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  • El cacao fino tiene ADN latinoamericano

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    Del Caribe a México, de Perú a Venezuela, de Bolivia a Colombia y en todo el Amazonas. El cacao fino tiene ADN latinoamericano y se extiende por un continente que no siempre ha sabido reconocerlo ni sacarle el suficiente provecho comercial, pero que en los últimos años parece haber redescubierto su valor.

    Tradicionalmente, el cacao fino latinoamericano solía venderse como una materia prima más, y la industria del cacao, y de los chocolates en particular, no diferenciaba el cacao latinoamericano del africano, por ejemplo. Pero la creciente demanda internacional de chocolates finos provocó que las grandes marcas crearan nuevas líneas de cacao fino, y con ellas nació la oportunidad de fortalecer a miles de comunidades campesinas y de sumar al cacao a una cadena de valor global. También provocó que productores latinoamericanos lograran cierto reconocimiento internacional.

    En la actualidad, la región produce el 80% del cacao fino de aroma del mundo, y la materia prima es abundante: está el cacao fino del Caribe, el blanco de Venezuela y Perú y los nativos de Bolivia, Colombia y México, por mencionar solo algunos.

    Esta madurez del mercado genera una nueva oportunidad que América Latina tradicionalmente no tuvo: un mercado masivo donde promover su cacao y su chocolate fino. “Para aprovechar la ventaja comparativa de América Latina será necesario atraer tecnología y conocimientos que permitan innovar y desarrollar una oferta de calidad, posibilitando que la producción de cacao fino, chocolates, bombones, chocolate en polvo y otros insumos asociados, alcancen escala global y refuercen la posición competitiva de la región”, dice Federico Vignati, experto en negocios verdes de CAF. Pero cuanto más grande es el mercado potencial, más grande es la competencia.

    En varios rincones del mundo están surgiendo nuevos productores y, según Vignati, “si no nos organizamos, el ‘market share’ que tenemos en el momento puede reducirse drásticamente”.
    Actualmente, una tonelada de cacao ‘bulk’ (el más común) tiene un valor promedio de entre USD 3 100 y 3 500 por cada una. El precio del cacao fino de aroma puede oscilar entre USD 3 500 y 10 000 por tonelada. La producción de cacao promueve directa e indirectamente la inclusión económica de más de 3 millones de personas en la región, en una muestra de que el producto puede no solo ser lucrativo sino mejorar las condiciones de vida de millones de latinoamericanos.

    La organización del sector cacaotero de la que habla Vignati está tímidamente materializándose en algunos proyectos, entre los que se destaca la Iniciativa Latinoamericana del Cacao, que integra a los principales productores latinoamericanos de cacao fino de aroma para impulsar la competitividad, fomentar los negocios verdes sostenibles y promover una estrategia regional de desarrollo en los mercados nacionales e internacionales.

    Hasta ahora se han unido nueve países (México, Panamá, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Costa Rica y Bolivia), y se espera que, gracias a la promoción de la productividad y a la integración de conocimiento y tecnología, logren entrar en mercados que privilegian el biocomercio y la oferta de calidad, como por ejemplo el alemán, el francés o el norteamericano.

    Juan Borja, técnico de la Fundación Maquita. Fotos cortesía de CAF Banco de Desarrollo de América Latina
    Juan Borja, técnico de la Fundación Maquita. Fotos cortesía de CAF Banco de Desarrollo de América Latina

    La Ruta del Cacao
    Otra de las iniciativas que están reformulando la explotación del cacao en la región es La ruta del cacao, un proyecto en Ecuador que integra al sector productivo y turístico para dinamizar la cadena de valor. Gracias al trabajo colaborativo, hasta la fecha han vendido 259,85 toneladas de cacao fino de aroma. El 68% se destinó al mercado nacional y el 32% al internacional, principalmente Alemania, España e Italia.

    La iniciativa también ha capacitado a 469 productores (188 mujeres) de la Amazonía en el buen manejo de cultivos de cacao y asociados, y en el manejo diversificado de la finca con la inclusión y recuperación de plantas forestales. En la zona de la Amazonía se ha utilizado el sistema Chakra amazónica que se caracteriza por la diversificación, agroforestería y con un enfoque de seguridad alimentaria.

    “Nuestra meta es que la gente viva con dignidad. No muchas otras cosas. El mínimo, lo esencial para vivir es vivir con dignidad”, asegura Graziano Mazón, presidente de la Fundación Maquita, impulsora del proyecto.

    Teniendo en cuenta que nueve de cada 10 negocios cacaoteros están en manos de pequeños productores, estamos ante una oportunidad para impulsar modelos de desarrollo sostenible que promuevan el comercio inclusivo, las buenas prácticas de producción agroforestal y que, adicionalmente, innoven para diversificar la oferta del cacao.

    De todas formas, siguen existiendo barreras importantes. Entre las más altas están el desarrollo de mercados nacionales y mejorar las condiciones de acceso a mercados internacionales, el equilibrio de los ingresos de los productores, el acceso a financiamiento oportuno o la modernización de normativas.

    América Latina puede estar adentrándose en su época dorada del cacao. Solo tiene que sacar lo mejor de sí misma y trabajar de manera coordinada para lograr un equilibrio entre beneficios económicos, desarrollo del tejido empresarial, mejora de la calidad de vida de comunidades campesinas y apoyo de los gobiernos. No es una tarea sencilla, pero a fin de cuentas está en su ADN.

    Robert Valls, ejecutivo principal de Comunicación en CAF
    Visiones del Desarrollo es una sección promovida por CAF -banco de desarrollo de América Latina- que analiza los principales temas del desarrollo de la región. Los artículos que contiene se publican simultáneamente en los principales medios de América Latina.

    Ximena Jumbo, agricultora de la nacionalidad kichwa. Fotos cortesía de CAF Banco de Desarrollo de América Latina
    Ximena Jumbo, agricultora de la nacionalidad kichwa. Fotos cortesía de CAF Banco de Desarrollo de América Latina
  • Francisco Miranda: ‘La productividad del cacao mejora’

    Priscilla Alvarado

    redaccion@revistalideres.ec

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    Francisco Miranda, presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao, detalla las estrategias y prácticas que ha empleado el sector para mantener un crecimiento sostenido. Además, ratifica la necesidad de fortalecer el trabajo público y privado.

    Las exportaciones cacaoteras registran un crecimiento paulatino en los primeros semestres de los dos últimos años, ¿a qué se debe?

    Principalmente, a que las plantas se han mantenido saludables. Los agricultores han dedicado más tiempo y más cuidado. Eso sumado al crecimiento concreto del sector cacaotero exportador por las siembras nuevas, sobre todo, en el norte de Manabí, sur de Esmeraldas y el Oriente. Estas zonas que ,tradicionalmente, han sido de cultivos de palma se han volcado a la siembra de cacao. Por esta razón, el crecimiento ha sido más visible en los últimos años y sobre todo en el 2020.

    ¿Cuál ha sido la estrategia que ha empleado el sector?
    La implementación de técnicas básicas agronómicas para el cuidado del cacao como la poda, la reproducción de plantas, metodologías de cosechas cíclicas, fertilización y poscosecha han hecho que los cultivos se modernicen. Los buenos índices de productividad en varias haciendas se están replicando hacia debajo de la cadena, es decir a los productores más pequeños. Se levanta una cultura cacaotera en donde la capacitación y la conservación de la flora y fauna son el pilar.

    ¿La estrategia para producir más y mejor fue una iniciativa pública o privada?
    Es compartida. Hay muy buenos ejemplos que trabajan de la mano del sector público y les va bien. El Ministerio de Agricultura ha hecho un gran trabajo en el desarrollo de genética, a la cual varios agricultores han accedido. Sin embargo, existe mucha traba burocrática y eso no permite que sean tan eficientes. Esto hace que los cacaoteros opten por invertir solos y dejen de depender del apoyo o de productos estatales.

    ¿Estas prácticas o estrategias han acuñado de experiencias de países vecinos?
    Es al revés. Tenemos visitas anuales de gente de Perú, Costa Rica y Colombia, que vienen a Ecuador a aprender las prácticas cacaoteras que tenemos y que como resultado permiten tener un rendimiento alto. Los modelos novedosos de manejo de cacao industrializado son desarrollados por mentes ecuatorianas e inversionistas del país, que tomaron estas genéticas mal vistas y las transformaron en las más productivas.

    ¿Cuál es el aporte de estas nuevas prácticas en la agenda inmediata del sector, para aumentar sus exportaciones?
    Aporta, pero aún se debe trabajar para que toda la cadena las aplique. En el mercado cacaotero hay una disociación entre el productor y el consumidor. El cliente no compra una funda de cacao, adquiere un producto que pasa por uno o dos procesos antes del resultado final. Muchas veces cuando va a comprar una barra de chocolate no sabe de dónde vino o qué sucedió en el proceso, eso da un distanciamiento entre la producción y el consumidor. Eso hace que se generalice la forma de producir y se piense que Ecuador también trabaja de forma injusta como en Asia, por ejemplo. Ecuador tiene ventajas operativas importantes por encima de ellos porque somos un producto autocompatible con la flora y fauna ecuatoriana.

    Con estas iniciativas, ¿es factible incrementar las exportaciones en el corto plazo?
    Definitivamente. Ecuador tiene una posición privilegiada y eso se nota durante la pandemia. La demanda del grano de cacao continuó y, en algunos casos, aumentó. Los principales compradores adquirieron producto para almacenarlo. Esto nos da un aire muy saludable para el sector porque vemos que existe una demanda diferenciada de los mercados.

    En ese sentido, ¿qué tan rentable es hacer el cambio de un cultivo hacia el cacao?
    El cacao tiene dos ventajas que son bastante ciertas para los agricultores. La primera es que todo el grano producido tiene un comprador dentro o fuera del país. La segunda ventaja es que existe una cadena de compra privilegiada y competitiva. Además, podemos sumarle que hay estabilidad de precios comparada con otros cultivos de ciclos cortos. Esto le da la certeza al agricultor de cuánto va a recibir por su producto.

    ¿Cómo se proyecta el sector para mejorar sus ingresos en lo que queda del 2020?
    Con el fortalecimiento de buenas prácticas agrícolas y el posicionamiento en mercados establecidos. El cacao ecuatoriano al ser un producto muy demandado casi no tiene ningún mercado con barreras arancelarias. El producto entra a mercados de Europa, EE.UU. y Asia, casi sin pagar tributos. Estos beneficios los tiene desde hace años. Ecuador tiene una ventaja y es que sus elaborados de cacao son cada vez más aclamados. Esto faculta al país a pelear por espacios y posicionarse por un grano y chocolate de calidad.

    ¿Cuáles son esos mercados en los que se podría incrementar las exportaciones?
    En el caso del cacao, a los países asiáticos como Indonesia y Malasia. En chocolate, en cambio, está la Unión Europea y los Estados Unidos y es en donde se podría explotar aún más la oferta exportable, sobre todo, en chocolatería cara. Asimismo a los vecinos Perú, Colombia y Chile por la demanda de chocolatería más básica.

    ¿Cuál es el plan que ejecutan o que están próximos a ejecutar desde el sector?
    Apuntamos a mejorar temas de almacenamiento y comercialización. El valor agregado que debe ganar el grano por poscosecha no se lo aprovecha por completo en Ecuador y hay desorden en la cadena de comercialización que afecta en cierta medida al sector. En este punto, trabajamos de la mano con las autoridades para que se ejecute un control.

    En el contexto de la pandemia y paralización de actividades, ¿cómo trabaja el sector para continuar con la promoción de las exportaciones?
    Estamos armando junto a ProEcuador, el sector chocolatero y agrícola una feria virtual que se llamará Aromas del Ecuador en el mes de noviembre. El objetivo es traer a compradores internacionales a un conversatorio con los diferentes actores de la cadena y hacer mesas de negocios.

    ¿Qué acuerdo comercial se debería concretar para que el cacao ecuatoriano ingrese con preferencias?
    Más allá de un nuevo acuerdo, primero se deben respetar y fortalecer los envíos a los países con los que tenemos preferencias. Se debe trazar una política comercial de inversión pública para comunicar la diferenciación que tiene el país en la producción cacaotera. Debemos apostar por la promoción del cacao y chocolate a escala mundial. Tenemos la herramienta principal que es el mejor cacao del mundo, pero necesitamos la inversión estatal correcta.

    ¿Qué hace falta?
    El agricultor hizo su parte, sembró, crecieron los cultivos y hay cacao para rato. Nos toca, a las partes que nos encargamos del comercio, encontrar los espacios para este producto y garantizar el flujo comercial.

    Hoja de vida
    Su formación.  Francisco Miranda es Ingeniero Comercial graduado en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) de Guayaquil.

    Su experiencia.   Se desempeña, actualmente, como Presidente de la Asociación de Exportadores de Cacao del Ecuador (Anecacao), Asumió en el 2018. Presidente del Comité Norma INEN Cacao desde el 2017. Es el gerente general de la Agrícola Guangala.

    Otras participaciones.   Ha sido representante de Sostenibilidad para Ecuador ante el CEN ISO Cocoa. Fue conferencista en la Cumbre Mundial del Cacao que se desarrolló en el 2016.

    Francisco Miranda, presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
    Francisco Miranda, presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao. Foto: Mario Faustos / LÍDERES
  • El cacao fino de aroma es la base de sus bombones

    Patricia González

    Mooié Chocolatería Fina, como muchos emprendimientos, tuvo dos comienzos. El primero fue en 2010 con la marca Bless, con la que tuvo su primer local en el norte de Quito, pero al poco tiempo se decidió cerrarlo y mantener solo las entregas bajo pedido. En 2014, la marca cambió a Mooié y se relanzó con una chocolatería en el centro-norte de la ciudad.

    La idea inicial fue de Rolland Jara Jhayya, ingeniero agroindustrial con especializaciones en Cocina Profesional, Pastelería Profesional y Chocolatería en el Instituto de Gastronomía Gato Dumas, de Argentina, donde se preparó por dos años y medio.

    Retornó al país a finales del 2009 con un objetivo: montar una chocolatería fina en la que el ingrediente principal de sus productos fuera el cacao fino ecuatoriano. En 2010 arrancó el negocio con el apoyo de sus padres: César Jara y Tatiana Jhayya, quienes le facilitaron un espacio en la parte de atrás de la casa, localizada en Calderón, para construir un pequeño taller.

    El capital para arrancar fue de USD 30 000, destinado para la adquisición de maquinaria básica, moldes y mobiliario del primer local, en el que solo permanecieron seis meses. “Fue muy complicado darnos a conocer y conseguir un mercado que nos permitiera mantener las ventas y pagar arriendo”, explica el emprendedor.

    Luego de cuatro años trabajando solo con entregas a domicilio, bajo pedido, la familia solicitó un préstamo bancario para la compra de un local. Adicionalmente, reinvirtió cerca de USD 30 000 para mejorar el taller, compra de utensilios y el mobiliario del nuevo negocio, que desde hace siete meses lo atiende Raquel Espín, esposa de Jara.

    El cacao fino de aroma se diferencia por la calidad en su sabor y aroma. Dependiendo del lugar donde se cosecha, tiene características distintas. Encontrar el indicado para sus productos, les llevó varios años. Desde hace unos cinco, los emprendedores fabrican chocolate que contiene una mezcla de cacao proveniente de Esmeraldas (Costa) y Orellana (Amazonía).

    “El de Esmeraldas tiene un porcentaje mayor de grasa, lo que resalta el aroma; es amaderado. El del Oriente, en cambio, es frutal y cítrico. Esta mezcla combina muy bien con los ingredientes que usamos para la bombonería”, detalla el chocolatero.

    Entre los ingredientes hay frutas como uvilla, mora, maracuyá y piña; también frutos secos: avellana, macadamia, almendra, pistacho, entre otros. Todos los productos son procesados con el fin de resaltar su sabor.

    La empresa trabaja con alrededor de 30 proveedores. Chocoleyenda les provee del chocolate, en diferentes porcentajes de pureza (entre 60% y 80%). Al mes les vende alrededor de 120 kilos, cantidad que en temporadas altas, como Navidad, puede llegar a 250 kilos, indica Hernán Cruz, representante de ventas de la procesadora de cacao ecuatoriano.

    En frutos secos, uno de sus proveedores es Prodeli, que le factura cerca de USD 800 cada seis meses en variedad de productos importados, en su mayoría, de Chile y Brasil, detalla Christian Luna, gerente administrativo.

    La chocolatería tiene 27 sabores en 50 presentaciones distintas, distribuidas en categorías de productos: cajas con chocolates, con trufas, figuras de chocolate, tabletas, productos a granel, regalos especiales, obsequios corporativos, cajas y figuras de chocolate para bodas y eventos, entre otros.

    Además, este negocio elabora postres, que en su mayoría contienen su chocolate. En bebidas, ofrecen café lojano y chocolate caliente, semiamargo.

    La empresa chocolatera atiende al año a cerca de 75 clientes corporativos. Uno de ellos es Hapn, una firma de desarrollo de negocios digitales que ha comprado sus cajas con chocolates o trufas para regalar a sus clientes en tres ocasiones, comenta Jorge García, director ejecutivo.

    Mientras que la empresa textil Alexa Tejidos también ha regalado sus cajas de chocolate a clientes en Navidad y Día de la Mujer. “En cada ocasión, les compramos unas 80 cajas para los colaboradores de seis clientes. Es un regalo discreto y elegante. El sabor es muy bueno”, señala Isabel Rojas, jefa administrativa.

    Rolland Jara Jhayya tuvo la idea inicial de crear esta empresa hace 10 años. Ofrecen bombones, trufas, figuras con diferentes ingredientes
    Rolland Jara Jhayya tuvo la idea inicial de crear esta empresa hace 10 años. Ofrecen bombones, trufas, figuras con diferentes ingredientes. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Seis comunidades de Esmeraldas potencian la calidad del cacao

    Marcel Bonilla

    (F)
    Contenido intercultural

    Unas 1 200 familias de seis comunidades chachis del cantón Quinindé empezaron un proceso de mejoramiento de la producción de cacao, con el propósito de aumentar el número de toneladas por hectáreas y la calidad del producto.

    Las comunidades de Guayacanas, Naranjal, Voluntad de Dios, Ñampi, Agua Clara y Las Pavas, de la parroquia Malimpia de cantón Quinindé, desde hace tres meses iniciaron el proceso.

    Desde la Dirección de Fomento Productivo de la Prefectura de Esmeraldas se trabaja con el proyecto de establecimiento de nuevas plantaciones de cacao. Se les provee de plantas seleccionadas de material genético de alta productividad, tolerancia a las enfermedades y buena calidad genética de cacao nacional fino y de aroma.

    El objetivo es que ellos cuenten con el material genético en su localidad para que hagan sus viveros y pueden reproducir sus propias plantas.

    Actualmente el promedio de producción no supera los 10 quintales por hectáreas al año, pero se puede producir en la zona un promedio de 30 quintales de cacao, por hectáreas al año, de acuerdo con un estudio realizado por Fomento Productivo, hace un año.

    La diferencia de la producción ocurre por la falta de material genético de alta productividad, lo que ha generado que la producción sea baja y las comunidades no puedan competir en volumen y calidad con otro mercados.

    Marco Tapuyo, morador de Naranjal de los Chachis, explica que durante años han producido cacao de manera ancestral, por eso cree que la obtención ha sido reducida y eso les impide competir con otros que utilizan nuevas técnicas.

    Para Efraín Trujillo de la comunidad Guayacanas, con el impulso técnico que se está dando, en los próximos dos años aspiran a mejorar la economía de la comunidad y dar valor agregado con la elaboración de barras y polvo de cacao producido por las comunidades del río Canandé.

    Según el Ministerio de Agricultura y Ganadería, Esmeraldas produce 525 000 quintales anualmente, lo que representa USD 52,5 millones en ventas.

    En la provincia, la producción agrícola representa el 29% de las actividades económicas. En ese sentido, la producción de cacao involucra alrededor de 15 000 familias, la mayoría pequeños productores, con un promedio de 5 hectáreas.

    Por eso, los productores chachis han sido capacitados en temas como el paso a paso: desde que selecciona un sitio para establecer un nuevo cultivo hasta dejar en producción. Este procedo durará dos años hasta que empiecen a verse los primeros frutos.

    Los productores aportan con su contraparte en la compra de insumos, para hacer un buen manejo con las recomendaciones entregadas por los técnicos de la Prefectura de Esmeradas.

    Si se aplican las técnicas, el representante de la mesa de cacao de la Dirección de Fomento Productivo, Carlos Bastidas, explica que pueden llegar a superar las 30 hectáreas de cacao por hectárea, al año; y podría llegar a los 40 quintales. Actualmente existe un promedio de 6 000 plantas por cada una de las comunidades.

    Dos metas

    Con el aumento de la producción existen dos propósitos, incrementar los ingresos económicos por volumen, puesto que ahora apenas producen 100 quintales por hectárea que les representa USD 1 000; con las nuevas plantaciones se quiere llegar a USD 3000 por hectárea y una utilidad de USD 1 500 por hectárea.

    El segundo propósito, es que aumentando el nivel productivo, se incrementa la oferta exportable con cacao de calidad, con mercados exclusivo, explica Carlos Bastidas.

    Actualmente, el promedio de producción no supera los 10 quintales por hectáreas al año. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Actualmente, el promedio de producción no supera los 10 quintales por hectáreas al año. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • El chocolate y el café inspiraron su marca

    Cristina Marquez

    (F)
    Contenido Intercultural

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    Los bombones que fusionan licores tradicionales con el sabor intenso del chocolate y el café son el producto estrella de Saté, una marca que comercializa cuatro tipos de productos: cosméticos, bebidas con y sin alcohol, artesanías y chocolatería fina.

    El emprendimiento es parte del proyecto Aroma Ecuador, una marca que vincula a más de 15 000 agricultores de Los Ríos, Esmeraldas, El Oro, Napo y Orellana. El propósito de la empresa es difundir los sabores característicos del cacao y el café ecuatoriano, y vincularlos al turismo.

    Saté se inició en abril del 2017 cuando su propietario, Patricio Yucta, y su esposa, Ligia Asqui, decidieron emprender con un negocio propio. Ambos se especializaron en turismo y en gestión de proyectos.

    Además, Patricio llevaba cerca de 15 años trabajando para la organización no gubernamental Conservación y Desarrollo. Él colaboró en el impulso de la Ruta del Cacao, un producto turístico que funciona en cinco provincias.

    Como parte de esta iniciativa, los turistas visitan las fincas donde se siembra cacao, pueden degustar una variedad de productos hechos a base del chocolate e incluso pueden probar la fruta. El trabajo en ese proyecto le acercó a los agricultores, aprendió todo sobre cata y maridaje de diferentes variedades de cacao y café, e inspiró su plan de negocio.

    “Me enamoré del chocolate ecuatoriano porque hay diversidad de sabores y variedades en un país tan pequeño. Empecé a encontrar oportunidades para emprender; la experiencia ya la tenía”, cuenta Patricio Yucta.

    Él y su esposa invirtieron USD 15 000 de su capital familiar en la adquisición de equipos para manufacturar algunos de los productos que se ofrecen en su menú, como los bombones rellenos y una cerveza artesanal con sabor a chocolate y café.

    La pareja se capacitó sobre la elaboración de estos productos, que se consideran estrellas en sus vitrinas. Los bombones se venden individualmente o en presentaciones de nueve chocolates, los bombones se pueden adquirir desde los USD 0,50.

    “Me encantan los sabores únicos de los chocolates de Saté, son intensos y aromáticos”, dice Carmen Asqui, una cliente.

    La empresa abrió su primer punto de ventas en julio de este año en la Plaza Artesanal del Tren, en Riobamba. Según el propietario, el sitio se escogió estratégicamente debido al pasado histórico que vincula a esa ciudad con la industria del cacao en el país.

    “Antiguamente, el cacao se transportaba en tren y Riobamba se convirtió en un punto estratégico para el comercio de este producto. La fruta trajo mucho movimiento económico”, cuenta Yucta, quien investigó la historia del producto en el país.

    Él comparte todos sus conocimientos sobre el chocolate y el café con los turistas que visitan la Estación del Tren. Recientemente abrió un nuevo stand en la comunidad Jatari Campesino, situada en las faldas del volcán Chimborazo, donde funciona un proyecto de turismo comunitario.

    Allí la gente de la comunidad tiene un pequeño museo donde se exhiben prendas hechas con lana de alpaca y se muestran productos tradicionales de la zona. La idea de los emprendedores es vincular el pasado histórico del chocolate a la cultura andina.

    Para lograrlo, las mujeres de la zona ya están recibiendo capacitación sobre el chocolate y el café ecuatoriano. El objetivo es que en el futuro sean ellas las administradoras de una franquicia de Saté.

    “Empezamos por motivar el consumo de estos productos ecuatorianos en las comunidades. Queremos que ellas se enamoren de los sabores locales”, dice Yucta.

    Patricio Yucta, dueño del negocio, dice que el primer punto de ventas de Saté funciona en la Estación del Tren, situada en el centro de Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Patricio Yucta, dueño del negocio, dice que el primer punto de ventas de Saté funciona en la Estación del Tren, situada en el centro de Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • El cacao de la Amazonía gana mercado

    Gabriel Flores

    Redactor (F)
    Contenido intercultural

    La última edición del Salón del Chocolate, que se celebró en días pasados en Quito, confirmó que el cacao de la Amazonía se ha convertido en una materia prima cotizada y valorada.

    Este espacio también se transformó en una vitrina para que empresas y emprendimientos locales den a conocer el trabajo que hacen con el cacao ecuatoriano y los beneficios económicos y sociales que se obtienen.

    Patricia Nenquihui es la presidente de la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (Amwae). Por unos días ella dejó su trabajo en la chacra que tiene la asociación en la comunidad de Nemonpare (Pastaza) para atender a los comensales que visitaron la undécima edición del Salón del Chocolate Ecuador, que se celebró en el Quorum del Paseo San Francisco.

    Entre las 30 marcas que formaron parte de los expositores de esta edición estuvo Wao, un chocolate que tiene 70% de cacao del Yasuní. A través de este producto, la Amwae busca generar réditos económicos para las mujeres waorani y sus familias pero también concienciar sobre la importancia del cuidado de la biodiversidad de la Amazonía ecuatoriana.

    Wao nació a partir de la decisión de las mujeres de comunidades wao de las provincias de Pastaza, Napo y Orellana de disminuir la caza ilegal y proteger los bosques del Yasuní. “Las mujeres nos dimos cuenta -dice Nenquihui- que si no hacíamos algo para parar la caza de animales nuestros hijos y nietos no los iban a conocer”.

    Este producto, que beneficia de manera directa a 400 familias a través de una cadena de comercio justo, tiene claro su mercado: El 70% está destinado a la exportación y el 30% restante va para el consumo local que se expende, sobre todo, en supermercados.
    Otra de las asociaciones que apostó por el cacao de la Amazonía para generar recursos económicos y sociales es Kallari, que agrupa a 850 productores, de ellos el 95% son indígenas del Tena (Napo).

    Bladimir Dahua, gerente de la asociación, cuenta que el cacao proviene de la zona de amortiguamiento que está entre las reservas Llanganates y Sumaco. Con este producto han logrado producir 15 recetas de chocolates con sabores que van desde el jengibre y la banana pasando por la hierbaluisa y la piña hasta la hierbabuena y la naranja.

    “Nosotros -explica- trabajamos a través de un sistema de producción en la chacra, un sistema ancestral ambientalmente sostenible. También trabajamos con derivados del cacao como el polvo, la manteca y la cobertura”.

    María Fernanda Andrade fue una de las expositoras de esta edición y ha trabajado con cacao de la Amazonía desde hace varios años. Para ella el cacao de la Amazonía se caracteriza esencialmente por su suavidad, “es un producto muy frutal que tiene notas muy terrosas y de frutos rojos, cosa que no pasa con el cacao de Esmeraldas que tiene notas a nueces o maní, o el de Los Ríos que tiene notas más cítricas”.

    Nenquihui añade que el éxito que ha tenido el chocolate que comercializa la Amwae, desde el 2005, les ha permitido emprender otros proyectos. Uno de ellos es el de artesanías hechas a mano por las mujeres de las comunidades.

    Para elaborar bolsos, hamacas, pulseras, collares y cestas utilizan la chambira; y la chonta como la materia prima para construir cerbatanas, cuchillos y lanzas que las adornan con semillas obtenidas de los árboles de pambil. Objetos que poseen elementos ancestrales propios de su cosmovisión.

    Entre los reconocimientos que ha recibido esta asociación está el primer puesto del Premio Ecuatorial 2014 impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo a escala mundial.

    En el 2015 fueron los ganadores del primer premio en la categoría de Biodiversidad en el marco del Premio Latinoamérica Verde, plataforma que reúne y visibiliza las mejores iniciativas sociales y ambientales que se generan en América Latina.

    La exhibición de chocolates ecuatorianos se cumplió en el Quorum del Paseo San Francisco.
    La exhibición de chocolates ecuatorianos se cumplió en el Quorum del Paseo San Francisco. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • 10 productos derivados del cacao se promocionan

    Marcel Bonilla

    Contenido intercultural

    La marca de cacao Anbu, que significa rico en el idioma chachi, trabaja desde hace un año en la obtención de 10 productos derivados del cacao orgánico, producido en la población de Chigüe, cantón Esmeraldas.

    El nombre de la marca da mayor identidad al producto, porque está en cha’palaa, lengua materna de los primeros originarios de Esmeraldas como fue la nacionalidad chachi, dedicada a la producción de cacao fino de aroma.

    Francisco Robinson, un emprendedor dedicado a la producción de caco, decidió dar valor agregado a 10 de los 40 quintales que produce anualmente su finca de cinco hectáreas.

    Con ocho quintales de cacao elabora una línea de 10 productos como barras de chocolate amargo, semi amargo, te de cacao, mix de cacao, chocolate en polvo, jabón, velas, aceite, crema facial y corporal de cacao.

    Toda la producción se elabora en un taller artesanal en el que tiene invertido USD 5 000, destinados a la compra de molinos, fundidoras de chocolate, moldes, mezcladoras y mesas de trabajo.

    Anbu trabaja bajo pedidos y tiene una producción semanal de 600 barras de chocolate amargo y 200 fundas de té de cacao al mes, que también están en el mercado.

    Esmeraldas es una de las provincias cacaoteras del país, pues más de 18 000 familias están dedicada a la producción en cantones como San Lorenzo, Eloy Alfaro, Atacames, Muisne y Quinindé, que producen unas 30 000 toneladas al año.

    Carlos Bastida, técnico de la mesa de cacao de la Prefectura de Esmeraldas, explica que se han entregado plántulas, así como manejo de cultivo, asesoramiento genético para mejorar la producción y organización de productores.

    Además se conformó un consorcio para la venta del cacao en barra, del que son parte organizaciones como Aprocane, Cocpe y Uoprocafe, para impulsar el procesamiento y venta de cacao.

    Las ferias de emprendedores han servido para dar a conocer el producto y han ganado clientes interesados en la producción, con pedido de un promedio de 100 barras de chocolates semanales.

    Los cinco clientes con los que ahora cuenta son de la ciudad de Guayaquil, pero la aspiración de los representantes de esta marca es lograr mayores espacios que le permitan aumentar sus ventas, pero no cuentan con registro, que está en trámite.

    Con la obtención de la notificación sanitaria se espera una mayor apertura para incursionar en otros mercados e introducir la mayor cantidad del producto.

    En Esmeraldas se realizan ferias de emprendimiento donde se presentan las iniciativas de los emprendedores, quienes presentan sus trabajos y reciben apoyo técnico de entidades que dirigen el crecimiento del negocio.

    Por ahora Robinson trabaja con dos de sus hijos en esta empresa familiar en la que todos aportan desde la siembra del cacao, pasando poda, cosecha y la elaboración de los productos.

    Además, trabajan en el empacado de las barras y el té de cacao, con una especia de plástico transparente, sobre el cual se pone la etiqueta con la marca del producto Anbu.

    Anbu trabaja bajo pedidos y tiene una producción semanal de 600 barras de chocolate amargo y 200 fundas de té de cacao al mes. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Anbu trabaja bajo pedidos y tiene una producción semanal de 600 barras de chocolate amargo y 200 fundas de té de cacao al mes. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • Tueste y fermentación, las claves en su chocolate

    Evelyn Tapia

    Redactora (I)

    Las notas aromáticas herbales de nueces, frutales y florales de las matas de cacao que crecen en el cantón manabita Flavio Alfaro cautivaron a Danilo Valencia, uno de los fundadores de la fábrica Alikakao. Esta produce chocolate y semielaborados de cacao en Cayambe, bajo la marca Flavia.

    Valencia, ingeniero agroindustrial que trabajó como especialista de seguridad alimentaria en una multinacional, quería emprender su negocio propio de producción de chocolate con cacao de la variedad de fino aroma. Durante tres años buscó un fruto especial y, para ello, visitó varias provincias.

    Finalmente, el emprendedor encontró en Flavio Alfaro a Santiago Arroyo y Melquiades Mejía quienes capacitan a pequeños productores de la zona en cultivos orgánicos y técnicas agrícolas, para tener mejor productividad.

    En este proceso trabaja con Kakawen, una iniciativa orientada a la producción y venta de derivados de cacao arriba. Valencia concretó con esta una alianza estratégica y ahora son socios.

    Mary Arias y Santiago Villalba, dos amigos que conoció en la multinacional en la que Valencia laboró, se sumaron como socios capitalistas y en marzo del 2018 se abrió la fábrica en Cayambe, con una inversión de USD 120 000 para el terreno y la infraestructura.

    Kakawen acopia el producto y se encarga de que la pepa atraviese un proceso para alcanzar el nivel adecuado de fermentación que, según Valencia, es un factor clave para el sabor del chocolate.

    Valencia destaca que en Flavio Alfaro, el cacao que crece en fincas no está “tan intervenido con variedades de clones y de un solo perfil aromático”.

    Añade que otro valor agregado de la marca Flavia es que en la zona donde se cultiva la materia prima, hay plantas de cacao con genética que no es tan conocida y comercializada.

    Son 350 pequeños agricultores de esta área quienes proveen de cacao fino aroma a Alikakao. De ellos, 50 obtendrán este año la certificación orgánica.

    En la fábrica de Cayambe, el 60% de la producción corresponde a semielaborados como polvo de cacao, manteca de cacao y licor de cacao, que se vende a negocios que usan estos productos como insumos para chocolates, repostería, cosmética, etc.

    Una de sus clientes es Rocío Cárdenas, dueña de Golky Cacao y Quinua. Ella compra polvo natural de cacao hace tres meses en esta planta. “Es difícil conseguir un buen proveedor de este tipo de insumos y con ellos nos ha ido excelente, el producto es de muy buena calidad y los precios son muy competitivos”, manifiesta.

    El otro 40% de la producción corresponde a las barras de chocolate negro que se venden como producto terminado en presentaciones de 50 gramos (65, 72 y 80% de chocolate) y bocaditos de chocolate con leche.

    El producto se vende en espacios como Natuorganic, con locales en Quito y el Valle de los Chillos. Este se especializa en productos orgánicos y saludables.

    Tania Velasco, propietaria del sitio, cuenta que abrieron espacio a la marca Flavia porque es un producto que beneficia a comunidades agrícolas de Manabí y porque las barras están libres de preservantes y saborizantes. “Además de que los sabores son únicos, propios del cacao de fino aroma. Las barras tienen un porcentaje saludable de chocolate, aquellas de 70 y 80% de cacao son buenas para la salud”, dice.

    El emprendedor cuenta que el reto más importante fue encontrar el punto ideal de tueste del grano para cada variedad aromática de cacao con la que trabajan. “En este negocio hay mucho celo en cuanto a las técnicas y al conocimiento, entonces tuvimos que investigar mucho, ir a libros antiguos para aprender más”.

    Desde 2018, Alikakao ha atendido a alrededor de 30 clientes, entre empresas, emprendedores que alquilan la planta para maquila y negocios en los que se vende el producto final. Hoy factura algo más de USD 3 000 al mes.

    La principal estrategia de promoción es la cata, en donde esperan que el cliente ecuatoriano aprenda a distinguir y disfrutar de este chocolate. Este año está previsto que salgan a la venta dos nuevos productos: chocolate con fruta y cremas de cacao con avellana y con maní.

    La planta de producción de la marca Flavia se ubica en Cayambe. La materia prima es cacao de fino aroma que se cultiva en Flavio Alfaro, Manabí.
    La planta de producción de la marca Flavia se ubica en Cayambe. La materia prima es cacao de fino aroma que se cultiva en Flavio Alfaro, Manabí. Foto: Diego Pallero / Líderes
  • El rompope de cacao cautiva a los clientes

    María Victoria Espinosa

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    Tecao es una microempresa chonense, que rescató el sabor del rompope tradicional manabita, y le agregó nuevos sabores de cacao y a café.

    Carlos Vera, propietario de Tecao, afirma que pese a que rehicieron la receta, el rompope no perdió su esencia ancestral.

    Esos dos productos tienen un ligero sabor a manjar manabita. De hecho, en la planta donde se realizan estos licores, se pueden percibir los olores a leche, canela, chocolate, café y manjar.

    Para dar con la fórmula correcta del nuevo rompope ,Carlos Vera y su esposa Evelia Chávez debieron hacer varias pruebas por más de dos meses. Cuando tuvieron la receta empezaron con una campaña de degustaciones a sus familiares y amigos. En una pequeña copa de plástico, le servían el licor.

    Los emprendedores relatan que además de la opinión sobre el producto, ellos se fijaban en las reacciones de las personas. “Si lo saboreaban, quería decir que les gustó. Pero si hacían caras, entonces había que modificar la receta”.

    En un café internet, Chávez hizo su primera etiqueta. Ella la diseñó, recortó y pegó en botellas de 200 mililitros (ml.).

    Las primeras ventas las hicieron a los clientes de su antiguo negocio. Hace nueve años, ellos vendían chocolate caliente, en unos coches en el centro de Chone.

    Vera recuerda con nostalgia esa época. Había días en los que solo vendía una o dos tazas del Chocolate de la abuela, como se llamaba su primer negocio.

    La pareja había invertido USD 5 000, que reunieron de las liquidaciones luego de dejar sus empleos en el sector privado.

    Ese dinero lo invirtieron en la compra de ollas y utensilios para cocina y de máquinas para tostar, moler y procesar el cacao, recolectado en la zona rural de Chone.

    También elaboraron unos triciclos con almacenamiento para transportar el chocolate caliente. Había días en los que el producto se vendía y las ganancias eran de hasta USD 30. Pero había temporadas en las que solo vendían USD 1, 50 y no les alcanzaba para pagarle a los proveedores. “Los clientes me decían que el producto era rico. Pero que debía innovar”.

    Ellos probaron con varios productos como helados y manjares de cacao, leche y café, pero no lograban obtener un producto con el que se sintieran satisfechos.

    Hasta que en 2015 empezaron a hacer rompope para el consumo familiar y ahí nació la idea de este nuevo producto.

    Cuando empezaban a posicionar este licor manabita, el terremoto del 16 de abril del 2016 afectó la planta y acabó con muchos negocios en los que ellos ya vendían el rompope de café y cacao.

    Para impulsar a los emprendedores manabitas, varias entidades gubernamentales empezaron a instalar ferias y ruedas de negocios. “Esas ferias fueron importantes porque nos permitieron conocer a empresarios y obtener un poco de dinero para pagar deudas y empezar a producir”.
    Desde la Prefectura de Manabí, les ayudaron a mejorar la presentación del envase, de la etiqueta y a obtener el registro sanitario.

    Durante los últimos dos años, Carlos y Evelia han asistido a ferias en más de 15 provincias.
    Eso les permitió ganar clientela en Cuenca. Loja, Guayaquil y otras. También en la cadena almacenes Tía y en gasolineras a escala nacional. Además, los pedidos también se receptan por las redes sociales. Cada mes, los emprendedores venden entre 1 500 y 2 000 botellas de los productos.

    Cuando no tienen feria, los fines de semana arman una carpa en el centro histórico de Guayaquil. Ahí no solo exhiben su producto sino que también le cuentan al consumidor anécdotas sobre el emprendimiento.

    Joaquín Zambrano es uno de los clientes de Tecao. Él señala que conoció el producto en las ferias hace un año. “El sabor es como el que hacían las abuelitas”.

    Hoy en día, Tecao cuenta con cinco productos, el rompope de café y el de cacao, una pasta de chocolate y una edición de licor con sabor a café y a cacao.

    Con los ahorros y un pedido de USD 5 000, que tuvieron para la Navidad del año anterior, lograron construir una nueva planta en el patio de su casa e invertir en nuevas máquinas. “Aún nos falta hacer una oficina de despacho, pero vamos poco a poco”.

    En la planta trabajan a diario cuatro personas para producir 150 litros de rompope. Pero para fechas especiales como Día de la Madre o Navidad deben contratar por horas hasta a 10 personas más para cumplir con los pedidos.

    De las ganancias de ventas- que sobrepasan las 1 000 botellas- y de las ferias, Carlos y Evelia han hecho una caja de ahorros para poder ayudar a los emprendedores manabitas a mejorar sus marcas o a patentar el producto. “Es una retribución a las ayudas que ha nosotros nos han brindado”.

    Evelia Chávez y Carlos Vera  elaboran rompope y licor de cacao y café, artesanalmente y con productos orgánicos.
    Evelia Chávez y Carlos Vera elaboran rompope y licor de cacao y café, artesanalmente y con productos orgánicos.
  • Cacao fino que se exporta a Europa y Asia

    Modesto Moreta

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    Los pequeños productores de 21 comunidades del cantón Archidona, en Napo, se convirtieron en exportadores del cacao nacional de aroma. El grano crece en sus chacras desde el 2005 de las comunas Talág, Aguano, Pano, Guiyuno, Misahuallí, Puerto Napo, entre otras.

    Al menos 211 agricultores trabajan en la producción de 1 100 hectáreas. Ellos son parte de la Asociación Wiñak que se encarga del fermentado, sedado y comercialización de cacao a los mercados de Japón, Italia, Suiza, México, Chile , así como para el mercado nacional.

    Los agricultores también producen chocolate en barra que se vende en los supermercados, hoteles y tiendas locales. Además tienen planes para comercializar su producto en otras ciudades del país como Baños, Ambato, Quito y Guayaquil.

    Wiñak en este año espera vender 35 toneladas. Freddy Shiguango, coordinador de la Asociación, explica que para el 2019 las ventas subirán a 80 toneladas métricas, según sus cálculos. “Tenemos acuerdos previamente establecidos con nuestros clientes internacionales. Con este crecimiento en las exportaciones abarcaremos el 75% del mercado local que es de 120 toneladas”.

    Según Shiguango, al menos 60 toneladas se exportarán, las otras 15 cubrirá la demanda nacional y las cinco toneladas restantes servirán para producir el chocolate en barra.

    ¿Cómo inició el cultivo del cacao?. Shiguango cuenta que la caída del precio del café a USD 1 el quintal, obligó a los agricultores a buscar nuevas alternativas de negocio para obtener ingresos económicos y mantenerse en el sector agrícola. La gente tenía experiencia en la siembra y el manejo del cacao, y decidió emprender en este cultivo.

    En el 2008 comenzó la producción y al no contar con una empresa local que procese; comenzaron a comercializarlo a los intermediarios. Ellos se aprovecharon imponiendo los precios en el mercado, lo que no fue del agrado de estos emprendedores.

    La historia de Wiñak se inicia en el 2010 con la compra del cacao. La inversión inicial fue de USD 8 000 con ayuda de organizaciones internacionales. Luego, con el apoyo de otra asociación, los productores de cacao enviaron muestras de su producto al exterior. “La calidad del cacao ayudó abrir la exportación a Italia y Japón que son los principales mercados”, explica Shiguango.

    Actualmente en sus instalaciones acopian el cacao en baba que compra a los agricultores en USD 45 el quintal. Shiguango asegura que luego de los procesos de fermentado, secado, clasificado de cada tres quintales queda 1, es decir, le cuesta a la asociación USD 135 procesar. Es por eso que el valor por quintal es de USD 180 en el mercado internacional.

    En la Asociación Wiñak al momento trabajan hoy en día 15 personas y las ventas alcanzarán los USD 126 000 anuales. Shiguango explica que los envíos pactados hacia Europa y Asia están establecidos para abril, junio y el último embarque fue en agosto.

    “Hasta diciembre de este año cerraremos los acuerdos comerciales con los compradores, hasta el momento tenemos comercializado 80 toneladas en el 2019. Sabemos a que mercados vamos a enviarlos”, dice Shiguango.

    Los miembros de la asociación también decidieron sembrar el cacao silvestre que es superior en calidad al nacional de aroma. El costo por quintal podría llegar a los USD 550.

    Datos

    Wiñak significa  progreso y refleja el sentir de los pequeños agricultores que habitan en la zona de amortiguamiento de la Reserva de Biosfera Sumaco, Parque Nacional Napo Galeras y la reserva Biologica Colonso Chalupas

    La asociación  está integrada por pequeños agricultores kichwas juntos por el progreso de sus familias y comunidades. Wiñak está mejorando la producción y productividad de los asociados y comercializar productos y servicios, obtenidos con calidad e identidad, logrando un beneficio equitativo para todos, y protegiendo los recursos naturales.

    El grupo cuenta con un perfil en Facebook donde promociona sus productos.

    Miguel Salazar, Freddy Shiguango, Mario Shiguango y Flor Salazar son miembros de la asociación. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Miguel Salazar, Freddy Shiguango, Mario Shiguango y Flor Salazar son miembros de la asociación. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES