Etiqueta: artesanías

  • Artesanas optan por nuevos productos

    Giovany Astudillo

    Editor (I)

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    El tejido de la paja toquilla se diversificó entre las artesanas de Cañar. Ellas optaron por elaborar con esta fibra natural carteras, bolsos, llaveros, bisutería, objetos utilitarios y adornos para acceder a los mercados internacionales.

    Los destinos principales de estas nuevas alternativas son Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Brasil, Italia, Singapur, China, entre otros países.

    Rosa Cadme es representante legal de la Cooperativa de Producción Artesanal Puertas del Cielo, que teje los productos de la marca Azohat. Según ella, esta agrupación cuenta con tres líneas. La primera y más antigua son los sombreros. La segunda son los bolsos y las carteras.

    La última son la bisutería y adornos, diademas, joyeros, abanicos, collares, manillas, entre otros. Hay objetos que combinan la paja toquilla con retazos de macana. Esta última prenda son los chales de la Chola Cuencana.

    Son promocionados mediante el sitio web www.azohat.ec. Es uno de los canales para mostrarse en el exterior y efectuar contactos. Además, tienen catálogo virtual y otro físico.

    Cada una de las 104 socias y sus familias tienen su especialización. Cadme explica que la mitad de las artesanas se dedica al tejido de los sombreros y el resto a las otras dos líneas de producción. De estas últimas venden desde el 2018 a Brasil, Estados Unidos, Singapur, España y otras naciones de la Unión Europea.

    A inicios de este año enviaron una docena de carteras y bolsos como muestra a Londres. Su objetivo -después de la cuarentena por el covid-19- es conseguir pedidos más seguidos en el exterior.

    Cadme cuenta que los bolsos y las carteras se envían en la tonalidad original de la paja o teñidos en colores negro, marrón, azul, fucsia, naranja o multicolores.

    El año pasado exportaron más de 300 unidades de bolsos y carteras y otras 500 de bisutería. Durante el 2018 fueron 50. Antes de la pandemia del coronavirus, su objetivo era alcanzar las 450 por mes y finalizar el 2020 con 1 000 mensuales. Ahora esperan que la situación se normalice.

    Para las socias, dice Cadme, esta actividad es complementaria a sus tareas del hogar y agrícolas. “Hay potencialidad en estas nuevas líneas, al igual que en el sombrero de paja toquilla”.

    Otra innovación para la exportación es pintar los sombreros. Las artesanas tejen la paja y cuando este artículo está terminado la imagen escogida es pintada por artistas de la escuela de Arte de la Universidad de Cuenca.

    Ellos plasman figuras de colibríes, iguanas, tortugas, iglesias y otros diseños. Pintan a mano.
    Estrategias similares aplican las socias de la Cooperativa Rafael González, en el cantón Biblián. Son 120 socias de las zonas de Gulanza, Vaquería, Sageo, Papaloma, Saltos. 10 se dedican al tejido de bolsos y carteras, aretes, esferos, llaveros y collares, que cuestan desde USD 4,5 hasta USD 50.

    Según la presidenta de la organización artesanal, Lourdes Cárdenas, durante el año pasado exportaron más de 50 unidades a Europa y España. Fueron esteras y bolsos y enviaron muestras a Países Bajos. Tienen más de 20 modelos de bolsos y carteras.

    Las 27 socias de la Cooperativa Unión Cañari también tejen sombreros, bolsos, carteras, adornos, llaveros, fruteros y tapetes, dijo la dirigente Elvira Pérez. Sus mercados son Francia e Inglaterra. Elaboran 200 sombreros al mes y 100 de las otras opciones.

    La Cooperativa Rafael González (izq.) tiene una tienda en Biblián. Puertas del Cielo envía carteras y sombreros (arriba y abajo).
    La Cooperativa Rafael González (izq.) tiene una tienda en Biblián. Puertas del Cielo envía carteras y sombreros (arriba y abajo). Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
  • Los turistas prefieren el arte ancestral

    Redacción Quito

    (F)
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    La artesanía popular ha sido la ocupación de Marcos Castro desde muy joven. Él es un emprendedor boliviano que se radicó en Ecuador hace más de 20 años.

    Cerca de 1995, Galería Latina descubrió en el emprendedor la habilidad de fabricar artesanías; estas mantenían la esencia tradicional y por esta razón dicha institución decidió traerlo a Ecuador.

    Colaboraron en conjunto por cuatro años. El objetivo era expandir y mantener las costumbres andinas, como la elaboración de vestimenta, alfombras y tapices de manera artesanal.

    Castro cuenta que el trabajo que realizó en la galería llevó a que sus artesanías tuvieran mucho éxito. La galería fue la que apoyó en la difusión y distribución de estas.

    En 1999, el emprendedor decidió independizarse y buscar una forma de obtener más ingresos; aprovechó su habilidad para confeccionar prendas artesanales y fue allí cuando surgió el negocio.

    Invirtió cerca de USD 5 000, monto que utilizó para importar la materia prima y establecer su planta de producción ubicada en el valle de Los Chillos.

    Al inicio le puso el nombre de Taller Alpaca, pero hace poco tiempo le dio un giro a su marca, innovando en el nombre. Actualmente se denomina Jiwaki, que significa bonito en idioma aimara.

    El emprendimiento se dedica a la confección de artesanías hechas a base de lanas e hilos naturales. En el sitio se sigue un proceso minucioso para elaborarlas.

    En el taller ayudan en la confección de las prendas cuatro empleados, quienes colocan todas las lanas en el telar, de acuerdo con el orden en que va plasmado el diseño. Esto hace que el producto tenga un valor más fuerte, dado que va ligado a la tradición.

    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES
    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES

    La materia prima con la que se elabora cada uno de los productos se importa de Perú debido a que la calidad de las lanas y del algodón que encuentra en el país vecino es mucho más natural. Estos insumos permiten que las prendas y tejidos se vean mejor que cualquier otra artesanía parecida.

    Uno de los artículos con los que se dio a conocer el emprendimiento fueron los tapices colgantes con paisajes andinos; Castro comenta que hasta ahora nadie ha podido igualar ese diseño, ya que las formas, colores y figuras hacen de este producto algo que no se puede encontrar fácilmente en el mercado ecuatoriano.

    Para el próximo año, el emprendedor planea añadir a su oferta de artículos productos como zapatos de cuero, camisetas y cojines que mantengan los diseños artesanales con los que inició.

    Actualmente, posee el apoyo de empresas que se han convertido en socias. Estas instituciones permiten la distribución de sus productos a escala local.

    La ciudad donde tiene más puntos de venta es Cuenca; le sigue Quito y Guayaquil.

    Otros datos

    El emprendedor legó las técnicas de fabricación a uno de sus hijos: Inkil. Él apoya con la elaboración de distintos diseños de tapices colgantes.

    Recibió un reconocimiento en Chile por mantener la técnica de manufactura de artesanías populares.

    Sus productos se distribuyen en la Esquina de las Artes de Cuenca, en el Hotel Oro Verde de Guayaquil y en varios puntos del Centro de Quito.

    La mayoría de compradores que visitan su local son turistas, quienes adquieren desde bufandas, guantes, chales hasta tapices bordados a mano.

    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES
    Marcos Castro es el dueño de Taller Alpaca Jiwaki. Su local está ubicado a la altura del Mercado Artesanal. Foto: LÍDERES
  • Ellos incursionan en el turismo y las artesanías

    Cristina Márquez (F) 
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    Un museo que recrea las viviendas tradicionales indígenas y el estilo de vida en Nizag, una comunidad de Alausí, situada al sur de Chimborazo, es uno de los puntos de interés en la estación del tren de Sibambe. Allí, una asociación de jóvenes y mujeres de todas las edades inició un emprendimiento grupal.

    Los comuneros acompañan a los turistas que llegan los miércoles y fines de semana en la ruta Nariz del Diablo. Ellos les reciben con bailes autóctonos y luego ofertan sus productos artesanales como bolsos, prendas de vestir, pan recién horneado, jugo de caña extraído en trapiche, entre otros.

    Tres emprendimientos forman parte de la oferta de la asociación integrada por 32 familias de Nizag. Esa comunidad está situada a 20 minutos de la estación del tren y desde allí se puede ver cómo los vagones descienden en zigzag por la montaña.

    “El atractivo natural de nuestra comunidad y nuestras tradiciones que compartimos con los extranjeros son nuestras fortalezas. El proyecto recién empieza pero tenemos expectativas muy altas”, cuenta Ángel Fernández, un guía nativo y líder de los jóvenes.

    La gente de la comunidad edificó en enero del año pasado el museo, utilizando técnicas ancestrales de construcción. Las paredes están hechas con bloques de barro cocido y el techo tiene un recubrimiento de esteras de caña.

    Dos guías nativos, quienes visten sus atuendos originarios explican a los visitantes sobre sus costumbres y modo de vida. El recorrido no tiene costo pero es el ‘enganche’ para que los viajeros compren sus recuerdos en los emprendimientos.

    En el primer piso del museo Juana Mendoza y otras tres mujeres extraen jugo de caña en un antiguo trapiche. Además ofertan chawarmishky, una bebida que se obtiene del penco morado que crece silvestre en esa zona.

    “Hemos aprendido mucho de nuestra propia cultura al difundirla a otras personas. Algunos conocimientos ya se estaban perdiendo”, dice Mendoza.

    Las mujeres no invirtieron dinero en el emprendimiento, pero sí trabajaron durante varias semanas para cosechar cañas de alta calidad y movilizaron el pesado trapiche de más de 80 años de antigüedad que estaba almacenado en una vivienda de la comunidad.

    En la segunda planta están instaladas las mujeres de la Asociación de Artesanas de Nizag. Ellas manufacturan bolsos de diversos estilos y decoraciones para el hogar que se venden como souvenirs.

    La materia prima de las artesanías son las fibras de cabuya, que también se obtienen de los pencos. Las mujeres tejen los hilos hasta formar textiles muy resistentes.

    “Toda la vida hemos tejido; nos enseñaron nuestras madres y abuelas. Pero esta es la primera vez que vendemos nuestras artesanías a los visitantes. Queremos mejorar nuestra situación económica”, dice Paulina Vacacela, una de las artesanas.

    En esa misma planta está el tercer emprendimiento comunitario: la venta de pan de dulce recién horneado. Tres mujeres se organizaron para iniciar el pequeño negocio, ellas invirtieron USD 35 en la compra de los ingredientes para la preparación.

    El pan de dulce en horno de leña es una de las recetas icónicas de la comunidad. Se comercializan porciones de USD 1.

    Los datos

    El proyecto de turismo comunitario lo impulsó Ferrocarriles del Ecuador Empresa Pública (EP); 32 familias de Nizag se benefician directamente de los emprendimientos.

    Entre USD 15 y 40 cuestan los bolsos tejidos con fibras de cabuya. El precio depende de los detalles del tejido y la finura de las puntadas.

    1 500 turistas llegan en promedio a la Nariz del Diablo cada semana.

    Ángel Fernández, guía nativo de la comunidad, acompaña a los turistas del tren en un recorrido por el museo. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Ángel Fernández, guía nativo de la comunidad, acompaña a los turistas del tren en un recorrido por el museo. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Artesanías con un toque contemporáneo

    José Luis Rosales

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    Tras residir 25 años en el exterior, el otavaleño Jaime Morales Jimbo retornó a su ciudad para impulsar su propio negocio: Walkas Bisutería.

    Hace un año y medio está al frente de esta firma que elabora productos con un toque étnico y personalizado. Siempre fue su sueño tener una tienda completa, con artesanías y joyería.

    El gusto por los textiles lo heredó de sus padres: Enrique Morales y Zoila Jimbo. Ellos se dedican a la confección de ponchos de lana para los diferentes pueblos y nacionalidades indígenas del país.

    Jaime le apostó por innovar usando su creatividad. Asegura que lo que más le agrada es hacer cosas originales.

    En su permanencia en Italia, Suiza y España tomó algunos cursos sobre sublimación, bisutería y confección en cuero. Le gusta aprender, ver programas en Internet relacionados a lo que hace.

    Una de las líneas que más destaca en Walkas Bisutería son los trabajos personalizados. Con la técnica del sublimado puede plasmar la imagen que un cliente desee en prendas de vestir, llaveros, platos, tazas, cojines, estuches de celulares y edredones.

    En la joyería de acero, en cambio, graba imágenes de fotografías, nombres, dibujos y símbolos que adornan anillos, pulseras, colgantes, entre otros.

    Desde hace varios años empezó a coleccionar fotografías antiguas de Otavalo, que han sido publicadas en redes sociales. Hay imágenes en blanco y negro de la Plaza de los Ponchos, la cascada de Peguche, el lago San Pablo, un músico kichwa tocando una bocina, un rondador, entre otros.

    Esas gráficas las ha replicado en camisetas, buzos, carteras, bolsos. Gustan muchos a los clientes, especialmente extranjeros.

    Una de las cosas que Morales destaca es el servicio de sublimación en gran formato, que permite optimizar tiempo y material.

    El emprendedor señala que la inversión que ha hecho para adquirir la maquinaria para su taller alcanza los USD 60 000.

    Cuenta que uno de los países en el que pasó más tiempo fue en España. Incluso, asegura, tiene maquinaria y herramienta guardada con la que realizaba el mismo oficio en ese territorio.
    Una de las nuevas líneas de trabajo en las que incursionó este creativo es la de fabricación de calzado con telas artesanales, adornadas con íconos kichwas. Hay para damas y caballeros; trabaja en tallas de la 35 a la 43.

    Los zapatos también son confeccionados a la medida y al gusto de cliente. Jaime Morales asegura que puede confeccionar zapatos para una persona y entregarlos en una hora, por que dispone de una amplia variedad de piezas para ensamblarlas.

    Por ahora, los pares llevan la marca Walkas. Sin embargo, analiza la posibilidad de desarrollar un nombre con identidad.

    A clientes como Jaime Cedeño, que llegó desde Quito, le gustaron las zapatillas. Comenta que son ideales para vestir a los integrantes de un grupo de danza del colectivo 60 y Piquito.

    Otra de las especialidades de este establecimiento artesanal es la bisutería. Si bien los anillos, aretes, cadenas, colgantes y otros son importados, Morales asegura que el cliente le pone el toque final. Es decir, letras, figuras, fotos.

    En las vitrinas resaltan colgantes traídos de destinos lejanos como India y Tailandia y de naciones regionales como Colombia y Brasil. De este último país provienen materiales de bisutería en macramé, que es un tejido trenzado manualmente con hilos.

    También se encuentran en el sitio las tradicionales walcas ecuatorianas, que son los collares que lucen las mujeres indígenas de la región interandina.

    Estos artículos son confeccionados con un toque contemporáneo. Las doradas y gruesas esferas, por ejemplo, han sido reemplazadas por delgados y finos mullos de vidrio. “No es tan fácil haber vivido en otros países y retornar a Otavalo a abrirse mercado”, explica Morales. Sin embargo, la creatividad le permite mantenerse a flote en esta población de Imbabura.

    El otavaleño Jaime Morales es el diseñador y fabricante de los artículos de la tienda Walkas Bisutería. Foto: José Luis Rosales/LÍDERES
    El otavaleño Jaime Morales es el diseñador y fabricante de los artículos de la tienda Walkas Bisutería. Foto: José Luis Rosales/LÍDERES
  • Artesanías con un toque contemporáneo

    José Luis Rosales

    Redactor (F – Contenido Intercultural)

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    Tras residir 25 años en el exterior, el otavaleño Jaime Morales Jimbo retornó a su ciudad para impulsar su propio negocio: Walkas Bisutería.

    Hace un año y medio está al frente de esta firma que elabora productos con un toque étnico y personalizado. Siempre fue su sueño tener una tienda completa, con artesanías y joyería.

    El gusto por los textiles lo heredó de sus padres: Enrique Morales y Zoila Jimbo. Ellos se dedican a la confección de ponchos de lana para los diferentes pueblos y nacionalidades indígenas del país.

    Jaime le apostó por innovar usando su creatividad. Asegura que lo que más le agrada es hacer cosas originales.

    En su permanencia en Italia, Suiza y España tomó algunos cursos sobre sublimación, bisutería y confección en cuero. Le gusta aprender, ver programas en Internet relacionados a lo que hace.

    Una de las líneas que más destaca en Walkas Bisutería son los trabajos personalizados. Con la técnica del sublimado puede plasmar la imagen que un cliente desee en prendas de vestir, llaveros, platos, tazas, cojines, estuches de celulares y edredones.

    En la joyería de acero, en cambio, graba imágenes de fotografías, nombres, dibujos y símbolos que adornan anillos, pulseras, colgantes, entre otros.

    Desde hace varios años empezó a coleccionar fotografías antiguas de Otavalo, que han sido publicadas en redes sociales. Hay imágenes en blanco y negro de la Plaza de los Ponchos, la cascada de Peguche, el lago San Pablo, un músico kichwa tocando una bocina, un rondador, entre otros.

    Esas gráficas las ha replicado en camisetas, buzos, carteras, bolsos. Gustan muchos a los clientes, especialmente extranjeros.

    Una de las cosas que Morales destaca es el servicio de sublimación en gran formato, que permite optimizar tiempo y material.

    El emprendedor señala que la inversión que ha hecho para adquirir la maquinaria para su taller alcanza los USD 60 000.

    Cuenta que uno de los países en el que pasó más tiempo fue en España. Incluso, asegura, tiene maquinaria y herramienta guardada con la que realizaba el mismo oficio en ese territorio.

    Una de las nuevas líneas de trabajo en las que incursionó este creativo es la de fabricación de calzado con telas artesanales, adornadas con íconos kichwas. Hay para damas y caballeros; trabaja en tallas de la 35 a la 43.

    Los zapatos también son confeccionados a la medida y al gusto de cliente. Jaime Morales asegura que puede confeccionar zapatos para una persona y entregarlos en una hora, por que dispone de una amplia variedad de piezas para ensamblarlas.

    Por ahora, los pares llevan la marca Walkas. Sin embargo, analiza la posibilidad de desarrollar un nombre con identidad.

    A clientes como Jaime Cedeño, que llegó desde Quito, le gustaron las zapatillas. Comenta que son ideales para vestir a los integrantes de un grupo de danza del colectivo 60 y Piquito.
    Otra de las especialidades de este establecimiento artesanal es la bisutería. Si bien los anillos, aretes, cadenas, colgantes y otros son importados, Morales asegura que el cliente le pone el toque final. Es decir, letras, figuras, fotos.

    En las vitrinas resaltan colgantes traídos de destinos lejanos como India y Tailandia y de naciones regionales como Colombia y Brasil. De este último país provienen materiales de bisutería en macramé, que es un tejido trenzado manualmente con hilos.

    También se encuentran en el sitio las tradicionales walcas ecuatorianas, que son los collares que lucen las mujeres indígenas de la región interandina.

    Estos artículos son confeccionados con un toque contemporáneo. Las doradas y gruesas esferas, por ejemplo, han sido reemplazadas por delgados y finos mullos de vidrio. “No es tan fácil haber vivido en otros países y retornar a Otavalo a abrirse mercado”, explica Morales. Sin embargo, la creatividad le permite mantenerse a flote en esta población de Imbabura.

    El otavaleño Jaime Morales es el diseñador y fabricante de los artículos de la tienda Walkas Bisutería.
    El otavaleño Jaime Morales es el diseñador y fabricante de los artículos de la tienda Walkas Bisutería. Foto: José Luis Rosales / EL COMERCIO
  • Madera, coral, cerámica y semillas son sus insumos

    Marcel Bonilla

    (F- Contenido Intercultural)

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    Tras 20 años de estar en el mercado impulsando la venta de artesanía con motivos afroesmeraldeños, el emprendimiento La Fauna del Coral se proyecta a conquistar otros mercados con sus productos hechos con madera, cerámica, semilla de árboles y coral.

    La elaboración de réplicas de instrumentos musicales de la tradición esmeraldeña así como collares, pulseras, aretes de concha de coco, tagua y caña guadúa, son parte de la variedad de productos que oferta este negocio.

    La Fauna del Coral es el emprendimiento de Paola Rosales, una artesana que montó un taller familiar con una inversión USD 3000, con el que emprende de la mano de su pareja y sus hijos. Desde hace tres años funciona en uno de los locales del malecón de Las Palmas, en Esmeraldas, con la venta de ropa con detalles afros, collares, pulseras, muñecas afro hechas con cerámica y una variedad adornos.

    Una de las habilidades de la emprendedora es la decoración de las muñecas afros con colores que resalten la figura de las mujeres vinculada con una de sus actividades cotidianas.

    La imagen que más resalta es la de mujeres con sus bateas utilizadas para lavar oro y cargando los cántaros de agua, como lo hacían en otrora para conservar el líquido en esos recipientes.

    También trabajan en la elaboración de artesanías con caña guadúa, pambil y semillas de plantas, usadas para la elaboración de pulseras e instrumentos musicales como las maracas y guasá, hechos con caña guadúa.

    El promedio de ventas mensual está por encima de los USD 1000, cifra que varía durante los feriados cuando se promedian ventas de 300 y USD 500, por día de feriados, explican los emprendedores.

    Los mayores clientes son extranjeros que visitan con regularidad la playa de Las Palmas, en especial el turismo proveniente de Colombia y de la Sierra ecuatoriana, que acuden con más frecuencias los fines de semana.

    La proyección es colocar su oferta en tiendas de artesanías de Quito y Guayaquil. Para ampliar su proyecto, Rosales necesita USD 10 000 más, pues ahora cuenta con un capital de inversión de USD 8 000, de los cuales 5 000 están invertidos en máquinas y 3000 en mercaderías.

    Las artesanías de La fauna de coral se completan con atuendos estampados con detalles del pueblo afro como una marimba, un cununo, palmeras y hasta tambores, que se producen en su taller donde trabajan en la noche.

    Las cajas de madera elaboradas para guardar prendas no solo son hechas por ellos, también las pintan y ponen el nombre del cliente, ciudad o del balneario.

    La representa de la unidad de producción del Ministerio de la Producción en Esmeraldas, Gabriela Zambrano, explica QUE con La Fauna del Coral se han adelantado procesos de certificación pensando en la exportación no solo de collares, sino de otros productos artesanales que son hechos con finos detalles.

    Según Zambrano se están buscando a nuevos emprendedores que por medio de sus emprendimientos den un realce a la cultura del pueblo afro.

    La Fauna del Coral es el emprendimiento de Paola Rosales, una artesana que montó un taller familiar
    La Fauna del Coral es el emprendimiento de Paola Rosales, una artesana que montó un taller familiar. Foto: Marcel Bonilla / Líderes
  • La tagua impulsa a este emprendimiento

    José Luis Rosales

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    Un collar de tagua, al que le dio el nombre de Sacha, es una de las últimas creaciones de César Luis Yamberla, propietario de Gallery Pucará.

    El colgante, inspirado en una de sus hijos y en la naturaleza, está diseñado con piezas rectangulares, de tono verde, del marfil vegetal, como también se llama a la tagua.

    Las semillas de esta palma que florecen en la región amazónica le permitieron al hábil artesano emprender su propio negocio, hace 12 años. Primero abrió el taller y luego el workshop de Gallery Pucará, que está situado en el cantón Antonio Ante (Imbabura).

    Además, hace un lustro abrió la Tienda Yamberla Souvenirs, en el centro de Otavalo. Éste último local es administrado por Olga Morán, esposa del emprendedor.

    El productor indígena, de 34 años, desciende de una familia de artesanos tejedores. Cuando aún era niño, su abuelo paterno, Carlos, le transmitió los conocimientos para entrelazar los hilos en un telar de madera, en el que confeccionaba los gruesos ponchos de lana de oveja.

    Sin embargo, Yamberla por la necesidad de mantener a sus siete hijos decidió dejar a un lado la tradición familiar y probar suerte en la confección de bisutería.

    Recuerda que la idea surgió cuando, junto a su cónyuge, recorría la Plaza de Ponchos. Ahí se percataron que la mayoría de artesanos ofrecían solo productos textiles, por lo que veían pocas oportunidades para crecer.

    Por eso, le apostó a confeccionar collares, pulseras y aretes con semillas naturales de tagua, pambil y azahí. Las dos últimas las obtiene en el cantón San Lorenzo, en el norte de Esmeraldas.

    Yamberla no sabe con exactitud cuántos modelos de gargantillas ha diseñado. Calcula que son alrededor de 1 000. Uno de los más solicitados, especialmente por turistas extranjeros, es similar a las ‘walcas’, esos collares tradicionales que lucen las mujeres indígenas Otavalo. Pero, el artículo que confecciona Yamberla está hecho con azahí y unas pequeñas esferas doradas de vidrio.

    En las tiendas el precio de los artículos oscila de USD 1 a 10. Todo depende del modelo y el material que lleva cada pieza.

    Gallery Pucará también recibe pedidos de clientes de Estados Unidos. El mes pasado, por ejemplo, envió 1 000 collares, de diferentes diseños, a Chicago.

    Cuando las compras bordean los 2 000, 3000 o más unidades se despachan hasta en 20 días.

    En la parte posterior de la residencia familiar se instaló el taller. César Luis Yamberla explica que le fue equipando de a poco. Hoy posee máquinas como torno, cortadora, pulidora, taladro y más.

    Con su ingenio también ha desarrollado artefactos como el tambor, que con su movimiento de rotación, permite pulir la tagua. Estima que solo en maquinaria ha invertido unos USD 20 000.

    Una cifra similar la destinó para la adecuación del workshop. En este sitio se exhibe las colecciones más recientes de esta firma. En el local resaltan estanterías de caña guadúa, tableros de aglomerado y de fibras de cabuya. Esos materiales más las joyas le dan un toque entre elegante y rústico.

    En este lugar recibe la visita de turistas extranjeros a quienes les enseña el proceso de confección de los adornos personales. Una de las cosas que más llama la atención del proceso de fabricación es el tinturado que se realiza con plantas naturales, como el nogal.

    La motivación es dar trabajo a su familia. Es el mayor de nueve hermanos. Cuenta que con una parte de los ingresos se educaron varios de ellos.

    La próxima meta es trabajar en un plan de turismo con la comunidad de Pucará de San Roque. César Luis Yamberla es convencido que esta parcialidad tiene un alto potencial para atraer a visitantes, especialmente en fiestas ancestrales como el Inti Raymi.

    El creador de Gallery Pucará, Césarl Luis Yamberla, lleva 12 años innovando este emprendimiento familiar. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
    El creador de Gallery Pucará, Césarl Luis Yamberla, lleva 12 años innovando este emprendimiento familiar. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES
  • Artesanías que tienen sello pluricultural

    María Victoria Espinosa

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    En dos vitrinas de vidrio, los turistas pueden observar los productos que realiza Lisseth Delgado, en el Rincón Artesanal.

    Este negocio está ubicado en las oficinas de la agencia de viajes Equinoccial Touring, en Santo Domingo de los Tsáchilas.

    Cada artesanía que se exhibe cuenta la historia de su nacionalidad o pueblo indígena. Por ejemplo, hay un afro esmeraldeño elaborado con resina, tocando un tambor y sonriendo.

    Para la artesana, ese muñeco, que se puede colgar en la refrigeradora, representa el orgullo con que los afrodescendientes muestran al mundo su cultura.

    El Rincón Artesanal inició formalmente hace un año, pero la idea se formó hace más de cuatro, cuando Lisseth estaba en el colegio. Elaboraba artesanías para regalarles a su familia y amigos.

    Luego tuvo la oportunidad de viajar a Jamaica, donde observó que cada artesanía que se vende en los lugares turísticos muestra algo característico de la zona y que, a través de estos productos, se puede dar a conocer la cultura y tradiciones de un país.

    Cuando volvió a Ecuador quiso replicar esa idea. Así que empezó a elaborar la indumentaria de las mujeres tsáchilas para vestir a sus muñecas. La idea le gustó a los turistas y pudo comercializar la primera Barbie tsáchila.

    Eso la motivó a investigar la cultura de esa etnia y luego viajó a otras provincias para conocer a fondo a otras nacionalidades. “Puedo hacer una muñeca afrodescendiente si el cliente lo pide. Podemos personalizar cualquier tipo de artesanías”, explica.

    Con materiales de la zona de Santo Domingo, Esmeraldas y Manabí, como la tagua, semillas tsáchilas, palma real, coco y bambú, empezó a elaborar otras artesanías y cuando ya tuvo más de 20 modelos inició con la exposición en un pequeño rincón de la agencia Equinoccial Touring.

    Las artesanías llamaron la atención de los clientes que visitaban el lugar. Poco a poco se convirtió en una exposición permanente.

    Para tener diversidad de artesanías pluriculturales se puso en contacto con otros productores del país y, ahora, también exponen sus creaciones en este lugar.

    Al mes se venden entre 10 y 20 artesanías a los turistas que compran paquetes para viajar al exterior. Lo hacen para llevar recuerdos de Ecuador a sus familiares o amigos en otros países.
    Por eso, Delgado señala que cada artesanía lleva un proceso de revisión para que las figuras no distorsionen la identidad cultural de las nacionalidades.

    Incluso, en la página web hay una reseña histórica de las regiones del país y las nacionalidades que hay en cada sector. La idea es que a través de las redes se difunda el valor cultural de Ecuador.

    Entre las artesanías más vendidos están los tsáchilas y los indígenas de la Sierra como las cholas cuencanas y los esmeraldeños.

    La demanda de ese tipo de productos hizo que crecieran en número en las vitrinas del Rincón Artesanal.

    En cada percha se observan a tsáchilas representados en camisetas, gorras, figuras de bambú, títeres, porta esferos, calcomanías, entre otros productos.

    Lisseth también comercializa sus productos vía redes sociales y a través de la página web.
    Al mes se pueden hacer hasta tres pedidos. Cada uno de entre 25 y 45 figuras artesanales. Pueden ser figuras elaboradas como muñecas tsáchilas, tortugas de las islas Galápagos, chivas o solo llaveros y porta esferos.

    De hecho, la agencia Equinoccial Touring es uno de sus clientes permanentes.
    Édison Enríquez, gerente de este negocio turístico, señala que realizan pedidos de llaveros en tagua, personalizados con el logo de la empresa. Estos se entregan en los paseos en chiva, cada mes.

    Además, si los clientes contratan paquetes turísticos familiares o empresariales se realizan artesanías con el logo de la empresa o con el apellido de la familia. “Es un valor agregado para nuestros consumidores. A nosotros nos ayuda fidelizarlos”.

    La artesana Lisseth Delgado es la propietaria de Rincón Artesanal, un negocio con artesanías pluriculturales. Foto: Juan Carlos Pérez para LíDERES
    La artesana Lisseth Delgado es la propietaria de Rincón Artesanal, un negocio con artesanías pluriculturales. Foto: Juan Carlos Pérez para LíDERES
  • Mujeres indígenas buscan mercado con apoyo extranjero

    Marcel Bonilla (F)
    Contenido intercultural

    Tres mujeres éperas caminan por un terreno húmedo de ocho hectáreas, mientras revisan las plantas de chocolatillo, materia prima utilizada para la elaboración de artesanías.

    Ellas utilizan pantalón, botas de caucho y suéter con mangas largas, para cubrirse de los mosquitos, en la población de Santa Rosa, norte de Esmeraldas. Con el apoyo de técnicos del programa de las Naciones Unidas, revisan que las plantas tengan la talla necesaria para el corte y la madurez suficiente para su utilización.

    Desde hace un año, la Asociación de emprendimiento y desarrollo de los jóvenes de la nacionalidad Épera-Siapidara del Ecuador recibe apoyo técnico para mejorar la producción de fibra natural y la elaboración de sus artesanías.

    La presidenta de la organización Florinda Chirimía, explica que se ha mejorado la técnica de cultivo del bejuco, que permitirá una mayor producción y satisfacer la demanda de objetos artesanales.

    En la comunidad de Santa Rosa, 59 mujeres, acompañadas de sus esposos, trabajan en elaboración de artesanía como las esteras, sopladores, carteras, canastos, sombreros, petacas y bolsos.

    Jénnifer Capena y María Chipúa son dos indígenas que han heredado el talento para tejer a mano sombreros, cartera y bolsos. Ellas acompañan a Florinda Chimiría en el recorrido de la producción.

    Los nativos siembran el chocolatillo, una planta propia de la zona, que crece en suelos anegados, las que extraen para su aprovechamiento en la elaboración de las artesanías.

    María Chiripúa señala que primero siembran el cogollo de la fibra. Cuando ha crecido se corta con machete, se raspa y se extrae la fibra con la mano para luego ser tinturado. La planta crece en bosques anegados y suelo húmedo.

    En la fabricación de los objetos, en ocasiones, se raspa el tallo antes de extraer la fibra o venas, para obtener otro color natural. La vena más fina da varios tonos como el verde o amarillo pálido.

    Las mujeres cortan los tallos maduros para retirar la capa verde; se extrae en tiras, se quita la médula y se aplana con la mano para obtener las cintas.

    Celio Vera, técnico de la Prefectura de Esmeraldas, explica que se trabaja en el mejoramiento de la reproducción vegetativa del chocolatillo.

    La cestería elaborada por los indígenas ha empezado a venderse en diversos mercados del país como en Quito, bajo pedidos, así como en las ruedas de negocios que se promueven en la provincia.

    Un convenio firmado entre la Prefectura de Esmeraldas y el Programa de las Naciones Unidas, permite la intervención en algunas organizaciones de mujeres emprendedoras como las éperas.

    La Prefectura de Esmeraldas ayuda con técnicos del Departamento de Desarrollo Productivo. La metodología utilizada es la denominada Creciendo con su negocio, en la que ayudan a mejorar la producción y ponerle en el marcado el producto.

    Una vez que se ha cumplido con el proceso para obtener una marca y mejoramiento de la presentación de los productos, se busca mercados para las artesanías.

    Las emprendedoras reciben asesoramiento de los técnicos del Departamento de Fomento Productivo de la Prefectura de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Las emprendedoras reciben asesoramiento de los técnicos del Departamento de Fomento Productivo de la Prefectura de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Los productos montuvios son los más vendidos en este local

    María Victoria Espinosa

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    Con varios troncos de madera, el manabita Wilmer Saltos construyó un stand para exhibir sus productos en las fiestas de los ganaderos de Santo Domingo, Expogan 2018.

    Él confecciona y vende sombreros manabitas, monturas para caballo, hamacas y demás productos típicos del pueblo montuvio, radicado en Manabí.

    Su negocio se instaló hace ocho años al frente de las instalaciones de la Asociación de Ganaderos (Asogan), en la vía Santo Domingo – Quinindé.

    Los días en los que hay más ventas son los martes y jueves, que coinciden con la feria ganadera. A su local llegan unos 80 clientes en esos días. Por lo general, son finqueros y campesinos en busca de sogas, monturas o sombreros para sus jornadas laborales.

    El aprendió a elaborar esos productos en la zona rural de su natal Portoviejo (Manabí). Pero hace unos 20 años dejó esas tierras para buscar un mejor futuro en Santo Domingo. Ahí trabajó como empleado privado en varias empresas, por más de 10 años.

    Pero extrañaba el campo y a su provincia. Así que de a poco empezó a elaborar productos para recordar sus raíces y de a poco fue vendiéndolos en fincas y los dos años instaló su propio negocio.

    Ahí también ofrece productos manabitas, que elaboran sus amigos artesanos. Una de esas son los bongos y las redes de pesca.

    También vende artesanías y hamacas elaboradas por indígenas de Otavalo (Imbabura).
    Saltos señala que tiene diversidad de productos porque su negocio está en la vía hacia las playas de Esmeraldas y los turistas siempre hacen una para da en ese lugar para comprar algún recuerdo, un sombrero para cubrirse del sol o una hamaca tejida a mano con varios colores para sus viviendas.

    Los martes y jueves las ventas ascienden hasta USD 300 diarios. Otros días de entre semana disminuyen a la mitad.

    Los fines de semana son idóneos para las ventas a los turistas, que varían entre USD 200 y 250.

    Otras de las fechas en las que hay movimiento de ventas son las fiestas de cantonización y provincialización. Eso debido a que en la ciudad se realizan cabalgatas y el artesano aprovecha esos eventos para vender sus sombreros, que pueden costar entre USD 10 y USD 60, dependiendo del material y los adornos.

    Además, aprovecha para participar en las expoferias con todos sus productos. Él decora los estantes con sus productos, globos y espejos para que el comprador escoja los que más les gustan. “Los santodomingueños tienen la costumbre de vestir como vaqueros cada vez que vienen a las ferias de Asogan. Ahí me buscan para venderles”, comenta.

    En esas fechas recibe el apoyo de sus hermanos y amigos. Unos cuidan el puesto y otros recorren la Asogan ofreciendo el producto.

    Ellos también llevan mercadería como sombreros a la Expoferia, que se encuentra en el centro de la ciudad de Santo Domingo.

    En ese lugar solo se venden unos 10 productos diarios, pero para Saltos es una plataforma para dar a conocer sus artesanías a la gente de la ciudad o del campo, que asiste a las festividades de cantonización.

    Wilmer Saltos es el propietario de un local en el que vende productos que utilizan los montuvios en Manabí, como el sombrero y las monturas. Foto: Juan Carlos Pérez para Líderes
    Wilmer Saltos es el propietario de un local en el que vende productos que utilizan los montuvios en Manabí, como el sombrero y las monturas. Foto: Juan Carlos Pérez para Líderes