiles desde USD 1, que contiene chocho, chifles, tostado, jugo de tomate, cebolla, entre otros.

    Los primeros meses no tuvieron tanta acogida; se vendían a diario entre 50 y 100 tarrinas de USD 1. Pero poco a poco la clientela aumentó. En la actualidad se vende hasta 500 tarrinas, de lunes a viernes. “Nos esforzamos en el jugo de tomate, que le da un sabor especial al cebiche y también en la atención a los clientes”.

    El estudiante Juan Carlos Arias señala que desde hace un año es cliente de El Popeye. Él lo consume porque le da más energía para asimilar las clases y también porque es económico. “La señora que atiende es muy buena con nosotros. Nos pone la ‘yapa’. De cariño le decimos ‘madrina’”.

    En El Popeye se encuentran platos desde USD 1 hasta 3,50. El negocio es atendido por tres personas, en horario de 10:00 a 21:00 de lunes a sábado.

    En el 2016 abrieron una sucursal cerca de la unidad educativa Santo Domingo. En ese lugar invirtieron cerca de USD 7 000 para que se pareciera al primero. Para ello utilizaron colores naranja y verde. Además, instalaron una mesa en la pared para que pudieran ingresar más clientes. “Fue un buen sitio porque en el sector solo se encuentra comida chatarra”, explica Zambrano.

    Ahí los clientes además de los estudiantes son los padres de familia y profesores de colegios que funcionan en el sector. En los locales se han colocado carteles en los que le explican a los clientes los beneficios de consumir regularmente chocho.

    Según Zambrano, uno de los fines del emprendimiento es que las personas aprendan alimentarse bien. Por ello, el cebichocho no se le entrega sazonado al cliente. “En las mesas hay sal, aceite, limón para que sean las personas las que decidan como degustarlo”, señala la emprendedora.

    El profesor José Gavilanes comenta que el negocio de los cebichochos ha sido una alternativa para los docentes que hacen doble jornada y deben almorzar en la institución. “Con un cebichocho grande puedo estar tranquilo hasta las 16:00, que termina mi jornada”.

    Por ello, el emprendimiento también ha captado a clientes que realizan dietas alimenticias o que sufren enfermedades como diabetes, hipertensión o estreñimiento. “Hay personas a las cuales no se les pone chifles. Otras que prefieren sin tostado o sin sal. Se los complace a todos”, explica la dueña de este negocio.

    La manabita Shenny Zambrano es la propietaria de los cebichochos El Popeye, ubicados en Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    La manabita Shenny Zambrano es la propietaria de los cebichochos El Popeye, ubicados en Santo Domingo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • La chicha de jora es parte de sus recetas de pan artesanal

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Los hornos de leña, las ollas de barro y la tradición familiar fueron la inspiración de Paulina Tapia para crear una nueva propuesta en la elaboración de pan artesanal.

    Ella y su esposo Paúl Aguilera pusieron en marcha la idea en el 2012. L’Artisan es un emprendimiento que se dedica a la elaboración y distribución de pan artesanal hecho con levaduras naturales como la chicha de jora.

    Los creadores de este negocio utilizan una gran variedad de harinas para producir el pan artesanal;entre estos se cuentan la harina de trigo, de quinua, de maíz, de centeno, entre otras.

    Para impulsar el proyecto la pareja inicialmente invirtió alrededor de USD 18 000. Este valor se invirtió en la compra de las mesas de trabajo y los insumos.

    Tapia cuenta que en Europa se especializó en la elaboración de pan artesanal en el 2009. Pero al llegar a Ecuador, en el 2011, quiso rescatar algunas de las tradiciones ancestrales.

    La abuela de Tapia ayudó a rescatar la receta tradicional con chicha. La emprendedora cuenta que se sentó varios días con su abuela para descubrir la receta.

    La pareja de emprendedores se demoró alrededor de un año en experimentar el proceso y las cantidades necesarias para crear la masa que tenía como ingrediente la bebida tradicional.

    Los dos emprendedores explican que la chicha es utilizada como una levadura natural para que el pan se fermente y crezca. “Los microorganismos de esta bebida se encargan de transformar y fermentar los ingredientes del pan”, afirma Aguilera.

    Ahora, la microempresa tiene una variedad de ocho panes fermentados a base de chicha, entre estos se cuentan: maíz y queso; pan mestizo; de quinua; las lloronas; boyos de cardamomo, entre otras.

    La panadería busca rescatar las formas de elaboración ancestral de pan, sin el uso de levadura comercial que hace que el proceso de elaboración se acelere.

    La panadería L’Artisan tiene un menú de diferente tipo de panes cada día. Estos son comercializados a través de la página web (lartisanpan.com) y en tiendas como Superfoods, Canello, Gaia.

    Grizella Greene, propietaria de Superfoods, compra los productos de L’Artisan para su tienda y piensa que el pan fermentado con chicha “es un producto tradicional, L’Artisan está rescatando nuestras tradiciones y con esta idea preparan un producto de calidad ”, afirma Greene.

