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  • Un plan enfocado en recetas ancestrales

    Redacción Quito

    Una olla de barro, una cuchara de madera y fuego son los tres elementos básicos que usa Verónica Viracucha para lograr la consistencia exacta del dulce de sambo. Esa mezcla se convierte luego en el relleno de sus empanadas.

    La emprendedora de 44 años prepara esta y otras recetas en su local Rincón del Buen Sabor, ubicado en la parroquia rural de Lloa, al suroccidente de Quito. Y desde allí llegó al programa Orígenes en el 2013, iniciativa de la firma Diners Club del Ecuador.

    Orígenes tiene la consigna de recuperar la identidad gastronómica de más de 40 poblaciones de hasta 25 000 habitantes. Es un programa para promover el desarrollo turístico y los emprendimientos afines, indica Augusta Bustamante, gerente de Responsabilidad Social de Diners Club.

    El programa se creó en el 2012, bajo el nombre Sabor a Ecuador. En esa edición se trabajó en parroquias rurales de Esmeraldas, Manabí, Guayas, Pichincha, Cotopaxi y Tungurahua. No obstante, el año pasado lo cambiaron a Orígenes, porque “así encaja de manera perfecta con los objetivos del proyecto”, explica Bustamante.

    Orígenes, en los cuatro años que lleva ejecutándose, ha recuperado recetas ancestrales en la Sierra, Costa y Amazonía. Cada año, el programa se realiza por etapas.

    La primera fase consiste en una convocatoria, con el apoyo de los municipios. Posteriormente se organiza una feria para seleccionar las recetas más representativas, en tres categorías: entrada, plato fuerte y postre o bebida.

    Durante este proceso se ofrecen capacitaciones a todos los emprendedores. María del Carmen Burneo, presidenta ejecutiva de Seproico -consultora que apoya a pequeños negocios- detalla que tiene una alianza estratégica con Orígenes. Esta consiste en brindar asesorías a los concursantes en temas como imagen y atención al cliente, buenas prácticas de manufactura, manejo de alimentos, planificación y administración del negocio y finanzas.

    Después de que los participantes presentan sus recetas en el concurso, un jurado -integrado por especialistas en cocina- escoge a las recetas ganadoras, según explica Bustamante.
    Los emprendedores que fueron seleccionados por sus platos para participar en Orígenes obtienen como premio asesoría personalizada. Luego, los organizadores hacen un seguimiento sobre cómo los concursantes aplicarán lo aprendido en su negocio.

    Por ejemplo, en el 2013, algunas recetas de Verónica Viracucha resultaron ganadoras en Orígenes. Entre ellas estuvo la preparación de trucha, habas cocinadas con choclo y empanadas. Luego de recibir las capacitaciones, la emprendedora mejoró la calidad en el servicio y la imagen del negocio que tiene desde hace más de 40 años en Lloa.

    En un fin de semana, El Rincón del Buen Sabor recibe un promedio de 500 clientes. El incremento de la demanda le permitió expandir el establecimiento para recibir a más de 50 personas.

    Además, Viracucha rediseñó su local. Usó objetos decorativos como vasijas de barro inspirados en las culturas Valdivia o Chorrera.

    Juan Fernando Saavedra, de 40 años y oriundo de la parroquia de San José de Minas, también participó en Orígenes, en el 2012.

    Él recuerda que presentó algunas recetas que forman parte del menú de su emprendimiento Chagras y Arrieros Highlands Ecolodge. De cinco platos presentados, el programa escogió la javischa, una bebida caliente con panela y aromatizante de canela.

    Saavedra señala que este tipo de iniciativas ayudan a difundir la riqueza gastronómica de su parroquia en el país y en la región. El concurso se convirtió en una motivación para mantener la calidad en los productos que ofrece.

    Para la quinta edición de Orígenes, que se realizará este año, hay dos proyectos por ejecutar, según Augusta Bustamante. Primero se seguirá con el trabajo que realizaron el año pasado en El Matal, Jama, Don Juan, Campamento, y Bellavista, en Manabí. Allí se concentraron en rescatar las recetas tradicionales y dotar de herramientas a los emprendedores que perdieron sus negocios en el terremoto del 16 de abril pasado.

    Y el segundo proyecto es dirigirse a la Sierra norte de Ecuador (Imbabura y Carchi), para iniciar la próxima convocatoria en parroquias rurales.

