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  • El extracto de malta que surge en Quito

    Redacción Quito

    Marcelo Hidalgo conoció el extracto de malta cuando trabajaba en la cervecería La Vitoria, en Quito. Era el año 1967 y allí utilizaban este edulcorante de origen natural para fabricar la bebida.

    Durante 10 años trabajó en esa empresa, como encargado de un departamento dedicado a la extracción de malta de la cebada. «Pero en 1975, la empresa entró en un proceso de liquidación», cuenta. Entonces este emprendedor tuvo la oportunidad de comprar parte de la maquinaria que, hasta ese año, había utilizado en su trabajo.

    Lo primero que hizo este ingeniero químico fue buscar financiamiento. El Banco de Fomento le dio un crédito de 800 000 sucres que al cambio de 1975 representaban unos USD 32 000.

    Con ese dinero compró tanques de filtración de impurezas, tanques de cocimiento de la cebada y de sacarificación, indispensables para producir malta. «También fue necesario darles mantenimiento, estaban muy desgastados».

    Con la maquinaria en sus manos, comenzó a adecuar un espacio en un terreno en el sur de Quito, en donde construyó la planta e instaló la maquinaria. En este proceso invirtió unos USD 28 000.

    Hidalgo se propuso fundar Maltasa para producir extracto de malta. Sin embargo, este emprendedor tuvo que esperar hasta 1983 para ver su fábrica funcionando. Esto debido a que el financiamiento «no se consiguió de la noche a la mañana. Fue una empresa que comencé solo, sin ayuda de socios. Quería ser dueño de mi propia empresa», cuenta.

    El extracto de malta es un producto que puede ser utilizado como reemplazo del azúcar y su consumo es ideal para personas con diabetes, asegura Paquita Ponce, medica naturópata .

    En la industria, este insumo se utiliza para la elaboración de cerveza, galletas, repostería… explica Hidalgo.

    Es por eso que su primer cliente fue Nabisco, una compañía estadounidense dedicada entonces a la elaboración de galletas. Esta empresa le compró el total de su producción durante los 10 primeros años de Maltasa, hasta 1993.

    Desde entonces hasta la actualidad, Hidalgo vende su extracto de malta a la empresa Italia, ubicada en el norte de Quito, que utiliza el producto en sus líneas de panadería y de repostería.

    Álex Durini, representante de la empresa Italia, destaca el producto de Maltasa. «En el país no existen empresas que elaboren extracto de malta. Y el producto de Maltasa es de buena calidad».

    Hidalgo asegura que su empresa tiene potencial porque en el mercado se desconoce que el extracto de malta se elabora en el país y por eso algunas compañías prefieren importarlo de Chile o Colombia.

    Esto lo confirma Andrés Erazo, propietario de la Cervecería Gourmet Ecuatoriana, ubicada en Quito. «Para fabricar cerveza no uso extracto de malta, sino cebada malteada pues importar el extracto es muy costoso. No sabía que se fabricara en el país», asegura el dueño de la cervecería gourmet.

    A pesar de esto, Maltasa mantiene un promedio de producción de 24 tanques de extracto de malta por mes, cada uno con 250 kilos del producto. Esto le permite facturar USD 17 000 por mes, en promedio. Su producto también se distribuye en frascos de 500 gramos, a un costo de USD 2,50 cada unidad.

  • El segmento de las cervezas tiene un nuevo competidor

    Redacción Quito

    Una nueva cerveza se encuentra en las perchas de autoservicios y supermercados del país. La marca española Estrella Galicia llegó al Ecuador a mediados del 2013, para competir en un mercado que mueve, según cifras del Banco Central del Ecuador, alrededor de USD 330 millones al año en ventas.

    El producto arribó de la mano de Importadora Megaproveedores y busca espacio entre marcas nacionales y extranjeras que llevan años. La competencia se cumple en cadenas como Supermaxi, Santa María, OkiDoki, Mi Comisariato… La meta para el 2014 es alcanzar un 0,4% del mercado total, explica Diego Suárez, titular de la importadora.

    Los ganchos de Estrella Galicia son dos: la cerveza Shandy, que tiene un toque de limón, y la bebida de malta o ‘cerveza’ con cero grados de alcohol. Suárez, con experiencia de al menos 15 años en el sector privado, cuenta que conoció la marca en una feria de bebidas y alimentos en México, en el 2006.

    Le llamó la atención la bebida sin alcohol. «Se trata de una cerveza de reserva especial, que mediante un proceso químico pierde el alcohol. Pero, por ser una reserva especial, mantiene características propias de una cerveza como el color, el sabor y la espuma».

    Suárez decidió esperar que el mercado ecuatoriano siga madurando hasta que hace dos años aproximadamente se animó a importar el producto. Inició los trámites respectivos con la empresa Hijos de Rivera, en España, y Estrella Galicia llegó en julio del 2013. Obtuvo la representación de la marca y la empezó a comercializar en autoservicios.

    La llegada del producto coincidió con las restricciones de las autoridades a la venta de cerveza los domingos y en escenarios públicos. «Ante esa coyuntura apostamos por la bebida de malta que a pesar de no tener alcohol mantiene el sabor de una cerveza», agrega Suárez.

    El primer mes la empresa vendió cerca de 100 cajas. En la actualidad, las ventas alcanzan las 600 cajas mensuales (cada caja tiene 24 botellas de 250 mililitros). Según el ejecutivo, el segmento de la cerveza viene creciendo un 10% anual en los últimos tres años. «Vendemos hoy alrededor de USD 18 000 al mes».

    Una de las vitrinas de esta marca es la cadena OkiDoki, que hasta el año pasado sumaba 23 locales (17 en Quito y seis en Guayaquil). Jeffry Illingworth, gerente de Desarrollo de Negocios de Corporación GPF, el grupo que maneja OkiDoki, confirma que Estrella Galicia está en sus locales desde octubre del 2013. «Es un producto que está arrancando en el mercado local, por lo que la rotación aún es baja».

    Sin embargo, Illingworth explica que para elegir esta bebida se aplicó lo que se hace con todos los productos que están en sus perchas: «Vemos tendencias de productos y ofrecemos lo que el consumidor pide. Tenemos comités mensuales y allí se decide los productos que llegan a nuestras perchas».

    Suárez reconoce que la competencia es complicada, pero también cree que el mercado permite la aparición de un nuevo competidor. Hasta el 2011, la penetración de la cerveza en Ecuador llegó al 85% según el estudio Overview 2012, de la firma Ipsa, ahora Nielsen.

    El mercado local Las preferencias. Dentro de lo que se considera la canasta de bebidas, la cerveza es el producto preferido. Hasta el 2011 ocupaba más de la mitad de la participación en este segmento, según datos del estudio Overview 2012.

    Por envases. El consumidor ecuatoriano de cervezas prefiere el envase retornable (86%) y el 14% restante se inclina por el descartable, según ese estudio.

    Por tamaño. En cuanto a la cantidad de la bebida, 8 de cada 10 ecuatorianos prefería en el 2011 los tamaños grandes (de 501 a 1 000 centímetros cúbicos). Mientras que 3 de cada 10 elegía los tamaños pequeños, de 355 centímetros cúbicos.

  • Entre hermanos afinan una receta de cerveza artesanal

    Redacción Quito

    La cerveza artesanal está de moda y en Quito aparecen nuevas marcas con frecuencia. Para diferenciarse de la competencia existen estrategias y Santana Brewing Company tiene algunas propuestas con las que gana mercado.

    Este emprendimiento de carácter familiar salió a la luz hace tres años cuando los hermanos Sebastián y Pedro Navarro invirtieron cerca de USD 4 000 y empezaron a elaborar el producto de forma casera. Ellos usaban ollas y barriles para elaborar 40 litros semanales. Sus primeros clientes fueron amigos y familiares que probaban la cerveza en reuniones.

    «El inicio fue una etapa de experimentos. Probamos algunas mezclas y estandarizamos las recetas para que el producto sea identificable», cuentan.

    Luego, hace un año y medio, los hermanos Navarro compraron maquinaria de un negocio que cerró sus puertas. Invirtieron USD 100 000 en una planta artesanal y la instalaron en un taller de 80 metros cuadrados, ubicado en la Mitad del Mundo. «Es una planta muy bien equipada, le hicimos algunas mejoras y así arrancamos una nueva etapa de este emprendimiento».

    Sebastián y Pedro están al frente del negocio. Ellos se encargan de ajustar las recetas, de manejar la planta y hasta de embotellar manualmente las cervezas. Hoy ofrecen cinco variedades (irish red, amber, morena, stout y pale ale) que se venden en 10 puntos en Quito y Cumbayá.

    Esta microempresa puede elaborar 250 litros a la semana. Uno de los negocios que ofrece la marca Santa Brewing Company es Jurgen Café, con dos locales en Quito y Cumbayá. Cristian Endara, uno de los socios, explica que la cerveza de los hermanos Navarro se vende desde que Jurgen Café abrió sus puertas, en marzo del 2013. «Es un producto distinto y tiene bastante demanda. La prefieren hombres y mujeres de 25 años en adelante».

    Otra estrategia que utilizan es el alquiler de dispensadores de cerveza artesanal para eventos sociales. Cada semana tienen un cliente. Los hermanos Navarro explican el funcionamiento del dispensador y el cliente solo se encarga de servir la cerveza a sus invitados. «Cada semana tenemos pedidos», dice Sebastián.

    Otro de los locales en los que se vende la marca es en el Café Bar Cats, en La Floresta. Su propietario, Álvaro Hernández, asegura que es un buen producto con demanda, en especial por turistas europeos y estadounidenses que llegan a Quito y que buscan sabores diferentes.

    LA MATERIA PRIMA

    Del extranjero. La malta es de Bélgica y Alemania, los lúpulos (la flor que sazona la cerveza) llega de EE.UU. Y las levaduras, de Francia.

    Los envases. Las botellas de vidrio las compran a Owens Illinois Ecuador, con base en Guayaquil.

    Facturación. USD 5 000 es la facturación mensual promedio

  • 4 sabores distinguen a su cerveza artesanal

    Redacción Quito

    Un olor fuerte a malta se percibe en la planta de la cerveza artesanal Los 3 Monjes. No es un convento sino una local ubicado en el barrio La Floresta (centro-norte de Quito).

    Los 3 Monjes son Alexander Vega, David Jara y Antoine Portier. Estos amigos y emprendedores miraron que en el país no había variedad de cervezas, con otros sabores y mayor grado alcohólico.

    Así, a mediados del 2012, decidieron elaborar su propia cerveza. Portier, francés que se radicó en el país, poseía los conocimientos básicos para la preparación del producto. Todo lo aprendió gracias a su tío que elabora vino. Además, el francés fue propietario de un bar en Lille, ciudad cercana a Bélgica.

    Gracias a ello, adquirió conocimientos de todas las variedades de cervezas de esa nación, distinguida por su larga tradición en la preparación de esta bebida.

    En la cocina de Portier, en Guápulo (oriente de Quito), se reunían para preparar la cerveza. Las primeras elaboraciones fueron «experimentos» para conseguir los sabores deseados.

    Con malta, lúpulos, levadura… comenzaban a dar forma a los sabores. La primera variedad que consiguieron fue la cerveza ámbar, de color rojizo, con 7,7 grados de alcohol.

    La cerveza tuvo aprobación de sus amigos, a tal punto que llegaron a comprárselas. Su primer producto exitoso motivó a investigar sobre la elaboración de otras variedades. Libros, información de Internet y otros recursos ayudaron a crear variedades de cerveza: negra, rubia y hasta una triple rubia.

    El pasatiempo se transformó en una pequeña fuente de ingresos. Con unos USD 6 000 adquirieron una refrigeradora, un tanque de fermentación, una cocina, materias primas y rentaron un local en La Floresta.

    Con esta implementación, Los 3 Monjes pasó a producir 100 litros al mes de cerveza. El negocio creció y restaurantes y bares comenzaron a demandar su bebida. Esto motivó a que los cerveceros decidan apostar completamente por el desarrollo de este negocio, para que se convierta en la principal fuente de sus ingresos.

    Con una inversión de USD 26 000, entre enero y noviembre de este año, se cambiaron a un local más amplio en el mismo barrio, al que implementaron un cuarto frío, tanques de fermentación más grandes y otras mejoras.

    También obtuvieron el registro sanitario y presentaron su marca en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI). Ahora, este negocio tiene una producción mensual de 1 200 litros.

    Cuenta con 15 canales de distribución, como restaurantes, bares, bazares y cafeterías, de Quito y Cumbayá (nororiente). Su facturación llega a los USD 10 000 mensuales.

    Andrea Nyffler, propietario de bar Dirty Sánchez, ubicado en el sector de la Mariscal (centro-norte), asegura que la cerveza se vende «muy bien», gracias a su sabor y su cuerpo. Nyffler destaca la variedad triple rubia denominada «Monja loca», con 9,9 grados de alcohol. «En el mercado local no encuentras una similar», dice.

    En ello coincide Paola Urbano, propietaria de La Esquina centro comercial, una feria o mercado de productos artesanales. «La cerveza se vende muy bien; la calidad y la atención personalizada de los fabricantes, quienes explican su elaboración, atraen a los clientes».

  • La cerveza de este local tiene secretos de Múnich y Chicago

    REDACCIÓN QUITO (I) Twitter: @RevistaLideres

    El segmento de la cerveza artesanal está en plena expansión en Quito y sus protagonistas afinan sus estrategias para enganchar a los consumidores. Nelson Calle, ingeniero en alimentos, planificó meticulosamente su entrada a este dinámico mercado.

    Su familia contaba con un local en el norte de Quito, que podía funcionar como taller de producción y punto de venta. Eso lo animó a viajar a EE.UU. para estudiar un diplomado en Tecnología Cervecera en el Siebel Institute, en Chicago. Eso se dio en el 2012.

    Su siguiente paso fue aprender al detalle todas las técnicas en la elaboración de la cerveza artesanal. Como parte del diplomado también viajó a Múnich, Alemania, para completar la formación.

    De retorno al Ecuador, empezó el trabajo para montar lo que hoy es Abysmo, un local de cerveza artesanal que en la actualidad oferta ocho variedades a sus clientes. La inversión inicial fue de USD 25 000 en la maquinaria que Calle diseñó con sus conocimientos adquiridos en EE.UU. y Alemania. «Emprender es bastante difícil. Hay muchos requisitos que exigen las autoridades». Calle no se desanimó y empezó a producir hace unos dos años. «Lo hacía bajo pedido».

    Pero él intuía que podía crecer más. Así, adecuó el local de su familia que hoy tiene 400 metros cuadrados y lo convirtió en una suerte de ‘pub’. Allí la demanda de oficinistas y extranjeros crece sostenidamente, desde mayo de este año. En sus inicios Abysmo elaboraba 300 litros al mes; hoy produce alrededor 4 800 litros.

    En este crecimiento es clave el trabajo en equipo. Tres personas se encargan de la producción y 15 colaboran en la cocina, la caja, en el servicio…

    Ana Nájera es proveedora de materia prima para Abysmo. «Nelson se contactó con nosotros en busca de materia prima. Hoy le entregamos malta, lúpulo…». Nájera añade que en Quito la competencia de estos productos está creciendo.

    Nicolás Pinzón es cliente de Abysmo. Él comenta que este emprendimiento tiene dos ventajas: la primera es que tiene local propio, lo que le permite conocer de cerca a sus consumidores. «Además al conocer las opiniones de sus clientes puede incrementar la variedad de las cervezas que oferta».

    Calle está contento con lo alcanzado con su iniciativa, pero sus planes no se han detenido. Este momento Abysmo tiene un solo local en el norte de Quito, pero para los siguientes años planea crecer en la capital y en otras ciudades.

    El mercado

    Las ventas. Abysmo factura un promedio de USD 35 000 al mes. La mayoría de esa cantidad corresponde a cerveza artesanal.

    La oferta. Este emprendimiento también ofrece a sus clientes empanadas y picaditas.