    Cuando la compra se hace a través de la página web, el pan se envía al domicilio del consumidor final. La empresa aplica esta modalidad en Quito, Guayaquil y Cuenca.

    El peso de los panes que comercializa este emprendimiento van desde los 400 g a un kilo. Los costos oscilan entre USD 4 y 6 según el proceso y los ingredientes que se utilicen.
    En la actualidad la empresa fabrica alrededor de 4 000 kilogramos de pan al mes y la facturación, en ese período, es de USD 1 0 000.

    Paúl Aguirre y Paulina Tapia elaboran su producto en hornos de leña. En el 2016 los emprendedores realizaron la ampliación de su taller. Foto : Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Paúl Aguirre y Paulina Tapia elaboran su producto en hornos de leña. En el 2016 los emprendedores realizaron la ampliación de su taller. Foto : Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • Las recetas de su pan artesanal se saborean en Quito

    Sofía Ramirez

    Relacionadas

    Once variedades de pan artesanal: con avena y miel, con chía, entre otros, es la propuesta de La Fábrica, panadería y pastelería boutique de autor.

    Su nombre, según Xavier Echeverría -propietario del establecimiento- se debe a que todas las recetas son de su autoría. “Ese -dice- es el valor agregado que ofrecemos a nuestros clientes”.
    Este chef de 34 años indica que en sus años de formación en esta profesión en la extinta Universidad Santo Tomás, no le llamaban la atención las materias relacionadas con panadería y repostería.

    No obstante, su clic con esta actividad llegó en el 2015, durante un viaje familiar a Orlando (EE.UU.)

    En esta ciudad conoció el concepto de panadería boutique. Esto se refiere a la creación de variedades de panes con recetas o ingredientes como tomate deshidratado, pasas, al pesto, entre otros, los cuales le dan al tradicional pan un toque gourmet.

    Echeverría regresó de su viaje para reiniciar sus labores en una empresa gourmet ubicada en Manta, pero su determinación de tener negocio propio lo llevó a renunciar a mediados del 2015.
    Y en dos meses, una vez que este emprendedor se radicó en Quito, empezó a delinear su plan de negocios para su emprendimiento.

    En octubre de ese año se inauguró La Fábrica, en Cumbayá. Sin embargo, a los tres meses se trasladó a otro local que se encuentra en el norte de Quito.

    Xavier Echeverría
    detalla que en un inicio solo tenía una persona que lo ayudaba en la elaboración de los panes artesanales, pero actualmente las plazas de trabajo aumentaron.

    El emprendedor explica que minuciosamente trabaja en cada receta para sacar cada semana distintas variedades de pan. Para eso utiliza sus máquinas de hornear y diferentes mezcladoras.

    El emprendedor cuenta que en los primeros meses de operación de La Fábrica decidió extender su línea de producción a otros productos, como masas dulces, galletas, bollos o bizcochos.

    En un inicio, utilizaba un 30% del quintal de harina para elaborar el pan, pero esto se incrementó con la demanda del producto.

    Ahora el emprendimiento trabaja con más de cinco proveedores. Algunos ingredientes, como las frutas para elaborar el relleno, los compra en los principales mercados de Quito.
    Una de las proveedoras es Sofía Villacís, dueña de Vilo’s. Su negocio elabora queso lojano amasado y tortillas de yuca sin gluten.

    Desde mayo pasado, este negocio entregaba cinco libras de queso amasado cada 15 días a La Fábrica. Y en este año tratarán de ubicar en ese negocio otros productos como las conservas.

    Desde el año pasado, La Fábrica fortaleció su menú de desayunos, y también se convirtió en vitrina para exponer a otros emprendedores quiteños. Por ejemplo, las marcas de cerveza artesanal Speck y Sra tienen mayor exposición desde que se ofertan en La Fábrica, detalla Juan Jácome, propietario de la cervecería Speck.

    Desde febrero pasado, ambos emprendimientos se contactaron vía Facebook para entablar relaciones comerciales.

    La Fábrica en este año tiene la consigna de elaborar más variedades de pan y masas dulces.
    La parte de publicidad y comunicación es esencial, por lo que fortalecerán sus distintos canales como redes sociales para viralizar su producto, cuenta Echeverría.

    Este negocio también tiene como objetivo apoyar a otros emprendedores en sus perchas.

    Xavier Echeverría es el chef que elabora recetas artesanales para el pan. Su emprendimiento, denominado La Fábrica, está ubicado en el norte de Quito. Ofrece 11 variedades de pan al día. Fotos: Paúl Rivas/LÍDERES
    Xavier Echeverría es el chef que elabora recetas artesanales para el pan. Su emprendimiento, denominado La Fábrica, está ubicado en el norte de Quito. Ofrece 11 variedades de pan al día. Fotos: Paúl Rivas/LÍDERES