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  • Ma. Verónica Arias: Su misión es velar por lo sostenible

    Thalíe Ponce Redacción Guayaquil / LÍDERES

    Cuando María Verónica Arias habla del medioambiente, lo hace como si se refiriera a un amigo de muchos años. Lo personifica. Así, al interlocutor le queda claro que domina el tema.

    Es una de sus pasiones que, combinada con los estudios, la han llevado a ocupar destacados cargos en el área, como ser representante para Ecuador de la ONG ambiental estadounidense The Nature Conservancy, por ocho años; y ser parte del área legal del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

    Actualmente, esta quiteña preside el Centro Ecuatoriano de Derecho Ambiental (CEDA) y también es miembro del Directorio de Ceres, una ONG ambiental que funciona a escala global.

    Daniel Barragán, director ejecutivo del Centro, la describe como una mujer «alegre y capaz». Cuenta que la conoció en el 2001, cuando el CEDA estaba a cargo de la legislación de políticas de conservación. «El trabajo que inició en términos de conservación privada se ha convertido en una de las líneas de trabajo de la organización. Además, sus ideas han ido calando a nivel gubernamental». Destaca su trabajo con servidumbres ecológicas y con la biorreserva El Cóndor, ubicada en la cordillera del mismo nombre, que se encuentra en Zamora Chinchipe y Morona Santiago.

    Esta apasionada de la gastronomía es también miembro de ACD Consulting Firm, una empresa consultora, con sede en Quito. La firma ofrece soluciones globales en América Latina en los procesos de desarrollo e inserción internacional, con enfoques comerciales y ambientales.

    Allí, junto con otros dos abogados, trabaja como consultora para unas 20 empresas de diversos sectores productivos, como madereras, pesqueras, papeleras y textileras. Entre estas, por ejemplo, Pronaca y Aglomerados Cotopaxi.

    Para Arias, muchas firmas en el país ya están incluyendo la sostenibilidad como eje transversal de sus operaciones. Hay otras -dice- que ya están mostrando interés en el tema, a pesar de no aplicar las medidas necesarias todavía.

    Un ejemplo de esta vinculación con el mundo empresarial es su reciente participación en la conferencia Responsabilidad social, de la sensibilización a la acción; organizada por la firma Vallejo Araujo, en Guayaquil. Allí, destacó la importancia de que las empresas, sean grandes o pequeñas, trabajen con base en los parámetros de sostenibilidad. Su sueño, en el que ya está trabajando, es guiarlos hacia una producción amigable con el ambiente.

    Esta ambición la fue moldeando desde su época universitaria. La etapa de estudios en Washington (EE.UU.) marcó su vida. Allí, conoció a personas de todo el mundo, con intereses comunes; mientras cursaba una maestría en Derecho Internacional Ambiental, de 1992 a 1994, en The American University.

    Esos dos años le ayudaron a forjar su carácter. La diversidad de culturas con las que convivió le enseñaron a respetar otros puntos de vista. También, le otorgó una perspectiva globalizada.

    Otro punto importante de la estadía en EE.UU. fue desarrollar hábitos de estudio, como parte de una beca que le otorgó la Organización de los Estados Americanos (OEA). «Tenía que ser excelente. Fueron meses dedicados al aprendizaje permanente», recuerda. En ese país, también realizó pasantías en la International Union for Conservation of Nature, dedicada a la conservación de la naturaleza y los recursos naturales para la supervivencia de las personas.

    En 1994, regresó al Ecuador, donde, dos años después, fundó junto con otros nueve abogados el Centro Ecuatoriano de Derecho Ambiental (CEDA). En el 2003, se desligó de la entidad para representar al país en The Nature Conservancy, desde Quito. Luego, en el 2011, retomó la actividad y fue nombrada presidenta de la entidad. En esta organización, brinda consultoría a nivel gubernamental sobre políticas ambientales.

    Por ejemplo, está por iniciar un proyecto con la Defensoría del Pueblo, en la recopilación del marco legal ambiental. Dice que se debe a que con la inclusión de los derechos ambientales en la Constitución, están apareciendo juicios que esta entidad a veces no sabe cómo direccionar. «Es necesario que los jueces conozcan a fondo las políticas. Hace falta capacitación y se está trabajando en ello».

    Sus actividades laborales las combina con el servicio social. Fue Reina de Quito en 1987 y hoy es la presidenta de la Fundación Reina de Quito. Sofía Arteta, directora ejecutiva, dice que gracias a Arias están trabajando en la planificación estratégica de la fundación, lo que incluye delimitar la misión y la visión.

    Arteta, quien conoce a Arias desde hace 16 años, destaca de ella un rasgo de su personalidad: «Es muy entusiasta y transmite eso a quienes la rodean». Además, dice que Arias disfruta de compartir sus conocimientos. «Es excepcionalmente inteligente y profesional».

    Pero para esta amante de la lectura, no todo en la vida es estudios y trabajo. Su jornada laboral concluye a las 17:00, para terminar el día junto a sus hijas Isabella y Martina, de 13 y 15 años; y su esposo, Gonzalo Valarezo. Con ellos, disfruta de ir al cine y pasear los fines de semana. Él la define como una mujer entregada a las causas sociales y ambientales.

    Una pasión sustentada con estudio

    1994. Obtuvo una Maestría en Derecho Internacional Ambiental en The American University, en Washington,.

    2009. Recibió un Diplomado en Liderazgo Político del IDE Business School.

  • El Biocomercio, una oportunidad de negocio

    Redacción Guayaquil

    Ecuador es megadiverso. Con el 0,2% de toda la superficie del planeta, el país tiene el 7% de los mamíferos, el 16,6% de aves, el 4,6% de reptiles, el 7,2% de anfibios entre otras especies, según datos del Ministerio del Ambiente. Por todo este entorno, se busca crear negocios sostenibles basados en el aprovechamiento de los recursos que genera la biodiversidad El biocomercio data en Ecuador desde 1995. Se trata del conjunto de actividades de recolección y producción, procesamiento y comercialización de bienes y servicios derivados de la biodiversidad nativa. Es decir, el comercio de especies y ecosistemas, bajo parámetros de sostenibilidad ambiental explica Teddy Escarabay, de la Dirección Nacional de Biodiversidad del Ministerio del Ambiente.

    Para Escarabay, el biocomercio es la solución para generar recursos y detener la pérdida de estos. Pues, según asegura, comercializar especies como ranas, tortugas, semillas y raíces con un adecuado desarrollo sostenible puede generar oportunidades de negocio y a su vez conservar las especies.

    La exportación con fines comerciales de la flora y fauna es autorizada por el Ministerio del Ambiente. Según el Texto Unificado de Legislación Ambiental Secundaria (Tulas) de esa Cartera, la comercialización se realizará cuando las especies provengan de programas de manejos in situ, debidamente autorizados.

    El proyecto Facilitación de Financiamiento para Negocios Basados en la Biodiversidad ya tiene sus primeros resultados, desde su apertura en el 2011.

    La inversión en estos proyectos son de alrededor de USD 4 millones, financiados por el Fondo Mundial para el Medioambiente, Programa de Naciones Unidas, Ministerio del Ambiente, Corpei entre otras entidades.

    Ocho proyectos pilotos se han ejecutado hasta ahora. Uno de ellos es Sumak Mikuy, una asociación de cultivos de uvilla y mortiño de Cotacachi, a la que se le entregó USD 56 000. Esta firma vende su materia prima para los chocolates Pacari. Otra empresa que incursiona desde el 2010 en el biocomercio es Wikiri, que exporta ranas de cinco variedades distintas, hacia mercados como Alemania, Holanda, Canadá, Reino Unido, Japón y Estados Unidos.

    El biocomercio busca generar riquezas a nivel local y exportar aquellas especies que no habitan en otros países dice Giovanni Ginatta, coordinador nacional del proyecto. La exportación de especímenes y derivados de plantas va en incremento, desde el 2008.

  • El ambiente urbano es la compañía del menú

    Redacción Quito

    Para cinco jóvenes quiteños hablar de comida ecuatoriana es algo serio. Juan José Maldonado, Guillermo Robalino, Daniel Avilés, Francisco y Esteban Sosa decidieron crear un restaurante ecuatoriano, en el que hasta la decoración cuente algo del país.

    Estos emprendedores, vinculados al cine, la informática y la industria de vinos y alimentos, notaron que en el mercado no existía un restaurante temático de Ecuador. Por ello, decidieron incursionar en el negocio en enero de este año.

    Antes de iniciar su emprendimiento realizaron un estudio de mercado que les tomó cerca de seis meses. En ese tiempo acudieron a la mayoría de restaurantes de comida nacional de Quito, para estudiar el servicio que oferta este segmento.

    Luego de todo el proceso concluyeron que los sitios que ofertaban un menú ecuatoriano, no contaban con el ambiente adecuado u ofrecían productos importados, como los licores.

    Con las conclusiones sobre la mesa comenzaron a mentalizar cómo sería su restaurante. Ya con su proyecto definido invirtieron unos USD 80 000 para concretar sus ideas.

    Arrendaron un local en el norte de Quito, sector del parque La Carolina; eligieron ese sitio para llegar a los oficinistas y ejecutivos de ese perímetro.

    La consigna era que todo hable de Ecuador. Para ello establecieron alianzas con Cervecería Nacional y la marca de zapatos Venus, para la ambientación del local. Por ejemplo, las paredes cuentan con publicidad de Pilsener de décadas de 1960, 1970 y 1980.

    También, sillones antiguos, viejos televisores y equipos de radio, que fueron donados por sus abuelos, adornan el sitio.

    La idea era generar una combinación de conceptos, entre «la típica hueca y la casa de la abuela«, asegura Guillermo Robalino, uno de los socios del restaurante.

    Al menú de comida costeña serrana y oriental, se suma una carta de tragos y cocteles elaborados con marcas tradicionales del país, como Zhumir o Trópico Seco.

    Así, el 4 de septiembre abrió sus puertas La Calle. El nombre surgió debido a que en la vía pública el ecuatoriano consume desde comida hasta ingiere alcohol. Todas esas costumbres quisieron reflejarla en su marca.

    En estos casi cuatro meses, La Calle cuenta con una facturación promedio mensual de USD 28 000. La meta es alcanzar los 35 000.

    Los socios aseguran que no tienen un target específico, porque el oficinista que acude por primera vez a La Calle el fin de semana, lleva a otros miembros de la familia, como hijos o abuelos.

    A Rosana Merino, ama de casa, le pareció «un lugar diferente, alegre». Ella comenta que si bien el lugar es moderno también está el espacio para la añoranza. La decoración de los letreros de los buses o la sala antigua, le llevan al comensal a otra época.

    Mientras que Juan José Martínez, es estudiante de Economía de la Universidad de las Américas (UDLA), degustó de locro y fritada cuando acudió al lugar. El destaca el ambiente y cada uno de los detalles «Incluso, las llaves de los baños tienen boquillas de bombas; eso te lleva a tu época de la niñez». Ernesto Guerra, ingeniero en finanzas, señala que La Calle cuenta con un concepto innovador y «que invita a regresar».

  • ‘La explotación petrolera en el Yasuní sería un retroceso’: Ricardo Abramovay

    Redacción Quito

    Uno de los más renombrados especialistas en desarrollo social de América Latina, el brasileño Ricardo Abromavay, presentó su libro en Ecuador: ‘Más allá de la economía verde’. El autor es catedrático de la Universidad de Sao Paulo y ha liderado temas de investigación en diversos campos económicos. Él señala tajantemente que el intento de producir con más ecoeficiencia, de cambiar la matriz energética y de aprovechar mejor la biodiversidad, en efecto es muy importante, pero es largamente insuficiente para los retos que exige la situación actual.

    Ud. plantea ir más allá de la economía verde. Y coloca a las corporaciones como las llamadas a generar un cambio. ¿El Estado ha fracasado?

    Debemos repensar los propósitos, el sentido, los objetivos de la vida económica y, sobre todo, lo que la economía, las empresas ofrecen a la vida social. Dado que los recursos son cada vez más escasos y están amenazados, es necesario que el mundo de los negocios haga no solo cambios graduales y adaptativos a las situaciones actuales, sino cambios que permitan la oferta de productos y servicios que sean realmente bienes sociales y no como hoy, tantos productos y servicios que son males sociales.

    Pero, ¿cómo esperar que haya un éxito de la mano del sector privado, cuando desde los Estados no ha habido resultados esperanzadores? Por ejemplo, hasta ahora no se logra un acuerdo dentro del Protocolo de Kioto…

    Es vital cambiar la noción de tiempo: los tiempos del Estado, del sector privado y de las organizaciones multilaterales son totalmente inadaptados para los días actuales. En el Estado se utiliza el corto plazo; en las empresas es lo instantáneo; y las organizaciones multilaterales se han perennizado y no cambian a la misma velocidad que el mundo actual.

    ¿Ir más allá de una economía verde significa no tocar los recursos naturales de un Estado, aún si se tratara de una explotación eficiente?

    La respuesta no puede ser una respuesta puramente técnica. Tiene que ser una respuesta que sea dada también por la sociedad y, sobre todo, por los pueblos que están en las regiones donde esta explotación de recursos va a ocurrir. En América Latina hay un retroceso generalizado con relación a este tema. Las Naciones Unidas le llaman a esto «el proceso de reprimarización de América Latina».

    Sí, esta dependencia, esta primarización de la economía genera ingresos que pueden solucionar problemas sociales, sin duda, pero que es, hasta aquí, un factor que compromete el futuro en términos de industrias innovadoras dentro de la economía del conocimiento.

    En Ecuador, el Gobierno culpó a la comunidad internacional de no aportar para dejar bajo tierra las reservas petroleras en el Yasuní. Por ello, la explotación sería inevitable para sostener el modelo de inversión en escuelas, hospitales, etc., y sacar a los ecuatorianos de la pobreza.

    Sería justificable si hubiera evidencias fuertes de que no se puede obtener recursos de otra manera. Y, personalmente, no creo que haya estas evidencias; es decir, veo que existen varios fondos nacionales y multilaterales que pueden dar ese dinero. Un ejemplo: Noruega tiene el Fondo Amazonía para Brasil, pero nuestro país no logra hacer proyectos viables y ese dinero no se usa. No me parece razonable decir que la comunidad internacional prefiere que Ecuador explote petróleo a mantener proyectos sustentables, a través de su biodiversidad.

    Sin embargo, al ser un país extractivista y no haber podido cambiar su matriz productiva se hace necesario explotar esos recursos…

    Ecuador fue un país pionero y de vanguardia en la idea de cuidar a la Pacha Mama, de preservar los derechos de la naturaleza, el buen vivir, etc. Era la idea más importante del siglo XXI, sobre la necesidad de lograr una unidad entre sociedad y naturaleza para generar ingresos que enfrenten los grandes problemas socio-ambientales. Por eso, no comprendo por qué esta promesa no se logró cumplir. Me imagino que hay los justificativos para ello. Para los observadores de afuera, que admiran la Constitución ecuatoriana, esto no puede ser visto sino como un retroceso, porque sí hay recursos internacionales para que no se haga la explotación de petróleo en esa rica zona de biodiversidad.

    Cuando se decidió la posible explotación del Yasuní, el Gobierno ecuatoriano sentenció que lo hace porque «el mundo nos falló». ¿Dónde están esos recursos que usted dice?

    En estos momentos hay cinco o seis movimientos que buscan contribuir a la reducción de los grandes problemas socioambientales humanos. El más importante es el de la coalición de negocios que involucra al World Business Council for Sustentable Development. Otros son las Benefit Corporations, sistema creado en EE.UU. por empresas que han asumido compromisos socioambientales.

    La extracción, no obstante, ha servido para generar cambios en las matrices energéticas y productivas de las naciones de América Latina. Incluso se han logrado mejores tasas de crecimiento que en otras regiones.

    Para diferenciar: el crecimiento en China llega a través de la investigación; en Latinoamérica, a través del consumo. La gente acá mejoró su ingreso, pero le cuesta llegar más a su trabajo, por ejemplo.

    China invierte más en energía renovable que EE.UU. y crea más patentes que muchos países.

    Mientras que para nosotros el petróleo tiene una alta capacidad de atracción, por sobre las ideas de otras formas renovables y prometedoras de energía.

    Su libro es como una especie de profecía apocalíptica: «…o el mundo cambia su modo de producción económica o se viene la noche».

    Un factor de esperanza es la conjugación de movimientos sociales con medios digitales. Hoy, un ‘smartphone’ tiene la potencia de la computadora de todo el programa Apolo, de 1969; está en las manos de las personas y funciona en red, esto tiene una capacidad de promover cambios que es extraordinaria. Y no solo en la economía, por medio de la economía del compartir, sino también en la política, en la sociedad, en la cultura, esto es un elemento muy importante que da esperanza.

    UN REPASO POR SU TRAYECTORIA PROFESIONAL

    La formación. Economista y Profesor Titular del Departamento de Economía y del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Pablo, Brasil.

    Experiencia académica. Investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico.

  • Crédito ecológico, una nueva competencia

    Redacción Quito

    La responsabilidad social es un tema que cada vez más empresas aplican en sus políticas internas, por eso las instituciones financieras también suman esfuerzos en esa dirección y optan, como una de sus estrategias, por el cuidado del ambiente.

    Por ello, el crédito ecológico está posicionándose poco a poco en el mercado bancario. Banco Pichincha, Banco ProCredit y BanCodesarrollo ofrecen ahora líneas específicas para este propósito.

    En el caso del Pichincha, creó el producto Créditos Ecológicos, con el objetivo de «reducir el impacto ambiental y aportar con la sostenibilidad del planeta, el cual brinda tasas preferenciales para la creación y desarrollo de proyectos en los que intervengan el uso de energía eficiente y mejora del impacto ambiental».

    Esta institución ofrece cinco tipos de créditos en esta vía: para adquirir electrodomésticos con un menor consumo de energía, para compra de casas ecológicas, para financiar o ampliar el negocio con fines ecológicos, para adquisición de vehículos que utilicen tecnología de eficiencia energética (híbridos) y para emprendimientos agroecológicos.

    Por su lado, BanCodesarrollo financia todas aquellas inversiones que tengan como finalidad mejorar el ecosistema local y, por ende, la calidad de vida en las zonas urbanas y rurales.

    Específicamente, su línea de Crédito Ecológico permite acceder a dinero para recuperación de suelos, energía alternativa, protección de bosques y páramos y agroecología y soberanía alimentaria.

    Mientras que el objetivo del ProCredit es incentivar la inversión en maquinaria o equipos con eficiencia energética. Así, se extienden préstamos para renovación de aparatos con una antigüedad mayor a siete años, adquisición de maquinaria con calificación energética A o Energy Star, entre otros.

    Los beneficios
    Mayor atención. Los bancos se adaptan a los clientes. Por ello, sus garantías son más flexibles, hay mayores plazos de pago y sus tasas de interés son preferenciales.

    El impacto. Las empresas, por su parte, verán reducirse sus costos operativos y mejorar sus procesos y su productividad.

  • Una campaña para proteger a Galápagos

    Redacción Guayaquil

    Una campaña publicitaria se suma a los esfuerzos por la conservación de las Islas Galápagos. Esta vez, el Ministerio del Ambiente en coordinación con la Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos (ABG) y el Parque Nacional Galápagos lanzaron la campaña ‘Galápagos, el Paraíso Mejor Conservado del Mundo’. Esta pieza publicitaria tiene como objetivo mostrar al mundo todas las acciones y logros de las islas.

    La finalidad es mantener los altos niveles de conservación que hacen de Galápagos el archipiélago mejor conservado. En la primera etapa de la campaña se informará a los turistas y a los residentes, sobre los productos que pueden ser transportados y movilizados al y dentro del archipiélago, para evitar que ingresen especies invasoras.

    Alternadamente se promocionará una campaña probono: «Galápagos puede cambiarte a ti, pero tú no puedes cambiar la vida en Galápagos». Esta fue auspiciada por la ABG y Wild Aid, una organización internacional en contra del comercio ilegal de vida silvestre.

    La agencia Véritas DDB fue la encargada del comercial, el que participaron los cantantes Juan Fernando Velasco y Jorge Villamizar. La grabación del comercial le tomó al equipo creativo una semana y se realizó en las diferentes locaciones de la isla Santa Cruz.

    «Colaborar con la preservación de Galápagos es una obligación de los ecuatorianos; para nosotros es motivo de orgullo haber colaborado desinteresadamente en el desarrollo de esta campaña», dijo Horacio Chavarría, presidente ejecutivo alterno de Véritas DDB, en la presentación de esta estrategia.

    Detalles del plan
    La campaña. Fue lanzada el 25 de marzo en Guayaquil.

    Conservación. Los ecosistemas insulares y marinos son amenazados por la introducción de especies.

  • Lafarge confía en su nueva chimenea

    José Luis Rosales (I) Redacción Sierra Norte / LÍDERES

    Las piedras trituradas de caliza caen por un túnel abierto verticalmente en medio de la montaña. Por este lugar, denominado chimenea, que mide 292 metros de largo, se extrae la materia prima de la concesión minera Selva Alegre, código 122, de Lafarge Cementos, en Otavalo.

    El objetivo de esta infraestructura es reducir el impacto ambiental que produce el polvo y ruido de esta cantera, a cielo abierto. También se evita la caída de rocas por la ladera de la montaña, explica Eduardo Sánchez, gerente de esta planta de Lafarge. Con esta nueva tecnología se busca una práctica amigable con el ambiente en esta mina de la que se extraen 1,2 millones de toneladas de caliza al año. Ese es uno de los cuatro principales componentes del cemento. Los otros son arcilla, sílice y hierro. Con ello, esta firma produce 1,4 millones de toneladas de cemento anualmente.

    La mina, que tiene 50 hectáreas para explotación, está ubicada en el sector de El Quinde (Colibrí, en quichua), en el valle de Íntag, al occidente de Imbabura. De este sitio toma su nombre el proyecto de construcción de la chimenea, que también incluyó la apertura de un túnel de 540 metros de longitud, en la parte inferior de la mina. Por ahí sale el material sobre unas bandas transportadoras que moviliza las rocas molidas hacia el exterior. En una laptop, un obrero observa el correcto funcionamiento de este sistema a través de las cámaras de video, instaladas a lo largo del túnel.

    Previamente, el mineral es extraído de la cima de la montaña. En el sitio hay bancos descendentes, que forman una especie de gradas, de 12 metros de alto. Allí operan máquinas perforadoras y retroexcavadoras, que cargan el material en volquetas gigantes. Estas la movilizan hasta una trituradora, ubicada en la parte superior de la mina, que tiene una capacidad para moler 700 toneladas por hora. De ahí, la piedra desmenuzada se deposita en la chimenea, a través de bandas.

    María Gabriela Salazar, gerenta de Ambiente y Relaciones Comunitarias de Lafarge, recuerda que un manto de polvo, similar a un camino, se dibujaba por las laderas cuando las rocas se lanzaban libremente con el anterior sistema, llamado trasiego de mineral. La meta ahora es reforestar esa área erosionada.

    Antes, las rocas eran pulverizadas en una trituradora, situada al pie de la montaña, para luego ser cargadas en los volquetes, que eran operados a control remoto, para evitar accidentes por la continua caída de rocas y tierra.

    El proyecto Quinde arrancó en el 2010. Ese año se realizaron dos fases de sondeos de perforación para determinar las propiedades de la montaña rocosa.

    Los expertos de la empresa Cien Minas S.A. abrieron verticalmente varios orificios que en total sumaron 1 729 metros (a lo largo de 400 metros longitudinales), para determinar la composición del terreno. Con esos datos, la firma Stantec Consulting se encargó de la ubicación, dirección y diseño que debía tener el túnel y la chimenea.

    La construcción del subterráneo empezó en marzo del 2012. Para ello, fue contratada la firma Sevilla y Martínez Ingenieros (Semaica). David de Torre, jefe de seguridad del proyecto Quinde, explica que excavaron 602,5 metros del túnel. La estructura, que tiene en las paredes mallas y pernos de anclaje, mide 4,75 metros de ancho por 4,30 de alto. La apertura de este túnel se ejecutó en un año y cuatro meses.

    La mayor parte de este es en línea recta. Pero tiene una pendiente de 8 grados. En tanto, la chimenea es casi perpendicular, con una inclinación de 75 grados. Sánchez explica que eso permite el paso fluido del material.

    La chimenea fue excavada desde abajo hacia arriba. A este método los expertos le denominan Alimak. De eso, se encargaron técnicos de la empresa Ecuamontali, quienes perforaron las rocas y realizaron un sostenimiento de las paredes con mallas y pernos de anclaje. Esta tarea tomó ocho meses adicionales.

    La parte final del proyecto estuvo a cargo de Metal Mecánica (Metalcar S.A); en la obra civil y el montaje de la trituradora. Mientras que la firma Innovatrónica se encargó de instalar los equipos en el interior del túnel. Esto incluyó el montaje de las estructuras de las bandas transportadoras, que miden cerca de 1 km, y de un apilador del material. Desde ahí, la caliza aún es trasladada en volquetes a la factoría, situada a 60 km, en el sector de Perugachi, cerca de Otavalo.

    Lafarge en cifras

    El Grupo.  En su sitio web, la firma informa que se encuentra en 64 países, cuenta con unos 68 000 empleados y dispone de 1 604 sitios de producción (cifras al 31 de diciembre del 2011).

    La venta.  El 27 de mayo pasado, Lafarge anunció la venta de sus operaciones de cemento en Ecuador, por un monto de USD 553 millones, al grupo peruano Unión Andina de Cemento S.A.A. (Unacem).