Etiqueta: cultura

  • Pueblos y nacionalidades se mostraron en Boa Yaku Puyo

    Fabián Maisanche (F) 
    Contenido Intercultural

    Relacionadas

    El malecón Boa Yaku Puyo fue el sitio escogido para la realización del primer festival ancestral. Las delegaciones de pueblos y nacionalidades de la Amazonía, Sierra y Costa expusieron sus artesanías, danzas, rituales, música y vestimenta, la semana pasada.

    En la exhibición estuvieron representadas las culturas: Shuar, Kichwa, Waorani y Zápara. Además, de los Tsáchila, Shiwiar, Afro, Quijos, Cofán y Otavalo. Las lanzas, bastones de mando y cerbatanas no faltaron. A estos elementos se sumaron collares elaborados con piedras, huesos de animales y semillas portados en cuellos y pechos de los hombres.

    Mientras, las mujeres lucieron aretes de flores y semillas. Sus rostros estaban pintados con el wituk con imágenes y símbolos que representaban las montañas, la culebra, el mono o el jaguar.

    Yanda Inayu estuvo en representación de la nacionalidad Zápara. El junto con su familia y amigos vestían la llanchama que es la corteza de un árbol que se golpea y lava hasta que adquiere la textura de una tela corriente.

    A pocos metros se colocaron cinco integrantes de la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (Amwae). En una mesa pusieron los collares, cerbatanas, correas, hamacas, individuales para la cocina y las mesas del comedor. Estos productos son elaborados con plantas de chambira. Patricia Nenquihui, presidenta de Amwae, dijo que otra de las mercancías apetecidas por los turistas fueron las barras de chocolate.
    Los frutos orgánicos con que se prepara el manjar se cosecha en las chacras familiares en las comunidades asentadas en las provincias de Pastaza y Napo.

    La dirigente señaló que la feria permitió que los turistas nacionales conozcan sus productos que son “adquiridos y valorados” por los extranjeros. “Estamos alegres de que adquieran nuestros productos. Lo que vendemos es retribuido a las compañeras de las diferentes comunidades y también nos ayudan a seguir capacitándoles”, dijo Nenquihui.

    El evento fue organizado por la Dirección de Turismo del Municipio de Pastaza y contó con el apoyo de los dirigentes de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae).

    Según datos del Cabildo de Pastaza al festival asistieron unos 2 000 turistas. Marlon Vargas, presidente de la Confeniae, indicó que la demostración artística fue recibida con agrado por la población urbana. “La riqueza cultural, espiritual y energética de las nacionalidades se pudo presenciar con los 10 grupos artísticos que participaron en el festival. Los jóvenes de la Confeniae anuncian nuevas sorpresas en la gestión cultural”, aseguró Vargas.

    El grupo Jokiwas amenizó la festividad con el acompañamiento de artistas de Otavalo, Cotacachi, Esmeraldas y Saraguro. Judith Cachipuendo, directora de Turismo del Cabildo, indicó que hubo una conexión total con la música. “Estas actividades buscan resaltar la cultura que hay en las nacionalidades de Pastaza. La participación de los pueblos amazónicos es importante en el cuidado de la selva”, comentó Cachipuendo.

    Representantes  de varias nacionalidades y culturas se presentaron durante el primer festival ancestral que se realizó en Puyo, Pastaza. Foto:  Cortesía
    Representantes de varias nacionalidades y culturas se presentaron durante el primer festival ancestral que se realizó en Puyo, Pastaza. Foto: Cortesía
  • Muñecos de fómix rescatan la cultura ecuatoriana

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Las tareas escolares de sus dos hijos hicieron que Ruth Cruz tenga interés en la creación y elaboración de figuras artesanales en fómix.

    La primera manualidad que realizó la emprendedora fue una tortuga gigante que tenía dibujadas en su interior las provincias del Ecuador para la tarea de su hijo.

    En ese momento nació la idea, hace ocho años. Ecua-Hands busca recordar las etnias ecuatorianas mediante figuras realizadas con fómix, espuma flex, encajes, collares, perlas, entre otros elementos decorativos.

    En un inicio Cruz, junto con su esposo, Iván Zambrano, crearon figuras de personajes animados. Luego vieron la necesidad de recordar las culturas y etnias ecuatorianas e iniciaron con la producción en serie de las artesanías.

    Cruz comenta que esta idea de negocio familiar inició con la necesidad de tener más ingresos para su hogar. “Mi esposo salió de su trabajo y teníamos que buscar la manera de tener recursos”.

    Entre los esposos se dividen las tareas para sacar adelante el negocio. El se dedica a la elaboración de la cabeza y el cuerpo de personajes, mientras que su esposa se encarga de los detalles de la vestimenta y el ensamblaje del producto artesanal.

    Dentro de este negocio familiar también colaboran sus hijos , que ahora tiene 18 años, ellos ayudan con el empaque del producto y la cinta tricolor final.

    Los esposos y sus hijos se demoran alrededor de una hora en la fabricación de cada muñeco.
    El emprendimiento ha recibido el apoyo del Ministerio de Industria y ConQuito.

