Un informe sobre el sector inmobiliario de Guayaquil fue el primer gran reportaje que presentó LÍDERES, el 27 de octubre de 1997. En esa fecha circuló la primera edición de este semanario de Economía, Negocios y Emprendimiento, un producto de GRUPO EL COMERCIO. Desde entonces, LÍDERES ha circulado ininterrumpidamente por 23 años. En ese lapso, la publicación ha registrado miles de historias de empresas y emprendedores; se convirtió en un termómetro de la economía ecuatoriana; fue y es fuente de consulta de empresarios, emprendedores, catedráticos universitarios, profesores de colegio, estudiantes y público en general.
Desde entonces, y como todo emprendimiento, esta publicación periodística ha enfrentado y enfrenta desafíos permanentes. En medio de una pandemia que azota a todo el mundo, ahora las iniciativas de negocios deben apostar por una reinvención en medio del exponencial desarrollo tecnológico. LÍDERES no es ajeno a esa nueva realidad y, así como hace 23 años, continuará registrando en sus publicaciones, impresas y digitales, el pulso de la economía. Este es un compromiso que se renueva cada año.
Más de 200 nuevos productos de exportación ingresaron al mercado de la Unión Europea (UE), tras la entrada en vigencia, el 1 de enero del 2017, del acuerdo comercial entre el país y el bloque.
La información la dio a conocer el Ministerio de la Producción.
Entre los productos nuevos están jugos y concentrado de papaya, derivados de frutas y vegetales, grasas y aceites de pescado, suplementos alimenticios, tipos madera, maíz dulce, aguardiente, entre otros.
La UE es el principal socio comercial de Ecuador, con el 23% de las ventas; seguido de EE.UU., con el 20%; China, con el 18% y Alianza del Pacífico, con el 12%.
Otro de los logros del acuerdo, según el Ministerio, ha sido la posibilidad de acceder a cooperación y asistencia técnica.
Para el viceministro de Comercio Exterior, Daniel Legarda, el trabajo de la Embajadora europea en Ecuador, Marianne Van Steen, fue clave para que alcanzar el primer acuerdo de tercera generación.
La semana pasada, la diplomática recibió un reconocimiento por parte del Gobierno por el apoyo para la concreción del convenio comercial.
Colombia y Perú examinarán incorporación de Ecuador al acuerdo con la Unión Europea. Foto: Archivo: Líderes
Catorce años tardó Lacoste en volver a su Francia natal y lo hizo con un desfile festivo, recreando una pista de tenis en los jardines de Las Tullerías, en un homenaje al cine galo de los 90, que sirvió para reinventar el clasicismo de la firma en versión ‘high tech’.
La marca del cocodrilo más famoso de la moda sigue creando un armario inspirado por el deporte, como fue el motivo de su nacimiento en 1933, por su fundador René Lacoste, ganador de la Copa Davis en 1927, con un ADN caracterizado por la búsqueda de la comodidad, el chic, el movimiento y la originalidad.
Esta fue también la intención del diseñador de la casa, Felipe Oliveira Baptista. Para este 2017, en el que se celebran los 85 años de historia de Lacoste, mantuvo la esencia dándole un toque juvenil y urbano, inspirado en dos películas antagónicas: ‘La Haine’, de Mathieu Kassovitz, y ‘Conte dÉté’, de Eric Rohmer.
Los códigos de vestimenta de la calle de los años 90 que se aprecian en ‘La Haine’, película de culto del cine contemporáneo francés, se dejaron ver en prendas deportivas XXL y colores vivos. Además, se vieron nuevas formas de llevar la ropa: los polos son vestidos con mangas anchas o un cuello abierto que cae por el hombro.
‘Conte dÉté’ añade la nota burguesa de la colección en tonos pasteles, con americanas de doble botonadura, pantalones de talle alto con pinzas y, por supuesto, el clásico estampado de cocodrilo sobre sudaderas y cardigans de mangas amplias y caídas en un guiño vintage.
Lacoste está celebrando 85 años de historia. Foto: AFP
París acoge la mayor exposición jamás realizada de la firma francesa Dior, cuyos 70 años de historia están intrínsecamente ligados a su fundador, Christian Dior, para quien la base de la alta costura era el arte.
Unos 300 vestidos de alta costura, confeccionados entre 1947 hasta la fecha, 1 000 documentos y un centenar de obras de arte se exhibirán a partir del miércoles en el Museo de Artes Decorativos.
Nacido en el seno de una familia francesa de industriales, Christian Dior (1905-1957) fue un hombre de una gran cultura, que ejerció de galerista antes de convertirse en uno de los diseñadores más celebrados de la moda.
“No fue alguien que se interesara por el arte una vez hecha su fortuna, Dior partió del arte para ir hacia la alta costura”, recordó Olivier Gabet, director del museo y comisario de la exposición junto a la historiadora Florence Müller. En la muestra, hasta el 7 de enero, se ensalza como no podría ser de otra manera el ‘New Look’, el estilo que Dior concibió en 1947, después de la Segunda Guerra Mundial, dando a la mujer un ‘nuevo aire’, con cinturas ajustadas, faldas largas y anchas y hombros suaves. El ‘New Look’ no solo influyó en los diseñadores contemporáneos a Dior sino que sigue inspirando a los creadores actuales, así como a los seis directores artísticos que le sucedieron hasta ahora a la cabeza de la firma de alta costura.
Tras la muerte de Christian Dior, a los 52 años, el joven Yves Saint Laurent tomó las riendas. Su primera colección, ‘Trapecio’, le valió el apodo de ‘Pequeño príncipe de la moda’. También fue determinante su colección ‘beatnik’, inspirada en los motoristas.
Hoy en día, nombrada en el año 2016, la italiana María Grazia Chiuri es la primera mujer a la cabeza de la creación artística de la casa Dior.
Más de 300 creaciones de la casa son expuestas como parte de la exposición ‘Christian Dior, Coutier du Rêve’ Foto: Caroline Blumberg / EFE
Las prendas de alta costura que lucen accesorios naturales son la tendencia, según Alba González, gerenta de Produconstruc SA. Por ello, marcas de ropa y diseñadores internacionales utilizan en sus prendas los botones de tagua de esta firma ecuatoriana.
La empresa se dedica hace 16 años a la fabricación de discos de tagua de diferentes tamaños. Este producto de exportación es enviado actualmente a países como Italia, India, China, Turquía, Brasil, Chile y Corea del Sur. En esos destinos son procesados y convertidos en botones.
Según González, el sector ha pasado por momentos difíciles, pero en su caso la situación no la ha desanimado. Al contrario, le ha obligado a trabajar más para mantenerse en el mercado extranjero.
La empresaria cita, por ejemplo, que en el 2011 las exportaciones sumaban un precio récord que superaba los USD 2,4 millones y se enviaban más de 247 000 kilos en discos de tagua, principalmente a Europa y Asia. Luego, los precios comenzaron a caer: en el 2015, las exportaciones fueron por USD
677 000 y el año pasado bajaron a 589 000. Sin embargo, su negocio se ha mantenido y ha desarrollado campañas internacionales para promocionar el producto. Así, la marca ecuatoriana trabaja para ganar mercado.
La principal causa de la reducción en las ventas del sector ha sido la caída en el precio del petróleo. Esto ha generado que los clientes prefieran comprar botones más baratos, elaborados de poliéster, dice la gerenta de Produconstruc SA y también presidenta de la Asociación de Exportadores de Tagua del Ecuador.
La producción de discos de tagua tiene un largo proceso que puede durar casi cuatro meses desde su recolección hasta su presentación final.
Su elaboración pasa por un proceso artesanal no industrial. Es uno de los productos que más mano de obra genera por cada dólar.
Según González, en el país hay más de 1 000 familias trabajando en toda la cadena de producción de la tagua. Solo en Produconstruc SA se emplea a 25 personas y trabajan con más de 50 fábricas de artesanos.
La empresa se asienta en Manta, una de las zonas más secas del país, “ideal para que la tagua se seque en menos tiempo”. Es un sector menos húmedo y con lluvias menos frecuentes durante el año.
El proceso comienza con la recolección. Las comunidades recogen el producto desde el campo y lo envían a los centros de acopio en cada parroquia. Luego, es trasladado en camiones hasta la empresa, en Manta.
El proceso es el mismo durante todo el año, aunque disminuye en época de invierno. Una vez que la tagua llega a la empresa, se esparce en sus patios sobre tendales y los discos se quedan ahí durante 60 días. Es el proceso de secado.
En ese tiempo la tagua pierde el 60% de humedad, lo que ocasiona la reducción de su peso. Por ejemplo, de 100 quintales recolectados se llegan a obtener 40 quintales.
Una vez transcurridos los 60 días, la tagua es pelada a mano y luego pasa por las sierras, donde se realizan ‘tajadas’ de diferentes tamaños. Los artesanos conocen la precisión con la que deben manejar las máquinas: ni un milímetro más ni un milímetro menos.
En la última fase, la tagua nuevamente es seleccionada a mano. Los artesanos deben corroborar que ninguno de los discos cortados esté dañado o quebrado.
Una vez que el producto está listo, la selección de los mejores discos para la exportación toma alrededor de 10 días.
A partir del procesamiento de la tagua se puede elaborar un sinnúmero de accesorios, que no solo se limita a la confección de botones. Aunque la empresa se dedica exclusivamente a la exportación de discos o moldes para botones, hay un mercado nacional que gusta de la compra de pulseras, anillos y collares elaborados a base de tagua.
La empresa opera con todos los cuidados que se requieren y se exigen en el área artesanal. Pero, además, aprovecha los residuos que deja el proceso de confección de los moldes. Por ejemplo, los desperdicios -dice su gerenta- son usados como combustible para quemar ladrillos. Además, el polvo que se obtiene de la tagua es vendido como alimento para el ganado.
La misión de la empresa es seguir sosteniendo la economía manabita a través de la generación de empleo y fomentado el ingreso de divisas al país.
Fotos: Joffre Flores / LÍDERES
Los empleados trabajan con sierras con que cortan la tagua en diferentes tamaños. Luego, seleccionan a mano los mejores discos y verifican que no estén dañados.
Todo parece haber confabulado para que Luis Alonso Buitrón sea el diseñador de prendas de cuero, que visten tanto indígenas como mestizos.
Este artesano de Cotacachi, en Imbabura, lleva 40 de sus 70 años de vida confeccionando zamarros, chalecos y fustas de cuero. También, hace sombreros, de ala ancha y copa alta, de cartón.
Esa es la vestimenta infaltable que lucen los danzantes, especialmente, del Inti Raymi (Fiesta del Sol, en español) y los jinetes que participan en los diferentes paseos del chagra en el país. La vocación de Buitrón era ser músico. Incluso, se trasladó a Quito para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música, pero asegura que no pudo cursar la carrera porque la institución cerró temporalmente sus puertas.
Luego viajó a Bogotá, Colombia, para cultivarse en esa misma carrera. Sin embargo, no pudo cumplir su sueño por falta de recursos económicos. En esa urbe se casó con Fany Bejarano y empezó a trabajar en un taller de manufacturas de artículos de piel, como carteras, bolsos y maletas.
El oficio no era desconocido para Buitrón, pues su padre, Alonso, era un conocido talabartero en el cantón imbabureño. El patriarca fue especialista en la confección de artículos para viajeros.
Tras permanecer tres años en Colombia, Buitrón retornó a Ecuador para visitar a su familia. Pero, días antes de regresar a Bogotá murió su progenitor. El repentino fallecimiento le obligó a quedarse en su ciudad natal.
Ahí decidió abrir su propio taller y empezar la fabricación de los zamarros. Estas especies de pantalones se los elaboran con pieles de chivo o llama, cuero y hebillas metálicas.
Una de las cosas que inspiró a este obrero para incursionar en esta rama es el baile que realizan, a partir del 21 junio, los indígenas de la localidad para rendir homenaje a la Pachamama (Madre Tierra) y al Taita Inti (Padre Sol), que coincide con el solsticio de verano.
Para esta temporada los trabajos empezaron desde febrero pasado. En los cinco meses alcanzó a confeccionar 50 zamarros. Fabrica uno en un día y medio.
Una de las cosas más difíciles es la provisión de las pieles, especialmente de chivo. Yurisan Buitrón, hija mayor del artesano, desde Cuenca, ciudad en donde reside, le ayuda a conseguir por Internet la materia prima.
Alonso Buitrón ha visitado Saquisilí, Latacunga, Ambato, Riobamba y Guaranda para adquirir las membranas. Asegura que cada pieza de piel de chivo, la adquiere hasta en USD 200. Para confeccionar un zamarro se necesita dos. En tanto, una de llama no supera los USD 50. Por ello, el costo de cada prenda fluctúa entre USD 130 y 450. Los zamarros de pelaje largo son más costosos.
Por estos días, este taller, que está ubicado en la calle 10 de Agosto, en el centro de Cotacachi, es quizás uno de los más visitados porque los zamarros están de moda este mes. El lunes pasado, Mauricio Bonilla llegó de la comunidad de La Calera para cotizar un zamarro de piel de chivo para él y otro para su hijo Alexis, de 8 años. Le costaba USD 510.
Los pantaloncillos se exhiben en dos aparadores. Hay de colores negro, café y blancos. Estos últimos son los de mayor demanda y los pedidos llegan incluso desde los cantones Pedro Moncayo y Cayambe, en el norte de Pichincha. En el caso de los danzantes kichwas los tonos los diferencian entre una comunidad y otra.
Los vecinos de Morochos, por ejemplo, prefieren las prendas blancas. Los zamarros representan el poder de las comunidades indígenas de forma colectiva.
El taller de Buitrón, ahora conocido como El Zamarro del Poder, forma parte de la Ruta del Cuero, una propuesta turística impulsada por el Municipio local para aprender y valorizar talleres artesanales que funcionan por cerca de medio siglo de vida, señala Verónica Cerpa, jefa de turismo del Cabildo local.
En el recorrido, que tiene una duración de tres horas, también se visita una curtiembre artesanal, un taller de curtiduría y repujado, otro de instrumentos andinos y finaliza en el Museo de las Culturas.
A los visitantes se les explica que la producción de cuero de Cotacachi trasciende antes de la presencia española, pues se elaboraban rústicamente indumentarias y artículos con piel de soche. Así se asegura en las crónicas locales.
El talabartero Alonso Buitrón, de Cotacachi, muestra orgulloso parte de su última producción de zamarros. Foto: Francisco Espinoza para LÍDERES
¿Qué puede tener en común una botella de Coca-Cola con el Chanel N° 5, el Volkswagen Beetle (escarabajo) o el Levi’s 501?
Tanto o más que ellos, es un ícono de la cultura popular. Pocos objetos tan baratos han sido más valorados que el envase verdoso que vio la luz hace 100 años en Terre Haute (Indiana), a 800 kilómetros de Atlanta, la capital de Georgia, donde el químico y farmacéutico John Stith Pemberton inventó la bebida más famosa del mundo, en 1886.
Su forma sensual, que le mereció el apelativo de contour (contorno) –al parecer acuñado en los años 20 por una publicación francesa–, no solo se sigue diseccionando en las facultades de diseño, sino que ha sido fuente de inspiración para artistas de la talla de Andy Warhol y Salvador Dalí.
De hecho, para celebrar el centenario de su emblemática botella, Coca-Cola organizó una muestra de arte itinerante, que el 3 de mayo del 2015 llega a su quinto y último día en el Aeroparque Juan Pablo II, en Medellín, la única ciudad colombiana contemplada en la gira internacional.
Pero la contour no solo es objeto de estudio de la academia y eje de exposiciones, sino que permanentemente se recicla en los hornos de la industria cultural. Basta recordar su papel protagónico como conflictiva herramienta divina en la película Los dioses deben estar locos (1980) o la metáfora erótica del músico panameño El General, que una década después le cantaría a una mujer “bien buena” que “parece una botella de Coca-Cola”.
¿Quiere cacao?
No obstante, lo más sorprendente de esta larga historia no es que un objeto cotidiano y utilitario se haya instalado tanto en el salón de la fama del diseño como en el imaginario popular, sino que una creación tan celebrada haya nacido por accidente.
La chispa se encendió el 26 de abril de 1915, cuando la Asociación de Embotelladores de Coca-Cola decidió gastar USD 500 en el desarrollo de “una botella tan distintiva que pueda reconocerse con solo tocarla en la oscuridad o al verla rota en el suelo”. En esos tiempos, los envases de gaseosa eran casi genéricos, con los lados rectos y de vidrio café o transparente. Esto facilitaba la competencia desleal de productos como Koka-Nola y Ma Coca-Co, cuando no de los inescrupulosos que retiraban las etiquetas del producto original y las pegaban en sus copias.
La convocatoria antipiratería de los embotelladores fue enviada a ocho fabricantes de vidrio y llegó a las manos del sueco Alexander Samuelson, capataz de la Root Glass Company, con sede en una pequeña población de Indiana, que envió a dos de sus trabajadores a la biblioteca local para que investigaran y le trajeran ideas.
Entonces, la fórmula secreta de la Coca-Cola, que tantos réditos le ha traído a la compañía de Atlanta, volvió a obrar su magia. Como no conocían los ingredientes, Earl Dean y Clyde Edwards dedujeron que el nombre de la bebida tenía que ver con el cacao (cocoa en inglés).
Consultaron la edición de 1911 de la Enciclopedia Británica para saber más sobre él, y la ilustración que encontraron los inspiró. Dean bosquejó un envase que imitaba la forma alargada y los pliegues del fruto americano y, bajo la dirección de Samuelson, se elaboraron muestras. El resultado fue la voluptuosa botella que aparece debajo de estas líneas, la cual recibió una patente a nombre del sueco el 16 de noviembre de 1915. La propuesta de la Root Glass Company ganó el concurso de los embotelladores y fue adoptada en 1916, después de afinar un poco la forma, pues las pronunciadas curvas del diseño original ralentizaban la producción.
Se definió entonces que seis empresas de Estados Unidos fabricarían el nuevo envase y que este sería de color german green (verde alemán), referencia que con el paso del tiempo se transformó en Georgia green. Las primeras contour pesaban más de una libra: 411 gramos de vidrio y 184 mililitros de contenido.
Desde entonces la hemos visto baja o alta, gorda o estilizada, con tapa metálica o plástica, con etiqueta o con la marca grabada o pintada en el vidrio, transparente o incluso totalmente cubierta con plástico decorado –en Navidad, por ejemplo–. También la hemos visto de plástico y de aluminio, y hasta dibujada sobre las relucientes latas rojas que salen de las máquinas de comestibles. Pero siempre es la contour.
“Hay tres cosas muy importantes con las que Coca-Cola trabaja a diario. La primera es su fórmula secreta, que casi 130 años después se mantiene –pese a un infortunado intento de renovación en 1985–. La segunda es su logo, que no ha cambiado desde 1886, cuando lo creó Frank M. Robinson, el contador del doctor Pemberton. La otra, la botella, sí ha cambiado, y mucho… Pero lo maravilloso es que siempre representa a Coca-Cola perfectamente. Incluso, solo con ver la silueta sabes inmediatamente lo que es. Así que lo que estamos celebrando hoy es el espíritu de la contour, los primeros 100 años de distinción de un empaque perfecto”, concluye James Sommerville, vicepresidente global de diseño de Coca-Cola.
¿Qué curiosidades sobre la marca le gustan más?
Además del hecho de que el diseño de la botella fue un error, fue la primera gaseosa en ir al espacio, en 1985. Inicialmente en latas, pero años después pusimos un dispensador en el transbordador. Otra curiosidad es que en nuestros archivos hay una barra de chicle de Coca-Cola, porque la compañía le licenció el nombre a un fabricante entre 1907 y 1914. En eBay podríamos conseguir unos USD 8 000 por ella.
¿Cuáles son los hitos artísticos de la botella ‘contour’?
Toda discusión sobre el tema debe comenzar con la obra Coca-Cola (3), de 1962, de Andy Warhol. Él tomó este objeto cotidiano, utilitario, y lo elevó al estatus de arte. También está Robert Rauschenberg con su Plano de Coca-Cola (1958), que cambió la forma en que la gente veía lo cotidiano desde la escultura. Y Salvador Dalí puso una botella de Coca-Cola en un juego de fútbol americano (Poesía de América-Los atletas cósmicos, de 1943)… ¿Qué puede ser más especial que eso?
¿Cuál es el legado más importante de la marca?
Todo el que toca una Coca-Cola se beneficia de ella: compramos vidrio, invertimos en publicidad y creamos empleo en muchos países, por no hablar de la satisfacción cuando la tomas. Pero no se trata solo de un impacto económico, sino también humanitario. Cuando hay un desastre natural, somos los primeros en estar allí. Algo que pocos saben, por ejemplo, es que en los 60 fuimos uno de los mayores proveedores de la vacuna de la polio en Latinoamérica, pues nuestros camiones van a todas partes.
¿Qué campaña publicitaria de Coca-Cola le ha gustado más?
I’d Like to Buy the World a Coke (Quisiera al mundo darle hogar), de 1971, con todos esos jóvenes cantando en una colina. Coca-Cola es una fuerza unificadora, y quizás la única marca que podría hacer algo así. ¿Se imagina lo mismo con una salsa de tomate?
¿Y el objeto más preciado de la colección de Coca-Cola?
La fórmula de la bebida, un secreto industrial que la compañía jamás ha revelado. Es como el algoritmo de Google.
La fórmula de la bebida, un secreto industrial que la compañía jamás ha revelado. Foto: Archivo/ LÍDERES.
Desde 1997, Freddy Cajamarca (41 años) emprendió un negocio de marroquinería y accesorios en cuero, ubicado en el centro de Cuenca, que se mantiene hasta hoy.
Con los años, este emprendedor identificó que sus diseños necesitaban renovarse. Por ello, en el 2010, ingresó a la Universidad del Azuay, para estudiar Diseño Textil y Modas. Lo que aprende en las aulas lo traslada, con la elaboración y comercialización, a su marca Marcini, que factura cerca de USD 5 000 al mes.
Al ingresar al local de Cajamarca se destaca un maniquí vestido en cuero amarillo, rojo, fucsia, verde… tipo Carnaval de Venecia, una suerte de tributo a los arlequines. Este traje lo diseñó para un trabajo de cuarto ciclo en la universidad. Al lado de esa figura, las perchas exhiben carteras, cinturones, billeteras, calzado y chaquetas, en cuero animal y sintético.
Cajamarca conjuga su pasión por la marroquinería con los negocios. Diseña carteras para mujeres, de entre 20 y 55 años de edad, y tiene un catálogo compuesto por más de 600 diseños. En 1997, Marcini facturaba cerca de 800 000 sucres al mes (USD 200 al cambio de esa época).
Las tendencias en diseño no son los únicos conocimientos que ha adquirido en la universidad. También el mercadeo y la elaboración del plan de negocios. Esto le ha servido para promocionarse y atraer más clientes.
Uno de los compañeros de aula de Cajamarca es Daniel Crespo, quien admira la actitud y perseverancia de este emprendedor, porque con su ejemplo inyecta ánimos a los demás compañeros.
Además de sus amistades, sus clientes están satisfechos con el producto. Margarita Tamariz compra estos bolsos y asegura que con el uso diario, las carteras duran hasta seis años. “Además, los diseños y colores son de vanguardia”.
Para Maribel Delgado también es una opción viable, porque “los precios promedian USD 30 y la calidad es buena”.
La relación con los proveedores también es positiva. Así lo afirma la asistenta de Ventas de Curtiembres Naciente (norte de Cuenca), Teresa Maldonado, quien atiende los pedidos de Cajamarca desde el 2002. “Es una persona seria, con la que no hemos tenido problema durante una década haciendo negocios”.
Este emprendedor asiste de 07:00 a 13:00 a clases. A esa hora se dirige a su almacén, que abre hasta las 19:00, y va a su casa a hacer los trabajos de la universidad. Normalmente se acuesta a la 01:00.
Esta jornada aparenta ser agotadora, pero Cajamarca la disfruta, porque le gusta su trabajo, crear, diseñar y ampliar su gama de productos.
Para el 2014, el propietario de Marcini tiene previsto graduarse. Sin embargo, ese título no cambiará su rutina, ya que su pasión es crear productos para su propia marca. Eso sí, tendrá el conocimiento sobre las nuevas tendencias en texturas, materiales y diseño. Cajamarca está abierto a nuevas opciones. De hecho, entre sus creaciones hay piezas de cuero con lona y paja toquilla. También quiere añadir telas para crear artículos más coloridos.
[[OBJECT]]Federico y Alexis Tapia fundaron Pacfish en el 2002, aprovechando sus conocimientos en el sector de pescado fresco y con valor agregado. Federico Tapia había trabajado en una procesadora de productos del mar en Guayaquil. Su primo Alexis tenía experiencia en operaciones de comercio exterior en Miami (EE.UU).
Federico Tapia, gerente de la firma, dice que la inversión inicial fue de unos USD 20 000, que se usaron para pagar el servicio de procesamiento del pescado, en una planta alquilada, ubicada en el sur de Guayaquil. En esa época solo exportaban pescado fresco en avión, a EE.UU.
Hoy, la planta donde se procesa el producto está ubicada en un sector industrial de Mapasingue Oeste (norte). El espacio es alquilado, pero tiene los equipos para el procesamiento que ha comprado la firma. La inversión llega a USD 300 000. A final de año la firma prevé mudarse hacia una planta propia en la Vía a la Costa.
El producto de Pacfish llega a mercados tan lejanos como Namibia, en África, o hacia Taiwán, China o Vietnam, en Asia. También exporta al menos hacia siete ciudades en la Costa Este y Oeste de EE.UU. y a la Unión Europea (UE).
El 2011 fue un año de expansión. Esto permitió ventas de USD 12,5 millones, que equivalen a casi 1 500 toneladas (t) en productos, explica el Gerente.
Tapia afirma que la empresa comenzó a crecer de forma más pronunciada a partir del 2004, cuando se mudaron a las instalaciones actuales. “Adaptamos la planta a los requerimientos de las autoridades sanitarias, como el Instituto Nacional de Pesca, para exportar productos congelados a EE.UU., Europa y Asia”.
El proceso productivo de Pacfish comienza con el abastecimiento del pescado que llega de toda la Costa del país, desde El Oro hasta Esmeraldas. En general, los proveedores son distribuidores mayoristas. Luego, el producto es enviado a la planta en dos camiones propios y otros de terceros, para su procesamiento.
La línea de congelados, en el caso del pescado, consiste en exportar el pez en porciones, limpio de piel, espina y sangre, y empacado al vacío. Es el caso del dorado, que Pacfish exporta a los EE.UU. Al pez se lo conoce como Mahi Mahi.
Fervacargo es la empresa que obtiene los cupos de las aerolíneas y maneja la carga de Pacfish. La gerenta de Operaciones, Verónica Alarcón, dice que la relación con Pacfish es óptima. “Es una empresa seria que cumple con sus compromisos con responsabilidad y puntualidad”.
La opinión es compartida por Josué Aráuz, del área comercial de Ensocorp. “La relación de trabajo es excelente. Son serios en la relación comercial”. Esta firma es proveedora de cerca de 10 000 cajas de cartón para exportación, al mes.
Para Tapia, un aspecto estratégico es exportar tomando en cuenta las temporadas de pesca en el Litoral del país. En el caso del dorado es de noviembre a febrero; la de merluza, de marzo a octubre; o la de camarón de mar (pomada), de abril a octubre. Este último lo envían a Bélgica a la compañía Klaas Puul, que produce canguil de camarón. En el corto plazo, Pacfish espera adquirir maquinaria para aumentar en al menos el 30% de la producción en la nueva planta.
La Insignia
Leticia Carranza / área de producción: ‘hay oportunidades de crecimiento’
Ingresé a esta compañía hace 7 años. En esa época me desempeñaba como asistente de control de calidad. Entre mis funciones estaban el control de calidad, realizar los análisis organolépticos, recepción de materias primas, verificar las condiciones en que llega el producto…
Actualmente, soy Supervisora General de Producción. Me encargo del manejo general de la planta y también el personal. Controlamos la recepción de insumos, empaques, hielo, todo lo que concierne al aspecto de producción.
Un reto importante es entender la necesidad de nuestros trabajadores y entender el perfil de cada uno. Así conseguimos un buen trabajo en equipo. Por otro lado, la relación con la gerencia es excelente. Considero que hay oportunidades profesionales de crecimiento en la empresa.
El Holding Tonicorp se constituyó en el 2011, para agrupar a las empresas Industrias Lácteas Toni, Plásticos Ecuatorianos y la distribuidora Dipor. Para Francisco Alarcón Fernández-Salvador, presidente del holding, el objetivo fue consolidar a las empresas, formar un Directorio y permitir que las acciones del Holding Tonicorp salgan al público.
Alarcón destaca que el 2011 fue un año positivo y que las empresas del grupo generaron una importante cadena de valor.
El Holding Tonicorp alcanzó ventas por USD 426 millones y las utilidades fueron de cerca de USD 30 millones, en el 2011. En este año esperan ventas por USD 482 millones. Un crecimiento esperado por la demanda del mercado y por el lanzamiento de nuevos productos. En el ámbito laboral, en este consorcio se generan cerca de 1 400 empleos directos.
Otro aspecto del desarrollo fueron las exportaciones. Toni coloca sus productos en Estados Unidos, Venezuela o Colombia; Plásticos Ecuatorianos a mercados como Perú, Colombia, Chile y el Caribe.
La distribuidora Dipor, que distribuye productos del grupo y de terceros, espera crecer y pasar de los 90 000 a los 100 000 puntos de venta en este año.
Las inversiones también crecieron. Es el caso de la construcción de una nueva planta de Toni. Se proyecta que en dos años esté lista y requiere un total de USD 42 millones. En el caso de Plásticos Ecuatorianos se busca aumentar la producción y lanzar nuevos productos. En este caso comenzaron las primeras inversiones de un total de USD 8 millones, proyectados para los próximos dos años.
En el mismo lapso, Dipor espera concretar inversiones por USD 11 millones, para la compra de vehículos, apertura de oficinas comerciales, entre otros planes.
Para Alarcón, la mayor satisfacción está en la generación de trabajo. Destaca la estabilidad en los empleos del grupo y las alianzas estratégicas que se desarrollan con pequeños productores agrícolas.