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  • Una nueva vida para los ‘muebles de segunda’

    Sofía ramírez (I)  redaccion@revistalideres.ec

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    Rediseñar y tapizar muebles viejos, hasta dejarlos como nuevos. Esa es la consigna de D’Segunda Muebles. Este emprendimiento se dedica a restaurar muebles del hogar en madera, que estén usados. Miguel Pontón, de 27 años, es su propietario. Luego de haber estudiado Negocios Internacionales en la Universidad SEK, vio potencial darle un nueva línea de negocio a la empresa de sus padres: Milton Muebles, que elabora estos bienes desde hace más de 30 años en Quito.

    “Varios clientes de mis papás acudían al local con sus muebles viejos. Entonces, surgió la idea de iniciar con esta empresa”, dice.

    Por eso hace dos años nació D’Segunda Muebles. Este negocio ofrece una restauración completa de juegos de sala, de comedor, cama, peinadoras, y demás que sean de madera. La restauración consiste en cambiar totalmente el diseño por uno nuevo, o retapizado en cuerina, cuero o tela.

    El capital para iniciar con la remodelación de los muebles fue de USD 5 000. Miguel explica que sus padres le otorgaron este crédito, para que compre los primeros muebles viejos: un juego de sala, de comedor, sillas y unas camas.

    Los llevó a la planta que Milton Muebles comparte con este emprendimiento, ubicado en el sector de Calderón (en el norte de Quito). En el lugar, junto a los ocho obreros que contrataron exclusivamente para la restauración, empezaron a remodelarlos.

    También, destaca Pontón, en el trabajo de darle vida a los muebles viejos o usados, el servicio es personalizado. Es decir, a gusto del cliente se elabora el nuevo diseño. Además, los muebles se retiran y entregan a domicilio. Por ahora el servicio y las cotizaciones se elaboran solo en Quito y los valles aledaños. Y la restauración demora aproximadamente unos 15 días, de acuerdo con el modelo y el tamaño de los artículos.

    El beneficio de remodelar los muebles genera ahorro. Por ejemplo, un juego de muebles que nuevo costaría unos USD 1 200, puede invertir la mitad en unos restaurados, explica Pontón.
    Para la compra de materiales como esponja o telas, la firma trabaja con proveedores locales. Armando Rocha es uno de ellos. Él es gerente general de Comercial Rocha. Esta empresa dedicada a distribuir materiales para tapicería, automotriz, oficina y hogar, entrega a D’Segunda Muebles, desde hace dos años, 500 metros de telas sintéticas, al mes.
    La calidad en el servicio y en las remodelaciones de los muebles, han permitido que en estos dos años, D’Segunda Muebles tenga un crecimiento de un 50%.

    En el 2014 y 2015, facturó un promedio de USD 30 000 por año.
    Uno de sus constantes clientes es Darío Vallejo. Este director de arte de una agencia de publicidad, hace tres años se contactó con D’Segunda Muebles, para que rediseñe su juego de comedor, muebles. “La mesa del primer juego la convirtieron en una mesa de billar” explica. Para esto, destinó USD 1 800, un monto que le significó un ahorro aproximado de un 40%, si hubiera comprado unos muebles nuevos.

    Para D’Segunda Muebles este negocio fue una buena opción de ahorro, de cara a la recesión económica que vive el país, explica Miguel Pontón, quien detalla que en el negocio de su papá las ventas de muebles nuevos bajaron, mientras que la demanda para el emprendimiento subió.

    Para este año prevé invertir unos USD 1 500 y adquirir una máquina de coser, además contratarán otra persona para que se sume al equipo del emprendimiento.

    También, dice este emprendedor, se fortalecerá la estrategia comunicacional en redes sociales y se agregará el servicio de elaborar espaldares nuevos para las bases de cama.

    Miguel Pontón es el propietario de D’Segunda Muebles. El proyecto arregla muebles de madera viejos o usados. Está ubicado en Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
    Miguel Pontón es el propietario de D’Segunda Muebles. El proyecto arregla muebles de madera viejos o usados. Está ubicado en Quito. Foto: Patricio Terán / LÍDERES
  • El mercado nacional es su objetivo

    Giovanni Astudillo (I) 
    redaccion@revistalideres.ec

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    La implementación de salvaguardias por parte del Gobierno afecta a la industria del mueble nacional, porque utiliza partes y piezas que llegan desde el extranjero. Pero para la firma cuencana Vitefama también representa una oportunidad para crecer en producción y facturación.

    Su estrategia se resume en apertura de nuevos canales de distribución en todo el país e inversión en tecnología para mejorar la productividad de su planta de 3 500 metros cuadrados, ubicada en la parroquia Ricaurte, al norte de la capital azuaya. Su apuesta es mejorar en 28,6% la facturación y 50% la producción.

    Vitefama fue fundada en 1998 por cuatro amigos que se graduaron de Administración de Empresas en la Universidad del Azuay. Vicente Illescas, Teófilo Castro, Fausto Mora y Marco Chuchuca abrieron un pequeño taller para retapizar muebles, en el barrio de El Vecino, en el norte de la ciudad.

    Ellos juntaron las dos primeras letras de sus nombres para bautizar a la empresa como Vitefama. Al inicio solo se dedicaban a retapizar los juegos de salas en las noches, luego que Illescas, Castro, y Chuchuca salían de sus trabajos en la empresa Artepráctico y Mora del Centro de Reconversión Económica de Azuay, Cañar y Morona Santiago.

    Este último logró un contrato en este centro de desarrollo, para retapizar unos 200 vehículos, recuerda Teófilo Castro, gerente de Vitefama, el único de los cuatro socios iniciales que se mantiene. El resto se retiró paulatinamente.

    Desde la crisis económica de 1999, Castro se quedó solo con una fábrica endeudada por el galpón que compraron en el Parque Industrial de Cuenca. La implementación de la dolarización licuó las deudas y mejoraron el panorama.

    En el 2001, él viajó a Italia para mirar una feria de muebles y conocer las nuevas tendencias y diseños, y adquirir maquinaria. “Fue como un posgrado”, dice Castro. No tenía dinero para nueva tecnología, pero sí para tres equipos reparados en los que invirtió USD 15 000. El proceso productivo se aceleró y, posteriormente, sus muebles de sala, comedor, dormitorio y accesorios llegaron a Quito, Ambato, Riobamba, Machala, Loja, entre otras ciudades.

    Diana Díaz tiene el local Coarte en Manta. Según ella, prefieren los muebles de Vitefama por la calidad y porque son cumplidos en el tiempo de entrega de los pedidos. Los juegos de sala y dormitorios tienen más demanda.

    En la actualidad, la aplicación de las salvaguardias es una oportunidad para Castro, aunque también representa un encarecimiento de la producción, porque hay elementos como las jaladeras que se importan. Para no subir los precios sustituirán partes y piezas en la línea contemporánea.

    Hace dos semanas, la firma lanzó dos colecciones de muebles para el hogar. Es una clásica denominada Virrey y la moderna llamada Eiffel, cuyos diseños están inspirados en esta torre de París.

    Castro explica que buscan una innovación más acelerada de productos para evitar la copia. Su otra apuesta fue concretar negocios con distribuidores y casas comerciales de alcance nacional, que antes importaban muebles.

    Para cubrir la demanda optó por dos alternativas. La primera fue contratar más mano de obra y aumentar un turno en ciertos puestos estratégicos. Hasta finales del año pasado tenía 96 trabajadores y, ahora, son 118. Para finales del 2015, Castro prevé tener 140.

    La segunda acción es invertir en tecnología para aumentar la productividad. Ya adquirió una perforadora de control numérico en USD 70 000 y una máquina que sirve para funciones múltiples como sierra, perforadora…, que le costó USD 250 000.

    Desde hace siete años, la fábrica de la mueblería Vitefama funciona en la parroquia cuencana de Ricaurte. Allí, laboran 118 personas en las diferentes áreas. Foto: Xavier Caivinagua / LÍDERES
    Desde hace siete años, la fábrica de la mueblería Vitefama funciona en la parroquia cuencana de Ricaurte. Allí, laboran 118 personas en las diferentes áreas. Foto: Xavier Caivinagua / LÍDERES
  • Los muebles antiguos rejuvenecen en Azuay

    Redacción Cuenca

    ‘Vintage’ es todo aquello que ha pasado de moda y se considera un clásico. Esta tendencia se aplica, en especial, para la decoración del hogar. Hoy en el mercado se ofertan lámparas, candelabros, estanterías, etc.

    El año de producción de estas piezas oscila desde 1880 hasta 1980 y se comercializan en tiendas especializadas, dice la decoradora de interiores Tatiana Buitrago.

    Estos productos se importan desde Alemania, EE.UU., Francia, Inglaterra, Argentina, entre otros países. En Ecuador, el auge de esta tendencia surgió en 1980, cuando el consumidor se inclinó por las piezas pequeñas -como teléfonos o radios- de los anticuarios, para decorar, acota Buitrago. Sin embargo, 10 años después se inició la moda de reutilizar muebles para adecuar espacios con este estilo.

    En Laura’s (Cuenca) se evidencia la evolución de este mercado. Su dueña, Graciela Vintimilla, abrió en 1978 su primer local de accesorios elaborados entre 1900 y 1960. Ahora tiene tres almacenes que ofertan la línea ‘vintage’, con baúles, sofás, camas, cunas para bebé, etc.

    El segundo local lo abrió en 1992 y el último a finales del año pasado. Lo hizo porque dice que hay más interés del consumidor por adquirir esos productos. Su reciente almacén está ubicado en una casa patrimonial restaurada, en el barrio de El Vado (centro de Cuenca). En dos pisos, vende adornos, radiolas, lámparas, sofás… que cuestan desde USD 5 hasta 1 000.

    Vintimilla importa muebles y accesorios desde Texas (EE.UU.) y los restaura en Cuenca. Luego los exhibe y comercializa. Sus clientes por lo general son hombres y mujeres, entre 30 y 60 años.

    Desde 1997, Patricia Rodas gerencia El Viejo Almacén (Cuenca). Ella importa principalmente desde EE.UU., Panamá, China, Argentina. Dice que los muebles y accesorios son los más demandados por parejas que bordean los 40 años. Ellos son sus principales compradores.

    En casi dos décadas de negocio ha identificado temporadas altas y bajas. Entre el 2009 y el 2011, las ventas bajaron porque los muebles ‘minimalistas’ o de líneas rectas eran la novedad. Pero, desde finales del año pasado, se evidencia un auge.

    Rodas ha identificado una nueva tendencia, que es la fabricación de muebles tipo ‘vintage’, pero -según ella- “sus clientes prefieren el producto original, restaurado, que contenga historia”.

    Sandra Salazar es aficionada a la decoración ‘vintage’ y ahorra unos USD 100 al mes para comprar accesorios y muebles. En su casa adaptó un comedor y una sala con el estilo de los años 30. Además, adquirió una máquina de escribir y un teléfono que datan de 1950, para decorar la habitación de huéspedes. “Más que decoración o moda es un estilo de vida”.

    El Viejo Almacén y Laura’s manejan espacios de unos 500 m² de exhibición. En esa tienda se recrean salas, habitaciones y comedores antiguos, para que el cliente tenga una idea de cómo decorar su hogar. No todos instalan salas de este tipo, sino que compran accesorios para fusionar los estilos moderno y antiguo, señala Rodas.

    Otro cliente es Carlos Carrión, quien dice que compra dos antigüedades al año. “Los productos nuevos no tienen el estilo ni la labor artesanal de los antiguos”.

    Las ventas de garaje en EE.UU., España, Alemania, etc., son los principales sitios para comprar esos productos, dice Vintimilla. “En esos países hay una cultura de guardar y vender las cosas usadas”.

    Los productos desde 1900 hasta 1980 son los más apetecidos. “La tendencia seguirá, luego los iPods e impresoras serán vendidos como ‘vintage’”, dice Buitrago.

  • La gaveta de metal es su producto estrella

    Redacción Quito

    Cada mueble de oficina, de una institución educativa o del hogar lleva partes de metal en su estructura. Mueble Partes lo sabe bien y por eso desde 1995 fabrica estas piezas.

    Gavetas y archivadores de metal, soportes para sillas o mesas, marcos metálicos para divisiones de ambiente, rieles para cajones… son algunos de los productos que fabrica esta empresa que en el 2010 facturó USD 700 000 y el año pasado llegó a USD 900 000.

    La especialidad de esta empresa no es elaborar productos para el consumidor final, sino fabricar piezas metálicas que sus clientes utilizan para elaborar sus propios productos.

    A pesar de eso, también cuenta con una línea de trabajos bajo pedido. “Hacemos, por ejemplo, archivadores aéreos que vendemos al consumidor final en unos USD 70 ”, explica Telmo Rueda, gerente de la empresa.

    El producto de Mueble Partes que más demanda tiene es la gaveta de metal de tres cajones, de la que fabrica un promedio de 400 unidades al mes.

    En 1985 los hermanos Telmo y Mario Rueda, que conforman la cuarta generación de una familia de metalmecánicos, crearon Guimetal, dedicada principalmente a fabricar rieles para cajones.

    “En un inicio mi hermano y yo alquilábamos maquinaria por horas, pero la empresa creció y compramos nuestras propias máquinas”, afirma.

    En 1995, la empresa se dividió por motivos personales y Telmo Rueda conformó Mueble Partes. Dos años después empezó la diversificación del producto. “Ya no solo hacíamos rieles de cajones sino también gavetas, archivadores y otros productos”.

    En el 2009, Rueda creó una sociedad con sus hijos Leonardo y Andrés, a la que bautizó Rueda Cabrera Cía. Ltda.

    “Nuestra estrategia es conversar con el cliente, conocer sus necesidades de producto y luego llevamos esas ideas al diseño y la producción”, dice Andrés Rueda, subgerente.

    Actualmente, un 90% de sus productos se vende al sector público, pero también son proveedores de piezas para distribuidores de muebles.

    Style Office, por ejemplo, compra a Mueble Partes un promedio de USD 100 000 anuales en gavetas metálicas, accesorios y soportes para muebles. Su gerente, Geovanny Masabanda destaca la calidad del producto. “Trabajamos con ellos desde hace 10 años porque son muy puntuales en sus entregas”.

    Dishierro es la empresa que provee de acero a Mueble Partes desde hace cuatro años. José Luis Estacio, vocero de esa empresa, asegura que le venden a Mueble Partes un promedio USD 30 000 mensuales en planchas de acero.

    Cecilia Suárez, de la empresa CESA Cerraduras Ecuatorianas S.A., trabaja con Mueble Partes desde hace 10 años y destaca la puntualidad en sus pagos. “Es uno de los mejores clientes. Ellos nos compran un promedio de 750 cerraduras cada mes”.

    La meta de Rueda es que este año su empresa aumente un 20% de las ventas, en relación al año pasado.

  • La comodidad del bebé está en sus manos

    Redacción Quito

    Stephanía Correa y Alfredo Luna tienen dos hijos: el menor se llama Sergio y tiene 2 años. La ‘mayor’ es Baby Lula, tiene tres años y se trata de un emprendimiento.

    La pareja tenía la idea de un negocio propio y la intención se concretó en el 2009: ese año nació esta microempresa que diseña y fabrica cunas para bebés. También elabora cómodas y moisés para niños, bajo pedido.

    El emprendimiento nació en Cumbayá, en el nororiente de Quito. Para su ‘concepción’ la pareja destinó USD 5 000. Ese dinero provino de ahorros y sirvió para montar el local. “Si en tres meses no se mueve se cierra y luego veo qué hago”, pensó Correa.

    Sin embargo, el proyecto tuvo demanda desde el principio. Ahora, las mismas personas que compraron las cunas hace tres años, piden asesoría en la decoración del cuarto de sus hijos que ya crecieron.

    Tres carpinteros dieron forma a sus ‘sueños’. Hoy 45 personas trabajan en una fábrica en Calderón, en el norte de Quito. En Baby Lula se elaboran 50 cunas al mes.

    Stephanía, quién trabajó años atrás en Miami, (EE.UU.) en una tienda de artículos para bebés, aprendió lo relacionado al material con el que deben construirse los muebles que albergarán a los niños: madera, laca, medidas, etc. “Es necesario pensar en las medidas exactas en las que deben colocarse los barrotes de las cunas para que los brazos, manos o pies de los niños no queden atrapados”, enfatizó Stephanía.

    Su gusto por el diseño llevó a esta administradora de empresas a especializarse en cursos relacionados con el diseño y ahora dibuja los cuartos de los bebés y los muebles en 3D.

    De esta manera, los clientes observan cómo quedará el dormitorio de sus niños antes de ser construido.

    Victoria Eastman, clienta de Baby Lula, resalta la facilidad que tiene el matrimonio, que lleva adelante este emprendimiento, de adaptarse a los diseños que solicitan sus usuarios. “Baby Lula se acopló a mis requerimientos, me construyeron la cuna y el cambiador del cuarto del bebé. Llevo más de un año con los muebles y no he tenido problema”. Ella resalta la calidad de los materiales con los que se construyeron los muebles y afirma que ese es el valor agregado, aparte de la atención.

    Luna comenta que por la calidad con la que están construidas sus cunas tiene permiso de exportación a EE.UU. y Europa, sin embargo, por ahora la firma se quedará en el mercado local. Aunque ya tiene pedidos para clientes de Guayaquil, Ambato, Cuenca su aspiración es montar otro ‘showroom’ en Quito y en este mismo año la pareja pretende abrir un local en la Sierra centro.

  • En sus diseños solo se acepta a la totora

    Ivanna Zauzich / Redacción Cuenca

    En el lago Titicaca, en Perú, una etnia indígena llamada Uros habita en islas flotantes construidas con totora. Esta es una planta que crece en pantanos y después de ser secada al sol se asemeja a palos de madera, que miden entre uno y tres metros de largo, con los que esta comunidad peruana edifica chozas, construye barcos o teje esteras y hamacas…

    Con este material, en Cuenca, Juan Fernando Hidalgo diseña sofás, sillas, cavas de vino, lámparas, mesas, alfombras, etc. Sus productos se comercializan en Holanda, Francia, Italia, Grecia, Albania… El precio de un mueble de totora bordea los USD 1 000, por el trabajo y diseño que tiene cada pieza. Sin embargo, este cuencano aspira a masificar la venta de este producto en el país y por eso desarrolló una línea de tapetes de baño, individuales, bandejas, entre otros productos, que bordean los USD 30.

    A simple vista, la textura de un diván o puff elaborado con totora parece áspera. No obstante, al tocarla, esta fibra se acomoda al cuerpo y se siente suave como un cojín relleno de algodón.

    La iniciativa de usar esta planta surgió cuando Hidalgo estudiaba arquitectura en la Universidad de Cuenca y en una investigación de fibras naturales descubrió cómo viven los Uros y la versatilidad de la materia prima que utilizan. A tal punto llamó su atención que su tesis fue sobre la industrialización del uso de la totora.

    Él identificó que esta planta crece en las provincias de la Sierra norte del país y en el 2008 invirtió USD 1 500 en prensas, sierras y otras maquinarias para iniciar la producción de muebles.

    Sus sofás y divanes se exhiben en una galería de diseño en Culemborg, Holanda. Al ingresar a la web de ese ‘show room’ (www.unseenproducts.com) con el ícono de productos se despliegan los diseños con el nombre de este cuencano.

    Mirella Di Stefano, diseñadora italiana, conoció estas creaciones. Para ella, la trayectoria de Hidalgo es impecable, porque sus piezas se ajustan a casas o departamentos en la ciudad, playa o campo. “Su trabajo es una recuperación de las tradiciones indígenas con un toque moderno”.

    Para exhibir en vitrinas internacionales, él tuvo ayuda ecuatoriana. En el 2008, Hidalgo se alió con La Galería Cleydia S.A. que comercializa muebles y accesorios en Quito y Guayaquil. Además, tiene distribuidores en EE.UU., Canadá, Panamá, Nueva Zelanda y Australia, explica el vicepresidente de esa firma, Eduardo Durán.

    Además de abrirse mercado mediante esta alianza, por una convocatoria organizada por la Corporación de Promoción de Exportaciones (Corpei), este arquitecto y Durán participaron en el 2009 y 2010, en la feria Maison et Objet (casa y objeto, por su traducción al francés) en París. Allí dieron a conocer sus creaciones y comercializaron piezas que fueron vendidas en Atenas (Grecia), Burdeos (Francia), entre otras localidades europeas.

    Esa proyección no es coincidencia, sino los frutos de un diseño innovador, vanguardista y ecosustentable, dice Adriana Carrasco, quien es diseñadora y adquirió estos muebles. “Es una propuesta interesante que se basa en lo natural con un trabajo contemporáneo”.

    El año pasado, este emprendedor de 30 años estudió una maestría en Arquitectura Sostenible en la Universidad de Bolonia, en Italia. Con esa formación reafirmó su convencimiento por el trabajo con la totora. Los beneficios del material, explica, es que crece en seis meses, es abundante, absorbente, durable y resistente a las polillas. “Los Uros llevan más de 500 años usando este material que les ha funcionado para edificar su cultura. Podemos seguir su ejemplo”.

  • Artialambre convierte a los metales en muebles, cocinas, góndolas

    Sebastián Angulo / Redacción Quito

    ¡Debes aprender algún oficio! Así exhortaban sus padres a Nelson Chicaiza hace unos 60 años. Pero él ya tenía en mente un trabajo: quería convertirse en un artesano del hierro, y así fue. Este cayambeño viajó a Quito cuando tenía 14 años de edad para aprender a forjar el metal.

    Aunque no tenía conocimientos académicos de diseño, Chicaiza comenta que «las formas y figuras estaban siempre en su cabeza», y luego las plasmaba en lámparas y candelabros.

    Ahora, el pequeño taller con el que comenzó Chicaiza, que estaba ubicado en el centro-norte de Quito, se convirtió en Artialambre, una empresa que se dedica a la manufacturación de perchas, góndolas, vitrinas, carritos de supermercado, cocinas industriales y más.

    El año pasado, esta empresa facturó USD 1,8 millones y hoy cuenta con más de 200 clientes, a escala nacional, como supermercados Tía, Familia Sancela, empresas petroleras, entre otros.

    Pero, ¿cómo pasar de un taller artesanal a una fábrica con procesos tecnificados en serie? Esta fue la pregunta que Chicaiza se hizo en 1982.

    La respuesta fue crear su propia compañía y buscar nuevos productos para sus clientes. Para ello, invirtió unos USD 1 000 de sus ahorros para el alquiler de un local en el sector de Santa Clara (centro-norte de Quito), así como para la compra de materia prima, constitución de la compañía, entre otros.

    En principio, la oferta de Artialambre se centró en mobiliario de oficina. Pero para crecer, la compañía firmó contratos para ser proveedor de empresas como ATU y Righetti, dedicadas a la distribución de mobiliario de oficina.

    Gracias a ello, la iniciativa ganó reconocimiento entre los clientes y a la par, sus ingresos se incrementaron. Con las ganancias, Chicaiza invirtió en maquinaria; decidió importar desde Suiza una máquina para pintar.

    En 1990, Chicaiza acudió a una feria de empresas que producían mobiliario para la industria en Miami (EE.UU.). En este evento, él observó las góndolas, y pensó que sería una buena idea que su empresa comience a fabricarlas.

    Con esta novedad llegó al país. Gracias a esta idea, las Fuerzas Armadas le contrataron para equipar sus comisariatos. Los pedidos también incluían carritos de supermercado, que años después, se convertiría en el logotipo de su marca.

    Los pedidos se cumplieron con exactitud y gracias a ello Artialambre decidió incursionar en un nuevo segmento: el equipamiento para supermercados, que a principios de la década de los 90 comenzaban a expandirse en el país.

    Los pedidos crecían y también las exigencias técnicas. Ello requirió la adquisición de maquinaria moderna, como cortadoras y dobladoras. Estas las importó desde Italia y Turquía.

    Pero los autoservicios ya no solo requerían perchas, góndolas y carritos. Algunos de estos centros de compras comenzaron a implementar el servicio de venta de comida rápida, por esta razón necesitaban cocinas industriales.

    Artialambre aceptó el desafío y comenzó a fabricar las cocinas. La manufactura de estos artículos la realizaba de manera esporádica, de acuerdo a los pequeños pedidos que llegaban a la firma.

    Para el 2002, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas requirió la fabricación de 4 000 cocinas industriales, para el proyecto de Desayuno Escolar. Con otras cinco empresas fabricaron este pedido; el contrato ascendió a USD 5 millones y fue el inicio de la producción masiva de cocinas.

    Entre el 2003 y 2007 la nueva generación se integró al negocio. Ana Gabriela, Eduardo y Hugo Chicaiza ingresaron para gerenciar Artialambre.

    Actualmente, Artialambre cuenta con dos plantas ubicadas en Carcelén (norte de Quito) y tres ‘showrooms’.

    Fanny Campaña, asistente de Compras Locales de Familia Sancela, afirma que trabajan con Artialambre desde hace siete años. Ella destaca la calidad de los productos y el asesoramiento en cualquier momento del día. Al año, esta firma le compra unos USD 25 000.

    Mientras que Andrés Miño, propietario de la Colina del Chef, empresa que brinda servicios de catering, afirma que las cocinas de Artialambre «no le piden favor a una importada».

  • Squadra, mueble de alta gama que se diseña a la medida

    REDACCIÓN QUITO

    El mobiliario de estilo contemporáneo, tanto para el sector residencial como para el empresarial, no tenía muchos adeptos en el país a inicios de la década del 2000. Tampoco era común el servicio de diseño de mueblería personalizado.

    Allí encontraron una oportunidad de negocio los hermanos Christian y Eddy Castillo, ambos dedicados por herencia familiar a la elaboración de muebles. Eddy Castillo contaba con un taller de muebles en Quito, mientras que su hermano se había graduado de la carrera de Arquitectura de Interiores en la Universidad de las Américas (UDLA).

    En septiembre del 2001, ambos decidieron asociarse para fundar Squadra, una empresa dedicada a la arquitectura de interiores, diseño y fabricación de mobiliario. Como ya contaban con la maquinaria y el espacio, no requirieron de una inversión inicial. «Compramos materia prima y poco a poco modernizamos la maquinaria, pero utilizamos lo que ya teníamos», asegura Eddy Castillo, jefe de Producción y Despacho de la empresa.

    «La idea era ofrecer un producto novedoso que se adaptara a las necesidades y gustos de nuestros clientes. Por eso, todos el mobiliario que se fabrica en Squadra es un diseño propio, diseñado bajo pedido al gusto de sus dueños», asegura Christian Castillo, quien está a cargo del área de Diseño y Comercialización.

    La empresa comenzó con cinco trabajadores, pero para el 2005 esta cifra se duplicó y poco a poco el producto de esta empresa fue ganando terreno en el mercado. Su estrategia de negocios es fabricar muebles de alta gama bajo pedido, tomando en cuenta el espacio, requerimientos, necesidades y gustos de sus clientes. De ahí que un 20% de su producción se destina al sector comercial, mientras que el 80% es solicitado para el mercado residencial.

    El proceso inicia con la visita del cliente que junto a equipo de Squadra elige el diseño de acuerdo al espacio con el que cuenta. Luego se seleccionan los materiales que se utilizarán para la fabricación de los muebles y los colores.

    Cuando se trata de un pedido residencial el diseño demora de una semana a 15 días. Una vez que el diseño es aprobado por el cliente, se comienza con la fabricación de los muebles. Para la entrega e instalación del mobiliario se requiere de un plazo que oscila entre los 45 y 60 días.

    Si se trata del pedido de una empresa, oficina, o local comercial, los plazos se alargan. El diseño puede tardar de tres semanas a un mes y su tiempo de entrega varía dependiendo del tipo de mobiliario solicitado, la cantidad de piezas, el tamaño y otros factores.

    Para la elaboración de estos muebles se utiliza madera de seike que les provee la firma Edimca. Tatiana Reascos, jefa de la sucursal de Cotocollao, asegura que trabajan con Squadra desde su fundación. «Son excelentes clientes, sus pagos son puntuales y sus productos tienen un excelente acabado», asegura. «Cada mes les proveemos un promedio de USD 7 000 a 10 000 en tableros de seike».

    Estos muebles no se fabrican en serie, cada pieza es original, así lo destacan Juan Carlos Romo y Emiliano Donoso, clientes de esta firma. «En el Restaurante Hanzo escogimos Squadra por su calidad», asegura Romo, gerente de Hanzo.

    La producción

    Los materiales. Los muebles de Squadra se fabrican en un 90% con madera de seike y cuero de Italia.

    La venta. Su producción no es en serie por lo que no cuentan con bodegas. Los pedidos se realizan en un showroom, ubicado en el norte de Quito.

    El insignia

    ‘El diseño nos hace diferentes’

    José Robles. Departamento de despacho

    Llevo 7 años en esta empresa. Comencé como lijador pero a los seis meses de estar en ese puesto pasé al Departamento de Entregas. Poco a poco fui progresando, aprendiendo los procesos de la empresa, hasta que me ascendieron a jefe de Despachos. Ahora estoy encargado de las instalaciones.
    Squadra se diferencia en el mercado ecuatoriano por la calidad de sus productos. He tenido la oportunidad de conocer el producto de diferentes firmas y el producto de Squadra tiene un componente que otros no, y es que sus diseños son personalizados, los diseños no se fabrican al mayoreo. Eso le da valor agregado al mobiliario y es valorado por nuestros clientes.

  • Madeval exporta muebles de diseño exclusivo

    Leonardo Gómez Redacción Quito / LÍDERES

    Lo que comenzó como un pequeño taller para fabricar muebles de madera, hoy es Madeval, una empresa cuyo producto es apreciado en Ecuador y EE.UU., por su diseño exclusivo y por la variedad de materiales que utiliza en su fabricación.

    Leonardo Donoso inició esta empresa. En 1975, su padre manejaba un proyecto habitacional llamado Villas Aurora, en el norte de Quito; ese año Leonardo Donoso heredó el proyecto. En un terreno arrendado cerca de Villas Aurora, Donoso abrió un aserradero para fabricar los muebles de cocina, las puertas, los armarios y cajones que necesitaba para las viviendas.

    El taller funcionaba cerca del antiguo aeropuerto de Quito. Donoso recuerda que para la compra de maquinaria, herramientas y materia prima solicitó un préstamo de 150 000 sucres (USD 6 000 al cambio de esa época) al Banco Nacional de Fomento.

    Siete personas, entre obreros y personal administrativo, trabajaban en el taller. La iniciativa que tomó el nombre de Madeval creció y en 1980 el número de trabajadores se incrementó a 20; para la década siguiente ya eran 65.

    Hasta 1990 los muebles se vendían en el sector empresarial; los pedidos que recibían no se ofertaban al consumidor final y solo fabricaban muebles bajo pedido. Pero ese esquema cambió ese mismo año, cuando se inauguró la primera tienda de Madeval, en Quito, con una sala de exhibiciones; además organizaron un departamento de ventas en el que trabajan diseñadores y arquitectos.

    En los 10 años siguientes el crecimiento fue sostenido. Para el 2001, Esteban, hijo del Leonardo, ingresó a la empresa y apostó por la innovación. Actualmente, esta compañía destina un promedio de USD 3 000 a 4 000 al mes para inversión en tecnología.

    Uno paso trascendental en la expansión fue la creación del Departamento de Diseño y Desarrollo, que ahora maneja Tita Donoso, también hija del fundador. «Formalmente abrimos ese área en el 2003. Ya teníamos un equipo de diseñadores que a mano, con papel, regla, lápiz… diseñaba los muebles junto al cliente, pero con el Departamento de Diseño y Desarrollo pudimos reforzar ese plus de la empresa«, recuerda Esteban Donoso, actual gerente de la firma.

    En ese mismo departamento se contrató a desarrolladores que crearon programas de software exclusivos para Madeval. Uno de ellos es el sistema de barras con el que marcan las partes de sus muebles. «Cada módulo o mueble está formado por piezas de madera que se envían en conjunto para su instalación. Con el código de barras podemos registrar de manera electrónica si están todas las piezas», explica Marcos Serrano, jefe de Planta de la empresa.

    En el 2009, esta firma registró un crecimiento del 48%, su facturación superó los USD 3,3 millones y la cantidad de empleados directos llegó a 120. Ese año también comenzaron a exportar al Perú, lo que representaba para la empresa el 5% de sus ingresos.

    En el 2010 arrancó la exportación a los EE.UU. Las ventas ese año subieron a USD 5 millones. Y en el 2011 abrieron su primer local en Houston.

    Los principales proveedores de esta empresa son Aglomerados Cotopaxi y Novopan; la segunda le entrega tableros decorativos con diferentes diseños y texturas. Alexander Tinta, jefe de Ventas de Novopan, destaca la puntualidad en los pagos.

    Asimismo, clientes como Felipe Muller, de Diez+Muller Arquitectos y Mario Ponce, de Acoplar Ltda., destacan la calidad del producto y la capacidad de respuesta que Madeval posee cuando se presenta algún imprevisto. «Soy cliente de Madeval por casi 20 años. Siempre dan una solución ante cualquier inconveniente», asegura Ponce.

    Sobre las ventas

    Los locales. Madeval tiene en el país cinco locales; la fabricación se cumple en dos plantas ubicadas en Quito. Su capacidad de producción es de 800 módulos por semana.

    La instalación. El costo de los modulares que se ofertan en esta empresa varía dependiendo del diseño, tamaño y materiales que elige el cliente. La empresa se encarga de instalar los muebles en la casa u oficina del cliente.

  • En sus talleres se restauran los muebles antiguos europeoa

    Redacción Quito

    La decoración renacentista y barroca así como el estilo vanguardista vuelven a estar en boga en Pigalle Galerie, una cadena ecuatoriana especializada en mueblería.

    Pigalle es una tienda que cuenta con una línea de lámparas, muebles y accesorios que van desde el estilo clásico y contemporáneo a lo vintage. Sus principales clientes son personas que gustan de los finos acabados en madera, cristal italiano y telas francesas o belgas.

    «Toda la cristalería viene de Venecia, Italia, y las lámparas son fabricadas por artesanos en Milán. Todas las piezas de mueblería vienen de Holanda, España, Bélgica, Francia, Alemania…», explica Pablo Rivadeneira, presidente ejecutivo.

    La creación de esta tienda-galería nació hace cinco años, cuando Rivadeneira y Fabiola Aspiazu, gerenta general de la firma, viajaban por Europa y se encontraron una tienda de antigüedades. «Allá, este tipo de muebles no se puede restaurar porque resulta muy caro. Por eso los compramos y los restauramos en nuestros talleres», dice Aspiazu.

    Tras esa experiencia, ambos comenzaron a frecuentar ferias y subastas en el Viejo Continente buscando piezas de mueblería que almacenan en una bodega en Holanda, y posteriormente importan al país para su restauración y comercialización en Ecuador.

    Las piezas son restauradas por artesanos ecuatorianos en los talleres de Pigalle. «La esencia del mueble se conserva, la madera no se lija ni se cambian el tono o los acabados para mantener el estilo del mueble», explica Aspiazu.

    «Ese es el estilo del mueble que busca el cliente de Pigalle», asegura Rivadeneira. Según él, son piezas con las que el cliente puede lograr fusiones decorativas totalmente diferentes y originales.

    Lupe Mora es clienta de esta firma y asegura haber comprado varios complementos para la decoración de su casa como cuadros, espejos porta sombrillas… «El cliente Pigalle gusta de combinar el estilo clásico con el moderno, con piezas exclusivas».

    Esa es una de las características que también resalta Rigoberto Orozco, cliente de esta firma desde su apertura. Él explica que al tratarse de piezas restauradas y no de una producción de muebles en masa, son piezas únicas y ­exclusivas. «Los muebles tienen un toque diferente que se distingue, no son algo que se encuentra fácilmente. Ese es el principal valor agregado de la oferta de este almacén».

    Otros datos

    Los locales. Esta cadena cuenta con cuatro locales en Guayaquil, Quito y Riobamba.

    Los precios. Estos muebles no se producen en masa, por lo que el costo de cada pieza puede variar de acuerdo con el estilo, acabados…