Etiqueta: Manabí

  • La dulce tradición que tienen los manabitas

    Bolívar Velasco

    Relacionadas

    Una columna de recipientes con dulces en su interior se exhiben en las perchas de los negocios manabitas apostados en las vías de Flavio Alfaro, Manabí.

    El olor que emanan estos aperitivos se percibe a metros de distancia, y no hay quien se resista a probarlos cuando se pasa por esos lugares. En el sitio La Crespa tienen fama los troliches, el manjar, los suspiros y las roscas.

    Casi todos son el resultado de la mezcla de panela, leche y miel. Pero en las vitrinas cada dulce tiene un aspecto distinto y así se vuelven irresistibles al paladar de los clientes que llegan en cantidades a “endulzar la vida”.

    Con esa frase, Flavio Mendoza evoca el origen de esta actividad, que es parte de una de las tradiciones del montuvio manabita.

    Él, por ejemplo, aprendió a elaborar los dulces ancestrales en hornos de barro, en los que la leña era el elemento central para la cocción del producto.

    Hace 40 años, cuando se inició en esta actividad, el trabajo no era fácil, pues debía ir a las fincas de las zonas rurales a cortar la madera necesaria para activar el horno.

    Desmontar los trozos de la leña con machete no era tan complicado como si lo era llevar la carga al hombro o montarla en un burro.

    Había que recorrer largas distancias y sortear caminos difíciles, pero era una prueba que debían pasar todos los que deseaban incursionar en la elaboración de los dulces típicos manabitas.

    La idea de entonces era que se conozca cómo se daba la cadena de la producción, hasta llegar al paladar del cliente. Nada sencillo para quien ve el producto empacado en una tarrina o dentro de una funda, como era la presentación de esos años, recuerda Mendoza con alegría.

    En la provincia manabita no hay persona o familia que tenga vínculo con la ruta de los dulces.
    El cantón Rocafuerte es el más conocido por esta tradición, aunque también hay establecimientos en Flavio Alfaro.

    Solo en Rocafuerte, 146 familias elaboran 300 variedades de dulces, según el Municipio.
    En esa lista están los huevos moyos, bocadillos, troliches, galleta de almidón, limón relleno, alfajores, dulces de camote, papaya, suspiro y cocadas. Pero hay costumbres alrededor de estos aperitivos que han cambiado con los años en las familias manabitas.

    Ahora ya no caminan a sitios distantes para conseguir la leña. Les basta un horno a gas o el que traen incorporadas las cocinas para hacer realidad esos deliciosos ‘manjares’, reconoce Bella Napa, emprendedora de La Crespa.

    Su elaboración mantiene intacta esta costumbre que surgió como un plus de la gastronomía manabita, dice el historiador Ramiro Molina.

    El montuvio del pasado acostumbraba preparar dulces para que sean consumidos luego de una cena especial. A manera de postre, se los servía para cerrar con buen sabor luego de la ingesta de una comida típica.

    Así el dulce dio un salto a los negocios a partir de esa tradición dentro del hogar, según Molina.
    No obstante, el origen de esta actividad se la atribuye a las enseñanzas de las religiosas franciscanas y mercedarias que empezaron a elaborarlos en el siglo XIX.

    Ellas prepararon los primeros modelos de alfajor, que es el dulce de más larga data en la provincia.

    Se trata de una composición de harina, azúcar, leche, yemas de huevo, soya y vainilla.
    Su presentación final es como una moneda de USD 1 triplicada en tamaño. Esto lo cuenta Juan Ramón Urdánigo, presidente de la Asociación de Productores y Comerciantes Artesanales de dulces de Rocafuerte.

    Su organización, cada año realiza un festival para resaltar el valor histórico de los dulces. Su mensaje es llevar los aperitivos tradicionales a los sitios más remotos del país y el mundo.
    Es precisamente lo que hacen con sus emprendimientos en la vía Rocafuerte-Portoviejo. Los turistas no dudan en llevarlos para ir degustando o por encargo.

    Flavio Mendoza, elabora variedades de dulces manabitas hace 34 años, en el cantón Flavio Alfaro. Foto: Juan Carlos Pérez /LÍDERES
    Flavio Mendoza, elabora variedades de dulces manabitas hace 34 años, en el cantón Flavio Alfaro. Foto: Juan Carlos Pérez /LÍDERES
  • 70 panificadores de Manabí ya se capacitaron

    Patricia González

    Relacionadas

    La panadería es un negocio familiar, que trasciende de generación en generación. En ciertos casos por amor al oficio, en otros, por necesidad u oportunidad.

    Diana Mendoza quedó al frente de la panadería Chelita, en Portoviejo, capital de Manabí, tras el fallecimiento de su padre en el terremoto del 16 de abril del año pasado, en la provincia costeña.

