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  • Kay Textiles innova con diseños andinos

    Jose Luís Rosales

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    Cuando el otavaleño Miguel Ramírez viajaba como músico por Estados Unidos, Europa y Asia, siempre le gustaba observar los diseños de artesanías locales.

    Luego de varias temporadas, de ir y volver junto con otros músicos andinos, eligió dejar los viajes y quedarse en Otavalo.

    Una de las razones fue que decidió casarse. Su esposa es Tamia Lema y su suegro, Pacho Lema, es uno de los artesanos más reconocidos por el aporte al desarrollo textil de esta localidad.

    Hace cuatro años, la joven pareja de emprendedores decidió instalar la factoría Kay Textiles, que en español significa (Esencia). La firma lleva el nombre del segundo de los tres hijos.
    La empresa se especializa en la confección de tejidos en yacares con iconografía de pueblos ancestrales, pero con modelos contemporáneos, explica Ramírez.

    “Mi propuesta es fusionar los íconos de otras culturas con los nuestros para ofrecer nuevos diseños”, afirma el emprendedor.

    Por eso, en febrero pasado, Kay Textiles recibió un certificado por parte de la Fundación Sinchi Sacha por destacarse en el uso y apropiación del patrimonio iconográfico del Ecuador antiguo para la innovación de productos artesanales con identidad.

    La distinción es por el exitoso proceso de innovación en el diseño de las telas con identidad cultural, comenta Juan Martínez, titular de la entidad.

    Previamente, Sinchi Sacha brindó una capacitación a estos artesanos en torno a la simbología ancestral. Esto ha contribuido a cambiar la matriz del diseño de los productos que se ofrecen en la feria de Otavalo (Mercado de Ponchos), asegura Martínez.

    “Miguel con una facilidad extraordinaria logra crear íconos de las culturas milenarias. Posee cientos de diseños. La mayoría son exclusivos”, dice el vocero de Sinchi Sacha.

    Los esbozos y la calidad de las telas son la estrategia para captar mercado. Entre los clientes de Kay Textiles están unos 20 talleres que elaboran mochilas, carteras, billeteras… La mayoría son de Otavalo, pero también hay de Quito y Ambato.

    La materia prima se produce en la planta textil, ubicada en la parroquia de San Roque, en el vecino cantón Antonio Ante.

    En esta especie de minicoliseo operan tres modernas máquinas tejedoras, que fueron traídas de Europa. En los aparatos invirtieron USD 180 000.

    Ramírez es el encargado del funcionamiento y mantenimiento de la planta industrial.
    Kay prácticamente es una empresa familiar. Tamia Lema, en cambio, administra el almacén que funciona en Otavalo.

    Ella señala que cada semana sacan nuevos colores y diseños de telas. También, fabrican cobijas con símbolos precolombinos.

    Los productos tienen una alta demanda. De febrero a junio, que es la temporada alta, producen entre 2 500 a 3 000 metros de tela, cada mes. Además, 2 400 metros mensuales, de cobijas. Aclara que la maquinaria, que hoy opera de 07:00 a 19:00, tiene una mayor capacidad de producción.

    La textilera también ha incursionado en la elaboración de alfombras, pero solo bajo pedido. Cada metro lo vende en USD 40.

    Por las limitaciones que hay en el mercado para adquirir hilos la mayoría se produce en fibras acrílicas. Aunque si el cliente solicita también se entrega en algodón o lana, aunque los costos aumentan.

    Otra de las innovaciones de este negocio es que también reproducen diseños que llevan los clientes. Lema indica que respetan los derechos de autor.

    Pese a que la mayoría de clientes visita el almacén, también realizan negocios vía correo electrónico o redes sociales.

    Los últimos modelos se promocionan principalmente por la cuenta Facebook Kay Textiles.
    Otras de las formas de darse a conocer son las ferias. Una de las últimas fue la exposición Thapachakuy (Recogiendo la paja), artesanías, arte y diseño, que se efectuó en el club Jacarandá, en Quito, el 11 de diciembre.

    El grupo Thapachakuy congrega a los 60 artesanos más destacados a escala nacional, explica Ivonne Durán, líder del proyecto. “Se tratan de productos de alta calidad, algunos han sido reconocidos internacionalmente”.

    Los esposos Tamia Lema y Miguel Ramírez impulsan esta iniciativa que siempre ofrece nuevos diseños. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
    Los esposos Tamia Lema y Miguel Ramírez impulsan esta iniciativa que siempre ofrece nuevos diseños. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
  • Estos textiles llevan impresos diseños ancestrales del país

    Redacción Quito (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    Tierra y Agua (TI•UA) es el nombre del emprendimiento de cuatro jóvenes, que le imprimieron estilo a sus vidas y a los textiles que comercializan, desde mediados de este año. Su originalidad radica en que los diseños son inspirados en culturas indígenas que se asentaron en el país.

    Las mentalizadoras de este emprendimiento son Micaela Samaniego, Vanesa Muñoz, María Laura Vera y Bernarda Sáenz. Las cuatro amigas plasmaron estos diseños en telas, que pueden ser utilizadas en cualquier espacio o actividad como un picnic, adornar cojines, tapetes para las mesas, incluso se pueden utilizar como un pareo para en la playa.

    Su primera colección de textiles se denominó Huella y se inspiró en diseños de la cultura Jama Coaque. “Todos nuestros diseños son exclusivos y de nuestra propia creación. Parten de la descomposición de símbolos ancestrales cargados de poder”, explica Vera, quien es diseñadora gráfica y también se dedica a la fotografía.

    El producto estrella de este cuarteto de amigas es el ‘roundie’, que es un textil circular multiuso que se puede utilizar en toda ocasión. “Igualmente hacemos otros productos como pañuelos multiusos y cojines circulares”, dice la joven de 26 años.

    Los emprendimientos con tintes ancestrales o interculturales son importantes para Vera, porque se aprende de las culturas del pasado. “Se fortalece la huella que han dejado y se fusiona con la cultura y los procesos modernos”.

    Pero, ¿qué les unió a estas jóvenes? Sáenz indica que hace un par de años trabajaron juntas para un proyecto con el Museo Mindalae, donde buscaban rescatar la simbología de culturas ahora extintas con el objetivo de rescatar la identidad del país y, por supuesto, su belleza gráfica.

    Es así como se encargaron del redibujo y digitalización de alrededor de 2 000 símbolos de culturas ecuatorianas.

    El negocio se levantó con el esfuerzo de estas jóvenes, que destinaron una inversión de USD 1 600 como capital semilla. Y luego de varios meses de estructurar este, hoy su facturación oscila entre los USD 2 000 y 2 500 al mes.

    Las jóvenes han vivido momentos agradables en el transcurso de este tiempo juntas. Micaela Samaniego, de 26 años y diseñadora gráfica e industrial, asegura que “es hermoso mirar atrás y ver que al fin una de tantas ideas se hicieron realidad”. También, menciona que hace un par de años pasaban noches enteras imaginando todo lo que se puede hacer con este tipo de símbolos de las culturas ancestrales del país.

    El trabajo en equipo de estas emprendedoras lo demuestran con cada una de las actividades que realizan. Samaniego y Vera se encargan de la producción; Muñoz, de la parte de comunicación y Sáenz del marketing y ventas.

    En el caso del diseño todas aportan con ideas para que sus textiles sean de calidad.
    Estas estrategias les ha servido para que al momento cuenten con alrededor de 250 clientes, que se quedaron “enamorados” de sus diseños. Pero, sus sueños van más allá.

    Las jóvenes buscarán un espacio fuera de las fronteras ecuatorianas para que este tipo de diseños no solo se aprenda dentro de Ecuador sino fuera.

    Si requiere más información puede ingresar al Facebook, donde están como TIUAdesign o para realizar pedidos comuníquese al 099 833 1320.

    Las emprendedoras levantaron su negocio con una inversión de USD 1 600. Su colección se llama Huella. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Las emprendedoras levantaron su negocio con una inversión de USD 1 600. Su colección se llama Huella. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Ponte Selva, 3 generaciones hilaron la ruta de esta compañía

    Sebastián Angulo Redacción Quito / LÍDERES

    En los pasillos de su fábrica aún se siente la nostalgia de la década de 1960. De hecho, una máquina de esa época aún funciona y es operada por uno de sus 222 trabajadores.

    Así es Ponte Selva, una firma dedicada a la industria piolera y textil, que nació hace 50 años, en una pequeña planta ubicada en el norte de Quito. Ahora, sus ítems se distribuyen en ferreterías de todo el país y su producción asciende a 150 toneladas mensuales, entre piola; telas planas y de punto; y gasa hidrófila de algodón no estéril.

    El origen de esta firma se remonta a Italia, específicamente a Ponte Selva (comuna ubicada en Lombardía, noroccidente de ese país), donde Giovanni Guerini Signorini nació y aprendió el oficio de la hilatura y transformación de la fibra de algodón, en 1918.

    El artesano afianzó sus conocimientos en Rumania, cuando laboró en la fábrica textil Fusul. Era 1936 y el trabajo en ese lugar fue clave para poder subsistir -junto a su familia- durante la Segunda Guerra Mundial.

    Trece años después -y luego de un viaje en barco que duró cerca de un mes- llegó a Uruguay para incorporarse a la empresa textil La Mundial.

    En 1953, Guerini Signorini llegó a Ecuador tras la propuesta de Abraham Handal para incorporarse en Textiles Nacionales. Luego de 10 años de establecerse en el país y conocer el mercado decidió instalar una máquina en su hogar, en el norte de Quito, para fabricar piola. Así nació Ponte Selva, en 1963, con una inversión de unos USD 4 500.

    Entre los primeros clientes de sus productos estuvieron Comercial Kywi y ferreterías del centro de la ciudad. Giuseppe Guerini Casari, hijo de Guerini Signori, quien gerencia la empresa desde su inició, recuerda que su padre iba en bus a dejar la piola a sus compradores.

    Las ganancias obtenidas fueron reinvertidas para la adquisición de más maquinaria y, poco a poco, su casa se convirtió en su fábrica textil. A la par del crecimiento, las ventas también subieron. Por ello la empresa diversificó su producción a hilo de chillo (para uso en zapaterías, ferreterías, máquinas de coser industriales, embutidos y más ) e hilo para coser costales.

    En 1988, Giovanni Guerini Signorini falleció pero su legado no quedó ahí. Ponte Selva se consolidó en la industria piolera nacional, pero luego de ello se trazó un nuevo objetivo: incursionar en la producción de textiles. Así, en 1994 la firma implementó una tejeduría e hiladura y dos años después una tintorería de telas, en Yaruquí (nororiente de Quito).

    Actualmente, la firma cuenta con tres plantas con inversiones cercanas a los USD 3 millones. La compañía obtuvo los recursos mediante ahorros y préstamos a la Corporación Financiera Nacional (CFN. Hoy en día, la tercera generación ya trabaja en esta firma; los hijos de Guerini Casari: Mariella, Franco, Juan y José Guerini Puciarelli también están al frente de la empresa.

    Ahora, la piola llega a todo el país. Ingenios, envasadoras, ferreterías, entre otras, usan y distribuyen sus productos Víctor Abarca, jefe de compras de la cadena Kywi, asegura que Ponte Selva es uno de sus proveedores tradicionales. Cada mes, esta cadena de ferreterías le compra unos USD 2 000 en cabos y piola de plástico y algodón.

    Abarca explica que estos ítems son demandados por floricultoras y artesanos. «La calidad del producto es comprobada, por eso los clientes se han mantenido durante décadas», añade.

    Juan Ramiro Paredes es propietario de la fábrica textil Jerpp. Él comenta que desde hace 20 años le compra materia prima a Ponte Selva. Al mes, esta empresa adquiere unos USD 120 000 en tela, pañal y gasa. «Tenemos una relación de confianza gracias a su calidad».

    En ello coincide Ricardo Bastidas, jefe de Compras de Pronaca, cliente desde hace 15 años de Ponte Selva.

    EL INSIGNIA

    ‘La capacitación es un punto clave’

    Trabajo en Ponte Selva desde hace 17 años. Llegué por medio de un compañero de mi padre, quien me avisó que había una vacante en la compañía. En los años en que he estado la empresa ha crecido mucho. Mi aporte para que la empresa haya salido adelante es el trabajo incondicional; Ponte Selva siempre nos ha remunerado a tiempo y de acuerdo a la ley. Gracias a ello, he podido sacar adelante a mi familia, conseguir mi vivienda. Mi trabajo consiste transformar el plástico, la materia prima, en la piola. Tenemos turnos rotativos, cada uno de ocho horas: 06:00 a 14:00; de 14:00 a 21:00 y de 14:00 a 06:00. El ambiente laboral es agradable, son buenos compañeros. Siempre nos ayudamos y apoyamos al personal nuevo. La compañía también nos brinda capacitación tres veces al año, por ejemplo, sobre manejo de residuos y reciclaje; también de seguridad industrial.

  • La estrategia fue no envidiar lo extranjero

    Redacción Quito

    La moda pesó más que la ciencia. Hace 24 años, Marjorie García emprendió su negocio textil, que lleva su nombre, y dejó a un lado su profesión.

    A esta quiteña, que se graduó de bióloga en la Universidad Católica de Quito, siempre le llamó la atención el mundo de las telas, moldes, cintas métricas y las ideas para elaborar prendas.

    Por ello, junto a su esposo, Christian Isa, abrió una pequeña planta de producción en su casa, ubicada en el norte de Quito. Para ello, invirtieron unos USD 20 000, que lo destinaron a la compra de máquinas de coser y materias primas.

    En principio, Isa y García, se enfocaron en la manufactura de camisas para niños. Pero la falta de rentabilidad en este segmento hizo que dieran un giro de timón al negocio y se dediquen a confeccionar prendas para adulto.

    Al igual que ahora, las materias primas las importaban desde Colombia, Perú, Brasil, entre otras naciones.

    Al inicio, la compañía no tenía una marca definida, pero en el 2000 decidieron probar con una propia.

    La idea, aunque sonaba algo descabellada, era competir con marcas internacionales. Para lograrlo, sus productos debían tener la calidad suficiente que les permita competir con marcas foráneas.

    Y así lo hicieron. Buscaron telas de calidad, diseños vanguardistas, colores de moda. Luego de todo este proceso, hace unos 14 años, nació la marca Blue Dot (punto azul, en español).

    García explica que escogieron ese nombre en inglés, para que «la marca suene a extranjera», debido a que el producto nacional, en esa época, se lo asociaba con falta de calidad. Incluso, las instrucciones en etiquetas también están bordadas en ese idioma.

    A Blue Dot, con su propuesta de camisas para caballero, no le fue tan mal. Tanto, que este matrimonio decidió presentar al mercado, en el 2004, la marca Whoose (expresión verbal que muestra superioridad de una persona sobre otra de menor conocimiento).

    Esta se especializaría en blue jeans y utilizaron la misma premisa de Blue Dot: «prendas de calidad que no tengan nada que envidiarle a una extranjera».

    Durante estos años, su estrategia ha sido distribuir sus productos en boutiques especializadas de ropa y no venderlos de forma masiva.

    El negocio creció y ahora su planta cuenta con unas 20 personas que participan en todo el proceso de producción. Ellas confeccionan al mes un promedio de 3 000 camisas. Actualmente, las prendas de Blue Dot y Whoose se distribuyen a escala nacional.

    Distribuidora Fabián Samaniego, que tiene su centro de operaciones en Ambato (provincia de Tungurahua), comercializa las dos marcas desde hace 13 años.

    Este negocio entrega los productos a Tungurahua, Chimborazo, Bolívar, Macas, Imbabura, Santo Domingo de los Tsáchilas, Guayas y Los Ríos.

    Fabián Samaniego, propietario del negocio, comenta que las marcas gozan de buena aceptación en el mercado. Él describe a sus clientes como hombres y mujeres de un nivel socioeconómico medio y medio-alto. Samaniego dice que al mes, esta distribuidora vende entre unas 1 500 a 2 000 prendas.

    Ahora, entre Blue Dot y Whoose facturan un promedio que oscila entre los USD 80 000 y 70 000 mensuales. El año pasado la firma cerró con ventas de 800 000.

    Fabián Ocampo también distribuye las marcas. Él señala que envía el producto a unas 15 provincias a escala nacional. Él destaca la calidad de la ropa, gracias a ello, «compite a la par con marcas peruanas y colombianas».

    Flavio Izquierdo, es propietario de un local de ropa en Ambato. Él asegura que la marca es aceptada y reconocida entre los compradores nacionales, gracias a «su diseño y calidad».3 000 camisas mensuales fabrica esta empresa en su planta.

  • Textiles y cosméticos visten sus empaques

    Mónica Orozco

    Cuando se habla de negocios, crecer es fundamental. ¿Cómo esto puede llevar a la quiebra a una empresa? Por 30 años, Marco Cabascango dirigió una unidad de empaques en la empresa familiar de sus padres y decidió independizarse. Hace 13 años se separó del grupo y abrió su propia empresa de empaques. El crecimiento fue rápido.

    «De la noche a la mañana, teníamos un flujo muy grande de caja y no lo podíamos creer», recuerda Cabascango.

    Pero malas inversiones y gastos innecesarios lo llevaron primero al sobreendeudamiento y, luego, a la quiebra.

    «Al no haber flujo de caja no se pudo pagar los haberes a tiempo, hubo retrasos y mucha gente nos abandonó. Yo les entiendo», dice.

    Cabascango había aprendido «de la forma más dura», según rememora, la regla de oro de las finanzas: planificar y llevar cuentas ordenadas, pero, también, que siempre se puede empezar de nuevo.

    Hace cinco años fundó una nueva empresa: Primadecor que hoy, con un nuevo esquema financiero donde prima la disciplina, repunta en el negocio de los empaques para el sector textil, cosméticos, etc.

    «La parte más importante de la lección que habíamos aprendido la vivimos el primer año de funcionamiento de Primadecor. Tenía dos opciones: desentenderme de la situación o afrontarla. Tomé la segunda alternativa. No fue fácil, pero lo hicimos».

    Actualmente, las finanzas son la columna vertebral de la empresa, que además reorganizó las áreas de trabajo y lleva un presupuesto ordenado.

    Pensar en el largo plazo y cumplir con los clientes son otros temas claves, según Cabascango.

    En la industria un producto no puede venderse sin el empaque que se ajuste a las necesidades del consumidor, por lo que las entregas deben realizarse con cronogramas rigurosos.

    Fernanda Bastidas, propietaria de la empresa Home Fa-shion, considera que esta es la principal fortaleza de Primadecor.

    Esta última provee desde el 2008 a Home Fashion de empaques y estuches para varios productos de línea blanca como sábanas, edredones, cobertores, fundas de almohadas y otros. «Primero es puntual y eso es clave en la industria. Trabajamos con multinacionales y tenemos contratos y fechas anuales límite de entrega. La calidad es muy buena y el trabajo es excelente», sostiene Bastidas, cuyas compras a Primadecor suman USD 6 000 al mes.

    Uno de los activos más importantes de la empresa de Cabascango es la cartera de clientes, que está compuesta principalmente por nuevos emprendedores, a quienes, además, presta asesoría en materia de imagen y diseño en empaques. Por ahora, la empresa está en una fase de consolidación.

    En planes también está la exportación, pero es un tema donde se están fortaleciendo.

    Aunque existe el interés de empresas peruanas y colombianas, aún no quieren «embarcarse en esta aventura».

    «Hay clientes que compran y no pagan. Por eso, hay que ser cautelosos. Estamos diseñando una estrategia que nos permita emprender en envíos seguros», comentó Cabascango.

    Hoy, la compañía tiene 13 trabajadores y sus ventas mensuales oscilan entre USD 30 000 y USD 40 000.

  • La competencia para los textileros ecuatorianos aumenta

    Redacciones Guayaquil y Quito (I)

    En el ámbito comercial, hace un año se comentaba de la próxima llegada a Ecuador de una de las tiendas de moda «low cost» (bajo costo) estadounidenses más grandes del mundo: Forever 21.

    El 11 de diciembre, la apertura fue una realidad. La empresa, propiedad del surcoreano Do Wong Chang que el año pasado generó ingresos por USD 3 700 millones, abrió el primer local en Guayaquil en el centro comercial Mall del Sol.

    El primer día de apertura generó tanta expectativa que se formaron filas para pagar que daban hasta la puerta del local.

    En noviembre sucedió algo similar, cuando la firma española Inditex abrió dos locales de sus marcas Stradivarius y Pull&Bear en San Marino, Guayaquil, y sumó así 10 tiendas en el país. Ecuador se convirtió junto con Argentina, en el cuarto mercado sudamericano de Inditex por número de tiendas.

    Con este escenario a las puertas del 2015 se enciende el debate en torno a los retos y la competencia que enfrentará la industria textil nacional, que este año creció 2% en comparación con el 2013, según datos de la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE).

    De todas maneras, el contrabando, la falta de créditos e incentivos, así como la necesidad de tener más mano de obra calificada, son algunos de los problemas que inciden en el sector, señalan quienes están al frente de este gremio. «Tenemos compañías que han atravesado un buen desempeño y son las que hacen que la industria textil no desaparezca en el país. Pero si juntamos a toda la industria textil y de confección se ve que nuestro crecimiento está siendo muy pobre», comenta Javier Díaz, presidente de la AITE.

    A principios de este año, representantes del Ministerio Coordinador de la Producción y del Ministerio de Industrias recibieron las quejas de este gremio que señalaba que el ‘microtráfico’ de ropa traída mediante el sistema 4×4 (paquetes de 4 kg y USD 400) con fines comerciales estaba afectando al sector. En respuesta a esa queja, en octubre se estableció una tasa de USD 42 para este sistema que antes no pagaba arancel.

    Dos meses después, en el Servicio Nacional de Aduanas (Senae) todavía no tienen cifras del porcentaje de reducción de importaciones dentro de la categoría 4×4, que era usada principalmente por compradores on-line. Sin embargo, en comparación con el 2013, las importaciones en todas las categorías bajaron. De enero a noviembre del 2013 se importó USD 302 millones, mientras que en el mismo período de este año la cifra bajó a USD 266 millones.

    Aunque no hay datos todavía, los textileros esperan que los resultados de la tasa se hagan visibles en 2015.

    EL CLIENTE TIENE LA PALABRA ENTRE LO NACIONAL Y LO IMPORTADO

    Que las tiendas Forever 21, Pull&Bear y Stradivarius abrieran sus puertas en Guayaquil, no es casualidad. Un estudio realizado por la firma Deloitte sobre las expectativas de consumo para la Navidad del 2014 en América Latina, revela que las prendas de vestir son los productos que más se compran durante esta época.

    Juan Francisco Farías, experto en análisis de mercados, explica que por el crecimiento del poder adquisitivo en Ecuador y una clase media más amplia, se ha beneficiado en buena parte a las firmas comercializadoras de ropa.

    El especialista señala que el Ecuador se ha vuelto un mercado atractivo para este tipo de empresas extranjeras y también le ha dado realce las tiendas departamentales de venta de ropa.

    María Susana Rivadeneira, diseñadora y promotora del evento de modas Designer Book, destaca que la apertura de estas tiendas para dar espacio a marcas nacionales incentiva el crecimiento de la industria y menciona como ejemplo el caso de la diseñadora Olga Doumet. Ella, este mes, lanzó una línea de ropa para comercializar en Río Store, de Corporación El Rosado y el de Gustavo Moscoso, que comercializa hace cuatro años sus líneas de ropa en Megamaxi, de la Corporación La Favorita.

    En De Prati, por ejemplo, ya han emprendido estrategias para afrontar el nuevo escenario textil con más competencia que se produce en el Ecuador. Además,  esta firma estableció este año una alianza con el Grupo Cortefiel, un reconocido grupo español de moda y amplió la oferta de productos con el ingreso de nuevas marcas nacionales e internacionales, cuenta Soledad Ponce, gerente sénior de Marketing de la empresa.

    La ejecutiva añade que la firma ha ido aumentando paulatinamente la oferta de los productos ecuatorianos. “Los proveedores locales de ropa representan alrededor del 70%; entre empresas, cooperativas y fundaciones nacionales, que nos abastecen de productos”.

    Milton Altamirano, presidente de la Asociación de Confeccionistas Textiles y presidente de la Corporación Impaxtec, considera que hay potencial de crecer en las tiendas departamentales. Sin embargo, señala que un limitante es la capacidad de producción de los negocios de este sector que en su mayoría son artesanales. “Necesitamos más créditos y facilidades para invertir en tecnología que nos permita ser más productivos”, dice.

    El empresario añade que la llegada de más competencia internacional puede afectar al sector en parte, porque son empresas que tienen costos de producción mucho más bajos que los de la industria nacional. Eso, “por los salarios principalmente, que no se comparan a los que se pagan en otras grandes potencias”.

    Javier Díaz, presidente de la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE), coincide con Altamirano y resalta que en los centros comerciales, la oferta de ropa nacional todavía necesita ganar espacio. “En cuanto a la venta en centros comerciales, la relación de venta de ropa y textiles estimada es de 60% importados y 40% nacionales”, dice Díaz.

    CON EL CONTROL AL CONTRABANDO SE ESPERA PROTEGER A LA INDUSTRIA

    De enero a noviembre del 2014, el Servicio Nacional de Aduanas (Senae) registró un monto de aprehensión de textiles de contrabando por USD 10 832 085. Los textiles, según el Departamento de Comunicación de Senae, representa el 38%. Estas cifras preocupan al sector textil, de hecho, sus voceros consideran que el contrabando es el principal problema que enfrenta la industria nacional. “El tema del contrabando debe ser más controlado y sancionado”, dice Javier Díaz, de la AITE.

    Aunque el monto de incautaciones de ‘prendas de vestir de contrabando’ ha crecido, en la Senae dicen que no se debe a que existe más contrabando, sino a que hay más controles. El monto en textiles fue de USD 8 197 943 en el 2013, mientras que la cifra en lo que va del 2014 sobrepasó los USD 10 millones.

    En el 2015 se espera ver los resultados de una de las medidas tomadas por el Gobierno en octubre para beneficiar al sector. Se trata de la imposición de la tasa de USD 42 para las importaciones de paquetes de hasta 4 kg y USD 400 (4×4) que antes estaban libres de impuestos.

    En la Senae aún no hay cifras de la reducción de importaciones por esta vía, pero los gremios de couriers reportaron bajas de hasta el 70% de importaciones en el primer mes de vigencia de la tasa.

    LA INDUSTRIA ENFRENTA EL RETO DE AFIANZAR SU COMPETITIVIDAD

    El 28 de octubre pasado se realizó en Guayaquil el primer Circuito de la Moda organizado por el Ministerio de Industrias y Productividad. La idea fue recopilar las inquietudes y necesidades del gremio y desarrollar estrategias para impulsar su productividad.

    En una de las conferencias del encuentro, una estudiante de diseño de modas preguntó a Fabrizio Célleri, diseñador guayaquileño que participó como expositor: ¿por qué Ecuador está tan por detrás de dos países que destacan a nivel internacional en calidad de telas y moda como Colombia y Perú?

    El diseñador se lamentó al reconocer que la aseveración de la joven es verdad; y comentó que se ha visto obligado a importar la mayor parte de las telas que usa para su trabajo. Eso, “porque en el país hace falta más tecnificación y capacitación para tener telas de mejor calidad”.

    Para Alfredo Yagüé Núñez, presidente del sector textil de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi), el sector textil se encuentra bastante reprimido y destaca que este problema en parte se debe a que algunas de las materias primas que se utilizan- no solo en la confección de prendas sino también para la elaboración de tela- no se consiguen con facilidad. “Existen algunas prohibiciones de importación de algunos productos”, comenta.

    Ecuador no produce todos los tipos de tela que se usan para la confección de prendas, añade Yagüé. Por ejemplo, se produce tela para jeans, pero no ciertas telas para camisas. “Esto se debe a que para las fábricas no representa negocio un stock pequeño de cierto tipo de telas que estén de tendencia, cuando se puede encontrar importado a un valor mucho menor”, explica Yagüé.

    Milton Altamirano, presidente de la Asociación de Confeccionistas Textiles, también reconoce que esa debilidad del gremio debe pulirse, pero enfatiza que es necesario que se atienda al sector con más facilidades de crédito. De esa manera, asegura, se podrá invertir en mejoras dentro de las fábricas y en capacitaciones para que los actores de este sector que trabajan de manera artesanal incursionen en la asociatividad.

    En entidades como la Corporación Financiera Nacional (CFN), por ejemplo, sin embargo, se reporta crecimiento en el otorgamiento de crédito para este sector. Entre enero y noviembre de este año se otorgaron USD 31 millones en créditos para el sector textilero y del calzado, unos USD 19 millones más de los entregados en el mismo período del año pasado. Para este segmento, los créditos van desde los USD 50 000 y están dedicados a la adquisición de insumos y materias primas, señalaron voceros de CFN.

    Para Yagüé la solución puede estar en crear un instituto nacional de la moda, que difunda las tendencias que se desarrollen en el país y que así Ecuador se pueda convertir de a poco en un referente internacional. “Seremos capaces de generar moda y podremos crear nuevas tendencias para el 2015 e incluso para el 2016”, señala el dirigente gremial.

  • Ricardo Steinbruch: ‘Nuestra inversión en el país continúa’

    Redacción Quito (I)

    La Cámara de Industrias y Producción (CIP), en el marco del septuagésimo octavo aniversario de fundación (30 de octubre), entregó el Premio al Fomento de la Producción a la empresa Vicunha Têxtil. Su CEO dialogó con LÍDERES, sobre la estrategia de crecimiento de la empresa en Ecuador.

    ¿Cuál es el compromiso de Vicunha Têxtil con el proceso de cambio de Matriz Productiva en Ecuador?

    La mayor evidencia de nuestro compromiso son las inversiones que permanentemente estamos realizando en la cadena textil ecuatoriana desde que adquirimos la empresa en el 2007. Nuestra presencia ha fortalecido la industria local de confección, que es una gran e importante fuente de empleo. Además, hemos invertido en industrias integradas a la cadena textil (ej: lavandería), mediante entrenamientos específicos con nuestra estructura profesional local y regional.

    ¿A cuánto ascienden las inversiones y cuánto proyectan invertir en su planta en Ecuador en el 2015?

    Hasta ahora hemos invertido casi 50 millones de dólares de manera directa, hemos generado y mantenido vigentes más de 900 plazas de trabajo y al momento contamos con una producción de casi 20 millones de metros de tejido índigo al año. Para los próximos años, aún necesitamos invertir 15 millones de dólares adicionales, para concluir nuestro gran proyecto de modernización y crecimiento productivo.

    ¿Qué oportunidades encuentran con la eventual firma del acuerdo comercial con la Unión Europea?

    Un eventual acuerdo puede promover la exportación de los productos que estamos elaborando en nuestra fábrica local. En la actualidad, el grupo Vicunha ya cuenta con una filial en Europa que se encarga de comercializar y distribuir en la comunidad europea los artículos que desarrollamos en nuestras fábricas de Brasil y Argentina.

    Observamos también que una oportunidad clara se presenta para el desarrollo del sector confeccionista, uno de los sectores con mayor potencial de generación de empleo, y con relativamente bajos niveles de inversión. Este sector necesita de una clara visión de desarrollo económico por parte del Gobierno. Estos acuerdos son necesarios para que el sector pueda desarrollarse.

    ¿Cuánto les puede afectar la apreciación del dólar en sus planes y cuál es la estrategia para enfrentar esa pérdida de competitividad?

    A pesar que las variaciones cambiarias sean desfavorables en determinado momento, confiamos que, con nuestra estrategia competitiva real de desarrollo de productos diferenciados, podremos continuar con un flujo adecuado y rentable de exportación. Nuestra estrategia es invertir en capacitación y seguridad de nuestros funcionarios y ser muy rigurosos en cumplir nuestros compromisos legales y fiscales. Además, tenemos claro que debemos seguir invirtiendo en renovar el parque industrial, para que la empresa pueda competir con, cada vez mejores productos con el resto del mundo.

    A pesar de ello, es vital que el mercado local sea resguardado de la competencia desleal. Una protección para el mercado local (para telas y confección) significa garantizar la continuidad de nuestras inversiones en el país y también garantiza la supervivencia de los confeccionistas.

    ¿Cuáles son las metas del Grupo Vicunha Têxtil para el 2015 y cuál es la importancia que tiene Ecuador?

    Nuestra meta es continuar creciendo. Desde el 2010, a nivel consolidado el Grupo Vicunha Têxtil, ha crecido a una tasa promedio del 14%; seguir creciendo en los próximos 3 años a una tasa del 10% será un gran desafío. Necesitamos crecer mucho en el mercado andino y con seguridad Vicunha Ecuador S.A. será la plataforma para ese crecimiento, desde el punto de vista productivo, financiero y administrativo para las operaciones comerciales y de distribución que se están desarrollando en los países vecinos de Ecuador, México y América Central.

    Experiencia

    La formación. Graduado en Administración de Empresas, por la Fundación Getúlio Vargas. 25 años en la industria textil.

    Las funciones. Director Ejecutivo y Presidente del Consejo de Administración de Vicunha Têxtil.