    En la Cartera de Estado los emprendedores se encuentran registrados como artesanos hace unos cinco años. Esta institución les ha ayudado con la creación del nombre, el cambio de imagen corporativa, empaque, etiquetado, etc.

    Andrea Cisneros, coordinadora de feria y participación del Ministerio de Industrias, comenta que los creadores de Ecua-Hands han participado en unas seis ferias organizadas por esta entidad.“Es importante que estos productos se rescaten y haya un impulso para los micro empresarios”.

    Cruz considera que los extranjeros son los que más valoran este tipo de artes, “son nuestros principales compradores”.

    En la actualidad, Ecua-Hands vende alrededor de 250 figuras mensuales y tiene una facturación de USD 1000 en ese periodo.

    La emprendedora explica que pone una gran atención en los detalles. “El rostro de nuestros personajes está hecho para que sea amigable con el comprador. Tienen una cara alegre y tierna”.

    La base de las figuras es la madera. El logo va marcado con láser.

    Uno de sus proveedores es Dani Ayala, propietario de Versa Estudio Láser,. Esta empresa les dota 250 bases de madera mensuales, cajas de cartón y cortes computarizados de fómix. Para Ayala, este negocio ha presentado un gran crecimiento a lo largo de los años.

    Los emprendedores poseen alrededor de 30 personajes entre saraguros, cayambes, cucuruchos y otras figuras de la Costa, Sierra y Amazonía.
    Entre sus próximos proyectos está la fabricación de muñecos de montuvios, mama negra, etc.

    El taller de creación está ubicada al sur de la capital. Los emprendedores dedican todo el día a la fabricación de muñecos artesanales. Foto: Christian Tapia /  LÍDERES
    El taller de creación está ubicada al sur de la capital. Los emprendedores dedican todo el día a la fabricación de muñecos artesanales. Foto: Christian Tapia / LÍDERES
  • La cultura del té crece con sus locales

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Transcurría el 2013 y Guillermo Jarrín recuerda que lo consideraban “loco” por su objetivo de introducir el té dentro de las bebidas cotidianas de los ecuatorianos, al igual que el café.

    Aproximadamente tres años después, los resultados de su propuesta le dan la razón de que su proyecto no era descabellado: su idea que se plasmó en Tippytea Blends -una casa de té- se expandió y ahora cuenta con cuatro locales en Quito y Guayaquil.

    Dos de ellos están ubicados en Cumbayá (nororiente de Quito), uno en Guayaquil, en San Marino Shopping, y el otro, con el que inició su negocio, en Mall El Jardín, también en la capital.

    Luego de abrir su primer local, la cadena se expandió a Cumbayá, en el 2015, bajo el modelo de franquicia, y en noviembre del año pasado llegó al Puerto Principal.

    Jarrín, el fundador de la marca, sostiene que es muy cuidadoso y riguroso a la hora de conceder una franquicia y que los locales que abrió con esta modalidad lo hizo con una proveedora de confianza, Rafaela Caicedo. Además, la apertura de los dos puntos en Cumbayá sirvieron para crecer de manera rápida y económica.

    Jarrín, asiduo lector de la filosofía de Howard Schultz -el fundador de Starbucks-, sostiene que su crecimiento se debe a una tendencia global de mayor demanda de té, cuyo mayor consumidor en términos geográficos es Asia, pero que ahora tiene como mercados emergentes a Norteamérica y América Latina.

    Pero más allá de la tendencia, Tippytea Blends despuntó, a decir de su fundador, gracias a que la marca no solamente buscó vender un producto, sino la experiencia completa de tomar té, que implica desde servir la bebida en teteras y recipientes especializados, por ejemplo.

    La inversión estimada para abrir un nuevo local de Tippytea Blends está en USD 40 000, costo que contempla renta del local, adquisición de mobiliario, ‘stock’ de productos, entre otros gastos.

    El negocio fue concebido como una casa de té que permite tomar el producto en el local, pero que también comercializa variedades del producto al peso y souvenirs relacionados con su cultura.

    En principio, la mayoría de productos que comercializaba Tippytea Blends provenían de Kenia, Japón, Siria, Sri Lanka… pero ahora la mayoría del té que distribuye la marca es elaborada por comunidades locales de Chimborazo, Imbabura y otros puntos del país.

    Actualmente, el 70% de los componentes de los productos que comercializan son locales y el 30% restante es importado.

    También están buscando que la mayoría de sus productos sean 100% orgánicos, y que el negocio sea social y ambientalmente responsable. Ahora, el 20% de sus ítems son orgánicos.
    Por ejemplo, los locales ahora reúsan cáscaras de frutas, que son ricas en aceite esenciales, para hacer infusiones y tés.

    Pero el crecimiento de Tippytea Blends no solamente se basa en sus locales. El otro brazo de la firma es distribuir té al granel a grandes autoservicios, como Corporación Favorita, restaurantes y cadenas de cafeterías.

    Una de ellas es Juan Valdez. Desde septiembre del año pasado, la marca colombiana vende té de Tippytea Blends en sus 32 locales a escala nacional.

    Hernán Espinosa, gerente nacional de Operaciones de Juan Valdez, cuenta que la tendencia global de las grandes cadenas de cafeterías es apostar por el té y que el año pasado la firma buscaba proveedores para ofrecer este producto a sus clientes.

    Juan Valdez en Ecuador buscó, sobre todo, un proveedor que cuente con producto local. “La mayoría de sus proveedores tenían casi toda su materia prima importada. Guillermo Jarrín es un especialista en tés; encontramos un buen producto que se alineaba a la demanda que nosotros queríamos ofrecer”, cuenta Espinosa.

    Actualmente, Tippytea Blends entrega más de 350 kilos al mes en tres sabores diferentes. “Nos entrega el té de hebra, que es el mejor té; necesitábamos la seguridad de que vamos a tener productos en las tiendas y que sean de calidad”, sostiene Espinosa.

    La pyme creció un 40% del 2014 al 2015. Del 2015 al 2016 experimentó una expansión del 50%, el año pasado creció 70% y para este año la proyección es duplicar el crecimiento, apalancados en la distribución a grandes cadenas.

    Las cifras del negocio

    La inversión. 

    Para concretar su proyecto invirtió unos USD
    75 000. En agosto del 2013 consiguió un local en Mall El Jardín.

    Reconocimiento. 

    EI Galardones de Emprendimiento e Innovación, organizada por la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación (AEI), reconoció a Tippytea Blends el año pasado.
    Inversión. La firma también ha recibido capitales de inversionistas ángeles que han creído en su propuesta.

    Las oferta. 
    Actualmente, el negocio ofrece ítems para acompañar a las bebidas que son elaborados por ellos mismos, como postres, pasteles, sánduches… La marca ha buscado que los productos ofrezcan el maridaje ideal para cada té.

    El  local con el que Tippytea Blends  salió al mercado a finales del 2013, se encuentra ubicado en el Mall El Jardín (norte de Quito). Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    El local con el que Tippytea Blends salió al mercado a finales del 2013, se encuentra ubicado en el Mall El Jardín (norte de Quito). Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Una apasionada del misterio y de la novela negra

    Alexander García  (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Si alguien quiere leer algo verdaderamente “truculento y angustiante”, Virginia Lasio recomienda un libro como ‘Vestido de novia’ del escritor francés Pierre Lemaitre, ganador del prestigioso premio Goncourt 2013 y premio de Novela Negra Europea.

    La novela policíaca cuenta la historia de Sophie Duguet, quien comienza a perder objetos, olvida situaciones, es detenida en un supermercado por pequeños robos que no recuerda haber cometido, hasta que los cadáveres comienzan a acumularse a su alrededor.

    “Terminas con una psicosis con ese libro”, cuenta con una sonrisa Lasio, directora desde 2002 de la Escuela de Posgrado en Administración de Empresas (Espae), de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). “Y te preguntas ‘¿por qué estás leyendo esto?’ Pero no puedes dejar de leer”.

    Es la clase de lectura que apasiona a la ingeniera mecánica, con una maestría y un doctorado en administración de empresas. El misterio y el ‘thriller’ de suspenso están entre los géneros predilectos de quien además es profesora de comportamiento organizacional, y desde hace seis años una voraz lectora de novela negra o policíaca.

    Empezó leyendo la serie sobre el inspector Kurt Wallander, del escritor sueco Henning Mankell. Siguió con una serie de novelas sobre detectives que llegaban desde los países nórdicos, como la trilogía de Stieg Larsson, hasta autores franceses como el propio Lemaitre y Fred Vargas, creadora del comisario Adamsberg, un policía sin verdadero método de investigación. También, destaca a la española Rosa Ribas.

    “En la novela negra encuentro una forma de desconexión, de inmersión en un mundo totalmente diferente a lo que uno vive todos los días”, explica Lasio, que pondera el género como una fuente de placer, entretenimiento y descanso. “Y es una concentración que no requiere de grandes esfuerzos, a pesar de que estás siempre buscando cuál es el desenlace y quién es realmente el criminal”.

    Los detectives literarios han saltado al cine y a la televisión (el inspector Wallander tiene su propia serie en el canal Film&arts, por ejemplo), y Lasio gusta de comparar los libros que ella imaginó con la nueva materialidad que les otorga el audiovisual.

    El misterio atraviesa otros intereses de la académica, que se declara seguidora del francés Patrick Modiano, premio Goncourt y premio Nobel de Literatura, en el que según dice el suspenso subyace de las búsquedas “internas y angustiantes” que emprenden sus personajes, en pos de su pasado. En el argentino Adolfo Bioy Casares, otro de los autores que la apasionan, lo misterioso se manifiesta en lo fantástico, dice.

    La oficina de la decana luce llena de libros que ya no entran en una estantería atiborrada, otros títulos están sobre su escritorio y en una mesa entre carpetas. En su casa tiene otro tanto. También, títulos sobre administración y educación. Pero ha renunciado a engrandecer su colección, y una vez que las termina suele dejar muchas de las novelas en su trabajo para que alguien más las lea.

    Virginia Lasio es una adepta a la novela policiaca desde hace seis años. Foto: Enrique Pesantes / Líderes
    Virginia Lasio es una adepta a la novela policiaca desde hace seis años. Foto: Enrique Pesantes / Líderes
  • Los tsáchilas rescatan su cultura con turismo

    María Victoria Espinosa (F) Contenido intercultural

    Relacionadas

    Dos años tardó la familia Calazacón para construir 12 cabañas en las que se desarrolla el Proyecto Cultural y Turístico Abraham Calazacón.

    Este emprendimiento busca rescatar la cultura y las tradiciones de la nacionalidad Tsáchila a través del turismo.

    Por eso, cada cabaña es un museo etnográfico en el que se expone al turista los oficios ancestrales como la elaboración de tejidos, artesanías e instrumentos musicales, entre otros.
    Además, tienen un consultorio médico subterráneo, que se denomina la casa del chamán. Ahí un ‘vegetalista’ trata enfermedades como la diabetes, el colesterol elevado, entre otras. Lo hace con plantas nativas, que se encuentran en los senderos tsáchilas y que pueden ser observadas por los turistas.

    Abraham Calazacón es el líder del proyecto. Él señala que la construcción del centro lleva grabado el esfuerzo de su familia.

    Unas 10 personas trabajaron en sus tiempos libres para adecuar el terreno de una hectárea y que pertenece por décadas a la familia Calazacón de la comuna Chigüilpe, en Santo Domingo de los Tsáchilas. “Apenas había un tiempo entre las labores agrícolas, toda mi familia trabajaba en recolectar el pambil, la caña guadúa y la paja toquilla del bosque tsáchila”.

    La inversión total fue de USD 30 000. Con esos recursos se pudo reconstruir los instrumentos musicales y las máquinas de los telares donde se fabrican las chumbillinas (faldas) típicas de la nacionalidad.

    Además se invirtió en la capacitación de 30 niños y jóvenes que son los guías turísticos del lugar. Shyrley Calazacón, de 19 años, es una de ellos. La tsáchila explicó que además de la riqueza cultural que se le enseña a los turistas. También se están rescatando los deportes y oficios en el bosque como la caza.

    Por ejemplo, se realizan excursiones para conocer las plantas sagradas de la nacionalidad. Ahí el turista puede conocer árboles milenarios como el pechi, que tiene el poder de generar energía positiva al turista, según la creencia tsáchila.

    Además se puede realizar canoping, buceo y pesca deportiva. El ingreso a las instalaciones tiene un costo de USD 3. Mientras que los recorridos y deportes acuáticos tienen un precio de USD 5.

    Abraham Calazacón señala que el centro turístico se inauguró hace cuatro meses. Desde entonces la acogida ha sido buena. En los dos primeros meses recibieron a 400 turistas aproximadamente.

    Mientras que solo en diciembre tuvieron 500 visitantes. Eso debido a que se promocionaron los baños de endulzamiento y florecimiento para iniciar el 2017 cargado de energías y pensamientos positivos.

    Lourdes Peña vive en Quevedo. Ella señala que cada año se realiza baños de la buena suerte en fin de año. “Vi en las redes sociales las fotos que compartió un amigo. Así que averigüé y los precios eran cómodos y el ambiente familiar así que fui con mis hijas”.
    Ella señala que le llamó la atención que el centro turístico está rodeado de naturaleza. “Se puede respirar aire puro. No hay ruido ni contaminación de los ríos. Es perfecto para desestresarse”.

    Otra de las actividades que se pueden realizar en el centro turístico es observar una presentación artística realizada por los niños de la etnia. Ellos tocan la marimba, el bombo y el shuade (que es un instrumento que emula el sonido de la lluvia y las cascadas).

    Asimismo, el turista podrá aprender cómo se realizan las artesanías tsáchilas. Génesis Calazacón les explica el proceso de recolección y secado de las semillas con las que se elaboran collares, pulseras, anillos y amuletos de protección y buena suerte. Las artesanías tienen un costo aproximado de entre USD 1 y 10.

    Abraham Calazacón es el líder del centro  turístico, que lleva su nombre. Está ubicado en el kilómetro 7 de la vía Santo Domingo - Quevedo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    Abraham Calazacón es el líder del centro turístico, que lleva su nombre. Está ubicado en el kilómetro 7 de la vía Santo Domingo – Quevedo. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Diversión y cultura,en los juegos de mesa

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Jugar y valorar el país es la meta de dos emprendedores, que le apostaron a elaborar juegos didácticos para chicos y grandes. El nombre de este negocio es Tinku juegos y nació hace un poco más de un año.

    Sus mentalizadores son José Vásquez y Silvia Espinosa, quienes persiguieron sus sueños y los convirtieron en su negocio de juegos didácticos.

    Al principio no fue fácil, porque debían hacer un juego divertido y que cumpla con un precepto importante: el aprendizaje de la cultura ecuatoriana.

    Su primera creación fue el denominado Parecu, que es la mezcla de dos palabras: pares y Ecuador. Este juego está conformado por cartas con información sobre las 24 provincias, con sus animales…

    Si usted se anima a jugar conocerá más del país y su cultura y potenciará sus destrezas mentales, agilidad visual y concentración.

    Una de las novedades de este juego, explica Vásquez, es que incluye una ‘app’ con realidad aumentada, que puede ser descargada desde cualquier ‘smartphone’ para que un hermoso cóndor andino le dé la bienvenida al juego.

    Los costos de este juego oscilan entre USD 9 y 24.

    Un segundo juego que está dentro de su cartera es Colorinti, con el que tiene la posibilidad de jugar con estrellas, soles y demás.

    Finalmente, un tercer juego que tiene Tinku es Kikirimiau, que es un juego de animales típicos de la Sierra, Costa, Amazonía y Galápagos. Según Vásquez, el juego contiene, por ejemplo, información del emblema de las Islas Encantadas, la tortuga George.

    Según Vásquez, la importancia de este juego radica en que se busca recoger los saberes de los ancestros, por esta razón, el nombre del emprendimiento lleva un nombre quichua: Tinku, que significa reunión de personas o encuentro de juegos.

    “Propusimos un juego que aleje a los niños del abuso a la tecnología, porque no les hace bien estar pegados a la ‘tablet’ o celular”.

    Esta gama de juegos significó para esta familia una inversión de USD 100 000, que incluyó la compra de material para elaborarlos. Y las ventas alcanzan los USD
    5 000 al mes.

    Actualmente, estos juegos se comercializan en diferentes tiendas de la capital como son Zancos, Asiri, Giro Didáctico, Tutú y en grandes cadenas comerciales.

    Susy Granado es vendedora en la tienda Zancos, que oferta este tipo de juegos hace dos años. Cuenta que conocieron el producto por medio de una feria y les entusiasmó porque es un juego elaborado por manos ecuatorianas.

    La acogida del juego es positiva porque es una mezcla de diversión y aprendizaje. “Son juegos bastante reales y tiene una presentación impecable”.

    Granado además resalta la riqueza del juego, ya que promueve la cultura del país. Se suma que tienen unos precios cómodos para todo tipo de persona y de toda nacionalidad. “El juego es apetecido por extranjeros que se llevan como un recuerdo del país”.

    Para Gabriel Mayorga, joven de 23 años, el juego es un ejemplo de lo que es el Ecuador. En su caso, adquirió el juego para su sobrina de seis años. “Me encantó la idea de hacer un juego en el que se resalte la belleza del Ecuador”.

    Además, Mayorga resalta los beneficios de tener un juego en el que se divierta y pueda aprender más sobre el país. El joven espera que haya más juegos de este tipo para apoyar la industria dentro del país y sobre todo a quienes producen.

    José Vásquez y Silvia Espinosa levantaron un emprendimiento que resalta la cultura ecuatoriana. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    José Vásquez y Silvia Espinosa levantaron un emprendimiento que resalta la cultura ecuatoriana. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • El esparcimiento del equipo es una inversión necesaria

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Espacios para eliminar el estrés en el trabajo, como salas de juego o zonas de descanso, son incentivos que ofrecen las empresas a sus colaboradores con dos condiciones: mejorar la productividad y generar compromiso con la empresa.

    La farmacéutica Grünenthal, por ejemplo, instaló hace dos años en sus oficinas ubicadas en Pomasqui -norte de Quito- una sala de esparcimiento con tres áreas: cafetería, espacio de juegos y muebles para descanso de los colaboradores.

    La inversión para los espacios mencionados fue de USD 50 000, sin contar con las áreas deportivas que tiene la firma.

    Este proyecto es parte del fortalecimiento de los conceptos de la cultura organizativa que maneja la empresa, indica Cristina Naranjo, jefa de Recursos Humanos en la farmacéutica.
    Con esto se prioriza el bienestar y vida de los colaboradores. También, se genera una dinámica de trabajo más atractiva en todas las áreas de la empresa.

    Además de estos lugares, en los que los colaboradores de Grünenthal se relajan, la compañía también realiza evaluaciones y sondeos en los que se determina la aceptación de estos programas; también se evalúa el rendimiento de los colaboradores.

    Pese a que no se precisaron las cifras de las evaluaciones, Naranjo sostiene que los resultados demuestran indicadores cualitativos, en la que los colaboradores afirman sentirse contentos con el clima laboral de la firma.

    Daniel Dávalos, gerente de la consultora de recursos humanos Selecta, explica que el dar un espacio de esparcimiento y libertad en las empresas promueve un incremento de productividad entre un 16% y 27% de los colaboradores. No obstante, este tipo de proyectos debe ir acompañado de una estrategia o una planificación de acuerdo con el contexto del negocio y de la empresa. Dávalos dice que también hay que considerar en qué nivel se encuentra la cultura organizacional.

    Con esa información se puede decidir el tipo de espacio de esparcimiento que se necesita, los valores que aprecian los colaboradores y el perfil de los empleados.

    Lo máximo que una compañía debe invertir en espacios para entretenimiento o espacios deportivos es la tercera parte de las utilidades anuales proyectadas, indica Dávalos.

    Diego Román, miembro de la Asociación de Gestión Humana del Ecuador, sostiene que la inversión en estos espacios debe verse como una proyección para mejorar el rendimiento.

    La idea de ofrecer al colaborador un tiempo en el que se pueda desconectar máximo unos 10 minutos del estrés laboral, ayuda a mejorar su rendimiento, dice Román. Por eso aconseja que las empresas deben ser parte de esta tendencia, con miras incluso a reducir el estrés laboral.

    En este gremio, estos temas se trabajan con las firmas asociadas. Allí la filosofía es que la gestión de talento humano debe estar acorde a los tiempos actuales.

    Javier Verdesoto, gerente de la firma Nexus, sostiene que el tema de inversión siempre debe estar atado a las políticas de las empresas. Estas deben ofrecer ambientes agradables o situaciones que permitan que el colaborador pueda divertirse sanamente.

    Los consultados coinciden en que en la actualidad, las empresas que contratan a los llamados ‘millennials’ o generación Y deben tomar en cuenta este aspecto, porque los jóvenes están buscando trabajos que se salgan de lo tradicional: con espacios de recreación que mejoran la creatividad.

    “Este tema es cultural y está atado a las normativas y al clima organizacional”, dice Verdesoto y añade que si en una compañía existen trabajadores que pasan de los 35 años, es ideal diseñar espacios para realizar deporte o también salas de descanso.

    Sin embargo, toda inversión para estos espacios debe estar considerada en los presupuestos de una compañía.

    Franklin Tello, vicepresidente del Grupo KFC -que integra otras marcas como Las Menestras del Negro, El Español, KFC entre otras-, señala que en sus empresas están fortaleciendo la cultura de reconocimiento al trabajo de sus más de 2 000 colaboradores a escala nacional.

    Entre los principales objetivos, además de espacios de esparcimiento, es reconocer y detectar a los nuevos líderes a través de capacitaciones, planes de carrera y otras acciones
    Esta estrategia que se emplea desde hace dos años, redujo la rotación de personal en todas las marcas del Grupo KFC.

    Foto: Pavel Calahorrano /LÍDERES Grünenthal invirtió USD 50 000 en la sala de esparcimiento ubicada en sus oficinas. Cuenta con cafetería, área de descanso y futbolines.
    Foto: Pavel Calahorrano /LÍDERES
    Grünenthal invirtió USD 50 000 en la sala de esparcimiento ubicada en sus oficinas. Cuenta con cafetería, área de descanso y futbolines.
  • Cuenca apuesta por una ruta artesanal

    Giovany Astudillo

    Relacionadas

    La Ruta Artesanal de Cuenca es la nueva apuesta para atraer al turismo nacional e internacional. En esta opción, que fue presentada la semana pasada, se plantea la visita a las galerías y talleres de siete artesanos, que se dedican a la cerámica, joyería y herrería y metales.

    El taller del ceramista José Encalada, de 81 años, es parte del recorrido. Desde que tenía 14 se dedica a la alfarería, en el barrio Convención del 45. En su local exhibe macetas, apliques de pared, vasijas, teteras, platos y adornos elaborados en arcilla. Los objetos más pequeños cuestan USD 1,50 y los más grandes hasta 60. Además, incursionó en la elaboración de vajillas de cerámica negra.

    Los visitantes pueden aprender las técnicas de su oficio. Con los pies, Encalada mueve el torno y con las manos moldea. Él se ayuda con agua para que no se peguen las manos en la arcilla.

    Eduardo Segovia, de 78 años, también es parte del proyecto. Él elabora adornos inspirados en las culturas latinoamericanas y sus obras se han expuesto en Europa con el nombre de ‘Constante Búsqueda’. Su arte se puede conocer con una cita previa.

    El taller y galería Andrea Tello es otra parada. Ella es la tercera generación de una familia de joyeros y tiene creaciones en filigrana y mezcla de metales. Cuenta con líneas contemporáneas y ha investigado sobre los símbolos y signos de la vestimenta andina para crear una colección para rescatar esa cultura.

    Mama Quilla, traducido del kichwa, significa Madre Luna. Esta platería que funciona desde hace 13 años tiene un área de exhibición y ventas un taller donde el turista puede conocer sobre la elaboración de una joya. Su propietario Ernesto Peña se especializa en el arte de la filigrana, aunque también conoce otras técnicas.

    Desde hace cinco años, Peña hizo una innovación que es la filigrana esmaltada, que tiene colores y transparencias. También, hace la filigrana envejecida. Con la creación de esta ruta quiere recibir más clientes y “que el turista tenga una experiencia vivencial”. Sus joyas cuestan desde los USD 10 (un par de aretes) hasta los 350, por una figura de escarabajo elaborado en filigrana envejecida.

    En la calle De las Herrerías está el taller de Humberto Guerra y en el barrio de El Vado de Carlos Bustos. Ellos se dedican a elaborar adornos y objetos utilitarios son hierro y metales. “Con esta ruta queremos que más turistas nos visiten y mejorar las ventas, que ahora están bajas”, dice Guerra.

    Al día recibe entre dos y 20 visitantes a quienes oferta faroles, cruces, lámparas y candelabros. Los faroles cuestan entre USD 20 y 50, dependiendo del tamaño y los candelabros desde 4.

    En el recorrido también se contempla el acceso a los museos municipal Casa del Sombrero y de la Joyería Cuencana. En este último se cuenta la historia, tradición y creatividad de este oficio, que es uno de los principales de Cuenca. Allí, se destaca la trayectoria de artesanos como Emilio Huiracocha, Ariolfo Vázquez, entre otros.

    La Casa del Sombrero, en cambio, funciona en una de las primeras fábricas de sombreros de paja toquilla de la capital azuaya. La estructura fue construida en 1880. Hay información sobre el tejido, que es patrimonio inmaterial del país, fotografías y una sala de exhibición y ventas.
    El objetivo de la Ruta Artesanal es diversificar la oferta turística del cantón Cuenca y que los visitantes puedan conocer sobre los procesos de elaboración de artesanías y compartir.

    Esta ruta fue armada de acuerdo con un criterio técnico del personal de la Fundación Municipal de Turismo y las recomendaciones realizadas por organismos como el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares y la Asociación de Joyeros del Azuay.

    Según la directora de la Fundación, Tania Sarmiento, para ello se consideraron parámetros como la calidad de las artesanías ofertadas, la capacidad de cada uno de los espacios para recibir grupos de turistas, la accesibilidad a los locales, la disposición de los artesanos para enseñar al público su trabajo, entre otros factores.

    Fotos: Xavier Caivinagua para LÏDERES El artesano cuencano Eduardo Segovia explica a los visitantes las técnicas para las elaboración de adornos.
    Fotos: Xavier Caivinagua para LÏDERES
    El artesano cuencano Eduardo Segovia explica a los visitantes las técnicas para las elaboración de adornos.
  • La historia quiteña se exhibe en esta casa

    Sofía Ramirez

    Crear experiencias y conexiones con el Quito colonial es la consigna de Los Milagros.
    La idea era posicionar a una casa colonial, ubicada en el centro histórico de Quito, como un lugar que resalte la cultura y gastronomía de la ciudad, cuenta Fausto Caballero, gerente general.

    Y para esto aprovechó al 100% la riqueza arquitectónica del espacio, que cuenta con un amplio patio de antaño, un campanario, unos jardines y además está junto a la capilla del Señor de los Milagros, que pertenece a la Curia Metropolitana. Fausto Caballero, de 35 años, desde hace siete años trabajó en el área de turismo.

    En el 2014, el emprendedor conoció la casa colonial y vio un gran potencial para restaurarla: “Por eso junto a un exsocio decidimos emprender este proyecto”.

    Los primeros pasos que se dio para el proyecto fue nombrarlo como Los Milagros, debido a su proximidad con la capilla. Y luego vendría toda la restauración.

    Para esto se recuperó el patio central, que ahora es el espacio para recibir a turistas o el escenario en el cual un grupo de danza tradicional quiteño recibe a los visitantes. También se recuperaron los jardines y los árboles que limitaban con la quebrada de las Tenerías, llamada así por estar cerca de las curtiembres, detalla Sofía Beltrán, gerenta comercial.

    Para esto, tuvieron acercamientos con el padre párroco de San Marcos, Tito Heredia, quien administra la capilla que data del siglo XVII. Heredia cuenta que la capilla del Señor de Los Milagros pertenece a la parroquia eclesiástica de San Marcos -ubicado en la Loma Grande-. Al conocer al joven emprendedor y lo que trataba su propuesta, se concretó un convenio para recuperar el lugar.

    Luego de las adecuaciones de los jardines y la casa, que cuenta con 558 metros cuadrados, se acordó que turistas visiten la capital. El padre Tito Heredia manifiesta que también la idea es preservar y dar a conocer la riqueza histórica de la capilla.

    El oratorio, con capacidad para recibir a 150 personas en la misa de los domingos, es única porque tiene pintura mural a mano, del cielo al suelo, dice el párroco. Es decir, que desde el techo se puede apreciar los “tesoros de la Escuela Quiteña de arte colonial”, además de las esculturas de la época.

    Luego de todo el trabajo de restauración, en diciembre del 2014 Los Milagros abrió sus puertas al público. El concepto de Los Milagros es brindar un espacio en el que también se destaque la gastronomía quiteña a través de recetas tradicionales como la “Virgen de las empanada”, torta de máchica con chapo y helado de mortiño, entre otros, cuya preparación incluye ingredientes orgánicos.

    Los vegetales, por ejemplo, los cosechan en el propio huerto de Los Milagros, ubicado en Cotacahi (Imbabura), dice Jhon Palacios, chef del establecimiento.

    Para el 2015, Los Milagros tuvo aceptación entre los turistas nacionales y extranjeros, por lo que Fausto Caballero detalla que al ver el potencial decidieron potenciarlo como un lugar cultural.

    Desde entonces se realizan festivales folclóricos. Para esto se aliaron con otro proyecto denominado Fest & Arts. Andrés Torres, director ejecutivo del proyecto, señala que la alianza con Los Milagros se centran en brindar experiencias a través de artes escénicas, gastronómicas y de danza en los milagros.

    Este concepto, además, se lleva a otros lugares culturales de la Loma Grande, apoyados por la Fundación Zaldumbide Rosales.

    En el 2015, debido a todas estas proyecciones culturales, Los Milagros obtuvo la certificación de excelencia de Trip Advisor,

    Para agosto del 2016, Los Milagros inaugurará su propia cafetería. En esta ofrecerá el café y chocolate tradicional orgánico, además de instalar su propia cervecería artesanal. La idea es convertirse en una insignia turística en la Loma Grande.

    Asimismo, mantendrá la realización de festivales folclóricos y eventos temáticos, así como el recibimiento de turistas locales y extranjeros.

    Sofía Beltrán y Fausto Caballero están a cargo de posicionar a Los Milagros como centro cultural en Quito. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Sofía Beltrán y Fausto Caballero están a cargo de posicionar a Los Milagros como centro cultural en Quito. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Ellos industrializan la moda indígena

    Cristina Marquez

    El edificio de nueve pisos donde hoy funciona Kawsay Cultura Fashion, una empresa que confecciona prendas originarias de cuatro culturas indígenas del Ecuador, no se asemeja al modesto taller donde se inició la marca.

    Delia Muñoz y su esposo Francisco Guamán bordaban a mano coloridas blusas puruhaes para venderlas en los mercados artesanales de Riobamba en el 2000, cuando iniciaron su negocio. Hoy distribuyen prendas para puruhaes, cañaris, salasacas y otavalos en todo el país; en ocasiones hacen envíos al extranjero.

    Kawsay Cultura Fashion, un término que fusiona tres idiomas, describe el concepto creativo de las prendas que se elaboran en la empresa: vivir la cultura de un modo elegante y ‘fashionista’.

    La ropa de la marca se caracteriza por los escotes, las transparencias y las decoraciones hechas con piedras brillantes y mullos de colores para crear un efecto fresco y moderno que capte la atención de las jóvenes, sin perder identidad.

    “Veíamos que las jóvenes de las comunidades utilizaban su anaco pero con camisetas de la cultura occidental y cuando investigamos, nos dimos cuenta que las telas hechas con fibras de lana de borrego ya no se ajustaban a la vida moderna”, cuenta Muñoz.

    Así, decidió cambiar su pequeño negocio de prendas tejidas, por una tienda de blusas juveniles. Ella y su esposo lograron hacer cuatro blusas con los rasgos de a vestimenta de Colta, pero con un corte y tela diferentes.

    Su idea tuvo acogida en los mercados locales y al poco tiempo los pedidos se multiplicaron. Para el 2002 el negocio había crecido. Invirtieron USD 300 en la compra de máquinas de costura e iniciaron una investigación para identificar las particularidades de la vestimenta de otras culturas.

    Para el 2005, el incremento de ventas y el listado de clientes les motivó a modernizar los procesos en la empresa. Así, invirtieron cerca de USD 40 000 en una máquina bordadora industrial que les permitió triplicar la producción.

    Las escuelas interculturales bilingües de Chimborazo, los miembros de los coros evangélicos y los funcionarios de organizaciones indígenas se convirtieron en sus principales clientes. Sus prendas también son solicitadas por mestizas amantes de la moda andina.

    El que personalidades públicas lucieran diseños con motivos andinos también catapultó su negocio. “La moda indígena se volvió una industria”, cuenta Delia Muñoz, la propietaria del negocio.

    En el 2008 Kawsay Cultura Fashion se convirtió en una empresa familiar e incrementó el menú de opciones. Los bolsos, fajas y otros accesorios tejidos por los artesanos de Cacha, una parroquia conocida por su tradición artesanal, se incorporaron al catálogo.

    Actualmente se ofrecen blusas bordadas para las cuatro culturas que cuestan entre USD 10 y 80. También hay camisas para caballeros, desde los USD 15, calzado decorado con cintas tejidas y mullos, joyería y otros accesorios.

    La empresa también cuenta con un departamento de diseño e investigación de la cosmovisión andina. Según la creencia indígena, los colores y las figuras de los trajes tienen distintos significados que cuentan la historia de las nacionalidades kichwas y la relación del hombre con la Pachamama.

    De hecho, las prendas de cada cultura se diferencian entre sí por los colores, los estilos y los bordados con figuras de la cosmovisión andina. Los diseños que incluyen pequeñas líneas simétricas que forman figuras como triángulos, ‘churos’, rectángulos y otras formas, por ejemplo, caracterizan a la vestimenta puruhá.

    “Las líneas que forman picos que se unen entre sí representan la herencia. Significa que los conocimientos, la sabiduría y los valores se transmiten a cada generación de una familia”, dice Martha Guamán, responsable de ese departamento

    Las blusas salasacas, en cambio, se caracterizan por las tonalidades fuertes y sobrias como los azules, verdes y amarillos, además se bordan flores y el escote en el cuello es más pronunciado. “Para nosotros es importante entender las diferencias en la vestimenta de cada cultura, porque así diseñamos prendas exclusivas para cada nacionalidad”, dice Francisco Guamán.

    Delia Muñoz y Francisco Guamán empezaron el negocio en el 2000. Hoy suma clientes en cuatro provincias. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Delia Muñoz y Francisco Guamán empezaron el negocio en el 2000. Hoy suma clientes en cuatro provincias. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES