Etiqueta: textil

  • Los robots, el arma de la industria textil japonesa frente a la competencia

    Agencia AFP

    Relacionadas

    En el sector textil, donde la competencia es feroz a base de emplear mano de obra barata, Japón ha encontrado la respuesta definitiva: los robots.

    En la fábrica de Shima Seiki, en el oeste del país, la ropa se hace en pocos minutos, gracias a unas máquinas capaces de elaborar un jersey sin costuras en media hora apoyando simplemente un botón.

    El sistema WholeGarment, patentado por el grupo japonés está siendo además utilizado en otras partes del mundo por fabricantes como la marca italiana de lujo Max Mara.

    Dicho sistema cuenta con un sistema de concepción digital que permite elegir modelo, color y corte.

    “Todo el mundo se iba al extranjero, a destinos más baratos. Nosotros queríamos impedir eso” , explica Kenji Iwamoto, un responsable de la compañía, que en los años 1990 dio un salto tecnológico para no naufragar en un sector tan competitivo.

    Con el sistema WholeGarment, un trabajador gestiona simultáneamente 10 máquinas. Además, emplea la cantidad justa de materia prima para fabricar prendas de una sola pieza, ya que con las máquinas se prescinde del corte y la costura, y no sobra nada.

    Unas 800 empresas de todo el mundo emplean este dispositivo, lo que le da a Shima Seiki una parte de mercado del 60% a nivel planetario.

    Y ésta es solo una de las distintas estrategias de los japoneses para preservar la industria textil en su país, aprovechando técnicas para elaborar prendas que no pueden hacerse en otro lugar a un coste inferior.

    Para los jóvenes diseñadores como Motohiro Tanji y Ken Oe, producir fuera de Japón es sencillamente inconcebible.

    “Para mí es más fácil trabajar con japoneses” , dijo Tanji a la AFP tras la Semana de la Moda de Tokio, el mes pasado.

    “Mis diseños son complejos y exigen un alto nivel de competencia técnica que puedo encontrar aquí” , precisó.

    Ropa a medida hecha automáticamente 

    La firma Coohem, de Ken Oe, emergió tras el rescate de la empresa textil fundada hace 64 años por su abuelo Yonetomi y víctima de la recesión de los años 1990.

    Ken Oe, llegado a la empresa hace seis años, trajo con él herramientas digitales punteras para crear trajes de tweed de alta costura, que ahora se venden en ilustres establecimientos como Jeffrey, en Nueva York, y Harvey Nichols, en Hong Kong.

    “Utilizamos unos cinco hilos en el momento de concebir los tejidos originales, que otras marcas no pueden copiarnos”, se felicita Oe.

    En 10 años, las exportaciones de ropa japonesa de punto han aumentado un 40%.

    Otro ejemplo es Seiren, conocido por sus cortinas e interiores de coches. La empresa ha lanzado una línea de ropa a medida, comercializada con la marca Viscotecs, que desde septiembre puede encontrarse en los lujosos almacenes Takashimaya de Tokio.

    Los clientes pueden elegir entre una rica gama (modelos, tejidos, colores y largos) , propuesta en una tableta que muestra su foto vestidos con la prenda.

    Los datos de concepción son enviados de forma digital a la fábrica de Seiren, en el centro del país, donde la prenda es creada por máquinas de corte e impresoras de tinta y entregada a la tienda en un plazo de tres semanas.

    El proceso tiene además la virtud de poder transformar la industria de la moda, reduciendo el stock de artículos no vendidos.

    Además, el uso de impresoras de tinta reduce en un 80% la cantidad de agua y electricidad necesaria respecto al proceso clásico de tinte, según Nami Yoshida, portavoz de Seiren.

    Eso sí, las prendas en cuestión están lejos de encontrarse al alcance de todos los bolsillos. Para un vestido así fabricado, hay que prever entre 65.000 y 80.000 yenes (de 600 a 730 dólares) .

    Japón ha encontrado la respuesta definitiva en cuanto al empleo de mano de obra barata. Foto: Flickr
    Japón ha encontrado la respuesta definitiva en cuanto al empleo de mano de obra barata. Foto: Flickr
  • Los robots, el arma de la industria textil japonesa frente a la competencia

    Agencia AFP

    En el sector textil, donde la competencia es feroz a base de emplear mano de obra barata, Japón ha encontrado la respuesta definitiva: los robots.

    En la fábrica de Shima Seiki, en el oeste del país, la ropa se hace en pocos minutos, gracias a unas máquinas capaces de elaborar un jersey sin costuras en media hora apoyando simplemente un botón.

    El sistema WholeGarment, patentado por el grupo japonés está siendo además utilizado en otras partes del mundo por fabricantes como la marca italiana de lujo Max Mara.

    Dicho sistema cuenta con un sistema de concepción digital que permite elegir modelo, color y corte.

    “Todo el mundo se iba al extranjero, a destinos más baratos. Nosotros queríamos impedir eso”, explica Kenji Iwamoto, un responsable de la compañía, que en los años 1990 dio un salto tecnológico para no naufragar en un sector tan competitivo.

    Con el sistema WholeGarment, un trabajador gestiona simultáneamente 10 máquinas. Además, emplea la cantidad justa de materia prima para fabricar prendas de una sola pieza, ya que con las máquinas se prescinde del corte y la costura, y no sobra nada.

    Unas 800 empresas de todo el mundo emplean este dispositivo, lo que le da a Shima Seiki una parte de mercado del 60% a nivel planetario.

    Y ésta es solo una de las distintas estrategias de los japoneses para preservar la industria textil en su país, aprovechando técnicas para elaborar prendas que no pueden hacerse en otro lugar a un coste inferior.

    Para los jóvenes diseñadores como Motohiro Tanji y Ken Oe, producir fuera de Japón es sencillamente inconcebible.

    “Para mí es más fácil trabajar con japoneses”, dijo Tanji a la AFP tras la Semana de la Moda de Tokio, el mes pasado.

    “Mis diseños son complejos y exigen un alto nivel de competencia técnica que puedo encontrar aquí”, precisó.

    Ropa a medida hecha automáticamente 

    La firma Coohem, de Ken Oe, emergió tras el rescate de la empresa textil fundada hace 64 años por su abuelo Yonetomi y víctima de la recesión de los años 1990.

    Ken Oe, llegado a la empresa hace seis años, trajo con él herramientas digitales punteras para crear trajes de tweed de alta costura, que ahora se venden en ilustres establecimientos como Jeffrey, en Nueva York, y Harvey Nichols, en Hong Kong.

    “Utilizamos unos cinco hilos en el momento de concebir los tejidos originales, que otras marcas no pueden copiarnos”, se felicita Oe.

    En 10 años, las exportaciones de ropa japonesa de punto han aumentado un 40%.

    Otro ejemplo es Seiren, conocido por sus cortinas e interiores de autos. La empresa ha lanzado una línea de ropa a medida, comercializada con la marca Viscotecs, que desde septiembre puede encontrarse en los lujosos almacenes Takashimaya de Tokio.

    Los clientes pueden elegir entre una rica gama (modelos, tejidos, colores y largos), propuesta en una tableta que muestra su foto vestidos con la prenda.

    Los datos de concepción son enviados de forma digital a la fábrica de Seiren, en el centro del país, donde la prenda es creada por máquinas de corte e impresoras de tinta y entregada a la tienda en un plazo de tres semanas.

    El proceso tiene además la virtud de poder transformar la industria de la moda, reduciendo el stock de artículos no vendidos.

    Además, el uso de impresoras de tinta reduce en un 80% la cantidad de agua y electricidad necesaria respecto al proceso clásico de tinte, según Nami Yoshida, portavoz de Seiren.

    Eso sí, las prendas en cuestión están lejos de encontrarse al alcance de todos los bolsillos. Para un vestido así fabricado, hay que prever entre 65 000 y 80 000 yenes (de USD 600 a 730).

  • Textil Santa Rosa: Su oferta textil llega a 4 ciudades

    Modesto Moreta

    Relacionadas

    La empresa Textil Santa Rosa Compañía Anónima es la proveedora de hilo de algodón para la fabricación de telas para toallas, sábanas, camisetas, franelas… Esta firma ambateña abastece con su producto a las fábricas de Ambato, Quito, Guayaquil e Ibarra.

    La calidad del producto, el rendimiento y la durabilidad hicieron que la distribución y comercialización se mantenga en el mercado. Anualmente, vende 900 000 kilogramos de materia prima para la industria textilera. El año pasado facturó USD 3,2 millones.

    Se inició como un proyecto en el 2009. Un grupo de inversionistas, tras realizar un estudio, detectó que había una demanda insatisfecha de hilo de algodón en el mercado textil del país. Antes de emprender, los socios generaron un plan de negocios en el que se incluyó el análisis del mercado.

    El documento de factibilidad determinó que la industria nacional requería de 100 000 kilogramos de algodón mensuales. Por eso 16 accionistas unieron sus capitales e implantaron la empresa. La inversión fue de alrededor de USD 5 millones.

    Mauricio Naranjo, gerente Administrativo y Financiero de Textil Santa Rosa, cuenta que el 50% de los recursos invertidos son propios y el resto lo obtuvieron a través de un crédito que aún están pagando a la banca local.

    El dinero lo invirtieron en la construcción de la planta industrial, la adquisición en Suiza de la maquinaria con tecnología de punta para la elaboración de dos líneas de hilatura de algodón. Asimismo, importaron la materia prima desde Estados Unidos.

    Con el asesoramiento técnico de los especialistas suizos montaron los equipos y luego capacitaron al personal. “La producción arrancó en agosto del 2010, con la fabricación de hilo 100% algodón en openet para la fabricación de telas”, explica Naranjo.

    La producción en agosto del 2010 fue de 70 000 kilos. Luego, se ubicó entre 90 000 y 100 000 kilos mensuales. Actualmente la fábrica trabaja en cuatro turnos las 24 horas, durante toda la semana, solo se paraliza para el mantenimiento preventivo de las máquinas.

    La capacidad instalada de la planta es para producir cuatro líneas más de hilo de algodón o puede ser en poliéster, polialgodón, fibras sintéticas. Los ejecutivos de Textil Santa Rosa planifican un nuevo estudio de mercado para conocer qué otra la línea de producción requiere la industria local y nacional.

    En su cartera de clientes están 15 empresas textileras grandes del país. El 60% de la producción del hilo de algodón se comercializa en Ambato. El 30% en Quito y el 10% restante se distribuyen en partes iguales entre Guayaquil e Ibarra.

    Otro de los logros de la empresa es que maneja un plan de capacitación permanente del recurso humano. Estos se manejan de acuerdo con los perfiles y estándares de calidad, eficiencia, trabajo en equipo. También cuenta con la certificación internacional Cotton USA. Esto avala que utilizan materia prima de alta calidad. Eso ayudado a que se mantenga como una de las principales proveedoras en el Ecuador.

    Uno de los clientes es la firma Tecnorizo, dedicada a fabricar toallas, sábanas y otros productos textiles elaborados con algodón. Oswaldo Abedrabbo, su gerente, menciona que trabajan hace cuatro años con la materia prima que les provee Textil Santa Rosa.

    Cuenta que la calidad del producto permitió más eficiencia y ayudó a que la maquinaria aumente su rendimiento. Por eso mensualmente adquiere 40 000 kilos de hilo de algodón. “Con la calidad de nuestros productos logramos llegar a todo el país”.

    Las cifras

    Un millón de kilos anuales de algodón se importa de los Estados Unidos. Al ser parte de la Asociación de Industriales Textileros del Ecuador se compra parte de la producción nacional.

    17 000 metros cuadrados (m2) de terreno se levanta la planta industrial. Tiene más de 3 000 m2 de construcción con las oficinas administrativas.

    23 personas laboran en la fábrica de hilos de algodón. A mediados del 2010, que entró en funcionamiento, trabajaban 15.

    Mauricio Naranjo

    Gerente Administrativo de Textil Santa Rosa. Foto: Glenda Giacometti/ LÍDERES.
    Gerente Administrativo de Textil Santa Rosa. Foto: Glenda Giacometti/ LÍDERES.

