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  • Navidad, ¿y los clientes siguen siendo lo primero?

    Arturo Castillo Especial para LÍDERES

    La frenética actividad comercial con motivo de la Navidad, que cada vez apresura su llegada, fuerza a pensar que el asunto espiritual subyacente a su celebración se ha reducido a expresiones puramente materiales; que el hecho religioso ha declinado, al punto de casi desaparecer. La Navidad es un fenómeno comercial, un fenómeno bien pensado.

    El éxito consiste en que creyentes y no creyentes aceptan de buen agrado el desbocamiento consumista; todos, sin importar el estrato social, experimentan avidez, quieren dar y recibir algún regalo, aunque fuera algo ‘simbólico’.

    La consigna colectiva de la generosidad (impulsada ya no desde las iglesias sino desde las agencias de publicidad), de compartir con el prójimo siquiera por una sola ocasión en el año, exacerba el deseo de comprar. Las personas quedan así vulnerables, a merced de las ‘fabulosas’ ofertas. Como estímulo a su altruista actitud, no tendrán que preocuparse de las facturas hasta febrero del nuevo año.

    Sin embargo, más allá de cualquier juicio de valor, de las convicciones y creencias religiosas, el hecho cierto es que se trata de la mejor época comercial del año, donde se juega la estabilidad económica de negocios de todo tamaño.

    La Navidad, de otra parte, ha arribado este 2013 con ánimo tempranero. El ‘Viernes Negro’ criollo abrió la temporada con éxito rotundo. Los de mejores posibilidades, aprovecharon el ‘black friday’ verdadero como debe ser: utilizando sus tarjetas de crédito internacionales, vía Internet, sin tener que abrirse paso a codazo limpio para beneficiarse de las ofertas de las grandes tiendas.

    El otro rostro, como cada año, es que miles de personas entran en regímenes de trabajo extenuantes, con horarios extendidos que no les permiten alimentarse adecuadamente, descansar lo suficiente, hacer pausas que les ayuden a refrescar el ánimo, distender la mente, recuperar la perspectiva de lo que están haciendo.

    Las largas jornadas terminan por agobiarles, por alterar su genio, empobreciendo, consecuentemente, la calidad de su atención al público. Los apresurados clientes, sin embargo, parecieran bajar la guardia, aplazar, igual que el pago de sus compras, la exigencia del servicio con excelencia. Se trata de simplemente poder comprar, de hacer la gestión lo más pronto posible, de salir del atolladero, aunque para muchas personas la ‘gracia’ de hacer compras consiste en la larga espera.

    Mientras que en circunstancias normales la atención es oportuna, esmerada, y el personal de ventas se esfuerza en persuadir a los clientes, en la época navideña no hay lugar para la ‘zalamería’, pues los compradores llegan, generalmente, con la decisión tomada. Ese convencimiento hace que los almacenes se duerman en los laureles, que especulen con el público, que su servicio se vuelva mediocre.

    En ese sentido, llama la atención que muchas empresas no lleguen debidamente preparadas para afrontar la temporada más importante del año; que la gran ‘maratón’ les sorprenda desentrenadas.

    La contratación ocasional de personal resulta una exigencia, ya que no se puede solventar la época alta con la misma nómina. Obviamente, muchas empresas no querrán sacrificar sus utilidades con la vinculación de más empleados; preferirán, en cambio, sacarle el jugo al equipo regular, a sabiendas de que sus clientes sufrirán las consecuencias.

    En todo caso, el cambio de estrategias, si se va a asumir la Navidad con el personal de rutina, es de vital importancia. Las tiendas, sobre todo las más grandes, debieran trabajar con relevos y rotación de tareas, a fin de evitar la saturación y el cansancio provocados por la repetición mecánica de funciones.

    Los tips Las pausas.  La aplicación de pausas, aunque suene a lujo impráctico, puede dar resultados interesantes. Como ocurre en el baloncesto, por ejemplo, con su sistema de ‘time out’, que permite refrescar las líneas y replantearse la táctica del juego.

    La relación con el cliente.   En Navidad es un asunto vital.

  • Los eventos temáticos atraen y fidelizan al cliente del mall

    Redacción Guayaquil

    Las personas asisten a los centros comerciales no solo para comprar sino también para vivir nuevas experiencias. Así lo asegura Natalia Tamariz, gerenta de Marketing de Village Plaza, ubicado en la vía a Samborondón.

    Bajo esta premisa, el sitio -inaugurado en abril del 2010- emprende estrategias todos los años para generar tráfico en el mall. Uno de los principales objetivos es fidelizar a los clientes regulares.

    Village Plaza compite con una decena de centros y plazas comerciales ubicados en esa zona. Por esto, el posicionamiento y la elección de los clientes son claves.

    Hace dos semanas, el sitio se convirtió en una pasarela. El Glam Night, organizado por segundo año consecutivo, involucró a la clientela amante de la moda en un desfile de diseños nacionales. Las redes sociales fueron fundamentales en la convocatoria de los asistentes. «La moda es un ancla importante para el centro comercial», afirma Tamariz.

    Otros eventos buscan atraer a los consumidores de la zona. Por ejemplo, hace un mes se realizó un ‘match canino’. Las mascotas de los clientes desfilaron con disfraces de personajes famosos y se eligieron ganadores. Tamariz explica que de esta manera se involucra a la comunidad con la marca del centro comercial, lo que se traduce en preferencia.

    Un festival de orquídeas, realizado durante este mes, también permitió atraer más visitantes. Este fue organizado conjuntamente con Ecuagenera, una empresa azuaya productora y exportadora de orquídeas y otras flores exóticas.

    José Portilla, presidente de la compañía, asegura que uno de sus principales objetivos es la conservación de las especies vegetales. Para ello, un paso importante es mostrar su producción al público e informar.

    Con ese objetivo realizaron una alianza estratégica con Village Plaza, donde este año se realizó por segunda ocasión el festival. «Unos de los mejores sitios para dar a conocer la diversidad de nuestras plantas son los centros comerciales, por el número de visitas que reciben». A Village Plaza, por ejemplo, asisten en promedio 500 000 personas al mes.

    Funcionar como espacio para el desarrollo de actividades juveniles es otra estrategia para conectarse con la comunidad. Por esto, el centro comercial tiene un convenio con colegios del sector, a través del cual los estudiantes realizan actividades como ferias de dulces.

    Otras actividades

    Feria de emprendedores. Cuatro veces al año se realiza Artsenal, una feria de productos hechos a mano.

    Navidad. Para la temporada festiva se preparan actividades enfocadas en los niños y en las familias.

  • 2015: más publicidad en las redes sociales

    María Fernanda Cruz. La Nación de Costa Rica (GDA)

    Si todos los datos del mundo se guardaran en un gran mar, sus principales ríos serían las redes sociales. Las marcas, las empresas y los gobiernos utilizarán cada vez más su acceso a estas grandes cantidades de información de los usuarios, para perfilarlos y conocerlos mejor.

    La novedad está en las tecnologías con las que se manejará toda esa información, para darle respuesta a las grandes preguntas sobre los clientes y los usuarios, sostiene la firma Gartner.

    Lo que en realidad preocupa al sector es la vaga cantidad de profesionales capacitados para analizar datos y responder a esas preguntas. Según el Instituto Internacional de Análisis, citado por la revista Forbes, las compañías necesitarán gran cantidad de comunicadores y profesionales que puedan contar historias a partir de esos datos recopilados desde las redes sociales y otras fuentes.

    El objetivo, en muchos de los casos, será ofrecer servicios personalizados. Para ello, las empresas deberán enfocarse en analizar cada detalle de los gustos y las preferencias de sus clientes.

    Empresas como Simmachines, del costarricense Arnoldo Müller-Molina, recopilan esas grandes cantidades de información, atan cabos y predicen, de alguna manera, el futuro, el comportamiento de la gente.

    La importancia que han cobrado las redes sociales es tal que, junto a otras tendencias, ha llegado a cambiar la forma en que el mercado define su objetivo.

    «Antes, las empresas se centraban en el producto. Hoy se centran en el cliente», opina Leandro Ramírez, de Oracle.

    Aunque la orientación al cliente no es un concepto nuevo, su necesidad es mucho más evidente ahora, coinciden los especialistas de distintas firmas.

    «Las organizaciones necesitan filtrar de la mejor manera posible la gran cantidad de datos que vienen desde IoT, redes sociales y dispositivos móviles y, luego, entregar esa información a la persona correcta, en el momento correcto», dice David Cearly, vicepresidente de Gartner.

    Lo que las nuevas tecnologías depararán a la publicidad digital será una información cada vez más detallada, con segmentos más definidos, indica Alfredo Rojas, director de la agencia de publicidad Baum Digital. «Como canal de mercadeo, Facebook parece que seguirá manteniendo su reino, al menos en América Latina», indica Rojas.

    El temblor con el que irrumpió la era digital en el mercado, debilitó las estructuras de la publicidad. El relato se volvió insuficiente y la creatividad se puso, cada vez más, al servicio de un nuevo consumidor que demanda valor y utilidad.

    Esta redefinición obligó a las agencias tradicionales a crear (y ahora, a reforzar) una nueva área, sobre todo porque la publicidad digital dejó de ser un banner estático en el cabezal de un sitio web.

    El negocio digital

    En Argentina. En este país se calcula que las empresas destinan entre 12 y 35% de su presupuesto a la publicidad digital. Hace apenas un par de años, la marca estaba entre 8 y 15%, y a partir del próximo año se proyecta un crecimiento mayor.

    El mercado. Para Gustavo Buchbinder, CEO de la firma argentina Webar Interactive, «la división entre tradicionales y digitales no va a existir más, porque cada día importa menos el medio del que se hable, y más si el contenido es atractivo».