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  • Familias se unen para exportar cacao a Europa

    Mayra Pacheco

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    Los pequeños productores pueden ser parte de proyectos importantes. En Aguarico, provincia de Orellana, 70 familias de las nacionalidades Kichwa y Waorani destinan su producción de cacao a un centro de acopio comunitario para luego exportar su cosecha a Italia, en Europa.

    El ingreso del cacao al mercado internacional empezó el año anterior, luego de que las familias recibieran asistencia técnica que permitió mejorar la producción en esta zona. En este proceso participan la comunidad, Petroamazonas y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

    Cada año desde las ‘chakras’ que están próximas al Parque Nacional Yasuní, uno de los sitios con mayor biodiversidad del Ecuador, se comercializan alrededor de 400 quintales de cacao orgánico certificado. El área total, donde estas familias siembran este fruto, asciende a unas 65 hectáreas.

    Esta área no está en un solo sitio. Los terrenos individuales de cada familia no supera la media hectárea (5 000 metros cuadrados), menciona Wladimir Ramírez, técnico agropecuario de la Empresa Pública Petroamazonas.

    Tras cosechar el cacao, los pobladores que son parte del proyecto entregan las apetecidas pepas al Centro de Acopio Comunitario de Boca Tiputini, administrado por el MAG. Este establecimiento se encuentra ubicado a un costado del centro poblado de Tiputini.

    En este lugar, las semillas son clasificadas y extendidas sobre una plataforma para someterlas a un proceso de secado. Para esto se emplean grandes palas. Estas permiten remover las semillas para que la pérdida de humedad se produzca de manera uniforme.

    Durante esta etapa se pueden apreciar los distintos tonos del cacao. Hay unos que son café oscuro y otros son casi anaranjados. Cada uno da cuenta que proviene de una plantación distinta. Pero a la final el contenido es el mismo, refiere Fabián Cárdenas, técnico agropecuario que trabaja en el Centro de Acopio Comunitario.

    Una vez que las pepas están secas, se realiza la selección de los granos para luego colocarlos en sacos oscuros y almacenarlos.

    Cuando se reúnen 200 quintales se entrega el producto a la Asociación Agroartesanal Kallari, ubicada en Tena, provincia de Napo. Esta organización conformada por indígenas kichwas sirve de nexo para transportar el cacao del Yasuní a Italia, en Europa. La venta al exterior se hace dos veces al año.

    Wilson Condo, habitante de Tiputini, comenta que de sus ‘chakras’ saca al menos un quintal y medio de cacao a la semana, cuando la temporada es alta. Los sacos con las pepas van hasta el Centro de Acopio Comunitario, que está cerca de su casa.

    En promedio, por cada quintal de cacao los productores, reciben entre USD 80 y 100. En el mercado internacional, este producto seleccionado -sin cáscara ni residuos- llega a costar hasta 150.

    Parte de estas ganancias son invertidas en el Centro de Acopio Comunitario y para cubrir los costos de producción del cacao.

    Para los compradores finales el precio de estas semillas se justifica, porque el chocolate que se elabora con esta materia prima tiene un aroma, sabor y textura particular, menciona Bladimir Dahua, gerente de la Asociación Agroartesanal Kallari.

    Esta iniciativa favorece a las comunidades que debido a su ubicación no tienen facilidad para comercializar los productos. Aguarico está a orillas del río Napo, cerca de la selva amazónica.
    Las personas se trasladan en embarcaciones. Pero los viajes son largos; al Coca, por ejemplo, el viaje toma entre ocho y 10 horas.

    “Buscamos que las comunidades que están alejadas tengan las mismas oportunidades para sacar sus productos”, precisa Dahua.

    Así, en este año se espera facturar alrededor de USD 55 000 por exportar cacao. Además, un pequeño porcentaje de esta producción (5%) se emplea para hacer chocolates que se comercializan bajo la marca de Kallari. Estos se venden en Europa: en Alemania, Suiza, Inglaterra, República Checa, Francia y, a escala nacional, en las ciudades de Quito, Baños, Cuenca y Galápagos.

    Para el próximo año la meta es exportar más cacao. Se quiere pasar de 400 quintales al año a 800, esto se logrará ampliando el Centro de Acopio. Además, se espera contar con una plataforma individual para procesar el café que se produce en esta zona amazónica.

    Fabián Cárdenas, técnico agropecuario, remueve con una pala las semillas que están en el proceso de secado. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Fabián Cárdenas, técnico agropecuario, remueve con una pala las semillas que están en el proceso de secado. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Un grupo de kichwas le apuesta al cacao

    Mayra Pacheco

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    Los habitantes de la comunidad kichwa Samona Yuturi, en Aguarico, provincia de Orellana, decidieron innovar. En este caserío asentado a orillas del río Napo, junto a la selva amazónica, se instaló una pequeña planta industrial para procesar cacao.

    A pesar de que la mayoría de pobladores se dedica a sembrar verde, yuca, frutas y a criar aves de corral o peces, un grupo de 18 personas que pertenece a la Corporación Choco Samona Yuturi desarrolló nuevas habilidades. Ellos aprendieron a operar una maquinaria especial para transformar a la pepa de cacao en barras de chocolate.

    En la planta de 60 metros cuadrados, ubicada cerca del acceso principal de este caserío, se cumple con todos los procesos para elaborar una tableta de chocolate con cacao puro.
    La materia prima proviene de pequeños cultivos que están cerca de la zona aledaña al Parque Nacional Yasuní, uno de los sitios con mayor biodiversidad del país.

    Estos granos son seleccionados manualmente en bandejas amplias. Ahí se retiran las impurezas antes de que pase a la máquina tostadora. Una vez que el cacao está en su punto, va a la trituradora para convertirlo en una pasta de contextura fina y espesa.

    Después este producto se coloca en unos moldes rectangulares y se espera a que el chocolate se vuelva compacto. Esta tarea que puede resultar complicada, porque la temperatura en esta zona supera, a veces, los 30 grados centígrados, se realiza sin contratiempos, desde hace siete años.

    Cada semana se procesan alrededor de cinco quintales de cacao orgánico. En cada uno de estos se invierte USD 120. Los proveedores son de la comunidad Sinchi Chicta, que está cerca de Samona Yuturi. Igual a orillas del río Napo.

    En la preparación de Choco Samona no se incluye ningún otro ingrediente adicional. Por sus características, este producto se emplea para preparar el tradicional chocolate en leche. Cada barra de 200 gramos rinde para cuatro litros, menciona Abel Macanilla, integrante de la Corporación Choco Samona Yuturi.

    Pero, además, funciona para repostería. Con Choco Samona se pueden hacer pasteles, bombones, chocobananas, helados y otras preparaciones.

    Las barras de este chocolate se entregan bajo pedido. También se ofrece el producto en ferias que se han realizado en Orellana y Tena. Actualmente, Petroamazonas -que opera dos campos petroleros cerca de esta zona- define otras estrategias. Junto con esta comunidad indígena se planifica una exposición en Quito. La fecha y lugar están por definirse.

    En promedio, cada semana salen entre 100 y 150 barras de chocolate con dirección a Pichincha y Chimborazo. El producto se envía vía courier a los clientes.

    En Guano, Chimborazo, estas barras de cacao son recibidas por Anette Hitz. Ella es integrante de la Finca El Molino. En este lugar, cada fin de semana, se venden productos 100% orgánicos.

    Por esto, Hitz incluyó Choco Samona. Ella considera que la materia prima que se emplea para elaborar estas barras de cacao es de calidad. “Los clientes que consumen este producto están totalmente satisfechos”.

    La venta directa, en cambio, es menos frecuente, debido a la ubicación geográfica de la comunidad Samona Yuturi.

    Para llegar a esta localidad, las personas deben abordar embarcaciones en el Coca, Orellana. Este desplazamiento toma unas ocho horas, pero el costo del transporte es alto. Para el viaje de ida y vuelta se destina USD 24.

    Por esto, la Corporación Choco Samona Yuturi analiza mecanismos para vender en mayor volumen. Rommel Sánchez, técnico agropecuario que trabaja para Petroamazonas y brinda asesoría a esta comunidad, comenta que la meta es tramitar en el 2018 las certificaciones que avalen que el cacao es 100% orgánico para exportar este producto.

    A Macanilla esta idea le ilusiona. Él nunca se imaginó trabajar en una empresa, porque apenas terminó la escuela. Pero esto no ha sido un límite.

    Para aprender a operar las máquinas siguió al pie de la letra las indicaciones de los técnicos que instalaron estos equipos. Lo mismo hace con los procesos de producción implementados.
    “Yo nunca pensé que iba a producir barra de chocolate. Me siento satisfecho y quiero seguir mejorando”, precisa Macanilla.

    En la implementación de la Corporación Choco Samona Yuturi, aparte de la comunidad indígena participaron Petroamazonas y la Agencia Alemana de Cooperación GIZ. Para este proyecto se han invertido alrededor de USD 300 000 en las instalaciones. Pero la meta en el 2018 es ampliar la planta para estar en condiciones de aumentar la producción.

    La petrolera estatal apoya a las comunidades que están cerca de la zona donde opera campos de crudo, a manera de compensación social. El objetivo es impulsar el desarrollo de emprendimientos, para que estos pobladores no se vuelvan dependientes de la actividad petrolera. Actualmente, se trabaja con alrededor de 300 familias, informa Crystiam Cevallos, gerente de responsabilidad integral de Petroamazonas.

    Abel Macanilla (centro) es parte de esta empresa conformada por una comunidad de indígenas kichwas. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Abel Macanilla (centro) es parte de esta empresa conformada por una comunidad de indígenas kichwas. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • La calidad del cacao colombiano se expondrá en Salón del Chocolate de París

    Agencia EFE

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    Productores de cacao colombianos participarán en el Salón del Chocolate de París que se celebrará del 28 de octubre al 1 de noviembre próximo, informó este mièrcoles 18 de octubre del 2017, la Federación Nacional de Cacaoteros de Colombia (Fedecacao).

    En la feria, la más importante del sector a escala mundial, a la que se espera asistan más de 130 000 visitantes, participarán 500 expositores de 60 países, entre ellos tres productores del departamento de Arauca (noreste) como finalistas del concurso International Cocoa Awards, detalló la información.

    Además, Fedecacao tendrá en el salón parisino dos stands con muestras del grano nacional en los que se expondrá la experiencia de los cultivadores.

    El cacao colombiano está catalogado como fino de sabor y aroma por la Organización Internacional del Cacao (ICCO, sigla en inglés) y en 2010, 2011 y 2015 fue premiado en el Salón del Chocolate.

    El presidente de Fedecacao, Eduard Baquero López, dictará dos charlas sobre la riqueza del cacao, su cultivo y producción en el país, y explicará el trabajo que hace el gremio con el Gobierno colombiano para impulsar esta materia prima como sustituta de los cultivos ilícitos.

    La feria es la más importante del sector a escala mundial. Foto: Facebook de la Feria
    La feria es la más importante del sector a escala mundial. Foto: Facebook de la Feria
  • Ghana quiere recuperar el trono del cacao

    ACRA, ips  (I)

    Ghana tiene los granos de cacao más codiciados, de mayor tamaño, con mayor contenido graso y un sabor superior, todas características que convierten a este producto en parámetro de todos los demás.

    El cacao supo ser la principal fuente de divisas de este país de África occidental representando 45% del total, pero ahora cayó a 25%. Los cultivadores siguen una estricta rutina de plantación, cosecha y secado, con apoyo y supervisión de la gubernamental Junta de Cacao de Ghana.

    Los granos se secan al sol de forma natural, sin calefacción, dándolos vuelta a intervalos regulares por lo menos durante una semana, un método meticuloso que les da su característico color dorado.

    Ghana es el segundo proveedor de cacao del mundo, detrás de Costa de Marfil, aunque supo ocupar el primer lugar, que perdió en la década de los años 70, cuando el Gobierno redujo el precio que daba a los agricultores, lo que desalentó a muchos.

    El país produjo un millón de toneladas en 2011, pero desde entonces cayó la marca, y la producción actual ronda las 800 000 toneladas. En los años anteriores, el Gobierno se hizo cargo del costo y de la asistencia técnica para aplicar químicos y fertilizantes mediante el Ejercicio de Rociado Masivo y el Programa de Alta Tecnología.

    También creó el Programa de Rehabilitación gratuito para derribar árboles viejos y menos productivos y reemplazarlos por semillas más nuevas, híbridas y de mayor rendimiento.
    Con él aumentó la producción hasta llegar a la marca de 2011, pero el Gobierno no ha podido mantener el programa.

    La mayor amenaza para el cacao, probablemente sea la minería ilegal, llamada galamsey. El auge de la búsqueda de oro entre 2012 y 2016 puso en riesgo el sustento de varios agricultores a medida que esa actividad avanza sobre sus terrenos.

    Ahora el Gobierno busca agregar valor al cacao que exporta. El mercado global del cacao se estima en USD 9 000 millones para los granos sin procesar, en USD 28 000 millones para los productos intermedios semiprocesados y en 87 000 millones para los procesados. Para quedarse con una tajada de esos USD 87 000 millones, el Gobierno se fijó el objetivo de procesar 50% del cacao de exportación.

    El capital necesario para exportar productos totalmente procesados podría ser un gran obstáculo para Ghana, observó Emmanuel Afoakwa, profesor de Tecnología y Ciencias Alimentarias de la Universidad de Ghana

    Y encima, hay grandes obstáculos arancelarios para la exportación de productos procesados. Por ejemplo, la Unión Europea no impone gravamen a la importancia de granos de cacao, pero fija 7,7 por ciento y 15 por ciento a la cocoa y a la torta de chocolate, respectivamente.
    Por ello, trabaja con la Junta de Cocoa para promover el consumo de productos derivados del cacao.

    “Tratamos de abogar por un mayor consumo, lo que podremos hacer cuando sepamos qué tipo de productos podemos fabricar a partir del cacao”, explicó.

    En la actualidad, las siete compañías dedicadas al procesar cacao procesan 25% de las exportaciones. Pero la mayoría se exporta hoy en día como pasta de cacao semiprocesada.

    Emmanuel Afoakwa, profesor de tecnología de la Universidad de Ghana, junto a otros investigadores. Foto: IPS
    Emmanuel Afoakwa, profesor de tecnología de la Universidad de Ghana, junto a otros investigadores. Foto: IPS
  • Grupos de afros tecnifican la siembra de cacao

    Marcel Bonilla

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    Un total de 200 productores de cacao de poblaciones afro de San Lorenzo y Eloy Alfaro, norte de Esmeraldas, fomentan la producción del grano, con procesos de tecnificación para ­aumentar los quintales cosechados por hectárea.

    Durante años, los habitantes del norte vivieron de la producción de la madera, palma africana y la minería, pero decidieron volver a la actividad cacaotera, como fueron enseñados por sus ancestros.

    Enqui Valencia, de la población de Maldonado, explica que los afros de la zona norte de Esmeraldas son cacaoteros-recolectores por tradición. Sus ancestros les entregaron plantaciones que mantienen cerca de 80 años, que no eran tan productivas y que ahora se han tecnificado.

    El proceso de tecnificación empezó hace tres años, con el apoyo del Gobierno Provincial de Esmeraldas, que ha logrado integrar a productores en asociaciones, con plantaciones en sus terrenos.

    El plan de manejo integral comprende un diagnóstico de las fincas, aplicación de fertilizantes, fungicidas, insecticidas, dotación­ de plantas nuevas, así como la aplicación de material genético, explica Carlos Bastidas, coordinador de la Mesa de Cacao de la unidad de desarrollo productivo de la Prefectura de Esmeraldas.

    Los afroesmeraldeños de los cantones Eloy Alfaro y San Lorenzo han ido progresivamente reemplazando antiguas plantaciones con cacao nacional mejorado, para duplicar en 12 quintales la producción por hectáreas.

    Virginia Borja, productora de cacao, ha mejorado su rendimiento en los últimos tres años con la implementación de granjas integrales. Hace tres años sus plantaciones producían entre tres y seis quintales por hectárea, actualmente obtiene entre 10 y 12 quintales por hectáreas.

    Los productores aprenden técnicas de poda, fertilización, regulación, injertos y diagnóstico, con el apoyo de cinco técnicos de la Prefectura. En poblaciones como Carondelet, Santa Rita, Cachaví, Urbina, organizaciones no gubernamentales y el Ministerio de Agricultura también han capacitado a los productores.

    En Eloy Alfaro y San Lorenzo existen 120 productores que son parte del manejo integral de plantaciones de cacao, cada uno con tres hectáreas. Allí se ha inter­venido en 60 hectáreas con granjas integrales y se trabajan en 40 hectáreas más.

    En Eloy Alfaro está la Asociación de productores de cacao del norte de Esmeraldas (Aprocane), mientras que en San Lorenzo, la Asociación de productores agrícolas de Santa Rita (Asoproasari). Esas organizaciones afros trabajan con granjas integrales, y buscan acoger a un 90% de productores que mantienen su forma tradicional de producción.

    Aprocane recibe cacao de 600 socios comerciales (no son parte de las fincas integrales) que venden su productos a la organización sin intermediarios, esto permite exportar a Suiza por encima de las 300 toneladas anuales.

    Lilian Dalfo representante de Aprocane, asegura que la siembra de cacao devuelve esa actividad ancestral a las comunidades negras, que procuran no vender sus tierras para hacer cultivos asociados con buena rentabilidad.

    Cacaoteros de San Lorenzo y Eloy Alfaro reciben capacitación para mejorar el rendimiento de sus plantas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Cacaoteros de San Lorenzo y Eloy Alfaro reciben capacitación para mejorar el rendimiento de sus plantas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • El licor que surge del cacao cosechado en Esmeraldas

    Redacción Esmeraldas

    En Esmeraldas se trabaja en la producción de licor de cacao desde hace seis meses, mediante una iniciativa microempresarial que nació hace cuatro años. Carlos Prias es dueño de la marca Varasu, licor hecho con cacao fino de aroma que se produce en las siete hectáreas sembradas en Tacole, una pequeña población rural de Esmeraldas.

    Desde hace dos meses el producto está en las perchas y se comercializa a USD 23. “El producto tiene acogida por el rico sabor a cacao”, dice Homero Cañote, propietario de licorería Piero.

    El nombre de Verasu resulta de la fusión de los nombres de dos fincas: Varas y Suras.
    La iniciativa, que permite la producción de 120 botellas diarias de licor, busca llegar a mercados del país e y el exterior.

    El proceso para obtener el producto va desde la cosecha, fermentación, secado, tostado, molido. El último paso es la mezcla del cacao fino de aroma con ron, leche y el neutro de la baba del cacao. El licor tiene un 6% de alcohol.

    El trabajo lo realizan cuatro personas y se procesa de forma artesanal. En la pequeña planta se cuenta con un molino semiindustrial, así como con recipientes para el embotellado manteniendo la línea sanitaria.

    La inversión realizada en esta iniciativa es de USD 10 000, pero se aspira invertir más una vez que aumente la demanda.

    El siguiente paso será lograr que el licor se destine a mercados internacionales para sus ventas, mientras tanto se trabaja en la elaboración de pequeñas cajas de bambú donde irá la botella.

    Boris Arévalo, de la Superintendencia de Control del Poder del Mercado, explica que han acompañado en el proceso de formación del emprendimiento hasta llegar a tener un producto de marca para acceder a los mercados formales.

    El licor cuenta con registro sanitario, códigos de barra y etiquetado; las botellas se adquieren en Quito y el embotellado se hace en las afueras de Esmeraldas.

    Todo el trabajo se ha sido coordinado con la Superintendencia, que asesoró para crear la marca Verasu, así como la notificación sanitaria y código de barras.

    De acuerdo con el manual de la Superintendencia del Poder de Mercado, el 20% de los productos que están en el mercado debe ser de los actores de la economía popular y solidaria, es decir pequeños emprendedores.

    Carlos Prias responsable de la marca de licor de cacao, reconoce que este ha sido un proceso largo, pues en sus inicios empezó elaborando la cocoa artesanal en su domicilio, luego elaboró pasta de cacao y ahora el licor.

    A la visión de Prias se ha sumado el Ministerio de Industrias, representado en Esmeraldas por Gabriela Zambrano, quien afirma que ya buscan mercado internacional para colocar el licor.
    Según la funcionaria, se puede aprovechar el programa Exporta Fácil, de Correos del Ecuador. Zambrano dice que se está trabajando en el proceso.

    En Esmeraldas existe una red de emprendimiento con 25 productores de cacao que están en proceso de formalización, y 65 productos que ya cuentan con la certificación sanitaria para salir al mercado.

    Carlos Prias es el responsable del desarrollo de esta bebida elaborada con cacao sembrado en Tacole, una pequeña población de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    Carlos Prias es el responsable del desarrollo de esta bebida elaborada con cacao sembrado en Tacole, una pequeña población de Esmeraldas. Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
  • La innovación llega a los sistemas de cosecha de cacao

    Redacción Guayaquil

    La contracción económica que sufrió el sector importador del país, a causa de las salvaguardias, llevó a Diego González, presidente de Link World Ecuador, a darle un giro a su negocio.

    La empresa, dedicada desde el 2011 a la importación de productos y accesorios tecnológicos, decidió innovar e implementar una nueva estrategia. Desde marzo de este año, el emprendedor exporta la pasta de cacao o también conocida (sobre todo en países europeos) como licor de cacao; es decir, barras de cacao sin azúcar .

    Este producto se caracteriza y se diferencia de otros en que es 100% natural y proviene de la premacultura, “una filosofía de trabajar con la naturaleza y no en contra de ella”.
    Según González, la premacultura se caracteriza por tres principios básicos: cuidar la tierra de cultivo, cuidar a los trabajadores y ser justos con el productor en la distribución de los ingresos económicos.

    Los negocios mueven a este joven ecuatoriano de 30 años, que no le teme a los riesgos ni al desafío de abrirse a nuevos mercados.

    Esta iniciativa surgió luego de un encuentro en diciembre del año pasado en Estados Unidos con un empresario argentino radicado en Nueva York, quien le comentó que se dedicaba a la distribución de licor de cacao importado desde Guatemala. Entonces, González vio una oportunidad de negocio y promocionó, sin dudar, el producto ecuatoriano: el cacao fino de aroma.

    La tendencia en el mundo, explica, es comprar productos orgánicos. A esto se añade el hecho que existe una comunidad creciente de personas preocupadas por el cuidado ambiental, las buenas prácticas agrícolas y el cuidado de su salud. Hacia este nicho apunta su estrategia.

    Fue así que las negociaciones comenzaron enseguida. En febrero de este año el nuevo socio comercial llegó a Ecuador para realizar los estudios de campo en las zonas productoras. Las tres fincas que producen el cacao que Link World exporta a Estados Unidos están ubicadas en: Calceta (Manabí); Buena Fe (Los Ríos); y Riveras del Río Bulubulu (Guayas).

    Maquita Agro es la empresa que el exportador contactó para que sea la encargada de procesar el cacao y convertirlo en pasta.

    En dos meses, González ha vendido una tonelada y media de licor de cacao a su principal comprador. Sus objetivos a corto plazo, asegura, son: promocionar el consumo de este producto, “ya que las personas prefieren consumir chocolate (cacao con azúcar), pero desconocen las propiedades del cacao natural”.

    El segundo objetivo es buscar nuevos compradores extranjeros no solo para posicionar su producto sino la marca del cacao ecuatoriano como tal, cuyas características de calidad son reconocidas a escala internacional.

    En junio de este año el empresario tiene previsto realizar varios eventos en el exterior para darse a conocer . Ya cuenta con una agenda de visitas a Canadá (Toronto), Estados Unidos (Nueva York) y Portugal. En este último país será el representante de Ecuador en una feria internacional de negocios, en la cual promocionará exclusivamente su producto: el licor de cacao.

    Diego González, presidente de Link World Ecuador,  exporta desde marzo licor de cacao. Foto: Enrique Pesantes /  LÍDERES
    Diego González, presidente de Link World Ecuador, exporta desde marzo licor de cacao. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
  • Un plan para renovar 200 hectáreas de cacao se ejecuta

    Redacción Guayaquil

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    Aumentar la producción de cacao y diversificar los cultivos en las zonas agrícolas, son los dos objetivos principales del proyecto Finca.

    Esta iniciativa, impulsada desde el 2016 por la Unión de Organizaciones Campesinas Cacaoteras del Ecuador (Unocace), junto con la empresa Chocolates Halba y la fundación suiza Swisscontact, se desarrolla en las cuatro zonas cacaoteras del país: Guayas, El Oro, Los Ríos y Bolívar.

    Según el presidente de Unocace y coordinador del Proyecto Finca, Víctor Hugo Bajaña, hasta el primer trimestre de este año se han renovado unas 200 hectáreas de cacao en las cuatro provincias mencionadas.

    El programa surgió por la preocupación de los agricultores debido la baja producción de sus plantaciones viejas, que tienen entre 70 y 80 años.

    El proyecto Finca tiene una duración de cuatro años. Hasta el 2019, el sector espera producir al menos una tonelada de cacao al año con materiales mejorados, altamente productivos y tolerantes a las enfermedades como la escoba de bruja y la moniliasis, también conocida por los agricultores como monilla.

    Uno de los productores que forma parte de este proyecto es Jorge León, cuya finca está ubicada en el recinto La Pilas del cantón Milagro (Guayas). En su terreno de tres hectáreas, destinó una para renovar los cultivos cacao. Pero, aún no ha logrado resultados. Las lluvias en el primer trimestre del año destruyeron sus cultivos.

    Ahora espera que el invierno termine para volver a sembrar. León es paciente. Dice que el proyecto es beneficioso. “Tomará tiempo, pero de aquí a un año veremos buenos resultados”.

    Andrés Pérez es otro de los productores asociados que ya ha renovado sus plantaciones por nuevos sembríos. En su finca de 3,7 hectáreas espera duplicar la producción y generar más de 6 quintales. En su terreno, ubicado en el recinto Cristalina, parroquia Chogo del cantón Milagro (Guayas), ha sembrado otros árboles frutales como naranja, mandarina, limón, mango y achotillo.

    El proyecto Finca busca, precisamente, la diversificación. “Queremos cambiar esa visión de monocultivo y más bien de tener un sistema de cultivos dentro de esa parcela, queremos ver árboles frutales, madera y otras plantas de ciclo corto”, explica el presidente de Unocace.

    Otras plantas que se han sembrado son: plátano, guayacán, caoba, laurel y cedro. Según Bajaña, el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) también ha dado su aporte en esta iniciativa entregando 140 000 plantas de cacao para la forestación.

    Stalin Rivera y Antony Morán revisan granos de cacao en la bodega de Unocace, en el recinto El Deseo. Foto: Joffre Flores / LÍDERES
    Stalin Rivera y Antony Morán revisan granos de cacao en la bodega de Unocace, en el recinto El Deseo. Foto: Joffre Flores / LÍDERES
  • El chocolate y el café local dan identidad a sus tiendas

    Redacción Quito

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    Jorge Guacanés soñaba desde niño con tener una casa de chocolate. Ese anhelo de la infancia, comenta, venía a su cabeza como cuando Homero Simpson alucinaba con la tierra del chocolate: todo lo que está a su alrededor es comestible, desde las paredes hasta conejos que saltan.

    Hace siete años, pudo hacer realidad en algo ese sueño que coincidió con el inicio del ‘boom’ del chocolate fino ecuatoriano.

    En ese entonces, Guacanés se convirtió en papá y necesitaba mayores ingresos para cubrir la nueva etapa de su vida. Dejó su trabajo en una tienda de artesanías y montó su chocolatería, sin mayor noción del mundo al que se metía. Su experiencia en ventas y trato con turistas fueron su punto de partida.

    Para iniciar invirtió USD 6 000 que los financió con su tarjeta de crédito. Ese dinero le sirvió para comprar mercadería, maquinaria como neveras -para los postres- y rentar un local en el sector de La Mariscal (centro-norte de Quito). Así, en el 2010, abrió sus puertas Cacao&Cacao.

    Uno de sus primeros proveedores, cuenta Guacanés, fue Pacari. Habló con Santiago Peralta y recuerda que en su encuentro le dijo algo así como: “toma mis tabletas y anda endulza el mundo”.

    Algo más de un año después de la apertura de su primer local abrió un segundo local en la misma zona de la ciudad.

    Guacanés se metió en el mundo del chocolate y fue sumando proveedores que comenzaban a producir chocolate ecuatoriano con identidad. También, incorporó otros ítems elaborados con cacao, como cervezas y postres.

    Además, en la nueva tienda agregó el servicio de cafetería y desde ese entonces incursiona en ese segmento. Cacao&Cacao también comenzó a ofertar café de diferentes puntos geográficos del país, como Loja, Nanegalito, entre otros lugares.

    Para abrir este local invirtió cerca de USD 8 000, que los consiguió con un crédito del Ministerio de Turismo más las ganancias que le dejaba la primera tienda. Este local se convirtió en el principal de la cadena de Cacao&Cacao.

    Ahora, la pequeña cadena se especializa en café y chocolate de productores nacionales. También, ofrece otros productos locales, como licor de maracuyá, por poner un ejemplo.
    El año pasado abrió otro local que se dedica solo a la venta de los productos, al frente del Mercado Artesanal de La Mariscal.

    Asimismo, el año pasado la cadena abrió su primera franquicia ubicada en el Centro Comercial Unicornio. Este es un proyecto piloto con el que crearon su manual de franquicia para la marca y buscará expandirse en el futuro.

    Ahora, Cacao&Cacao busca difundir la cultura del café en el país. Por ello, organiza un evento para entregar la certificación Barista Skills Foundation y Barista Intermediate, que se desarrollará esta semana, entre el 2 y 4 de mayo.

    Dolores Moreno es clienta de Cacao&Cacao desde hace un año. Ella trabaja cerca de La Mariscal y acude todos los días, con compañeros de la oficina, en búsqueda de café. Moreno destaca la variedad, el sabor y los aromas de los productos que se ofertan.

    La Leyenda del Chocolate es un negocio quiteño que provee diversos ítems a la cadena. Doménica Mero, encargada de ventas, asegura que cada mes le venden a Cacao&Cacao unas cuatro cajas de chocolate en pasta para diversas preparaciones y también otro chocolate para bebidas.

    Además de estos productos, la Leyenda del Chocolate entrega pequeñas barras. Mero destaca la cadena que se ha convertido en un sitio especializado.

    Jorge Guacanés, el fundador de la cadena, en su local más grande que cuenta con cafetería, que está ubicado en la Juan León Mera y Ramón Roca, en el sector de La Mariscal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Jorge Guacanés, el fundador de la cadena, en su local más grande que cuenta con cafetería, que está ubicado en la Juan León Mera y Ramón Roca, en el sector de La Mariscal. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • El cacao necesita una agenda conjunta

    Redacción Quito

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    Iván Ontaneda, el expresidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao y actual presidente de Eco-Kakao analiza la caída de los precios del cacao. Este empresario asegura que es necesario un trabajo de largo plazo entre entidades privadas y públicas.

    En los últimos meses el precio internacional del cacao por tonelada era de USD
    3 300, pero ahora bajó a cerca de 2 000. ¿Cómo impacta esta situación a los cacaoteros ecuatorianos?

    La industria cacaotera, la cadena agroproductiva, está en una crisis tremenda que va más allá de los números fríos. Esta crisis viene por un exceso de producción mundial de cacao. Los dos principales países productores, Costa de Marfil y Ghana, están con un excedente de 300 000 toneladas de cacao puestas en el mercado entre 2016 y 2017. A ese exceso de oferta se suma el descenso del consumo de chocolate, en los últimos cuatro años, en Europa, Estados Unidos y Asia. Todos los productores pusimos muchas esperanzas en China, con inversiones importantes. Pero la situación económica mundial ocasionó una caída en la demanda de chocolate. Por el exceso se está pudriendo el cacao en las bodegas de los productores. No hay a quién vender.

    ¿Por qué bajó el consumo de chocolate?

    Es por la situación económica global. Y el chocolate no es un producto de primera necesidad. Si antes una persona compraba tres tabletas a la semana, ahora compra una; y el que compraba una ya no lo hace.

    Esto pasa a escala global…

    Esto que digo es el arranque de la crisis. A esto se suma el drama que pasan los pequeños productores en el país. Hace pocos días recorrí Napo, Sucumbíos, Manabí y allí hay problemas serios. Uno se encuentra con productores que tienen fincas de cuatro hectáreas y que producen cinco quintales por hectárea. Un productor promedio, de esas características, recibe hoy en día 50 dólares por un quintal. Siete meses antes recibía hasta 130 dólares por ese mismo quintal; estamos hablando de una caída altísima en los ingresos del productor. Lo más triste es que ese ingreso no les sirve para cubrir sus necesidades.

    ¿Se puede controlar los precios?

    Un país como Ecuador y su sector cacaotero no puede estar tan expuesto a esas externalidades. Hay que dejar claro que el precio del cacao no lo maneja ni el gobierno, ni el productor. Es una variable externa que se maneja en base a la oferta y la demanda en la Bolsa de Nueva York, porque el cacao es un ‘comodittie’ como el oro, el petróleo, el café, etc. Cuando hay una variable que no la maneja el productor este tiene que identificar una variable que sí la maneje y así encontrar una oportunidad. Esta crisis de precios hay que tomarla como una alerta a la que se debe tener en cuenta. Hay que protegerse de alguna manera y esta caída de precios nos ha tomado descubiertos y el más afectado es el productor.

    ¿La situación de otros países productores es similar a escala nacional?

    De las 500 000 hectáreas sembradas en el Ecuador, el 90% está en manos de pequeños productores. Eso significa que la mayoría está en esa situación que le menciono. Hay productores quebrados que no pueden subsistir. A esto se suma el invierno que afecta a las plantaciones de dos formas: el exceso de lluvias y humedad genera una atmósfera para que surjan enfermedades que afectan la productividad de las plantas de cacao. Si un árbol cargaba 80 mazorcas, ahora con la lluvia se pierde la mayoría. Y las mazorcas que resisten se tiene que vender en un menor precio; así no tienen ingresos para cuidar sus plantaciones. Algo tenemos que hacer para salir de esta situación y mejorar los indicadores.

    ¿Y cuáles son los planes o estrategias para cambiar esta situación?

    El Ecuador tiene una baja productividad de cacao. Son entre cinco y seis quintales por hectárea. Entonces, lo que sí puede hacer el productor es aumentar la productividad de los pequeños agricultores y eso es responsabilidad de los sectores privado y público. Para esto se necesitan estrategias público-privadas. Hay que armar una agenda conjunta de largo plazo, una ruta en la que la meta sea superar los niveles de producción. Con alianzas entre empresas privadas, sector público organizaciones no gubernamentales, la banca con crédito se da acompañamiento para elevar los indicadores de producción. Si se duplica o triplica la producción, la variable de precio no va a ser tan importante. La competitividad también es un problema, los costos son elevados. La competitividad nace con los productores que ofrezcan cacao de más calidad.

    ¿Hay algún programa que ya trabaje en esto?

    En Eco-Kakao trabajamos, desde hace cinco años, con Blommer Chocolate Company, de EE.UU., en un programa de sostenibilidad que acompaña al pequeño productor para mejorar su finca y su rendimiento. Tenemos un plan piloto en el que trabajamos con unos 4 000 productores en la Amazonía ecuatoriana. Primero hacemos capacitación mediante escuelas de campo, en donde se enseñan tareas agrícolas directas para mejorar su producción. Un segundo objetivo es mejorar la calidad con mejores procesos en la poscosecha porque así lo exige el mercado global. Además, garantizamos, bajo un paraguas comercial, un buen precio y en vez de que el productor reciba cincuenta dólares por un quintal, ellos reciben noventa dólares. Los programas funcionan siempre que hay oferta y demanda asegurada. Dentro de esta alianza buscamos que otros se sumen, por eso hemos pasado el sombrero para que aporten y mejoren la calidad de vida de los productores. Los pequeños productores con los que trabajamos se sienten atendidos; la clave es que la industria se acerque al productor y lo acompañe.

    ¿Qué están haciendo otros países que también son productores de cacao?

    Costa de Marfil enfrenta otros problemas. La situación política y económica allá es muy complicada y el productor recibe apenas 30 dólares por quintal. No se está haciendo nada. Es diferente la situación para nosotros, porque nos jactamos de tener un gran posicionamiento en el mercado de cacao, pero en esta crisis hay que ayudar al sector, no con soluciones parches sino con trabajo sostenido y convertir al productor. Todo con un fin: mejorar la calidad de vida del productor.

    Expresidente de la Junta Consultiva de la Organización Mundial del Cacao ICCO (2015-2016). Expresidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao (2012-2015) y actualmente Director Principal. Empresario. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES
    Expresidente de la Junta Consultiva de la Organización Mundial del Cacao ICCO (2015-2016). Expresidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Cacao (2012-2015) y actualmente Director Principal.
    Empresario. Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES