Etiqueta: empleados

  • ‘Morosidad, forma eficaz de autosabotaje’

    Arturo Castillo Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    El especialista

    Nada da más tranquilidad a los trabajadores que el cobro puntual de su salario. Nada contribuye más a forjarse una imagen de solvencia y estabilidad a la empresa que el cumplimiento de sus obligaciones patronales.

    Este asunto básico, generador de confianza, se altera cuando la compañía empieza a pagar los sueldos con retraso. La incertidumbre y la desconfianza se instalarán. Los rumores de un descalabro financiero, recortes de personal o la banca rota serán cosas de todos los días.

    ¿Cómo se llegó a ese estado de cosas? Quizás hubo un incremento innecesario de la nómina, los gastos corrientes aumentaron desmedidamente, se contrajeron deudas en momentos inapropiados; bajaron las ventas, la cartera vencida creció por fallas en la gestión de cobranza.

    Cualesquiera sean las razones, lo cierto es que el clima laboral desmejorará a causa de la morosidad de la compañía con sus empleados. Esta situación tiene un efecto desastroso en la economía de los trabajadores que viven al día y dependen estrictamente de aquel salario.

    El retraso en el pago lleva, eventualmente, al endeudamiento, pues las personas tienen compromisos inaplazables. Eso les obligará a recurrir a préstamos emergentes y llevarles a manejarse con una economía ficticia.

    La empresa debe actuar con transparencia y honestidad, debe comunicar a sus colaboradores las dificultades que afrontan, apelando a su comprensión y paciencia, que «arrimen el hombro».

    Si se trata, en cambio, de una conducta negligente, de falta de previsión, si no hay una explicación válida a esa morosidad, el ánimo de los trabajadores se inflamará, se tornarán hostiles, y más todavía si llegan a enterarse, por ejemplo, de que los sacrificados son pocos, mientras que otros cobran su salario a tiempo.

    Incoherencias, como hacer gastos dispendiosos, el hecho de que los jefes cambien de carro como si nada, que se vayan de vacaciones frecuentemente, se considerarán actitudes injustas, inhumanas.

    Ciertamente, los propietarios de la empresa están en su derecho de gastar y comprar a su antojo, sin dar explicaciones a sus empleados, pero en el contexto de la morosidad, lo adecuado sería la discreción, el ‘recato’ económico.

    Los jefes no tendrán la fuerza moral para exigir austeridad, sacrificio ni amor a la camiseta de la empresa que da el pan para la familia. Será puro bla bla.

  • Miguel Puente: ‘Hoy, los sindicatos deben aportar a la productividad’

    Pedro Maldonado O. Redacción Quito / LÍDERES

    En las décadas de 1970, 1980 y 1990 hablar de sindicatos era referirse a organizaciones que tenían enorme influencia en las entidades públicas, así como en organizaciones privadas. Sus actuaciones y posiciones políticas resultaban, en muchos casos, determinantes para los gobiernos de turno, así como para el sector empresarial. Hoy la situación es otra. Miguel Ángel Puente, abogado especialista en temas laborales, analiza el nuevo papel de estas organizaciones.

    ¿Desde su experiencia, cuál es la vigencia que tiene el sindicalismo en el Ecuador?
    Primero hay que anotar que el derecho al sindicalismo está establecido en la propia Constitución y en el Código de Trabajo. Ambos cuerpos legales garantizan y consagran el derecho a la libre asociación de los trabajadores. Tuvimos épocas en las que hubo un auge del sindicalismo, en especial entre las décadas de 1950 hasta la de 1980. En la actualidad se ha dado un control estatal que de alguna forma ha desalentado el desarrollo progresivo del sindicalismo, sobre todo en el sector público. Esto ocurre luego de la expedición del Mandato Constituyente número 8 (1 de mayo del 2008), que elimina la intermediación laboral; también se establecieron criterios y parámetros para la contratación colectiva en el sector público; se renegociaron las cláusulas de los contratos colectivos…Antes había beneficios exagerados que se convertían en abusos.

    ¿Y por qué cree usted que se tomaron estas medidas de parte del Gobierno?
    Pienso que la motivación fue porque los beneficios representaban erogaciones económicas para el Estado. Entonces el Gobierno quiso poner freno y control a los beneficios sindicales, como los fondos de jubilación con aporte de entidades estatales. Se puso alto a los excesos. La parte jurídica de esa negociación podría tener reparos. No fue tanto una negociación, sino prácticamente una imposición.

    ¿Pesó solo el aspecto económico?
    El primer factor fue económico. Y lo que se consiguió, aunque no sé si fue la intención del Gobierno, fue debilitar al sindicalismo público en el país. Además, no es desconocido que existen organizaciones laborales del sector público que tienen cierta afinidad con el Gobierno. Lo cierto es que organizaciones tradicionales como Ceosl o FUT, con ideología marxista, hoy están debilitadas.

    ¿Y qué pasa con los sindicatos en el sector privado?
    En el sector privado, de una u otra manera, a partir del año 2000 el sindicalismo comenzó a perder fuerza. En la actualidad no veo un auge de creación de sindicatos. Han surgido algunos, pero hoy por hoy no veo un auge. Esto pasa desde el 2000 y con mayor fuerza con este Gobierno.

    ¿Entonces el sindicalismo no está vigente?
    Está vigente, pero debilitado. El derecho a asociación persiste, pero como otros derechos no es muy utilizado. El sindicalismo está en una etapa de ‘hibernación’, por llamarlo de alguna forma. Ya no crece como antes.

    ¿Bajo esta realidad, cuáles son en la actualidad los mecanismos de diálogo entre empleados y empleadores?
    Otra de las razones por las que ha disminuido el ímpetu sindical en el sector privado es que hoy las empresas, de alguna forma, están obligadas por tema de estrategia, de competitividad, de normas internacionales… a tomar medidas compensatorias a favor de sus trabajadores. Por ejemplo, los programas de responsabilidad social (concepto que no existía en los años 70 u 80) generan beneficios para los trabajadores. Ahora se da mayor importancia al recurso humano. Eso disminuye la conflictividad. Hay muchas empresas que antes que tener una confrontación prefieren ofrecer beneficios, esto genera una relación más fluida.

    ¿Es un tema estratégico?
    Así es. Los conceptos de buen ambiente laboral no se escuchaban y surgen desde el 2000. Eso permite que la conflictividad diminuya. Además, el Gobierno ha impulsado un mayor control de las obligaciones laborales en los sectores privado y público. Hay mucha supervisión y eso permite que los trabajadores sientan que reciben derechos que antes quizá no percibían. Además la remuneración básica ha crecido. Todo esto contribuye a mermar la conflictividad.

    ¿Y en el sector público?
    Pasa algo similar. Hoy el empleado público es mejor pagado que el privado. Eso también disminuye la posibilidad de conflicto. Además, la normativa influye y el empleado público sabe que no va a conseguir beneficios de otras épocas. Mientras la situación económica camine bien no habrá conflicto.

    ¿Y si la situación económica cambia, los sindicatos retomarán protagonismo?
    Pienso que sí. Eso ha ocurrido en otros países de la región. En Colombia el sindicato antioqueño tuvo una época de ímpetu, se manejó bien y se convirtió casi en un emporio económico. En Argentina, en el 2001, quienes impulsaron la protesta social fueron los piqueteros asociados en sindicatos. En EE.UU. existen sindicatos, es parte de la convivencia laboral. El sindicalismo no va a morir en Ecuador, pensar que ha muerto es equivocado.

    Entonces, ¿hoy en día cuál es el papel de los sindicatos?
    Siempre tienen que velar por los derechos de los trabajadores. Y uno de los retos de hoy, teniendo en cuenta que la relación obrero-patronal no es tan tensa, es pasar de exigir derechos a ser pro positivo; el reto es exigir que sus empleadores alcancen buenos niveles de productividad y el punto está en comprometerse y cumplir estándares de calidad para que la empresa mejore, que venda más. ¿Quiénes se benefician de eso? Los propios trabajadores.

    ¿Y la clase sindicalista está consciente de este reto que tiene?
    Los dirigentes deben entender que los tiempos han cambiado. El Estado y las empresas han cambiado. Igual lo tienen que hacer los sindicatos.

    ABOGADO EXPERTO EN LO LABORAL

    Estudios. Graduado en la Universidad Católica de Quito. Tiene un MBA en la Universidad SEK.

    En la actualidad. Gerente general del estudio jurídico Puente & Asociados.

    En las aulas. Dio clase de derecho laboral. Es asesor empresarial.

  • En la búsqueda de la armonía perfecta

    Redaccción Guayaquil

    Entre el trabajo y la vida personal debe existir un equilibrio. No obstante, los colaboradores, comúnmente, no mantienen la armonía perfecta entre ambas actividades.

    En Ecuador, según el Código Laboral, una persona debe trabajar 40 horas a la semana, un promedio de ocho horas durante cinco días. Según los especialistas, este es el tiempo recomendando para que una persona pueda dedicar tiempo a sus actividades fuera del trabajo.

    Sin embargo, frecuentemente los empleados se ven obligados a cumplir con horarios extras al día y los fines de semana, lo que reduce el tiempo para pasar en familia, tener ‘vida social’ o practicar alguna actividad de entretenimiento.

    Iván V. labora en una pequeña empresa privada. Él tiene que realizar el trabajo contable de la empresa y muchas veces suele quedarse hasta las 20:00 para cumplir sus responsabilidades. Eso lo hace, al menos, dos veces por semana. Eso reduce su tiempo de compartir con sus hijos o de visitar a sus amistades.

    El fin de semana Iván V. no trabaja, y aprovecha para jugar con su hijo mayor, aunque -según confiesa- la mayoría del tiempo prefiere dormir. A él le gusta el fútbol, pero siempre responde con un «no tengo tiempo, estoy cansado» cuando sus amigos lo invitan a jugar.

    El cansancio por la elevada actividad laboral se refleja en todos los ámbitos de la vida de una persona. Walter Espinoza, psicólogo y especialista en Recursos Humanos, comenta que frecuentemente es la pareja y luego los hijos quienes se ven desplazados por el trabajo. Lo que conlleva estrés y otras consecuencias.

    Para Espinoza debe existir una correcta organización y delimitación de los horarios. «Se debe definir que ninguna actividad interfiera en la otra; en el caso de que esto se produzca, se debe tratar de recuperar el tiempo perdido y siempre recordar que hay que dar prioridad a la familia y a recuperar las energías».

    El especialista acota que este comportamiento es común en los mandos medios y altos. Esto, por las responsabilidades que tienen y la mayor presión para cumplir su trabajo, lo que les exige pasar más tiempo en el ambiente laboral.

    Un estudio realizado por la firma Regus, en enero de este año, sobre el equilibrio entre la vida personal y el trabajo, ubica al Ecuador en el puesto número 8 con 125 puntos, cinco números encima del promedio mundial. Estados Unidos obtuvo 117 puntos. En la región, destacó Colombia con 152.

    El informe señala que los profesionales creen que el equilibrio sí puede ser alcanzado. Otro informe de la consultora de gestión Accenture publicado en marzo de este año, y llevado a cabo a nivel mundial, destaca que más de dos tercios de los encuestados pensaban que podían conseguir un equilibrio.

    Pasar más tiempo en el trabajo no es sinónimo de eficiencia, muchas veces esto deriva en conflictos internos que afectan otros entornos de la vida.

    Las grandes firmas en el país cuentan con gimnasios dentro de sus instalaciones u ofrecen alternativas de recreación que el colaborador puede usar para su beneficio y lograr mantener una armonía constante en sus actividades. Lo importante es que las personas mantengan un espacio en el que se tomen en cuenta las necesidades individuales.

    El equilibrio ante todo

    Administrar el tiempo.  Debe fijar un horario para cada actividad. Separar el trabajo de la vida personal.

    Sumar actividades. Es importante contar con una actividad diaria paralela al trabajo como ir al gimnasio.

    Evitar los problemas. Es necesario resolver los conflictos familiares, de pareja o económicos para no afectar el trabajo.

  • La tarea de RR.HH. debiera replicarse

    Ivanna Zauzich Redacción Cuenca / LÍDERES

    Hace pocos días, dos empleados (hombre y mujer) de una empresa en Cuenca, tuvieron diferencias. Ella aseguró que su compañero laboral, durante el turno nocturno, la acosaba y por eso llevó a su esposo, para «solucionar» el conflicto que culminó en una riña física.

    Este escenario no es viable en una empresa que debe contar con los filtros adecuados para solucionar estas situaciones en su equipo de colaboradores.

    Una herramienta clave es el manual de convivencia, dice Marcia Pulla, directora de la Consultora MBPC, en el que se debe direccionar el comportamiento de los empleados. Asimismo, antes de la contratación se debe realizar una evaluación psicológica para identificar que el colaborador sigue las reglas y puede regirse y cumplir el manual de convivencia dentro de la compañía.

    Para Daniel Rodríguez, consultor de RR.HH., aunque los manuales son eficaces, es necesario establecer dinámicas para las jornadas, cuando la oficina de talento humano no esté disponible.

    Estos casos de hostigamiento son más comunes en plantas de producción que sobrepasan los 50 colaboradores. Es importante entender el acoso como una realidad en las empresas. Por esa razón, es imperativo que el encargado nocturno conozca el manejo de talento humano para atender estos casos.

    Según la experiencia de Rodríguez, la mayoría de organizaciones deja a cargo en el área de producción una figura similar a un capataz o un supervisor. Aunque este personaje es efectivo, porque su responsabilidad es supervisar a los empleados para incrementar la productividad, su manejo en otras áreas es deficiente, porque no está entrenado en ese aspecto.

    Para evitar estos conflictos, la firma Continental Tire Andina tiene, en total, 28 jefes de turno capacitados en RR.HH. para resolver inconvenientes cuando la oficina de esa área no esté abierta (fines de semana y en la noche), indica el vicepresidente de Recursos Humanos, Gustavo Malo.

    Esta compañía trabaja tres turnos al día, los siete días a la semana y es clave que los supervisores en los turnos sepan manejar situaciones de irrespeto entre compañeros que generen un mal ambiente laboral. Por esa razón, la capacitación para los encargados de los turnos es trimestral. Esta estrategia no es nueva, acota Malo, sino que se instauró hace 15 años y los resultados son positivos, por la relación cercana y colaborativa que hay entre los 1 184 empleados de la firma.

    Para Mónica Ramírez, directora de la consultora Calidad Laboral (Quito), la táctica de Continental Tire Andina debe ser replicada. El área de RR.HH. no es una oficina que funciona ocho horas al día, sino una actitud de la empresa, para mejorar el ambiente laboral. Esta tendencia comienza a tener más aceptación en las empresas en el país.

    Hay una creencia de que el acoso sexual, señala Ramírez, viene desde los gerentes hacia otros cargos de menor rango. Sin embargo, eso no es cierto, porque se evidencia acoso entre pares y es uno de los temas que debe tratar el encargado de talento humano. Es importante que las empresas enseñen a los encargados de RR.HH. cómo identificar situaciones incomodas, temor y tensiones entre los empleados. Además, impulsar una real cercanía y relación cordial.

    El comportamiento

    El reglamento interno. La experta Mónica Ramírez considera que una pieza clave en este proceso es la vigencia de un manual de convivencia, acompañado de un proceso de capacitación.

    La capacitación. Los cursos de talento humano deben desarrollarse, mínimo, una vez al año, para enseñar las nuevas tendencias que se deben tener en cuenta en el ambiente laboral.

  • Las pensiones en Chile, un banco de críticas

    Fuencis Rausell Santiago de Chile/ EFE

    El sistema chileno de pensiones, administrado por compañías privadas en el país, está en discusión por los bajos montos que ofrece, inferiores al 70% del sueldo de los trabajadores. Todo esto, ha arreciado el debate sobre la revisión de este mecanismo, vigente desde 1980.

    Los trabajadores critican las ingentes ganancias de las administradoras de fondos de pensiones (AFP), que en el 2012 sumaron USD 582 millones, mientras estas creen que la solución está en aumentar la aportación (10% del salario) y los años de cotización. «Estuve imponiendo hasta los 60 años, me jubilé con 30 años de cotización y a estas alturas gano 104 000 pesos (USD 218)», cuenta Norma Vargas (75 años), quien trabajó como operaria en una industria y como lavandera y planchadora.

    Con esa pensión, es su hijo quien se encarga de pagar 35 000 pesos (USD 73) mensuales, por un crédito que pidieron para pagar 1,8 millones de pesos (USD 3 773) por una operación del nervio trigémino en el sistema público de salud, que es de copago, dijo Norma, que cocina cada tres días para ahorrar gas.

    Según Joaquín Vial, consejero del Banco Central, cerca del 60% de cotizantes que comenzaron a ahorrar en 1980 recibirán una pensión de solo 150 000 pesos mensuales (USD 314).

    Se estima además que la tasa de reemplazo (monto de la pensión comparada con los últimos sueldos), llega al 64% promedio entre los hombres y al 50% entre las mujeres.

    En estas condiciones, no es extraño ver a personas de hasta 75 u 80 años en activo, pues aunque los hombres se pueden retirar a los 65 años y las mujeres a los 60, muchos deciden seguir trabajando sin jubilarse o bien compatibilizar el trabajo con la pensión, como hizo la propia Norma hasta después de los 70 años.

    Según la Superintendencia de Administradoras de Fondos de Pensiones, el valor de los Fondos de Pensiones fue 80,19 billones de pesos (USD 168 000 millones), al 30 de abril de 2013, un 7,9% más frente a igual fecha del año anterior.

    «Según las estadísticas del propio sistema, 1 de cada 3 pesos cotizados va a los bolsillos de los administradores», aseguró el economista Manuel Riesco. «Los otros 2 pesos se usan para prestarlos a los grupos financieros o para jugarlos en la ruleta de los mercados internacionales», donde las AFP depositan los ahorros de los cotizantes para obtener rentabilidad.

    El sistema, basado en la capitalización individual, en la que cada empleado tiene una cuenta personal de ahorro con miras a su vejez, fue implantado en Chile en noviembre de 1980 por la dictadura de Augusto Pinochet. Los trabajadores que ya estaban en activo pudieron decidir entonces si continuaban en el antiguo sistema o se cambiaban al nuevo, que hoy tiene 10 millones de afiliados.

    En él, un trabajador puede elegir la AFP y el fondo en que depositará su dinero, con cinco opciones, desde el A (mayor riesgo), hasta el E (más conservador). Las AFP achacan las bajas pensiones a que muchos trabajadores cotizan pocos años o lo hacen de forma interrumpida.

    ¿Qué es lo que sucede en Chile?

    El mercado.  Las administradoras justifican las bajas pensiones a que muchos trabajadores cotizan pocos años o lo hacen de forma interrumpida, y piden elevar la edad de jubilación o subir el porcentaje de cotización, del actual 10% del sueldo, al 13%.

    Las alternativas.  El Gobierno propuso el 1 de mayo reducir la aportación al seguro de cesantía (desempleo), para aumentar un punto, hasta el 11%, la cotización a las AFP. «Con ello se estaría dando un paso en la dirección correcta», respondió la empresarial Asociación de AFP, que considera que la tasa del 10% «es una de las más bajas a nivel internacional».

  • Los iWorkers cambian la jornada laboral

    El País de Uruguay, Grupo de Diarios América (GDA)

    Los estudios e informes por encargo pueden terminar diciendo más de lo que intentan describir. Tal es el caso de Ricoh, que se interesó por la utilización de la información digital en Europa, donde se identifica que las pequeñas y medianas empresas están migrando con mayor velocidad a los medios digitales que las empresas grandes. Dos tercios de las pymes (el 64%), habrán de tener digitalizados todos su informes en los próximos tres años. La cifra que incluye a las grandes compañías llega al 46%.

    El estudio señala los pros y los contras de esta tendencia, siempre ajustado a los resultados obtenidos. Lo bueno del asunto es que se aspira a modelos productivos de mayor agilidad, compartir conocimiento entre compañeros o equipos de trabajo y aumento de la capacidad y velocidad de respuesta a sus clientes.

    Las contras están basadas en los miedos. A mayor acceso a la información, todo aquello que siempre fue considerado crítico o confidencial se encuentra en varias manos o, para decirlo mejor, en varios dispositivos portátiles, por lo que el peligro de filtraciones es mayor.

    Si la tendencia, como es evidente y ya contemporánea, persiste, ha nacido una nueva denominación para los trabajadores: son los iWorkers, un neologismo proveniente de los equipos de Apple, a partir de los iPod, iPad, etc.

    Textualmente, el informe habla de «la presencia de los iWorkers en el futuro; se trata de trabajadores fiables y cualificados, que tienen acceso las 24 horas, los siete días, a toda la información necesaria para satisfacer las necesidades de la compañía y sus clientes…».

    Esta afirmación y pronóstico cambia la dimensión de los efectos, y pasa de la estructura del negocio a la estructuración del trabajo. Carece de novedad que en ciertas empresas o en ciertos puestos se exige disponibilidad absoluta, cualquier día, a cualquier hora.

    Hay casos justificados, en particular aquellos que atienden situaciones críticas e imprevisibles, como médicos, bomberos, fuerzas de seguridad en general, y todos que se encuentran legitimados por la función que cumplen. Otra cuestión es incluir a todos los empleados o a la mayoría de ellos en el perpetuo ‘online’ al servicio de la empresa o de los clientes.

    Aclarado este punto, vale la pena revisar los antecedentes y las consecuencias. Según Lewis Munford, el invento crucial para inaugurar una nueva época fue el reloj. Al aparecer los segundos, las horas y los minutos se dividió el tiempo en tajadas, y fue posible distribuirlo. Hasta entonces, los parámetros habituales eran los amaneceres y atardeceres.

    El instrumento creció en importancia a partir de los procesos industriales, cuyo máximo exponente fue Frederick Taylor, contabilizando los segundos que podía llevar cada operación.

    Aun hoy, el horario prevalece sobre los resultados en la mayoría de los casos. Sirve tanto para el empleado como para el empleador, con pautas establecidas por ley: tiempos mínimos de descanso, ausencia por fallecimiento de familiar, vacaciones y otra buena cantidad de regulaciones que nacieron, precisamente, para poner orden a la disponibilidad y responsabilidad de las tareas de cada uno.

    En las empresas Las interrogantes. ¿Dónde encajarán los iWorkers si esta masa de empleados crece? Si es posible estar conectado con el trabajo todo el tiempo, ¿cuál es el tiempo del no trabajo? La reflexión. Con estos nuevos actores, es preciso detenerse y proponer nuevos esquemas en la relación laboral, tan razonables como posibles.

    Los resultados.

    • Para las empresas que tomen la decisión de tener a iWorwers, las ventajas serán: mayor flexibilidad en las organizaciones, fuerza de trabajo, estar a la vanguardia de la tecnología, por encima de los competidores y, finalmente, reducir los costos de producción y eliminación de reprocesos.

    EL ESPECIALISTA

    ‘Trabajar por amor a la tecnología’
    Arturo Castillo Motivador y profesor de técnicas psicorrelajantes

    Sin duda, la informática ha transformado de manera radical e irreversible la forma de trabajar, no solo en cuanto a lo operativo, que ahora se solventa con veloces y eficientes máquinas, sino fundamentalmente en lo referente a los hábitos, a la actitud laboral.

    La gran paradoja, sin embargo, es que las herramientas tecnológicas exigen más tiempo y dedicación. Entonces, en vez de cumplirse la mítica promesa del tiempo libre ‘concedido’ por las inteligentes máquinas, que supuestamente realizarían buena parte del trabajo, aquellas han tomado el control de la existencia de millones de sujetos.

    De otra parte, la sola utilización de los aparatos electrónicos no garantiza la productividad ni la eficiencia. Dicho de manera radical, es el ser humano quien decide cuándo los pone a funcionar y cuándo los apaga. Es necesario recordar que la tecnología tiene fallos, que las máquinas distan mucho de ser perfectas, que están condenadas, como quienes las operan, a la obsolescencia.

    El esnobismo es un factor frecuente en la adquisición de tecnología, que muchas veces excede los verdaderos requerimientos de la empresa. Se necesita de una cierta inteligencia organizacional para la justa aplicación de elementos informáticos, en total coherencia con los requerimientos de la compañía. De ahí que ‘armar’ tecnológicamente a los empleados bajo el supuesto de que con ello mejorarán la productividad y la atención al cliente, sea pecar de ingenuidad.

    Los iWorkers están sujetos a un régimen manejado por una voluntad controladora, que no discrimina cuándo es oportuno y cuándo no poner en acción a los empleados; que les convierte en dispositivos de uso ilimitado, sin voluntad propia, detrás de los cuales está una organización abusiva. Estos trabajadores 24/7, cuyo tiempo y servicios están patentados por la empresa, manejan todo el arsenal tecnológico imaginable. Ellos no se preocupan por trazar una línea que separe lo personal de lo profesional.

    Los iWorkers, para alegría de algunas empresas, carecen de noción del tiempo, pueden ausentarse de la realidad, de olvidarse de sí mismos, básicamente porque son adictos a la tecnología. Desde luego, también porque son ‘workalcoholics’.

    «Los iWorkers están sujetos a un régimen  manejado por una voluntad controladora, que no discrimina a la persona».

  • El empleado ‘quemado’ es menos productivo

    Carolina Enríquez. Redacción Quito / LÍDERES

    ‘Burned out’. Así se conoce en el mundo de los recursos humanos a uno de los principales efectos que se genera en los trabajadores cuando la empresa no le permite tomar sus vacaciones.

    El ‘burned out’ es un trastorno emocional, que también puede generar problemas de salud físicos, derivados del exceso de trabajo y de la imposibilidad de tener un tiempo anual para distraerse y dejar a un lado las actividades laborales.

    Pablo Suasnavas, decano de la facultad de Seguridad y Salud ocupacional de la Universidad SEK, explica que en el país este es un fenómeno cada vez más común, principalmente en las ciudades.

    «En mi experiencia como consultor he tenido casos, en muchas organizaciones, de personas en esta situación. Lamentablemente, a escala nacional no se lleva una estadística de cuántos trabajadores, exactamente, enfrentan patologías por la imposibilidad de vacacionar».

    Sin embargo, este catedrático cree que al menos seis de cada 10 empleados enfrentan condiciones de agotamiento físico y mental. Esto ocurre por aplazar las vacaciones o por no poder utilizarlas cuando es necesario.

    Esto, a su vez, impacta en las firmas. Se reduce la productividad, se generan problemas en las relaciones entre compañeros; además se eleva el riesgo de accidentes laborales. De hecho, las probabilidades de que un empleado enfrente esta última situación crece en un 50% cuando está agotado y no ha salido de vacaciones.

    El impacto no solo es para las empresas, sino también para la persona. Esteban Prado, sicólogo clínico y laboral, ‘coach’ certificado, indica que entre los efectos del agotamiento están los problemas familiares y de pareja, irritabilidad, menor capacidad de atención, etc. A nivel físico, los principales problemas son gastritis, impactos en el sistema nervioso, etc.

    Fernando E., quien tiene un cargo de jefatura en una empresa inmobiliaria, reconoce que tiene mal carácter debido a esta situación. Él ha acumulado vacaciones por más de tres años, trabaja todos los feriados y solo descansa un día a la semana. «Es agotador en muchas ocasiones, pero cuando se necesita el dinero se tiene que hacer el trabajo. Uno, además, ya se acostumbra. Pero, usualmente, sí suelo pasar bastante mal genio».

    Precisamente, las personas que ocupan cargos de confianza y los ejecutivos son los que más enfrentan la imposibilidad para salir de vacaciones, debido a sus actividades, o a tener menos espacios fuera de las actividades laborales. Cinco de cada 10 colaboradores con cargos altos entran en ese grupo nada envidiable, según Suasnavas.

    El problema de todo esto es que las empresas se concentran en el tema de productividad y no en el concepto de capital humano. Ambos elementos deben estar unidos para un desarrollo óptimo de las compañías a escala nacional.

    A veces, por otro lado, son los jefes de los empleados, y no las empresas, los que impiden o ponen condicionantes para salir de vacaciones. Esto genera estrés en la persona por la presión de evitar conflictos con su superior y al mismo tiempo buscar un espacio de esparcimiento personal, explicó el sicólogo Prado.

    Legalmente, además, las vacaciones son un derecho adquirido. Una acción de este tipo podía generar denuncia del trabajador y multas para la compañía involucrada.

    La realidad del país

    En Ecuador. Según Pablo Suasnavas, las áreas en las que hay mayor impedimento hay para salir de vacaciones son la médica, de la construcción, de transporte, de seguridad, comunicación, etc.

    Estudios.  Un análisis hecho por la consultora Mercer, en el 2010, reveló que Ecuador es uno de los países que menos vacaciones tiene en el mundo. Los países europeos son algunos de los que mayor tiempo de descanso tienen, extendiéndose los periodos de asueto hasta por más de 30 días.

    Leyes.  El Código de Trabajo establece que en el sector privado los empleados tienen derecho a 15 días libres al año. En el sector público, en cambio, tienen derecho a 30 días de descanso

  • Vacaciones: quizás el año entrante

    Arturo Castillo. (O) Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    En general, las empresas son poco perceptivas respecto del estado de ánimo, nivel de energía, conexión intelectual y emocional con que sus empleados desempeñan las tareas. Desconocen, consecuentemente, métodos que ayuden a elevar y mantener el tono emocional, la actitud mental y la fortaleza física que se necesitan para un desempeño laboral óptimo.

    No es de extrañar, entonces, que el llamado ‘burn out’ constituya uno de los mayores problemas empresariales. Es que las organizaciones no entienden la incidencia de los ritmos, de los ciclos, de los picos de rendimiento y descenso de la productividad.

    En tiempos modernos las compañías cuentan con el recurso tecnológico, con la incondicionalidad de las máquinas, que producen más en menos tiempo.

    Es quizá por ello que muchas empresas pierden la perspectiva del trabajo humano, al considerar a sus colaboradores máquinas inteligentes, de las que se espera un alto rendimiento, aun a costa de su bienestar.

    A diferencia de las máquinas, los seres humanos están obligados a parar, a restituir la energía perdida, a repararse física y mentalmente, a riesgo de colapsar, de enfermar irremediablemente. De ahí que las pausas sean absolutamente necesarias.

    Sin embargo, muchas empresas manejan las vacaciones de sus trabajadores como un trámite administrativo cualquiera, para llenar una exigencia legal.

    Pasa con alguna frecuencia que las compañías posponen el descanso de los trabajadores ‘indispensables’, concediéndoles uno que otro día, con cuentagotas. Las razones son de diverso orden: proyectos a medio camino, falta de personal capacitado para dar continuidad a procesos; jefes que se sienten perdidos si alguno de sus subalternos llega a ausentarse.

    A la postre, el perjuicio es individual y empresarial. El sujeto experimenta agobio y saturación, la rutina obstruye su creatividad. La organización ve comprometido el clima laboral con situaciones conflictivas, emociones desbordadas, estrés colectivo; ánimo de sabotaje, constantes errores, olvidos ‘involuntarios’.

    Las firmas deben instar a los trabajadores a que se acojan a su receso anual. No deben caer en la tentación de canjear las vacaciones por dinero, aunque sus colaboradores estén dispuestos. La plata no les devolverá el entusiasmo para trabajar.

  • ¿Es usted una persona introvertida?

    Arturo Castillo. Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes

    Es casi una norma, que los seres humanos hagamos de una fracción de la realidad una realidad absoluta, que nos empeñemos en convertir nuestras pequeñas verdades en verdades irrefutables. La historia está plagada de estos ‘convencimientos’.

    En ese sentido, los dogmas no son propiedad exclusiva del pensamiento metafísico; también en nombre de la ciencia se han erguido paradigmas que han persistido siglos enteros.

    No causa sorpresa, entonces, que deambulen por el mundo ideas distorsionadas o parcialmente entendidas acerca de, por ejemplo, las conclusiones de determinados pensadores.

    Ese es el caso con las investigaciones realizadas por Carl Jung, padre de la Psicología profunda, quien acuñó las expresiones introvertido y extravertido para referirse a la condición dual de los seres humanos.

    Jung no plantea como ‘deseable’ para los sujetos la condición introvertida o extravertida, pues no se trata de una elección consciente sino de una expresión profunda de la psique.

    De otra parte, él subraya que, en función del equilibrio anímico y vital, los seres humanos necesitamos de esos dos aspectos.

    Dice: «No puede, pues, producirse nunca un tipo en el sentido del tipo puro que solo poseyese uno de los mecanismos, con atrofia total del otro. Por disposición típica se entiende tan solo la preponderancia relativa de uno de los mecanismos».

    Básicamente, el introvertido obedece a sus propias percepciones; además, valora el mundo externo de adentro hacia afuera, mientras que el extravertido se guía por los objetos, desconectándose de su vida interior.

    El psiquiatra suizo agrega: «Distingo, pues, tipos determinados por el pensar, por el sentir, por el percibir y por el intuir. Cada uno de estos tipos puede además ser introvertido o extravertido, según se comporte respecto del objeto».

    Es decir, los reduccionismos son siempre injustos e inexactos cuando se trata de explicar la conducta humana.

    Pero este complejo asunto trasciende el plano de la psicología individual.

    Según Jung, el mundo está dominado por esta polaridad.

    La ciencia y la religión, cada una con su visión de la realidad, son el ejemplo cabal.

    La frase
    «El introvertido obedece  a sus propias percepciones, valora el mundo externo de adentro a hacia afuera».

  • Ante la paranoia, el diálogo es lo mejor

    Redacción Quito

    La confianza es un aspecto positivo en los negocios. Por ejemplo, si una persona empleada de Apple -en la era de Steve Jobs- creía en su genialidad para crear de manera innovadora, se sentiría más comprometida con la decisión de desarrollar un dispositivo tableta que aún no existía. Pero cuando esas cualidades no se perciben en las empresas y existe desconfianza entre los trabajadores, ¿cómo puede confiar en sus jefes y permanecer tranquilo en el puesto de trabajo? Según un estudio de la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford, publicado en julio de este año, la paranoia en el lugar de trabajo, o imaginar escenarios inexistentes en el campo laboral, puede convertirse en algo peligroso.

    Roderick Kramer, sicólogo a cargo de la investigación, señala en el estudio que el cerebro humano busca ciertos tipos de información que, junto con factores psicológicos en el trabajo, llevan a las personas a inflar o malinterpretar las sospechas de desconfianza, aun cuando no se encuentran justificadas.

    Él define que existen tres tipos de teorías que el cerebro humano puede desarrollar inconscientemente cuando existe desconfianza en el campo laboral: tomar de manera negativa la interacción con otros; atribuirse de manera personal los errores cometidos; y, la más peligrosa según el estudio, la percepción exagerada de conspiración dentro de grupos pequeños de colaboradores.

    «No es locura ni suposición. Es la manera en que la mente maneja las situaciones de tensión y, cuando es de gran importancia, magnifica la situación», indica Andrea Zambrano, sicóloga clínica. Ella concluye que los empleados pueden crear y atribuirse situaciones diarias que no necesariamente se relacionan con el individuo de manera directa. «Por ejemplo si envío un correo a mis superiores y no me responden enseguida. Empiezo a imaginar acerca del por qué. ¿Se ha enojado conmigo?, ¿Los he decepcionado?, ¿Me están castigando?, cuando en realidad pueden estar ocupados y ni siquiera leyeron el correo electrónico», señala.

    Así también Manuel Egas, analista de talento humano, indica que las personas con menos poder tienen una tendencia de ‘hipervigilancia’. Para evitar que esto suceda, debe existir una gran apertura y comunicación de los altos cargos. «Si un jefe se interesa por los colaboradores es menos probable que exista una idea distorsionada sobre algo relacionado con la empresa».

    Egas explica que los colaboradores deben expresar sus propias inquietudes y no callar cuando tienen dudas sobre alguna situación relacionada con la empresa. «Por eso es tan importante el reconocimiento de los empleados. El saber que uno es valorado reafirma la confianza del colaborador».

    Gabriela Menéndez, especialista de Comunicación Organizacional, indica que la paranoia es una manera de autosabotaje y depende de los supervisores prestar atención para no dejar que las actitudes de otros afecten a la empresa. Asimismo, explica que las empresas deben reconocer las señales de paranoia mediante indicadores de clima laboral. «Hay que recalcar que tampoco hay que ser muy confiados. Si existe una situación preocupante en la empresa, hay que darle el beneficio de la duda», señala.

    Para tener en cuenta

    En las empresas. El estudio señala que una sola persona, mediante un rumor, puede generar paranoia en el sitio de trabajo.

    El chisme. El cerebro humano, según Kramer, atribuye inconscientemente que cuando uno es excluido de una conversación es porque los demás están hablando de uno.

    Otros estudios. La Universidad de British Columbia realizó un estudio en el que se explica que la percepción personal está condicionada por la imagen que los demás tienen sobre uno. Así también la Universidad de Cornwell demostró que las personas desestiman cuando uno es reconocido.