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  • Los robots se convertirán pronto en una presencia cotidiana, dice experto

    Agencia EFE

    Los robots han comenzado a salir de las fábricas para adentrarse pronto en hogares, hoteles, restaurantes y otros espacios de la vida cotidiana, según Rich Mahoney, director de robótica de SRI International, uno de los centros de investigación más conocidos de Silicon Valley.

    «La última tendencia es que los robots están saliendo de las fábricas y estamos empezando a verlos en casas, empresas, hoteles», manifestó Mahoney en entrevista con Efe en la sede de SRI en la localidad californiana de Menlo Park (EE.UU.).

    El desafío, en la actualidad, según explicó Mahoney, es trabajar en los brazos de los robots, ya que ahora mismo la mayoría de brazos robóticos están en las fábricas de producción.
    El ingeniero de SRI pronostica que, una vez que eso ocurra, en el plazo de unos cinco años, será común ver robots sirviendo comida o bebida, así como humanoides que limpian la casa, vacían grandes contenedores de basura o juegan con su propietario al tenis.

    «No estamos muy lejos de ello», afirmó el experto, quien añadió que en su laboratorio tienen el lema de «buen robot», o lo que es lo mismo, una visión positiva del avance de los humanoides.
    «La gente está preocupada con la posibilidad de que los robots se hagan con el control del mundo o acaben con los puestos de trabajo pero creo que serán muchos los casos en los que los robots lleguen y hagan cosas buenas», estimó el experto, que dirige un equipo de 60 personas.

    Mencionó el caso de la medicina, con la existencia de robots que están ayudando ya a los cirujanos a hacer un trabajo más preciso.

    «Si uno piensa en cómo era el mundo hace cien años se da cuenta de que era muy distinto. Casi no había automóviles, ni computadoras y la actividad era fundamentalmente agrícola. El cambio ha sido enorme», insistió.

    «Lo que intento comunicar a la gente es, bueno, si aceptaron eso, piensen lo que es posible en los próximos 100 años», dijo Hogan, quien subrayó que la tecnología tiene la capacidad, en el próximo siglo, de mejorar el acceso a los alimentos o la salud.

    SRI ultima en estos momentos «Proxy», un humanoide que podrá utilizarse en tareas de rescate en casos de catástrofes, así como en la agricultura y la minería, y que el laboratorio de Menlo Park espera sacar al mercado este mismo año.

    «Es un humanoide que camina y ha sido diseñado para ser excepcionalmente eficiente», destacó Mahoney, quien indicó que el robot utiliza alrededor de la mitad de su batería durante una caminata de tres horas y media, frente a la hora que solía ser habitual con el mismo gasto de batería.

    Proxy podrá recolectar frutas y hortalizas, así como realizar podas y muchas de las otras tareas habituales en la agricultura.

    «O sea que se podrá utilizar esta tecnología para la automatización de cosechas y podas, y otras cosas que son imposibles ahora mismo», afirmó el ingeniero de SRI.
    El humanoide también podrá eliminar escombros y realizar búsquedas de restos humanos tras una catástrofe.

    «Imagínate un robot que puede entrar en un edificio en llamas y salvar vidas o, en el caso de un desastre como Fukushima, entrar en la planta nuclear y cerrar válvulas», indicó Mahoney.
    El debate sobre las ventajas y desventajas del avance de la robótica se intensificó en los últimos días después de que un robot agarrase a un empleado en una planta de Volkswagen en Alemania y lo arrojase contra una placa de metal, lo que provocó su muerte.

    La fabricante automovilística señaló que el incidente al parecer se produjo a raíz de un error humano.

    SRI, un laboratorio creado en 1946 y situado en el corazón de Silicon Valley, emplea a unas
    2 100 personas
    en sus instalaciones en California, otros lugares de Estados Unidos, Japón y Groenlandia.

    La organización estuvo asociada a la Universidad de Stanford en sus orígenes y se independizó en 1970.

    En sus instalaciones se desarrolló el primer ratón de ordenador, las primeras versiones de la interfaz de los ordenadores, fármacos para la malaria y el linfoma y el primer sistema telerrobótico para operaciones quirúrgicas, así como el estándar de alta definición de la televisión estadounidense y el plan de tecnología del Departamento de Educación de EE.UU.

    Pepper
    El robot Pepper puede hacer fotos, felicitar a los miembros de la familia en su cumpleaños o tratar de animarlos cuando detecta que alguno está triste. Foto: AFP
  • Keyco, del transporte vertical a la operación de robots

    Carolina Enríquez (I) Redacción Quito / LÍDERES

    Cerebros electrónicos que controlan movimientos de robots, dispositivos mecánicos que permiten que robots tomen y muevan objetos, etc. Estos no son elementos desarrollados en países del primer mundo, sino en Ecuador.

    Karel Espinoza, ingeniero electrónico, es quien permitió esta realidad a través de su empresa Keyco (Karel Electrónica y Control). Esta nació hace nueve años y su objetivo siempre fue innovar.

    El negocio principal y con el que nació la compañía es el de ascensores. La firma importa las piezas mecánicas desde China y las ensambla. Pero, su plus, es el desarrollo de los sistemas electrónicos de control (manejo de movimientos de ascensores), las tarjetas electrónicas y el software de estos dispositivos. «El cerebro de los ascensores», dice Espinoza.

    En el 2005 y antes de que en el actual Gobierno se desarrolle el proceso de cambio de la matriz productiva y la sustitución de importaciones, en esta firma surgió la chispa de que se pueden fabricar más productos a escala nacional.

    Al desarrollar el control de los ascensores, también generaron sistemas para personalizarlos. Por ejemplo, esta empresa puede producir ascensores, cuyo sistema electrónico reconozca la huella digital para subir a determinados pisos, o desarrollar botoneras táctiles.

    La empresa en el país compite con firmas multinacionales. Para Espinoza, su idea no es ofrecer productos baratos, sino de calidad, que les permitan competir. Este emprendimiento tampoco buscó ser dependiente de artículos importados, por lo que desde el inicio de la firma constituyó su propio departamento de investigación y desarrollo.

    Al inicio, la firma tenía 20 clientes y ahora cuenta con 120. Asimismo, en el primer año, vendió de 3 a 4 equipos de ascensores y ahora 82.

    Víctor Garcés, de la firma inmobiliaria VHG Arquitectos, es uno de esos clientes. Él destaca el servicio y mantenimiento de los ascensores y sistemas que le brinda Keyco. A la par, asegura que están abiertos a los nuevos proyectos.

    Estos últimos, precisamente, están vinculados con la robótica. Vicente Yépez, gerente general de Keyco, explica que decidieron ‘saltar’ de cerebros de ascensores a cerebros para robots. Lo que les motivó fue que buscaban desarrollar las partes mecánicas de los ascensores. Sin embargo, saben que esos procesos toman tiempo, se desperdicia material, falta personal capacitado, etc. La alternativa que tenían eran los robots.

    La empresa japonesa Yaskawa, de quien Keyco es distribuidor de controles electrónicos, los fabrica. Ahora, la compañía ecuatoriana importará los robots, pero desarrollará las partes mecánicas para tomar y colocar objetos, así como los controles electrónicos para sus movimientos. No solo servirá para su producción, sino para otras industrias, como la de electrodomésticos, vehículos, muebles, etc. Incluso, ya ha mantenido acercamiento con firmas de estas áreas.

    «El robot es inerte. Necesita alguien que le programe. Un robot se puede comprar en cualquier lado, pero darle soluciones al proceso productivo del cliente es otra cosa. Eso hacemos», dice Yépez.

    Keyco espera desarrollar este proyecto y su comercialización en enero del 2015. Para ese año, la compañía espera duplicar la producción de controles de lo que generó el año pasado; es decir, alcanzar los 140 (USD 4,8 millones).

    La producción

    El aporte local.  Los componentes nacionales de los ascensores ascienden al 11%. La parte más importante es el control o cerebro de los equipos. Sin eso, la cabina no podría dar ningún servicio.

    El emprendimiento.  La inversión inicial de la compañía fue de USD 5 000.