    Verónica Viracucha, emprendedora, junto a Augusta Bustamante, gerenta de RSE de Diners Club Ecuador. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
    Verónica Viracucha, emprendedora, junto a Augusta Bustamante, gerenta de RSE de Diners Club Ecuador. Foto: Galo Paguay/ LÍDERES
  • Las recetas nacen del manglar costeño

    Redacción Quito

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    Las recetas ancestrales y tradicionales de Esmeraldas, Manabí, Santa Elena, Guayas y El Oro se elaboran en el restaurante Martín Pescador, ubicado en el norte de Quito.

    Esta iniciativa surgió en el 2009 como un centro de comercialización y revalorización de la cultura del ecosistema manglar dentro de la Coordinación Nacional de Defensa del Manglar (C-Condem), señala Marianeli Torres, coordinadora general de esta organización.

    Sin embargo, hace seis meses, Martín Pescador ahora es un emprendimiento independiente, aunque sigue los mismos valores de la organización que la creó: trabajar con una economía propia en la que se posicionan los productos frescos del manglar ecuatoriano. Además, enseña al consumidor todo el trabajo que las 80 organizaciones y comunas de las provincias mencionadas realizan para obtener, de manera directa y sin intermediarios, los mariscos, las conchas y el pescado desde zonas de los manglares en donde se puede llevar a cabo la pesca artesanal.

    María Augusta Luna, actual propietaria del restaurante Martín Pescador, indica que traer productos de pescadores y recolectores artesanales de la Costa para la preparación de más de 10 recetas ancestrales es el principalm valor agregado del ahora negocio familiar. Los platos que más se posicionan entre los clientes quiteños son el ensumaca’o de concha -que se prepara con coco-, camarones apanados, tapa’o de pescado entre otros. Además, el toque especial en el sabor de estos platos lo dan plantas originarias del manglar, como la chiyangua, el cimarrón o el chirarán, afirma Luna. Actualmente en Martín Pescador trabajan siete personas, y el local tiene un aforo de 80 personas.

    José Corozo, oriundo de Muisne (Esmeraldas), fue uno de los fundadores del concepto de restaurante, cuando Martín Pescador era de la C-Condem. Este esmeraldeño cuenta que aprendió los secretos de la comida típica de esta provincia desde muy niño, gracias a sus abuelos.

    “La recuperación de las recetas está en las especies”, señala el chef. Además, todo lo preparado en la cocina no usa químicos ni preservativos, e ingredientes como tomate riños y otros acompañados lo adquieren de fincas agroecológicas de organizaciones campesinas de Santo Domingo.

    Marianeli Torres, de la C-Condem, explica que pese a que Martín Pescador ahora es una iniciativa independiente de la coordinadora, el hecho de mantener la recuperación del sistema de economía propia de las organizaciones del manglar, ayuda a potenciar el manejo comunitario de estas actividades y del ecosistema.

    En la actualidad, a través de la C-Condem todavía se comercializa el producto fresco como camarones de estuario, conchas, pulpa de cangrejo de manglar a más de 100 clientes en Quito.

    Foto: Paúl Rivas/ LÍDERES José Corozo y María Augusta Luna revalorizan las recetas tradicionales del manglar ecuatoriano, en el restaurante Martín Pescador ubicado al norte de Quito.
    Foto: Paúl Rivas/ LÍDERES
    José Corozo y María Augusta Luna revalorizan las recetas tradicionales del manglar ecuatoriano, en el restaurante Martín Pescador ubicado al norte de Quito.
  • Recetas originales de pan que tienen 86 años

    Cristina Marquez

    Cada tarde, en los exteriores de la Panadería La Vienesa, se forma una larga fila de clientes que esperan adquirir el producto estrella de esta empresa familiar: palanquetas de agua y pan de centeno. Estas recetas están intactas desde hace 86 años.

    Gilberto Brito fundó la empresa en 1930, en Riobamba. Él invirtió cerca de 300 000 sucres en la importación de hornos y maquinaria alemana para sus preparaciones, y transformó su casa en la planta de producción de pan más grande de esa época en la ciudad.

    “Él siempre pensó en grande. Desde que se creó la empresa tuvo la intención de producir pan para distribuirlo a las tiendas”, cuenta su nieto, Juan Carlos Brito, quien ahora se desempeña como gerente de la empresa.

    De hecho, esa estrategia de distribución de pan también se mantiene en la actualidad. En Riobamba y Cajabamba hay al menos unos 350 puntos de venta y dos sucursales de la panadería.

    Cuando Brito inició el negocio contrataba pequeñas carretas para distribuir el pan por la ciudad. Hoy, lo hacen con seis camiones que empiezan sus recorridos a las 04:00, para que los productos lleguen frescos a las tiendas.

    En la planta de producción, situada en el Centro Histórico de Riobamba, cada día se producen entre 20 000 y 22 000 panes de 50 variedades. Hay clásicos como moldes de pasas, bolas de dulce, briollos, cachos, yemitas… y también recetas nuevas que se agregaron al menú para cubrir las nuevas tendencias del mercado, como pan dietético, pan de fibra, muyuelas, entre otros.

    Pero los panes con más aceptación, y que incluso se consideran una tradición riobambeña, son las palanquetas de agua. Por eso, el 72% de la producción de la empresa corresponde a esta variedad.

    Para prepararlas los panaderos siguen una receta alemana que se convirtió en la marca de la empresa desde su creación.

    “Uno de los técnicos alemanes que vino a Riobamba para instalar los equipos que compró mi abuelo era panadero. Él lo convenció de quedarse. Así surgieron las primeras recetas y gustaron tanto que aún las conservamos”, dijo.

    Él y su hermano Luis asumieron el mando de la empresa en el año 2000 y son la tercera generación al frente del negocio familiar. Ellos invirtieron unos USD 150 000 en la adquisición de cinco camiones para la distribución y otros

    350 000 en la renovación de las maquinarias para la planta.
    Esta inversión les permitió duplicar la producción e incrementar los puntos de ventas en la ciudad. Además, el proceso en la planta de producción se volvió más ágil y efectivo.
    Los nuevos administradores implementaron dos sucursales de la panadería que a su vez funcionan como cafeterías. Allí se ofrecen desayunos, sánduches y otras preparaciones hechas con el pan de La Vienesa.

    A mediano plazo, la familia Brito espera encontrar nuevos mercados en Riobamba para incrementar su producción, pues la inversión reciente amplió su capacidad. Mientras que a largo plazo esperan expandirse a otras ciudades.

    Para Rosa Espinoza, propietaria de uno de los puntos de venta más grandes de Riobamba, el sabor del pan y el nombre reconocido de la empresa en esta céntrica urbe son la razón del éxito. “La gente ya sabe a qué hora llega el pan de La Vienesa y viene. Ni siquiera necesitamos hacer publicidad”.

    Juan Carlos Brito es el gerente de la panadería  ubicada en Riobamba. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Juan Carlos Brito es el gerente de la panadería ubicada en Riobamba. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Su chocolate está en las recetas de la industria nacional

    Evelyn Tapia

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    La empresa de chocolates de Gustavo Argüello comenzó, como otros negocios exitosos que han hecho historia, en un garaje.

    Así como en los setenta Steve Jobs fundó Apple en la casa de sus padres, Argüello comenzó en el garaje de la vivienda de su padre, en 1998, un negocio de producción de chocolate que el año pasado facturó USD 3 millones.

    Desde el 2002, Gustaff, opera en el km 7,5 de la vía a Daule (Guayaquil), en donde se elaboran cada mes unas 80 toneladas de productos con cacao fino ecuatoriano. Para arrancar las operaciones en este sitio, la inversión inicial fue de USD 40 000 y dentro de un año, se espera que comience a operar la nueva planta en el sector industrial de Durán, en un terreno de una hectárea.

    Argüello cuenta que el chocolate ya formaba parte de su vida tiempo antes de aventurarse a emprender; desde 1981 trabajó en Chocolates Noboa, en donde comenzó como supervisor de operaciones y terminó -en 1996- ejerciendo de gerente. El nombre de su empresa, de hecho, se debe a que en Chocolates Noboa todos lo conocían como ‘Gustaff’.

    “Con ellos aprendí mucho, todo lo que tiene que ver con la elaboración de chocolate de calidad, tuve capacitaciones en Italia y Alemania”, cuenta este empresario.

    El negocio comenzó sus operaciones principalmente con productos para la línea pastelera y heladera. Uno de sus primeros clientes, recuerda, fue Helados Pingüino, que en ese entonces pertenecía a Gino Kronfle.

    “Les vendía la cobertura líquida de chocolate lista para que la usen. En ese tiempo en el mercado no se vendía la cobertura así, solo se vendía en bloque y luego tenían que picarla para usarla en los helados”, recuerda Argüello.

    Martha Mora, propietaria de EcuaCoffe, proveedora de semieleborados de cacao, destaca que el éxito de Gustaff está afianzado en que la empresa no escatima en invertir en materia prima de alta calidad.“Ofrecen un producto de calidad y estamos satisfechos de ser parte de ese aporte con nuestra materia prima”.

    La línea industrial de Gustaff ofrece productos como polvo de cacao, coberturas, pastas y bloques de chocolate, entre otros, a empresas de la industria alimenticia ecuatoriana como Dolce Incontro, Dolupa, Helados Jr., Helados Gino’s, entre otros.

    Eduardo Castro, jefe de Planta de Helados Gino’s, cuenta que compra los productos de Gustaff hace 11 años. Castro prefiere el producto porque en Gustaff trabajan de manera personalizada con cada cliente, “eso nos da seguridad de que tenemos un producto acorde a lo que necesitamos”.

    La empresa incursiona desde el 2005 en la línea de consumo que se comercializa en las cadenas Coral Supermercados y Almacenes Tía. A estos dos supermercados cada mes se venden unos 10 000 kilos de producto.

    En esta línea, por ejemplo, ofertan tabletas de chocolate blanco y negro, cocoa, grageas de arroz crocante cubiertas con chocolate, con chispas de chocolate, galletas con chocolate, crema de avellanas y chocolate, entre otros.

    Argüello considera que la aplicación de salvaguardias representa una oportunidad para fortalecerse en el mercado con productos como su crema de avellanas, que es el equivalente de la Nutella que se importa.

    “Nuestro producto es de la misma calidad, pero la vendemos a un precio más accesible. Si 750 gramos de producto importado cuesta USD 12 nosotros vendemos a nueve dólares el kilo”, explica.

    El desarrollo de productos de consumo les ha permitido también abrirse espacio en el exterior. El 10% de su producción llega a países como Colombia, Chile y Perú. Este año saldrán al mercado con tres nuevos productos.

    Insignia
    ‘El producto ecuatoriano es excelente’

    Llevo 10 años trabajando en Gustaff, pero en el ambiente del chocolate estoy hace más de 30, porque estuve 25 años en Chocolates Noboa con el ingeniero Argüello. Creo que el negocio ha crecido sobre todo por el empuje que le ponemos a todo lo que hacemos.

    El ingeniero siempre nos anima a producir con calidad, nos esforzamos día a día para atender al cliente de manera óptima, queremos que la gente sepa que el producto ecuatoriano de chocolate es excelente.

    Con la experiencia que tengo con en esto no sé si ya soy experto, pero sí he aprendido bastante del chocolate. Ya no necesito probarlo, solo con mirarlo sé si está temperado correctamente, si le falta finura u otros detalles.

    En la planta de Gustaff, ubicada en la vía a Daule, se producen al año unas 960 000 toneladas de diferentes productos de chocolate. Fotos: Mario Faustos/LÍDERES.
    En la planta de Gustaff, ubicada en la vía a Daule, se producen al año unas 960 000 toneladas de diferentes productos de chocolate. Fotos: Mario Faustos/LÍDERES.
  • El ingrediente principal de las hamburguesas es la innovación

    Redacción Guayaquil

    Pancho Villa, Capone, Jota Jota… son los nombres de personajes famosos, pero también los de las hamburguesas de Mundo Burger. Se trata de un local de venta de hamburguesas artesanales en Guayaquil. Estos alimentos son preparados con recetas originales e incluyen ingredientes como plátano maduro, carne rellena, sal prieta, pastel mexicano, piña acaramelada, entre otros.

    Detrás de esta idea está el guayaquileño Krishna Ahmed. Este emprendedor y fanático de las hamburguesas tenía la idea, desde hace más de cinco años, de abrir un local de comidas en Guayaquil. El plan inicial fue una ‘sanduchería’ pero, cuenta, “descubrí que en la ciudad todos son tan amantes de las hamburguesas como yo”.

    Así, luego de idear un concepto creativo y seleccionar el local, inició con Mundo Burger en abril. Para ello, invirtió USD 14 000, que destinó a la compra de implementos y adecuación del lugar. El sitio, de 8 m², está ubicado en Urdesa (norte de Guayaquil).

    El personal inicialmente estaba formado por dos colaboradores y la proyección de ventas era de 30 hamburguesas diarias. Sin embargo, el negocio superó las expectativas, llegando a vender 120 hamburguesas el primer día de atención al público. Por sus ventas, Mundo Burger facturó unos USD 3 000 el primer mes.

    Hoy, luego de seis meses de operaciones, el local atiende cerca de 300 órdenes al día y unas 20 personas conforman el equipo de trabajo. La facturación al mes ha subido en un 400%.

    Debido a la demanda, a mediados de mes, abrirá un segundo local (de 40 m²) en la misma zona. Para la apertura de este, la inversión requerida fue de unos USD 40 000. De esta cifra, USD 25 000 se destinaron a la compra de equipos de cocina. Adicionalmente, la idea es abrir un tercer local a inicios del próximo año.

    Sobre el perfil de los clientes, Ahmed comenta que es variado. Compran desde familias, hasta personas mayores y jóvenes universitarios. Sofía Estrada es una compradora asidua del local. Ella señala que las recetas de Mundo Burger son innovadoras y que el sabor es excelente. “Me atrevería a decir que es mejor que cualquier cadena internacional”, menciona

    La joven agrega que su favorita es la hamburguesa Montaña Fiji, que incluye carne rellena de queso Cheddar. Sobre los precios comenta que son adecuados.

    Estos son de USD 4, incluida la bebida, en el caso de seis hamburguesas. En el caso de la Montaña Fiji, el valor del combo es de USD 5,50.

    Ximena Solórzano es otra clienta de este local de hamburguesas. La joven universitaria señala que visita el sitio cada vez que tiene la oportunidad. Ella destaca que el ambiente es agradable. “Algunos ingrediente podrían parecer extraños, pero el resultado del sabor es excelente”.

    Para Ahmed una de las claves del desarrollo del negocio ha sido la capacitación constante del personal. El entrenamiento se focaliza en dos temas: seguridad alimentaria y servicio al cliente.

  • Entre sus recetas también se incluye la madera reciclada

    Redacción Quito

    Cuando cinco socios decidieron abrir su restaurante buscaban que la decoración no fuera «invasiva». Luego de barajar algunas opciones se decidieron por el concepto de lo renovable y ecológico, una tendencia que a más de estar de moda, les ofrecía la posibilidad de ahorrar inversión y ser amigables con el medio ambiente.

    Andrés Rosero, Luis Antonio Ortíz, Patricio Egüez, Gabriel Crespo y Nicolás Macchiavello comenzaron a trabajar a finales del año pasado para la apertura de su restaurante, especializado en hamburguesas gourmet.

    Así, en febrero de este año nació Red Burguer Society, un restaurante decorado principalmente con materiales reciclados. Macchiavello, quien es arquitecto, diseñó el concepto del restaurante junto a Carolina Vaca y Carolina Chávez, dos mujeres especializadas en construcciones sostenibles.

    Con la idea mencionada en principio, los socios comenzaron a buscar los materiales para la decoración del local, una casa antigua, ubicada en el sector de la Floresta (centro-norte de Quito).

    Los materiales reciclados seleccionados fueron rejas de madera, también llamada pallets. El siguiente paso fue conseguir los proveedores de este material. Para esto se pusieron en contacto con Cervecería Nacional (CN), que utiliza estos artículos en sus camiones, para transportar sus productos.

    Luego de que Cervecería Nacional le entregó 15 pallets, acudieron a un carpintero para restaurar las pallets que tenían daños. El trabajo consistió en reemplazar maderas dañadas y hacer los procesos sellado, lacado y pintado.

    Macchiavello explica que los pallets no solamente cumplen una función decorativa, sino que también forman parte del mobiliario del local. Por ejemplo, una estructura de este material reciclado conforma una columna junto a las gradas para subir a la planta alta del lugar.

    También reutilizaron bancas recicladas de escuelas, que fueron restauradas para completar el mobiliario. Con todas las adecuaciones, la inversión aproximada para montar el restaurante ascendió a USD 150 000; cada socio participó con partes iguales.

    Actualmente, Red Burguer Society tiene una facturación mensual de USD 60 000. Daniela Carrillo, su administradora, señala que el lugar ha tenido buena acogida; por ello los fines de semana el restaurante «se llena en tres ocasiones».

    Andrés Bolek, representante de la Cervecería Nacional, asegura que la compañía decidió apoyar esta iniciativa porque se alinea con sus proyectos de responsabilidad con el medio ambiente.

    Bolek comenta que la compañía también reutiliza los pallets, pero les llamó la atención el proyecto de Red Burguer Society, por eso decidieron apoyarlos y facilitarle el material que necesitaban para dar forma a su proyecto.

    LA CIFRA:
    USD 150 000 fue la inversión aproximada para el restaurante

  • Cursos que alimentan el emprendimiento

    Redacción Quito / LÍDERES

    Carlos Raza, un ex funcionario público de 52 años, se quedó sin trabajo hace tres años. «Por la edad ya no me quieren contratar», cuenta con pesar, pero esto no lo desanima. Uno de sus proyectos siempre fue emprender un negocio, pero no sabía cómo concretar la idea hasta que participó en Dulce Negocio.

    Esta iniciativa, impulsada por Corporación Favorita, arrancó el 19 de abril pasado y busca apoyar el desarrollo de la microempresa en el país.

    Para ello, organiza una serie de cursos gratuitos sobre preparación de alimentos, en los supermercados AKÍ.

    Los asistentes aprenden en tres talleres (cada uno con una duración de tres días) a elaborar bocaditos, galletas, masas de sal para horno, dulces, etc. Además de las clases prácticas, reciben capacitación sobre costos de los productos, cómo captar clientes y otras claves para iniciar un emprendimiento.

    Raza completó las tres etapas y ahora tiene claro su proyecto: bocaditos para eventos sociales. Dice que ahora está perfeccionando las recetas y quiere invertir en maquinaria como un horno y una batidora semiindustriales, aunque le faltan recursos.

    Hasta el 30 de mayo pasado, unas 200 personas se capacitaron en Dulce Negocio y recibieron un diploma; y otras 120 asistieron a algunas clases.

    Entre 64% y 71% de los asistentes se inscribieron en los cursos para emprender un nuevo negocio y el resto para preparar recetas en casa, ampliar su actual línea de negocio o distraerse, según encuestas realizadas por Corporación Favorita.

    La chef Lorena Chemali y la especialista en Marketing Martha Echeverría son las encargadas de dictar los talleres.

    Pero la capacitación no termina ahí. Ambas instructoras asesoran a los talleristas vía correo electrónico o redes sociales, comenta Iveth Segovia, cuya iniciativa ya está en fase piloto.

    «Por ahora estamos haciendo bocaditos solo en casa, con la familia, para probar las recetas y hasta el momento sí les ha gustado», cuenta.

    La idea a corto plazo es ofrecer bocaditos para eventos sociales como bautizos, graduaciones y otros. «Vamos a recurrir a redes sociales para promocionar los servicios de forma gratuita», dice esta ama de casa, de 37 años, que quiere emprender una microempresa.

    «He aprendido a perfeccionar los bocaditos, antes del curso hacía estas recetas, pero no me salían bien».

    Mariana Flores, de 46 años, es ingeniera en Contabilidad y trabaja en una empresa floricultora, pero siempre quiso tener su propio negocio.

    Junto a su esposo, Jaime Espinoza, recibieron una hoja volante donde se anunciaban capacitaciones para crear emprendimientos. Tras asistir a los talleres, ambos están convencidos de que con ingenio y recetas sencillas se pueden generar ingresos.

    Los talleres se realizan en Quito en las inmediaciones de los AKÍ Molineros, Guajaló y Carapungo y desde el 2 de agosto arrancarán en Guayaquil.

    Según Corporación Favorita, la segunda etapa del proyecto es organizar visitas a empresas para que los participantes de los cursos puedan vender bocaditos o ‘snacks’ sanos a los empleados, indicó la firma vía correo electrónico. Aunque este es «un proyecto que está por desarrollarse», dijo.

    Agregó que la idea es organizar nuevos cursos para más clientes de AKÍ y abrir niveles más avanzados como catering, por ejemplo.

  • 100 años con la receta original

    Modesto Moreta (I) Redacción Sierra Centro / LÍDERES

    Mantener el sabor de las galletas, los chocolatines y los caramelos, fue la mejor estrategia que aplicaron los ejecutivos de fábrica de Galletas y Confites El Cóndor para mantener vigentes estos productos en el mercado. Esta firma, que es toda una tradición en Ambato, cumplirá en enero próximo un siglo en atender la demanda de sus clientes en la Sierra centro.

    En 1915, los emprendedores ambateños los hermanos Lizandro y Maximiliano Vaca, y su primo Julio Correa Vaca fundaron esta marca, que tiene como logotipo un cóndor con las alas extendidas.

    Ellos trabajaron el siglo pasado en las fábricas La Universal y La Roma, en Guayaquil. Esa experiencia y los conocimientos adquiridos en la elaboración de galletas, chocolates, caramelos y confitería en general, fueron vitales al momento de montar su propia empresa en Ambato.

    Para lograr este objetivo importaron maquinaria de EE.UU. «Fue difícil traer los equipos, porque en 1915 se había iniciado la Primera Guerra Mundial, pero al final se consiguió. Es más, aún se fabrican las galletas y dulces en esas máquinas antiguas», cuenta Fabricio Vaca, presidente de la Fábrica de Galletas y Confites El Cóndor, y nieto Lizandro.

    El ferrocarril también fue clave para el desarrollo de la empresa; por medio de este transporte se logró traer la maquinaria a la ciudad. Asimismo, se transportaron los productos a otros sitios del país.

    La idea de Lizandro era cubrir la demanda del mercado regional con productos similares a las que se fabricaban en las dos fábricas guayaquileñas, y lo logró. Poco a poco el mercado de las galletas en Ambato fue creciendo y la fama saltó hacia Latacunga, Quito y otras ciudades.

    Tras el fallecimiento de Lizandro, la administración la asumió su hijo Carlos Fernando Vaca Hervas, en 1969. Él mantuvo las líneas de producción tradicionales como las galletas, el café, chocolate, pastillas aromáticas Indian Candy, chocolatines y confites. En 1990 la firma El Cóndor dio un giro al negocio y se dividió en dos líneas de producción. La primera con chocolates, café, pastillas aromáticas Indian Candy y la segunda, con la producción de galletas de vainilla y confites. Asimismo, se obtuvieron las certificaciones de buenas prácticas de manufactura para todos sus productos.

    En el 2008, invirtió USD 1 millón en el montaje de una nueva planta de producción en el Parque Industrial Ambato (PIA). Asimismo, se adquirió maquinaria con tecnología de punta.

    En la actualidad se producen dos toneladas de galletas diarias y 10 quintales de confites, de eso se encargan 30 personas. También se producen las galletas de ‘animalitos’ con el nombre de Safari, con sabores de vainilla y chocolate.

    Sus principales mercados están en Latacunga, Ambato, Quito, Ibarra, Tulcán y otras ciudades. Fabricio cuenta que el 50% de la producción se comercializa en Cotopaxi; 40%, en Tungurahua; y el 10% restante en Pichincha, Carchi, Azuay, Guayas y otras provincias. «La gente solicita nuestros productos, por eso mantenemos esa tradición de la receta original y los empaques de hace casi un siglo».

    Uno de los representantes de la empresa en Carchi, Enrique López, dice que la gente busca las galletas por su calidad y sabor. «Su consistencia y dureza hace que no se parezca a ninguna de las que están en el mercado». Trabaja con la firma hace 20 años. «El producto también es apreciado por los turistas colombianos que las compran por libras para llevarlas a Pasto. Lo que afecta es que no se puede competir con Colombia por el precio del dólar que está a 2 350 pesos».

    La firma en síntesis

    La ubicación:  La fábrica de chocolatinas se mantiene en el sitio original de las calles Cuenca y Mera, en el centro de Ambato. Allí se produce toda la línea de chocolates, café y pastillas aromáticas Indian Candy.

    La comercialización:  La empresa dispone de un almacén y una tienda para la comercialización y distribución con su propia flota de vehículos.

    La empresa

    La misión: elaborar y comercializar productos alimenticios con calidad competitiva y manteniendo el sabor tradicional. La visión: ser una empresa con personal calificado, infraestructura apropiada, alta calidad, identidad propia y tradición.