Etiqueta: alimentos

  • Pronaca-Socio Solidario: Pescado, pollo y Arroz… alimentan esta iniciativa

    Redacción Líderes

    Pronaca lleva cinco años formando parte del programa gubernamental Socio Solidario que está enfocado en ofrecer productos de calidad y a precios estables a la población de escasos recursos. En un inicio, Pronaca desarrolló un portafolio inicial de cinco productos que contienen el componente proteico necesario para un día.

    Hoy, la empresa entrega alimentos como seco y sopa con espaldillas, filete de pescado Mr. Cook, milanesa de pollo de 160 gramos, nuggets de pollo de 152 gramos, arroz solidario de un kilogramo, entre otros. Son entre los 50 000 y 60 000 clientes directos y de distribución los que se benefician de esta alianza público-privada que gestionó la exministra de Productividad Nathalie Cely.

    Los directivos de Pronaca indican que no existe un acuerdo formal entre la empresa y el Gobierno Nacional, pero es un compromiso que ha sido secundado por los ministros que le sucedieron a Cely y que Pronaca ha renovado con mucho gusto. En cuanto a lo técnico existen parámetros para la inclusión de productos en el Socio Solidario.

    Entre otros requisitos se establece un mecanismo de aprobación por parte del Ministerio Coordinador de la Producción, Empleo y Competitividad (Mcpec) para asegurar que los mismos cumplen con los lineamientos de que los productos sean nutritivos, adecuadamente presentados, de calidad similar a los de otras presentaciones y que se ofrezcan a precios razonables a través de canales de acceso popular.

    «La motivación de Pronaca es apoyar la iniciativa del Gobierno para dignificar el consumo de alimentos de las personas de bajos ingresos y el segundo, cumplir con la estrategia empresarial de ofertar productos que estén al alcance de todos», indican los ejecutivos.

  • Los alimentos tendrán etiquetas ‘rojas’

    Redacción Líderes

    El Ministerio de Salud expidió el 15 de noviembre pasado el Reglamento Sanitario de Etiquetado de Alimentos Procesados que obliga a la industria de alimentos a colocar alertas en las etiquetas sobre el contenido de sal, azúcar y grasa en los alimentos y bebidas.

    La medida consiste en colocar en las etiquetas de los alimentos círculos de colores: rojo, para los productos con alto contenido de azúcar, sal y grasa; amarillo, para alimentos con una cantidad media de estos insumos; y verde, cuando se trata de productos bajos en calorías.

    Por ejemplo, una gaseosa que contenga alta concentración de azúcar, según los niveles establecidos por Salud, tendrá un círculo rojo en la parte frontal de la etiqueta que señale: «Alto en azúcar».

    Además, prohíbe usar en las etiquetas imágenes de animales o personas, frases sobre propiedades curativas de enfermedades, entre otros.

    Según Salud, el 82% de los productos procesados en el país tiene una concentración alta de azúcar, sal o grasas que, consumidas en exceso, son perjudiciales.

    La industria señaló su malestar por la norma por considerar que estigmatiza a los alimentos de «buenos o malos». Además, cree que no entrega información sobre los valores diarios de ingesta que cada persona debería mantener como parte de una dieta equilibrada. «El Ministerio de Salud Pública alejó el debate de dicha propuesta«, respondió la Cámara de Industrias y Producción.

    Pero la población ve con buenos ojos la medida. Rosa Sanguano, una consumidora, reconoce que para elegir un producto mira la presentación, el precio y la marca. «Hay personas que compramos por la fundita, ahora con la norma vamos a tener más información», dice.

  • La inversión y las adecuaciones son parte del camino a seguir

    LAS MEDIANAS EMPRESAS

    Las medianas empresas que procesen alimentos también están en la obligación de cumplir la norma sobre buenas prácticas de manufactura. Cereales Andinos, por ejemplo, se anticipó a la norma y ya obtuvo el certificado BPM.

    Las empresas de cereales tienen hasta el 2015 y 2016 para obtener el sello de calidad, pero Cereales Andinos no esperó. Guillermo Tapia, gerente de esta empresa mediana ubicada en Pichincha, explica que logró la certificación de BPM el 10 de enero pasado. Para ello, invirtió unos USD 450 000 en la compra del terreno y en la construcción.

    Tapia relata que lograr las BPM requirió una serie de adecuaciones difíciles de realizar en el galpón arrendado donde antes funcionaba su planta. «Es preferible construir un galpón nuevo aplicando las normas BPM antes que tratar de acondicionar un galpón que no fue diseñado para procesar alimentos». Para el diseño de la fábrica contrató a una empresa especializada en el manejo de plantas industriales para alimentos.

    Macafri, una empresa del sector de cárnicos, también está certificada desde hace 10 meses. Édison Romo, gerente general de la firma, relata que el proceso tardó 2 años debido a las adecuaciones que tuvo que realizar. El Gobierno financió el 80% de los costos de capacitación y la firma invirtió el 20% restante. La inversión en infraestructura hecha por Macafri sumó USD 127 000.

    Los casos mencionados son un ejemplo para otras firmas que aspiran a este sello de calidad. Frozen Tropic, empresa procesadora de frutas, cuenta con la ISO 22 000 y está en proceso de obtener el certificado BPM. Su gerente, Diego Paredes, explica que la facilidad para lograr el sello depende de cada empresa. «Primero hay que cumplir normas, registros y procedimientos, así como mejorar la infraestructura. Si la empresa ha avanzado en esos temas es más fácil».

    Chocolates Bios está en el mismo camino. Su vocero, Juan E. Olgieser, señala que «para las pymes la inversión en infraestructura es un desafío, pero todo es por mejorar la percepción del producto».

  • Los sectores alimentario y pecuario tienen su aliado

    Redacción Líderes

    La regeneración de los páramos es uno de los proyectos más ambiciosos de la Espoch. Allí participan una decena de investigadores como el ‘Prometeo’ Jesús Bastida y José Jiménez.

    Según los directivos es cesario contar con investigadores propios que dejen en el país aquel conocimiento que generan, en este caso en particular, los avances científicos de organismos internacionales independientes Son 18 proyectos los que la Espoch apadrina actualmente. Estos emprendimientos creados a partir de semilleros de investigación tienen un plazo de surgimiento hasta el próximo año.

    Mauricio Zurita, encargado del Centro de Investigación de la Espoch, explica que las áreas que prioriza la Escuela para el desarrollo de proyectos está vinculado con los parámetros del Buen Vivir. Es así que las investigaciones en el campo agrícola, de gestión y sistemas, de Tecnologías de la Información (TIC) y energías renovables se priorizan para el otorgamiento de los fondos.

    Cristian Aguirre lleva a cabo la evaluación del patrimonio cultural Precolombino del Complejo Arqueológico del monte Puñay (Chunchi), para el diseño de un parque temático de Ciencia y Sabiduría Andina. Lorenzo Enríquez desarrolla un estudio sobre el potencial energético de Chimborazo, apoyado únicamente con energías renovables.

    Otras de las investigaciones es la de Fernando Romero: la definición de un modelo de gestión participativo para consolidar el fomento del cultivo de trigo en las provincias de Chimborazo y Bolívar. También, el estudio de nanosistemas para aplicaciones en química y biofísica utilizando métodos computacionales, que lo realiza Dennis Cazar.

  • La pizza on line es la idea de estos jóvenes

    Redacción Guayaquil

    Pedir una pizza ‘on line’ también es posible. En Guayaquil, Mustini Pizza ofrece este servicio desde hace cuatro meses. Sus propietarios son Katherine Gómez, de 23 años; y Alejandro Arias, de 24. Ellos decidieron emprender con un negocio ligado al comercio en línea cuando cursaban el último año de su carrera de Ingeniería Comercial. Ambos estudian en la Universidad del Pacífico.

    Seis meses después de buscar proveedores de la materia prima, cotizar materiales e intentar con diferentes masas para pizza e ingredientes nació Mustini Pizza en junio del 2013. Pero vender las pizzas en línea les tomó más tiempo.

    Así, en diciembre del año pasado con el sitio web mustinipizza.com estaba listo y empezaron a ofrecer las pizzas.

    Ambos invirtieron de sus ahorros USD 6 000 para arrancar el negocio. Gómez prepara las pizzas y se encarga de la producción de esta microempresa. Esta joven estudió paralelamente, durante un año, en la Escuela de Chefs en Guayaquil. Y se preparó como técnica en pastelería. Eso y sus estudios universitarios le sirvieron para emprender.

    Mustini Pizza atiende de martes a domingo y cuenta con otros tres colaboradores: dos se encargan de la repartición de los pedidos a domicilio y un tercero es responsable del manejo financiero. Este negocio recibe pedidos de todos los sectores de la ciudad.

    Gómez recuerda que uno de sus primeros clientes fue una señora que habita en el sector de Portete, en el extremo sur de la ciudad. «Cuando ella hizo el pedido lo primero que nos preguntó fue si llegábamos hasta ese lugar», cuenta. Cubrir la ciudad es una de las estrategias.

    Una de sus clientas habituales es Alexandra Parducci. Ella compra en línea desde que empezó este emprendimiento. «El sabor y la textura son lo más destacado además del servicio, que es a tiempo y de calidad». Otra clienta es Cecilia Casanello, que ha pedido, desde febrero, al menos unas tres veces estos productos; también destaca el sabor de las pizzas.

    A la semana Mustini Pizza elabora en promedio unas 50 pizzas. Los ‘martes locos’ representan casi el 60% de las ventas que bordea los USD 2 000 al mes y que crece un 10% mensual.

    Estos jóvenes ofrecen 16 sabores de pizzas en su web, además de complementos como alitas de pollo o pan de ajo.

  • La sal con especias, su receta emprendedora

    Redacción Quito

    Lorena Padilla le apostó a la sal marina y las especias. Ella estudió en Quito, emigró a Suiza, donde también se especializó, y regresó a Ecuador para emprender en el segmento de los alimentos. Ella estudió Tecnología de alimentos, en el desaparecido Instituto Metropolitano de la Productividad.

    En el continente europeo afianzó sus conocimientos. En Suiza primero aprendió alemán y luego obtuvo una Ingeniería de Alimentos, con una mención en economía de alimentos.

    En el país helvético, donde vivió entre el 2005 y 2011, descubrió la sal con especias. Entonces regresó al país y se animó a emprender. Así nació Terramare, una microempresa que se especializa en la sal marina con especias.

    Padilla cuenta que tenía los conocimientos, pero le faltaba poner en práctica sus teorías. Por eso, en junio del 2012, se puso a prueba: se inscribió en la feria Expo Alimentar. «Tenía la idea, pero no el producto. En un mes tenía las etiquetas, el diseño, cinco productos, los envases de vidrio y en forma cilíndrica…».

    En la feria invirtió unos USD 2 000. La iniciativa de Padilla registró ganancias y ese dinero sirvió para avanzar con el emprendimiento. Lo primero que hizo fue pensar en una máquina mezcladora que se fabricó en Sangolquí, con acero inoxidable.

    Luego adecuó un pequeño taller, de unos 45 metros cuadrados en la casa de sus padres en Los Chillos. Hasta el momento ha invertido unos USD 15 000 y en la actualidad vende 1 500 al mes.

    Padilla cuenta que el producto es completamente artesanal. Lo más pedido es la sal marina con tomate y especias y la sal marina con especias.

    Sus productos se comercializan en pequeños locales de comida gourmet. Alexandra Guamán, administradora de La Frasca, en Cumbayá, cuenta que compra los productos de Terramare desde enero. «Llaman la atención por la presentación y por la tapa que funciona como molino. Tienen buena rotación».

    Matilde Erazo, propietaria de Ches Matilde, en el norte de Quito, también vende los productos. «En mi local se venden unos 12 frascos a la semana. Es un producto muy bueno y solicitado en especial por extranjeros que viven en el sector de Monteserrín».

    La marca
    La promoción.  Terramare tiene una página web (www.terramare-ec.com); también se promociona en Facebook.La oferta. Ofrece sal marina con especias; con tomate, ajo y especias; con ají y especias; con pimienta; y con limón y especias.

  • Con sus equipos, los restaurantes se lucen

    Redacción quito

    En 1994 Byron Lozada cambió la venta de hamburguesas, papas fritas, entre otras comidas rápidas, por la producción de equipos industriales para hoteles y restaurantes.

    «Tenía una cadena de locales en Ambato que creció bastante. De hecho, esa fue la década en la que se desarrollaron esta clase de sitios. A mí me tocaba comprar los equipos y me di cuenta que todo era importado y caro. Ahí me percaté que había una oportunidad de negocio en la producción local», explicó.

    Fue entonces que nació Alequip. Con una inversión de 1 millón de sucres arrancó, junto a un socio que ya no está, la fabricación de licuadoras industriales y peladoras de papas. Luego incursionaron en cocinas industriales, freidoras...

    La idea era que las empresas de hotelería, catering y alimentación den una oportunidad a los productos nacionales, de mejor calidad y resistencia que los importados. Y, en efecto, lo consiguieron rápidamente.

    La empresa incrementó su línea de producción y, actualmente, elabora equipos de cocción (hornos, máquinas de grill, cocinas eléctricas y a gas, etc.), equipos de refrigeración, muebles de acero inoxidable, equipos para catering, sartenes, entre otros artículos.

    Estos productos se fabrican en un terreno de 14 000 metros cuadrados, ubicado en Carcelén Industrial. Al inicio eran apenas tres trabajadores; ahora, 22.

    Uno de ellos es Wilter Túqueres, quien es uno de los empleados más antiguos de la firma. Él destaca el trabajo que se realiza en la empresa, que hasta hace dos años vendía sus productos a diferentes compañías distribuidoras.

    En ese tiempo, Alequip abrió un local de comercialización directa en el sector de la Rumiñahui, en el norte de Quito. Allí, además, vende artículos que no producen para restaurantes y hoteles.

    «Nuestro objetivo es satisfacer todas las necesidades de los clientes. Nosotros también les asesoramos para que puedan instalar sus restaurantes. Ellos vienen con una idea y nosotros les ayudamos a organizarse. Esto es importante porque en el mercado nacional se arriendan locales que no necesariamente estaban destinados a ser restaurantes. Con todo esto los negocios tienen éxito».

    Esto lo ha conseguido, por ejemplo, el local de comidas rápidas Papi Gallo. Esteban Báez, propietario de dicho local, destaca el servicio que brinda Alequip y la comodidad que ofrece en precios.

    Por ejemplo, una marmita importada puede llegar a costar USD 15 000, mientras que una de Alequip vale USD 5 000. Lo propio sucede con otros equipos.

    La explicación que Lozada da a esto es que han logrado desarrollar encadenamientos productivos que les permiten generar productos de calidad, cuyo precio se acomode a los consumidores.

    Cuentan, por ejemplo, con un proveedor nacional de partes y piezas, así como otro de acero inoxidable de calidad (evitan los componentes mixtos). Los motores son de fabricación brasileña.

    De hecho, los productos terminados en la línea de hotelería y restaurantes, competencia de Alequip, se importan de ese país, así como de EE.UU. y China.

    El reconocimiento de la empresa entre sus clientes le ha permitido expandirse hacia mercados extranjeros. Desde hace 10 años han equipado restaurantes en Pasto e Ipiales, en Colombia.

    Les gustaría expandir su producción, sin embargo, aseguran que es importante reforzar las líneas de financiamiento para este tipo de emprendimientos.

    La facturación

    Las ventas.  Alequip factura USD 1 millón al año. Byron Lozada, propietario de la compañía, asegura que le gustaría expandirse a otras provincias.

    El mercado.  La firma tiene clientes en todo el país. Su tarea es impulsar la cultura para el uso de equipos industriales.

  • El tradicional patacón ahora viene empacado y también como snack

    Redacción quito

    Pelar, freír, aplastar, freír y servir. Ese es el proceso para hacer patacones. Pero, ¿para qué hacer todo esto si ahora simplemente puede sacarlos de un empaque y comerlos sin mucho esfuerzo en su proceso de preparación? Esa es la alternativa que brinda a los consumidores la empresa Tutto Snack con su producto Patacón Chiflar, que está en el mercado desde julio del 2013.

    La idea, sin embargo, surgió hace un año y medio. «No hicimos un estudio de mercado sino que vimos que no había este producto (…) Desde ahí comenzamos a desarrollarlo y a mediados del año pasado comenzamos a venderlo en diferentes autoservicios a escala nacional», dice Adrián Holguín, gerente general.

    Precisamente, Patacón se puede observar en las perchas de Supermaxi, Megamaxi, Oki Doki, Fybeca, Sana Sana, Santa María y algunas tiendas Primax. Más adelante, una vez que en esta pyme se termine el rediseño del empaque conforme a las nuevas normativas oficiales, entregarán presentaciones pequeñas.

    La idea es vender empaques de 50 gramos, ya que actualmente solo hay las fundas de 100 y 200 gramos. La distribución del producto en el mercado local está a cargo de la empresa Reparti.

    Fernando Sánchez, gerente general de esta compañía, asegura que Patacón Chiflar es un producto de calidad e innovador, ya que no hay competidores en el mercado, por lo que la demanda crecerá. «Nosotros trabajamos con Tutto Snack desde sus inicios. Distribuimos el 100% de las marcas de la firma en el país».

    En efecto, esta empresa tiene ocho marcas, que incluyen ‘chitos‘, papas, cueros, chifles y bolitas dulces de maíz.

    La producción se inició en el 2010 con una inversión inicial de USD 85 000, impulsada por la experiencia de Holguín y su gerente de producción, Edmundo Alemán, quienes eran parte del mundo de la fabricación de alimentos.

    El trabajo de cuatro años le permitió a la firma, no solo desarrollar y vender sus propios productos, sino que se encuentran maquilando otros para Supermaxi, desde agosto del 2013. Para todos los procesos cuentan con 27 colaboradores.

    La pyme ha ido creciendo y en el 2013 alcanzó una facturación de USD 370 000. La meta, este año, es duplicar ese monto a través de la nueva línea de productos que esperan sacar al mercado. Entre estos se encuentran los patacones sabor a limón y jalapeño. La firma busca crear ítems con más valor agregado.

    Al mes, Tutto Snack fabrica 12 toneladas de productos. El 48% corresponde a snacks en general y el restante, patacones. Para la producción de estos últimos utilizan 8 000 kilos de plátano verde al mes, que lo compran a agricultores de Santo Domingo, El Carmen y Julio Moreno. Además, adquieren aceite vegetal.

    El proceso de producción es semindustrial, ya que ciertos pasos deben realizarse manualmente. Este negocio también ha trabajado en el desarrollo del empaque, con el fin de que el producto se mantenga fresco para el consumidor.

    Tutto Snack espera posicionar con fuerza el producto en el país. Incluso, más adelante, tiene previsto realizar convenios con otras firmas, para combinar otros alimentos con los patacones.

    Ahora, algunos consumidores, como Santiago Paredes, ya conocen de los patacones empacados y los consumen en el desayuno o con otras comidas.

    «Me parece súper novedoso. Yo no tengo mucho tiempo para cocinar porque trabajo en un hospital y esto es una buena opción cuando uno quiere una comida nacional, pero rápida».

    Entre los proyectos de la empresa está la exportación del patacón y otros snacks. Para este año espera participar en ferias clave para posicionarse en el país. «Estoy hablando con una Asociación de Emprendedores Innovadores y ya hemos también aplicado en Pro Ecuador«.

  • Moderna Alimentos: el trigo es la materia que alimenta su expansión

    Pedro Maldonado. Redacción Quito / LÍDERES

    En 1954, el barrio de la avenida América, en el centro norte de Quito, se caracterizaba por las imprentas y por las tiendas de barrio. En ese sector, ese año abrió sus puertas la Panificadora Moderna, un negocio que fue iniciativa de Gonzalo Correa Escobar.

    La capital ecuatoriana tenía cerca de 250 000 habitantes en esa época. Eso motivó a que esta naciente panadería desarrollara un modelo de distribución de sus productos en las tiendas del sector. Esos fueron los principios de lo que hoy es Moderna Alimentos, una firma que el año pasado facturó USD 135 millones.

    Entre 1960 y 1980, la Panificadora Moderna se mantuvo como una panadería tradicional. El trabajo artesanal fue la clave para que este negocio familiar se mantenga y crezca sólidamente durante la segunda mitad del siglo XX.

    A finales de la década de 1990, el país sufrió una severa crisis económica. Pedro Vega, director comercial de Moderna Alimentos, recuerda que antes de la crisis, las devaluaciones del sucre afectaban al negocio. Pero con la implementación de la dolarización llegó una etapa de estabilidad para la empresa.

    Esa situación dio paso a una nueva etapa. Para el 2007 ocurrió un movimiento clave, señala Vega. Molinos Electromoderno, con sede en Cajabamba (Chimborazo); Panificadora Moderna (en Quito) y Molinos del Ecuador (en Guayaquil) se fusionaron y surgió Moderna Alimentos. «La conexión fue el mundo del trigo. Además, incidieron temas de transporte, de costos y de volúmenes de producción de las tres compañías involucradas».

    Vega comenta que el proceso de fusión resultó complejo. Los números estaban claros, pero lo complicado fue integrar las culturas organizacionales y los modelos de trabajo. «Tuvimos que adaptarnos; fue retador y nos tomó entre dos y tres años consolidarnos».

    Tras la fusión llegó la innovación. Por eso, la empresa puso en el mercado una línea de pan de molde gourmet. Ese producto acaba de recibir un premio en Bélgica, en mayo pasado. El pan gourmet de la empresa fue premiado en los International Taste and Quality Awards, que cada año reúnen en Bruselas a 60 chefs y 60 someliers de prestigio.

    Este jurado «evaluó a ciegas» la calidad y el sabor de más de 1 250 productos de 75 países. Entre los ganadores estuvo el pan gourmet de Moderna Alimentos.

    La empresa reúne unos 850 empleados y sus ventas anuales crecen un 8%. Tiene molinos en Cayambe, Cajabamba y Manta, así como la panificadora en Quito y centros de distribución en Cuenca, Santo Domingo, Ibarra… Además cada año se destinan USD 3,5 millones para líneas de producción, automatizaciones, nuevas áreas de negocios, etc.

    Uno de sus canales de venta es Corporación Favorita. Allí la línea integral gourmet de Moderna Alimentos crece un 15% anual. Un vocero de la firma señala que Moderna Alimentos se atrevió a innovar en sus productos combinando frutos y cereales, «sumando al aspecto saludable y funcional del pan integral un sabor más amigable lo que les permitió ampliar la base de consumidores».

    La Cámara de Industrias y Producción considera que el premio obtenido en Bélgica es una muestra del esfuerzo, trabajo, innovación y compromiso del empresariado nacional. «Un reconocimiento de esta magnitud implica el impulso de la marca a escala global».

    Dos divisiones

    La división industrial. Esta parte del negocio se encarga de la venta de harina a firmas como Nestlé, Sumesa y panificadoras a escala nacional.

    La división de consumo. Allí está el pan empacado, las pastas y fideos marca Cayambe y harinas con la marca Ya. 

  • La Espol afronta el reto de los transgénicos

    Redacción Guayaquil

    Hablar de transgénicos levanta diferentes opiniones. No obstante, plantear su utilidad y las ventajas de desarrollar organismos que puedan resistir plagas o que mejoren la calidad de un producto, es el desafío que los centros de investigación toman en sus manos.

    La Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol) desarrolló una sesión de trabajo en la que se trató el tema de los transgénicos, su legislación y los resultados de las investigaciones que sobre el tema realiza el Centro de Investigaciones Biotecnológicas del Ecuador (CIBE). La cita se llevó a cabo en el campus Prosperina (norte de Guayaquil).

    Dejar de satanizar los transgénicos y aprovechar las oportunidades que ofrece es la posición que defiende Efrén Santos, investigador del CIBE. Este centro plantea entregar plantas de banano modificadas genéticamente y resistentes a enfermedades como la sigatoka negra, plaga que tanto afecta al sector bananero.

    El CIBE empezó este proyecto en el 2008, antes de que se aprobara la nueva Constitución. El art. 401 declara al país libre de cultivos y semillas transgénicas. Solo se permite una excepción: si el Presidente y la Asamblea creen necesario el ingreso de este tipo de semillas al país.

    Los miembros del CIBE proponen que el Estado revise este artículo, ya que en el proyecto no se importan semillas transgénicas como prohíbe la ley, sino que trabajan con cultivos autóctonos y experimentan con ellos. Otra variación que se trabaja es la inclusión de productos sisgénicos que, a diferencia de los transgénicos, son tratados con genes de la misma especie.

    Un proyecto de esta naturaleza puede tomar entre 10 y 15 años en su ejecución, debido a que el banano es una planta difícil de tratar. La primera fase del proyecto está finalizada en un 100%; la segunda, que es la fase de tratamiento de la especie, se encuentra en un 30%. Aún hay mucho por recorrer.

    Educar a la sociedad en estos temas es importante, ya que se busca abrir nuevos espacios en el país dentro de la rama de la ingeniería genética. El objetivo es utilizar estas técnicas, como una alternativa para mejorar los cultivos.

    Este tema se tratará en el Congreso Internacional de Biotecnología, que se realizará desde el 9 hasta el 12 de junio en el Hotel Sheraton (Guayaquil). En el encuentro se discutirán procesos de adaptación al cambio climático, tratamiento amigable de la planta del cacao y resistencia a fungicidas, junto con productores y exportadores agrícolas.

    Espol, además se reunirá en un congreso con otras universidades del país para difundir el sistema de acreditación internacional ABET, que certifica los niveles de competencia y calidad investigativa; en el caso de Espol, en las Ingenierías de Computación y Mecánica.401 es el art. de la Constitución que declara al país libre de semillas transgénicas