Etiqueta: frutas

  • Frutas, hortalizas y asociatividad

    Redacción Quito

    La historia de Guadaproducts está marcada por el campo y sus productos. Esta compañía que nació en el 2008, pero que se constituyó oficialmente en el 2015, está dirigida por David
    Pazmiño,
    quien proviene de una familia que siempre ha estado vinculada
    a la agricultura.

    Los padres de David dieron los primeros pasos en la década de 1980. Ellos fueron de los mayores productores de tomate riñón en Ecuador, lo que les permitió ser proveedores de Supermaxi desde 1985. Con el tiempo incursionaron en el cultivo de frutas como frutilla, lo que les permitió consolidar su negocio basado en productos agrícolas de la Sierra ecuatoriana.

    David mantuvo el amor de su familia por el campo, se formó dentro y fuera del país y creó su propia empresa, Guadaproducts, que es parte de un grupo familiar. Este negocio se enfoca en el acopio de frutas, verduras y hortalizas, pero también en la siembra y cultivo que se cumple en Checa, al oriente de Quito. La compañía arrancó sus actividades distribuyendo en hoteles y restaurantes.

    En el 2015 el negocio dio un giro y David consiguió un socio, Raúl Pazmiño, un especialista en el trabajo con agricultores en Tungurahua, con el que se amplió la oferta. “Ahora damos trabajo a pequeños agricultores que son nuestros proveedores”, dice David. La sociedad funcionó y permitió contar con proveedores de mora y frutilla, lo que a su vez le abrió las puertas de cadenas como Supermaxi, Mi Comisariato, Tía y KFC.

    El trabajo de Guadaproducts implica el acopio de los productos y su distribución en las cadenas mencionadas. Para esto la empresa tiene una red que oscila entre 300 y 400 productores, principalmente en Tungurahua y Pichincha. También se trabaja con una asociación de Guayas. Con todos los proveedores se aplica el concepto de precio justo. Así se le da seguridad a los agricultores para que manejen con tranquilidad sus costos de producción y aseguren una rentabilidad adecuada. “Además se les da cupos fijos lo que nos permite abastecer a los supermercados”, explica Pazmiño.

    Los bienes agrícolas con los que más trabaja la empresa y sus proveedores son frutilla, mora, pimiento, lechuga y col, indica Pazmiño. Él reconoce que el trabajo con pequeños agricultores es interesante. “En un inicio siempre existe algo de dudas y algo de recelo sobre los pagos y en los plazos, pero como en todo negocio las recomendaciones son vitales. Si a un agricultor le va bien, su vecino se interesa y así se van sumando proveedores. La recompensa es ver como todos prosperan y saber que están contentos”.

    Una muestra de que el trabajo funciona es hablar con los proveedores. En diciembre pasado, por ejemplo, la empresa reunió en un almuerzo a unos 200 agricultores. Esto sirvió para ver si necesitan asesoría técnica o cualquier otra inquietud que tengan.

    La Asociación de Productores Agropecuarios La Amistad, en Tisaleo, Tungurahua, trabaja con Guadaproducts. Luis Quijalema, administrador de la asociación, cuenta que conoce a la familia Pazmiño hace unos 18 años y que con la empresa la relación se ha mantenido sólida y estable. “Somos 160 proveedores que trabajamos con frutilla, mora y frambuesas. Nos llevamos muy bien, los pagos se hacen a tiempo y nosotros ofrecemos frutas de calidad”.
    Quijalema añade que el trabajo permite que agricultores de Tisaleo, Santa Rosa, Cevallos y otras localidades tengan mercado para sus productos.

    Otro proveedor de la empresa es Gonzalo Landeta, en Quito. Él entrega hortalizas como rúcula, brócoli, coliflor, col, zuquini, apio, etc. La relación comercial inició hace cuatro años y se mantiene hasta la fecha sin problemas, dice Landeta, cuyas primeras ventas fueron por USD 300 al mes y hoy alcanzan los USD 3 000.

    Landeta indica que su plantación está en Yaruquí, a pocos minutos de Checa, donde esta la base de operaciones de Guadaproducts, por lo que las entregas se cumplen sin problema y a diario. En un día normal entrega hasta 400 kilos de apio, por poner un ejemplo. “Estamos satisfechos y la relación se lleva de manera respetuosa”.

    La empresa de Pazmiño también tiene productos de su cosecha. Para esto cuenta con sembríos en 20 hectáreas en Checa; de esa cifra 13 hectáreas tienen invernadero.
    Los niveles de producción de la finca van creciendo con el tiempo. Hoy produce , por citar dos ejemplos, unos 2 000 kilos de frutilla a la semana y cerca de 10 000 kilos de tomate riñón, también en una semana.

    El trabajo continúa en medio de la epidemia de covid-19. La semana pasada las tareas se cumplían con normalidad en la planta de Checa, así como las entregas para las que se utilizan la flota de camiones, 10 en total, que se mueven por Pichincha cumpliendo las entregas a las cadenas.

    La base de operaciones de Guadaproducts se encuentra en Checa, al oriente de Quito. Allí se acopia, pero también se siembra y cultiva.
    La base de operaciones de Guadaproducts se encuentra en Checa, al oriente de Quito. Allí se acopia, pero también se siembra y cultiva. Foto: LÍDERES
  • ‘Snacks’ deshidratados para los deportistas

    Redacción Quito

    (I)  
    redaccion@revistalideres.ec

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    Practicar deporte se ha vuelto una actividad frecuente entre los ciudadanos; llevar una alimentación saludable es esencial para que esta actividad genere buenos resultados en las personas que lo realizan.

    Esto fue un incentivo para las hermanas Liz y María José Jarrín, quienes se arriesgaron a producir artesanalmente ‘snacks’ de frutas y vegetales deshidratados bajo la marca Yachik, palabra que significa sabor en quichua.

    Las emprendedoras vieron una oportunidad para crear un negocio que sea una opción saludable para todo público como deportistas, niños, mujeres embarazadas, personas de la tercera edad, etc.

    Para iniciar con el emprendimiento, en el 2015, las hermanas Jarrín invirtieron alrededor de USD 10 000. Con esta cantidad adquirieron la materia prima, además de realizar el proceso de registro sanitario.

    Cuando crearon estos productos, se pensó en una forma más cómoda de llevar frutas para tener energía: “las frutas pesan y al momento de hacer deporte puede ser incómodo; por eso pensamos que quitándoles el agua iban a ser más fáciles de transportar”, comenta María José Jarrín.

    La elaboración de estos productos es sencilla; las propietarias se encargan de procesar los alimentos para que mantengan todas sus propiedades naturales, sin necesidad de añadirle preservantes.

    El emprendimiento adquiere su materia prima en un micromercado, donde tienen la posibilidad de escoger la fruta para procesarla.

    Por otro lado, la empresa Cepa provee los champiñones que forman parte del mix de vegetales.

    Una de las emprendedoras comenta que aprovecharon el método de la deshidratación para evitar el desperdicio de las frutas, debido a que cuando lucen poco agradables a la vista, la gente suele desecharlas y evita consumirlas.

    Eso es lo que caracteriza a este negocio, buscan darle otra forma de consumo a estos alimentos para que duren por más tiempo.

    Yachik Snacks inició la venta de sus productos con una sola presentación 50 gramos; en la actualidad cuentan con dos presentaciones más de 25 y 100 gramos.

    En cada presentación se incluyen varias frutas como el banano, manzana, frutilla y piña.
    Por otro lado, en el paquete de los vegetales se añaden tomates, zucchini y champiñones.

    Los precios son asequibles para los compradores y van desde USD 1 hasta USD 5. Sin embargo, los clientes pueden realizar pedidos a su gusto, comentan las dos emprendedoras.
    Estos productos han tenido gran acogida por parte de los clientes.

    Sara Mafla, cliente de este emprendimiento, adquirió hace poco los productos y manifiesta que “los productos de Yachik Snacks son una buena opción, mantienen el sabor de la fruta sin añadirle más azúcar y pueden ser consumidos a cualquier hora del día”.

    Además, Mafla afirma que comprar vegetales deshidratados es una alternativa para quienes no les gusta consumir estos alimentos en su estado natural.

    La variedad de los productos de Yachik se ha convertido en una buena alternativa para personas que prefieren los ‘snacks’ salados.

    Este emprendimiento participa durante todo el año en distintas ferias enfocadas en la salud y bienestar personal.

    Jarrín señala que participar en estas ferias le permite posicionarse en el mercado y que más personas conozcan su trabajo.

    El plan a futuro es exportar sus frutas y vegetales deshidratados a varios países de Europa, para destacar la calidad de frutas que tenemos en el Ecuador, dice Jarrín.

    Por el momento, Yachik Snacks distribuye sus productos a través de redes sociales, los puede encontrar en Facebook e Instagram como @YachikSnacks.

    María José Jarrín es la propietaria de Yachik Snacks, emprendimiento que elabora ‘snacks’ saludables. Está ubicado en el norte de Quito. Foto: LÍDERES
    María José Jarrín es la propietaria de Yachik Snacks, emprendimiento que elabora ‘snacks’ saludables. Está ubicado en el norte de Quito. Foto: LÍDERES
  • Esta pulpa se vende en Europa

    Mayra Pacheco

    Redactora (I)

    Degustar en países europeos bebidas o postres preparados con frutas de Ecuador, en cualquier temporada del año, es posible con las pulpas que se elaboran en Nuna Frut.

    Desde hace ocho años Nancy Yánez y Carlos Trujillo, socios de esta empresa, producen pulpas a base de frutas de las diferentes provincias del país. Para su elaboración se aplica la receta que por años han puesto en práctica en su hogar los padres de Yánez, Alida Argüello y Miguel Yánez.

    Entonces, ellos usaban una coladera y una cuchara para extraer el concentrado de la fruta. Esta esencia era colocada dentro de un recipiente y luego se congelaba. Era un proceso casero.

    Con esto se preparaban jugos y se evitaba que las frutas se desperdiciaran, recuerda Nancy Yánez, gerenta de Ventas de Nuna Frut.

    Esta práctica y el impulso de su padre Miguel, quien falleció, incentivaron a Yánez a reproducir la receta familiar con la meta de comercializarla en el mercado internacional. Su formación en Administración de Empresas también influyó.

    Para empezar, en Nuna Frut se invirtieron USD 5 000 para adquirir materia prima y la maquinaria. Con esto se preparó, en un inicio, pulpas de mora y guanábana. Después, se sumaron nuevos sabores y actualmente ofrecen 10. Son 100% naturales, no se emplean aditivos ni preservantes.

    En esta preparación se usan solo frutas frescas y de calidad. Estas se compran a proveedores de Santo Domingo de los Tsáchilas, Santa Elena, Esmeraldas, Los Ríos, Manabí, Tungurahua, Pichincha, Cotopaxi, Morona Santiago y otras provincias.

    Carlos Trujillo, gerente, y Nancy Yánez, gerenta de Ventas, están al frente de esta empresa. La planta está ubicada en el sur Quito.
    Carlos Trujillo, gerente, y Nancy Yánez, gerenta de Ventas, están al frente de esta empresa. La planta está ubicada en el sur Quito. Foto: Julio Estrella / LÍDERES

    Marco Chérrez, proveedor, comenta que trabaja con Nuna Frut desde hace ocho años. Él adquiere el producto directamente de las plantaciones de mora, guanábana y frutillas. En promedio, los pedidos que entrega ascienden a USD 3 000 cada mes.

    En total, en esta materia prima se invierten USD 60 000 cada año. La producción se realiza en función de la demanda. “No almacenamos las frutas, procesamos todo el mismo día que nos entregan”, cuenta Yánez.

    Una vez que la pulpa está lista se congela. Nuna Frut cuida que se mantenga la cadena de frío en el transporte hasta llegar al destino final.

    Esto permite que se pueda usar este extracto hasta un año después de su fecha de elaboración, siempre y cuando se mantenga congelado.

    Con este concentrado puro de fruta se pueden preparar jugos, batidos, yogures, postres, mermeladas, decorar pasteles. La pulpa viene en presentaciones de 100 gramos (g), 250 g, 500 g, 1 000 g y 220 kilos.

    Por sus características, estos extractos de fruta tienen acogida principalmente en Alemania, Bélgica y Polonia. En promedio cada mes se exporta entre 20 y 25 toneladas. En Ecuador, se trabaja solo con clientes que están al frente de comedores empresariales.

    Por ejemplo, Aníbal Caiza adquiere desde hace seis años alrededor de USD 280 en pulpas cada semana para preparar las bebidas que se sirven en el comedor de Acería del Ecuador.

    Caiza menciona que prefiere estos concentrados por la variedad de sabores, la calidad y los precios. Además, su uso es más práctico y el resultado final es bueno. “Nuna Frut es una empresa cumplida con los pedidos. Estoy satisfecho, el producto tiene registro sanitario y siempre tiene un ‘stock’ disponible”.

    Nuna Frut tiene una facturación promedio de USD 120 000 al año.

    En el corto plazo, la meta de esta pequeña empresa ecuatoriana es ingresar a Panamá, Rusia y abrirse más espacio en el mercado nacional, porque tienen poca demanda, detalla Carlos Trujillo, gerente de Nuna Frut y socio.

    Para ingresar a los nuevos mercados internacionales sus directivos gestionan la obtención de una certificación de Inocuidad de los Alimentos (HACCP por sus siglas en inglés). Esta se complementará con el certificado de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), obtenido anteriormente.

    A la vez, se está ampliando la planta de producción. Para esto se destinarán alrededor de USD 60 000.

    La empresa, ubicada en el sur de Quito, ocupa un área de 80 metros cuadrados. En estas instalaciones, en promedio se procesa una tonelada y media de fruta al día, pero la meta es triplicar esa cantidad.

    Esto implicará la contratación de más personal. Por ahora, se cuenta con 10 colaboradores en total. Además, se adquirirá más maquinaria para elevar la producción de pulpas.

    Las pulpas se empacan en sobres plásticos. Esto permite conservar el producto congelado durante todo un año. Hay cinco presentaciones.
    Las pulpas se empacan en sobres plásticos. Esto permite conservar el producto congelado durante todo un año. Hay cinco presentaciones. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • En sus ‘snacks’ frutales se aplica la fritura al vacío

    Redacción Quito

    (I)

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    Trabajar por el bien común es la expresión a la que se refiere la palabra quichua Ayni. Ese es el objetivo y el nombre del emprendimiento fundado por José, Juan Pablo y Alfredo Pillajo.

    Hace tres años tuvieron la idea de impulsar un emprendimiento que utilizara productos propios del Ecuador y que, en su momento, tuviera un impacto social. El proyecto de tesis de Juan Pablo fue la excusa ideal para empezar.

    “Estudié en la Universidad Tecnológica Equinoccial. Mi tema estaba vinculado a frituras al vacío y pensé que era una gran alternativa para la preparación de ‘snacks’. Les comenté de esto a mis hermanos y les llamó la atención. Era innovador”, dice Juan Pablo.

    Esta tecnología tiene pocos años en América Latina. Consiste en freír los productos sin oxígeno, lo que permite que se vuelvan crocantes, no se oxiden y mantengan sus propiedades alimenticias.

    Importar máquinas para realizar estas preparaciones es costoso. Ante ello, los hermanos Pillajo, dos de los cuales son mecánicos, pusieron en marcha su ingenio y fabricaron su propia tecnología; desarrollaron varios prototipos hasta que dieron con el indicado.

    El proyecto, con el nombre de Ayni Green, arrancó en 2016. La inversión inicial fue de alrededor de USD 15 000, incluyendo la maquinaria y la mano de obra.

    Las frutas que se utilizan son frescas. Se escoge con mucho cuidado la condición de las mismas. Las piñas adquieren un sabor delicioso.
    Las frutas que se utilizan son frescas. Se escoge con mucho cuidado la condición de las mismas. Las piñas adquieren un sabor delicioso. Foto: Líderes

    Los emprendedores se decidieron por freír frutas tradicionales: manzanas tipo Ana, frutillas de la zona de Pifo y piñas y plátano de Santo Domingo de los Tsáchilas. Con ellas hacen un mix de frutas.

    Hasta el 2018 la empresa realizó pruebas y ofreció productos para testeo. Oficialmente, la comercialización arrancó en enero pasado.

    “Hay una aceptación bastante grande de los clientes”, comenta Juan Pablo. Durante la etapa de pruebas producían 100 fundas diarias, pero ahora son 300.

    Entre los sitios en los que se vende el mix de frutas está la tienda Camari y La Bola de Oro. Susana Ruiz, titular de este último sitio, comenta que compra los ‘snacks’ desde este año. “Han salido bien. Les hago pedidos casi a diario. Hacemos una degustación a los clientes y los adquieren. Hemos aumentado los pedidos”.

    Ayni Green trabaja con la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación y la fundación Crisfé. Estas han direccionado a los emprendedores en el proceso de desarrollo; incluso, los contactaron con un estudio creativo con el que hicieron los empaques.

    Se trata de fundas de 30 gramos que contienen el mix de frutas fritas al vacío. Cada uno cuesta USD 1, para el público en general.

    Este producto se fabrica en un área pequeña ubicada en el sector de Pifo, al oriente de Pichincha. Los emprendedores se encuentran ampliando su planta procesadora para aumentar su capacidad de producción; esperan que en dos meses esté listo el nuevo galpón y contarán con maquinaria de mayor tamaño.

    Los insumos para la fabricación los reciben de tres proveedores. Uno de ellos es Jaime Calero, quien entrega de 10 a 15 racimos de barraganete por semana, desde Puerto Limón. Él considera que Ayni Green es un negocio con futuro y que crecerá la demanda.

    Los emprendedores buscan ayudar a agricultores, principalmente de productos nativos, para que sigan cultivando y coloquen su oferta. Para ello tienen iniciativas como la fabricación de ‘snacks’ de tubérculos andinos entre los que se encuentran variedades de papas (morada y rosada), oca, mashua, maca, etc.

    La idea de los Pillajo, tal y como el nombre de la marca lo dice, es desarrollar acciones por el bien común. Como parte de ese objetivo también apuntan a producir frituras al vacío de nuevas frutas o mix de verduras con esta técnica.

    Los emprendedores también maquilan para otra empresa que saldrá al mercado con ‘snacks’ fritos al vacío de vegetales (remolacha, camote, zanahoria blanca y maqueño). Para esta, actualmente, hacen 300 fundas semanales.

    Este producto va dirigido para un mercado de personas que tienen una dieta saludable y que hacen ejercicio. La oferta de Ayni Green apunta a personas de alto nivel adquisitivo, aunque luego que inició la comercialización se está vendiendo a cualquier sector.

    Los emprendedores explican que sus bocaditos no tienen grasas saturadas.

    La planta de la empresa se encuentra en el sector de Pifo. En dos meses se espera que esté listo un sitio más amplio y maquinaria más grande.
    La planta de la empresa se encuentra en el sector de Pifo. En dos meses se espera que esté listo un sitio más amplio y maquinaria más grande. Foto: Líderes
  • Los batidos de frutas cautivan a los turistas

    María Victoria Espinosa

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    Unas 10 familias del cantón manabita El Carmen se dedican a la venta de batidos, elaborados con frutas y leche.

    Al costado derecho de la avenida principal de ese cantón, se han instalado 10 pequeños puestos para vender esas bebidas, que tienen fama a escala nacional.

    Para esta temporada de vacaciones de la Sierra, las agencias ofrecen – dentro del cronograma de actividades turísticas- la visita a esos quioscos para probar los batidos, que son elaborados con frutas cultivadas por los montuvios de esa zona como el banano, guanábana, papaya, entre otros.

    Esa bebida es tradicional en Manabí, debido a la producción de leche y a los cultivos de frutas.

    Alejandra Zambrano, vendedora de batidos, señala que las madres montuvias hacían bebidas y helados con las frutas que no se lograban vender en la ciudad y se convirtió en tradición, degustar esos alimentos cada tarde.

    Ella afirma que los batidos en El Carmen han tenido aceptación en la región porque el sabor es típico. Eso debido a que utilizan especies como el clavo de olor y la canela, que son la base de los postres tradicionales de la provincia.

    Ramona Almeida abrió su quiosco de batidos hace 19 años al que llamó Soda bar Bella Vista. En una mesa instaló una licuadora y empezó su negocio, en el que vendía 10 jugos diarios.

    Pero, a los seis meses la clientela aumentó a 60. Así que con los ahorros compró una refrigeradora pequeña. Luego, de cuatro años, se compró un quiosco, una nevera y otra licuadora, en las que invirtió USD 2 000. “Fueron años de ahorrar, pero valieron la pena”.

    En la actualidad, ella tiene una clientela fija de hasta 200 comensales diarios. Unos compran el batido normal, que cuesta USD 1,50.

    Otros buscan combinaciones exóticas como el batido de borojó con aguacate y banano. “Es un energizante natural”.

    Marisol Alcívar, propietaria del quiosco Vereda Tropical, cuenta que al principio solo hacían batidos con una sola fruta, pero debieron innovar sus recetas para captar a los turistas que empezaron a llegar a los 10 quioscos en 2013.

    Ellos empezaron a utilizar otros ingredientes como las galletas de chocolate, que se mezclan en el batido con frutas como la fresa. También empezaron a investigar los tipos de batidos, que les podían ofrecer a los conductores, que viajan hacia la Costa.

    En el puesto de Alcívar, se ofrecen batidos con la yema y cáscara de los huevos de codorniz, también adhieren malta y arazá o borojó. Estos también están combinados con frutas como el melón o la papaya, que son típicas de esa zona manabita.

    La quiteña Carmen Oña es una cliente de los batidos de El Carmen. Cada vez que viaja de Quito a Manta, hace una parada en este lugar para degustar de un batido. “Son productos que llegan del campo directo la mesa. No tienen químicos y se puede ver como los preparan con frutas frescas”.

    Otro de los secretos para atraer a los clientes es la ‘yapa’. Es decir antes de que el cliente termine el batido le ofrecen un poco más. También venden sánduches, preparados con el queso manabita. “La gente viene por productos auténticos. Por eso el queso es de finca al igual que la leche. Ese es el secreto del sabor”.

    En los últimos años también han cambiado la forma de servirlos batidos. Hasta hace cuatro años lo hacían en vasos de vidrio y sin decoraciones. Ahora usan recipientes de plástico con tapa para que el turista pueda degustarlo mientras recorre el parque y los murales que se han instalado en el centro de la ciudad.

    Como parte de la decoración, los vendedores colocan frutas tropicales, coco rallado, chocolates, galletas y dulces. “Los niños y jóvenes son nuestros mayores clientes de ese tipo de batidos”.

    A diario, entre los 10 quioscos se venden entre 1 000 y 1 600 batidos. La mayoría de clientes son de El Carmen, Santo Domingo, Flavio Alfaro, Chone y en feriados turistas de la Sierra.

    En los 10 puestos trabajan alrededor de 22 personas.

    22 personas trabajan en la elaboración de batidos de frutas en 10 locales, ubicados en el centro de El Carmen. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
    22 personas trabajan en la elaboración de batidos de frutas en 10 locales, ubicados en el centro de El Carmen. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Una planta de chips de frutas

    Carolina Enriquez

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    Lo que más llama la atención cuando las personas llegan a Zico, la compañía procesadora de unos 10 tipos de alimentos bajo la marca Karay, es el aroma dulce de la planta de producción.

    El pasado 23 de enero, en la planta en Pifo, al este de Quito, dos trabajadores recogían y empacaban unos crocantes chips de manzanas rojas. Esa es una de las líneas de producción de la empresa de Felipe Vela y Martín Bustamante, gerente y presidente. En el sitio también se elaboran snacks de manzana verde, piña y coco.

    La idea del negocio nació luego de un viaje a la playa. Aquella vez, los socios recordaron que alguna vez probaron chips de manzana, pero no los encontraban en el país. “Sabían bien. Creímos que sería interesante producirlos”.

    Sin embargo, este no fue el primer alimento que elaboraron. Durante el desarrollo de la empresa se dieron cuenta de que la preparación de los snacks de frutas deshidratadas no era tan fácil, por lo que optaron por otro plan.

    El primer producto de su portafolio fue aceite de coco. A este se incorporaron aceite y mantequilla de almendra, harina de coco y de almendra, coco rallado y, finalmente, los chips de frutas.

    Vela recuerda que la fabricación de los alimentos inició en la cocina de la casa de la madre de su socio. Con el pasar de los meses el espacio les quedó chico y pasaron a la planta donde se hallan ahora.

    Al inicio se trató de un proceso artesanal, pero cada día fueron mejorando los procesos. La maquinaria y la asistencia técnica profesional fueron vitales.

    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES
    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES

    La inversión inicial fue de alrededor de USD 10 000; el dinero se destinó a la compra de algunas máquinas pequeñas para la fabricación de los alimentos. Posteriormente se ha colocado más capital, con lo cual se ha mejorado las instalaciones y se ha tecnificado más el negocio.

    El primer lugar en el que comercializaron el producto fue Super Food, de Cumbayá. “Trabajamos con los chicos casi desde la apertura de su empresa, es decir, casi desde hace dos años. Realmente, cuando vinieron con su propuesta nos pareció interesante porque son unos emprendedores jóvenes interesados en sacar adelante un proyecto”, dice Gizzele Greene, gerente de Super Foods Ecuador.

    Ella destaca el hecho de que todas las ideas que proponen los emprendedores las ponen en marcha de forma rápida. Destaca la calidad y el sabor de la línea de productos, a los que considera como “estrellas” en su negocio.

    En este local hay amplia demanda de los alimentos de Zico. Greene explica que el aceite de coco es ideal para la preparación de diferentes tipos de comidas sanas.

    Actualmente, los productos de Zico se venden en tres cadenas de supermercados y otros locales comerciales. Uno de ellos es El Market Express, de Cumbayá.

    Jossete Vásquez, gerente de este sitio, explica que la oferta de Zico ha tenido una amplia acogida por parte de sus clientes. “Comercializamos estos productos desde hace un año, toda su línea. Me encanta que son alimentos totalmente naturales, son sanos. Eso le gusta mucho a la gente”.

    Para los propietarios impulsar este negocio no ha sido una tarea fácil. Durante los años de operación han realizado, incluso, investigaciones de mercado para determinar qué productos y sabores son los que busca la gente.

    Bustamante dice que ofrecen al consumidor, principalmente, productos sanos. Los aceites, por ejemplo, son prensados al frío, lo que, a decir de este empresario, permite que tenga mayores beneficios para los compradores.

    La mayor parte de los insumos para la fabricación son locales. Únicamente las manzanas y las almendras son importadas.

    Cuando los empresarios iniciaron la producción del aceite de coco producían de manera esporádica unos 50 frascos. Actualmente, al mes fabrican 3 000 frascos de todas las presentaciones.

    En el caso de los snacks, la empresa desarrolla 4 000 unidades al mes. Se trata de un producto nuevo y los empresarios esperan que incremente la fabricación.

    La empresa tiene como objetivo a exportar. “Afuera el mercado es mucho más grande y lo queremos explotar”, dice Bustamante.

    El objetivo de esta empresa es proporcionar a sus clientes herramientas que permitan un estilo de vida más saludable. “Desarrollamos productos alimenticios que no solo sepan muy bien, sino que también sean saludables” para los diferentes consumidores.

    El gerente

    Felipe Vela

    Este negocio es un proyecto que iniciamos hace, relativamente, corto plazo. Es algo que me apasiona y me interesa. Quiero dedicarle mucho esfuerzo para que siga creciendo. Mi socio y yo nos dedicábamos a otras actividades. Construimos el negocio realizando pruebas, investigaciones, etc. Vimos productos extranjeros y pensamos que la mejor opción era utilizar frutas propias del Ecuador. Definitivamente tenemos grandes retos por desarrollar.

    Las cifras

    2 meses tiene la empresa produciendo los chips de frutas. El resto de productos se fabrica y comercializa desde hace dos años.

    10 productos nuevos tiene previsto sacar la empresa a futuro.

    1,40 dólares es el precio de la funda de snacks. El aceite de coco pequeño cuesta USD 5, mientras que el grande 8. La harina de coco cuesta USD 2,60.

    1 planta tiene la empresa para la producción de chips.

    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES
    Un trabajador se encarga de recoger los chips de manzana roja en la planta de los productos de Karay. En el sitio existe un estricto control de calidad de la producción. Fotos: Diego Pallero / LÍDERES
  • Deshidratados de exportación

    Patricia González

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    La deshidratación de frutas es uno de los procesos de conservación más antiguos. Pero, en Ecuador, un país donde hay frutas frescas durante todo el año, esta técnica era poco utilizada hasta hace un par de décadas.

    A Édgar Narváez, ingeniero agrónomo, le llegó la inquietud por conocer sobre este mecanismo a través de su tesis de grado, una investigación sobre el cultivo de la uvilla en el país y la deshidratación de esta fruta.

    Su interés por conocer cómo ocurría este proceso de conservación en el resto de las frutas y la escasa oferta en el mercado de empresas que se dedicaran a ello, a pesar de que si se importaban frutas deshidratas al país, lo motivaron a conformar una compañía que comercializara alimentos deshidratados.

    Fue así como en el año 2000 nació Agroapoyo, empresa que Narváez fundó junto a su hermana María del Carmen, ingeniera comercial.

    En un comienzo, deshidrataban uvilla, frutilla y piña. Para entonces comercializaban sus productos en tiendas pequeñas. Pero trabajar al detalle no funcionó muy bien, porque los productos deshidratados aún eran novedosos en el país y se vendían poco.

    A los pocos años los hermanos decidieron entrar al mercado industrial, vendiendo sus productos a empresas de gran tamaño como Schullo, Corporación Superior y Confiteca. Sus productos deshidratados se convirtieron en ingredientes de barras energéticas, granolas, chocolates, etc.

    “Nuestro lema es ser el ingrediente diferenciador, el que va a distinguir el consumidor final”, comenta María Isabel González, subgerenta de Agroapoyo.

    La empresa provee de uvillas, bananos, frutillas y piñas deshidratados a Cereales Andinos, como complemento de sus cereales. “Son un gran aporte porque en las frutas deshidratadas encontramos azúcares, minerales y vitaminas. Adicionalmente, está el sabor de cada una de estas frutas”, subraya Iván Tapia, gerente general de la compañía.

    Agroapoyo procesa en su planta industrial, ubicada en Puembo, más de 20 productos, entre frutas y vegetales. La materia prima la provee 100 compañías locales.

    Una vez que se recibe la materia prima, se procede al lavado, pesado y selección. La preparación varía en cada producto.

    En el caso de la manzana, el primer paso es el descorazonado. Posteriormente se procede a pelarlas y picarlas en trozos, cubos o rodajas. Se deshidratan en hornos a una temperatura promedio de 60 °C. Luego se dejan enfriar para finalmente ser empacadas.

    Agroapoyo utiliza manzanas pequeñas, que no suelen encontrarse en el mercado. “No importa tanto el aspecto, pero sí la calidad”, aclara la subgerenta.

    La producción de la planta es de 2 500 kilogramos de alimentos deshidratados por mes. El 60% de la producción se exporta a Estados Unidos, República Checa, España, Italia y Suecia.
    González explica que para poder exportar fue muy importante certificar sus productos. Hoy cuentan con la certificación HACCP, que garantiza la inocuidad alimentaria, es decir, que son alimentos aptos para su consumo.

    Los productos también están certificados con BPM (Buenas Prácticas de Manufactura) y Kosher, lo que garantiza que son aptos para personas de la religión judía. Algunos de los productos, como el mango y el banano, cuentan con certificaciones orgánicas.

    Uno de sus clientes locales es la empresa Schullo, compañía a la que provee desde hace al menos cinco años con la corteza de naranja deshidratada, como ingrediente para las granolas. “Somos muy exigentes, trabajamos con productos de muy buena calidad y ellos cumplen con ese requisito”, señala Patricio Guagalongo, responsable de compra de Schullo.

    En 2016, Agroapoyo facturó USD 740 000, lo que representó un crecimiento en relación a 2015, cuando facturó USD 630 000.

    La empresa comenzará este año con la venta directa. Para julio está prevista la inauguración de un local comercial en el Paseo San Francisco, en Cumbayá, donde lanzarán su marca al detal Yumi. La instalación del local requirió una inversión de USD 20 000.

    La tienda de la empresa contará con una línea de productos deshidratados al granel, con snacks de alimentos para niños, productos para repostería y gastronomía, así como salsas y dips a base de frutas y vegetales.

    La producción mensual de la planta es de 2 500 kilogramos de frutas y vegetales deshidratados.  El portafolio está conformado por cerca de 20 productos. Fotos: Diego Pallero /LÍDERES
    La producción mensual de la planta es de 2 500 kilogramos de frutas y vegetales deshidratados. El portafolio está conformado por cerca de 20 productos. Fotos: Diego Pallero /LÍDERES
  • Las boutiques de frutas brillan en Japón

    Santiago Ponce

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    Una fresa a USD 436, mangos y melones a USD 218, o manzanas a USD 15 son algunos de los caprichos que pueden encontrarse en las ‘boutiques de fruta’ en Japón, país donde estos alimentos se consideran más un objeto de deseo que una fuente de nutrientes.

    Los impecables escaparates y las vitrinas de la frutería Sembikiya, situada en la planta baja de la lujosa torre Nihonbashi Mitsui, protegen estos exclusivos productos, que no están al alcance de todos los bolsillos.

    “Buscamos las mejores frutas de Japón y de todo el mundo para venderlas”, afirma orgulloso Ushio Oshima, responsable de la división de Planificación y Desarrollo de Sembikiya, mientras sostiene la joya de la corona -y pieza más cara-, un pequeño “musk melon” o melón cantalupo de 27 000 yenes (unos USD 253).

    Oshima pertenece a la sexta generación de fruteros de Sembikiya, fundada en 1834 por su ancestro, un samurái, y que pasó de vender fruta barata en Tokio a expandirse por todo el país hasta convertirse en la mayor proveedora de fruta de lujo de Japón.

    Ninguno de los treinta empleados de la tienda principal de Sembikiya pasa un solo minuto con los brazos cruzados.

    Con música clásica de fondo, algunos dependientes reciben a clientes, otros colocan frutas en mallas de protección, no sin antes añadir un colorido papel de seda, o revisan que las ya puestas en los expositores luzcan perfectas, sin ninguna marca o golpe.

    “Los japoneses son minuciosos y se preocupan por el aspecto exterior (…) y por eso sale caro”, defiende Oshima. Sembikiya, que ostenta el título de frutería más antigua de Japón, es tan solo un ejemplo que prueba la importancia que tiene la fruta de lujo en el ‘País del Sol Naciente’.

    Hasta USD 327 por uva, o USD 10 060 por racimo se han llegado a pagar por la variedad Ruby Roman, que se cultiva únicamente en la prefectura de Ishikawa y que se ha convertido en poco tiempo en la más cara del mundo.

    Esta variedad, producida desde 2008, genera únicamente 2 400 racimos al año: los más “asequibles” pueden comprarse por unos 100 000 yenes (USD 917 ).

    La fresa Bijin Hime (Bella princesa, en español) es similar en tamaño a una pelota de tenis, aunque sus dimensiones no son lo único que rozan lo imposible: para saborear una unidad se deben desembolsar unos exorbitantes 50 000 yenes (USD 458).

    La producción de fruta es muy selecta en Japón, debido a que su particular orografía, en la que predominan las montañas y la costa, permite que solo un 15% de su superficie total esté cultivada.

    Además, en el país asiático, donde llueve con abundancia y existen múltiples verduras y plantas comestibles de donde se pueden obtener nutrientes y vitaminas, la fruta nunca ha sido considerada un “alimento esencial”, explica Shigeyuki Sasaki, investigador del grupo Takasago, uno de los líderes mundiales en sabores y aromas.

    “La fruta siempre se ha considerado un artículo de lujo, un ar­tículo para regalo”, escribió Sasaki en una investigación de Takasago.

    En el país asiático, la fruta abandona su papel como alimento y se convierte en regalo estrella, especialmente en dos momentos especiales -en verano y en final de año-, elegidos por los japoneses para expresar gratitud a la gente que los rodea.

    Una vendedora de la frutería Sembikiya coloca naranjas en las vitrinas que protegen a las lujosos productos. Foto: Marta Oliver / EFE
    Una vendedora de la frutería Sembikiya coloca naranjas en las vitrinas que protegen a las lujosos productos. Foto: Marta Oliver / EFE
  • Chocho y frutas son la base de esta bebida

    Redacción Quito

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    La intolerancia a la lactosa que sufre la ingeniera en alimentos María del Pilar Mora y la limitada variedad en las alternativas de bebidas para personas con su misma condición en el Ecuador fueron los motores que activaron la creación de una leche vegetal.

    Mora y su esposo, Gustavo Guerrero, de profesión ingeniero agroindustrial, diseñaron el primer prototipo del producto en Barcelona, España, mientras cursaban una maestría como becarios Senescyt, entre 2013 y 2014.

    Cuando regresaron al país decidieron pasar al desarrollo del producto. Empezaron a investigar sobre gramíneas que, además de ser un alimento ancestral y tradicional ecuatoriano, brinden buenas dosis de proteínas, calcio y hierro. Así dieron con el chocho.

    Con ello, los emprendedores dieron inicio a su empresa AlimentArte, con su producto estrella Frutichocho. Guerrero, gerente general de AlimentArte, asegura que vieron la oportunidad en una necesidad de mercado insatisfecha, ya que en el país hacía falta cumplir con las personas intolerantes a la lactosa y con los diabéticos, que requieren cuidar lo que consumen.

    “No estamos compitiendo con la leche. Ofrecemos una bebida rica en proteínas, hierro y calcio no agregado, sino naturalmente obtenido del chocho”, aclara Guerrero, al explicar que si bien están dirigidos a este nicho de mercado mencionado, también apuntan a toda persona que busque una alternativa saludable en el segmento de bebidas con proteínas.

    El producto Frutichocho es una leche de chocho con pulpa de frutas (sabores mora, maracuyá y natural), que no contiene azúcar, pues es endulzado con stevia; tampoco tiene preservantes y posee un alto componente de proteínas y minerales de origen vegetal.

    Este emprendimiento se incubó durante un año en ConQuito, donde trabajaron en la idea de gestación, desarrollo de prototipo, testeo y definición de mercados. Actualmente se distribuye en cinco tiendas orgánicas y ya empezaron las conversaciones con otros negocios del sector alimenticio.

    Para este año la expectativa es ingresar a cadenas de retail, ya que disponen de registro sanitario y han logrado varios contactos gracias a su participación en varias ruedas de negocios.

    Lo obtenido en las ventas y los aportes ganados en diversos concursos se reinvierten para subir sus volúmenes de producción. Mora, quien es la gerenta técnica de Alimentarte, explica que se están enfocando en terminar los prototipos finales para ampliar su línea de productos.
    Sus ventas iniciaron a finales de junio de 2016, alcanzando cerca de USD 1 000 mensuales, aunque el trabajo en el emprendimiento viene desde septiembre de 2015.

    Hay varias presentaciones como parte del ‘feedback’ de sus consumidores. La más pequeña fue en atención a los clientes que buscaban el producto en un tamaño más cómodo de llevar en la lonchera o en la cartera. “Nos adaptamos al mercado”, dice Guerrero.

    David Montenegro, consumidor de la bebida, enfatiza el beneficio para las personas con intolerancia a la lactosa. “Es saludable y al mismo tiempo sabe muy bien”, comenta al añadir que su sabor favorito es el de maracuyá.

    María del Pilar Mora y Gustavo Guerrero, muestran su bebida y uno de los premios que ha ganado Frutichocho. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
    María del Pilar Mora y Gustavo Guerrero, muestran su bebida y uno de los premios que ha ganado Frutichocho. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
  • Un negocio de chocolate y frutas

    Redacción Quito

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    Era 1978 y Lucila Molestina empezó a elaborar chocolate para sus vecinos. El trabajo lo hacía en su casa, ubicada en las avenidas Orellana y 6 de Diciembre, en el norte de Quito, y contaba con la ayuda de amistades. Era básicamente un pasatiempo.

    Los chocolates empezaron a gustar a más y más personas. Primero fue a la familia y luego a sus amigos; todos fueron recomendando las golosinas de Molestina. Para esto ya había empezado la década de 1980 y los habitantes de Quito miraban con curiosidad la construcción de pequeños centros comerciales.

    Uno de los primeros fue Multicentro. Allí la familia de Molestina la motivó para instalar una isla para vender, de manera más formal, su producto bandera: cáscaras de naranja recubiertas de chocolate.

    La idea tuvo éxito y Chocolateca daba sus primeros pasos como una iniciativa familiar con planes de expansión. La familia abrió un local cerca de tribuna de la avenida Shyris, en donde también funcionaba ya una pequeña planta de producción.

    Los secretos gastronómicos de Lucila Molestina(+) pasaron a sus hijos, quienes continuaron con este negocio que hoy en día factura cerca de medio millón de dólares al año por la venta de bombones, chupetes rellenos de caramelo y frascos con frutas recubiertas de chocolate.
    La transición para la segunda generación permitió iniciar una nueva estrategia: esta consistió en ingresar a más centros comerciales con islas como puntos de venta. Así el crecimiento de Chocolateca continuaba.

    En el año 2000, fue el turno de la tercera generación de la familia. Miguel de la Torre se puso al frente del negocio y fue el responsable de innovar el producto, ampliar los niveles de producción, mejorar la presentación, abrir nuevos canales de venta en cadenas como Supermaxi, Fybeca y otras.

    “Fue un año duro -recuerda De la Torre-, pero la marca ya era reconocida en el mercado y competía bien ante chocolates importados”. La clave fue mantener la esencia de chocolates hechos en casa de manera artesanal. Además se mantienen las recetas de la abuela de este empresario.

    Otra estrategia fue estar atentos a los gustos del mercado. Por eso se actualizaron sabores y presentaciones. Hoy la empresa oferta sus chocolates en envases de cartón y aluminio, así como en pequeñas cajas de balsa.

    Uno de sus proveedores es Envatub. Pedro Cevallos, titular de esta empresa, cuenta que trabaja con la empresa de De la Torre desde el 2012 y que en este tiempo las relaciones comerciales se han desarrollado de la mejor manera.

    Cevallos recuerda que conoció a Chocolateca cuando él trabajaba en una firma cartonera. Luego, con su propio negocio, se convirtió en proveedor. En el 2015 Envatub le vendió a la empresa de chocolates unos 50 000 envases y el año pasado fueron 27 000.

    Los cambios en la empresa familiar no se detienen. Desde mediados del 2015 la producción se cumple en una planta ubicada en el sur de Quito, en la que se invirtieron cerca de USD 250 000 en infraestructura. A eso se suma la maquinaria suiza, estadounidense y ecuatoriana valorada en alrededor de USD 350 000 y que se viene utilizando, en algunos casos, desde los primeros años de la empresa.

    En la planta trabajan 15 personas que manejan con destreza el chocolate y las frutas, entre las que se cuentan naranja, piña, uvilla, coco entre otras. “Lo que no ha cambiado es la cáscara de naranja recubierta de chocolate, es el producto con el que todo empezó y es el que más se vende”, dice De la Torre.

    En el camino recorrido, la empresa ha tenido que sortear dificultades. El más reciente fue el bajón de las ventas el año pasado, por la situación económica del país. Pero el negocio se recuperó con las ventas de diciembre, según el gerente de la empresa.

    Juan Diego Guzmán es el gerente comercial de la compañía. Él detalla los planes que tiene Chocolateca para este año. “Acabamos de cerrar un contrato con una distribuidora para llegar a más puntos de venta que van desde el comercio tradicional hasta nuevos supermercados”.

    También se plantearon franquiciar las islas, para que otros emprendedores puedan ser parte del negocio. Una tercera meta es empezar a exportar puntualmente a Chile. “Estamos en los procesos finales y esperamos empezar con los envíos en este año”.

    La empresa también observa con detenimiento el mercado de la Unión Europea, ahora con la vigencia del acuerdo firmado entre Ecuador y el bloque europeo.

    La planta de producción de Chocolateca ocupa un área de 400 metros cuadrados y opera en el sur de la ciudad, en el sector de La Argelia. Allí trabajan 15 personas. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES
    La planta de producción de Chocolateca ocupa un área de 400 metros cuadrados y opera en el sur de la ciudad, en el sector de La Argelia. Allí trabajan 15 personas. Fotos: Galo Paguay / LÍDERES