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  • Utensilios hechos de madera para rescatar el arte

    Redacción Quito

    (F)  Contenido Intercultural

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    Elaborar artículos de madera a mano es una tradición ecuatoriana que, con el pasar de los años, ha ido perdiendo fuerza.

    Sin embargo, aún existe gente que quiere rescatar esta práctica para aprovechar este material.

    Fabrizzio Ayala y María Augusta Cruz, diseñadores industriales, encontraron una forma de conservar este arte plasmándolo en piezas que son de uso cotidiano.

    En mayo de 2019, los emprendedores decidieron crear Espiral Estudio, en este espacio elaboran utensilios para cocina hechos, en su gran mayoría, con madera.

    El emprendimiento se denomina Espiral Estudio por el proceso que se emplea en cada artículo.

    “Para el nombre nos basamos en la forma de elaboración; el torno que utilizamos y cada movimiento al momento de tallar la madera”, menciona Ayala.

    La pasión por el diseño, la madera y la cerámica fueron las razones por la que estos dos jóvenes decidieron emprender.

    El objetivo de tener este espacio es rescatar la tradición de elaborar artesanías a mano.
    Al iniciar con el proyecto, Ayala y Cruz invirtieron ahorros que tenían más la ayuda económica que recibieron de sus padres.

    Fueron alrededor de USD 1 000 que utilizaron para adquirir las herramientas y materia prima.
    En la fabricación, cada producto pasa por un proceso creativo; lo primero es bocetear la idea de las piezas en modelos en 3D, después se elige en qué material se utilizará y finalmente se elabora.

    Los proveedores de madera son pequeños aserraderos locales.

    Ayala comenta que él mismo acude a seleccionar el material para obtener buenos productos.

    Por otro lado, está la cerámica; esta materia prima la consiguen de un proveedor en Cuenca.
    Este mismo proveedor entrega esmaltes para la decoración de las piezas que diseña Cruz.
    Lo que caracteriza a este emprendimiento es que todas las piezas son elaboradas a mano.
    Los propietarios tratan de fusionar materiales como la madera, cerámica y yute en sus artículos.

    En un inicio los emprendedores creyeron que su idea llegaría a amas de casa, pero a varios restaurantes les gustó esta iniciativa.

    Uno de los establecimientos a los que distribuyen estos utensilios es ‘La Caleta’, restaurante ubicado en Cuenca.

    Diego Gutiérrez, propietario de ese establecimiento, menciona que utilizan la vajilla del emprendimiento para servir los postres.

    “Estoy muy contento con el trabajo que realizan y considero que ellos serán mis proveedores de aquí en adelante”, dice Gutiérrez.

    Por el momento, los propietarios de Espiral Estudio están enfocados en crecer más con los utensilios para restaurantes.

    La visión que tienen a futuro es diseñar objetos decorativob que lleven la misma temática de rescatar la producción de artesanía de madera hecha a mano.

    María Augusta Cruz y Fabrizzio Ayala son los propietarios de Espiral Estudio; su taller está en el norte de Quito: Foto: Cortesía: Espiral Estudio
    María Augusta Cruz y Fabrizzio Ayala son los propietarios de Espiral Estudio; su taller está en el norte de Quito: Foto: Cortesía: Espiral Estudio
  • La lectura fue el pilar para su crecimiento

    Redacción Cuenca

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    El gusto por la lectura es una herencia familiar que fue inculcada por su abuelo, su progenitor y su madre. Ellos incentivaron esa afición en la arquitecta, María Augusta Hermida, y en su hermana Tania, la cineasta.

    La literatura nacional fue la temática preferida durante la infancia y adolescencia de la actual Directora del Grupo de Investigación Ciudades Sustentables Llacta Lab. Luego optó por la latinoamericana y la ciencia ficción.

    Uno de los primeros libros que la cautivaron fue ‘Un mundo feliz’, del británico Aldous Huxley. “Se planteaba qué estaba pasando con la humanidad en ese entonces”. Fue publicada por primera ocasión en 1932.

    Su gusto por la lectura influyó en la toma de sus decisiones para su formación profesional. Ella empezó sus estudios universitarios en la Politécnica Nacional siguiendo Ingeniería de Sistemas. Luego incursionó en Sociología y Filosofía. Finalmente llegó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca.

    “De alguna forma en esta profesión confluyen las ciencias técnicas, las sociales y la creatividad y el arte. Esta posibilidad de acceder a un conocimiento interdisciplinario se abrió por la lectura”, señala María Augusta Hermida, quien también es catedrática de la Universidad de Cuenca.

