Etiqueta: artesanías

  • El comercio une a tsáchilas, chachis y afros en Ecuador

    Redacción Santo Domingo 

    Tres etnias compartirán espacio e ideas en un centro que se levanta en Santo Domingo. Este espacio servirá para el intercambio de las artesanías y de las materias primas que utilizan y elaboran los pueblos tsáchilas, chachis y afros; también será un sitio para la gastronomía y los servicios de las etnias citadas.

    El proyecto no solo abarcará a las comunidades sino que será un espacio abierto para todo el público, según explica la concejala Susana Aguavil, quien propuso la edificación del centro artesanal.

    La idea es que los miembros de las etnias tengan un solo sitio donde se puedan comercializar cerca de 150 toneladas de artesanías que elaboran estas etnias al año, sin verse perjudicados por el comercio informal o los intermediarios.

    Para el montaje del lugar se cuenta con un presupuesto de USD 500 000; en el momento se estudian las condiciones y factibilidad de los terrenos donde será el sitio multiétnico.

    Los tsáchilas, por ejemplo, venden sus artesanías a los chachis, como canastos, abanicos y cestos. Es una estrategia que se basa en el intercambio de la materia prima necesaria para la elaboración de las artesanías.

    Los tsáchilas también les proveen de la paja toquilla a los chachis de manera gratuita y estos les entregan sus acabados a costos de producción. Es decir, a un promedio de entre USD 3 y 5 por artículo, explica el representante de los chachis, Luis Cimarrón. Sin embargo, el dirigente cree que en el nuevo establecimiento ellos podrán vender de forma directa.

    Cayetano Tenorio, líder de la Asociación de Afros Mayoritarios en Santo Domingo, asegura que desde hace varios años los afrodescendientes han anhelado e intentado desarrollar este proyecto, pero de manera esporádica.

    Por las fiestas de cantonización de Santo Domingo, el Municipio les prestaba a los comerciantes la explanada del recinto ferial, para que ofrezcan sus platos típicos, como el ensumacado, encocado y tapao arrecho. “Considero que este centro multiétnico animará a muchos de nuestros hermanos que trabajan en la informalidad y a los que no tienen un empleo fijo”.

    La semana pasada, una delegación del Municipio acompañada de los representantes de los tres grupos étnicos recorrió un terreno ubicado en la avenida Abraham Calazacón y Tsáfiqui. Según el alcalde, Víctor Manuel Quirola, ese sitio es una de las opciones que tienen para empezar con el montaje del centro intercultural.

    Según Calazacón, al estar en el centro de la ciudad traerá mucho dinamismo para los involucrados.

    Los detalles de la organización interna dentro del centro se definieron según una planificación consensuada entre los involucrados. Entre cada espacio se procurará hacer un intercalado entre miembros de las distintas nacionalidades.

    Es decir, si un primer cubículo lo ocupa un afro, en el siguiente irá un tsáchila y a su lado un chachi, explicó que el jefe de Planificación del Municipio, Juan Carlos Valencia. “La idea es que no se den conflictos internos y se respete el principio de igualdad”.

    La gastronomía será parte del centro multiétnico que se levantará en Santo Domingo, en un mes. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
    La gastronomía será parte del centro multiétnico que se levantará en Santo Domingo, en un mes. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES
  • Las artesanías de Flores tienen su marca parroquial

    Cristina Márquez   (F)
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    Cuando los comuneros de Flores, una parroquia ubicada a 40 minutos de Riobamba, descubrieron el fuerte impacto que las marcas extranjeras tenían entre los más jóvenes del pueblo, decidieron crear su propia marca parroquial. Hoy sus artesanías se comercializan con el logotipo de La Floreanita, Sisay Pacha.

    Ellos elaboran prendas de vestir tejidas y bordadas a mano con lana de borrego, accesorios como bolsos, fajas, bufandas, guangos y elementos decorativos como cojines, tapetes y cuadros para pared. Todos los productos contienen símbolos de la cosmovisión andina, que representan la identidad de la parroquia.

    “Es un proyecto con doble objetivo, queremos mejorar los ingresos económicos y la calidad de nuestra gente y, a su vez, difundimos el nombre de nuestra parroquia y para un futuro proyecto de turismo comunitario”, afirma Alberto Guzñay, presidente de la Junta Parroquial.

    La iniciativa se inició en el 2012, cuando un grupo de jóvenes que se capacitaban en tejidos, bordados y elaboración de artesanías propuso la idea al Gobierno Parroquial. El objetivo inicial fue buscar una alternativa a la única actividad económica que sostenía a los habitantes de las 27 comunidades indígenas que integran la parroquia, la agricultura.

    “Aquí no tenemos agua de riego, por eso los cultivos no prosperan y la gente empezó a migrar a las ciudades”, cuenta Guzñay. De hecho, los pequeños poblados empezaron a quedarse vacíos y se perdió la fuerza laboral.

    Pero lejos de mirar la migración como un fenómeno negativo, los emprendedores lo miran como una oportunidad para fortalecer el negocio y ampliar los canales de distribución. La idea es vincu­lar a los parroquianos que migraron a las ciudades, e incluso al extranjero, para convertirlos en agentes de ventas.

    En el momento, el emprendimiento cuenta con un primer punto de ventas situado en el centro de Riobamba, pero el objetivo es abrir más locales en otras ciudades como Ambato, Quito y Guayaquil, donde se encuentra la mayoría de migrantes.

    La microempresa, que se oficializó en noviembre del 2015, ofrece prendas de vestir como blusas bordadas con las flores sagradas de la comunidad, la que más se destaja es la flor de Nachaks.

    Esta es la planta más representativa del sector y la razón del nombre de la parroquia. También se elaboran bayetas tejidas, camisones y fajas, que cuestan entre USD 30 y 50, dependiendo del tipo de bordado y la calidad de la materia prima.

    “Es moda sin perder la identidad. Diseñamos prendas con escotes, transparencias y otros detalles que las hacen atractivas para las jóvenes, pero conservamos las figuras bordadas -que son significativas para nuestra cultura– y los colores”, cuenta Rosa Remache, una de las artesanas.

    El emprendimiento también ofrece otros accesorios y elementos decorativos para el hogar, como cojines, tapetes y cuadros. Estos productos están pensados para el mercado urbano; es decir, decoradores que buscan elementos étnicos para sus diseños.

    Mónica Illapa, Wendy Illapa, Alberto Guzñay, Rosa Remache y Gloria Píntag son parte de la Asociación. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Mónica Illapa, Wendy Illapa, Alberto Guzñay, Rosa Remache y Gloria Píntag son parte de la Asociación. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • El mármol cobra vida con sus artesanías

    Redacción Cuenca

    En un taller de 70 m² en la parroquia de Sinincay, Homero Gordillo, transforma bloques de mármol en tortugas, águilas, toros, caballos y cualquier figura que sus clientes soliciten.

    En esa parroquia (norte de Cuenca), desde 1978, funciona Marmolería El Progreso, que elabora artesanías con ese material. A partir del 2005, a través de socios comerciales, envía sus productos hacia EE.UU. y factura USD 6 000 al mes.

    Gordillo empezó en el oficio como aprendiz de otro artesano en Sinincay. En 1978, cuando conoció los secretos para moldear el mármol, instaló su taller con una inversión inicial de 14 500 sucres (unos USD 500 al cambio de ese año). Con ese dinero adquirió tres esmeriles industriales, que sirven para limar y moldear la piedra y el mármol.

    Al inicio, recuerda Gordillo, solo trabajaba él y facturaba unos 10 000 sucres al mes (unos USD 380 al cambio de la época). Este cuencano vendía el producto en almacenes y a comerciantes interesados en llevar las artesanías a la Amazonía y Galápagos, para los turistas.

    Desde 1988, Ramiro Piedrahíta adquiere los productos de Gordillo. Resalta la calidad y buen gusto del artesano para combinar los colores del mármol. También destaca su habilidad para moldear detalles en los animales, como caparazones, alas, plumas, cuernos, picos…

    Además, agrega Piedrahíta, los precios de Gordillo son asequibles. Vende figuras desde los cinco centímetros en USD 0,45 hasta los 40 centímetros en USD 35, que son apetecidas por los turistas en las provincias de Galápagos, Napo y Orellana.

    Cristina Sierra adquirió 10 tortugas por USD 25, en mayo pasado, en la Isla Santa Cruz (Galápagos), para obsequiar a sus familiares y quedó satisfecha.

    Aunque sus creaciones ya eran apetecidas por extranjeros que llegaban al país, Gordillo no sabía cómo enviar su producto hacia otros mercados.

    En el 2005 se contactó con comerciantes que viajan y comercializan artesanías en Miami y Nueva York (EE.UU.). Desde entonces envía sus productos.

    La acogida es buena, ya que el 30% de su facturación proviene de las ventas al extranjero. Daniel Carrera compra tortugas de Marmolería El Progreso y las lleva a Nueva York, desde donde las vende. Este quiteño señala que los productos de Gordillo tienen acogida y es un negocio rentable, porque una tortuga que en Ecuador cuesta USD 1, en EE.UU. vale 15.

    Este cuencano continúa trabajando en el mismo taller, pero hoy lo acompaña su hijo Fabián, quien aprendió las técnicas para transformar el mármol en artesanías. Ambos han adquirido, con el tiempo, seis esmeriles industriales adicionales y una escuadradora para cortar el mármol.

    En el almacén Recuerdos y Curiosidades, en el sur de la capital azuaya, se venden los productos de Gordillo. Para su gerenta, Clara Maldonado, los artículos de Marmolería El Progreso reflejan la identidad del país. En uno de los estantes de Recuerdos y Curiosidades se exhiben delfines, ballenas, piqueros de patas azules, llamas, toros, caballos…

    Para Gordillo, es gratificante que las creaciones que salen de su taller sean apreciadas en Cuenca, Galápagos, Napo, Orellana y EE.UU. “Me gusta mi trabajo y que valoren la artesanía ecuatoriana”.

    El negocio en breve

    • El tiempo de elaboración. Según el tamaño del objeto. Los de 5 centímetros tardan 30 minutos.
    • La materia prima. Utiliza el mármol común oscuro y Ónix (blanco) para combinar los colores.

  • Artesanías, turismo y cultura se combinan con una buena vista

    Redacción Quito

    El Mirador de Guápulo (Quito) adquirió una nueva imagen desde que María Sara Gabela obtuviera la concesión del lugar en junio del 2011.

    Ella recuerda que al volver de su maestría sobre Diseño de proyectos de ocio: cultura, deporte y turismo, que realizó en España, decidió presentar un proyecto al Municipio de Quito. Su plan incluía una agenda cultural y un restaurante. La idea de Gabela fue seleccionada entre cinco proyectos participantes.

    Con USD 40 000 de préstamos bancarios y familiares inició la renovación. Empezó a operar en noviembre del 2011 y hoy alberga a microempresarios, artesanos y artistas. El espacio está dividido en dos: el restaurante-cafetería y una tienda con los productos de emprendedores.

    Como parte de las actividades del Mirador de Guápulo se incorporaron las ferias y los talleres. Por ejemplo, cada sábado se venden hortalizas orgánicas que son cultivadas en 10 huertos ubicados en la loma de San Francisco de Miravalle.

    Los artesanos, por su parte, presentan joyas, juguetes de madera y en tela, ceramistas, trabajos en papel maché… que se presentan desde las 09:00 y se complementa con talleres que se realizan el segundo sábado de cada mes.

    Al interior, además de los menús se venden mermeladas, café, conservas…

    Karla Orbe, presidenta de la Asociación Artesanía Urbana, comenta que además de presentar las artesanías y diseños de ocho marcas, de las 18 que forman el grupo, también se dictan talleres. “Mirador es un fuerte sitio turístico de Quito, que está considerado dentro del recorrido de Quito Turismo… El cambio es positivo, porque además de entretener, la comunidad puede aprovecharlo”, dice.

    Mónica Benavides también participa en estas actividades con trabajos hechos con materiales reciclados como: plástico, focos, cartón… “Nos unimos por un mismo interés con la comunidad. Yo intento concienciar de cómo manejar material reciclado y transformarlo en algo bonito”, como artista y con el taller Mariposa Manchada. Ella es moradora del sector y comenta que “antes era peligroso, bullicioso y sucio. Ahora es un sitio bonito”.

    Como parte de este cambio se decidió, además de habilitar el espacio físico, crear una nueva imagen corporativa. La encargada de hacerlo fue Paula Barragán.

    Ella comenta que es una imagen simplificada del diseño que elaboró para el papel de empaque que usa el Mirador. Este recoge la subida de Guápulo desde el Santuario hasta la avenida González Suárez, pasando por casas, rodeadas de naturaleza y animales, señala. Asimismo, esta diseñadora y grabadora lo complementó con una tipografía especial.

  • Con café, taguay coco se decoran los diseños de Manabijou

    Redacción Guayaquil

    Hace cuatro años, la manabita María José Zambrano, por curiosidad, compró materiales para elaborar bisutería. Cuando lo hizo, no sabía cómo manejar las pinzas y otros implementos.

    Ella insistió en su idea. Investigó sobre la elaboración de bisutería y se instruyó con libros y videos. Pronto esta actividad “se volvió una pasión”. Sus amigos y familiares empezaron a comprar sus trabajos y surgió la idea de montar un negocio.

    Hoy Zambrano es la propietaria de Manabijou y sus piezas llegan, mediante intermediarios, a compradores en Alemania, Polonia, Inglaterra, Francia, Suiza e Italia. Desde hace un año esta emprendedora se dedica por completo al diseño de semijoyas y creó Manabijou. Para ello, invirtió un capital de USD 8 000 de ahorros personales, que destinó a la compra de materiales.

    La oferta consiste en dos líneas: bisutería y semijoyas. La primera se trata de accesorios elaborados con materiales como piedras naturales y plásticas, de diferentes tamaños, colores y texturas. La segunda se trata de pulseras, collares, anillos… elaborados con plata y otros materiales naturales como granos de café tostado, tagua, coco y caracoles.

    Dos de los ejes más importantes del emprendimiento son la responsabilidad social y la autosostenibilidad, según la joven de 26 años. Por esto, Manabijou trabaja con amas de casa de Manta. De esta manera, Zambrano diseña las joyas y tres mujeres las elaboran.

    El uso de los materiales de manera creativa y elegante, además del buen acabado de las piezas, es lo que más le gusta a la colombiana Lucella Gallego. Ella reside en Manta desde hace un año y cuando viaja a su país natal lleva diseños de Zambrano para regalar o por encargo. “Tienen mucha acogida por su originalidad”.

    Manabijou vende cada mes cerca de 550 piezas de sus dos líneas. Factura unos USD 2 400 mensuales.

    En la promoción ha sido clave la presencia en ferias y eventos nacionales, como el Salinas Fashion Week. Manabijou participó también en la feria Aromas del Ecuador, realizada el mes pasado en Guayaquil. Además, en noviembre participará en una feria artesanal en Cuenca, organizada por el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares.

    Fue en una de estas ferias donde conoció a un empresario que le propuso comercializar sus productos a Europa. También el contacto con agregados comerciales de Ecuador en ese continente resultó clave para Zambrano.

    Otra herramienta de promoción es la página web www.manabijou.com. Por ejemplo, la firma Caza Moda conoció de Manabijou a través de este portal. Esta empresa comercializa prendas de vestir y accesorios a través de catálogos.

    Daniel Cazañas, su gerente general, afirma que decidió incluir los productos de Zambrano en su portafolio, ya que son novedosos. Añade que se venden unas 300 piezas mensualmente.

  • Lo artesanal es lo preferido del negocio

    Redacción Quito

    Para que productos innovadores o diferentes sean aceptados por los mercados debe transcurrir cierto tiempo. Productos vanguardistas de diseñadores no se los puede conseguir en cualquier tienda de un centro comercial. Estas creaciones, denominadas ‘alternativas’, tienen su nicho definido: adolescentes y jóvenes que prefieren lo artesanal y personalizado, lo que no se fabrica en serie.

    Bisutería con productos reciclados, agendas con pastas de tela, camisetas con diseños urbanos, bolsos de cuero cocidos a mano, y más, son algunas de las opciones que el cliente puede encontrar en los denominados bazares de diseño.

    Edwin Troya, director de la carrera de Diseño Gráfico e Industrial de la Universidad de las Américas (UDLA), asegura que esta tendencia tiene al menos unos 10 años en el país. El catedrático sostiene que una de las ventajas de este tipo de carreras es que incentiva la creación de sus propios productos e impulsa a los profesionales a ser emprendedores.

    Troya cuenta casos de sus estudiantes: unos han incursionado en la industria del mueble, otros manufacturan exhibidores en plástico y acrílico, y otro grupo se dedica a la elaboración de joyas y más.

    Otro de los factores que contribuye al desarrollo de este mercado es que en el país existe una diversidad de materias primas, como totora, piedras, madera, tela, entre otros, que facilita la manufacturación de los productos, añade Troya.

    Uno de estos casos es la tienda So Accesorios, ubicada en el norte de Quito. Sofía Silva, quien estudió Producción de Dibujos Animados, y Elsa Cifuentes, diseñadora industrial, son sus propietarias.

    El local se abrió hace un año en el garaje de la abuela de Silva. Ahora, ese lugar luce lleno de bisutería de colores; logos de la cultura pop y caricaturas conforman el concepto de sus creaciones.

    Silva señala que estas tiendas permiten difundir las iniciativas de diferentes diseñadores. Por ejemplo, So Accesorios no solo comercializa los productos de sus dos socias, sino que también vende artículos de otros emprendedores.

    Actualmente, So Accesorios factura al mes cerca de USD 700 mensuales.

    Otro de los locales conocidos en Quito es Messklan. Verónica Ibarra, una de las socias del almacén, señala que en mayo del 2011 cinco jóvenes decidieron crear una tienda decorada con materiales reciclados, con parqueadero para bicicletas y «productos inusuales».

    Aunque no existen datos oficiales de cuántas tiendas de este tipo existen en el país, Ibarra calcula que en Quito se ubican alrededor de cinco almacenes de este tipo, y en Guayaquil, unos dos.

    Fernanda Torres, propietaria de Sansaru de Guayaquil, añade que estas tiendas surgen en el país con el impulso de la campaña gubernamental ‘Mucho Mejor si es hecho en Ecuador’.

    Ella afirma que esta tendencia de bazares proviene en gran parte desde Argentina. Diseñadores que estudiaron en ese país trajeron ese modelo de negocio. Sansaru se creó hace un mes con una inversión de unos USD 5 000.

  • Con su aporte buscan afianzar un emprendimiento de biojoyas

    Redacción Guayaquil

    Los desechos de la piel de pescado son la materia prima que seis emprendedoras de Puerto López (Manabí) usan para elaborar biojoyas artesanales.

    Una de ellas es Mónica López, quien conoce esta técnica hace unos dos años y es parte de un proyecto de microemprendimiento que surgió de una iniciativa gubernamental.

    En octubre del año pasado, las emprendedoras recibieron capacitaciones y asesoramiento por parte de estudiantes del octavo ciclo de la carrera de Ingeniería en Desarrollo de Negocios Bilingüe-Emprendedores, de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil (UCSG).

    Nueve alumnos de la materia de Consultoría Comunitaria dictaron talleres enfocados en finanzas, estrategias de ventas, producción y costos. Luego de analizar la viabilidad del proyecto, lo bautizaron como Qara.

    Como parte de esta iniciativa, los estudiantes elaboraron un catálogo con el objetivo de que este se convierta en una carta de presentación para los clientes.

    Inés Carrasco, profesora de la materia, explica que el objetivo de esta actividad es generar un aporte a la comunidad y hacer que las posibles ideas de emprendimiento se conviertan en negocios viables. La capacitación incluyó un plan de mejora que busca optimizar los diseños, calidad y acabado del producto.

    Con ello colaboró la estudiante Tatiana Loor. Ella asesoró a las emprendedoras para que estas puedan apostar por nuevos diseños, colores y dimensiones de collares y aretes. «Evidenciamos que aunque el producto es bueno, la ausencia de variados modelos era un inconveniente para mejorar las ventas», cuenta.

    Para la elaboración de estas biojoyas se usa la piel de peces como el róbalo, dorado, corvina, tilapia y sardina. López explica que, por ejemplo, de la piel de una tilapia se pueden obtener hasta siete pares de aretes. El proceso de producción de cinturones, carteras o fosforeras son piezas más elaboradas, que puede tomar hasta dos meses crearlas. La piel de pescado pasa por un proceso de lavado, un curtido vegetal y tinturado. Este proceso elimina cualquier olor.18 modelos de joyas son parte del catálogo de Qara

  • La oferta artesanal se tomó el bicentenario

    Redacción Quito redaccion@revistalideres.ec

    Cuero, madera, plástico, incluso tarjetas madre de computadoras, pueden ser materiales para elaborar artesanías. Todo está en innovar y crear.

    Con este concepto, 150 artesanos se reunieron en el Centro de Eventos del Parque Bicentenario, el fin de semana pasado, en la V Feria Texturas, Colores y Sabores, organizada por el Municipio de Quito, a través de Quito Turismo.

    Este encuentro microempresarial ­reunió por quinto año consecutivo a un grupo de emprendedores que mostraron sus marcas y creaciones al público.

    Diego Carrasco, coordinador de este encuentro, asegura que en la preselección se presentaron 200 artesanos, pero 150 fueron escogidos para participar.

    En los tres días de feria se esperaba recibir 12 000 visitantes. Carrasco asegura que en estos días, cada expositor logra vender entre USD 600 y 800.

    Luego de la exposición artesanal se pueden lograr resultados económicos de hasta unos USD 3 000, señala el funcionario. Se calcula que en total, la feria movió cerca de USD 100 000.

    Uno de los expositores fue Ciclovitro. Daniela Jiménez, propietaria de esta iniciativa, cuenta que recicla vidrios de ventana para transformarlos en bisutería y objetos de decoración para el hogar. «En mis trabajos aplico la composición y el dibujo para obtener obras diferentes para cada producto», asegura la artesana.

    Otra de las iniciativas que participó durante la feria fue Reciclarte. Alejandra Moncayo y David Ramírez aprovechan las tarjetas electrónicas que obtienen de las computadoras para transformarlas en llaveros, libretas, collares, portarretratos, relojes de pared, adornos, tomacorrientes, entre otros artículos.

    Moncayo cuenta que obtienen la materia prima de los sitios que reparan las computadoras. Los productos se elaboran luego de que las tarjetas pasan por un proceso de limpieza, para que la tarjeta sea lisa y no lastime al cliente.

    Mientras que Maricel Buitrago presentó Cronopio. Su marca oferta rompecabezas de madera para niños. Los productos están elaborados con pintura no tóxica para seguridad de los infantes. Buitrago explica que esta idea de ­negocios nació a raíz del nacimiento de su hijo, hace cuatro años.

    En el área de alimentos, en cambio, el visitante pudo encontrar productos elaborados con ingredientes orgánicos y procesos artesanales, que se reflejaron en productos tradicionales.

    El encuentro

    Las categorías. Los artesanos mostraron sus productos relacionados con el arte e imaginería; decoración e iluminación; moda y accesorios; joyería y bisutería; instrumentos musicales y didácticos; regalos; confitería y alimentos.

    El año pasado. La feria contó con la participación de 150 expositores.

  • 13 parroquias de Loja emprenden

    Lilia Arias (I) Redacción Loja / LÍDERES

    Objetos en arcilla, tejidos en mullos y lana, pinturas, repujados, adornos de artículos reciclados… son productos que promociona la Asociación de Productores Tradiciones Lojanas, en el telecentro que acoge las artesanías que elaboran en las parroquias rurales de Loja. Este espacio está ubicado en el casco céntrico de la ciudad de Loja y el objetivo es exponer y vender las creaciones de los campesinos de las 13 parroquias rurales, que las realizan entre sus jornadas de descanso en el campo.

    Unos 75 socios conforman la Asociación de Artesanías de Tradiciones Lojanas. Desde diciembre del 2013, ellos exponen su trabajo en esta tienda artesanal; un promedio de 500 figuras y pinturas están en exposición y los precios varían entre USD 1 hasta 150.

    Este almacén fue adecuado en una casa de lavanderías. El inmueble fue recuperado por estar inventariado como bien patrimonial, a cargo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), ya que la construcción data de 1953. Allí se invirtió, en la reconstrucción y adecuación, USD 230 000.

    Según el encargado del centro Tradiciones Lojanas, Franco Ayabaca, las ventas semanales están en un promedio de USD 300. Para la distribución equitativa de los recursos, cada artesano deja el 10% del valor total del producto vendido para mantener el espacio y cubrir gastos logísticos de traslado de los artículos a ferias programadas. Por ejemplo, si se vende un par de aretes tejidos en mullos en USD 2, el 10% representa a 20 centavos que quedan a favor de la organización.

    La presidenta de la Asociación es Alexandra Febres, de la parroquia de San Pedro de Vilcabamba. Ella está encargada de controlar el funcionamiento de la tienda y explica que el pago por las prendas vendidas se realiza semanalmente. Las reuniones con los artesanos son mensuales y el objetivo de sus directivos es integrar a nuevos socios.

    De acuerdo con un estudio socioeconómico, aplicado por el Municipio de Loja en el 2013, se verificó que hay 2 459 artesanos en las 13 parroquias rurales de Loja. El propósito es que todos utilicen este espacio de exposición y ventas.

    Además, se incorporaron salas para talleres manuales con el propósito de generar desarrollo económico territorial, con enfoque humano que admita la creación de trabajo digno y emprendimientos productivos de los habitantes de las parroquias rurales. Ellos reciben diversos cursos. En la actualidad se dicta el curso de inglés, para que los artesanos puedan comunicarse con los extranjeros y ofrecer sus productos elaborados.

    María Uzho, de 58 años, es una de las artesanas que deja objetos trabajados en barro. Ella dice que elabora estas artesanías desde que tuvo siete años de edad y el almacén Tradiciones Lojanas le ha permitido promocionar su producto con turistas nacionales e internacionales.

    Las artesanías las trabaja en el barrio Cera, que pertenece a la parroquia de Taquil, ubicada a 45 minutos de la capital lojana. Cada año realiza un nuevo modelo de jarrón u objeto para el hogar. Esto le ha permitido incrementar sus clientes.

    Con la promoción de su producto en este centro y los que ofrece en su taller artesanal Tiesto, sus ventas alcanzan un promedio de USD 400 mensuales en temporada baja y llega hasta 1 200 en temporada alta, entre los meses de mayo, agosto y diciembre. Su meta es incrementar las ventas y que sus artículos llegue a otros países.

    La Asociación

    La entidad. Esta organización expone desde diciembre del 2013 su oferta artesanal, en un local de dos plantas. Este sitio era utilizado como una lavandería.

    El objetivo. La Asociación busca generar desarrollo económico territorial con enfoque humano, para impulsar el desarrollo de emprendimientos productivos y generar empleo.

  • Carma capacita al artesano en decoración

    Mónica Orozco Redacción Quito / LÍDERES

    En las aulas de Carma Estudio de Cerámica y Manualidades, el vidrio, la madera y la cerámica adquieren otro color. Para Rocío Corral, de 52 años, los talleres que dicta este emprendimiento desde hace 30 años, fueron, además de un hobby, una terapia y, con el tiempo, una opción de trabajo.

    Hace siete años, Corral vendió su renuncia en el sector público, pero la salida de su trabajo le afectó. El médico le recomendó buscar talleres y otras actividades. Corral se inscribió en los cursos que oferta Carma. Allí aprendió a moldear el vidrio, decorar lienzos y otras actividades que, actualmente, le permiten generar un ingreso extra, de entre USD 200 y 300 mensuales para su hogar.

    La estrategia de Carma es ofertar cursos como un gancho para la venta de arcilla, pintura, cerámica y otros materiales. «Nunca hemos vendido las piezas terminadas, siempre la idea fue transmitir las técnicas de decoración», comenta Carlos Flores, gerente de este centro.

    La empresa logró la representación de firmas internacionales para la venta de pintura, hornos, pincelería y otras materias primas y equipos. Los talleristas aprenden la técnica y con el tiempo se convierte en un hobby, comenta Flores.

    El trabajo como asesor del Gobierno estadounidense llevó a su padre, Carlos Flores Romero, a vivir dos décadas fuera del Ecuador, en especial en Panamá, Costa Rica y Colombia.

    En esos países, Maruja Guerrero, su madre, no perdía la oportunidad de seguir cursos en diversas disciplinas relacionadas con la decoración.

    A su regreso al país en 1984 aprovecharon estos conocimientos para arrancar un emprendimiento. Así fue como empezaron a dictar cursos, primero en su vivienda, ubicada en el norte de Quito, y luego en un local propio. Siete años después, gracias a la acogida, Carma se constituyó legalmente como empresa (bajo el nombre de Ceramicarma).

    Empezó con talleres para la decoración de cerámica, pero desde 1998 se incorporaron otros materiales como vidrio, madera, metal, entre otros.

    Los primeros talleres fueron para amas de casa y luego se diversificaron. Hoy, alrededor del 93% de los talleristas está compuesto por amas de casa y profesionales. El resto son artesanos y artesanas que buscan aprender nuevas técnicas o actualizar sus conocimientos.

    Excluyendo EE.UU. y Canadá, por cinco años consecutivos Carma llegó a estar en el top cinco de ventas mundiales de Duncan Enterprises, fabricante de pinturas y otros materiales para cerámica y manualidades de EE.UU.

    Actualmente, Carma dicta unos 40 cursos al mes y cuenta con 1 200 clientes permanentes, entre compradores de materiales y estudiantes. Los siete últimos años las ventas de Carma han sido de unos USD 500 000 anuales.

    Los servicios Profesores.  El centro cuenta con 16 empleados de planta (incluidos maestros) y un equipo adicional de cuatro profesoras.

    Los precios de la capacitación.  Los cursos son de tres a cinco clases, según la técnica que se desarrolle. La duración es de dos horas y media, por sesión. Cada clase de dos horas y media cuesta USD 6.

    Los servicios adicionales.  La empresa oferta servicios de quemado de piezas de cerámica y vidrio.