    Era estudiante de cosmetología. Pero en el negocio familiar le tocó aprender de administración, contabilidad y sobre cómo lidiar en el día a día con trabajadores, que, en su caso, eran todos hombres.

    La formación integral de un panadero como propietario de su negocio es la razón de ser del programa Orgullosamente Panificador, de Moderna Alimentos.

    La primera edición del proyecto de responsabilidad social, dirigido a clientes de la empresa, se llevó a cabo durante el mes de mayo en distintas zonas de Manabí. Participaron en total 70 panificadores de la provincia.

    El programa está conformado por cuatro módulos. El primero se enfoca en finanzas. “Les ayudamos a entender la separación que debe haber entre el presupuesto familiar y el del negocio”, explica Marielisa Perfetti, coordinadora de Marketing de Harina Industrial en Moderna.

    El segundo módulo está dedicado al servicio al cliente. Incluye también exhibición de productos y cómo mejorar las ventas dependiendo de la temporada del año. Esta fase del programa fue la que más gustó a Diana porque “son temas que a veces ignoramos”.

    La administración del negocio, principalmente manejo del inventario y del personal, es el tema del tercer módulo. Hasta esta fase el programa se imparte en los locales de los participantes, lo que da la oportunidad de capacitar también a los trabajadores.

    El taller concluye con el módulo Orgullosamente Panificador, que da nombre al proyecto. En esta última fase se reúne a todos los participantes por un lapso de dos horas para trabajar en la parte emocional: autoestima, metas y cómo lograr ser agentes de cambio en la comunidad. Ese mismo día se realiza un acto de graduación, que incluye la entrega de un certificado.

    Perfetti comenta que uno de los resultados del programa fue haber servido de guía a muchos panificadores que manifestaron sus deseos de abrir una segunda panadería. Es el caso de Diana, quien tiene en planes abrir una sucursal de la panificadora Chelita.

    “La idea es transformar y hacer crecer las panaderías, que son nuestros principales clientes”. subraya la representante de Moderna Alimentos.

    Para Xavier Delgado, jefe de Producción de la panificadora Buen Pan, ubicada en Manta, Orgullosamente Panificador fue una experiencia “excelente” que contribuyó a la integración de los panificadores de la provincia.

    Durante este año, Moderna Alimentos prevé capacitar a 300 panificadores en diferentes zonas del país. El proyecto se replicará en las ciudades de Quito, Guayaquil, Ambato y Riobamba.

    La empresa desarrolla un plan de capacitación en Quito, Guayaquil, Ambato y Riobamba. Foto: Cortesía
    La empresa desarrolla un plan de capacitación en Quito, Guayaquil, Ambato y Riobamba. Foto: Cortesía
  • En su menú brillan la sazón manabita y la ayuda social

    Sofía Ramirez

    Relacionadas

    Édgar López heredó de su madre, Rosa Lascano, la habilidad de preparar platos del mar con la sazón de Manabí. Por eso, desde hace 26 años, este chef -oriundo del cantón San Vicente- inició con su emprendimiento El Antojo Manabita.

    El establecimiento ofrece diversas recetas “innovadoras” en mariscos como corvina, pargo invernal, ensalada de cangrejo, encebollados entre otros.

    La historia de este local comienza cuando Édgar López, ahora de 52 años, ayudaba desde su niñez a su madre en Manabí a preparar la comida del restaurante que manejaban. A sus 13 años, vino con su familia a radicarse en Quito.

    López detalla que a sus 20 años, luego de trabajar con su mamá, decidió independizarse. Entonces se puso su primer negocio: adquirió un pequeño carro para vender encebollados, guatitas, banderas y empanadas de verde en las calles Vancouver y Polonia, en el norte de Quito; sitio donde actualmente está el local de El ­Antojo Manabita.

    Entre 1984 y 1988 estuvo con este pequeño emprendimiento, y gracias a la confianza de sus clientes se aventuró a invertir sus ahorros, que en ese entonces eran 2 millones de sucres, más un crédito financiero para abrir el primer local de El Antojo Manabita, ubicado en el mismo sector antes mencionado.

    Luego, desde 1988 al 2006, El Antojo Manabita se mantuvo en un local arrendado, pero con una inversión cercana a los USD 250 000, López construyó su propio establecimiento.

    El dueño del negocio detalla que con la consigna de ofrecer productos de calidad estudió Gastronomía en el Chef Center en Quito. También cursó especializaciones en Argentina y Perú; además se graduó de ingeniero en Alimentos y Bebidas en la Pontificia Universidad Católica en Chile.

    El local principal de El Antojo Manabita cuenta con dos pisos y un aforo que supera las 90 personas. La decoración en madera le da el estilo playero. En proveedores, la mayoría son de Manabí y otros de Esmeraldas.

    Roberto Haro, hace 25 años, es proveedor del restaurante. El comerciante afirma que desde Esmeraldas le vende dos toneladas mensuales de diferentes pescados y mariscos, como picudo langostino, filete de corvina, almejas, entre otros.

    El menú de este local cuenta con 60 platos fuertes y en cocteles tradicionales ofrece una bebida elaborada con caña manabita, jugo de naranja, limón y hierbabuena. Para la compra de ingredientes, cada 15 días el establecimiento invierte USD 40 000.

    Pero a El Antojo Manabita no solo se lo conoce por su diversidad en platos tradicionales de la provincia costera. La ayuda social también es un distintivo del emprendimiento.

    López cuenta que hace cuatro años promovió una feria de mariscos. Esta actividad que se realiza dos veces al año y consiste en preparar una cena especial para personas indigentes del sector y de escasos recursos: “Yo también sufrí la falta de un techo, de comida, por eso me gusta ayudar a los más necesitados” dice.

    En número de clientes, el establecimiento tiene un promedio de 500 por día en fin de semana. Lenin Figueroa, comunicador social de una institución pública, es cliente de El Antojo Manabita desde hace 15 años. Él indica que no solo la sazón y la calidad en el servicio es lo que más le atrajo, sino la ayuda social que realiza con las personas de escasos recursos.

    El insignia:

    ‘El servicio al cliente es mi fortaleza’
    Giovanny Vaca, Jefe de Meseros

    Hace más de siete años trabajo en El Antojo Manabita. Antes de llegar a este local, yo ya tenía experiencia como mesero. Trabajaba en un bar en el que atendía mesas. Sin embargo, quería tener más experiencia en este campo. Cuando conocí a Édgar López, su ayuda en esos momentos fue vital para que mi vida cambiara radicalmente. Él me dio la mano no solo en lo personal sino en lo profesional. El cargo que me ofreció fue como mesero. Durante más de dos años atendía a los clientes en las mesas.

    Pero mi esfuerzo ayudó a que me promuevan como jefe de meseros hace más de dos años.
    Mis funciones en este cargo se encaminan en coordinar al personal; distribuirlos por áreas y supervisar que su atención sea de calidad. Además, estoy pendiente que las órdenes salgan a tiempo, con la finalidad de que los platos se sirvan pronto, sin que los clientes tengan que esperar más de 10 minutos. Atender a los clientes siempre me gustó y me ayuda a crecer en lo profesional.

    El equipo de El Antojo Manabita prepara platos costeños. Édgar López (centro) es el propietario de la firma, que tiene dos locales: uno en Quito y otro en Los Chillos. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
    El equipo de El Antojo Manabita prepara platos costeños. Édgar López (centro) es el propietario de la firma, que tiene dos locales: uno en Quito y otro en Los Chillos. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • La tradición y la sazón montuvias les abre mercado

    Sofía Ramirez

    (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    “Con una horma de esperanza y dedos de clavellina va tejiendo su sombrero la manabita más linda”. Esta estrofa del pasillo ecuatoriano Romance a una tejedora manabita, compuesto por los autores Filemón Macías y Joza y Francisco del Casti, dio vida al restaurante que lleva el mismo nombre.

    El objetivo del establecimiento, ubicado en el norte de Quito, es llevar un “pedacito” de la gastronomía montuvia al paladar más exquisito, señala Sonia Vera, gerente propietaria del local.

    Esta manabita de 34 años explica que la idiosincrasia de esta provincia es aprender los saberes culinarios desde pequeño: “a mis nueve años ya sabía hacer tortillas de yuca; era una tradición familiar el saber cocinar”. Por eso, en noviembre del año pasado, Vera dejó su trabajo en el sector público para cumplir con un sueño: tener un restaurante en el que se reúnan todos los sabores de la gastronomía montuvia en un solo lugar.

    Este emprendimiento familiar ofrece, entre sus principales platillos, bollo de pescado o chancho envueltos en hojas de plátano, hayaca de gallina criolla (masa de maíz con salsa de maní), etc.

    En bebidas, el portafolio del establecimiento ofrece cerveza artesanal manabita, ronpope, café tostado con panela y el tradicional “quemado”; que se refiere a licor de caña macerado con frutas y especies dulces.

    El restaurante vende la experiencia gastronómica manabita. Está decorado con artesanías tejidas en paja toquilla y tiene a un costado de la caja registradora una escultura de Eloy Alfaro, uno de los principales personajes manabitas de la historia del Ecuador.

    La mayoría de sus productos los llega directamente desde Manabí. Esto con la meta de mantener los sabores ancestrales de la gastronomía montuvia.

    Elías Cedeño, 59 años, provee de morcilla, longaniza, gallinas criollas, maní molido y plátanos a La Tejedora Manabita desde la parroquia Calderón (Portoviejo).

    Él afirma que su producto es elaborado de manera artesanal y en horno de leña, por lo que el sabor es “único”. Para el local, Cedeño entrega 60 libras de la morcilla rellena de arroz y otras especies y la longaniza a la semana.

    Los mariscos también los traen desde la provincia costera; en su preparación se utiliza el fogón manabita, ubicado en la parte trasera del local. Aquí se prepara, por ejemplo, el caldo de gallina, los cebiches, el encebollado, etc.

    En la cocina industrial, por su parte, se elaboran cerca 158 platos durante cada fin de semana.
    El número de clientes en La Tejedora Manabita varía de acuerdo a los días, pero en fin de semana pueden ser hasta 200 por día, indica la emprendedora.

    César Dávalos, de 41 años, asistió a este local el día de su inauguración en noviembre pasado. Conoció del restaurante a través de Facebook. El principal platillo que pide cada vez que va es el pescado hornado con salsa de maní. Dice que el sabor es especial cuando se preparan los alimentos en horno de leña. Además, la decoración del ambiente y la música manabita es acogedora.

    Para este año, La Tejedora Manabita está consolidando una nueva línea de negocio enfocada en crear productos como el ají y venderlos con esta marca. Sonia Vera afirma que aún no tiene cifras estimadas de inversión, pero el proyecto podría consolidarse para el próximo año. Además también desean abrir una sucursal en Quito. Por lo que ahora están revisando lugares propicios.

    Insignia

    “El sabor es nuestra insignia”

    María Dolores García. Administradora del local

    Desde octubre del año pasado iniciamos junto a Sonia Vera con este sueño. Yo ayudé a la emprendedora en tema logístico para que en noviembre pasado, La Tejedora Manabita abra sus puertas.

    Me encargo de la administración del local. Entre mis funciones se destacan el relacionamiento con los proveedores, el manejo del personal, controlar la calidad y producción de los platos montuvios. Y cuando tenemos demasiados clientes, que usualmente es en fin de semana, hago de anfitriona.

    El tema gastronómico siempre ha sido importante en nuestra familia procedente de Portoviejo. Y pese a que algunos años viví en Venezuela, las recetas montuvias siempre estuvieron presentes. Con este proyecto, la idea es posicionar la gastronomía de la provincia de Manabí. Para esto, y paso a paso se analiza pensar una nueva sucursal en Cumbayá o Guayaquil, y también la idea es mantener una marca registrada de algunos productos.

    Sonia Vera es gerente propietaria del local que funciona en el norte de Quito. Su estrategia es recuperar las recetas manabitas y ofrecerlas a los comensales de la capital. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Sonia Vera es gerente propietaria del local que funciona en el norte de Quito. Su estrategia es recuperar las recetas manabitas y ofrecerlas a los comensales de la capital. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • Misiones de ayuda recorren Manabí

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Los espacios de servicio y de ayuda a la comunidad se fortalecen en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). Desde el 2004 se desarrolla un programa denominado Misión Idente Ecuador (MIE), que tiene como objetivo ayudar a las localidades en situación de vulnerabilidad.

    Los misioneros ingresan a las comunidades y realizan capacitaciones, charlas, conversatorios para fortalecer emprendimientos o crear nuevos. Además, buscan apoyar en la construcción de obras y guiar espiritualmente a quienes lo necesiten.

    Manuel Yunga, coordinador de la Dirección General de Misiones Universitarias, explica que el proyecto institucional busca ayudar a las personas. “Se realiza de la mano de los estudiantes de la universidad, docentes y personas particulares que quieran colaborar con la institución”.

    Hace cuatro años, esta universidad se unió a la Universidad Católica Sede Santo Domingo y Sede Ibarra, para que la participación de estudiantes se incremente. La concurrencia del público en general también es importante porque hemos tenido la presencia de profesionales, amas de casa y demás.

    Las misiones realizan un trabajo cercano a la comunidad. Durante una semana conviven con las familias para aprender sus costumbres y compartir sus conocimientos. “Buscamos apoyar sus emprendimientos y ayudamos a las pastorales de los sacerdotes de las diferentes comunidades”.

    Este año se convoca una vez más para acudir a la zona afectada por el terremoto del pasado 16 de abril, que afectó a Manabí y Esmeraldas, provincias costeras.

    El tema central será apoyar en la reconstrucción de las localidades afectadas por el movimiento telúrico, que dejó 660 fallecidos aproximadamente.

    Las personas inscritas viajarán desde el 16 hasta el 24 de septiembre para recorrer la zona afectada de Manabí, en especial, Canoa y Calceta. Se formarán varios grupos de siete personas, que visitarán las diferentes viviendas de las localidades seleccionadas.

    Los jóvenes llevarán alimentos y vituallas para entregar a las familias. Los productos fueron donados por los estudiantes y por empresas privadas.

    Las misiones atenderán a unas 3 000 familias, aproximadamente, y participarán unas 150 personas.

    Desde el 2004 se han visitado 40 comunidades de los diferentes sectores del país.
    Para Yunga, uno de los objetivos de estas misiones es que los estudiantes tengan una formación completa tanto profesional, como humanitaria. “Se brindan las herramientas necesarias para que las comunidades tengan alternativas para salir adelante.

    Las misiones ya han realizado un primer acercamiento a las comunidades de Manabí. Sin embargo, se espera la llegada de profesionales como ingenieros civiles, arquitectos, médicos, entre otros. “El trabajo de los arquitectos es básico para ayudar al tema de la reconstrucción de las casas derrumbadas en la zona”.

    Los interesados pueden inscribirse vía e-mail, a un costo de USD 15. Deben acceder a la página web de la UTPL y seguir las instrucciones. Hay dos requisitos indispensables: los deseos de ayudar a los demás y los ánimos de aprender. Incluso hay presencia de misioneros extranjeros.

    “La idea es hacer un acompañamiento a la comunidad para que los procesos aprendidos continúen. Mientras que los estudiantes ponen en practica sus conocimientos”, asegura Yunga.

    Las misiones llenan de experiencias a las personas que participan en estos proyectos. Alex Pardo tiene 26 y estudia ingeniería agropecuaria. El joven ha participado en cuatro ocasiones en la misión. La primera vez fue a una localidad de Cuenca, ubicada a orillas de la represa de Paute.

    Fue una semana en la que rescató muchas experiencias y resaltaron la solidaridad de los pobladores. “Es una semana en la que se observa la solidaridad de las personas de la localidad”.

    En este lugar dieron talleres de sexualidad, drogas y emprendimiento. “Formamos un vínculo de amistad, ya que nos aconsejaron”.

    Para este joven, el involucramiento con la comunidad le sirvió para ofrecer sus servicios de forma desinteresada. “Es una puerta para darnos cuenta que podemos ayudar a nuestros hermanos”.

    Fotos: cortesía UTPL La entrega de kits solidarios ‘Cuenta Conmigo’ fueron entregados a las familias de Manabí, en julio pasado.
    Fotos: cortesía UTPL
    La entrega de kits solidarios ‘Cuenta Conmigo’ fueron entregados a las familias de Manabí, en julio pasado.
  • El cacao orgánico de Manabí le abre nuevos mercados

    Redacción Quito

    Relacionadas

    El cacao inició como un elemento para realizar trueque en el siglo XV. Hoy en día se ha convertido en una materia prima cotizada a escala nacional e internacional. La microempresa Perla Organic Chocolate aprovecha las bondades de este fruto para elaborar chocolate orgánico desde hace más de un año.

    Carol Marcial, presidenta del emprendimiento, comenta que su familia cuenta con una propiedad agrícola en la comunidad de Río Muchacho, cerca de Canoa, en Manabí. Fabián Marcial, padre de Carol, compró el terreno con el dinero recibido de su jubilación. Al inicio, la empresa se dedicaba a la venta de granos de cacao a intermediarios.

    Pero desde febrero del 2016, Carol Marcial tomó el control del negocio, luego de haber realizado su tesis universitaria sobre la factibilidad administrativa y financiera de la iniciativa, en la Universidad San Francisco de Quito. Esta pequeña empresaria señala que la finca cuenta con personal que se encarga del mantenimiento de la plantación, la siembra y el proceso después de la cosecha. En la finca trabajan tres personas y para la cosecha se contrata entre seis y ocho jornaleros.

    Los detalles son claves en la producción: los procesos de siembra y cosecha son libres de químicos y pesticidas. El grano de cacao seco que se obtiene es transportado hasta la planta de producción en Quito. Allí se elaboran diferentes productos como pasta de cacao, el polvo de cacao, tabletas de chocolates semielaborados, coberturas, entre otros.

    Por el momento, la microempresa solo realiza sus ventas mediante pedidos a escala nacional. Sin embargo, su proyección a corto plazo es destinar sus productos para exportación, principalmente a Estados Unidos, Europa y Asia. Para esto Perla Organic Chocolate cuenta con una certificación orgánica otorgada por Quality Certification Service QCS, una certificadora de EE.UU. con oficinas en el país. La obtención de este certificado le tomó cuatro meses a la iniciativa de la familia Marcial.

    La representante del negocio es consciente de que la competencia en el mercado de chocolates orgánicos es complicada. Para esto, ella asegura que el cacao manabita es especial. “Tenemos nuestra propia plantación y sabemos que al tener el control absoluto nos aseguramos que el producto sea 100% orgánico”. Desde que ella dirige este negocio, en febrero de este año, el emprendimiento ha facturado USD 20 000.

    Jaime Freire es consultor en temas de caco y chocolate y conoce a Marcial desde hace dos años y medio. Él asegura que el producto de esta iniciativa tiene muy buen futuro. “Carol trabaja con mucho cariño y tiene la ventaja de contar con la finca y la planta de producción por lo que puede mantener la calidad y obtener sabores novedosos”, asegura Freire quien es cliente frecuente.

