Etiqueta: artesanal

  • El sabor manabita en una cerveza gourmet

    Redacción Manta

    El sabor y el aroma de la cerveza inspiraron el nacimiento de un espumoso emprendimiento. El joven mantense José Moreira puso alas a su idea de elaborar una bebida artesanal gourmet, dedicada a un segmento exclusivo de los consumidores de cerveza en Manabí.

    Así nació, hace tres años, Umiña cerveza artesanal. El nombre hace referencia a la diosa Umiña, personaje ancestral e histórico de Manta. “Había pensado junto a un amigo, hoy mi socio, sobre este emprendimiento y sobre rescatar nuestras raíces, como es el caso de la diosa Umiña, personaje de quien conocí su historia en la escuela”, explica Moreira.

    En su departamento, ubicado en la parroquia Tarqui, Moreira empezó el montaje de su miniplanta procesadora de cerveza artesanal. Para esto invirtió USD 30 000 de sus ahorros. “Es como cocinar en casa, pero utilizando herramientas elaboradas a base de monel (acero inoxidable)”.

    “En principio cocinaba la cebada en ollas y la filtraba por embudos. Eran las primeras pruebas; después realice un curso en Quito, me respaldé con información que bajaba de Internet, viajé a EE.UU. a conocer las cervecerías artesanales y así monté la miniplanta procesadora de cerveza artesanal”.

    La producción para la venta al público empezó hace un mes. El lúpulo, la cebada, la levadura, las maltas y el trigo los importa de EE.UU. La materia prima la almacena en una habitación con aire acondicionado, a 15 grados centígrados.

    Moreira, junto a su esposa, elaboran la cerveza una vez al mes. Después de la cocción de los ingredientes dejan reposar la mezcla por 15 días en cuatro tanques de almacenamiento de 50 litros cada uno. Después viene el embotellado, que también es manual. Con siete días de reposo la cerveza está lista para la venta.

    Al momento se elaboran tres variedades de cerveza Umiña: Blackberry Belgiam Trippel, Indian Passion Pace Ale y Porter Criolla. Las tres utilizan recetas de Inglaterra. El toque manabita viene con la aplicación de cacao fino de aroma, mora y maracuyá. Son cervezas que tienen entre 4 a 7,5 grados de alcohol.

    Las ventas se realizan a través de Internet. Por medio de la página web umina.manosecuatorianas.com los interesados de Quito, Guayaquil, Ambato, Portoviejo y Cuenca hacen sus pagos en línea y en dos días los ‘sixpacks’ del producto llegan a domicilio.

    En Manta, uno de los puntos de venta es el bar Krug, ubicado en la zona rosa, en la avenida Flavio Reyes. Andrés Martínez, propietario del negocio, cuenta que Umiña tiene acogida y compite con cervezas de marca extranjeras. “Hasta los estadounidenses residentes en Manta la solicitan. En el momento de probarla se siente el dulzor de la malta, luego un poco de acidez por el trigo y los frutados de mora, maracuyá y cacao fino de aroma”.

    Cada mes, Moreira y su esposa producen y embotellan 1 500 botellas; el costo es de USD 4 por unidad.

  • La elaboración del sombrero de paja toquilla es 100% artesanal

    Redacción Cuenca y Manta

    Mientras se recorre el museo ‘La magia del sombrero’ de la firma Homero Ortega, en Cuenca, una de las salas muestra fotos de una tejedora, de maquinaria, del proceso de transformación de la Carludovica Palmata (una suerte de palma que es la materia prima de la paja toquilla), en el sombrero.

    Esta palma, que tiene un color verde intenso, se cultiva en Santa Elena y Manabí . Las hojas se cortan y cocinan con agua, sal y azufre para dar una textura suave al material y así permitir el tejido.

    Para Juan Fernando Paredes, gerente la firma Rafael Paredes S. e Hijos, el proceso conserva esa magia artesanal que abarca el cultivo, transporte, cocinado, tejido y por eso es la designación de patrimonio inmaterial. No obstante, sí hay innovación en teñidos de la paja, nuevas tonalidades, diseños de los sombreros… para ampliar la oferta y captar nuevos compradores.

    El gerente de Bernal Hats, Hugo Bernal, señala que el proceso siempre ha sido artesanal, porque en Montecristi, Gualaceo, Chordeleg, Sígsig los tejedores pasan su conocimiento entre generaciones por lo que es una actividad familiar.

    Incluso, “las empresas que se dedican a esto llevan entre tres y cuatro generaciones en el negocio”.

    Para identificar la calidad de un sombrero hay que fijarse en la cantidad de fibras por pulgada. Los que tienen 13 fibras son los normales que en el mercado nacional se venden en unos USD 30. Mientras que los extrafinos tienen hasta 40 fibras por pulgada; su costo es de unos USD 2 000, según el trabajo.

    Quienes tejen son artistas, dice Paredes. Esa afirmación tiene sentido al escuchar el testimonio de Simón Espinal, tejedor de sombreros extrafinos en Pile, cerca de Montecristi. Él elabora tres sombreros al año, cada uno tarda cuatro meses, porque no puede dedicarse a otra cosa. Esto, porque sus dedos necesitan estar sensibles al tacto para manipular las hebras de la paja toquilla. Un estadounidense compra los tres sombreros que elabora al año y los comercializa en el extranjero.

    Espinal señala que recibe una mensualidad anual por parte del comerciante para que continúe con esa labor.

    Los procesos se cumplen en Manabí y Azuay. En la primera provincia mencionada existen ocho toquillales, donde se consigue la materia prima. Dos familias en Portoviejo se especializan en el blanqueado de la paja y la venden a las familias del Austro.

    En cambio, los tejedores de sombreros extrafinos cosechan y preparan su propia paja toquilla, para que el material sea adecuado para su trabajo.

  • La principal oferta es el producto artesanal

    Redacción Quito

    Los hay con corazones gigantes, con pijamas o con la camiseta de su equipo de fútbol favorito. Peluches Heart, ubicada en Ambato, es una empresa artesanal que diseña y elabora estos productos desde 1986.

    Con tamaños que pueden ir hasta los dos metros, los peluches están destinados para todas las edades, aunque en Navidad tienen una línea especial para niños.

    Todo comenzó como un pasatiempo, dice William Ortega, propietario de la firma, pero luego decidió crear sus propios modelos, que incluso exportan a Colombia. Actualmente, producen parte de su materia prima, por ejemplo, el plumón o fibra de poliéster. La empresa tiene 16 trabajadores directos y 30 indirectos que elaboran los vestidos o realizan estampados de algunos muñecos.

    Como esta empresa, la mayoría de pequeños y medianos productores locales de juguetes se enfocan en un trabajo a mano, de tipo artesanal, aunque los últimos años algunos han introducido tecnología a sus procesos. Fibra de poliéster y plástico son algunas de las materias primas que se producen en el país. Pero felpa, varios pigmentos, pelo, ojos y otros accesorios aún deben importarse de mercados como China, Colombia y otros.

    Otra característica es que en algunas empresas, la principal línea del negocio no son los juguetes, segmento en el que se enfocan solo los últimos meses del año. La Empresa Artesanal Rommel Guevara es una de ellas. El principal segmento de la firma, que nació en 1982, son los juegos didácticos como bloques tipo lego, hula-hula, mullos, ábacos, etc.

    Cada octubre su producción se enfoca en elaborar muñecas (8 000 al año) que hablan, lloran y cantan. A estas se suman juguetes chillones para bebé, caritas, manos y pies plásticos para muñecas artesanales y títeres. La empresa quiteña tiene ingresos anuales de USD 300 000 y genera 21 empleos directos.

