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  • Los diseños de sus muebles priorizan la seguridad

    Redacción Quito (I)

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    La decoración del cuarto del bebé que viene en camino es uno de los momentos más especiales para los padres que están a la espera de un hijo, quienes buscan un espacio acogedor y seguro para el descanso de su pequeño.

    Lula & Luke, una marca local de muebles infantiles, ofrece una propuesta vanguardista, con especial cuidado en la seguridad en los diferentes elementos que componen la habitación del bebé.

    El negocio tiene su origen en la marca Baby Lula, una mueblería de niños fundada en 2010 por Stephanía Correa, una vez que retornó de Estados Unidos.

    Una de las motivaciones de esta emprendedora era ofrecer seguridad, siguiendo los estándares internacionales que había conocido en ese país, donde vivió antes de abrir la tienda.

    En agosto del 2017, la marca se relanzó como Lula & Luke. Para esta segunda etapa, Stephanía se asoció con Claudia López, quien tiempo atrás había trabajado como directora comercial para Adriana Hoyos Furnishings, en Quito. La segunda etapa de la marca incluyó una propuesta digital, que incluía la tienda virtual. El canal digital se potenció este año producto de la pandemia.

    La inversión en el relanzamiento de la marca fue de USD 10 000. El primer local físico se localizó en el centro de Cumbayá y al año se mudaron al centro comercial La Esquina, ubicado en este valle.

    La categoría principal del almacén son los muebles para bebés y niños: cunas, moisés, cómodas, mecedoras, mesas auxiliares, camas, repisas, área de juegos, etc.

    Además, ofrece ropa de cuna y almohadas de lactancia; colchones para cunas, camas y moisés; elementos de decoración; accesorios de maternidad; adornos y juguetes; coches y asientos de auto para bebés. El 70% del portafolio de la tienda es local. Adicionalmente, tiene la representación de tres marcas internacionales.

    Los colchones son fabricados por Resiflex. Son ortopédicos e hipoalergénicos, indica Eli Arocha, de la firma de colchones, quien detalla que utilizan telas importadas desde Europa.

    También, les fabrican colchones de plaza y media para niños. “Son un ejemplo de clientes, muy organizados y cumplidos”, añade Arocha.

    La seguridad en los muebles de Lula & Luke –fabricados en un taller aliado– se toma en cuenta desde el diseño hasta los acabados. Son elaborados en madera sólida, cubiertos en lacas libres de plomo. En las cunas no hay espacios libres entre el colchón y los bordes, y en las barandas, las separaciones no superan los seis centímetros, explica Correa.

    Claudia López y Andrea Pérez Hoyos, quien diseñó la colección Mia.
    Claudia López y Andrea Pérez Hoyos, quien diseñó la colección Mia.

    Como parte de su desarrollo como marca, Lula & Luke lanzó recientemente una nueva colección, en alianza con la firma Adriana Hoyos. El diseño de los muebles estuvo a cargo de Andrea Pérez Hoyos. Su principal inspiración fue su hija Mia, quien nació este año y da nombre a la colección, junto al rol de las madres en las diferentes especies de la naturaleza.

    “Quería una colección moderna, atrevida, en la que algunos elementos luego se puedan usar en otros espacios de la casa. Las siluetas de los muebles son modernas, con curvas y patas estilizadas”, explica Pérez.

    La cuna es “tres en uno”, una vez que el niño crezca se puede convertir en cama, con dos opciones de tamaño. La colección incluye cómoda, mecedora y mesa auxiliar. Se ofrece en cuatro colores: beige, rosa pálido, verde y azul.

    Claudia López y Andrea Pérez Hoyos, quien diseñó la colección Mia.
    Claudia López y Andrea Pérez Hoyos, quien diseñó la colección Mia.

    Irina Liachkanova y Carlos Naveda compraron los muebles para la habitación de su hijo, que hoy tiene 1 año y tres meses. “Son lindos, de buena calidad y la entrega es rápida. Estamos felices”, comenta Irina, quien indica que próximamente volverán para comprar los muebles del bebé que está en camino.

    Bibiana Becerra es madre de una niña de 9 años, un varón de 3 y espera otra niña. A su hija mayor le compró la cama en Lula & Luke. Al menor, cuna, mecedora, escritorio y el área de juguetes.

    “Me encantan los acabados y me parece importante que no tienen plomo. Trabajan muy bien y te asesoran. Volveré con ellos”, comenta esta cliente.

    La marca de mueblería infantil facturó el pasado año USD 72 000 y para este año prevé alcanzar los 80 000. López subraya que actualmente buscan consolidación y lograr mayor reconocimiento de la marca en otras ciudades.

    Los muebles de la marca Lula & Luke se fabrican en un taller aliado, en Quito. En este año han elaborado 160 piezas para cuartos de bebés y niños. Julio Estrella / LÍDERES
    Los muebles de la marca Lula & Luke se fabrican en un taller aliado, en Quito. En este año han elaborado 160 piezas para cuartos de bebés y niños. Julio Estrella / LÍDERES
  • Diseños hechos a mano rescatan la identidad Puruhá

    Redacción Quito

    (F) 
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    La vestimenta indígena más vendida en Ecuador procedía, hasta hace poco, de Otavalo.
    En los últimos años, nuevos diseñadores del centro del país crearon prendas para rescatar la diversidad de los pueblos Kichwas Puruhá de Chimborazo.

    Esto motivó a Manuela Pilco, nativa de esa provincia, a emprender un negocio con técnicas de bordado junto a sus hijos, en 1997.

    La emprendedora se radicó en Quito hace más de 30 años, donde decidió empezar de cero.
    Creó un negocio enfocado en rescatar la cultura y tradición de portar indumentaria indígena; así surgió Kinku.

    Este emprendimiento se inició hace dos años de la mano de Pilco y sus hijas, Ana y Kaya Janeta, para mantener la tradición familiar.

    Kinku es una palabra kichwa que significa zig-zag; esto simboliza el recorrido del sol y la luna; también lo relacionan con la mujer y la naturaleza.

    Kaya Janeta menciona que esa definición la utilizan para plasmar los diseños en cada prenda.
    Cuando iniciaron con el negocio, invirtieron cerca de USD 50 000; este monto se utilizó para comprar la maquinaria, tela para confeccionar las blusas, además de un local para venderlas.

    La elaboración de estas prendas tiene dos líneas de bordado; las realizan a mano y en máquina.

    Para el proceso manual, primero se hace un boceto para el diseño de la prenda, después realizan el bordado artesanal.

    En cambio, para el bordado en máquina, se hace un diseño computarizado para que la máquina procese el bordado en la tela, luego se decora con más accesorios.

    En el emprendimiento cuentan con el apoyo de cuatro personas de planta, quienes trabajan junto a Pilco y sus hijas en el taller de confección, en el sur de Quito.

    Además, en este proceso incluyen a amas de casa; ellas bordan algunos diseños en las prendas.

    Kaya Janeta afirma que generan trabajo comunitario: “Nosotras les entregamos, por ejemplo, el corte de la tela y ellas bordan a mano, así ayudamos y generan ingresos”.

    Al inicio, el emprendimiento estaba direccionado a mujeres y hombres kichwas Puruhás.
    Sin embargo, las prendas que ofertan en Kinku permitieron que la clientela se amplíe.

    Wilma Pilataxi, cliente de Kinku, recomienda estas prendas. “Vale la pena adquirirlas por la buena calidad y sus bordados. A su vez, innovan en los diseños, ahora son más modernos y se pueden combinar con más accesorios.”, manifiesta Pilataxi.

    Este negocio familiar recibe pedidos de ciudades como Guayaquil y Guaranda; también de Colombia, Perú, Bolivia y España a través de redes sociales.

    El plan de este negocio para este año es abrir una primera sucursal en Guayaquil, debido a la alta demanda que tienen las prendas en esa ciudad.

    Otros detalles

    Los diseños tienen gran acogida y son distribuidos a nivel nacional a través de redes sociales.

    La prenda más vendida es la blusa clásica. Los precios de esta varían debido a la fabricación. Van de USD 35 a USD 400.

    Kinku diseña prendas bajo pedido para ocasiones especiales como corsés de alta costura.
    Su local se encuentra en el centro de Quito, en la calle Cuenca, entre Olmedo y Mejía.

    Manuela Pilco y Kaya Janeta son propietarias del emprendimiento Kinku, ubicado en el centro de Quito. Foto: LÍDERES
    Manuela Pilco y Kaya Janeta son propietarias del emprendimiento Kinku, ubicado en el centro de Quito. Foto: LÍDERES
  • Los relojes que acompañan a los ejecutivos

    Redacción Quito

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    Cada año las empresas dedicadas al diseño y a la fabricación de relojes innovan con más funciones, precisión y con más variedad de materiales para lograr estilos únicos en este accesorio.

    En la actualidad existen varios estilos, desde el clásico hasta el minimalista, en colores neutros, vivos o con nuevos materiales como el bambú, ideales para mujeres y hombres de negocios.

    Patricio Nieto, asesor de imagen y ‘personal shopper’, indica que el reloj es un accesorio infalible para los CEO, además de funcionales son claves para completar el ‘look’.

    Explica que lo último en relojería para hombre está relacionado a estilos retro. Diseños de los años 90 toman fuerza en la actualidad, al igual que los tonos azul, dorados y los modelos pequeños.

    Estos últimos tienen correa de cuero y los detalles metálicos vienen en tonos dorados u oro rosa. Esta es la tendencia favorita de los jóvenes ejecutivos.

    Los diseños cronógrafos se mantienen y se renuevan, ya que son los preferidos debido a su precisión. Además, son perfectos para las actividades que requieren un conteo de tiempo preciso o si se practica deporte.

    Por otro lado están los relojes de lujo, para ejecutivos de alto nivel, que incluyen incrustaciones de oro o cristales.

    Para las ejecutivas la tendencia son los tonos corales. El oro rosa se mantiene al igual que los diseños con cristales para un ‘look’ casual y elegante, explica Nieto.

    Lo ‘Eco-friendly’ también llega a los relojes. Para ejecutivas proambiente están los diseños de madera hechos de materiales naturales como el bambú. Según el especialista, combinan a la perfección con los blazers de la oficina y dan un toque muy chic.

    Contrario a lo que se creería, los relojes digitales son menos comunes para los altos mandos. La elegancia es la clave, por ello los diseños son más casuales.

    El Omega Apollo 11 50th Anniversary se lanzó este año para conmemorar la llegada del hombre a la Luna. Los relojes de madera se imponen en la moda ejecutiva. Este diseño de bambú es de la marca española SeQoya.
    El Omega Apollo 11 50th Anniversary se lanzó este año para conmemorar la llegada del hombre a la Luna. Los relojes de madera se imponen en la moda ejecutiva. Este diseño de bambú es de la marca española SeQoya.
  • Esta asociación innova con diseños y puntadas

    Redacción Sierra Norte (I)

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    La confección de vestuario para damas que conjuga el estampado, sublimado y el bordado, es una de las últimas creaciones de la Asociación de Producción Textil Almawa.

    La organización está integrada por 11 mujeres que son oriundas de las parroquias La Esperanza y Angochagua, en el suroriente de Ibarra, que han ganado fama por su habilidad para bordar. También se encuentran socias de la parroquia Olmedo, en Cayambe.

    María Dolores Carlosama, de la comunidad La Magdalena, en Ibarra (Imbabura), labraba con un hilo de tono morado los pétalos de una flor en un suéter, la semana pasada. Esa es otra de las innovaciones en la que trabaja la organización.

    Cuando tenía siete años, Carlosama aprendió a dar las primeras hilvanadas con las indicaciones de su madre María Victoria Pastas. Recuerda que confeccionaban las blusas tradicionales que lucen mujeres kichwas de la zona.

    La campesina, de 43 años, es una de las integrantes fundadoras de la asociación. En esta área rural este oficio ha permitido a las mujeres generar ingresos económicos extras para sus hogares, dice.

    Carlosama alterna esta actividad con las labores de atención a sus tres hijos y su esposo y la crianza de vacas, cuyes y gallinas.

    Mary Collado es la responsable del patronaje y la confección de vestuario. Lleva 14 de sus 34 años en este oficio.

    En un cuaderno cuadriculado, Collado escribía cifras de medidas para obtener el patrón en papel. Luego, comenta que realiza el corte y la elaboración de una falda corta y una blusa estilizada.

    En ese nuevo modelo resalta el uso de la técnica del sublimado. La diseñadora Andrea Bonilla colorea en un papel un boceto de un vestido que previamente fu dibujado. Ahí se va escogiendo las texturas, contrastes, tipos de tela que se va aplicar y siluetas.

    Este arte pasa a fotografía. Luego se hace ajustes de color con un programa informático y finalmente va la impresión. Hay partes que luego serán bordadas.

    Los esbozos están inspirados en elementos de la cultura karanki y en los plantas de los páramos de la región andina.

    El objetivo es generar una cadena de producción. Por lo pronto, sobre la mesa había seis nuevos diseños entre blusa, faldas, vestidos y abrigos. Eso sí, en cada prenda le dan un toque de identidad y contenido.

    Desde este mes, la Asociación instaló en el Centro Cultural El Cuartel una sala de encuentro, exhibición creación y difusión del arte de la región. Es decir, que sea un sitio de aproximación campo ciudad, en donde estas damas indígenas puedan compartir sus conocimientos.

    “Lo que nosotros queremos es promocionar el patrimonio inmaterial de las mujeres de esta región”, comenta Bonilla.

    El local atiende de miércoles a domingo. Se busca aprovechar la afluencia de visitantes, especialmente de otras ciudades, que recorren este icono ibarreño durante los fines de semana.

    Previamente, habían equipado su taller con máquinas de costura y de corte. Estiman que la inversión bordea los USD 10 000.

    La organización está abierta a recibir a nuevas integrantes que tengan conocimientos en las técnicas artesanales.

    En la sala de esta organización  se exhiben una línea de vestuario casual  entre vestidos, faldas, pantalones, faldas  zapatos, para para damas.
    En la sala de esta organización se exhiben una línea de vestuario casual entre vestidos, faldas, pantalones, faldas zapatos, para para damas. Foto: Álvaro Pineda para Líderes
  • Ellos atrajeron a nuevos públicos con sus diseños

    Cristina Marquez

    redaccion@revistalideres.ec (I)

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    Las blusas bordadas con hilos de colores, mullos, piedras brillantes y cintas son el producto estrella de Modelei. Esta marca de ropa inspirada en la cosmovisión andina funciona en Riobamba y ahora no solo es frecuentada por mujeres indígenas, sino también por mujeres mestizas que buscan un estilo étnico para sus ‘outfits’.

    La marca también manufactura camisas bordadas para varones, trajes para ocasiones especiales como bodas y quinceañeras, que conservan la autenticidad indígena, y a la vez tienen diseños modernos y juveniles.

    La empresa se inició en el 2010, cuando Verónica Velásquez, quien es oriunda de Otavalo, se casó con Pedro Mullo, originario de la nación Puruhá. Ambos comparten el gusto por el bordado y el diseño de trajes autóctonos.

    Los esposos heredaron el talento para bordar de sus padres. “Es que en los hogares indígenas siempre ha habido ese conocimiento. Los abuelos cuentan que antes la ropa no se compraba, sino que siempre se fabricaba en casa”, dice Verónica, quien es la encargada de los diseños y acabados.

    Ella hizo su primera blusa cuando aún era adolescente. Su madre, María Cachiguango, le enseñó la técnica familiar. “Una blusa bordada de Otavalo costaba muchísimo dinero, y yo no lo tenía, pero deseaba tener una prenda fina y elegante, así empezó mi pasión por los bordados”.

    Pedro Mullo también aprendió de su familia todo acerca de los bordados y la elaboración de prendas en telares artesanales.

    Cuando se casaron decidieron combinar sus talentos y darle un nuevo giro de negocio a la empresa de la familia Velásquez, Tejidos Otavalo. Esa empresa funciona en Riobamba desde hace más de 30 años y se dedicaba a la comercialización de todo tipo de prendas tejidas, como bufandas, suéteres.

    “Teníamos una idea diferente para el negocio. Nos tocó convencer a la familia para que confiara en nuestro proyecto, ese fue el primer desafío”, recuerda Mullo.
    La pareja invirtió USD 600 en la compra de la primera máquina bordadora casera. Sus primeros diseños los publicaron en redes sociales y en poco tiempo empezaron a llegar los clientes.

    El primer mes fabricaron 15 blusas bajo pedido. Y en tres meses la cifra se duplicó.
    Sus diseños se caracterizan por los detalles de los bordados. Hay blusas asimétricas, con transparencias, con mangas de encaje, y una variedad de estilos que atrajeron de inmediato al público joven.

    “De casi cualquier tendencia nueva que se ve en la ropa occidental, nosotros tenemos nuestra propia versión, la idea es que las jóvenes no recurran a usar ropa que no les identifique, sino que puedan estar a la moda sin perder su identidad”, dice Verónica.

    Las clientes frecuentes del almacén, situado cerca al Centro Comercial La Condamine, son ejecutivas, funcionarias de cooperativas de ahorro y crédito o de instituciones públicas.
    “Soy fan de las blusas de Modelei porque son distintas a otras que hay en el mercado. Los diseñadores cuidan cada detalle, además son diseños únicos y no se repiten”, dice Jéssica Morocho.

    Recientemente, la marca invitó a las reinas de varios cantones a vestir sus prendas para una sesión de fotos. Los resultados de la campaña fueron inesperados. Las ventas por Internet subieron y hacen envíos al exterior.

    Pedro Mullo y Verónica Velásquez diseñan trajes que se destacan por sus bordados y encajes
    Pedro Mullo y Verónica Velásquez diseñan trajes que se destacan por sus bordados y encajes. Foto: Cristina Márquez/ LÍDERES
  • Troncos, raíces y ramas se transforman en este taller

    Mayra Pacheco

    Los pedazos de madera, que resultan inservibles para algunas personas, son transformados en muebles en Tre Estudio Ecuador.

    En este taller, los troncos, raíces, ramas de árboles y otros retazos de madera sin tratar son convertidos en comedores, sillas, peinadoras, aparadores, esquineros, mesones, objetos decorativos y más.

    Desde hace cinco años, Luis Sánchez, gerente y diseñador de Tre Estudio Ecuador, es el encargado de crear este mobiliario con las piezas de árboles que tiene disponible en su taller, ubicado en Guangopolo, en Los Chillos. Para iniciar este proyecto invirtió alrededor de USD 30 000.

    Para este emprendedor de 28 años unir grandes raíces con retazos de tronco es como jugar con legos. Debe asegurarse que cada pieza calce de manera perfecta.

    En este proceso de creación de muebles con madera cruda, se conservan las características propias de la materia prima. En los mesones, por ejemplo, se pueden apreciar las curvas o vetas que tienen los troncos.

    Estos detalles hacen que los muebles sean únicos, debido a que ningún árbol es igual a otro.

    Además, el acabado final depende de los requerimientos que planteen los clientes. Ellos deciden si quieren sus muebles lacados, pintados o si se fusiona la madera con vidrio, metal, cuarzo importado, grafito, mármol u otros. El trabajo es personalizado.

    Esto permite, según Sánchez, crear ambientes diferentes en los hogares o locales. Y, sobre todo, se aprovecha la madera natural, que a veces termina convertida en leña, aserrín o botada.

    La materia prima que emplea Tre Estudio Ecuador proviene de talas autorizadas de árboles del Oriente, Imbabura u otras zonas.

    Pino, laurel, seike son algunas de las variedades utilizadas.

    Marco Freire, propietario de la empresa Freire y Asociados, menciona que cada tres meses entrega alrededor de 21 metros cúbicos de madera que no es atractiva para otras firmas. Pero esta adquiere un valor agregado con Tre Estudio Ecuador. En promedio, cada metro cúbico cuesta USD 70.

    Sulimar Vasco distribuye, en cambio, lacas, pinturas, selladores y otros insumos de carpintería. Los pedidos se hacen cada mes, estos suman USD 3 000.

    Pero también se usan palets. Con este material, en el 2016, Sánchez y su equipo construyeron 22 ‘stands’ para la feria de la Conferencia de las Naciones Unidas Hábitat III, que se realizó en octubre en el 2016 en Quito.

    Con estas estructuras de madera se construyeron las cabañas y el mobiliario básico, donde se vendían ‘souvenirs’ a los visitantes.

    Esta experiencia permitió a estos emprendedores conocer que están en el camino correcto. “Usar material reciclado para construir mobiliario es la tendencia actual en Europa”, expresa Sánchez.

    La venta de estos muebles se realiza en las oficinas de Tre Estudio Ecuador. Estas funcionan en la avenida República del Salvador y Portugal, en Quito; en la avenida Ilaló y Alondras, en Los Chillos; o a través de la página web www.treestudioecuador.com.

    En la web las personas pueden conocer el catálogo de productos que se fabrican en Tre Estudio Ecuador y hacer pedidos. Las entregas en Quito se realizan sin recargos adicionales y para provincias solo se cobra el precio correspondiente al transporte.

    Los precios varían en función del tamaño y las características. En promedio, un juego de comedor para cuatro personas para el exterior cuesta USD 280. También se pueden encontrar mesas pequeñas desde USD 80. En promedio, esta empresa factura alrededor de USD 60 000 al año.

    Por ahora los clientes son principalmente propietarios de locales, pero en dos meses está previsto presentar una colección de muebles para el hogar.

    Ramiro Terán, propietario de Munchis, comenta que junto con Sánchez crearon el mobiliario y ambiente y de su local. Terán buscaba algo diferente y personalizado. “Logró materializar lo que tenía yo tenía en mente y la inversión de USD 3 000 fue razonable”.

    Alexander Romero, propietario de la cadena The Lovers, compra también el mobiliario en Tre Estudio Ecuador, porque son de calidad, únicos y tienen un precio competitivo, que justifica la calidad del trabajo.

    Carolina Sánchez (der.), Libia Basantes y Luis Sánchez son parte de esta empresa. El taller funciona en la parroquia de Guangopolo, en Los Chillos. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Carolina Sánchez (der.), Libia Basantes y Luis Sánchez son parte de esta empresa. El taller funciona en la parroquia de Guangopolo, en Los Chillos. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • Prendas de vestir con telares reciclados

    Redacción Quito

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    La idea de tener algo propio y la necesidad por generar ingresos para su familia, permitió que Verónica Díaz lance su marca Verid en el mercado.

    El emprendimiento surgió en el 2012, cuando Díaz decidió radicarse en Cumbayá y crear un negocio propio que le permitiera pasar tiempo con sus hijos y que le generara ingresos laborales.

    La emprendedora incursionó en el mercado con una boutique en el sector de Cumbayá. Ella viajaba constantemente a EE.UU. para comprar ropa y vender las prendas en el negocio que había posicionado al norte de Quito.

    Sin embargo, las ventas decrecieron a partir de las restricciones que se implementaron en el país, con la aplicación de salvaguardias para productos importados.

    Un curso de costura y confección permitió que la joven empezara a fabricar sus propias prendas de vestir. Estos productos se colocarían en el mercado.

    Con poca acogida y grandes cantidades de ropa, Díaz creó una variedad de productos para llamar la atención del público.

    En la actualidad, Verid cuenta con una línea de productos entre los que están alpargatas, accesorios (collares, aretes y pulseras), sacos, pañuelos, blusas, ponchos, bufandas, entre otros.

    “Lo innovador de la marca es que mis productos son fabricados con prendas de vestir recicladas. Las alpargatas se confeccionan con telas restantes”, indica.

    El calzado se produce con estándares similares a los zapatos americanos Toms. La emprendedora quiso rescatar diseños ancestrales, que generen identidad en los compradores de la marca.

    La materia prima para la fabricación de sus productos es local. “Apoyamos a la economía del Ecuador y tratamos de consumir primero lo nuestro”.
    Por esta razón, los materiales provienen de diversas ciudades como Otavalo, Latacunga, Machachi, Loja, Cuenca, Napo, Ambato

    El emprendimiento, actualmente, trabaja con tres artesanos que colaboran con el diseño y fabricación de algunos de sus productos. A parte, cuenta con dos vendedoras dentro de su local, que también se encargan de la distribución de la indumentaria.

    Verid es un emprendimiento independiente que piensa expandirse a escala internacional.
    Tiene como proyecto, a corto plazo, crear puntos de venta en el exterior que le permitan generar mayores ingresos y tener reconocimiento de la marca nacional.

    El público objetivo de la joven son mujeres. Actualmente, la emprendedora lanzó su línea de accesorios y prendas de vestir para niñas desde los dos años.

    La inversión inicial, tomando en cuenta materiales, producción, diseño, distribución y maquinaria fue de unos USD 10 000.

    Desde el 2012 hasta la actualidad, Verid ha mantenido un crecimiento anual del 5% en sus ventas.

    Los ingresos son de USD 3 000 mensuales. Sin embargo, las ventas suben en las jornadas festivas como día de la Madre, Navidad, San Valentín, entre otros.

    Los clientes de Verid oscilan entre 70 y 100 al mes. Esta cifra sube en participaciones en las ferias.

    Sandy Orellana es una cliente satisfecha. Adquirió productos y accesorios de la marca. “El calzado es demasiado cómodo y elaborado con materiales de calidad”.

    Este negocio cuenta con diseños exclusivos. En el caso de las alpargatas, Díaz indicó que tienen varias colecciones con colores, “combinaciones que marcan la moda actual. Incluimos en nuestras alpargatas las actuales, con plataformas y mucho más”.

    La emprendedora busca ofrecer al público zapatos cómodos para madres de familia, ejecutivos que quieren estar en casa sin zapatos formales y otros segmentos a los que les interesa estos productos.

    Verónica Díaz presenta algunos de sus productos en su local ubicado en Cumbayá. Mantiene una línea de productos con material reciclado. Foto: LÍDERES
    Verónica Díaz presenta algunos de sus productos en su local ubicado en Cumbayá. Mantiene una línea de productos con material reciclado. Foto: LÍDERES
  • Ropa urbana con diseños precolombinos

    Redacción Quito (F)  
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    Una mezcla desde lo étnico con influencias urbanas es la nueva propuesta de Mane Silva. El concepto de la colección de esta diseñadora se enfoca en la funcionalidad de la prenda para el movimiento y está inspirada en diversas culturas ecuatorianas.

    Estos diseños vanguardistas se pueden apreciar en el show room de Silva, ubicado en el taller de su casa, una estructura postcolonial en el barrio de La Floresta.

    Silva, dueña y diseñadora de la marca, comenta que desde niña tuvo interés por la confección de ropa. En la Universidad San Francisco de Quito estudió una tecnología en diseño de modas y luego hizo una especialización en Italia en patronaje industrial.

    Con estos conocimientos esta emprendedora inauguró en 2004 la marca de ropa que lleva su nombre. Comenzó con una línea que incluía pantalones de hombre con diseños acampanados y a cuadros; accesorios tejidos versátiles como mangas con cuello y bufandas que se coloca desde la espalda.

    Estas últimas tuvieron una buena respuesta por parte del público al punto que hasta la actualidad continua con su venta realizando adaptaciones de corte y diseño según la colección vigente.

    Sus productos comenzaron a exhibirse en el 2005 en la tienda Zoom Fashion House, de La Naranjilla Mecánica. En este establecimiento expuso distintas tendencias según la temporada.
    Con el pasar de los años la marca incluyó otro tipo de público. Silva comenta que otra de sus actividades es la danza, este aspecto la llevo a especializarse en “ropa para el movimiento”, este concepto abarca atuendos que son aptos para entrenar en cualquier arte escénica que implica movimiento corporal. Además, realiza vestuarios para distintos tipos de danza como contemporánea o urbana.

    Entre sus principales contratos destaca la Compañía Nacional de Danza para la que realizó vestuarios para funciones de estreno al igual que al grupo de danza aérea Verticálica.

    Pía Molina forma parte del grupo de dancehall Fyah Bounce. Esta bailarina recalca la comodidad de las prendas al momento de ensayar y la originalidad de los diseños al utilizar tejidos tradicionales con un toque moderno.

    La nueva colección se denomina Kaer. Esta línea tiene influencia urbana con toques étnicos. Para la producción se utilizaron diferentes tejidos tradicionales, fajas indígenas y diseños contemporáneos de faldas afro ecuatorianas.

    Con una inversión de USD 4 000 aproximadamente esta última colección tiene 30 modelos nuevos.

    Silva explica que el aspecto étnico que menciona está presente en los detalles de sus confecciones. Puede visibilizarse en estampados sublimados de diseños precolombinos en ‘hoddies’ o símbolos indígenas adaptados a nuevas formas visuales en la línea de faldas.
    La colección ofrece una amplia combinación de colores y presenta el elemento del cotraste en negro en varias prendas.

    La ropa se comercializa en distintos puntos de venta en colectivos de artistas como La Libertina y Artesanía Urbana. En estos locales se encuentra una selección de: tops, bikinis, blusas, sacos, pantalones, ‘hoodies’, faldas, entre otros.

    La marca participó por cinco años consecutivos en la feria Texturas, Colores y Sabores, organizado por la Agencia de Promoción Económica Con Quito y el año pasado fue invitada al desfile Contrastes organizado por la Fundación Reina de Quito.

    Para esta marca uno de los elementos más importantes de su producción es que su ropa está afuera de la lógica industrial. “Este factor contribuye al medio ambiente y crea una concientización del consumo”, explica la diseñadora de origen chileno.

    La promoción de la colección busca nuevos mecanismos para darse a conocer en el mercado. Silva realiza difusión con un spot de la marca a través de video danza. Este producto en el que trabajó como directora y coreógrafa se encuentra disponible en la página web del negocio.

    Otros detalles

    El ‘show room Es abierto al público bajo previa cita con Mane SIlva.
    En la colección. Las prendas más vendidos para esta marca son las bufandas, alforjas, faldas, ‘hoodies’ en diferentes corte y diseño.

    Los precios.  Pueden ir entre USD 25 a 30 bividís y camiseta de hombre, pantalones de USD 45 a 60, faldas de USD 65 a 85, ‘hoodies’ entre USD 85. Además, se realizan vestidos de alta costura bajo pedido.

    El lanzamiento de la última colección incluyó una remodelación de la página web para exhibir un ‘spot’ de video danza en www.manesilva.com

    Mane Silva exhibe su nueva colección Kaer en su show room que se halla en el barrio La Floresta, en Quito. Foto: Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
    Mane Silva exhibe su nueva colección Kaer en su show room que se halla en el barrio La Floresta, en Quito. Foto: Foto: Alfredo Lagla / LÍDERES
  • Estos diseños se expanden con más colecciones

    Redacción Quito  (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Lo que empezó como un emprendimiento que se movía solo en las redes sociales dio un salto ‘a la inversa’. Ahora la marca Paole se expande con locales en su ciudad de origen, Santo Domingo, así como en Quito. Allí presenta sus nuevas colecciones de calzado.

    Paola Espinoza es la fundadora de este negocio. Ella trabajaba en marketing de ropa y calzado hasta que decidió emprender. Esta mujer se capacitó para diseñar zapatos, sandalias, balerinas, etc.

    El negocio empezó en el 2015 en Santo Domingo. Las ventas ‘on line’ a través de redes sociales marcaron los inicios. En esos espacios virtuales se exhibían los primeros diseños, explica Espinoza.

    Una inversión inicial de alrededor de USD 10 000 sirvió para posicionarse con una ‘fan page’ en Facebook, una cuenta en Instagram y el portal paolemoda.com. Allí se mostraban, en principio, 12 modelos.

    Espinoza explica que Facebook permitió dar a conocer la marca; la página web, en cambio, era el canal de venta con un sistema de pago vía Paypal o transferencia bancaria. Los envíos se los realizaba a cualquier parte del país.

    Pero el modelo fue cambiando. Espinoza cuenta que fue necesario contar con tiendas físicas porque el calzado es un artículo que en algunos casos debe ser probado previamente por el cliente.

    Con el cambio en el modelo del negocio, el 2 de abril de 2016 se inauguró el primer local en Santo Domingo. Fue necesaria una inversión de USD 15 000 aproximadamente para adecuar el local .

    La tienda física, insiste Espinoza, ayuda a que el cliente sienta cómo le calza el zapato personalizado según el tamaño y la forma del pie. La emprendedora explica que si un cliente tiene, por ejemplo, pie plano se diseña un zapato acorde con esa necesidad.

    Las ventas del primer local motivaron a Espinoza a expandirse y poner una tienda en Quito. El 1 de marzo del 2017 inauguró su segunda tienda en el sector de La Coruña. “Me sorprendió porque llegaron varios clientes que seguían mi marca por redes sociales”, cuenta la fundadora de Paole.

    Espinoza comenta que en la Sierra los modelos que predominan son los de taco mediano y taco cuadrado. En cuanto a los colores, el negro, beige, miel, café o blanco son los más solicitados.

    Cada colección demora cerca de tres meses en salir al mercado. En ese tiempo se cumple con el diseño, la elaboración y una evaluación para decidir si falta algún detalle o se modifica el modelo.

    Los cambios continúan en esta iniciativa. En diciembre del año pasado Paole amplió su mercado al sacar una línea de calzado deportivo para hombres. Hasta ahora hay una demanda aceptable, dice la empresaria.

    Actualmente, Paole se encuentra promocionando su última colección denominada Tierra. Espinoza explica que en esta línea de calzado priman los colores como café, beige, concho de vino, verde militar, miel. La colección cuenta con 15 modelos de taco fino y grueso en diferentes modelos.

    Los planes siguen y para fines de marzo la marca de Santo Domingo proyecta sacar una nueva colección de sandalias.

    A futuro, Espinoza piensa abrir franquicias en las principales ciudades del Ecuador. Para cuidar su marca planea escribir un manual de procedimientos en el que se especifique la estética del local y la calidad en la atención.

    Cuatro datos

    Facturación. En Santo Domingo Paole vende un aproximado de USD 2 500 al mes. Mientras que en Quito se factura alrededor de USD 4 000 mensuales.

    Material. Todos los zapatos son hechos con forro de poliuretano. Este material impide la humedad y le da suavidad y comodidad al calzado.

    Variedad. Actualmente Paole cuenta con 200 modelos de calzado.

    Innovación. 
    Este año sacará un modelo clásico para hombres.

    Paola Espinoza en seña sus nuevas colecciones en su tienda de Quito, en el local de La Coruña y Orellana. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Paola Espinoza en seña sus nuevas colecciones en su tienda de Quito, en el local de La Coruña y Orellana. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Diseños que cruzan fronteras

    Mayra Pacheco

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    Elaborar prendas de fibra de alpaca empleando técnicas ancestrales ha permitido que los diseños de Paqocha crucen fronteras.

    Las piezas de esta marca ecuatoriana se han comercializado en reconocidas tiendas de Inglaterra, España, Francia. A escala nacional están en Cuenca y en Quito.

    Paqocha confecciona sacos, chalecos, ponchos, gorros, pantalones. Y, desde hace un año atrás, elaboran duvets (edredones rellenos con fibra de alpaca).

    Los diseños se distinguen por ser únicos. Al ser tejidos a mano, los modelos no se repiten.
    En este proceso se emplea materia prima de calidad, se aporta al cuidado del ambiente, se ayuda a recuperar las tradiciones e impulsar el trabajo en las comunidades indígenas del país.

    En la confección de cada prenda participan cuidadores de alpacas, hiladoras, tejedoras, diseñadoras y costureras. Son más de 100 familias involucradas en este proyecto. El trabajo se cumple en la casa de cada persona, para no alterar sus otras actividades cotidianas.

    Durante el proceso de elaboración se priorizan las técnicas ancestrales, porque el resultado final es mejor, según comprobaron Lorena Pérez y Felipe Segovia, fundadores de Paqocha.
    Para diferenciar el hilo de alpaca obtenido de manera artesanal del industrializado se hacen pruebas.

    Cuando surgió la iniciativa de recuperar el uso de esta fibra, en el 2006, Pérez y Segovia compraron 25 de estos camélidos y los llevaron a un terreno en Pifo, en las afueras de Quito. Ellos cuidaron de sus alpacas, las esquilaron y llevaron a industrializar la mitad del vellón (pelaje) para obtener hilo. Con esta materia tejieron algunas prendas. Pero el resultado final no les convenció del todo. Al tacto estas eran toscas y no eran bien valoradas, recuerda Segovia.
    Otra parte del vellón, en cambio, fue clasificado, hilado de manera artesanal y con este se tejió una bufanda, cuya calidad era superior a la del hilo industrializado.

    La diferencia se evidenció en los precios. Mientras que, por un saco de hilo de alpaca procesado, los clientes pagaban USD 9, por la bufanda se ofreció hasta 35.

    Una vez descubierta la clave del uso de la fibra de alpaca. Segovia, quien tiene formación en Ingeniería Agrónoma; y Pérez, diseñadora, se capacitaron en Perú. Luego gestionaron para que en el país se implemente la norma INEN 2852 para el tratamiento de esta fibra.

    Con estos conocimientos, esta pareja de emprendedores se acercó a las comunidades indígenas del Ecuador donde se reintrodujo la alpaca para que estas especies ayuden a preservar los páramos.

    El propósito fue capacitar a los pobladores sobre los cuidados que requieren estos animales y enseñarles cómo sacar provecho del pelaje. Antes del proyecto de Paqocha, la fibra de alpaca no era bien remunerada. Por un saco de vellón la gente recibía entre USD 1 o 2. Ahora cada integrante del proyecto obtiene el precio justo por su labor, relata Pérez.

    En un inicio Paqocha trabajaba con la comunidad Chanchán, en Chimborazo. Actualmente, participan más de 14 comunidades.

    Olmedo Cayambe, coordinador de la comunidad Chorrera Mirador, comenta que la relación con esta empresa ha permitido que sus pobladores obtengan una rentabilidad por el cuidado de las alpacas. Ellos esquilan estos camélidos cada seis meses y venden 120 kilos de vellón al año. Cada kilo está valorado entre USD 18 y 20.

    Aparte, la comunidad aprovecha este recurso para hilar y confeccionar prendas o recuerdos que son ofertados a los turistas.

    Por estas características, Paqocha fue seleccionado por la diseñadora Judith Cóndor Vidal para confeccionar un vestido tejido con fibra de alpaca y presentarlo durante la Semana de la Moda Ética en París, en el 2007.

    Tras esta presentación TopShop, en Londres, solicitó 2 000 vestidos tejidos de las mismas características para su tienda.

    Los ecuatorianos Jimmy Luna y Alba Pascual, han adquirido también prendas de esta marca para ofrecerlos en la tienda Inui World Tribe, ubicada en España. Luna considera que las prendas de Paqocha se destacan por su elegancia, delicadeza, detalles. Además, el proyecto tiene un trasfondo social. Ellos hacen pedidos tres veces al año. En promedio, invierten USD 8 000 al año.

    Anualmente, Paqocha factura USD 37 000. Además, en este año está previsto hacer recorridos con turistas para mostrar cómo se procesa la fibra de alpaca.

    La gerenta
    Lorena Pérez 

    Para sacar adelante este emprendimiento se requiere perseverar, ir despacio junto a las personas de las comunidades, involucradas en este proyecto. No queremos irrumpir en su vida cotidiana ni tradiciones. Paqocha permite que las mujeres se lleven el trabajo a su casa. La relación de confianza que hemos desarrollado con más de 100 familias del país nos permite entregar el material para que así se puedan cumplir los procedimientos y luego confeccionar el producto final.

    La cifras

    24 tonos naturalestiene la fibra de alpaca. Para teñir se emplean colorantes vegetales.
    70 mujeres se dedican a hilar con guango y huso. Esto cuesta USD 18 el kilo, antes cobraban 6.

    12 tejedoras confeccionan las prendas. Para esto usan agujetas o un telar. Por cada pieza terminada reciben entre USD 15 y 20.

    2 reconocimientos tiene Paqocha: uno del IPANC y otro de la Bienal Iberoamericana de Diseño Madrid 2016.

    Las tejedoras Yolanda Quilumba (izq.) y Corina Espinoza acuden a Paqocha para obtener hilo y tejer prendas de vestir, según el diseño acordado previamente. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
    Las tejedoras Yolanda Quilumba (izq.) y Corina Espinoza acuden a Paqocha para obtener hilo y tejer prendas de vestir, según el diseño acordado previamente. Foto: Julio Estrella / LÍDERES