    Entre los libros más importantes que ha leído para su formación está la ‘Teoría del proyecto’ del arquitecto catalán Helio Piñón. Es un texto transcendental que ella recomienda a quienes están estudiando esta carrera porque aporta con las bases de lo que se debe considerar como una buena arquitectura. “Como debe ser rigurosa y consistente… Fue mi libro de cabecera durante mi tesis doctoral, que realice en la Universidad Politécnica de Cataluña”.

    La publicación ‘Momentos estelares de la humanidad’ de Stefan Zweig también está entre sus predilectos porque tiene un mensaje esperanzador: la genialidad de una persona o un momento determinado o casual generaron cambios radicales en la historia.

    La actualidad, dice Hermida, plantea muchos desafíos por el cambio climático, necesidad de nuevas energías… y “este libro da esperanzas de decir que somos capaces”.

    La lectura también le ha sido fundamental en la dirección del Grupo de Investigación Ciudades Sustentables. Un texto fundamental, señala, es ‘Ciudades para la gente’, de Jan Gehl, que orienta para que las urbes sean pensadas desde el punto de vista de las personas y tener alta calidad de vida.

    A ella le gusta leer en papel porque las imágenes impresas dicen mucho y permiten aprender. También le gusta acceder a varias publicaciones a la vez. En ocasiones, solo le interesan capítulos o artículos, muy puntuales, para la producción científica en la que está inmersa.

    Su horario preferido es por la noche porque suele dormir muy tarde. Según Hermida, la lectura le permite tener un momento de ocio y la posibilidad de aprender desde otras miradas. Y es una herencia que también ha inculcado en sus dos hijos.

    María Augusta Hermida y sus libros en su departamento en Cuenca.
    María Augusta Hermida y sus libros en su departamento en Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua para Líderes
  • El arte se impone en las portadas de estas libretas

    Mayra Pacheco

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    Las portadas de las libretas que se confeccionan en Betero se han convertido en un lienzo para el talento ecuatoriano. En este espacio, el primero que ven los usuarios, se muestran obras de artistas urbanos, diseñadores, pintores e ilustradores.

    En estas libretas, que parecen obras de arte, destacan flores, frutos, nevados, volcanes, fiestas populares de Ecuador, símbolos precolombinos, paisajes, retratos y diseños de bandas de música.

    Johanna Valdivieso, propietaria de Betero, comenta que para elaborar las portadas se trabaja con ocho artistas, con la banda Swing Original Monks y, próximamente, Guardarraya. Ellos reciben regalías por su trabajo y se reconoce la autoría de cada obra.

    Para Juan Sebastián Aguirre, quien difunde sus diseños con esta iniciativa desde hace cinco años, incluir sus obras en la portada de las libretas Betero es positivo, porque la gente puede apreciar y conocer el arte y cultura de autores locales.

    Con este producto diferenciado desde hace seis años, Betero -que tiene una década en el mercado- busca difundir el arte ecuatoriano, ofrecer un material de calidad para sus clientes y servir como una fuente de inspiración.

    Los materiales con los que se confeccionan estas libretas son biodegradables y de alta calidad. De acuerdo con las preferencias de ejecutivos, diseñadores u otros profesionales se puede elegir hojas llanas, con cuadros, líneas, puntos, agendas. Estos se encuentran disponibles en tamaños que caben en la palma de la mano o, los más grandes, boceteros. Además, el papel soporta trazos hechos con lápices, esferos, marcadores, tintas, acuarelas y otros.

    Irving Ramó, artista visual y diseñador de la banda Swing Original Monks, comenta que en estas libretas ha podido usar óleo y hasta aerosol para hacer sus diseños, incluso, ahora algunas de sus obras se imprimen en la portada de estos cuadernos.

    La elaboración de las libretas es a mano. En Betero trabajan nueve personas. Inicialmente, eran solo dos: Valdivieso y su pareja Juan Francisco Martínez, quien también diseña.

    La capacidad de producción es de hasta 4 000 libretas por mes. Pero se trabaja bajo pedido. Incluso se elaboran diseños personalizados para instituciones.

    Betero diseñó 2 000 cuadernos para la Cumbre Hábitat III que se realizó en Quito, en el 2016. Y en el 2010, envió 400 libretas para la tienda del Museo de Luovre, en Francia, por pedido del cartelista polaco, Michal Batory.

    Camila Khalifé, propietaria de Café Botánica, solicita también libretas personalizadas. Estas se entregan, cada mes, en los talleres que se dictan a los aficionados a esta bebida como parte del material y resulta muy útil.