    Chocolates hechos a base de tequila con limón y sal, licor de canela, ají con mango, frutas tropicales, kiwi y manjar son algunos de los sabores que se pueden encontrar en las diferentes barras de chocolate que contienen desde 60% hasta 85% de cacao puro.

    De igual manera, esta microempresa realiza cajas de regalo que contienen bolas de chocolate partidas en la mitad elaboradas con 70% de cacao. Marcial recomienda mantener los productos en un lugar seco y fresco.

    La microempresa Perla Organic Chocolate aprovecha las bondades del cacao para elaborar chocolate orgánico. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    La microempresa Perla Organic Chocolate aprovecha las bondades del cacao para elaborar chocolate orgánico. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • El cebiche hecho con maní tiene una marca de familia

    Stives Reyes 

    Relacionadas

    El casado, casa quiere. El dicho caló muy hondo en Luis Gutiérrez, quien hace 22 años, cuando se casó con su esposa, Lolita Lino, decidió seguir con la tradición culinaria de su familia y abrir una cebichería en su natal Jipijapa.

    Al local lo llamó la cabaña de Pepe 3, siguiendo con los nombres de los negocios de su familia. Cebichería Pepe 1 le pertenece a su padre, José Gutiérrez, quien enseñó a sus hijos a elaborar este plato de una forma original.

    Al tradicional curtido de pescado con limón le agregó una porción líquida de maní y aguacate tradicional. “Mi papá jamás pensó que esa idea, casi cuatro décadas después, se convertiría en un referente de mi tierra”, dice Luis.

    Tanta ha sido la popularidad del plato, que el Municipio de Jipijapa declaró cada 13 de octubre como el Día del Cebiche de Pescado con Maní. Sin embargo, para Luis su negocio ha ido creciendo poco a poco. Cuando se inició, el 16 de diciembre de 1994, lo hizo con una inversión de cien mil sucres.

    En su pequeña cabaña vendía al principio 25 platos al día; luego fue dando a conocer el producto primero a los habitantes del cantón, a quienes les gustó el platillo y fueron estos quienes atrajeron a más comensales de Manabí.

    A Lolita Lino lo que más llamó la atención fue el sabor y que en Manabía es utilizado como el mejor remedio para el chuchaqui.

    Luis dice que las ventas subieron y por este motivo amplió el local: pasó de ser una cabañita a la cebichería Pepe 3.

    En la actualidad, su local, ubicado en el centro de Jipijapa, tiene capacidad para más de 60 personas y al día vende entre 100 y 150 platos. También ha llevado su marca a otras provincias.

    Luis cuenta que la idea de abrir un local en Guayaquil nació de su sobrina Gabriela Lino, quien cuando estudiaba Ingeniería Comercial en la universidad, siempre presentaba como proyectos el cebiche que elaboraba su tío.

    “Ella llevaba el producto allá y a sus amigos que lo probaban les fue gustando tanto, así que le encargaban pedidos”, relata Luis.

    Entonces, su sobrina vio la oportunidad de emprender un negocio y en conversaciones con su novio, César Sensang, decidieron hace cuatro años, abrir un local en la ciudadela La Alborada, en el norte de Guayaquil.

    Los dos emprendedores iniciaron con un local para 14 personas donde vendían 16 platos al día. Pero para vender más, explica César, quien estudiá Administración, tuvieron que poner en práctica lo aprendido en la universidad.

    “Tuvimos que colocar nuestros conocimientos para hacer el negocio grande. Usamos herramientas como estudios de mercado, de marketing, análisis de costo, entre otros”, señala César.

    Todo este trabajo dio sus frutos. Al expandir su local, tuvieron un crecimiento en ventas y en la actualidad venden unos 150 platos al día. Un factor importante para este crecimiento es el haber sido uno de los ganadores de la Feria Gastronómica Internacional Raíces de Guayaquil, que se cumplió en el 2015.

    El año pasado, la cebichería Pepe 3 obtuvo la estrella culinaria de bronce, convirtiéndose en una de las tres mejores huecas del Puerto Principal. Sus propietarios aspiran a seguir creciendo.

    César tiene planeado abrir otros locales en Guayaquil, mientras que Luis tiene como meta expandir su marca y llegar a otras provincias. En los próximos días abrirá un nuevo local en Quito.