    La maquinaria es manual. “Las muñecas se pintan a mano, hay cinco personas dedicadas a esto, hacemos un trabajo artesanal… Algunas máquinas, como las sopladoras, son de mi creación”, dice Rommel Guevara, propietario de la firma.

    Papalote es una pequeña firma que también se apoya en el trabajo artesanal. Produce una línea de juguetes como títeres, muñecas y caballitos, que son los que más se venden en Navidad. “No son materiales usados, sino reciclados que sobran de procesos productivos. Estos tienen un plus: son amigables con el ambiente”, dice Andrés Rodríguez, dueño de la firma. Él cree que cada vez hay más clientes que valoran lo nacional.

    Otro elemento que ha impulsado el sector local son las compras públicas. “Hubo importación de productos chinos para guarderías estatales en el 2011. Este año se compró a artesanos locales”, dice Benjamín Chávez, consultor en desarrollo productivo de Pymes. Guevara lo confirma. Señala que este año las ventas a guarderías estatales mejoraron las ventas.

    Esta temporada los productores locales duplican sus ventas, que se colocan en dulcerías, almacenes de plásticos y ferias.

  • De la receta casera al producto industrial

    Mónica Orozco, Redacción Quito / LÍDERES

    Chofer, amanuense, vendedor y gerente. Cuando el cuencano Alfredo Martínez empezó lo que hoy es Incremar, era todo esto y más.

    Martínez abrió esta fábrica en 1997, con una operación totalmente artesanal que procesaba máximo dos toneladas al mes. Se modernizó y hoy tiene 70 empleados y más de 50 productos (entre marcas y sabores) que distribuye a los principales supermercados del país.

    Además, realiza envíos, con marcas blancas (de otras firmas), al mercado estadounidense. Hoy la producción de Incremar es de 600 toneladas al mes.

    Martínez se decidió a montar su propio emprendimiento luego de que la crisis financiera de 1999 y 2000 le obligara a cerrar una distribuidora de productos de consumo masivo.

    Además, se cansó de vender las ideas de otros y decidió hacer realidad la suya.

    Una receta casera, que le dio su suegra, y que más tarde se convirtió en lo que hoy es Tapiokita es el secreto de su éxito. Se trata de una bebida nutritiva elaborada con cinco cereales: quinua, soya, avena, trigo y maíz.

    Aunque esta empresa ecuatoriana nació en Cuenca en 1997, los problemas de logística para el envío de productos de esa ciudad al resto del país lo motivaron a trasladarse a Quito.

    Martínez está convencido de que las empresas sin innovación están condenadas a morir. Por eso en el 2004 empezó a diversificar su producción con Tapiokita instantánea, una colada fortificada que se prepara agregando agua o leche y ya no necesita cocción.

    A estos preparados se sumaron las barras nutritivas con cobertura de yogur y chocolate, marshmallows, coladas de plátano y, desde el 2011, sopas rápidas que se venden con la marca Supermaxi.

    Para estas últimas, Incremar desarrolló 12 recetas; de esas, nueve ya están en el mercado (champiñones, choclo, etc., y está en proceso la de quinua). Y envía con otras marcas productos a EE.UU.

    Esto obligó a Martínez a ampliar la fábrica y adquirir maquinaria de Brasil, Nueva Zelanda, Argentina, Colombia y otros. La inversión en innovación es el pilar del crecimiento de esta firma, cuyas ventas pasaron de USD 500 000 en el 2002 a USD 3,5 millones el año pasado.

    Santiago Martínez, director de innovación y desarrollo de Incremar, explica que la empresa invierte el 5% de su presupuesto anual en estos temas y espera llegar al 20% en el 2015.

    Incremar produce un sobre de puré de papa listo para servir con solo agregar agua caliente y está en desarrollo un puré instantáneo de malanga (papa china). Laura Narváez, que tiene una distribuidora que lleva su nombre, comercializa los productos de Incremar para Azuay, Cañar y Morona Santiago desde el 2006. «Primero comprábamos unos USD 600 mensuales, pero hoy ya son USD 6 000 mensuales. La empresa siempre está impulsando sus productos en tiendas, colegios».

  • Una opción casera para los cerveceros

    Thalíe Ponce Redacción Guayaquil / LÍDERES

    Las cervezas industriales y las cervezas artesanales son distintas. Las primeras son más ligeras y refrescantes; mientras que las artesanales -dentro de las cuales se encuentran rubias, rojas y negras– son más espesas y pueden tener grados de alcohol más elevados (hasta 10).

    Así lo explica Fabián Gorostiaga, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Cerveceros Artesanales (SECA). «En las cervezas artesanales se pueden distinguir sabores a café, florales, ahumados…», asegura.

    En Guayaquil se venden las cervezas artesanales desde hace unos tres años; existen, al menos, tres marcas. La primera en incursionar en el segmento fue Porteña, en el 2010. Guillermo Guerrero, su propietario, afirma que cuando empezó no había marcas de cervezas artesanales en la ciudad. «Conocía varias en otras ciudades como Quito y Portoviejo pero aquí no había, por lo que me pareció un mercado ideal», cuenta.

    Porteña produce cinco tipos: India Pale Ale, Robust Porter, Brown Porter, Scotch Ale y Honey Brew, con recetas inglesas . Además, tiene una de chocolate que se vende de noviembre a marzo.

    Esta marca produce 100 litros diarios de cerveza en su planta ubicada en la vía a Daule (norte de Guayaquil). Está disponible en botellas de 300 mililitros y los precios oscilan entre USD 3 y 3,25, dependiendo del estilo.

    El sistema de ventas es bajo pedido. Las solicitudes se receptan a través de las redes sociales Facebook y Twitter. Si el cliente requiere servicio a domicilio, el pedido mínimo es de seis unidades; en el caso de retirarlas en la planta, no importa la cantidad.

    Otra de las marcas disponibles en el mercado es la cerveza Barracuda, que nació hace un año aproximadamente. La marca elabora cerveza de tipo Weissbier (de trigo) roja, rubia y negra. Las dos primeras poseen 5,5 grados de alcohol, mientras que la segunda es de 7,2.

    Barracuda produce unos 500 litros semanales de esta bebida y su venta se realiza de dos maneras: por barriles y por ‘pintas’ (330 cm³). Los barriles -que contienen unas 45 pintas- se comercializan en USD 55 al por mayor y a 65 al por menor. Las pintas se venden en USD 2.

    Las ventas de Barracuda se realizan principalmente en ferias. Gabriel Proaño, propietario de Barracuda, asegura que la cerveza preparada artesanalmente es de mejor calidad que una hecha de manera industrial. Señala como principal diferencia la superioridad en cuanto al aroma, cuerpo y el sabor.

    Una tercera marca es Reina, que empezó a comercializarse desde el año pasado y produce 200 litros mensuales. Esta bebida es elaborada a base de trigo Dunkel. Los creadores de esta cerveza son Santiago Dalgo y Ana María Crespo. Ellos afirman que el equipo es fundamental para el proceso de elaboración.

    Esta marca se promociona también en redes sociales y participando en ferias como el Mercadillo. Se vende por vasos de medio litro (USD 3) y 12 onzas (USD 1,50). El litro tiene un valor de USD 6.

    Para Gorostiaga, el mercado de cerveza artesanal está creciendo en el país. «Hace unos seis años prácticamente no se conocía sobre este producto, hoy hay varios negocios en distintas ciudades».

    El SECA capacita a quienes deseen preparar esta bebida de manera artesanal. «Este año ha sido movido porque cada vez hay más gente interesada en aprender», afirma Gorostiaga.

    Un proceso manual

    Los ingredientes. Las cervezas artesanales tienen como ingredientes principales agua, lúpulo, malta y levadura. En algunos casos se usan otros materiales como azúcar negra, avena y trigo.

    Los insumos. Los productores artesanales de Guayaquil coinciden en que estos insumos -excepto el agua- son importados de Bélgica y Alemania.

    La elaboración. Los artesanos cerveceros realizan todo de manera manual. Ellos calientan el agua, muelen la malta y controlan las temperaturas.

    El target. Los principales consumidores de esta cerveza son hombres y mujeres desde los 20 años en adelante.

  • El tejido artesanal da abrigo a este negocio

    Redacción Quito

    En la parroquia Libertad, en Carchi, el tejido artesanal es una actividad que se hereda en las familias. La familia de Rosa Elvira Quelal es parte de esa tradición.

    Ella tejía desde pequeña y conocía a otras artesanas que hacían lo mismo. Con ellas fundó la Asociación Nuevo Impacto de Jóvenes, en la que colaboraban 14 tejedoras, con ella a la cabeza.

    A finales del 2009, en busca de financiamiento, presentó -como persona natural- un proyecto para la elaboración de ropa artesanal; participó por los fondos concursables que otorgaba entonces el Ministerio de Cultura. Un año más tarde, Quelal recibió USD 6 000 para comenzar su emprendimiento.

    Así, en enero del 2011 fundó Nortexma. El dinero que recibió lo usó para comprar una computadora, una máquina recubridora, una cosedora overlock y una máquina recta, que sirve para la confección de prendas de vestir. Ese mismo año empezó a participar en ferias artesanales del Carchi. Los pedidos empezaron a llegar.

    Entre ellos, recuerda una primera venta de 900 pares de mitones (guantes sin dedos) a un canadiense. «Ese fue un buen impulso para mi negocio. El tejido a mano es apreciado por los turistas».

    Con las ventas en las ferias de artesanía llegó a facturar USD 8 000 en el 2011, por lo que buscó ampliar su catálogo de productos. En este proceso se asoció con su tía, Mónica Ortiz, que tenía cuatro máquinas de tejido.

    Tras esa asociación, el negocio abrió un taller en Ibarra. Las prendas de lana y algodón se siguen fabricando en Carchi.

    Mientras el negocio crecía, esta emprendedora ingresó en el Instituto Tecnológico Superior José Chiriboga Grijalva para estudiar Diseño, Moda y Pasarela. Con los conocimientos adquiridos se animó a comercializar ropa de trabajo como chaquetas, overoles y chalecos bordados para empresas; también empezó a confeccionar uniformes escolares, gorras… Entre sus clientes figuran los colegios Eloy Alfaro y Albornoz Sánchez, en Ibarra; también la Mutualista Imbabura, que compra chaquetas del uniforme, según cuenta Víctor Hugo Navarrete, vocero de la entidad. «La calidad de los productos es muy buena», dice.

    En enero de este año Nortexma incursionó en la confección de ropa formal para instituciones. Esta sería su tercera línea de productos, luego de la confección de uniformes y las prendas de lana. Todo se fabrica bajo pedido y la venta de sus productos le han permitido facturar hasta USD 12 000 al mes en lo que va de este año.

    Las prendas de lana siguen siendo una línea importante en Nortexma y representan el 30% de las ventas. La calidad del trabajo de las artesanas que laboran con Quelal fue reconocida también en Cuenca, por lo que tendrán un espacio para su comercialización en el Centro Interamericano de Artesanía del Ecuador (Cidap), en la feria que organiza el centro durante las fiestas de noviembre.

    Cayetana Estrella, del Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (Cidap), en Cuenca, destaca también el trabajo de esta empresa. «La confección de tejido artesanal es una actividad que hay que rescatarla. Por eso es importante contar con una empresa que elabore estos productos».13 artesanas son parte del equipo de este negocio

  • Entre hermanos afinan una receta de cerveza artesanal

    Redacción Quito

    La cerveza artesanal está de moda y en Quito aparecen nuevas marcas con frecuencia. Para diferenciarse de la competencia existen estrategias y Santana Brewing Company tiene algunas propuestas con las que gana mercado.

    Este emprendimiento de carácter familiar salió a la luz hace tres años cuando los hermanos Sebastián y Pedro Navarro invirtieron cerca de USD 4 000 y empezaron a elaborar el producto de forma casera. Ellos usaban ollas y barriles para elaborar 40 litros semanales. Sus primeros clientes fueron amigos y familiares que probaban la cerveza en reuniones.

    «El inicio fue una etapa de experimentos. Probamos algunas mezclas y estandarizamos las recetas para que el producto sea identificable», cuentan.

    Luego, hace un año y medio, los hermanos Navarro compraron maquinaria de un negocio que cerró sus puertas. Invirtieron USD 100 000 en una planta artesanal y la instalaron en un taller de 80 metros cuadrados, ubicado en la Mitad del Mundo. «Es una planta muy bien equipada, le hicimos algunas mejoras y así arrancamos una nueva etapa de este emprendimiento».

    Sebastián y Pedro están al frente del negocio. Ellos se encargan de ajustar las recetas, de manejar la planta y hasta de embotellar manualmente las cervezas. Hoy ofrecen cinco variedades (irish red, amber, morena, stout y pale ale) que se venden en 10 puntos en Quito y Cumbayá.

    Esta microempresa puede elaborar 250 litros a la semana. Uno de los negocios que ofrece la marca Santa Brewing Company es Jurgen Café, con dos locales en Quito y Cumbayá. Cristian Endara, uno de los socios, explica que la cerveza de los hermanos Navarro se vende desde que Jurgen Café abrió sus puertas, en marzo del 2013. «Es un producto distinto y tiene bastante demanda. La prefieren hombres y mujeres de 25 años en adelante».

    Otra estrategia que utilizan es el alquiler de dispensadores de cerveza artesanal para eventos sociales. Cada semana tienen un cliente. Los hermanos Navarro explican el funcionamiento del dispensador y el cliente solo se encarga de servir la cerveza a sus invitados. «Cada semana tenemos pedidos», dice Sebastián.

    Otro de los locales en los que se vende la marca es en el Café Bar Cats, en La Floresta. Su propietario, Álvaro Hernández, asegura que es un buen producto con demanda, en especial por turistas europeos y estadounidenses que llegan a Quito y que buscan sabores diferentes.

    LA MATERIA PRIMA

    Del extranjero. La malta es de Bélgica y Alemania, los lúpulos (la flor que sazona la cerveza) llega de EE.UU. Y las levaduras, de Francia.

    Los envases. Las botellas de vidrio las compran a Owens Illinois Ecuador, con base en Guayaquil.

    Facturación. USD 5 000 es la facturación mensual promedio

  • 4 sabores distinguen a su cerveza artesanal

    Redacción Quito

    Un olor fuerte a malta se percibe en la planta de la cerveza artesanal Los 3 Monjes. No es un convento sino una local ubicado en el barrio La Floresta (centro-norte de Quito).

    Los 3 Monjes son Alexander Vega, David Jara y Antoine Portier. Estos amigos y emprendedores miraron que en el país no había variedad de cervezas, con otros sabores y mayor grado alcohólico.

    Así, a mediados del 2012, decidieron elaborar su propia cerveza. Portier, francés que se radicó en el país, poseía los conocimientos básicos para la preparación del producto. Todo lo aprendió gracias a su tío que elabora vino. Además, el francés fue propietario de un bar en Lille, ciudad cercana a Bélgica.

    Gracias a ello, adquirió conocimientos de todas las variedades de cervezas de esa nación, distinguida por su larga tradición en la preparación de esta bebida.

    En la cocina de Portier, en Guápulo (oriente de Quito), se reunían para preparar la cerveza. Las primeras elaboraciones fueron «experimentos» para conseguir los sabores deseados.

    Con malta, lúpulos, levadura… comenzaban a dar forma a los sabores. La primera variedad que consiguieron fue la cerveza ámbar, de color rojizo, con 7,7 grados de alcohol.

    La cerveza tuvo aprobación de sus amigos, a tal punto que llegaron a comprárselas. Su primer producto exitoso motivó a investigar sobre la elaboración de otras variedades. Libros, información de Internet y otros recursos ayudaron a crear variedades de cerveza: negra, rubia y hasta una triple rubia.

    El pasatiempo se transformó en una pequeña fuente de ingresos. Con unos USD 6 000 adquirieron una refrigeradora, un tanque de fermentación, una cocina, materias primas y rentaron un local en La Floresta.

    Con esta implementación, Los 3 Monjes pasó a producir 100 litros al mes de cerveza. El negocio creció y restaurantes y bares comenzaron a demandar su bebida. Esto motivó a que los cerveceros decidan apostar completamente por el desarrollo de este negocio, para que se convierta en la principal fuente de sus ingresos.

    Con una inversión de USD 26 000, entre enero y noviembre de este año, se cambiaron a un local más amplio en el mismo barrio, al que implementaron un cuarto frío, tanques de fermentación más grandes y otras mejoras.

    También obtuvieron el registro sanitario y presentaron su marca en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI). Ahora, este negocio tiene una producción mensual de 1 200 litros.

    Cuenta con 15 canales de distribución, como restaurantes, bares, bazares y cafeterías, de Quito y Cumbayá (nororiente). Su facturación llega a los USD 10 000 mensuales.

    Andrea Nyffler, propietario de bar Dirty Sánchez, ubicado en el sector de la Mariscal (centro-norte), asegura que la cerveza se vende «muy bien», gracias a su sabor y su cuerpo. Nyffler destaca la variedad triple rubia denominada «Monja loca», con 9,9 grados de alcohol. «En el mercado local no encuentras una similar», dice.

    En ello coincide Paola Urbano, propietaria de La Esquina centro comercial, una feria o mercado de productos artesanales. «La cerveza se vende muy bien; la calidad y la atención personalizada de los fabricantes, quienes explican su elaboración, atraen a los clientes».

  • Monitoreo satelital para la pesca artesanal

    Redacción Guayaquil (I) Twitter: @RevistaLideres

    En septiembre pasado, a 70 millas al suroeste de la península de Santa Elena, la embarcación Luis Miguel fue asaltada y su tripulación quedó a la deriva, sin un motor para regresar.

    Es común escuchar historias de naufragios y robos en alta mar entre los pescadores artesanales de las costas ecuatorianas, que luego de los incidentes, quedan días a la espera de ser rescatados.

    Sin embargo, la embarcación Luis Miguel no corrió con esa suerte, fue rescatada en cuestión de horas, pues es una de las 1 334 embarcaciones que desde julio de este año posee un dispositivo de monitoreo satelital, que emite alarmas de emergencia para ser rescatadas.

    El programa de monitoreo y rescate de barcos es una iniciativa de la Subsecretaría de Acuacultura del Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca (Magap). Mediante este proyecto se pretende dotar de 4 000 dispositivos GPS de rastreo satelital ensamblados en Ecuador, a las costas de Esmeraldas, Manabí, El Oro y Santa Elena, con la participación de un consorcio formado por la empresa guayaquileña Vistaspac y la estadounidense Vehsmart, que se adjudicó el contrato por USD 4 millones.

    «Estamos trabajando con GlobalStar que tiene uno de los satélites más grandes del mundo. La tecnología cuenta con dos sistemas de alertas que permitirán avisar de cualquier inconveniente a las autoridades como el ECU 911 o Dirnea (Dirección Nacional de los Espacios Acuáticos), para que actúen de inmediato y se salven vidas», destaca Víctor Guerra, presidente de Vistaspac.

    El ejecutivo añade que aunque la tecnología de rastreo satelital es proporcionada por la firma Vehsmart, en Ecuador unas 30 personas trabajan en Guayaquil ensamblando estos dispositivos que funcionan con baterías.

    Además, el sistema de alerta ‘pull core’, que tiene el GPS para emitir la señal de alerta, fue diseñado por el ecuatoriano Jorge Guerra, ingeniero de la Universidad Agraria del Ecuador.

    «Generalmente, los sistemas de alarma que se diseñan son botones y pensé diseñar una opción en la que la alerta se active halando un gancho y que no haya opción a desactivar la alarma», explica Guerra, que además maneja la plataforma www.ecuador.vehsmart.com.

    El sistema de rescate

    El desarrollo. El sistema ‘pull core’ que poseen las embarcaciones es un gancho desprendible que al ser activado emite señales de alerta satelital cada cinco minutos.

    La plataforma. Además de alertar sobre incidentes, el programa de monitoreo cuenta con una plataforma a la que pueden acceder los propietarios de las embarcaciones con un usuario y una clave. Eso permite monitorear la embarcación y recibir vía mensaje de texto la noticia del incidente.

  • La cerveza de este local tiene secretos de Múnich y Chicago

    REDACCIÓN QUITO (I) Twitter: @RevistaLideres

    El segmento de la cerveza artesanal está en plena expansión en Quito y sus protagonistas afinan sus estrategias para enganchar a los consumidores. Nelson Calle, ingeniero en alimentos, planificó meticulosamente su entrada a este dinámico mercado.

    Su familia contaba con un local en el norte de Quito, que podía funcionar como taller de producción y punto de venta. Eso lo animó a viajar a EE.UU. para estudiar un diplomado en Tecnología Cervecera en el Siebel Institute, en Chicago. Eso se dio en el 2012.

    Su siguiente paso fue aprender al detalle todas las técnicas en la elaboración de la cerveza artesanal. Como parte del diplomado también viajó a Múnich, Alemania, para completar la formación.

    De retorno al Ecuador, empezó el trabajo para montar lo que hoy es Abysmo, un local de cerveza artesanal que en la actualidad oferta ocho variedades a sus clientes. La inversión inicial fue de USD 25 000 en la maquinaria que Calle diseñó con sus conocimientos adquiridos en EE.UU. y Alemania. «Emprender es bastante difícil. Hay muchos requisitos que exigen las autoridades». Calle no se desanimó y empezó a producir hace unos dos años. «Lo hacía bajo pedido».

    Pero él intuía que podía crecer más. Así, adecuó el local de su familia que hoy tiene 400 metros cuadrados y lo convirtió en una suerte de ‘pub’. Allí la demanda de oficinistas y extranjeros crece sostenidamente, desde mayo de este año. En sus inicios Abysmo elaboraba 300 litros al mes; hoy produce alrededor 4 800 litros.

    En este crecimiento es clave el trabajo en equipo. Tres personas se encargan de la producción y 15 colaboran en la cocina, la caja, en el servicio…

    Ana Nájera es proveedora de materia prima para Abysmo. «Nelson se contactó con nosotros en busca de materia prima. Hoy le entregamos malta, lúpulo…». Nájera añade que en Quito la competencia de estos productos está creciendo.

    Nicolás Pinzón es cliente de Abysmo. Él comenta que este emprendimiento tiene dos ventajas: la primera es que tiene local propio, lo que le permite conocer de cerca a sus consumidores. «Además al conocer las opiniones de sus clientes puede incrementar la variedad de las cervezas que oferta».

    Calle está contento con lo alcanzado con su iniciativa, pero sus planes no se han detenido. Este momento Abysmo tiene un solo local en el norte de Quito, pero para los siguientes años planea crecer en la capital y en otras ciudades.

    El mercado

    Las ventas. Abysmo factura un promedio de USD 35 000 al mes. La mayoría de esa cantidad corresponde a cerveza artesanal.

    La oferta. Este emprendimiento también ofrece a sus clientes empanadas y picaditas.