    Las libretas de Betero se venden en la Francisco Salazar y Tamayo, en Quito y www.betero.com.ec. También en Librería Española, Rayuela. En Cuenca y en Galápagos.

    Estas tienen un costo desde USD 5 hasta 35, según el tamaño. Al año se factura alrededor de USD 200 000 y la visión es ampliar su portafolio y exportar.

    Johanna Valdivieso, propietaria de Betero, muestra las  libretas que se venden en Quito, Cuenca, Galápagos y en redes sociales. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
    Johanna Valdivieso, propietaria de Betero, muestra las libretas que se venden en Quito, Cuenca, Galápagos y en redes sociales. Foto: Mayra Pacheco / LÍDERES
  • Estos cuellos contienen materia prima de Imbabura

    Flavio Novillo

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    Una prenda con diseños andinos que simplifica a la tradicional bufanda.Paula Jácome es la directora de arte de Ananay. Esta empresa de servicios artísticos y de animación incursionó a mediados de 2016 en la venta de productos textiles, con una línea de cuellos.

    El nombre del negocio está basado en una palabra quichua, que sirve para describir objetos bonitos. El emprendimiento utiliza diferentes tejidos que le proporcionan tres familias de Imbabura. El producto tiene en la parte exterior una composición de poli algodón y en el interior una tela hipo alergénica. Jácome explica que el diseño genera un microclima en el cuello sin apretar la garganta.

    “Todos somos andinos”, afirma la emprendedora. Los diseños de sus prendas tienen una influencia indígena que se combina con toques de la diseñadora. Con una inversión de   USD 1 000 comenzó la producción de 50 cuellos de distintos colores y diseños con motivos andinos.

    Jácome recuerda que en la feria de diseño independiente La Carishina, en diciembre de 2016, se vendieron todas las prendas que llevó para la exhibición.  El emprendimiento continuó el año pasado con la manufacturación de accesorios complementarios como carteras, billeteras, estuches. Además, sacó a la venta chalecos para niños, prenda que se creó a partir de pedazos de telas restantes de la elaboración de otros productos textiles.

    Las prendas son elaboradas con diseños creativos e interculturales. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Las prendas son elaboradas con diseños creativos e interculturales. Foto: Julio Estrella / LÍDERES

    Para Jácome, lo más importante es que el cliente pueda conocer que en la cadena de producción se aplican procesos de comercio justo con sus proveedores. Los productos de este emprendimiento se exhiben en su página de Facebook o en Z Lifestyle Gallery, en Cumbayá. Cada cuello cuesta USD 30. Al mes, este negocio comercializa alrededor de 10 bufandas, lo que representa una facturación de unos USD 300.

    Carolina Benalcázar compró un cuello debido a que necesita una prenda abrigadora por el cambiante clima de Quito. Ella cometa que conoció del concepto de proceso de comercio justo de Ananay y como cliente se siente bien de contribuir con una economía socialmente responsable.

    La empresa tiene varios proyectos de colaboración con artistas de la escena alternativa. Uno de ellos es José Orellana, vocalista de La Madre Tirana, quien vistió una chompa de Ananay para su presentación en el festival Saca El Diablo de este año.

    Actualmente, Jácome trabaja en una nueva línea de ropa que también ocupará el concepto de reutilizar materiales. Se elaborará ropa unisex: camisetas, blusas, chompas, enterizos, entre otros.

    La colección continuará con detalles de diseños tradicionales indígenas. También propone una combinación en el contraste de colores y formas, afirma Jácome. El negocio prevé en junio hacer el lanzamiento oficial. Espera realizar un show room con pasarela y música en vivo. Además, Ananay trabaja en la remodelación de su página electrónica.

    En la página de Facebook, por su parte, este negocio explica a los clientes que todas sus prendas y accesorios tienen una garantía de por vida y se las puede arreglar.

    Paula Jácome junto a sus productos en las oficinas de Ananay. Este negocio fabrica cuellos tejidos y otros accesorios con diseños andinos. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Paula Jácome junto a sus productos en las oficinas de Ananay. Este negocio fabrica cuellos tejidos y otros accesorios con diseños andinos. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Arte, emprendimiento y diseño en un solo espacio

    Evelyn Tapia

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    El gris en las paredes y el piso contrasta y casi se pierde entre el colorido de las piezas que llenan cada rincón de Estudio Aura.

    Cuadros de monstruos coloridos, flores de papel, bordados a mano, adornos de cerámica, esculturas de animales tridimensionales y modernos muebles comparten espacio en los 72 metros cuadrados de esta ‘concept store’ (tienda concepto).

    Estos espacios se caracterizan por ofrecer a sus visitantes una experiencia de acercamiento al arte, la cultura y la moda. Es una tendencia que ya tiene historia en París, Milán y Londres, pero que en Ecuador comienza a surgir.

    Gabriela Álvarez, arquitecta, y su esposo Ramón Torres, publicista, son los creadores de este emprendimiento que comenzó con una inversión de USD 40 000.

    Aquí, la pareja conjuga tres actividades que le permiten facturar unos USD 20 000 mensuales. La primera es la venta de los muebles que ellos diseñan; la segunda es la exposición y venta de obras de arte; y la tercera es la concesión de un espacio a emprendedores que no pueden tener un local propio, para que vendan sus productos.

    Torres cuenta que la idea surgió en el 2015, cuando se casaron y buscaban mobiliario para su hogar. “Salimos a buscar sillones, mesas y encontramos que la oferta no era de nuestro agrado, buscábamos cosas un poco más alternativas, y si había, los precios eran demasiado altos”.

    Así se aventuraron a amoblar su casa con muebles diseñados por ellos mismos y el resultado fue bueno. “Cuando venían visitas les gustaba lo que teníamos, nos pedían que diseñen algún mueble parecido”, cuenta Álvarez.

    Los primeros meses trabajaron bajo pedido, sin local.

    Aunque el negocio iba bien, con la experiencia de Álvarez en diseño y la de Torres en mercadeo, la pareja decidió que no quería tener una simple mueblería, sino “un espacio de diseño en el que apoyáramos el talento local”, dice Torres.

    Por eso, hace un año crearon la marca Estudio Aura y abrieron la ‘concept store’, al norte de Quito.

    En Estudio Aura actualmente comparten espacio unos 14 emprendedores y 11 artistas.
    El sistema de consignación consiste en que el artista o emprendedor deja su producto en la tienda y si se vende, el Estudio recibe un 30% de la venta.

    María José Fábrega, que pinta cuadros y diseña joyas hace ocho años, cuenta que gracias a este espacio no solo ha podido llegar a una mayor cantidad de clientes, sino que al conocer a otros artistas como ella, siente que forma parte de una comunidad.

    “La curaduría del espacio es excelente, la calidad de todo lo que muestran está a la misma altura y respetan mucho la línea de cada uno, no meten productos que compiten entre sí”, cuenta.

    Estas actividades no le han restado fuerza a la parte del negocio que se relaciona con el diseño de muebles. El 60% de sus clientes son personas de menos de 40 años que buscan muebles para sus departamentos, cuenta Álvarez.

    Actualmente cuentan con un catálogo de unos 50 tipos de productos (cunas, estanterías, sillones, camas y sillas, entre otros) de los cuales la silla estilo ‘Acapulco’ es la estrella.

    Allí producen unas 40 al mes y se aseguran de que la calidad “no tenga nada que envidiarle a una silla mexicana”, dice Torres.

    El emprendedor, que es mexicano, cuenta que hace años había aprendido a elaborar este estilo de silla de estructura metálica cubierta con hilos de plástico pvc, que se popularizó en los años 50’.

    Ahora buscan socios estratégicos para vender estas sillas y sus creaciones en otras ciudades.

    En el norte de Quito está Estudio Aura, en donde se expone mobiliario para decoración de interiores de autoría de Gabriela y Ramón, además,creaciones de artistas y emprendedores. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    En el norte de Quito está Estudio Aura, en donde se expone mobiliario para decoración de interiores de autoría de Gabriela y Ramón, además,creaciones de artistas y emprendedores. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Un lugar que siembra la semilla del arte

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    La melodía de un piano invade los pasillos del Centro Cultural Artisteca, ubicado en el Centro Histórico de Quito. El sonido proviene de una sala en la que un grupo de niños aprende a tocar el instrumento musical.

    El arte es el idioma en todos los espacios de Artisteca. Mientras en un salón realizan estiramientos para una práctica de danza, en otro, parejas de jóvenes bailan al ritmo de la salsa.

    Los más pequeños, en cambio, ponen a prueba sus habilidades artísticas, con tijeras, lápices de colores y acuarelas.

    El centro cultural es uno de los proyectos bandera de responsabilidad social de la entidad financiera Diners Club. Leticia Cordero, coordinadora de Artisteca, aclara que no se trata de una academia sino de un lugar de acercamiento al arte, principalmente para la población de menos oportunidades.

    La labor de Artisteca se divide en varios componentes. El primero son los talleres de diferentes expresiones artísticas: música, danza, teatro, artes plásticas y literatura. Los cursos no solo se imparten en el Centro, también en fundaciones y en ONG que trabajan con personas vulnerables.

    Micaela Aumala, de 26 años y madre soltera de una pequeña de 5 años, asiste al centro junto a su hija. En este lugar, la niña aprende de dibujo y pintura experimental, armonía musical, monigotes artísticos, danza y estimulación sensorial. Mientras ella aprovecha el tiempo asistiendo a clases de baile estilo latino o danza moderna.

    “Mi hija está feliz. Le ha ayudado a perder el miedo escénico. A mí me relaja bastante”, cuenta Micaela, quien de esta forma aprovecha las tardes con su hija.

    Los talleres se ofertan de forma permanente, en cinco ciclos anuales, con duración de dos meses cada uno. En cada ciclo se ofrecen alrededor de 70 talleres, con un alcance aproximado de 1 500 participantes. El lugar está abierto al público de martes a sábado, de 08:00 a 19:00 horas.

    Otro de los componentes de Artisteca es el acompañamiento en aula, mediante el cual se ofrece a docentes herramientas para impartir sus clases de manera innovadora, a través del arte.

    Karina Revelo es maestra de primero de Básica en la Unidad Educativa Rafael Larrea. Una vez por semana, un guía de Artisteca narra cuentos a sus alumnos, valiéndose de recursos fonéticos y expresiones corporales. “Lo hace de una forma más creativa”.

    El espacio artístico también realiza visitas culturales con los cursantes a teatros, exposiciones artísticas y musicales.

    Además, ofrece su estudio de grabación para la realización de mezclas y masterizaciones de cualquier género musical. El costo varía según un estudio socioeconómico que realiza Artisteca de los interesados.

    El quinto componente del centro cultural es la realización de concursos anuales en diferentes géneros artísticos, dirigidos a jóvenes estudiantes, de entre 14 y 18 años de edad.

    Retorec es uno de ellos. En este concurso se premia a composiciones musicales; en Atapalabras, cuentos de ficción; mientras que en Crear­teco, la creación de arte en colec­tivo, siendo el único concurso donde la participación es por colegio.

    La semana pasada se premió a los ganadores de Atapalabras, que en esta edición tenía como temática ‘Superhéroes ecuatorianos’. El primer lugar se lo llevó Eduarda Troya, con el cuento Colithi, cuyo protagonista era un colibrí que salva de los incendios a la ciudad.

    La música es una de las expresiones artísticas que se imparten en el Centro Cultural Artisteca. Foto: Galo Paguay /LÍDERES
    La música es una de las expresiones artísticas que se imparten en el Centro Cultural Artisteca. Foto: Galo Paguay /LÍDERES
  • En esta heladería se vende arte tailandés

    Redacción Sierra Centro

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    A diferencia de una heladería tradicional, en Sweet and Rolls los clientes miran a través de un mostrador como su helado pasa de un estado líquido a sólido. Participar en el proceso de elaboración y documentarlo todo con los teléfonos móviles es parte de la experiencia.

    La base líquida del helado se transforma en rollos, luego se colocan en recipientes y se decoran con aderezos. Se trata de una innovadora técnica tailandesa.

    Los heladeros de Sweet and Rolls tuvieron que capacitarse durante casi dos meses para lograr dominar la técnica que consiste en colocar un líquido cremoso sobre una plancha enfriada a – 40 grados centígrados por un congelador industrial. Luego, al mezclarse con frutas, postres o chocolates, se transforma en una base para helado que tarda tres minutos en alcanzar la textura apropiada.

    Lograr una mezcla perfecta y homogénea depende totalmente de la habilidad del heladero. Él debe mezclar con rapidez los ingredientes utilizando únicamente dos espátulas, luego extender la preparación por la plancha, para recogerla en forma de rollos de 10 centímetros.
    “Nos costó mucho trabajo dominar la técnica, sobre todo porque se trata de una idea nueva que aún no existía en el país, por lo que tampoco había capacitación”, admite la emprendedora, Daniela Arias.

    Ella sintió pasión por los postres y los negocios desde la infancia, y logró concretar su sueño de abrir un negocio propio, que combina sus dos pasiones, a sus 21 años.

    Aunque en ocasiones, su edad también se convirtió en una limitante. Obtener un crédito bancario para iniciar el negocio fue la principal dificultad.