    Luis Gutiérrez y Lolita Lino (izquierda) son los dueños de la cebichería Pepe 3, en Guayaquil. Su sobrina Gabriela Lino, y su novio César Sensang abrieron un local en el Puerto Principal. Foto: Wladimir Torres / LÍDERES
    Luis Gutiérrez y Lolita Lino (izquierda) son los dueños de la cebichería Pepe 3, en Guayaquil. Su sobrina Gabriela Lino, y su novio César Sensang abrieron un local en el Puerto Principal. Foto: Wladimir Torres / LÍDERES
  • Con filtros de agua y paneles solares aportan a Manabí

    Valeria Heredia (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

    ‘Un emprendedor no tiene ninguna limitación”. Esta es una de las frases que rescató Marco Antonio Castillo, un quiteño que levantó Puritek de la mano de su amigo y socio Javier Moreira.

    Puritek es una empresa de instalación de sistemas de purificación de agua radicada en Portoviejo, Manabí, en la costa ecuatoriana. Funciona hace siete años con la idea de ofrecer una opción para beber agua de calidad.

    La historia de la empresa comienza después de varios negocios fallidos de estos amigos, que se conocieron en una convención de personas que vendían filtros de agua. Desde ahí su amistad creció, al igual que su negocio.

    Lo primero que hicieron fue desarrollar la idea de tener una empresa que ayude a filtrar el agua. Se suma que la empresa debía aglutinar a varias personas; es decir, querían dar la oportunidad para que otras personas trabajen. Y lo lograron, porque cuentan con 34 colaboradores entre asesores comerciales, técnicos, secretarias y más personal.

    El negocio se instaló en Manabí porque el agua en varias localidades no siempre es de calidad. “Hay sectores en los que no hay agua potable y tienen que cavar pozos o vertientes”. En estos sectores, las personas beben agua de un bidón o embotellada.

    Su negocio se centra hoy en día en Manabí y en Santo Domingo, pero también se ha extendido a otras provincias. Al momento, tienen cerca de 5 000 clientes, entre casas, edificios, negocios como restaurantes, etc. Su línea de asesores recorre el país para ofrecer la garantía y brindar un servicio diferenciado. “Tenemos una atención personalizada y un producto de calidad”, dice Castillo.

    La inversión se pensaría que fue lo más difícil pero con creatividad todo se puede. Trabajó unos meses en una empresa que comercializaba estos equipos. Luego hizo los contactos para traer los aparatos y pidió un crédito. Vendía el producto, luego cancelaba el crédito y se quedaba con las ganancias. Lo hizo porque no contaba con el dinero suficiente para traer más equipos.

    “Empezamos desde cero y solo con tres equipos. El dinero invertido daba la vuelta”, señala Moreira, oriundo de Portoviejo.

    Para el hombre, una de las bases del crecimiento de su negocio es que se capacitaron constantemente y le apostaron por un producto que cubra las necesidades de la población.
    La instalación de los equipos dura una hora aproximadamente. La capacidad de almacenamiento de un aparato es de 80 litros diarios. Y el mantenimiento se lo hace periódicamente. El precio de los equipos depende de la calidad del agua. Va desde los USD 700.

    Luego del terremoto del 16 de abril tuvieron más trabajo. Tenían que revisar todas las instalaciones de sus clientes que afortunadamente resultaron ilesas. Además, nuevas personas buscaron estas alternativas porque desconfiaban del abastecimiento de agua.

    En su interés de cuidar el ambiente apostaron por los paneles solares y trabajan en este tema desde el año anterior. Lo hicieron con mayor fuerza tras el movimiento telúrico de abril.
    La venta de estos equipos viene creciendo paultainamente. Ahora venden sus productos a empresas atuneras, industrias, escuelas del milenio y más. La meta de estos dos emprendedores es ensamblar paneles solares en el país. Así lograrán bajar los costos para los clientes y continuar con la expansión de su empresa.

    Marco Castillo y Javier Moreira son dos amigos que levantaron la empresa Puritek, que se encarga de la instalación de filtros de agua. Además cuentan con paneles solares desde el 2015. Fotos: Cortesía Puritek
    Marco Castillo y Javier Moreira son dos amigos que levantaron la empresa Puritek, que se encarga de la instalación de filtros de agua. Además cuentan con paneles solares desde el 2015. Fotos: Cortesía Puritek
  • En Londres y París premiaron a este chocolate manabita

    Redacción Quito

    Relacionadas

    Aprender a catar chocolate ecuatoriano es el primer paso que Susana Cárdenas enseña al hablar sobre Montecristi Chocolate. Este proyecto manabita tiene la consigna de posicionar la textura, el aroma y el sabor del cacao fino ecuatoriano en Europa.

    La elegancia en su presentación, las combinaciones de sabores con sal marina, las barras canuto, y el sabor del cacao hicieron que este año, Montecristi Chocolate gane cuatro medallas -entre plata y bronce- en el concurso de la Academia de Chocolate de Londres, Inglaterra.

    En el 2013 se empezó a trabajar en el proyecto señala Lucía Fernández de Genna, presidenta del emprendimiento. Durante este tiempo se escogió el nombre y el color fucsia que representa a la marca.

    Para esto, se invirtió un capital inicial cercano a los USD 250 000. La cifra sirvió para toda la ejecución del producto, aunque todavía no cuentan con planta propia, comenta la empresaria manabita.

    Para elaborar el chocolate de cacao fino, Montecristi Chocolate se propuso fortalecer a productores locales de Manabí. Por eso trabajan con los agricultores de la Cooperativa Fortaleza del Valle de Calceta, ubicada en el cantón Bolívar y de otros sectores como Junín, Portoviejo, Chone, Canuto y Sucre. Unos 1 000 agricultores son claves para este emprendimiento.

    La iniciativa ganó el año pasado el premio ‘Cocoa of Excellence Award 2015’ en el Salón de Chocolate de París. El primer producto de la marca fue chocolate para repostería. Y la segunda línea arrancó en febrero de este año con las barras de chocolate. La maquila se ubica en Quito, explica Cárdenas, sin dar detalles.

    Taty Castillo, socia del restaurante Muya, desarrolla desde hace un año y medio la línea de repostería Taty Castillo by Muya. Este negocio de Manta elabora postres, dulces y repostería. Castillo afirma que usa el chocolate de Montecristi debido a su sabor y aroma”.

    El mercado estratégico de Montecristi Chocolate es Europa. A Inglaterra, en el 2014, se enviaron seis toneladas de Montecristi Chocolate. También, algunas cadenas de restaurantes con la insignia ‘Michelin’, usan el chocolate manabita.

    Montecristi Chocolate vendió USD 360 000 en el 2014 y el año pasado USD 200 000. Este año, la estrategia es producir el chocolate enfocado en el mercado local.

    Montecristi Chocolate es un producto ecuatoriano que se vende en Londres. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
    Montecristi Chocolate es un producto ecuatoriano que se vende en Londres. Foto: Vicente Costales / LÍDERES
  • La FAO apoyará a pescadores y campesinos en la zona del terremoto

    Agencia EFE

    El Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) apoyará un plan de recuperación rápida de pescadores y campesinos afectados por el terremoto, que el pasado 16 de abril asoló la provincia de Manabí y el sur de su vecina Esmeraldas, en la costa norte de Ecuador.

    Se trata de una «asistencia de emergencia para la recuperación de los medios de vida de los productores y pescadores de pequeña escala afectados por el terremoto» y para el «fortalecimiento de las capacidades de respuesta» a las emergencias, informó la oficina de la FAO en Quito.

    El programa, que se ejecutará tras un pedido del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP) de Ecuador, cuenta con un presupuesto de 500 000 dólares y favorecerá a 2 010 familias de las jurisdicciones de Muisne, Pedernales, San Vicente, Sucre, Montecristi y Jaramijó, entre las más afectadas por el sismo.

    El objetivo del proyecto es evitar al aumento de la inseguridad alimentaria y de la pobreza entre las familias afectadas, según explicó en un comunicado Pedro Pablo Peña, representante de la FAO en Ecuador.

    «El Gobierno ha solicitado el apoyo de emergencia bajo el Programa de Cooperación Técnica de la FAO para permitir a familias de productores y productoras agropecuarios, pesqueros, y acuícolas afectadas por el terremoto, recuperar rápidamente sus fuentes de sustento asociadas a estas actividades», añadió Peña.

    El ministro ecuatoriano de Agricultura, Javier Ponce, resaltó la respuesta inmediata de la FAO, tanto en la entrega de equipos de emergencia tras el terremoto y ahora con la puesta en marcha del programa de recuperación de productores de pequeña escala ubicados en zonas rurales dispersas.

    «Esto ha sido fundamental para restituir los medios de vida de las poblaciones rurales de las provincias de Esmeraldas y Manabí, quienes han sido gravemente afectadas por este desastre natural», expresó Ponce.

    El proyecto permitirá una «rápida restauración de las actividades de producción de alimentos, devolverá la capacidad de los principales medios de sustento y, por lo tanto, apoyará en la lucha contra la inseguridad alimentaria y la malnutrición», señala el comunicado de la FAO.

    Las actividades durarán 12 meses y brindarán «apoyo a pequeños productores familiares, incluidos pesca, acuicultura, agricultura y ganadería, para la reactivación rápida de sus actividades productivas.

    También apoyará a la «rehabilitación de infraestructuras comunitarias de procesamiento y comercialización» y ofrecerá apoyo técnico «para el fortalecimiento de las capacidades institucionales en respuesta a situaciones de emergencia y gestión de riesgos», añade el texto.

    El plan de recuperación favorecerá a 2 010 familias de Muisne, Pedernales, San Vicente, Sucre, Montecristi y Jaramijó. Foto: Archivo LÍDERES
    El plan de recuperación favorecerá a 2 010 familias de Muisne, Pedernales, San Vicente, Sucre, Montecristi y Jaramijó. Foto: Archivo LÍDERES