Etiqueta: sabores

  • Este restaurante rescata los sabores típicos del Perú

    Redacción Quito (I)

    Relacionadas

    redaccion@revistalideres.ec

    Para Juan Andrés Castro, la gastronomía y su restaurante no son solo un trabajo, ambos se convirtieron en un estilo de vida. El joven emprendedor, de madre peruana y padre ecuatoriano, es propietario de Mar & Luna Restaurant, negocio familiar que se especializa en la comida peruana.

    “Mi objetivo principal era, junto con mis padres y hermanas, mostrar a los quiteños los sabores típicos del Perú”, comenta Castro.

    Su pasión por la gastronomía comenzó a los 19 años, cuando viajó a Estados Unidos para trabajar en un programa de intercambio. Al regreso, en 2009, tras terminar sus estudios de Marketing, decidió viajar a Chimbote en Perú para trabajar en el restaurante de sus tíos maternos. Por tres años aprendió de cocina y administración y a sus 23 años decidió abrir un restaurante propio en Quito.

    “Mis tíos me apoyaban pero me dijeron que yo busque cómo financiar el proyecto”, agrega Castro. Así que aplicó a un préstamo de USD 200 000 en la Corporación Nacional de Fomento (CFN). Los estudios previos de factibilidad le tomaron 11 meses, pero logró obtener la cantidad solicitada y la construcción comenzó.

    El local de 482 metros cuadrados se ubica en la esquina de la av. Coruña y Rafael León Larrea, en el norte de Quito. La casa pertenecía a sus padres y tuvo que remodelarla completamente. Fue ahí cuando el dinero se agotó.

    “Vimos un gran potencial tanto en el negocio como en mi hijo, así que junto con mi esposo decidimos apoyar el proyecto y pedimos otro préstamo de USD 200 000 a la CFN”, afirma Ana Cruz, madre de Castro, quien se encarga de la contabilidad y los trámites legales del restaurante.

    Con una inversión inicial de USD 400 000, Castro inauguró su restaurante en 2012 con la presencia del cuerpo diplomático peruano y casa llena. Pero el primer año fue difícil, la facturación total fue de USD 170 000 y apenas se cubrieron los costos fijos, que se promedian en los USD 25 000. “Aparte tuvimos problemas con el menú.

    La comida peruana tiene mucho picante y condimentos, algo que no están acostumbrados los ecuatorianos”, afirma Castro.

    El menú fue reestructurado y a través del boca a boca el restaurante empezó a tener más clientela. El segundo año (2014) cerraron con una facturación de USD 260 000. De igual forma lograron afianzar alianzas estratégicas con tarjetas de crédito y bancos locales. Pero uno de los logros más grandes fue la aceptación y apoyo de la comunidad peruana en Ecuador.

    “Los platos son muy originales pero los sabores típicos están ahí. El restaurante es un lugar muy frecuentado por la comunidad peruana ya que el ambiente y la comida nos recuerdan a nuestro país”, comenta Estela Gálvez, de la Asociación de peruanos residentes en Pichincha.
    Para Castro, el éxito del restaurante se debe al esmero que tiene el personal de cocina y el de servicio. “Hemos formado un buen grupo en Mar & Luna desde el dueño hasta la persona que cuida los carros, todos nos sentimos parte del proyecto”; comenta José Cedeño, cocinero.

    La última contratación la realizó en enero del 2015, reduciendo la rotación de personal un 80%.
    En la actualidad el restaurante tiene una capacidad para 130 comensales. Castro planea afianzarse en el mercado quiteño pero ya tiene pensado abrir otro local en Guayaquil.


    EL INSIGNIA

    ‘La atención al cliente es primordial’

    Ramón Moya. Mesero. 39 años. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.
    Ramón Moya. Mesero. 39 años. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

    Empecé a trabar en el restaurante hace dos años. Soy de España y junto con mi esposa, que es ecuatoriana, llegamos al país sin trabajo asegurado. En España laboré como mesero por casi 13 años así que el trabajo se viene natural. Mi experiencia hizo que Juan Andrés Castro me contratara. Adaptarme fue fácil pero me costó un poco acostumbrarme a las jornadas de trabajo que se manejan en Ecuador.

    En Mar & Luna, soy el empleado más antiguo pero constantemente busco seguir creciendo y aprendiendo. Nos capacitamos conjuntamente, el personal de servicio con la cocina, porque siempre es necesario aprender sobre todas las áreas de este negocio. Tal es el caso que cuando ingresé tuve que familiarizarme con la gastronomía peruana; fue complejo dominar todos los sabores y platos, pero fue muy rico aprender. El contacto con los comensales es lo que más me gusta de trabajar como mesero. Por lo que brindar la mejor atención al cliente siempre ha sido mi objetivo.

    En este restaurante trabaja toda la familia de Juan Andrés Castro. Su madre, Ana Cruz, se encarga de la contabilidad y su padre, Juan Castro Ortiz, es el pianista oficial de Mar & Luna. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
    En este restaurante trabaja toda la familia de Juan Andrés Castro. Su madre, Ana Cruz, se encarga de la contabilidad y su padre, Juan Castro Ortiz, es el pianista oficial de Mar & Luna. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
  • El postre saludable no pierde encanto

    Redacción Quito 

    ¿Tortas y galletas preparadas sin lácteos ni huevos? Sí, es posible y tienen mercado. Hace tres años, Carla Toledo y Felipe Bixby iniciaron su negocio, que en esa época no tenía nombre pero que buscaba especializarse en la producción de repostería más saludable.

    Para este matrimonio, su propuesta buscaba cubrir las necesidades de un nicho de mercado poco explorado en el país. Personas intolerantes a la lactosa, que buscan estar en forma, o que simplemente prefieren experimentar otros sabores a través de nuevos ingredientes, buscan los productos de este emprendimiento.

    Para iniciar, los dos gastrónomos graduados en la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) invirtieron unos USD 2 000 que destinaron a la compra de insumos para sus preparaciones.

    En principio, Toledo, que se especializa en preparación de postres, buscaba elaborar galletas temáticas al gusto del cliente, como empresas o para cumpleaños.

    Pero también quería ofrecer repostería nutritiva, por lo que emplea insumos como harina de quinua, higos, avena, salvado de trigo, entre otros ingredientes.      

    Pero no fue hasta octubre del año pasado que esta microempresa decidió crear una marca para sus productos. Así nació Záchari, palabra griega que significa dulce.

    Ahora, este negocio cuenta con una variedad de siete galletas: quinua, maíz, trigo, soya y zanahoria, avena, avena con higo, sémola y salvado de trigo.
    Su producción llega a 20 o 30 paquetes de galletas y de 5 a 10 tortas semanales. Gracias a ello, su facturación asciende a entre USD 400 y 500 mensuales.

    Uno de sus principales eventos para promocionarse han sido las ferias gastronómicas que se realizan en Quito. Asimismo, la difusión a través de redes sociales, como Facebook, es su plataforma para mostrar sus creaciones.

    Uno de los proyectos de Záchari es contar con una nueva base de operaciones. Para marzo, la planta de producción, que actualmente es la cocina del hogar Bixby Toledo, en La Floresta (centro-norte de Quito) tiene planificado trasladarse a una planta más amplia, que estará en el sector del Batán (norte de la ciudad).

    En la tienda Warmi comercializan sus productos. Vanesa Herrera, propietaria de este local que se especializa en productos orgánicos, sostiene que comercializan las tortas de Záchari desde hace más de un año, mientras que los paquetes de galletas, desde diciembre del año pasado.

    Herrera comenta que la torta de chocolate y la torta de higo son las más demandadas por sus clientes. Sin embargo, sostiene que las galletas, al ser un producto nuevo en sus perchas, todavía necesitan más tiempo para que las conozcan.

    Janeth Jara, propietaria de Fit Estrategias, comenta que es cliente de Záchari desde hace dos años. Ella cuenta que “no le gustan los postres”; sin embargo, los productos saludables “le encantan”.

    Gracias a ello, en la pasada Navidad regaló a sus clientes una caja de galletas; sus preferidas son las galletas de avena y la torta de chocolate que compra una vez al mes.    

    Asimismo, Jennifer Nájera, analista de Ventas de Belcorp, comenta que esta empresa de venta de cosméticos contrató a la microempresa también para Navidad.

    Ella cuenta que adquirió unas 1 300 galletas para regalar a su fuerza de ventas. “Adquirimos galletas en temáticas para la fecha navideña (…) el servicio y el sabor son excelentes”, dice Nájera.  

  • A la reconquista del mercado del café en el Ecuador

    Evelyn Tapia

    Cuando las puertas de color verde de la edificación de la empresa se abren, un intenso aroma a café se esparce; por dentro, el sitio está impregnado de él.  

    Juan Carlos Núñez, nieto del fundador y accionista (el riobambeño Carlos Miranda) de Café Conquistador, se pasea por el sitio como si estuviera en su casa y el olor le resulta totalmente natural.

    En la planta de la empresa, ubicada en el km 8 ½ de la vía a Daule (Guayas), se producen a diario alrededor de 90 quintales de café, que puede ser tostado, molido, con sabor a vainilla, almendra, dulce de leche o amareto, con granos cultivados en Cariamanga (Loja) y Zaruma (El Oro), en donde se produce café de altura.

    Con Núñez a cargo de la dirección y estrategia comercial, y su tío Carlos Miranda Freire en la gerencia general, esta es la tercera generación de la familia Núñez Miranda que está a cargo de este negocio. En este emprendimiento laboran 10 personas y arrancó en la década de los años 50.

    “Nació como un café que se vendía en una esquina de Guayaquil, sin marca. Pasaron varios años hasta que decidieron ponerle marca en unas bolsitas de papel. Se desarrollaron unos tres tipos de café y en los años ochenta se profesionalizó el producto y entramos a autoservicios”, cuenta Juan Carlos Núñez.

    Esa década y la entrada a cadenas de supermercados le permitió a la marca fortalecerse, pues en el segmento no se contaban más de tres o cuatro marcas, asegura Núñez. La empresa logró exportar incluso a EE.UU., Chile, Hong Kong y Ucrania.

    Sin embargo, con el crecimiento de la competencia de café  colombiano, el mercado se volvió más competitivo y el negocio tuvo problemas con los plazos de pago de algunas cadenas de supermercados. “Tuvimos que salirnos porque no era rentable, nos pagaban los pedidos hasta 120 días”, recuerda Núñez.

    La planta dejó de producir café marca Conquistador y se limitó a tostar, moler y empacar café para marcas de siete empresas y a exportar unos cuatro contenedores por mes a Nueva York, Los Ángeles y Florida.

    Procesando unas 10 toneladas de café al mes, para estas siete empresas, solo se ocupaba un 40% de la capacidad de la fábrica que cuenta con tres máquinas alemanas marca Probat para tostar café.

    Para este 2015 la firma trabajará al máximo de su capacidad. Con una nueva presentación de empaques, un sitio web para hacer pedidos en línea y una producción inicial de 720 paquetes, la marca regresa a las perchas de los autoservicios este mes, a la reconquista del mercado, dice Núñez.

    Guido Chiriboga, gerente de la empresa Maquimax, que compra el producto para que sus trabajadores se mantengan “activos” en los turnos, comenta que conocer del regreso de Café Conquistador “ha sido una gran noticia”.

    “Recuerdo cuando era niño que en mi casa compraban ese café, y ahora volverlo a ver en las perchas es como un aroma de nostalgia”.
    La primera cadena que firmó contrato con la empresa fue Tía, que tendrá el producto en las estanterías de 40 de sus almacenes .
    La decisión de volver a las perchas nacionales se tomó, dice Núñez, por la implementación del Manual de Buenas Prácticas para Supermercados, que establece plazos de pago de 15 a 60 días máximo por parte de las cadenas a los proveedores. Este documento se encuentra en vigencia en el país desde noviembre pasado.

    “Fue una excelente noticia, porque no salimos del mercado porque nuestro café no fuera de buena calidad, sino por los pagos”, recuerda Núñez.

    Además de este primer pedido para los supermercados Tía, este año la empresa también proveerá productos de línea blanca (producto con la marca de un supermercado), a otra cadena de comisariatos con sede en Quito.

    “En tanto, estamos midiendo tiempos y movimientos para ver cuánto personal más incorporamos en esta nueva etapa”, señala un entusiasta Juan Carlos Núñez.

    Gabriel Ortega, Maestro tostador
    Esta fue la primera empresa en la que encontré un trabajo. Ahora tengo 54 años y  ya llevo 34 trabajando en la fábrica de Café Conquistador. Me acuerdo que cuando entré, al principio trabajaba como barrendero, pero luego con el paso del tiempo, los dueños de la empresa me dieron la oportunidad de aprender a utilizar la máquina de tostar el café. Aunque también he estado en el proceso de moler el grano, pero más que nada me dedico al proceso de tostado todo el día. Me siento a gusto trabajando en esta empresa de café, ya uno se acostumbra al olor también. Aquí soy el empleado más antiguo; hace unos meses me dieron una placa de reconocimiento en la Cámara de Industrias de Guayaquil, en el Hilton Colón, por ser el colaborador más antiguo y también el más bueno. Yo estoy bien en esta empresa, estoy acostumbrado a trabajar con la máquina de tostar el  café. Ahora mi plan es jubilarme en este negocio; quedarme hasta el final aquí.

  • Estas mermeladas tienen sabores amazónicos

    Redacción Quito

    Bajo la premisa de que «lo exótico está de moda«, Leonidas Jaramillo y José Antonio Proaño buscaban un producto para iniciar su emprendimiento. Estos jóvenes, de Guayaquil y Quito, se graduaron de ingenieros agrónomos de la Universidad San Francisco de Quito, el año pasado, y buscaban iniciar su empresa.

    Empezaron a experimentar con mermeladas de sabores no convencionales, como rosas, cedrón, entro otros. Pero finalmente se decidieron por frutos de la Amazonía ecuatoriana, específicamente de Orellana. Guayaba, cocona, arazá, borojó y café arábigo fueron las materias primas escogidas para sus mermeladas.

    Con los frutos definidos comenzaron la constitución de la compañía. Así, en agosto del año pasado nació Asesoagro S.A. Para la producción realizaron una alianza con Agroindustria Gamboína de la provincia de Orellana, dirigida por el Vicariato de Aguarico.

    El acuerdo consiste en capacitación, asesoría y supervisión por parte de Asesoagro S.A., a cambio de la producción de las mermeladas.

    Luego de definir a los proveedores, buscaron una marca. La alternativa que más les gustó fue Waiqu, que significa cocina en quechua. Desarrollaron los logotipos e invirtieron USD 4 000 para sacar al mercado sus productos.

    En diciembre del año pasado salió a la venta Waiqu. Los canales de distribución son Delicatessen Federer, El Español, La Suiza, Sal & Pimienta del Hilton Colón.

    Desde diciembre, la facturación promedio mensual es de USD 2 000. Cuentan con todos los registros sanitarios y con el sello «Hecho en Ecuador».

    María Fernanda Roldán, una quiteña especialista en temas de responsabilidad social, cuenta que probó las mermeladas de Waiqu. Ella las recibió como un regalo y quedó «fascinada» con el sabor cítrico del arazá. Por ello, también regaló este producto a amistades en Navidad.

  • La energía viene con sabor a maracuyá, uvilla, chocolate…

    Redacción Quito

    Energía proporcionada por un producto 100% natural es lo que ofrece Batery a sus clientes. Así lo indica Gabriel Lemarie, gerente general de la empresa que produce barras energéticas bajo el nombre de Bolt.

    Él, junto a otros dos socios, adquirió la marca en el 2007. El anterior dueño la creó en el 2002 como un proyecto de tesis, que luego se desarrolló hacia una producción de carácter artesanal. «En ese entonces fabricaban una barra de granola, coco y pasas. Luego nosotros hicimos una inversión inicial de USD 25 000 para la compra de la empresa y su desarrollo. Le dimos un giro de 180 grados. Cambiamos la imagen y diversificamos la producción«.

    Los nuevos dueños mantuvieron la barra energética con los ingredientes originales y desarrollaron otras de dos sabores: maracuyá/ uvilla y café/chocolate. Iniciaron con una producción de 20 cajas ‘madre’ (cada una con 20 paquetes pequeños, dentro de las cuales había cinco barras). Actualmente, y tras el cambio de empaques, producen 200 ‘cajas madre’ al mes (contienen 20 cajas pequeñas, pero en cada una entran ocho barras).

    Ocho personas trabajan en la elaboración de este producto (el 70% del trabajo es manual y el 30% tecnificado). El proceso inicia con la cocción del líquido hecho a base de panela. Luego este pasa a una mezcladora en la que se une con ingredientes como avena, granola, fruta, etc. La pasta resultante se pone en moldes, se hornea, se corta y se empaca.

    En principio Batery comercializaba USD 2 500 al mes, mientras que ahora son USD 20 000. De igual forma el número de clientes pasó de dos a 15, entre los cuales están Fybeca, Oki Doki, Godart Catering Group, Nevado Ecuador, Grupo Hanaska, Supermaxi, entre otras empresas.

    Batery le apunta a la calidad por lo que consiguió la certificación Cradel to Cradel de la Organización de Estados Americanos (OEA), la cual avala los empaques de la empresa. «Hubo un concurso y un grupo de expertos seleccionó a la empresa (…) La compañía está comprometida en la mejora de sus productos. Busca ser rentable, pero también sostenible con el medioambiente», indicó Kevin de Cuba, especialista en energía sostenible de la OEA.

    Otro dato: El año pasado, luego de un trabajo con Pro Ecuador, Batery logró realizar un primer envío a los supermercados Associated, ubicados en Nueva York, Estados Unidos.

    Más datos

    Proveedores. Entre los proveedores de Batery se encuentra Pacari, Café Vélez, Avena Base Sur, Centro Gráfico…

    La voz de un cliente. Marilyn Ramos, de Neyplex, asegura que trabajan con Batery con esta desde hace tres años.

    [[OBJECT]]

  • 14 sabores son las alas de esta iniciativa

    REDACCIÓN CUENCA

    Un recorrido de sabores, así puede describirse al local Orange Wings & Ribs, en Cuenca, que oferta alitas y costillas con 14 salsas que incluyen ingredientes de diferentes países.

    Por ejemplo, la salsa italiana con tomate y queso parmesano, hawaiana con piña y durazno, teriyaki con salsa de soya (técnica de cocción japonesa), gaucha con chimichurri y fusiones como BBQ con maracuyá, entre otras. Estas combinaciones de salsas y sabores permiten que la iniciativa llegue a una facturación promedio de USD 5 000 al mes.

    Este local surgió como una sociedad entre Marcelo Esparza, Diana Vidal y David Valencia. Éste último abrió, en el 2011, un negocio similar en Quito en el que invirtió USD 12 000 y que tenía ventas mensuales por USD 700. Sin embargo, no dio resultado por la competencia y porque ofertaba hamburguesas, sánduches y otros platos. Trabajaba solo y esa dinámica lo agotó.

    Esa experiencia le dejó una lección a Valencia: que especializarse en un producto es la clave para fidelizar al cliente. Con esto concuerdan sus socios, con quienes, desde agosto del 2012, estructuró la idea de este local y desarrollaron las salsas, el concepto, la estrategia de marketing y el plan de negocios.

    Este quiteño también aprendió la fortaleza de las sociedades y el trabajo en equipo. En la actualidad trabajan los tres socios y dos empleados más.

    La inversión para instalar Orange Wings & Ribs en Cuenca fue de USD 12 000 con lo que adquirieron mesones e implementos de acero inoxidable para garantizar la inocuidad en la preparación de alimentos. También la instalación del local en el Centro Histórico de Cuenca.

    Esparza, quien es chef, explica que la capital azuaya experimenta un despertar gastronómico internacional y cada vez demanda más oferta de otros países. Este cambio por parte del consumidor, se debe en parte a los 9 000 extranjeros (estadounidenses principalmente) que viven en la capital azuaya que solicitan estos productos. Sin embargo, de los 600 comensales que esta microempresa reciben al mes, el 30% es extranjero y el resto ecuatoriano. Uno de ellos es Miguel Crespo quien recomienda el lugar por el servicio, calidad de la comida y precio. Lo mismo opina Mariela Suárez quien conoció el local el mes pasado y está satisfecha por la variedad de sabores.

    Las estrategias

    Redes sociales. Las redes sociales son la estrategia de este restaurante que tiene presencia en Facebook, Twitter y Foursquare

    La interacción. En estos espacios suben fotos e interactúan con los clientes. Esparza explica que estas herramientas sirven para dar a conocer el negocio y recibir sugerencias.

  • Cuatro sabores se suman al agua mineral

    Redacción Quito

    Mora, piña, maracuyá y hierbaluisa son los cuatro sabores de agua mineral que lanzó Güitig. Desde el pasado 21 de julio, esta marca puso en las perchas estos nuevos productos. Las botellas estarán a disposición del público por tres meses, explica Claudia Núñez, brand mánager Güitig.

    La funcionaria explicó que lanzaron esta iniciativa, denominada Sabores de mi Tierra, como un homenaje de Güitig a Ecuador por sus 105 años de aniversario. «Un sabor por cada región (…) Mora por la Sierra, Piña por la Costa, Maracuyá por la Amazonía y Hierbaluisa por Galápagos (…) Creemos que revitalizar nuestra esencia es parte de lo que nos hace orgullosamente ecuatorianos».

    La idea de incluir sabores frutales es parte de la innovación para los consumidores que buscan esta bebida. Entre estos últimos se halla María Teresa Silva, quien tiene 80 años y es una fanática de Güitig desde que tiene uso de razón. Por eso es que no tardó en probar los nuevos sabores. «Me parecen bastante sabrosos. Recientemente estaba enferma del estómago y tomé el de hierbaluisa y me sentí mejor. Desde que soy niña me han dicho que esta es un agua mineral curativa».

    Comentarios como estos han llegado hasta la empresa fabricante. Una de las cosas que más ha destacado el público es que la firma impulse la esencia del país.

    De hecho, para desarrollar esta campaña la empresa hizo un estudio para determinar cuáles eran los sabores y frutos característicos de cada zona. Posteriormente, desarrolló un análisis para definir las fórmulas con los consumidores y obtuvo los cuatro productos, que se comercializan en tiendas y autoservicios.

    El precio de venta es USD 0,70 en presentación de 500 mililitros en botellas pet y de USD 2,20 en presentación de 700 ml de vidrio no retornable.

    Para consumidores como Mariana Paredes estos son precios razonables. «Es un producto natural y no tengo inconvenientes en pagar. Además, me agrada que tengan sabores, principalmente los de mora y maracuyá, porque me encantan los frutos cítricos que hay en el país».

    La empresa tomó en cuenta esta demanda que existe en el público nacional, por lo que viene trabajando en el proyecto desde mediados del 2013.

    La firma también ha presentado otras innovaciones entre las que está la imagen de sus botellas. Allí no se observa el clásico oso polar en el hielo, que marcó a diversas generaciones de ecuatorianos.

    Con ello la marca ha buscado llegar a un consumidor más exigente, con su envase de vidrio. La idea es que el producto sea consumido durante las comidas.

    De acuerdo con los estudios de investigación de la firma, Güitig tiene una participación en el mercado ecuatoriano de un 95%, «siendo líder en la categoría desde 1909». La meta, dicen sus ejecutivos, es convertirse en una de las top 5 de marcas de bebidas refrescantes no alcohólicas del Ecuador.

    Historia y contexto

    El envasado del agua mineral. Este empezó a finales del siglo XIX de manera artesanal, en botellas de vidrio de 20 litros. En sus inicios, el agua se usaba como un producto medicinal, que se comercializaba en diferentes boticas de Quito.

    La presentación. La marca presentó los nuevos sabores en las fuentes hidrominerales en Machachi (cantón Mejía, Pichincha); en esas instalaciones nace Güitig, desde sus orígenes en 1880.

  • 4 sabores distinguen a su cerveza artesanal

    Redacción Quito

    Un olor fuerte a malta se percibe en la planta de la cerveza artesanal Los 3 Monjes. No es un convento sino una local ubicado en el barrio La Floresta (centro-norte de Quito).

    Los 3 Monjes son Alexander Vega, David Jara y Antoine Portier. Estos amigos y emprendedores miraron que en el país no había variedad de cervezas, con otros sabores y mayor grado alcohólico.

    Así, a mediados del 2012, decidieron elaborar su propia cerveza. Portier, francés que se radicó en el país, poseía los conocimientos básicos para la preparación del producto. Todo lo aprendió gracias a su tío que elabora vino. Además, el francés fue propietario de un bar en Lille, ciudad cercana a Bélgica.

    Gracias a ello, adquirió conocimientos de todas las variedades de cervezas de esa nación, distinguida por su larga tradición en la preparación de esta bebida.

    En la cocina de Portier, en Guápulo (oriente de Quito), se reunían para preparar la cerveza. Las primeras elaboraciones fueron «experimentos» para conseguir los sabores deseados.

    Con malta, lúpulos, levadura… comenzaban a dar forma a los sabores. La primera variedad que consiguieron fue la cerveza ámbar, de color rojizo, con 7,7 grados de alcohol.

    La cerveza tuvo aprobación de sus amigos, a tal punto que llegaron a comprárselas. Su primer producto exitoso motivó a investigar sobre la elaboración de otras variedades. Libros, información de Internet y otros recursos ayudaron a crear variedades de cerveza: negra, rubia y hasta una triple rubia.

    El pasatiempo se transformó en una pequeña fuente de ingresos. Con unos USD 6 000 adquirieron una refrigeradora, un tanque de fermentación, una cocina, materias primas y rentaron un local en La Floresta.

    Con esta implementación, Los 3 Monjes pasó a producir 100 litros al mes de cerveza. El negocio creció y restaurantes y bares comenzaron a demandar su bebida. Esto motivó a que los cerveceros decidan apostar completamente por el desarrollo de este negocio, para que se convierta en la principal fuente de sus ingresos.

    Con una inversión de USD 26 000, entre enero y noviembre de este año, se cambiaron a un local más amplio en el mismo barrio, al que implementaron un cuarto frío, tanques de fermentación más grandes y otras mejoras.

    También obtuvieron el registro sanitario y presentaron su marca en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI). Ahora, este negocio tiene una producción mensual de 1 200 litros.

    Cuenta con 15 canales de distribución, como restaurantes, bares, bazares y cafeterías, de Quito y Cumbayá (nororiente). Su facturación llega a los USD 10 000 mensuales.

    Andrea Nyffler, propietario de bar Dirty Sánchez, ubicado en el sector de la Mariscal (centro-norte), asegura que la cerveza se vende «muy bien», gracias a su sabor y su cuerpo. Nyffler destaca la variedad triple rubia denominada «Monja loca», con 9,9 grados de alcohol. «En el mercado local no encuentras una similar», dice.

    En ello coincide Paola Urbano, propietaria de La Esquina centro comercial, una feria o mercado de productos artesanales. «La cerveza se vende muy bien; la calidad y la atención personalizada de los fabricantes, quienes explican su elaboración, atraen a los clientes».