    “Traté de conseguir un préstamo en todos los bancos y cooperativas, pero los asesores de crédito desconfiaban por mi edad, muchos nos dijeron que no podríamos cumplir con las cuotas”, recuerda sonriente.

    Cuando finalmente obtuvo un crédito por USD 20 000 adquirió los equipos para fabricar el helado, bases importadas, y mobiliario de estilo ‘vintage’, para ambientar el pequeño local, situado frente a la Plaza Eloy Alfaro, en el centro de Riobamba.

    El local empezó a funcionar en junio pasado, pero creció rápidamente por la técnica novedosa y la presentación característica de los helados. Se sirven en rollos, se decoran con crema, y los clientes pueden elegir entre tres salsas especiales, que se sirven en jeringuillas junto al helado.
    En los primeros meses de funcionamiento, el promedio de ventas ya supera los USD 3 500.

    Ahora, la nueva prioridad es la expansión. En las próximas semanas una nueva línea de bebidas se añadirá el menú, y aunque la sorpresa no puede relevarse antes de la presentación oficial, Arias afirma que los refrescos son muy singulares y novedosos.

    Además, están cerca de inaugurar sucursales en Ambato, Quito y Guayaquil, por lo que preparan una nueva inversión de USD 30 000 para adquirir más equipos y mobiliario. A largo plazo, esperan ingresar con su franquicia a los centros comerciales.

    Ángel García, Patricia Guzmán, Daniela Arias y Andrea Zavala, en la heladería. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Ángel García, Patricia Guzmán, Daniela Arias y Andrea Zavala, en la heladería. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • El arte de esta maquillista está de moda en Riobamba

    Cristina Marquez

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    Daniela Jara es una de las maquillistas más jóvenes de Riobamba, solo tiene 21 años y ya cuenta con un amplio estudio de maquillaje y peinados, que se diseñan de forma personalizada para cada clienta y de acuerdo a cada ocasión. El servicio se inicia con una conversación. Esto es indispensable en el proceso creativo, pues ella se toma su tiempo, entre 30 y 40 minutos, para analizar cuidadosamente a las mujeres.

    No solo estudia los rasgos faciales y el tipo de piel, que es lo usual en el maquillaje, sino que también hace un estudio de colorimetría y personalidad para decidir los mejores tonos y técnicas que recomendará a su clientela. “El maquillaje no es transformismo. Aquí buscamos destacar los rasgos de cada mujer”, explica Jara.

    Su técnica se caracteriza por la combinación precisa de tonos y acabados naturales, para que su maquillaje no luzca sobrecargado o pastoso. La idea es que, al salir de la estética, la mujer siga luciendo como ella misma. La selección de colores es el paso clave.

    “Ella es una conocedora, una artista. Sabe exactamente qué tipo de producto es más conveniente para las necesidades de mi piel, por eso no la cambio por nadie”, dice Gabriela Haro, una de las clientas más asiduas.

    La mayor cantidad de clientas pide una combinación de tonos sobrios y elegantes con un acabado natural, pero de alta definición. Daniela explica que eso solo puede lograrse con la selección correcta de productos, por eso sus vitrinas están llenas de bases de maquillaje, polvos, sombras, brochas y una infinidad de cosméticos de diversas marcas.

    Al menos un 30% de su capital inicial (USD 20 000), se invirtió en la adquisición de maquillajes de Alemania y Estados Unidos, que marcan la diferencia en los acabados. Otra parte del dinero se invirtió en mobiliario y la decoración de su local ubicado en el cuarto piso de un edificio situado en el centro de Riobamba.

    El local se inauguró en abril del 2014, aunque la idea del emprendimiento surgió unos meses antes. Daniela optó en aplazar su sueño de estudiar leyes para capacitarse como maquillista cuando contrajo matrimonio. Ella buscaba un trabajo que le permitiera cuidar de su familia y a la vez desarrollarse profesionalmente. En un inicio instaló su estudio de maquillaje en su casa, y sus primeras clientas fueron sus amigas y familiares. Su talento para lograr vistosas combinaciones de color se popularizó rápidamente, por lo que decidió iniciar su negocio. Sus padres y la familia de su esposo le ayudaron a reunir el dinero y a adecuar el salón, tal como lo imaginaba en sus sueños. “Hicimos un breve estudio de mercado y vimos necesidades insatisfechas. Las redes sociales estaban poniendo de moda nuevas tendencias y las chicas buscaban esa modernidad y valor agregado”, recuerda Jara.

    El primer servicio adicional fue una escuela de maquillaje para que sus clientas no solo obtuvieran un maquillaje para una ocasión especial, sino que puedan aprender los mejores trucos para sacarle provecho a sus rasgos físicos. Otro servicio es la colocación de pestañas postizas con una técnica extranjera, que consiste en incrustar cabello por cabello.

    Pero el servicio estrella es el maquillaje social, artístico o de fotografía. Un maquillaje sencillo cuesta USD 20, pero hay paquetes especiales para quinceañeras o novias que pueden costar hasta USD 250. Los paquetes más costosos son los de las novias. Incluyen maquillaje y peinado de prueba para las dos ceremonias, civil y eclesiástica, además se incluye maquillaje para la madre de la novia y para su dama de honor.

    El negocio de Daniela Jara dispone de productos de maquillaje comprados en Estados Unidos y Europa, está ubicado en el centro de Riobamba, la capital de Chimborazo. Foto: Glenda Giacometti/LÍDERES
    El negocio de Daniela Jara dispone de productos de maquillaje comprados en Estados Unidos y Europa, está ubicado en el centro de Riobamba, la capital de Chimborazo. Foto: Glenda Giacometti/LÍDERES
  • Coleccionistas de arte rompen el misterio

    Agencia EFE

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    De tradición discreta, cuando no secreta, la pasión coleccionista brilla con raro esplendor desde hace meses en los mejores museos de París, con fondos históricos como el del ruso Serguéi Shchukin y actuales como el de la empresaria española Alicia Koplowitz, la francesa Agnes B. o el sultán Sooud Al-Qassemi.

    Muestras en curso, recién terminadas o en preparación, prometen o permiten disfrutar de inéditas y en general irrepetibles experiencias artísticas, prueba de que los coleccionistas prefieren hoy compartir su arte más temprano que tarde.

    Nada que ver con la manera en que figuras de siglos pasados como los Jacquemart André o Nissim de Camondo legaban al Estado al final de sus días los palacios y colecciones.

    Koplowitz sorprendió a finales de junio con la muestra ‘De Zurbarán a Rothko. Colección Alicia Koplowitz-Grupo Omega Capital’, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

    Casi al mismo tiempo, Al-Qassemi, fundador de la Fundación Barjeel en Sharjah (Emiratos Árabes Unidos), dio a la temporada que termina en el Instituto del Mundo Árabe la exhibición ‘100 obras maestras del arte árabe moderno y contemporáneo’.

    La tendencia sumará en octubre la exposición ‘Extranjero residente’ en La Maison Rouge, con la colección inédita del empresario y distribuidor de cine francorumano Marin Karmitz, dueño de las cadenas de cines MK2, quien promete explorar “el siglo XX, sus tragedias y lugares, de Europa a EE.UU.”.

    El septiembre, el Museo Marmottan Monet,  París, inaugurará la muestra ‘Monet coleccionista’.
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  • El arte de negociar y los datos, su valor agregado

    Valeria Heredia

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    Con solo 32 años, Washington Toaza se sentó a discutir el Tratado de Libre Comercio con los EE.UU. junto a los grandes equipos de negociadores latinoamericanos, que buscaban cerrar esta alternativa comercial.

    Esta experiencia, en el 2006, fue única para este quiteño, ya que ganó la experiencia necesaria para enfrentar los retos, que años después se presentaron en su vida.
    El más importante, hoy por hoy, es su actual cargo de presidente y socio de Grupo MerchantBansa, que se dedica al mercado de valores y a la asesoría financiera.

    A este cargo llegó después de enfrentarse a los negociadores estadounidenses, colombianos y otros. Ellos tenían una amplia experiencia en materia de inver­siones, finanzas e incluso trató con autores de libros que estudió en la universidad.

    Esto le obligó a fortalecer su nivel de preparación y a realizar cambios en su vida. Sus horas de sueño se redujeron a cuatro y sus lecturas principales fueron los tratados internacionales.

    Estas acciones no complicaron la vida de este ingeniero co­mercial. Al contrario, lo volvieron una persona más preparada y lista para enfrentarse a cualquier ­negociación.
    El ser parte del grupo de negociadores representó un antes y un después en la vida de Toaza. Cuando comenzaron las negociaciones, el hombre sentía un gran compromiso por conseguir un acuerdo.

    Pese al tiempo invertido y al estudio demandado por los negociadores ecuatorianos, el tratado con EE.UU. no se concretó. Esto no fue un fracaso para este hombre de retos, por lo que dio la vuelta a la página y continuó con su camino.

    Luego de dos años de estas mesas de diálogo, Toaza salió con una experiencia mayor en el ámbito de las inversiones, las finanzas y, sobre todo, con una responsabilidad de trabajar por el país.

    Entonces retomó la actividad que le apasiona: el mercado de valores, al que estuvo vinculado desde los 18 años, cuando ingresó a la Bolsa de Valores Quito como pasante. Luego, Toaza ascendió a otros cargos por su talento y conocimientos en el mercado.

    Mónica Villagómez, quien fue presidenta del Directorio de la Bolsa de Valores Quito, señala que este quiteño es una persona investigadora y analítica, que apunta a buscar nuevas alternativas para mejorar su trabajo.

    Su ‘chispa’ y su personalidad afable son dos de sus fuertes, ya que lo convierten en un hombre con un temperamento agradable y alegre, señala Villagómez.

    En esto coinciden sus actuales compañeros de trabajo, con los que maneja una buena relación.

    Pablo Espinel, asesor estratégico de Toaza, reconoce que ha aprendido varias cosas del actual presidente del Grupo MB.

    En lo profesional, este quiteño es generoso con los conocimientos y tiene una visión moderna de lo que quiere hacer con la empresa. “Tiene una visión amplia para transformar la compañía en una espacio que potencie sus servicios para hacerla más productiva”.

    En lo personal, Espinel coincide con Villagómez en que tiene una personalidad agradable y abierta, que permite un acercamiento entre él y sus colaboradores.

    En su recorrido por el mercado de valores, las finanzas y las negociaciones, su familia fue uno de los pilares, que le impulsó a salir adelante. Su esposa, quien es contadora y auditora, y sus dos hijos apoyaron en este camino.

    Cuando él habla de su familia, varias anécdotas llegan a su mente. Su primer hijo no comparte su pasión hacia los negocios o las finanzas, pero sí es un apasionado de la música.

    Y con razón. Cuando Toaza supo que sería papá, el primer regalo que compró fue unas maracas. Además, juntos descubrían más sobre la música. Precisamente, esta es otra de las pasiones de este ingeniero comercial.

    En su oficina, ubicada en las avenidas Colón y Amazonas, hay un sinnúmero de instrumentos musicales. Un bongó en la esquina de una sala y unas maracas forman parte de su espacio. La salsa, por ejemplo, alegra su cuerpo y lo invita a bailar, explica entre risas.

    Este hombre alegre y apasionado no solo está vinculado a los números o a la Bolsa, también es un apasionado de los libros. Él considera que la lectura es básica para cualquier ser humano, porque vuelve a las personas cultas y con un amplio conocimiento de lo que es la sociedad -dice- citando a su padre, quien inculcó la importancia de la lectura y del estudio.

    Los retos para un hombre como Toaza son grandes, en especial en su espacio de trabajo, al que llegó por su capacidad y alegría. Dos cualidades que fortalece a diario y que enseña a su familia y equipo.

    Una cartera de 55 clientes a su cargo

    El MB Grupo se conforma de las empresas MerchantBansa y MerchantValores, que se dedican a la asesoría financiera y al mercado de valores desde hace 23 años.

    Washington Toaza llegó a esta empresas en el 2007, como gerente de Negocios, y participó en proyectos de Banca de Inversión. Hoy por hoy es el presidente ejecutivo y socio del grupo, que tiene 50 clientes nacionales y cinco extranjeros.

    La empresa está orientada a la creación de valor para los accionistas o para quienes representan el patrimonio tanto del sector público como del sector privado. “Apuntamos a trabajar con los accionistas para que su rentabilidad mejore o se incremente, por lo que agregamos valor a las empresa”.

    La firma considera que agregar valor se consigue con tres pilares: incrementar ingresos, ampliar márgenes o mitigar riesgos. “Con estos tres consejos se lograrán mejorar los ingresos para los inversionistas de las empresas. Lo importante es que ganen todos”, dice Toaza, quien trabaja con un grupo de 10 trabajadores.

    Los sectores en los que se desenvuelve el grupo son: mercado de valores, banca, cooperativas, ‘factoring’, seguros, salud, comercial, pesquero, agrícola, automotriz, de consumo masivo, minero, azucarero, hotelero, floricultor, textil, alimentos, construcción, eléctrico, telecomunicaciones.

    Desde el 2016, la empresa amplió su portafolio de servicios y apostó por una línea de servicio de consultoría en buenas prácticas de gestión, para lo que integró a su equipo de consultores a profesionales calificados.

    Washington Toaza es un apasionado de la música. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Washington Toaza es un apasionado de la música. Foto: Galo Paguay / LÍDERES