Etiqueta: negocio

  • Diego González: En china nació su emprendimiento

    Redacción Guayaquil

    El espíritu de aventurero que lo caracteriza no sabe de dónde lo sacó, pero su espíritu emprendedor, dice, lo heredó de su padre, Marino González (+).

    Esa mezcla de «mochilero» y emprendedor que tiene Diego González, guayaquileño de 28 años, el quinto de siete hermanos, impulsó a este joven a arrancar con su propio negocio en Guangzhou, China en el 2010.

    Sin tener amigos o familiares que lo reciban en ese país y sin conocer el idioma o la cultura, González viajó en marzo de ese año y se hospedó en un hostal, en donde comenzó a gestar lo que se convertiría en Link World Ecuador, una empresa que provee: tablets, PC, ‘smart watches’ y accesorios para computadoras y celulares a empresas en el Ecuador.

    «Desde que tenía 5 años, mi papá siempre me decía a mí y a mis hermanos que debíamos tener nuestros propios negocios, que no trabajemos para otros, él tenía un taller de mecánica industrial, él fue mi escuela», recuerda. González es ingeniero en gestión empresarial graduado en la Universidad Espíritu Santo (UEES), en donde estudió con una beca completa que la Fundación Leonidas Ortega Moreira otorga a jóvenes que destaquen en liderazgo social.

    Verónica Guerrero, jefa de Importaciones y Compras de la empresa guayaquileña Electrónica Siglo 21, en donde González trabajó desde el 2008, dice que no le sorprendió que el joven le comentara su decisión de mudarse a China. «Él siempre decía que quería viajar, que él iba a tener una empresa algún día, yo siempre lo vi como un chico con iniciativa, muy responsable».

    González comenzó en esta empresa como asistente de importaciones y terminó como ejecutivo de compras internacionales. Fue durante su estadía en esta compañía de electrónica, en donde se le ocurrió convertirse, primero, en agente de ventas operando desde China.

    Recuerda que solía escuchar que en la empresa se quejaban porque había problemas de comunicación con los proveedores en China. «Las personas que estaban allá, a veces no entendían bien lo que se les pedía y enviaban el producto equivocado«. Además, las 13 horas de diferencia dificultaban la comunicación.

    Cuando le planteó la idea de ir a China «para ser los ojos de la empresa«, a Nicolás Gallardo, gerente general de Siglo 21, este accedió a contratar los servicios de González, para que desde ese país, supervise la calidad, cantidad y modelo de producto que se enviaba. Le pagaron el primer mes por anticipado y con ese dinero viajó a China.

    Aunque al principio solo trabajaba como agente asesor de compras de Siglo 21, cuando creó en el 2012 Link World Ecuador comenzó a asesorar y proveer productos a otras empresas como Compu Service, Novi Compu y Cega Group International Trading Ecuador.

    Christian Idrovo, quien fue su profesor en la UEES de las materias Proyectos y Presupuestos, cuenta que era un buen alumno y proactivo. «Precisamente estas materias creo que son básicas para lo que está haciendo ahora en China. Está en un país en el que los niveles de competitividad son más altos y encajó bien, porque él siempre le ponía a todo un valor agregado», dice el docente.

    El proceso de adaptación en este país asiático no fue tan duro para este joven, pues desde que comenzó su carrera universitaria, ya había comenzado a cultivar su gusto por los viajes para conocer nuevas culturas. Entre risas, cuenta que ya sabe algo de cantonés, pero que a veces los taxistas no le entienden. «Ahí me toca llamar a algún amigo chino, para que le diga por el celular al taxista la dirección a la que voy», comenta.

    Añade que le sorprendió llegar y descubrir que habían muchas limitantes en comunicación. «Facebook está prohibido, no conocen eso allá», dice. Adaptarse a la comida nueva, a la cultura china, a la que describe como «hospitalaria«, ha sido una experiencia más de aprendizaje para este joven, que viajó como mochilero a Chile, Argentina y Perú.

    En el 2006, además, viajó a Estados Unidos a participar de un programa Work and Travel, en donde trabajó en una tienda de ropa y en un resort; y en el 2011 estudió un semestre de intercambio en la Universidad de Lethbridge, en Canadá, con la beca ELAP (Emerging Leaders for the America Program), que otorga el Gobierno de este país.

    Su experiencia en Canadá y Estados Unidos le ayudaron a perfeccionar su inglés, idioma con el que hace negocios.

    Marcela Sosa, gerenta de la Fundación Leonidas Ortega Moreira, recuerda que cuando el joven, graduado del Colegio Fiscal Vicente Rocafuerte, llegó a solicitar la beca, en el registro de la aplicación se describió como «emprendedor» y escribió entre sus aspiraciones «tener mi propia empresa».

    «Veo que lo logró y que le está yendo bien, me alegra verlo triunfar», comenta. Añade que como parte de su aporte a la Fundación, González ha participado en proyectos sociales en escuelas impartiendo clases de inglés.

    Entre sus planes para el corto plazo están viajar a Canadá, en donde quiere comenzar un proyecto similar. Por ahora, no piensa en retornar a vivir a Ecuador, aunque sí visita el país frecuentemente para visitar a su familia y amigos.

    FECHAS IMPORTANTES

    2014. EN UNA VISITA A UNA FIRMA EN SHENZHEN, CHINA. Durante una visita a una de las fábricas de tablets con las que trabaja Link World. Diego González revisa la calidad del producto que sería enviado a sus clientes en Ecuador.

    2011. PARTICIPÓ EN LA FERIA TECNOLÓGICA EN CANTÓN. González compartió con una delegación de empresarios argentinos y conoció más detalles del mercado chino. Durante esta feria realizó contactos con más proveedores para sus clientes en Ecuador.

    TRAYECTORIA ACADÉMICA

    La formación. Se graduó en el Colegio Vicente Rocafuerte.

    El apoyo. Consiguió una beca de la Fundación Leonidas Ortega Moreira para estudiar en la Universidad Espíritu Santo (UEES).

    Otras becas. Obtuvo la beca ELAP (Emerging Leaders for the America Program)que otorga el Gobierno de Canadá.

    La frase. «Yo siempre tuve en mente la idea de salir del país, de tener una empresa porpia. Dios puso en mi camino a las personas correctas».

  • Las sábanas de Lulu Linens, un negocio donde reina el blanco

    Redacción Quito

    La fascinación por los detalles la llevó a dejar el negocio de las ventas y a apostarle al diseño para, literalmente, «vestir a los dormitorios». Así fue como Lourdes de Eastman contrató costureras y empezó con la confección de sábanas, pijamas y otros productos.

    Ella recuerda que todo empezó luego de un viaje a la India en el 2005, donde descubrió el mundo de las telas y el algodón. A su retorno al país, decidió empezar a hacer sábanas. Arrancó hace cuatro años con pequeñas ventas bajo pedido para un almacén y para amigos.

    «Ahí descubrí que ir a un almacén de telas era lo mejor del mundo para mí. Me encanta vestir una cama», dice.

    Victoria Eastman, su hija y socia, consideró que el negocio podía tener mayor potencial. También dejó su trabajo y decidió montar un taller. Así nació Lulu Linens. «Cuando empezamos no sabíamos qué máquinas debíamos comprar para elaborar sábanas, fui a la feria Colombia Moda y así empecé a investigar».

    Conseguir a los proveedores de las telas fue el mayor reto, recuerda Victoria. «Sábanas se pueden hacer de cualquier tela, pero yo buscaba el mejor algodón», relata esta microempresaria.

    El primer contrato fijo fue para elaborar pijamas para Fybeca. Esos primeros ingresos ayudaron a abrir el taller.

    Luego llegó otro pedido de un pequeño hotel de Quito que buscaba insumos de alta gama. El contrato, que contempló la entrega de sábanas, ‘cover duvet’, fundas de almohadas, entre otros, permitió al negocio abrir un nicho de mercado en el sector hotelero. Actualmente, tiene 10 clientes en este segmento.

    Uno de ellos es el Hotel San Agustín de Callo (Cotopaxi). Mignon Plaza, propietaria de este establecimiento, comenta que Lulu Linens es un proveedor cumplido. «Son serios y sus productos son de primera calidad. Tiene buen terminado y las telas son de gran calidad», dice.

    Madre e hija nunca dejaron de soñar con, además de la venta al por mayor, abrir una tienda. «Yo quería vender sábanas de un excelente algodón, con detalles, con excelente acabado, de lujo», dice Victoria.

    La acogida que tuvieron en la feria de emprendedores Grand Bazaar en el 2011 las animó a consolidar este proyecto.

    Así, en mayo del 2013 abrieron su primer local, ubicado al norte de Quito, donde reina el color blanco y los detalles.

    El emprendimiento hoy trabaja en abrir el mercado en Guayaquil. La firma ofrece también ítems personalizados.

    Las ventas

    Los productos. Además de pijamas y sábanas, oferta toallas de mano de lino, pantuflas, servilletas, bolsitas de lavanda y otros.

    Ingresos. En el 2011, los ingresos fueron de USD 2 000 al mes. Hoy, oscilan entre 5 000 y 6 000 al mes.

  • Un negocio con tintes de ‘gamer’

    Bernardo Anda, estudiante de sexto semestre de la carrera de Negocios Internacionales de la Universidad de las Américas (UDLA), ganó el concurso de emprendimiento James McGuire, organizado por la red Laureate International Universities.

    Este premio nació como un homenaje que Laureate decidió hacerle a James McGuire, uno de los mayores emprendedores y empresarios de la red, y consiste en crear proyectos de negocios interesantes y atractivos para el consumidor. De igual manera, el concurso requería que el proyecto participante tenga un enfoque internacional.

    El proyecto de Anda está enfocado en un restaurante diseñado para los aficionados a los videojuegos, en donde los meseros llevarán atuendos de los personajes más populares de los juegos de consola. Además, dentro del servicio se estableció un menú que cuenta con los nombres de las armas de juegos populares, televisores de plasma; ya sea para disfrutar de los partidos entre personas o participar en los torneos que tendrán lugar en el E Sports Club Ecuador.

    En el futuro, el joven estudiante espera que su proyecto se convierta en una franquicia y pueda internacionalizarse en Sudamérica. Con el premio económico que recibió en la primera fase, él planea patentar su idea y posteriormente conseguir auspicios para levantar las paredes de su restaurante. «Espero que el proyecto se concrete en 5 años», señala.

    En este concurso pueden participar estudiantes de todas las carreras universitarias y niveles. El encuentro motiva a los estudiantes a aprovechar sus habilidades y conocimientos para crear nuevos negocios, que en el futuro podrán convertirse en emprendimientos a nivel global. El concurso consta de dos etapas, una interna y otra internacional.

  • La creatividad infantil es la puntada inicial en este negocio

    Redacción Guayaquil (i)

    ‘Me llevó toda una vida aprender a pintar como un niño», es una de las frases más célebres que se le atribuyen al pintor Pablo Picasso; y Camille Gamarra, profesora de arte para niños en el Colegio Balandra (Guayaquil), cita al artista para destacar que «no hay arte más puro que aquel que sale de la creatividad de un niño».

    Esta joven de 24 años es madre hace un año y medio de Lucca, quien la inspiró a emprender un negocio en el que la creatividad infantil es la pieza clave.

    Se trata de Piccolo (pequeño, en italiano): un emprendimiento con el que replica los dibujos de niños con bordados en cojines, almohadas, bolsos, manteles individuales y limpiones, así como en joyas de plata.

    «Soy profesora, y al ver que los trabajos de los niños se perdían o se dañaban con el tiempo, me sentía triste. Cuando fui mamá, pensé que quería que las obras de mi hijo no se pierdan», recuerda Gamarra. Añade que ha recibido dibujos de niños desde los 2 años, «hasta dibujos que adultos guardaron de cuando eran niños y se los han regalado a sus mamás», cuenta la microempresaria.

    El negocio comenzó hace seis meses con una inversión de USD 700. La suegra de Gamarra, Macarena Barredo, la ayuda con los bordados y su principal canal de promoción es Instagram, en donde sube fotos y videos de las creaciones.

    Como se trata de productos personalizados, las piezas suelen tardar entre una y dos semanas en ser entregadas, dependiendo de la complejidad. «Usamos tela docoma, liencillo para bordar, jean, tela estampada, tela cruda y algodón», cuenta.

    Los pedidos los recibe por redes sociales o por Whatsapp, y entrega alrededor de 20 piezas a la semana; calcula que tiene unos 200 clientes fijos en Guayaquil, pero hace pocos días participó en el Gran Bazar de Cumbayá, y espera que su clientela crezca en la capital.

    Los precios van desde los USD 10 hasta los 35, en la línea de los productos bordados, y desde USD 40 en la joyería, estas piezas son las más solicitadas. Explica que comenzó ofreciendo dijes, ahora también tiene pulseras, llaveros y dentro de poco sacará una línea de aretes.

    Gabriela Morantes es una de las clientas de Piccolo. Cuando encontró a la marca en Instagram, le pidió a su hijo Nicolás, de 9 años, que hiciera un dibujo. Él se dibujó a sí mismo con su mascota. «Me encantó la idea de tener conmigo algo que hizo mi hijo. Cuando la gente lo ve, les encanta porque es único», dice.

    Nuevas estrategias Alianzas. Hace un mes, Camille Gamarra forma parte de la Asociación de Jóvenes Emprendedores (AJE), en donde ha recibido capacitaciones para su marca y además se alió hace poco con la diseñadora de joyas Maru Sáenz.

    El dato:

    800 dólares al mes factura la microem­presa de Gamarra.

  • Los accesorios de este negocio salvan a las mujeres de apuros

    Redacción Quito

    ¿Le ha tocado alguna vez tener que grapar la basta de su pantalón porque se deshilachó? La microempresa Oops, chao apuros tiene la solución.

    Este emprendimiento nació como idea hace dos años. Las hermanas Betty y Alexandra Sandoval buscaban productos para salvar aquellos apuros que les toca vivir a las mujeres en la vida diaria.

    Su primer paso fue investigar el mercado y contactarse con proveedores. Las ocupaciones diarias les impedían desarrollar la idea hasta que este año, al quedarse sin trabajo, ambas decidieron que era el momento de operativizar todo.

    «Decidimos pisar el acelerador al proceso y salimos a finales de mayo. Empezamos a desarrollar nuestra marca», dice Alexandra. En los siete meses de funcionamiento han invertido USD 90 000.

    Este negocio tiene en su portafolio cuatro productos. El primero es el fashion tape, una cinta doble faz, hipoalergénica, que permite, justamente, dejar en su lugar a las bastas de pantalón cuando se han deshilachado o en el caso de querer doblarlas sin coser. «Esto ayuda a evitar acciones como grapar los pantalones (…). Las cintas también permiten unir una blusa cuando al abotonarse queda abierto», añade Betty. Además, ayudan a fijar las blusas o vestidos ‘strapples’, permiten ocultar tirantes, etc.

    Otro de los productos son los clips para brasieres, diseñados para cruzar las tiras de estas prendas y así utilizarlas con las blusas sin mangas. También dan realce al busto.

    Oops, chao apuros también ofrece parches para cubrir los pezones en el caso de que la persona no utilice brasieres o use uno transparente. Asimismo, protege del roce con la tela cuando la persona hace ejercicios. Son de tela, lavables y reusables hasta 15 veces. Su último artículo es la esponja para limpiar el desodorante de las prendas.

    Estos productos se importan desde EE.UU. y Taiwán. Sin embargo, el objetivo del negocio es desarrollar productos locales y el 2015 aspiran a lanzar un bálsamo para pies de fabricación nacional. «Por esta tema de las importaciones hemos decidido hacerlo. Estamos buscando proveedores», comenta Alexandra.

    La microempresa no tiene un local para vender sus productos, sino que los distribuye, según los pedidos que recibe. Al inicio solo entregaban productos a Fybeca, pero ahora son 11 clientes.

    La clienta Estefanía Paredes opina que estos productos son muy útiles, especialmente «cuando se tienen emergencias con ciertas prendas».

    La oferta al público

    Precios. El cubrepezón y los fash ion tapes cuestan USD 10. El clip, USD 6,35 y la esponja USD 5,25.

    La venta. Los productos de Oops, chao apuros han participado en ferias en el Distrito Metropolitano.

    Cifras. 90 000 dólares han invertido hasta ahora las dueñas del negocio

  • Grupo Vikingo Con sus cauchos se afianzan grandes infraestructuras

    Pamela García. Redacción Quito / LÍDERES

    Orlando Fuentes aprendió sobre el negocio del caucho de las manos de sus padres. Con esa experiencia, el 17 de marzo de 1983 se ‘independizó‘ y abrió su propio taller de caucho artesanal bajo el nombre de Cauchos Vikingo.

    A pesar de que para Fuentes (quien trabajaba como docente en la Universidad Central), esta iniciativa comenzó como una actividad de medio tiempo, la calidad de sus productos le permitió abrirse paso en el mercado industrial.

    Tres décadas más tarde, Grupo Vikingo cuenta con más de 5 000 variedades de ítems en sus siete líneas de fabricación, así como productos bajo diseño para empresas públicas y privadas.

    Sus cauchos se pueden encontrar en mas de 40 proyectos viales como el puente del río Guayllabamba, el intercambiador del Paseo San Francisco, el puente de Tachina (Esmeraldas), el intercambiador de Chillogallo y en la recién inaugurada Ruta Viva hacia el aeropuerto de Quito.

    En este último proyecto, ejecutado por la constructora Odebrecht, la firma instaló más de 300 apoyos de neopreno, 600 metros de juntas de dilatación y 450 refuerzos antisísmicos para la construcción de los puentes. «Un 90% del caucho de estas obras es nuestro», indica Francisco Fuentes, gerente comercial.

    María José Ortiz, asistente de subcontratos de Odebrecht, indica que para este tipo de proyectos se necesitan productos que demandan certificaciones de calidad. «Grupo Vikingo cumple a tiempo y con eficiencia los proyectos. En la instalación de los puentes su servicio fue de calidad», indica Ortiz.

    Para asegurar la calidad de sus artículos, la firma trabaja conjuntamente con la Academia: la Escuela Politécnica Nacional prepara reportes sobre la dureza, resistencia y durabilidad del caucho que elaboran. «Un 90% del caucho en estas obras es nuestro por lo que nos esforzamos en fabricar lo mejor», dice Fuentes.

    Así también, la empresa produce su maquinaria y cuenta con su propia gestión metalmecánica para efectivizar sus procesos de producción. Como materia prima utiliza ocho variedades de cauchos naturales y sintéticos.

    Patricia Medina, funcionaria de Agicom, empresa ubicada en Santo Domingo de los Tsáchilas y proveedora del Grupo desde el 2010, comenta que la firma entrega 1 050 kg de caucho natural al mes. «Su producción ha aumentado en los últimos años, lo que también beneficia a nuestra empresa», dice Medina.

    En su fábrica ubicada en el sur de Quito tiene una capacidad de producción instalada de una tonelada diaria. Sus 45 colaboradores trabajan dos turnos para satisfacer la demanda de sus clientes y cumplir a tiempo los contratos.

    En el 2010, Francisco Fuentes tomó el mando de la empresa. Su principal estrategia fue la tecnificación y capacitación, no solamente de sus colaboradores sino también de sus clientes. Por eso han realizado conferencias para el manejo de caucho en Guayaquil, Quito y Cuenca.

    Así también en este proceso de rediseño organizacional su inversión en maquinaria aumentó a USD 157 000 y su fábrica se expandió de 1 100 a 1 500 metros cuadrados en cinco años.

    A partir del año pasado las ventas de Grupo Vikingo han superado los USD 1,3 millones y el objetivo para el próximo año es obtener los permisos para cerrar negocios y comenzar a exportar. «Hemos recibido ofertas desde Brasil, EE.UU. y España», comenta Fuentes.

    La empresa en breve

    Clientes. La firma cuenta con una cartera de más de 1 500 clientes.

    Materiales. Trabaja con caucho natural y sintético; siliconas industriales, nitrilos, dependiendo de los pedidos.

    Empleados. Comenzaron tres personas y hoy suman 45 colaboradores.

    EL INSIGNIA

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    ‘Trabajamos en el mejoramiento del caucho’

    Jorge Luis Chango. Jefe de Producción de Cauchos Vikingo

    Trabajo en esta empresa desde 1992 y durante esta última etapa hemos crecido y convertido en una empresa fuerte en el país.

    Una de las cosas más valiosas en estos años ha sido todo lo que he aprendido sobre el manejo del caucho con los ingenieros, tanto con el papá como con los jóvenes. La labor que realizamos en la actualidad, para la elaboración de puentes, nos motiva como empleados.

    Nosotros tenemos varias capacitaciones y charlas al año con ingenieros químicos para seguir trabajando en el mejoramiento del caucho. Así también en la empresa, el ambiente de trabajo es agradable. Nos llevamos todos y existe mucha confianza para tratar temas de trabajo.

    La frase. «La labor que realizamos para la elaboración de puentes nos motiva como empleados».