    Nuestra planta tiene un moderno sistema de climatización que permite controlar la temperatura y la humedad en el interior de la fábrica. Eso ayuda a que el rendimiento de la maquinaria y del producto que se obtiene sea de óptima calidad. Eso permite que cubramos con nuestra materia prima a la industria del país. La empresa aplica procesos secos que evitan la contaminación ambiental en el interior y en el exterior de la planta.

    Esta empresa tiene la maquinaria con tecnología de punta que impide la contaminación en el interior y exterior de la planta.  23 personas laboran en la empresa. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES.
    Esta empresa tiene la maquinaria con tecnología de punta que impide la contaminación en el interior y exterior de la planta. 23 personas laboran en la empresa. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES.
  • La ilustración de textiles es el negocio de este taller

    Pedro Maldonado

    Sikimira es un emprendimiento que convierte los textiles en objetos de diseño con valor agregado. Su taller está en Pomasqui, al norte de Quito.

    Inicio: la idea de ilustrar textiles surgió en el 2012. Los responsables son Fernanda Salazar, en la gerencia y comercialización, y Bladimir Trejo que trabaja en la fase de diseño e ilustración.

    Los primeros productos: bolsos unisex tipo shigras; bolsos con motivos precolombinos; y bolsos máscaras de Diablohuma.

    Inversión inicial: USD 1 000 para comprar telas, para impresión y sublimación (la técnica textil que utiliza Sikimira) y para corte y confección.

    La motivación: aprovechar nuestros talentos, valorar nuestra experiencia y creatividad y sentirnos a gusto haciendo nuestro trabajo.

    La oferta actual: cojines con motivos gráficos artísticos y características particulares tratando de abordar temáticas y personajes de nuestro registro cultural.

    El mercado: el espectro de clientes abarca a niños, jóvenes y adultos.

    La comercialización: Su forma de comercialización y promoción en redes sociales y en ferias de diseño.

    Las ventas: Hay meses como los de fin de año que la facturación llega a USD 6 000 y hay meses a principios de año que llega a USD 1 500 aproximadamente.

    Foto: Galo Paguay / El Comercio
    Foto: Galo Paguay / El Comercio
  • La industria textil se muestra durante tres días en Quito

    Sofía Ramírez

    Relacionadas

    Del 18 al 20 de marzo del 2015 se realiza la quinta edición de la XPOTEX 2015. Se trata de una feria textil organizada por la Cámara de la Pequeña Empresa de Pichincha (Capeipi), en las instalaciones del Centro de Exposiciones Quito.

    En la ronda de negocios los participantes y organizadores esperan concretar acuerdos comerciales por un monto aproximado a USD 13 millones.

    Jofre Izurieta, presidente de la Capeipi, explicó que durante los tres días se presentarán más de 100 expositores nacionales e internacionales, quienes mostrarán productos con estándares de alta tecnología en su confección, como –por ejemplo- telas fabricadas con residuos de café.

    En este encuentro empresarial también se desarrollará la tercera competencia de Diseño de Modas para Institutos y escuelas especializadas, donde participarán 46 representantes de Cuenca, Guayaquil, Ibarra, Ambato, Santo Domingo y Quito.

    Ricardo Flores, vicepresidente de la Capeipi, destacó que la industria textil es una de las más importantes para la economía ecuatoriana, puesto que las pymes generan “más del 76% de puestos de trabajo y el 95% del tejido empresarial». La feria se desarrollará desde el 18 al 20 de marzo de 10:00 a 19:00.

    En la ronda de negocios los participantes y organizadores esperan concretar acuerdos comerciales por un monto aproximado a USD 13 millones. Foto: Eduardo Terán
    En la ronda de negocios los participantes y organizadores esperan concretar acuerdos comerciales por un monto aproximado a USD 13 millones. Foto: Eduardo Terán
  • La feria más importante del sector textil de Latinoamérica abrió sus puertas

    Agencia EFE

    Relacionadas

    Este 28 de enero Colombiatex de las Américas, la feria más importante del sector textil de Latinoamérica, abrió sus puertas en Medellín. El propósito: abrir mercados internacionales para la industria colombiana y profundizar relaciones con Estados Unidos, México y Canadá.

    «La industria (textil) ha estado muy concentrada en el mercado local. Por cada dólar que exportamos se venden 8 dólares en el mercado local colombiano», indicó Carlos Eduardo Botero, presidente ejecutivo de Inexmoda, organizador de la feria y organismo que agrupa al gremio en Colombia.

    Según el directivo, la fortaleza del sector textil en el país permite que las empresas aumenten su poder adquisitivo y que a la par lleguen compañías internacionales. Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, entre enero y noviembre de 2014 este sector exportó
    USD 238,7 millones a más de 50 destinos internacionales.

    El problema, precisó el directivo, es la coyuntura económica global donde bajó el precio del petróleo y aumentó el del dólar, lo que ha repercutido negativamente en el crecimiento y las importaciones de países como Ecuador y Venezuela, tradicionalmente compradores de textiles colombianos.

    Botero afirmó que, pese a que Ecuador es el país con más empresarios y compradores de los 1 700 provenientes de 40 países que asisten a la feria, se ha visto afectado por el incremento en el precio del dólar, mientras que con Venezuela «no hay fuentes de pago claras para hacer negocios».

    «Por eso hay que explorar mercados más estables como Estados Unidos, México, Canadá y, por qué no, Europa» acotó, aunque enfatizó en la necesidad de enfocarse en América ante la dificultad que representa exportar hacia el Viejo Continente por la distancia y el alto número de países.

    Por su parte, el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, dijo que la realización de la XXVII edición de Colombiatex hace parte del proceso de internacionalización de la ciudad, que pasó de ser una de las más violentas del mundo a perfilarse como la más innovadora de la región para 2021. Vamos «a seguir buscando inversionistas nacionales o extranjeros para que vengan a aprovechar esta dinámica y este crecimiento «, afirmó.

    Mientras que el viceministro de Desarrollo Empresarial del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, Felipe Sardi, sostuvo que los textiles son un sector tradicional de Colombia que ha sabido hacerle frente a «adversidades» como el contrabando, los altos costos de materias primas, la mano de obra y la energía. Esta es «una oportunidad para competir, para diversificar mercados, para impulsar exportaciones (…) es el momento para aprovechar la devaluación» del peso, aseguró.

    Colombiatex acogerá hasta el próximo 5 de febrero a 500 expositores, el 60 % colombiano y el 40 % restante extranjero. Se espera cerrar negocios por más de 260 millones de dólares.

    Una mujer observa telas durante la inauguración de Colombiatex de las Américas, la feria más importante del sector textil de Latinoamérica. Foto: Luis Eduardo Noriega/EFE
    Una mujer observa telas durante la inauguración de Colombiatex de las Américas, la feria más importante del sector textil de Latinoamérica. Foto: Luis Eduardo Noriega/EFE
  • Desde Brasil llegó la nueva imagen de esta firma textil

    Redacción Quito

    El mes pasado, en San Antonio de Pichincha, parroquia del norte de Quito, Vicunha Textil presentó las renovadas instalaciones de su planta industrial y develó su nueva denominación comercial: Vicunha Ecuador.

    La firma especializada en la producción de denim (tela para la confección de jean) realizó una inversión de USD 45 millones, para el mejoramiento de su planta industrial, adquisición de materia prima y la renovación de su imagen. Esta última acción no solo implica un nuevo nombre: es parte de un plan de expansión que tiene la firma en la región andina.

    El cambio del logotipo se debe al proceso de internacionalización que está empezando la empresa. La junta de accionistas aprobó, desde el 2011, el cambio de nombre de La Internacional S.A. a Vicunha Ecuador S.A.

    Sin embargo, desde marzo de este año la nueva imagen ocupó el ambiente de las instalaciones, uniformes, papelería y las fábricas de la firma, que el año pasado facturó USD 42,71 millones.

    Carlos Alberto de Jesús, gerente general de La Internacional en Ecuador, explica que es la primera vez que se cambia el logotipo de la empresa.

    La imagen que se usaba como marca en el ámbito comercial, hace 5 años, pasó a ser el logo de la empresa. Un cambio que se realizó no solo a escala nacional, sino internacionalmente.

    El arte gráfico fue desarrollado por la casa matriz en Brasil. El proceso comenzó antes de que Vicunha asumiera el control accionario de la planta de Ecuador. Es decir, en el país carioca ya existía el logotipo y era parte de la imagen empresarial.

    El diseño de Vicunha fue trabajado conjuntamente con una empresa de publicidad de Brasil, de la que no fue revelada el nombre. Para que estos cambios sean acordes a la filosofía empresarial, un grupo de marketing perteneciente a Vicunha con sede en Brasil fue parte del proceso de cambio.

    La letra ‘V’ fue estilizada y los colores son resultado de una combinación: el gris hace referencia a la tecnología y el fucsia a la moda. Obviamente se contempló la armonía entre ambos colores, explica el gerente de la firma en Ecuador.

    Una nueva imagen demuestra que una empresa cambia para mejorar, explica Dariel Méndez, especialista en Marketing. Según él, que una imagen se posicione internacionalmente es un valor agregado importantísimo, aún más con la inversión económica que la firma textilera realizó.

    Para Méndez, el refrescamiento de imagen dará un plus y una confianza para seguir haciendo negocios con los clientes grandes que tiene la firma. “No se habla simplemente de un cambio de imagen, detrás de ese nuevo ‘look’ hay una inversión en tecnología y capital humano que generará confianza en el mercado y aún más, entre sus clientes”.

  • Las empresas prefieren sus bolsos ecológicos

    Redacción Quito

    A finales del 2010, Patricia Maldonado contaba con una máquina de coser, creatividad y las ganas de iniciar su propia empresa. Su reciente embarazo requería de cuidados especiales por lo que pasaba la mayoría del tiempo en casa. Desde ahí, decidió arriesgarse y entrar en el mundo de los negocios.

    «Decidí inscribirme en un curso de bisutería y otro para confeccionar bolsos», cuenta la microempresaria.

    En un espacio de su casa, Maldonado comenzó a elaborar bolsos de mujer diseñados por ella, los vendía a un precio de USD 15 y 18 cada uno, según los materiales y la complejidad del trabajo.

    La acogida que recibió este producto la motivó en febrero del 2011 a constituir legalmente su microempresa: Zabal Corporación y Diseños.

    «Luego de una grave crisis familiar y económica, estando en los últimos meses de mi embarazo, elaboré 30 bolsos. Mi hermana me ayudó a terminarlos en cuatro días y aunque fueron los primeros tuvieron gran acogida».

    Antes de crear Zabal, Maldonado ya había elaborado cerca de 800 bolsos. Entonces solo recibía pedidos de familiares y amigos. Estas ventas le permitieron ahorrar para hacer una primera inversión de USD 800 y comprar una máquina de coser industrial.

    En marzo del 2011, el negocio dio un giro inesperado, cuando la empresa Ésika le solicitó 600 bolsos de material ecológico.

    Maldonado contrató una persona para hacer los cortes de tela, lo cual le dio tiempo para dedicarse a las ventas. Así consiguió contratos con otras empresas como Makiatto, Hotel Radisson, Nokia, Black Berry, DKEC Tendencias y otros.

    Para el 2012, Zabal tuvo que buscar un taller más grande en el valle de Los Chillos. Ese año, facturó USD 12 000. Ello le permitió contratar tres personas más e invertir cerca de USD 6 000 en maquinaria de coser y estampado.

    Asimismo, la red de peluquerías Tijera Loca ordenó chalecos, otras firmas le solicitaron toallas con su logotipo. Así, Zabal se abrió mercado en la confección de publicidad textil promocional.

    Paulina Anda, de Makiatto, asegura que cada venta de esta empresa se entrega en un empaque de Zabal. «Entregar los pedidos en bolsas ecológicas es un detalle que el cliente disfruta porque puede volverlas a utilizar».

    En el centro educativo Little Baly también son apreciados estos productos. «En Zabal se fabrican los uniformes de los niños, fundas de basura promocionales con el logo de la escuela y mochilas ecológicas, así les enseñamos a los niños cuidar el medioambiente», explica Doris Espinosa, directora de la institución.

    En el 2011, Zabal producía 2 200 unidades por mes; en el 2013 la cifra subió a 3 000 unidades por mes.

    LA CIFRA:
    USD 800 fue la inversión inicial

  • Pinto lleva 100 años innovando

    Mónica Orozco, Redacción Quito / LÍDERES

    En los años 80, la fábrica de Empresas Pinto, ubicada en Otavalo, en el norte del país, era lo más parecido a la «universidad». Entre máquinas de coser e tejidos, la gente de la localidad aprendía los secretos de la industria textil.

    Aunque desde entonces la economía se ha diversificado -la industria representa el 5% de la economía del cantón, lejos del sector comercial y artesanal que representa cerca del 82%- Pinto es aún una gran generadora de mano de obra e inversión en la zona.

    La firma emplea 370 personas en Otavalo y más de 700 en el ámbito nacional (incluidos puntos de venta).

    «Pinto ha sido clave en la capacitación de la mano de obra que se ha preparado en confección, hilatura… La gente se especializaba ahí y luego salía a instalar su propio taller», comenta el alcalde de Otavalo, Mario Conejo.

    Esto en buena medida porque cada 20 años Pinto ha renovado la maquinaria de sus fábricas. La más reciente modernización inició en septiembre del 2012. Para ello, invirtió USD 4 millones en 94 equipos nuevos entre máquinas de corte, tejeduría, de tinte y de confección. El cambio ha permitido reducir el desperdicio de insumos y tecnificar procesos. Con ello espera este año aumentar un 15% su producción, que en el 2012 alcanzó más de dos millones de prendas.

    Pero la actividad de Empresas Pinto empezó mucho antes en un pequeño depósito donde hoy aún giran las hélices de una pequeña turbina alemana de 100 kilovatios de potencia. Con ello, abastece de energía para iluminación de la industria de Pinto en Otavalo.

    En ese mismo sitio, en 1913, Segundo Miguel y Tomás Abel Pinto inauguraron la primera central hidroeléctrica, que le permitió a Otavalo contar por primera vez con energía eléctrica.

    13 años más tarde, en 1926, los cultivos de algodón de El Chota motivaron a estos emprendedores a comprar maquinaria desmontadora de algodón y empezar el negocio textil. En 1932 el negocio se transformó en lo que sería una de las primeras industrias del norte del país.

    Con 93 años de edad, Carlos Cifuentes, ha sido testigo de casi toda esta historia. Con un asistente, este trabajador de diálogo pausado aún ayuda a supervisar la operación de esta central, un trabajo que realiza desde hace 72 años.

    «A mí me duele el corazón cuando la gente le dice la planta vieja a la primera planta textil, porque de esa fábrica y de esta central eléctrica nació lo que hoy es Pinto», recuerda el trabajador que se jubiló en los años 60. Germánico Pinto, quien impulsó el negocio en los años 50, le permitió conservar su empleo.

    «Hacer lo que más me gusta hasta ahora es lo que me mantiene joven», confiesa Cifuentes con una sonrisa. «La gente contaba que antes Pinto tenía telares y trabajaba gabardinas. Luego compraron máquinas más modernas».

    Una creciente del río Jatunyacu, cerca al cual se ubicaba la primera planta, inundó todas las instalaciones. «El lodo de la fábrica se sacaba hasta en carretillas».

    Zulay Romero, quien labora como secretaria desde hace 47 años en la firma, recuerda que la fábrica paró más de cuatro meses. «Fueron tiempos duros. Falleció un trabajador. Se perdieron insumos, se dañaron algunas máquinas. Por eso en los 90 se construyó una nueva planta», dice Romero.

    La creciente no detuvo el crecimiento de la industria textilera. Romero presenció el cambio de la empresa con la incorporación de nuevas tecnologías, especialmente en la confección de tejidos. Inicialmente Pinto ofrecía ropa interior, luego se fabricaron prendas básicas y después ropa de moda.

    Otro reto fue consolidar la relación con los empleados. Hace unos 15 años se firmó el primer contrato colectivo entre Pinto y sus trabajadores. Hoy 410 colaboradores pertenecen a este régimen. «Siempre hemos tenido una buena relación con la empresa por el bien común. Y la empresa siempre nos ha dado la apertura», comenta Edwin Peñafiel, vicepresidente de esta organización.

    Julio Fuentes, tesorero de la Cámara de Comercio de Otavalo, dice que Pinto es una de las principales empresas del cantón junto a la cementera Lafarge y la también textil Indutexma. «Su mayor aporte es en término de generación de mano de obra y pago de impuestos».

    Según datos de la Alcaldía Otavalo, en lo que va del año Pinto ha pagado USD 40 832 en impuestos prediales, patentes y otros pagos municipales.

    Aunque Pinto se internacionalizó a Perú y Colombia, Ecuador es el principal centro industrial de esta compañía. En el país se concentra el 73% de su producción. En Perú y Colombia se generan prendas con procesos especiales de estampado, etc., explica Jenny Aguirre, jefe de Talleres de Empresas Pinto.

    Cristina Muñoz, gerente de Márketing de esta compañía, sostiene que la innovación ha sido otro pilar del crecimiento. «Antes solo teníamos diseños básicos. Desde 1995 se renovaron los diseños dos veces al año. Hoy cada trimestre lanzamos una tendencia y cada mes una colección diferente», acota Aguirre.

    El 18 de octubre próximo la firma cumple 100 años. Para celebrarlo lanzará, una colección especial denominada «Premiun».


    Los datos

    Ventas. Pinto factura USD 1,8 millones mensuales. En Navidad multiplica ese valor por 2,5. (ventas nacionales, no incluye exportaciones).

    Producción. Entre el 2007 y el 2008 creció 15%. Entre el 2009 y el 2010 superó el 24%. Para este 2013, se espera aumentar un 15% frente al 2012.

    La exportación. La producción se vende en un 68% en Ecuador y el resto al exterior, principalmente Alemania. El 18 de octubre próximo la firma cumple 100 años y venderá su camiseta número 17 millones a ese país.

  • Tres centros de capacitación textil en Quito

    Redacción Quito

    En la industria textil nacional hay una demanda de entre 3 000 y 4 000 trabajadores y operarios. Sin embargo, esta no puede ser satisfecha por falta de capacitación.

    Para cerrar la brecha, la Asociación Interprofesional de Modistas de Pichincha, con el apoyo del Gobierno Provincial de Pichincha, inauguró el pasado 17 de octubre un centro de capacitación textil en las instalaciones de este gremio, en San Blas, (centro norte de Quito).

    El taller cuenta con maquinaria de punta para diferentes fases de la confección textil. En el espacio destinado para el taller se observan, flamantes, las máquinas para coser botones, hacer ojales, coser cuellos de camisa y otras.

    La Asociación aportó con el espacio físico y adecuaciones eléctricas. El Gobierno local de Pichincha, por su parte, entregó USD 166 000 en equipos, entre maquinaria y computadores.

    En el centro se espera capacitar hasta 240 operarios y artesanos por año en maquinaria industrial y en diseño computarizado de prendas. Pero también estará abierto para realizar tareas textiles. «Si no tiene una máquina en su taller puede venir al centro, pagar un pequeño valor y hacer su trabajo más rápido», explica César Robalino Bravo, director de Gestión de Apoyo a la Producción del Gobierno de Pichincha.

    Cecilia Corrales, propietaria de un taller de confección en Quito, espera capacitarse para mejorar su productividad. «Aprenderemos en máquinas de alta tecnología para realizar en menos tiempo las obras», comenta la artesana.

    Se trata del tercer centro de este tipo que se abre con el apoyó del Gobierno provincial. Otros dos ya funcionan en Solanda y Calderón.

    Robalino Bravo explica que esto se enmarca en una política local de fomento al desarrollo productivo, una de las competencias de los gobiernos seccionales.

    Los centros de capacitación nacieron de talleres donde participó el sector textil y donde se identificó a la capacitación como una de las principales necesidades de esta industria, especialmente de las pequeñas y medianas.

    María Torres, dueña de un taller de confecciones en la capital, aspira a recibir capacitación en el centro, para de este modo migrar de un sistema individual a un modelo productivo tecnificado.

    El centro dictará talleres sobre confección de calentadores, sastrería avanzada, diseño de modas y otras áreas de la alta costura, dice José Hidalgo, presidente de la Asociación. «Todo se enfocará en que el trabajador textil se actualice».

    Los cursos empezarán el próximo mes. El costo de los talleres aún está por definirse. Según Robalino Bravo, los cursos tendrán costo porque la idea es que el centro sea autosustentable.