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  • Artesanas optan por nuevos productos

    Giovany Astudillo

    Editor (I)

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    El tejido de la paja toquilla se diversificó entre las artesanas de Cañar. Ellas optaron por elaborar con esta fibra natural carteras, bolsos, llaveros, bisutería, objetos utilitarios y adornos para acceder a los mercados internacionales.

    Los destinos principales de estas nuevas alternativas son Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Brasil, Italia, Singapur, China, entre otros países.

    Rosa Cadme es representante legal de la Cooperativa de Producción Artesanal Puertas del Cielo, que teje los productos de la marca Azohat. Según ella, esta agrupación cuenta con tres líneas. La primera y más antigua son los sombreros. La segunda son los bolsos y las carteras.

    La última son la bisutería y adornos, diademas, joyeros, abanicos, collares, manillas, entre otros. Hay objetos que combinan la paja toquilla con retazos de macana. Esta última prenda son los chales de la Chola Cuencana.

    Son promocionados mediante el sitio web www.azohat.ec. Es uno de los canales para mostrarse en el exterior y efectuar contactos. Además, tienen catálogo virtual y otro físico.

    Cada una de las 104 socias y sus familias tienen su especialización. Cadme explica que la mitad de las artesanas se dedica al tejido de los sombreros y el resto a las otras dos líneas de producción. De estas últimas venden desde el 2018 a Brasil, Estados Unidos, Singapur, España y otras naciones de la Unión Europea.

    A inicios de este año enviaron una docena de carteras y bolsos como muestra a Londres. Su objetivo -después de la cuarentena por el covid-19- es conseguir pedidos más seguidos en el exterior.

    Cadme cuenta que los bolsos y las carteras se envían en la tonalidad original de la paja o teñidos en colores negro, marrón, azul, fucsia, naranja o multicolores.

    El año pasado exportaron más de 300 unidades de bolsos y carteras y otras 500 de bisutería. Durante el 2018 fueron 50. Antes de la pandemia del coronavirus, su objetivo era alcanzar las 450 por mes y finalizar el 2020 con 1 000 mensuales. Ahora esperan que la situación se normalice.

    Para las socias, dice Cadme, esta actividad es complementaria a sus tareas del hogar y agrícolas. “Hay potencialidad en estas nuevas líneas, al igual que en el sombrero de paja toquilla”.

    Otra innovación para la exportación es pintar los sombreros. Las artesanas tejen la paja y cuando este artículo está terminado la imagen escogida es pintada por artistas de la escuela de Arte de la Universidad de Cuenca.

    Ellos plasman figuras de colibríes, iguanas, tortugas, iglesias y otros diseños. Pintan a mano.
    Estrategias similares aplican las socias de la Cooperativa Rafael González, en el cantón Biblián. Son 120 socias de las zonas de Gulanza, Vaquería, Sageo, Papaloma, Saltos. 10 se dedican al tejido de bolsos y carteras, aretes, esferos, llaveros y collares, que cuestan desde USD 4,5 hasta USD 50.

    Según la presidenta de la organización artesanal, Lourdes Cárdenas, durante el año pasado exportaron más de 50 unidades a Europa y España. Fueron esteras y bolsos y enviaron muestras a Países Bajos. Tienen más de 20 modelos de bolsos y carteras.

    Las 27 socias de la Cooperativa Unión Cañari también tejen sombreros, bolsos, carteras, adornos, llaveros, fruteros y tapetes, dijo la dirigente Elvira Pérez. Sus mercados son Francia e Inglaterra. Elaboran 200 sombreros al mes y 100 de las otras opciones.

    La Cooperativa Rafael González (izq.) tiene una tienda en Biblián. Puertas del Cielo envía carteras y sombreros (arriba y abajo).
    La Cooperativa Rafael González (izq.) tiene una tienda en Biblián. Puertas del Cielo envía carteras y sombreros (arriba y abajo). Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Bolsos, zapatos y carteras, las prendas que comercializa Simiatug Llakta

    Redacción Sierra Centro (F) 
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    Los bolsos, el calzado, las agendas y las billeteras confeccionados con tejidos de cabuya y bordados con finos hilos derrochan color y creatividad. Son los productos elaborados por las artesanas de emprendimiento Simiatug Llakta que agrupa al menos 500 mujeres de esta parroquia del cantón Guaranda, en la provincia de Bolívar.

    El negocio arrancó en el 2000 con el nombre de Simiatug Samay, sin embargo, en el 2014 cambió su nominación a Simiatug Llakta. La inversión inicial fue de USD 2 500 en la compra de la materia prima, la capacitación a las mujeres de las comunidades, la instalación de un sitio de acopio y comercialización. El año pasado, la asociación facturó USD 15 000.

    La historia de Simiatug Llakta la inició su fundadora Cornelia Camerman con el objetivo de asociar a grupos de mujeres para capacitarles e integrarles a los talleres artesanales. La idea fue mejorar las condiciones económicas de la población. “Poco a poco estamos logrando este objetivo planteado”, cuenta Narcisa Licintuña, administradora de Simiatug Llakta.

    La microempresa les compra sus tejidos y los bordados como shigras, tela de cabuya para el calzado y los bordados hechos a mano donde se dibuja las plantaciones de trigo, maíz, cebada, llamas, la minga, el casamiento con figuras andinas.

    Estas obras artísticas en los talleres artesanales se transforman en elegantes y llamativos bolsos, carteras, mochilas, billeteras y zapatos. Estos son comercializados en las tiendas artesanales de Quito, Guayaquil y Cuenca.

    Licintuña explica que llevan trabajando en el proyecto cerca de seis años. Ella se encarga de comprar los tejidos y bordados elaborados con cabuya e hilo de colores. Una vez que adquieren la materia prima es enviada a los talleres, una especie de maquila, para su transformación y darles el valor agregado para la comercialización. “El valor agregado que le damos a nuestros productos nos ayudó a ingresar en forma indirecta a Suiza y Japón”.

    Cornelia Camerman, fundadora, explica que las inversiones en la instalación de los talleres, donde se elaboran los productos, son independientes.

    Simiatug Llakta ha realizado dos envíos de 30 kilos de productos a Suiza y Japón. Licintuña explica que la idea es que el proyecto es que sea sustentable y pueda mantenerse y que las mujeres puedan contar con ingresos económicos.

    La elaboración de artesanías, es uno de los cuatro proyectos productivos que se desarrollan. También tiene el área de elaboración de utensilios con la paja de páramo. Se hacen paneras, individuales y canastas. Además, funciona una fábrica donde se producen condimentos con productos agroecológicos.

    Los colores azules, verdes, rojos, amarillos, rosados y más, llenan de colorido sus creaciones que son apreciadas por los visitantes extranjeros que llegan hasta los talleres.

    Tenga en cuenta

    Simiatug Llakta tiene a escala nacional 10 locales donde se comercializan bolsos, billeteras, carteras, calzado y otros productos que elaboran en sus talleres artesanales.

    Esta asociación de la parroquia Bolívar cuenta con tres talleres para la confección de sus productos que son comercializados en las ciudades de Cuenca, Quito y Guayaquil.

    Este emprendimiento realiza exportaciones en forma indirecta. Sus productos llegan a mercados de Suiza y Japón.

    En los talleres donde se elaboran los productos artesanales de Simiatug Llakta hay inversiones privadas. Foto: Raúl Díaz para Líderes
    En los talleres donde se elaboran los productos artesanales de Simiatug Llakta hay inversiones privadas. Foto: Raúl Díaz para Líderes
  • Los paisajes de Bolívar, en penco y otros materiales

    Redacción Quito

    (F) 
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    El Ecuador esconde riqueza cultural en cada una de sus provincias. Esto se visibiliza en los emprendimientos que rescatan lo tradicional, plasmándolo en cada producto que ofrecen.

    Paúl Vásconez es un publicista y fotógrafo guarandeño, apasionado por los paisajes y atardeceres de Bolívar. Durante uno de sus recorridos por su provincia conoció un poblado llamado Simiatug, donde encontró la inspiración para crear Shigras del Ecuador.

    Este emprendimiento nació en el 2011. Vásconez ideó un proyecto en el que quiso plasmar la identidad de esta zona rural, al fabricar distintas piezas artesanales.

    Shigras del Ecuador es un negocio que revaloriza el trabajo manual, el talento artesanal y, sobre todo, la identidad cultural de las mujeres de la región de Simiatug. Ellas elaboran los artículos de este local.

    El emprendedor indica que invirtió alrededor de USD 20 000 inicialmente. Se utilizó para consolidar un taller y adquirir la materia prima de los productos.

    El penco es uno de los materiales que utiliza; este pasa por un proceso de secado y tinturado. Luego de ello, las artesanas tejen cada una de las piezas.

    Una vez terminada esta parte, se pasa al área de diseño, donde se arma cada pieza; se agregan broches, accesorios en cuero, micro-fibra, etc. Luego se vende.

    “Trabajamos en diseños únicos e irrepetibles. Además del pastoreo, las artesanas hacen las shigras rodeadas de paisajes del páramo bolivarense”, menciona.

    Los tejidos también se fabrican a base de fibras vegetales como cabuya, paja de páramo y lana.

    Estos diseños representan la historia de cada una de las artesanas, además de las montañas y más atractivos de la naturaleza.

    La aceptación de los productos ha sido favorable, cuenta el dueño.

    En un principio su nicho de mercado estaba enfocado solamente en Guaranda; sin embargo, el boca a boca le permitió llegar a diferentes ciudades del país.

    El dueño de Shigras del Ecuador afirma que la idea le sirvió para contar sobre las potencialidades territoriales, culturales, históricas y patrimoniales de Bolívar.

    A su vez, logró difundir el origen de la shigra, lo cual “ha sido una manera de retribuir el afecto entre las poblaciones, enlazando el campo y la ciudad”, señala.

    Los productos de este emprendimiento se distribuyen en ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja y Riobamba.

    El propietario del negocio busca llegar a más mercados internacionales. En la actualidad, los productos llegan a ciudades como París, Londres, Nueva York, Boston, Bruselas, Berlín y México.

    Los artículos que se ofertan son variados. Los clientes pueden encontrar bolsos, agendas, zapatos, sandalias, lámparas, cojines, alfombras y artículos de decoración para el hogar.

    Este emprendimiento participa constantemente en ferias y festivales, que permiten que los artículos lleguen a más público.

    Los más importantes son la Rueda de Negocios Artesanías de Excelencia que organiza Pro Ecuador, el Festival de Artesanías de América del Cidap y Ardis: Semana del Diseño para la Artesanía que se desarrollan en la ciudad de Cuenca.

    Otros Datos

    El emprendimiento llega a facturar cerca de USD 30 000 anuales.

    El costo de los artículos varía, según el diseño. Los precios van desde USD 10 hasta USD 90.

    A la idea 
    se la seleccionó en el proyecto Artesano Artista, que promueve la oferta de excelencia artesanal exportable.

    Para conocer el catálogo de productos, visite la página del emprendimiento en Facebook: Shigras del Ecuador.

    Paúl Vásconez es el propietario de Shigras del Ecuador. Este emprendimiento está ubicado en Guaranda. Foto: cortesía
    Paúl Vásconez es el propietario de Shigras del Ecuador. Este emprendimiento está ubicado en Guaranda. Foto: cortesía
  • Prendas para hombre con un estilo andino

    Modesto Moreta

    (F)  
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    Remolacha es la marca que revoluciona la moda de ropa para hombre, en la ciudad de Ambato, en Tungurahua.

    Las prendas de esta marca tienen una perfecta combinación con los tejidosde contenido andino, es decir, es una penda híbrida entre lo autóctono y lo moderno.

    Ese es el imán que esta firma utiliza para llegar a más compradores. Santiago Almeida y Daniel Gómez fundaron la firma en el 2017 con una inversión de USD 15 000. El dinero lo consiguieron a través de un crédito en una institución financiera.

    Con los recursos adquirieron telas e iniciaron la confección de sus diseños a través de una alianza estratégica con pequeños productores de ropa. La idea del proyecto es presentar nuevos diseños de prendas con una mezcla de andino. “El propósito es que la gente que compre la marca Remolacha pueda identificarse con la interculturalidad”, dice Almeida.

    En la actualidad artesanos de Otavalo son los encargados de proporcionarles los tejidos que son hechos en los telares de madera. Son diseños precolombinos donde destacan los rombos, la chakana, el Taita Inti, caracoles, la naturaleza en tonos amarillo, azul, rojo, celeste, plomo, como una especie de mosaico donde destaca lo juvenil. “Ellos crean los tejidos para el diseño de nuestros productos”.

    Explica que la confección de las chompas y bomber que fabrica la firma poco a poco alcanza una altísima calidad por los materiales y las telas importadas que utilizan. Hasta el momento sacaron al mercado 5 colecciones de 10 prendas cada una con diversos tejidos.

    Por ejemplo las chompas son reversibles; eso le convierte en una prenda diferente. “Iniciamos con los colores fuertes como el mate que tuvieron una gran demanda”, cuenta Almeida.

    Las ciudades de Ambato, Baños y Quito, son los principales mercados de Remolacha. Para diciembre afinan detalles para una nueva colección de chaquetas, bombers, sacos Tuna y gorras de lana.

    Santiago Almeida es uno de los fundadores de la marca Remolacha, que salió al mercado en el 2017. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Foto: Modesto Moreta / LÍDERES

    La idea es que las prendas no se transformen en folclóricas, sino que tengan una identidad en la combinación de lo autóctono con lo actual y moderno. “Con nuestra marca queremos vestir a ejecutivos, oficinistas o los informarles sin perder la elegancia y el glamour”, dice Almeida.

    Los modelos denominados bomber suave y la colección Tuna son el principal atractivo de la marca. Los tejidos llevan en el cuello, puños y los lados. El diseño impacta especialmente en los jóvenes, porque son atractivos. La última colección salió en agosto donde sobresalieron los tonos azules y cuatro colores tipo vino.

    Los accionistas de Remolacha reinvirtieron las ganancias para la apertura de nuevos puntos de venta a los existentes en Ambato y Baños de Agua Santa. La próxima apertura será en Quito. “Trabajamos con alianza estratégicas (maquila) para la confección de la ropa. Nosotros nos encargamos del diseño de las nuevas prendas que saldrán al mercado”.

    Almeida asegura que Ambato, Baños y Quito son sus principales mercados. Además, participan en ferias a escala nacional donde promocionan Remolacha y sus diseños interculturales.

    El costo de cada prenda la Chaqueta reversible y con contenido intercultural cuesta USD 120, los bomber en USD 50, saco Tuna 50 y gorro lana USD 20.

    En lo social

    Los ejecutivos de Remolacha también se desarrolla en el área social. En la anterior Navidad la marca Remolacha trabajó en la campaña ‘Una Navidad para todos’, que consistió en la entrega de un peluche o juguete por un porcentaje de descuento en la compra de cada prenda.

    Remolacha inició con 2 personas y en la actualidad son 10. Además de los artesanos de Otavalo que trabajan en la elaboración de los tejidos.

    Los jóvenes de 17 a 35 años son quienes utilizan nuestra marca. Ahora el emprendimiento trabaja para abrir un local en Quito.

    Santiago Almeida es uno de los fundadores de la marca Remolacha, que salió al mercado en el 2017. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
    Santiago Almeida es uno de los fundadores de la marca Remolacha, que salió al mercado en el 2017. Foto: Modesto Moreta / LÍDERES
  • Ellos rescataron los tejidos tradicionales

    Contenido intercultural

    Los ponchos hechos con fibras naturales de borrego son el producto estrella del taller de Nicolás Sinaluisa; también son las prendas que más se demandan. No sólo las piden los indígenas de Chimborazo, Cañar y Azuay, sino que también son muy solicitadas para los rodeos y desfiles por los chagras (hombres del campo).

    Los ponchos se manufacturan en telares manuales. Sinaluisa y las cuatro mujeres que trabajan con él se encargan de darle forma a los hilos de colores y los tejen hasta obtener un textil grueso, resistente al frío del páramo y a las tareas complicadas del campo.

    “Antes en Yaruquíes y Cacha había muchos talleres de tejidos, la mayoría de familias subsistían de ese oficio, pero luego por la migración y la incursión de las grandes empresas textiles que ofrecen telas más baratas el oficio empezó a desaparecer”, cuenta Sinaluisa.
    Su padre, Segundo Sinaluisa, era uno de los artesanos más reconocidos de su comunidad natal, Santa Clara. Él tejía bayetas, ponchos y fajas en un telar de cintura.

    Sin embargo, falleció cuando Nicolás tenía sólo ocho años, por lo que no pudo aprender de él su arte. Pero le heredó todos los accesorios, telares y materias primas de su taller.
    A los 20 años, Nicolás se dedicaba a la construcción y, simultáneamente, aprendía sobre tejidos en un taller comunitario y en todas las capacitaciones que gestionó la fundación de los amigos de Wolfang Shaft, un párroco que impulsó la educación y la interculturalidad en Yaruquíes.

    Él también impulsó la apertura de un instituto que combina la educación académica con las actividades prácticas y el rescate de los saberes ancestrales en esa parroquia. Se trata de la Unidad Educativa Adolfo Kolping.

    Sinaluisa labora ahí como docente. Su función es enseñar a los niños y jóvenes el arte del tejido.

    El propósito es conservar el conocimiento del oficio antiguo que estaba cerca de desaparecer. También busca darles a los chicos opciones para que inicien sus emprendimientos en las comunidades y así detener la migración.

    Los niños aprenden desde las puntadas más básicas, ideales para elaborar pulseras y wangos, hasta el manejo de los telares de madera. Cuando se gradúan tienen la opción de laborar por temporadas en el taller de tejeduría.

    “Me encanta trabajar con los niños. Ellos quizás no están del todo conscientes, pero están rescatando una parte de la memoria histórica de las comunidades”.

    El taller funciona desde el 2002 y se mantiene a flote por medio de la autogestión. Los ingresos de la comercialización de las prendas originarias sirven para pagar los sueldos de los artesanos y para reinvertirse en el taller que lleva el nombre de Rosa Frey.

    Nicolás y su familia han invertido cerca de USD 15 000 en la adquisición de maquinarias para la manufactura de ropa deportiva y camisetas. El contrato más grande que obtuvieron fue en el 2009, cuando fabricaron 25 000 uniformes para los niños de las escuelas bilingües de toda la Sierra Centro.

    Eso les permitió renovar las maquinarias y pagar algunas deudas del taller. La inversión también abrió una nueva línea de negocio.

    Ellos ahora pueden fabricar cualquier tipo de ropa casual y deportiva, con un toque cultural.
    En el taller de tejidos se manufacturan ponchos, bufandas, ponchos femeninos, bayetas y todo tipo de prendas hechas con lana de borrego o con hilos sintéticos.

    Cada año ellos diseñan y fabrican los trajes de los personajes del Pawkar Raymi: la Mama Shalva y el Yaya Carnaval. La bayeta que este año usará la Mama Shalva es especial debido a que está tejida con una técnica característica de Cacha y por primera vez llevará el diseño de la chakana, que antes sólo usaban los varones.

    En el taller también se elaboran shygras de varios colores que tienen los mismos diseños que las fajas kawiñas puruhaes. Esos bolsos son apetecidos por los turistas.

    La mercadería se comercializa en el puesto 15 de la plaza artesanal del Tren, en Riobamba. También en ferias de tres provincias.

    Nicolás Sinaluisa y Carmen Sinaluisa trabajan en el taller de tejidos andinos. Ambos enseñan a los niños. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Nicolás Sinaluisa y Carmen Sinaluisa trabajan en el taller de tejidos andinos. Ambos enseñan a los niños. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Tejidos manuales elaborados con lana de alpaca

    Redacción Quito

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    La línea de productos elaborados con lana de alpacas nació en El Inga, sitio arqueológico ubicado en la parroquia de Pifo, al oriente de Quito.

    Marilú Cordobés, fundadora del emprendimiento Inga Alpaca nació y se crió en una hacienda ubicada en El Inga junto a su familia.

    Alfredo Cordobés, padre de la emprendedora era comerciante de productos lácteos debido a las vacas que mantenía dentro de su vivienda. La familia decidió invertir en la compra de alpacas para tener mayor sustentabilidad en el mercado. En la actualidad cuentan con 3 500 alpacas.

    En el 2007 Cordobés decidió posicionar su marca en el mercado con la elaboración de prendas de vestir fabricadas con base de la lana que expulsan estos animales.

    En los primeros meses del negocio, la emprendedora contrató dos tejedoras que le ayudaron con la elaboración de chompas y chalecos. Tras 11 años del emprendimiento, Cordobés cuenta con, aproximadamente, 12 empleados que aportan con la fabricación de su línea de productos.

    Inga Alpaca se encuentra en los grandes mercados del país. Sus productos se ofertan en los aeropuertos de Cuenca y Guayaquil. En locales como Galería Ecuador Gourmet y Galería Artik en el norte y centro de la capital. Imbabura es otro de los mercados de la marca, en un local cerca del emblemático Lago San Pablo.

    La marca ha sobrepasado fronteras como EE.UU y París en los que se han ofertado sus productos a través de ferias de emprendimiento. Asimismo se han realizado envíos a Rusia y España.

    El crecimiento que Inga Alpaca obtuvo desde el año en el que arrancó, fue de un 40% . Sin embargo las ventas han disminuido debido a la situación económica del país.

    La inversión inicial de la microempresa fue de USD 300 000 por la maquinaria de tejidos que fue importada desde Canadá.

    En cuanto a la materia prima, ésta proviene de la hacienda de su padre. Él es quién le vende la lana de alpaca a su hija para la respectiva fabricación.

    Según Cordobés, el negocio le permite tener ingresos de USD 2 000 a 3 000 al mes, cantidad que se invierte en la mano de obra de los tejidos.

    La marca ofrece una variedad ‘exótica’ de productos. Se ofrecen desde accesorios como bufandas, cuellos, guantes, chompas y chalecos, hasta edredones y cobijas. Es importante destacar que los edredones son su producto estrella en el mercado.

    El emprendimiento participa continuamente en la Feria ‘El Gran Bazar’ que se realiza periódicamente en Cumbayá. Dentro de esta obtiene mayor número de clientes y reconocimiento de sus productos.

    Mireya Cáceres adquirió un accesorio de Inga Alpaca. Ella dice sentirse cómoda con la marca.

    Marilú Cordobés presenta algunos de sus productos en el taller principal de la marca ubicado en Cumbayá. Foto: LÍDERES
    Marilú Cordobés presenta algunos de sus productos en el taller principal de la marca ubicado en Cumbayá. Foto: LÍDERES
  • Los tejidos étnicos destacan en estos zapatos

    Mayra Pacheco

    El trabajo que hacen artesanos indígenas en telares o bordados marca la diferencia en el calzado que diseña Verónica Díaz, propietaria de la tienda Veri’d.

    Desde hace seis años, en las alpargatas, sandalias y zapatos de tacón de esta marca se combinan telas ecuatorianas con textiles de figuras étnicas y bordados que se realizan en comunidades de Otavalo, Zuleta, Gualaceo, Guano, Saraguro y otros sitios.

    Para los terminados se emplean fibras naturales como la cabuya o el yute. El propósito de esta emprendedora es aprovechar al máximo el trabajo de los artesanos ecuatorianos.

    Al experimentar, en sus trabajos anteriores, que la gente extranjera valoraba las artesanías que se confeccionan en Ecuador, Díaz decidió aplicar sus conocimientos en diseño de modas y empezó en el 2013 a confeccionar calzado casual con un toque étnico.

    Actualmente, entre sus diseños tiene zapatos para mujeres, principalmente. Entre los modelos que ofrece están alpargatas, botines, sandalias, tacones altos tipo magnolia. Estos tienen piezas de textiles artesanales que destacan. Para satisfacer el gusto de todas sus clientes se utilizan colores brillantes o tonos neutros.

    La búsqueda y compra de estos materiales se hace mientras Díaz visita los distintos rincones del país. “Cada vez que viajo por Ecuador pienso que esta tela va a quedar bien en una alpargata”.

    Cuando esta emprendedora conoce cómo trabajan las personas de las comunidades hace los pedidos para luego elaborar sus creaciones. Tiene al menos ocho artesanos que entregan este tipo de textiles étnicos.

    En Imbabura, por ejemplo, esta diseñadora adquiere textiles artesanales a Matilde Lema.
    Esta tejedora, quien tiene su taller en Peguche, comenta que la propietaria de Veri’d propone diseños y también compra los telares ya elaborados. Estos se realizan con técnicas ancestrales.

    Los textiles de Lema se hacen a mano aplicando técnicas que aprendió de sus generaciones pasadas. Incluso, algunos de los telares de madera son heredados de los padres y abuelos de Lema.

    Por el detalle de su trabajo, cada metro de este telar cuesta, en promedio, entre USD 15 o 25. De estos textiles, Díaz adquiere alrededor de 20 metros cada mes.

    Con esta materia prima, en Quito, otro grupo de siete artesanos confecciona los zapatos, según los diseños de Díaz. En el proceso de elaboración se prioriza el uso de productos ecuatorianos.

    Veri’d no elabora zapatos en serie para ofrecer diversidad. Produce máximo 12 pares del mismo modelo en cada colección. También se realiza diseños personalizados, bajo pedido. En toda esta etapa participan siete personas.

    Este calzado se ofrece en el Centro Comercial Cumbayá, en el local 16; y en Galería Ecuador, en Quito. Cuestan entre USD 37 hasta USD 55. Veri’d factura, en promedio, USD 5 000 cada mes.

    Para Carolina Yánez, cliente de esta tienda, estos zapatos étnicos son originales y rescatan las tradiciones del país. Jeaneth Laines, otra compradora, agrega que este calzado es cómodo y sus materiales son resistentes.

    Por esto, otras personas han aprovechado también su visita a Ecuador para llevarse un par de estos zapatos a Nuevo México, Nueva York, Miami, España, Alemania, Perú, Chile y otros países.

    Otros accesorios

    Los zapatos étnicos de Veri’d han sido parte de desfiles importantes como Runway, organizado por la revista Vogue, en el Paseo San Francisco. También en eventos de Galería Ecuador y Quito Turismo.

    Para complementar el estilo de estos zapatos, la marca ofrece camisetas, chaquetas y otros accesorios relacionados con el enfoque étnico.

    En mayo se presentará una nueva colección de zapatos dirigida para caballeros y niños. En estos se mantendrán los diseños étnicos.

    Verónica Díaz   incluye en sus diseños de calzado tejidos que se elaboran en comunidades indígenas y emplea materiales tradicionales como el yute. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
    Verónica Díaz incluye en sus diseños de calzado tejidos que se elaboran en comunidades indígenas y emplea materiales tradicionales como el yute. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
  • Estos tejidos de paja se abren mercado

    José Luis Rosales  (F)  
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    Las fibras de paja de páramo se convierten en vasijas, paneras, floreros, portabotellas, lámparas, entre otras artesanías utilitarias, en las manos de las tejedoras de la Asociación Artesanal El Pajonal (Asoarpaj).

    La agrupación está conformada por 13 vecinas de la parroquia La Libertad, en el cantón Espejo (Carchi). La iniciativa productiva surgió ante la necesidad de generar ingresos económicos para las campesinas de esta zona fría, que alternan la agricultura y con el tejido de prendas de vestir de lana.

    Con el apoyo de la Fundación Ayuda en Acción y el Municipio de Espejo descubrieron el camino para impulsar sus habilidades, que parecían estar dormidas. Este año la agrupación cumplirá nueve años de trabajo, explica Gabriela Íñiguez, una de las integrantes de la organización.

    Ella recuerda que no sabían nada sobre entrelazar las fibras pálidas de los pajonales, que abundan en el páramo de la vecina Reserva Ecológica El Ángel.

    Es como un regalo que les ofrece la naturaleza. Es por eso, que ellos devuelven con el cuidado del hábitat, mediante un plan de manejo que fue entregado por el Ministerio del Ambiente.

    Por eso, las primeras capacitaciones que recibieron y que resultaron claves fueron dos módulos. En el primero visitaron el páramo y conocieron las fibras más idóneas para este tipo de artesanías.

    La Stipa Ichu resultó más apta para tejer artículos grandes, mientras que la variedad Cuellar es maleable y por eso la emplean para diseñar los objetos pequeños.

    Las artesanas, que son madres de familia en su mayoría, se reúnen los fines de semana en la sede de la Asoarpaj, ubicada en el barrio Jesús del Gran Poder. Ahí comercializan los artículos que cautivan a los turistas que llegan hasta este rincón del Carchi.

    Las diestras artesanas también confeccionan piezas con identidad de sus antepasados, los indígenas Pasto. María Narváez fue la primera socia en innovar las botijuelas, vasijas y platos, adornándolas con pinturas. Los íconos replican las formas de las piezas arqueológicas de las culturas Capulí, El Ángel y Cuasmal, que poblaron la región antes de la llegada de los europeos.

    Ahora todas las artesanas se han vuelto en el manejo del pincel y el repujado de metal, que adicionaron a los artículos de paja.

    El esfuerzo tuvo su recompensa. El Instituto de Economía Popular y Solidaria (IEPS) ubicó a las artesanías elaboradas por Asoarpaj entre las 10 de mejor calidad que se elabora en el país. Así asegura, Francisco Ruales, técnico de la Fundación Ayuda en Acción, que asesora a organizaciones de manufactureros El Ángel y Mira.

    El poner énfasis en la elaboración de productos de calidad les abrió puertas, como la cadena de Tiendas Camari.

    También fueron consideradas para la feria Somos tus Manos Ecuador, del IEPS, que integra a organizaciones de varias ciudades del país. Con ellas han recorrido localidades como Quito, Ambato, Riobamba, Cuenca, Loja, entre otras, mostrando los trabajos de sus manos. Los objetos están al alcance de todos. Hay productos como llaveros a USD 2,50, hasta lámparas, a 50. Estas últimas están a cargo de Elsa Mayanquer, presidenta de la Asociación.

    Quizá el logró más alto es la que las mujeres han logrado organizarse, con el objeto de crecer. Entre los primeros frutos del esfuerzo fue adquirir un inmueble, en donde funciona el taller. La casona de construcción tradicional costó USD 12 000. El financiamiento provino del trabajo de las mujeres y de Ayuda en Acción.

    A más del área de venta de las artesanías, está un espacio dedicado a la elaboración de fundas de papel reciclado. El taller está equipado con una licuadora industrial, bastidores, tina y una prensadora.

    El teñido de los empaques se realiza con la planta de shanshi. Con ese material se envuelven los artículos que se entrega a los compradores.

    Las socias de Asociación Artesanal El Pajonal ahora sueñan con llevar su producción al mercado.

    La agrupación está conformada por 13 vecinas de la parroquia La Libertad, en el cantón Espejo (Carchi). Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
    La agrupación está conformada por 13 vecinas de la parroquia La Libertad, en el cantón Espejo (Carchi). Foto: Francisco Espinosa para LÍDERES
  • Diseños que cruzan fronteras

    Mayra Pacheco

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    Elaborar prendas de fibra de alpaca empleando técnicas ancestrales ha permitido que los diseños de Paqocha crucen fronteras.

    Las piezas de esta marca ecuatoriana se han comercializado en reconocidas tiendas de Inglaterra, España, Francia. A escala nacional están en Cuenca y en Quito.

    Paqocha confecciona sacos, chalecos, ponchos, gorros, pantalones. Y, desde hace un año atrás, elaboran duvets (edredones rellenos con fibra de alpaca).

    Los diseños se distinguen por ser únicos. Al ser tejidos a mano, los modelos no se repiten.
    En este proceso se emplea materia prima de calidad, se aporta al cuidado del ambiente, se ayuda a recuperar las tradiciones e impulsar el trabajo en las comunidades indígenas del país.

    En la confección de cada prenda participan cuidadores de alpacas, hiladoras, tejedoras, diseñadoras y costureras. Son más de 100 familias involucradas en este proyecto. El trabajo se cumple en la casa de cada persona, para no alterar sus otras actividades cotidianas.

    Durante el proceso de elaboración se priorizan las técnicas ancestrales, porque el resultado final es mejor, según comprobaron Lorena Pérez y Felipe Segovia, fundadores de Paqocha.
    Para diferenciar el hilo de alpaca obtenido de manera artesanal del industrializado se hacen pruebas.

    Cuando surgió la iniciativa de recuperar el uso de esta fibra, en el 2006, Pérez y Segovia compraron 25 de estos camélidos y los llevaron a un terreno en Pifo, en las afueras de Quito. Ellos cuidaron de sus alpacas, las esquilaron y llevaron a industrializar la mitad del vellón (pelaje) para obtener hilo. Con esta materia tejieron algunas prendas. Pero el resultado final no les convenció del todo. Al tacto estas eran toscas y no eran bien valoradas, recuerda Segovia.
    Otra parte del vellón, en cambio, fue clasificado, hilado de manera artesanal y con este se tejió una bufanda, cuya calidad era superior a la del hilo industrializado.

    La diferencia se evidenció en los precios. Mientras que, por un saco de hilo de alpaca procesado, los clientes pagaban USD 9, por la bufanda se ofreció hasta 35.

    Una vez descubierta la clave del uso de la fibra de alpaca. Segovia, quien tiene formación en Ingeniería Agrónoma; y Pérez, diseñadora, se capacitaron en Perú. Luego gestionaron para que en el país se implemente la norma INEN 2852 para el tratamiento de esta fibra.

    Con estos conocimientos, esta pareja de emprendedores se acercó a las comunidades indígenas del Ecuador donde se reintrodujo la alpaca para que estas especies ayuden a preservar los páramos.

    El propósito fue capacitar a los pobladores sobre los cuidados que requieren estos animales y enseñarles cómo sacar provecho del pelaje. Antes del proyecto de Paqocha, la fibra de alpaca no era bien remunerada. Por un saco de vellón la gente recibía entre USD 1 o 2. Ahora cada integrante del proyecto obtiene el precio justo por su labor, relata Pérez.

    En un inicio Paqocha trabajaba con la comunidad Chanchán, en Chimborazo. Actualmente, participan más de 14 comunidades.

    Olmedo Cayambe, coordinador de la comunidad Chorrera Mirador, comenta que la relación con esta empresa ha permitido que sus pobladores obtengan una rentabilidad por el cuidado de las alpacas. Ellos esquilan estos camélidos cada seis meses y venden 120 kilos de vellón al año. Cada kilo está valorado entre USD 18 y 20.

    Aparte, la comunidad aprovecha este recurso para hilar y confeccionar prendas o recuerdos que son ofertados a los turistas.

    Por estas características, Paqocha fue seleccionado por la diseñadora Judith Cóndor Vidal para confeccionar un vestido tejido con fibra de alpaca y presentarlo durante la Semana de la Moda Ética en París, en el 2007.

    Tras esta presentación TopShop, en Londres, solicitó 2 000 vestidos tejidos de las mismas características para su tienda.

    Los ecuatorianos Jimmy Luna y Alba Pascual, han adquirido también prendas de esta marca para ofrecerlos en la tienda Inui World Tribe, ubicada en España. Luna considera que las prendas de Paqocha se destacan por su elegancia, delicadeza, detalles. Además, el proyecto tiene un trasfondo social. Ellos hacen pedidos tres veces al año. En promedio, invierten USD 8 000 al año.

    Anualmente, Paqocha factura USD 37 000. Además, en este año está previsto hacer recorridos con turistas para mostrar cómo se procesa la fibra de alpaca.

    La gerenta
    Lorena Pérez 

    Para sacar adelante este emprendimiento se requiere perseverar, ir despacio junto a las personas de las comunidades, involucradas en este proyecto. No queremos irrumpir en su vida cotidiana ni tradiciones. Paqocha permite que las mujeres se lleven el trabajo a su casa. La relación de confianza que hemos desarrollado con más de 100 familias del país nos permite entregar el material para que así se puedan cumplir los procedimientos y luego confeccionar el producto final.

    La cifras

    24 tonos naturalestiene la fibra de alpaca. Para teñir se emplean colorantes vegetales.
    70 mujeres se dedican a hilar con guango y huso. Esto cuesta USD 18 el kilo, antes cobraban 6.

    12 tejedoras confeccionan las prendas. Para esto usan agujetas o un telar. Por cada pieza terminada reciben entre USD 15 y 20.

    2 reconocimientos tiene Paqocha: uno del IPANC y otro de la Bienal Iberoamericana de Diseño Madrid 2016.

    Las tejedoras Yolanda Quilumba (izq.) y Corina Espinoza acuden a Paqocha para obtener hilo y tejer prendas de vestir, según el diseño acordado previamente. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Las tejedoras Yolanda Quilumba (izq.) y Corina Espinoza acuden a Paqocha para obtener hilo y tejer prendas de vestir, según el diseño acordado previamente. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Bordados kitu kara se exponen en Madrid

    Redacción Quito

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    Los bordados tradicionales del pueblo Kitu Kara se presentaron en el Museo del Traje de Madrid en noviembre.

    La muestra Camisa de Llano Grande – Proyección Estética es parte de una iniciativa de recuperación de la identidad, llevada a cabo en la capital española por parte de migrantes provenientes de las comunas ancestrales del norte de Quito.

    La migración de kitu karas hacia España, a finales de la década de los 90, dividió a las familias. En Madrid, los migrantes empezaron a reunirse en los parques del Retiro o en el Carlos González Bueno. Este encuentro servía para entregar encomiendas por parte de quienes iban o venían de Ecuador y para jugar fútbol, un deporte muy arraigado en las familias de Llano Grande como se ve en el documental ‘Migra-fútbol’, realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

    En 1997 se conformó la primera Liga de Llano Grande en Madrid y, desde ese año, el fútbol se convirtió en el lazo de los migrantes provenientes de esa comuna y de las localidades vecinas (San Miguel, Capilla, Landázuri, entre otras).

    Fue a este espacio al que Daniel Simbaña y Adriana Simbaña acudieron para convocar al primer taller de bordado de la Camisa de Llano Grande en Madrid. 60 mujeres se inscribieron para aprender las puntadas básicas.

    Esta iniciativa arrancó hace un año y dos meses, tras un viaje que la pareja hizo a Ecuador. Daniel, quien se reunió con sus padres en España cuando él tenía 16 años (ahora tiene 33,), se unió a un proyecto en línea para conectar a las familias en ambos países. En la web Llanogrande.info se publica información de lo que se realiza en Ecuador y en España.

    Desde abril del 2017, el taller de España se realiza con el apoyo del Museo del Traje de Madrid. El 11 de noviembre se hizo la presentación de las primeras prendas que diseñaron. La colaboración del Museo continuará de forma indefinida.

    Por ahora, esta institución le da un espacio al grupo de artesanas ecuatorianas todos los sábados, en el Club Museo a Mano. Unas 20 mujeres se reúnen, de 16:00 a 18:30, para continuar con el aprendizaje.

    La muestra se denomina Camisa de Llano Grande - Proyección Estética. Foto: Cortesía
    La muestra se denomina Camisa de Llano Grande – Proyección Estética. Foto: Cortesía