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  • Tejidos indígenas y biodiversidad colombiana dan vida a joyas de exportación

    Agencia EFE

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    Bogotá

    Tejidos de comunidades indígenas y piezas con ilustraciones alusivas a la flora y fauna de Colombia dan vida a joyas elaboradas por Flor Amazona, una firma que exporta a 17 países y se codea con marcas reconocidas internacionalmente en las ferias de la moda de París, Berlín y Nueva York.

    Flor Amazona propone, según su fundadora, Ana María Sarmiento, un concepto positivo, exótico y enigmático plasmado en accesorios de lujo como brazaletes coloridos o tejidos, cadenas, pendientes y anillos adornados con distintas figuras.

    «Lo que hacemos es inspirarnos en la selva, en el Pacífico, en el Atlántico«, explicó Sarmiento a Colombia.inn, agencia operada por Efe, al destacar que esta empresa, que comenzó en 2012, tuvo como ‘bautizo’ su participación en una feria de la moda en París.

    Esta primera asistencia le demostró a la joven emprendedora, graduada en finanzas y con maestría en mercadeo y marcas de lujo, que sus diseños con frutas como la piña (ananá), animales como ranas y un concepto «muy elegante, pero a la vez muy moderno» e innovador, tenía aceptación entre los compradores extranjeros.

    «Lo que hace Flor Amazona es vender cultura colombiana a través de joyas y accesorios», aseguró Sarmiento. La compañía se ha concentrado en líneas como ‘Latin Luxe’, que reúne piezas tejidas por indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta (norte) y la comunidad Kamchá, en el departamento de Putumayo, en las selvas del sur del país.

    ‘Amazon Code’ es una línea conformada por brazaletes de acero con baño de oro en los que resaltan diseños coloridos alusivos a flores, frutas, animales y otras especies nativas de la selva, mientras que ‘Latin Supreme’ emplea distintos materiales para los accesorios.

    Así Flor Amazona, cuyos productos cuestan entre 160 000 y 1 000.000 de pesos (entre USD 64 y 400), vende actualmente en tiendas en el Reino Unido, Grecia, Israel, Austria, Italia, Alemania y Francia, entre otros. También comercializa desde su página web, que, según Sarmiento, fue el medio para la primera venta de esta compañía que cerró 2014 con una facturación de 200 000 euros (USD 213.138).

    Sobre sus planes para este año, la fundadora de Flor Amazona aseguró que espera fortalecer su presencia en Estados Unidos, donde ya han llegado a varios almacenes, y exportar a países latinoamericanos como Panamá y Chile.

    Además se plantea explorar los mercados de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y ampliar su oferta de productos con lentes de sol, carteras y sombreros. Esta empresa ha sido apoyada por Procolombia, la entidad del Gobierno que promueve las exportaciones, inversiones y la marca país; la Cámara de Comercio de Bogotá e iNNpulsa Colombia, la unidad oficial que fomenta el crecimiento empresarial extraordinario. 

    Flor Amazona es una firma que exporta a 17 países. Foto: Captura de Pantalla de la página Web de Flor Amazona.
    Flor Amazona es una firma que exporta a 17 países. Foto: Captura de Pantalla de la página Web de Flor Amazona.
  • La alpaca es su negocio y su trabajo social

    Redacción Quito

    Hace 10 años decidieron reemplazar las vacas y en su lugar apostaron por las alpacas. En la hacienda El Inga, ubicada en el sureste de Quito, decidieron dar un giro al negocio.

    Entre las razones para incorporar a los animales andinos pesó el hecho de que erosionan menos el suelo y su lana puede ser materia prima para producir diferentes textiles. Así lo analizó Alfredo Cordovez, propietario de la hacienda.

    La primera adquisición fue de 20 alpacas. Para concretar el negocio, Cordovez acudió a ferias en Perú para observar de cerca el mercado. Ya con una idea de cómo podría funcionar su empresa llegó hasta Canadá para comprar una maquinaria especial para convertir la lana del animal en fibras exóticas.

    En total, la inversión inicial ascendió a unos USD 150 000. Con la materia prima, su hija Mary Lou Cordovez se unió al negocio. Esta quiteña, que estudió arte en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), se encargaría del diseño de las prendas.

    Ella es la responsable del concepto de gorros, chalecos, guantes, chales, entre otras prendas que imaginaba y que ahora constan en un catálogo.

    A principios del 2009 inició la primera producción. Su esposo, Javier Herrera, también se unió al área de negocios del emprendimiento. Así, en el 2010, se constituyó Inga Alpaca.

    Su aporte a la comunidad sería el valor agregado de su marca. En el proceso de confección artesanal de las prendas están involucradas 25 tejedoras que viven en el sur y las periferias de Quito.

    Por ejemplo, para hacer un chal, las artesanas tejen ocho horas al día, por tres semanas. Todo ello con el fin de que las prendas se caracterice por tener un acabado único, de labrado con agujeta. También han incorporado tejidos elaborados en telares.

    Cordovez supervisa que se cumplan las medidas establecidas, que no tengan ninguna mancha o defecto.

    La identidad de la marca es que la fibra de alpaca es pura y no se mezcla con otras materias primas, como algodón o seda. De hecho, la lana tampoco pasa por un proceso de tinturado; los tejidos solo se los puede encontrar en colores marrón, blanco y gris.

    Las venta de este tipo de textiles es estacional. Los meses en los que las ventas se incrementan son diciembre, enero y febrero; en este período la facturación mensual puede alcanzar unas 100 piezas, lo que representa unos USD 3 000.

    Durante sus cinco años de existencia, Inga Alpaca ha encontrado como canales de distribución tiendas que comercializan productos artesanales. Por ejemplo , la Galería Ecuador Gourmet, tiendas en los aeropuertos de Quito y Guayaquil, el Hotel Quito o la Hostería Chorlaví, en Imbabura.

    La tienda Dufry, que está en el Aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil, distribuye la marca Inga Alpaca. Juliana Álvarez, su propietaria, asegura que los productos de esta marca tienen gran demanda por parte de turistas estadounidenses y europeos. Una de las razones es que el acabado artesanal les llama la atención a los compradores. Al mes, vende unas 10 prendas de la marca.

    Karen Espinoza, del departamento de Ventas de la tienda Olga Fisch, ubicada en el norte de Quito, asegura que las prendas tejidas tienen buena aceptación por parte de los compradores. Al mes, este local comercializa unas ocho prendas de la marca. «Los extranjeros se admiran por la laboriosidad».

    La producción
    La materia prima. A la semana procesan unos 18 kilos de lana.

    Las exportaciones. Se envían unas 150 piezas a los EE.UU. cada año.

    Las alpacas.  Actualmente, en la hacienda El Inga (sureste de Quito) cuenta con unas 900 alpacas.