Etiqueta: producción

  • Esta asociación aprovecha cada fruta

    Redacción Quito

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    En mermelada o en pulpa para elaborar jugos. Las dos maneras son válidas para saborear la uvilla.

    Esta fruta, conocida en el extranjero como ‘goldenberrie’, es el ingrediente principal de la Asociación de Productores Agropecuarios Pataín (Asopruv). Pero no es el único: otras frutas como el tomate de árbol, la fresa, la mora y el taxo son la materia prima de este grupo de pequeños productores.

    Los 15 socios de Asopruv viven y trabajan en la comunidad de Pataín –en el cantón Salcedo- en Cotopaxi. Allí se levanta la planta de producción de las pulpas y las mermeladas que no llevan ni químicos ni saborizantes artificiales.

    Actualmente las pulpas llevan la marca Andipulp, mientras que las mermeladas van con el nombre de Asopruv. No obstante, este año se utilizará la primera marca para posicionar todo el portafolio de productos de la Asociación.

    Paúl Balseca, presidente de Asopruv, cuenta que la iniciativa nació hace cerca de 30 años, pero tuvieron que pasar “algunos años para que se consolide”.

    Asopruv se formó en 1984 con la idea de diseñar y ejecutar proyectos económicos y sociales. Una pequeña plantación de durazno representó el origen de lo que hoy es la Asociación.

    Después vino la siembra de otros frutos como manzanas y uvillas. Catorce años después –en 1998- quienes siguieron participando en Asopruv decidieron darle un esquema al modelo de negocio de las pulpas, néctares y mermel
    adas. Sin embargo, la falta de recursos económico impidió dar el gran salto.

    Pasaron 12 años más y en el 2010 la Asociación dio el paso que necesitaba para tener su propio negocio de pulpas y néctares. En la actualidad Asopruv tiene cinco hectáreas para sembrar y cultivar su materia prima.

    Balseca detalla que con el proyecto de Competitividad Agropecuaria Rural Sostenible (Caders) del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Pesca y Acuacultura más el apoyo del Gobierno japonés se pudo materializar el sueño de los agricultores.

    Con el apoyo de ambas instituciones se construyó la planta de procesamiento para las pulpas y néctares, en Pataín. La inversión en el lugar fue de USD 105 000.
    En el 2011 empezó la producción de las mermeladas y pulpas, mientras que la venta arrancó dos años más tarde.

    La planta de producción -que actualmente cuenta con 500 metros cuadrados- tiene áreas de selección de producto, enfriado y empacado.

    En el lugar trabajan tres personas, que también son miembros de la Asociación.
    Oswaldo Fonseca, socio de Asopruv, detalla que maneja algunas plantaciones de frutales. Con el resultado de sus cosechas -ubicadas en su casa- envía la fruta para ser procesada en la fábrica.

    La capacidad de producción de la planta es de cinco toneladas de frutas al mes, tanto para la pulpa y néctar, como para la mermelada.

    La mayoría de los insumos lo cultiva en los terrenos de los socios, pero también se adquieren a otros productores de los sectores aledaños a Pataín. 

    Para el tema de envases, el gremio trabaja con empresas locales. Por ejemplo, Borealplast elabora las fundas resistentes para la pulpa de fruta. Verónica Fonseca, gerenta general de la firma ubicada en el norte de Quito, señala que el año pasado ganaron un concurso para trabajar con Asopruv. En este año fabricaron 14 000 empaques para las pulpas.

    Los productos de la Asociación se comercializan especialmente en tiendas de barrio y micromercados de Latacunga, Quito y Ambato. Para el próximo año, Asopruv está trabajando para obtener certificados de buenas prácticas de manufactura (BPM) y fortalecerán su cadena de comercialización en la provincia. Los socios suman experiencia y no paran de hacer nuevos planes.

    Los integrantes de Asopruv exhiben las pulpas y mermeladas que elaboran en Pataín (Salcedo), en Cotopaxi. La marca lleva tres años en el mercado. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Los integrantes de Asopruv exhiben las pulpas y mermeladas que elaboran en Pataín (Salcedo), en Cotopaxi. La marca lleva tres años en el mercado. Fotos: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Este negocio se dinamiza con sus tres líneas de camisas

    Washington Paspuel

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    Un pequeño local, ubicado en el norte de Quito, cercano a la zona financiera y comercial de la capital, es el espacio donde Eduardo Mera recibe a sus clientes, entre los que están funcionarios públicos, empleados privados y empresarios.

    Allí Mera se siente a gusto. Una estantería permite exhibir las camisas que piensa junto a su esposa Rosa Garzón, compañera de trabajo en el negocio de la confección de camisas para hombres.

    Los diseños muestran colores tradicionales como el blanco o el celeste, pero también se encuentran tonos modernos, como rosas o grises, así como diseños que lucen rayas verticales.

    Mera empezó este emprendimiento en el 2000. El negocio arrancó con una oferta que la distingue de la competencia hasta la fecha: camisas hechas a la medida del cliente. Para esto Mera recibe a sus clientes en el local o los visita en sus lugares de trabajo u hogares para tomar las medidas, escoger los colores y los detalles como el cuello, el tipo de botones, los puños, entre otros.

    Esa estrategia permitió que la marca Eduardo Mera sea reconocida en el mercado, así como fidelizar a sus compradores. Pero para seguir compitiendo Mera adoptó nuevas tácticas empresariales.

    Desde septiembre, esta pequeña empresa textil empezó a utilizar la tela italiana Albino. Estas camisas son de alta gama y están pensadas en hombres que buscan un producto de alta calidad, explica Mera.

    Un catálogo que está en el local permite que el cliente revise la textura del material. Es una tela que las usan marcas ‘top’ a escala global en mercados como Italia, España, Francia o Inglaterra.

    La segunda estrategia consiste en las camisas preelaboradas. “No son en serie, elaboramos unas cuatro o cinco camisas en tallas tradicionales como small, medium o large. Además, incluyen detalles como los botones personalizados o ciertos bordados que van en las telas”, explica este emprendedor que en sus inicios conoció de cerca las dificultades que tiene el emprendimiento.

    Esta línea es la de una camisa más económica “que nos permite buscar nuevo mercado y hacer algo de contrapeso ante las marcas extranjeras y el producto importado”, agrega Garzón.

    Estas tres líneas son hoy en día el eje de este negocio para mantenerse en el mercado y enfrentar la desaceleración de la economía ecuatoriana. Los diseños son ideados por Mera y Garzón; y la confección se cumple en un taller que la pareja de esposos tiene en el sector de El Condado, en el norte de Quito. Allí trabajan en la actualidad cinco personas encargadas de la elaboración de las camisas para hombres.

    La materia prima que utiliza la marca está conformada por telas importadas que la pareja adquiere a importadores o distribuidores ecuatorianos. “Son telas de Brasil, Perú, Colombia , India y otros países”, dice Mera, mientras revisa una vitrina en la que se exhiben cuellos y puños, también elaborados bajo pedido de los clientes.

    Cada mes, este negocio elabora entre 500 y 600 camisas, lo que le permite facturar un promedio de USD 10 000. Ese nivel de ventas se ha estabilizado en los últimos dos años, pero no ha desanimado a la pareja emprendedora.

    Garzón sostiene que para enfrentar la situación económica mejoraron los procesos, apuntaron a telas de mayor calidad, bajaron precios. Además se mantuvo el número de empleados en el taller de confección.

    La capacitación también sirvió para conocer nuevas tendencias del mercado. Mera y Garzón han asistido a ferias, como las que organiza la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha.

    Las redes sociales se convirtieron en un aliado de este negocio. Desde el año pasado cuenta con un perfil en Facebook, en el que reciben sugerencias de los clientes. Ese canal permite estar conectado con los compradores.

    Otro cambio implicó el cambio de logo, que lleva el nombre Eduardo Mera, acompañado de la frase ‘hand made’ o hecho a mano, traducido al español.

    Planes y clientes

    Los clientes que llegan tienen un perfil claro: hombres que gustan de lucir una camisa de calidad, hecha a mano. “En la línea más económica hemos sumado clientes, mientras que en los diseños personalizados o con la tela italiana” hemos fidelizado.

    Para el próximo año la pareja planea seguir compitiendo con un producto diferenciado. Además, piensan contratar un sexto trabajador para el taller para incrementar la producción.

    El trabajo para la pareja no se detiene. Su día se desarrolla entre el local, las visitas de los clientes, la supervisión del taller y los planes para seguir creciendo y compitiendo en el mundo textil. “Contamos con la confianza de los clientes, algunos incluso nos dicen que hagamos los diseños a nuestro gusto. Eso es muy importante para nosotros”, dice Garzón con entusiasmo.

    PRECIOS

    Las camisas de Eduardo Mera están divididas en tres segmentos.
    El primero es  el de las camisas preelaboradas; estas tienen un precio de USD 38. De estas se producen cuatro por talla y sigue siendo una camisa diferenciada.

    El segundo  es el de las camisas a la medida, con un valor que promedia los USD 45.
    Las camisas  elaboradas con la tela italiana son las más costosas: USD 130.

    El local de Eduardo Mera  está ubicado en la calle Italia, en el norte de Quito. Allí reciben a los clientes que buscan sus camisas.

    Eduardo Mera empezó con su negocio de camisas en el 2000. Hoy cuenta con un taller y un equipo de trabajo de cinco personas. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
    Eduardo Mera empezó con su negocio de camisas en el 2000. Hoy cuenta con un taller y un equipo de trabajo de cinco personas. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES
  • El sector gráfico apuesta por el uso de tecnología

    Sofía Ramirez

    Un bajón en la producción de la industria gráfica se siente desde el año pasado. Según la Asociación de Industriales Gráficos (AIG), el rendimiento de este sector se redujo en un 3%. Y para finales de este año se prevé que se alcance una cifra similar.

    El principal factor que impactó a la industria fue la aplicación de las salvaguardias arancelarias. Este mecanismo se implementó en marzo del 2015, con el objetivo de equilibrar la balanza de pagos.

    La medida no impulsó al sector gráfico. Incluso impidió que las empresas renovaran su tecnología, señalan representantes de este sector productivo.

    Hoy en día, la industria gráfica se divide en tres ramos (ver gráfico). Solo entre Quito y Guayaquil existen alrededor de 9 600 imprentas consideradas pequeñas y medianas empresas (pymes). Estas representan el 95% de la industria; el 5% restante está integrado por compañías grandes.

    Como referencia de que la mayor concentración de la industria está en las pymes, la AIG explica que solo en el sector del barrio América, en el centro norte de Quito, se contabilizan cerca de 700 imprentas.

    No obstante, por la coyuntura económica del país existen pymes del sector que están cerrando sus operaciones o vendiendo la maquinaria con la que venían trabajando. La AIG afirma que en lo que va del año, unas 200 imprentas pequeñas cerraron operaciones.

    Mauricio Miranda, gerente de Prodedim, detalla que el valor agregado de su empresa es afianzar su trabajo de la mano con la tecnología. Esta ventaja competitiva le permitió mantenerse en el mercado, pese a la recesión económica; al apoyarse en la tecnología, ahora produce audiolibros.

    Otra táctica de la empresa para generar rentabilidad pese a la coyuntura fue aliarse con socios estratégicos. Por ejemplo, unieron esfuerzos con una firma que realiza la preprensa.
    La planta de Prodedim está ubicada en el sector El Condado, en el norte de Quito. En el lugar, aproximadamente 16 personas trabajan para el armaje e impresión de libros, folletos, calendarios…

    Allí utilizan máquinas que imprimen 75 000 hojas por hora o colocan grapas a los libros.
    Esta empresa, que nació en enero de 1999, facturó el año pasado USD 650 000 y en el 2014 USD 800 000. Este año tiene la meta de sumar ingresos entre USD 500 000 y 600 000. Sus clientes en el sector privado son 30.

    La estrategia de la pyme es elaborar productos personalizados de la mano de tecnología digital.
    Para lo que queda del 2015 y el próximo año, el sector gráfico tiene un desafío: articularse con la tecnología. La creación de productos como audiolibros, la impresión 3D y la tecnificación de los procesos permitirá ganar competitividad señala la AIG.

    Pero la idea también es exportar a gran escala a países como Colombia. Por eso están trabajando con otros gremios para delinear acciones en conjunto.

    La industria exportó el año pasado USD 9,2 millones en productos editoriales, libros, etiquetas e impresos. En cartón y papel, se vendió al exterior USD 37,9 millones, según cifras que maneja el gremio gráfico.

    Marco Carrión, presidente de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi), explica que el sector gráfico ha tenido un bajón este año por lo que se han tomado alternativas para ayudar a los empresarios pequeños y medianos.

    Una de las acciones que se han realizado es la apertura de una plataforma digital denominada Multicomercio.com, que reúne una serie de empresas, sus productos, sus precios para que los clientes tengan una opción adicional para adquirir sus productos y hacer negocios en línea.

    Los consultados coinciden en que existen varias razones para la bajas en el sector. Entre otros mencionan la falta de avances tecnológicos y la innovación, por lo que se han realizado capacitaciones para que los microempresarios mejoren y ofrezcan un trabajo de calidad. “Han cerrado empresas que no innovaron o que no migraron a un modelo de desarrollo tecnológico”, dice Carrión.

    Según el titular de Capeipi, el remezón en el sector incluso se ha reflejado en la reducción del número de empresas. Estas se redujeron de unas 150 a 120 entre el 2014 y este año
    Carrión explica que las pequeñas y medianas empresas de la industria gráfica incluso tuvieron inconvenientes por las normativas que se establecieron para los locales. Entre estas se encuentran los permisos de bomberos, las materias primas poco amigables con el ambiente, la falta de tecnificación, entre otros.

    Otra situación que afectó es la compra de útiles escolares en Colombia, aprovechando la devaluación del peso frente al dólar, lo que hizo que el movimiento del sector gráfico baje en agosto, mes en el que se registraba buenos ingresos por este rubro en años anteriores.

    Para el empresario, se deben impulsar las compras de productos nacionales para que las pymes puedan levantar sus negocios en el 2017. Por ello realizarán ferias, darán capacitaciones a los miembros de Capeipi e impulsarán un proyecto de ley para potenciar el trabajo de las pymes.

    Prodedim lleva 17 años en el mercado de la impresión y armaje de libros. Su planta está ubicada en El Condado, norte de Quito. Foto: Pavel Calahorrano  /LÍDERES
    Prodedim lleva 17 años en el mercado de la impresión y armaje de libros. Su planta está ubicada en El Condado, norte de Quito. Foto: Pavel Calahorrano /LÍDERES
  • Innovación en la cosmetología

    Washington Paspuel

    Reinventarse, pero a su vez mantener su presencia entre sus clientes. Ese reto se planteó la compañía farmacéutica ecuatoriana Rocnarf, que lleva 40 años en el mercado con una oferta de marcas de medicamentos.

    Bajo ese pensamiento, la compañía decidió entonces incursionar en el sector de la dermocosmetología. En el 2009, Rocnarf, creada en Guayaquil puso en marcha su idea. Ese año empezó con la representación en el país de un grupo de marcas extranjeras.
    Con la experiencia en la fabricación de medicamentos antiinflamatorios, antibióticos y para dolencias respiratorias y cardiacas, principalmente, y una logística montada, la firma pasó a la fabricación de sus propios productos dermocosméticos.

    Así nació Cresens, que hoy maneja cinco marcas para el cuidado externo y nutrición de la piel. Para Francisco Cordero, gerente general de Rocnarf, la dermocosmética es un área cuyo interés crece en Ecuador. Él considera que la cosmética como se la conocía antes, ha ido evolucionando desde la simple oferta de maquillajes. “Ahora cada vez más los productos para la piel demandan de un mayor desarrollo, con la incorporación de mejores principios activos y muchos estudios clínicos antes de salir al mercado”.

    En ese proceso de ampliar su presencia en el mercado nacional, Cresens hizo un convenio con una compañía suiza del sector para el desarrollo en el país de una línea de productos de uso oral para el mejoramiento de las características de la piel. El producto fue bautizado como Dermanutrix, y se lo empezó a exportar a Europa y países de la región. La posterior desvinculación de la firma suiza reorientó el producto hacia el mercado interno.

    Cresens no se quedó allí. Con la infraestructura de Rocnarf en cuanto a laboratorios, en el 2014 la joven firma emprendió en el desarrollo de una nueva línea, que bautizó como Biofemme. Estos son productos dirigidos al cuidado integral del cutis femenino. Su estrategia se basó en crear un artículo que compitiera con marcas internacionales, pero con ingredientes de similares características. Para la nueva propuesta se creó además un envase minimalista, de colores rosa y blanco. Todo ello implicó para la firma una inversión inicial de alrededor de USD 600 000.

    En febrero del 2015, la compañía dermocosmética sumó a su equipo a una dermatóloga española. Con ella empezaron a probar nuevos ingredientes que, a decir de Ana Cristina Cordero, creadora de la línea Biofemme, todavía no usaba la industria en Ecuador. “A cada uno de estos productos le incorporamos beneficios extra, como activos reparadores de la piel y vitamina B5”.

    La oferta actual de esta línea de la empresa consiste en una crema hidratante, un gel crema hidratante, un gel limpiador, un aceite limpiador y un removedor de maquillaje para el entorno de los ojos. Ana Cristina Cordero, considera que la ventaja de su línea dermocosmética es que los clientes pueden disponer de un producto de calidad en Ecuador, pero a un menor costo. “No necesitan importar, pueden encontrarlos en varios canales de ventas en cualquier momento para su rutina diaria de limpieza”.

    La cosmetóloga guayaquileña Andrea Navarrete, propietaria del spa Esteticare, en la vía a Samborondón, comercializa en su local los productos Biofemme. Menciona que sus clientes demandan estos productos por su precio competitivo. “Me enganché con el producto, incluso antes de su lanzamiento oficial, cuando vinieron a darnos a conocer la nueva línea”.

    Fernando Cordero adelanta que Biofemme seguirá creciendo en su oferta. Para diciembre próximo Cresens planea incorporar un bloqueador solar para pieles latinas, y para el 2017, un tónico para el cutis.

    Gerente Francisco Cordero 

    En el año 2013 se implementaron medidas en el país que hicieron más difícil la importación de este tipo de productos. Hubo un incremento de aranceles también. Esto nos obligó a suspender temporalmente nuestra división de dermocosmética. Resulta más costoso importar el producto terminado, y además se necesita tener un volumen bastante grande de producción que justifique la importación de toda esa materia prima, y los envases.
    Las cifras:

    -5 líneas de productos dermocosméticos posee la firma actualmente.
    -2009 empezaron a incursionar en el campo de la dermocosmética, con productos importados.
    -4 ítems conforman su nueva línea de cuidado de la piel BioFemme, en el mercado desde este año.
    -600000 dólares fue la inversión inicial en su nueva línea de cosmética para la mujer.
    -4 000 puntos de ventas posee Cresens en todo el país.

    En los laboratorios de la empresa, ubicados en el norte de Guayaquil, se desarrollan los productos de Rocnarf y de su firma hermana, Cresens Dermocosmética. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
    En los laboratorios de la empresa, ubicados en el norte de Guayaquil, se desarrollan los productos de Rocnarf y de su firma hermana, Cresens Dermocosmética. Fotos: Mario Faustos / LÍDERES
  • Nueva planta de producción se alista

    Modesto Moreta

    Invertir para ganar en momentos críticos y de crisis es la estrategia que impulsó a los ejecutivos de la Compañía Bioalimentar, en Tungurahua, a inyectar USD 7,5 millones para la construcción de una nueva planta de producción que estará equipada con tecnología de punta.

    La firma ambateña está por cumplir 50 años en la industria de alimentos para personas y animales. Los planes de crecimiento continúan, por eso la nueva planta se levantará en la vía Ambato-Pelileo y, según sus voceros, comenzará a operar en septiembre del próximo año.
    Bioalimentar tiene hoy en día el 13% del mercado nacional y la meta es alcanzar el 15%.

    Los números de la empresa señalan que las ventas anuales bordean los USD 70 millones y este año esperan cerrar con una facturación de 60 millones. “Si bien es cierto que vendemos menos, pero ganamos más, nos enfocamos a producir productos con más rentabilidad”, explica Édison Garzón, presidente ejecutivo de Bioalimentar.

    La estrategia de la empresa es convertirse en una de las industrias con el mayor portafolio de productos dirigidos a la alimentación humana y de animales en el Pacífico sur. En la actualidad la compañía elabora alrededor de 30 productos en las áreas de nutrición pecuaria, nutrición humana y nutrición de mascotas.

    En la producción pecuaria elabora balanceados para ganado vacuno, porcino, avícola, cuyes, conejos, piscícola y del camarón. Próximamente lanzará alimento para los caballos de raza.
    En la línea de alimentos para mascotas (gatos y perros) tiene las marcas Gatuco, Canimentos y Cani Preme. La última marca es la más reciente en el mercado y se presentó tras un estudio de mercado que duró un año y medio.

    La investigación determinó que se categorizan a las mascotas por el nivel de conocimiento que tiene el dueño sobre la nutrición de ella, por eso se creó Cani Light con buena demanda en el mercado.

    La tercera línea de la firma, para la alimentación humana, es la de la marca de huevos Bio.
    Garzón cuenta que la nueva infraestructura de Bioalimentar será financiada con un crédito de USD 3 750 000 y el porcentaje restante con fondos propios. “Nos hemos ajustado con todos nuestros colaboradores para salir adelante en la crisis y lo hemos logrado con su apoyo. Este es un momento para crecer”, detalla el principal directivo de la firma.

    La meta de la compañía, hasta el 2020, es posicionarse en el mercado nacional e internacional, ganar mercado y aplicar sistemas que prioricen la eficiencia y la rentabilidad financiera.
    Por eso trabajan en la capacitación de la mano de obra y los distribuidores a escala nacional en temas de conocimiento tecnológico. “Nuestro valor agregado es la multiplicación del conocimiento de todos nuestros colaboradores”, asegura Garzón.

    El ejecutivo aspira que con la firma del tratado comercial con la Unión Europea aparezcan más oportunidades para la exportación puesto que tiene certificaciones como las normas ISO 22000:2005, GlobalGap CFM1 en 2013 y otras.

    Según el empresario existen mercados que demandan los productos de Bioalimentar. “Tenemos la mira centrada en Centroamérica, algunos países de Sudamérica y en la Comunidad Europea con productos con un valor agregado como la proteína de los peces que son valorados en esos mercados”.

    Las utilidades que genera anualmente la empresa se invertirán en la tecnificación de la empresa hasta el 2020. Otra de las fortalezas de Bioalimentar es mantener una red de distribuidores que son técnicos veterinarios, quienes visitan y asesoran a los productores del país. A escala nacional cuenta con más de 300 distribuidores.

    La distribuidora Biomentos Galápagos trabaja con la firma hace 14 años. Gloria Meneses, su gerenta, explica que las ventas se incrementaron en las islas por la demanda de productores de pollos y de cerdos. “La calidad del producto hace que exista más rentabilidad en poco tiempo para los productores en Galápagos”.

    Asimismo, el asesoramiento de los técnicos de Bioalimentar es importante. Ellos dictan talleres para mejorar la producción.

    Las bodegas donde se almacena la producción de Bioalimentar, antes de su comercialización. La planta de producción está en Ambato. Foto: Glenda Giacometti /LÍDERES
    Las bodegas donde se almacena la producción de Bioalimentar, antes de su comercialización. La planta de producción está en Ambato. Foto: Glenda Giacometti /LÍDERES
  • Nuevas becas para impulsar la producción

    Redacción Quito

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    La Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) realizó el lanzamiento del nuevo programa de Becas Ensamble. Este conjunto de becas está destinado para los 4 653 becarios retornados al país que han estudiado en el exterior.

    Como explica René Ramírez, secretario de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, el objetivo de las becas es promover la investigación, la innovación, el perfeccionamiento profesional y la transferencia de conocimientos por parte de los becarios retornados.

    “Hemos realizado una de las más importantes inversiones con los 19 500 becarios, es por eso que debemos aprovechar el conocimiento que traen de vuelta para que ayuden a resolver problemas del país”, agrega Ramírez.

    Las becas se dividen en tres componentes: investigación científica, apoyo para emprendimientos e innovación y desarrollo tecnológico y transferencia de conocimiento con Pymes.

    Para acceder a estas, los becarios retornados deben presentar proyectos orientados a fomentar la generación de bienes y servicios innovadores en el mercado ecuatoriano, o que sustituyan a uno existente en el mercado con otro de mejor calidad o menor costo. “Uno de los grandes problemas que tenemos es la productividad por falta de talento humano especializado o desarrollo tecnológico, estas becas buscan impulsar la generación de bienes y servicios innovadores”, explica el titular de la Senescyt.

    El acompañamiento se lo llevará a cabo a través de las 16 incubadoras acreditadas, centros de investigación y universidades. Además, contarán con el apoyo directo de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi).

    Marco Carrión, presidente de la Capeipi, explica que los becarios podrán poner sus conocimientos al servicios de las casi 1 200 pequeñas y medianas empresas del gremio. Esta relación implicará la ayuda directa para desarrollar nuevos productos, acompañamiento para mejora de procesos e innovar para mejorar la productividad.

    “Nosotros ponemos nuestras empresas y los becarios retornados su conocimiento. De esta manera se pueden generar mejores productos con el conocimiento traído de otros países”, agrega el titular de la Capeipi.

    El monto de hasta USD 50 000 se lo podrá destinar a cualquiera de estas actividades y se encuentra dentro del presupuesto prorrogado de la institución, que para 2015 fue de USD 146 millones.

    Los becarios interesados en participar en el programa, deberán registrarse en el Banco de Ideas para posteriormente presentar su propuesta hasta el 16 de noviembre. Las evaluaciones se realizarán hasta el 7 de diciembre para finalmente obtener la adjudicación hasta el 12 de diciembre.

    Las becas  Ensamble son una idea de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación. Foto: Cortesía Senescyt
    Las becas Ensamble son una idea de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación. Foto: Cortesía Senescyt
  • La semilla de soya tiene tres desafíos

    Redacción Quito

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    Tres retos tienen los productores de semilla en este año: aumentar su producción, encontrar semillas certificadas y fortalecer los canales de comercialización.

    Según Wilman García, presidente de la Corporación Nacional de Soyeros del Ecuador (Corsoya), desde el 2012 el cultivo de la soya, poco a poco, presenta una reducción en sus áreas de siembra y producción: “hoy llegamos a 1,5 toneladas al año; en nuestras mejores épocas obteníamos 2,5 toneladas”, explica.

    Estos resultados se presentaron por cuatro factores. El primero es la falta de semillas certificadas, lo que hace que los productores utilicen semillas que no dan mayor rendimiento. Además, no existe mayor variedad de semilla para la siembra.

    El segundo factor que afectó a la producción es el cambio climático. La semilla de soya, por ser un cultivo transitorio que se presenta en verano, este año se vio afectada por los cambios estacionales, en especial en la Costa.

    Otra causa que afecta a este sector es la presencia de plagas como el de la mosca blanca. El titular del gremio sostiene que este tema en particular afecta a las hojas por lo que estas no se pueden recuperar.

    Y el último factor que impactó a la producción de semilla es la comercialización con las grandes industrias. Estas firmas adquieren el producto, pero se retrasan en sus pagos, lo que afecta al productor, asegura García.

    La semilla de soya se cultiva en los cantones de Baba y Vinces en Los Ríos; en Urbina Jado y Milagro en Guayas; y en Ventanas y Pueblo Viejo en Los Ríos según datos de la Coordinación General de Sistemas de Información Nacional del Ministerio de Agricultura (Magap).

    Hermógenes Montero cultiva esta semilla hace 35 años, en el recinto La Montañita y San José, ubicado en Los Ríos. Él afirma que entre el 2014 y 2015 su producción se redujo. Por ejemplo, en sus 10 hectáreas antes sembraba 50 quintales; ahora llega a los 15 quintales.

    Las plagas, en este caso, fueron los primeros golpes para estos sembríos. Por eso señala que el sector necesita la ayuda gubernamental para mejorar la productividad en la semilla de soya.

    Para Marciel Montero, productor radicado en Los Ríos y miembro de la Asociación Unión Bolivarense -de arroz y soya-, la falta de semilla certificada fue la causa para que este año decida no trabajar en la siembra de soya.

    En los dos últimos años, el agricultor obtiene en sus cultivos 600 quintales por hectárea.
    Para Montero el desafío está en mejorar los indicadores de producción. Para eso dice que se requiere de mayor especialización para que en el largo plazo se pueda tener mayor rendimiento de las semillas de soya.

    Para el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Iniap), en el cultivo de la semilla de soya se evidencia que no hay un alto nivel de especialización y tampoco se hereda al interior de las familias.

    No obstante, las variables que incidieron de manera positiva en el rendimiento del cultivo en el año pasado fueron: las capacitación, la asociatividad, uso del sistema de producción convencional, nivelación del suelo, mecanización, siembra por distanciamiento y uso de semilla no reciclada.

    Juan Manuel Domínguez, director del Iniap, indica que desde esta entidad adscrita al Magap, se generaron 21 variedades de soya. La última fue liberada el 27 de noviembre del 2014, tiene un rendimiento de 3,7 toneladas por hectárea y es tolerante a ciertos insectos. Asimismo, en producción la entidad informa que entre el 2013 y 2015 produjo 27 416 kilogramos de semilla registrada y certificada. Esto representa una superficie cubierta de 4 448 hectáreas; para finales de este año se reducirá la producción a 20 000 kilogramos.

    La meta del Iniap es impulsar la investigación de este cultivo con miras a incrementar los niveles de producción, reducir los costos, fortalecer los márgenes de ganancias para los agricultores y reducir las importaciones.

    De acuerdo con cifras del Iniap -recogidas desde el Banco Central– el Ecuador el año pasado importó 951 000 toneladas entre torta de soya y aceite de soya. Esto representa aproximadamente USD 500 millones.

    La importación de torta de soya experimenta una tendencia al alza en los últimos seis años, con tasas promedio anual de incremento del 13% en volumen y 18% en precio. Mientras que para el aceite de soya, la tasa promedio anual de incremento es de 3% en volumen y 12% en precio.

    Estas cifras implican retos en Corsoya y que los 4 000 productores pequeños deberán implementar en sus cultivos.

    Fotos: cortesía Iniap Productores de semilla de soya cultivan su producto para destinarlo al consumo interno. En el país existen 4 000 pequeños productores de soya y se concentran en la costa ecuatoriana.
    Fotos: cortesía Iniap
    Productores de semilla de soya cultivan su producto para destinarlo al consumo interno. En el país existen 4 000 pequeños productores de soya y se concentran en la costa ecuatoriana.
  • La siembra de chocho es más rentable

    Cristina Marquez

    (I) 
    redaccion@lideres.ec

    El precio estable del chocho y la alta demanda en los mercados de la Sierra centro son los factores que motivan cada vez a más agricultores de Chimborazo a optar por la siembra de la leguminosa.

    Este año se espera cosechar en esa provincia unos 4 200 quintales de chochos, es decir, cerca de un 10% más que en el 2015. La producción de Chimborazo abastece los mercados de Riobamba, Ambato, Quito y también se envía a otras ciudades de la Costa.

    Según el cálculo de los técnicos del Ministerio de Agricultura (Magap), el consumo promedio de chochos en el Ecuador es de ocho kilos anuales por persona. La alta demanda se debe a la versatilidad gastronómica y cualidades nutricionales de la leguminosa.

    Los cantones con más producción son Alausí, Colta, Guano, Riobamba, Penipe y Guamote. Allí, los comuneros, incluso, se asociaron para investigar sobre las variedades de chocho mejor adaptadas a los páramos andinos y para comercializar el producto a un mejor precio.

    La Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos del pueblo Puruwa, por ejemplo, es una de las agrupaciones con más experiencia en la producción de la leguminosa. Ellos se asociaron en el 2008, tras recibir una capacitación del Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Iniap).

    “Una charla de 30 minutos sobre las cualidades del chocho nos bastó para decidirnos por este producto. Lo conocíamos bien, porque nuestros abuelos siempre lo sembraban, pero no sabíamos que había nuevas variedades y más opciones en el mercado”, cuenta Julio Bravo, coordinador de Corpo Puruwa.

    El día de la capacitación, los técnicos también les entregaron semillas de alta calidad para probar en sus terrenos. Los resultados fueron tan buenos que los agricultores incluso fundaron un nuevo emprendimiento comunitario.

    Su empresa se denomina Muchuk Yuyai y se dedica a comercializar semillas certificadas de chochos, chochos cocidos y listos para el consumo o en grano seco. La empresa cuenta con 62 socios de cuatro comunidades.

    Guano, al norte de la provincia, es el segundo cantón con mayor volumen de producción. Las flores moradas de los chochos decoran el paisaje en las comunidades de Ilapo, a 30 minutos de la cabecera cantonal.

    Allí, la producción de chocho tiene acogida debido a las características del terreno. El suelo es arenoso y hay escasez de agua, por lo que otros cultivos no funcionaban bien. “Antes de optar por el chocho, nuestra situación era difícil. El agua siempre nos falta y los sembríos de maíz se perdían por las sequías”, cuenta Luis Llongo, agricultor de La Delicia.

    El chocho, a diferencia de otros productos, no es un cultivo exigente por lo que no requiere una inversión alta y se adapta, incluso, a suelos arenosos y erosionados. De hecho, los nódulos de las raíces producen nitrógeno y ayudan en la recuperación de suelos.

    En Guano, la comunidad La Delicia es una de las poblaciones que prosperó gracias a la producción de chochos. Habitan 25 familias y todas tienen al menos una cuadra de sembríos de esta leguminosa.

    Sus productos son apetecidos entre comerciantes intermediarios de Latacunga, Riobamba y Ambato, que incluso pagan anticipos para asegurar la venta. Cada quintal, dependiendo de la calidad del chocho, cuesta entre USD 75 y 110. Pero en las bodegas de granos secos el costo puede alcanzar los USD 210.

    Mientras que los días de feria, los mercados locales se llenan de puestos de venta de chochos que se expenden cocinados y listos para el consumo. El costo es de un total de USD 1,50 cada libra.

    En el 2012, solo había 150 hectáreas en Chimborazo, pero debido a que este cultivo fue considerado prioritario por el Magap y se promocionó como parte de la campaña ‘Coma sano, justo y soberano’, para el 2013, cerca de 400 familias optaron por sembrarlo y la cantidad de hectáreas ascendió a 380.

    Otra motivación es el rendimiento del cultivo. En 100 metros cuadrados se siembran 50 libras y se obtienen entre ocho y 10 quintales. “Cultivar chochos es la mejor opción. Es uno de los pocos productos andinos que a la gente sí le gusta y dependemos de la cosecha de la temporada para subsistir todo el año”, cuenta el agricultor Llongo.

    Los agricultores de la  Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos del pueblo Puruwa  tienen amplia experiencia  en la siembra de chochos en la zona de Guamote. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Los agricultores de la Corporación de Productores de Leguminosas y Granos Andinos del pueblo Puruwa tienen amplia experiencia en la siembra de chochos en la zona de Guamote. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Las semillas pasan por una transición

    Sofía Ramirez

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    La producción de semillas en Ecuador, desde el 2013 hasta el 2015, presentó un incremento del 76% según datos del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (Iniap).

    El incremento se dio porque esta entidad estatal produjo semilla certificada de arroz, maíz suave, maíz duro, papa y fréjol a través de programas en los que se incentivaron mejores prácticas de producción agrícola.

    No obstante, la proyección en producción para este año -en relación al 2015- se reducirá en un 39,5%. Esto porque el Iniap se enfocará en mejorar el rendimiento de las semillas básicas y registradas, señala Juan Manuel Domínguez, director general del Iniap.

    En el país -de acuerdo con la Ley de Semillas vigente- se producen las siguientes categorías de semillas: genética, básica, registrada, certificada y común. En esta clasificación se toma en cuenta el origen, la calidad y la generación a la que correspondan.

    Las tres primeras categorías (genética, básica, registrada) son gestionadas por el Iniap y personas naturales y jurídicas autorizadas por el Ministerio de Agricultura (Magap); mientras que las semillas certificadas tiene un fin comercial con miras a obtener mayor rendimiento. Son utilizadas, principalmente por la agroindustria.

    Según Domínguez, los agricultores que usan las semillas genéticas, básicas y registradas han aumentado su productividad en un 48% entre 2013 y 2015.

    En los últimos cinco años el Magap desarrolló programas para mejorar el sistema de producción de semillas. La entrega de kits, que incluyen agroquímicos y fertilizantes, más las capacitaciones a agricultores denominados “semillaristas” ayudó a mejorar las técnicas de producción. El programa llamado Plan Semilla acoge a 45 asociaciones a escala nacional y agricultores individuales. El Magap invierte en el plan entre USD 25 y 30 millones al año.

    Javier Ponce, ministro de Agricultura, explica que este año para el cultivo de invierno de maíz duro y arroz, se planteará la introducción de insumos orgánicos: “es la primera experiencia de vinculación entre insumos orgánicos con algunos químicos”.

    Pese a que el país ha mejorado la capacidad de producción de semillas, todavía se importan hortalizas y maíz duro, desde México, Brasil y Bolivia.

    Pero la producción de semillas con la ayuda de agroquímicos no es la única opción en el país. Esto porque la producción agroecológica -que se refiere al tratamiento de semillas sin uso de pesticidas o químicos- también es una práctica común en el campo.

    La Red de Guardianes de la Semilla trabaja en el país desde el 2002. En 15 provincias del país, su principal labor es conectar la producción agroecológica de semillas, que se refiere al tratamiento de cultivo sin químicos, con las familias del campo, explica Javier Carrera, coordinador de Gestión Social de la organización.

    Aunque la red no lleva un censo específico de producción, calculan que unas 100 familias trabajan con ellos hasta la fecha.

    En su tarea la red toma en cuenta las semillas con referencia de 5 100 especies. Estas se derivan a decenas o cientos de propiedades distintas: “por ejemplo puede haber diferentes variedades de semillas de plantas medicinales, hortalizas, maíz, arroz entre otros”, dice Carrera.

    En las ‘chacras’ o parcelas de tierra de los campesinos o familias, que optan por la agricultura ecológica, el rendimiento de la semilla no se guía en función de una producción masiva, sino por la calidad del alimento en base a nutrientes y vitaminas.

    El proceso de producción de semilla puede durar hasta cuatro años, período en el que se selecciona el insumo hasta obtener algunas variedades, con características como óptima resistencia, y calidad.

    Además, el valor agregado de la producción agroecológica es que con esta práctica en la que no se utilizan insumos químicos, las semillas se adaptan a los microclimas de sus territorios. También se rescatan semillas que están desapareciendo, como la jícama (una raíz que produce un alimento similar al nabo), menciona Javier Carrera.

    Pero las semillas en el Ecuador también están en medio de un debate. En el 2012, la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria (Copisa) presentó un proyecto de ley, que a la fecha está en consulta prelegislativa. Los puntos fuertes del proyecto son la obligatoriedad de semillas certificadas, o el ingreso de este insumo transgénico, entre otros. Ana Bravo, investigadora social de la Universidad Andina Simón Bolívar, indica que estos puntos deben debatirse con el sector de los campesinos.

    El Magap en cambio tiene sus observaciones. Por un lado, asegura que se fortalecerá la soberanía alimentaria, en miras al desarrollo de la agroecología. Pero también le preocupa la llegada de semillas transgénicas para el consumo humano. La opción es trabajar en más investigación.

    Foto: cortesía Red de Guardianes de la Semilla La Red de Guardianes de la Semilla es una plataforma vinculada a la agricultura ecológica. Está en 15 provincias del país y trabajan con los campesinos en capacitación.
    Foto: cortesía Red de Guardianes de la Semilla
    La Red de Guardianes de la Semilla es una plataforma vinculada a la agricultura ecológica. Está en 15 provincias del país y trabajan con los campesinos en capacitación.
  • La producción de cacao baja en la provincia de Esmeraldas

    Marcel Bonilla 

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    La producción de cacao en la provincia de Esmeraldas bajó cerca del 40% en los últimos cinco meses, de acuerdo con productores y exportadores del producto.

    Entre 18 000 y 20 000 productores de cacao viven de esa actividad en la provincia. Casi la mayoría venden el producto a empresas exportadoras.

    Entre los factores que inciden en la baja producción están los cambios bruscos de temperatura que se registran en Esmeraldas, que incluyen lluvias fuertes y vientos fríos. Las lluvias se sienten con fuerza en el centro, norte y sur de la provincia y esto afecta el desarrollo de la mazorca por la cantidad de agua, explica Tony Calverto, técnico agropecuario.

    A los problemas de lluvia se suman los generados por el terremoto del 16 de abril, que movió la tierra y afectó la raíz de muchas plantas. El efecto se siente en Quinindé y Muisne, dos de los más cantones más productivos.

    Rosendo Merchán, productor de cacao en Quinindé, explica que desde hace tres meses no ha podido cosechar los acostumbrados 20 quintales semanales, apenas cosecha 10.

    Merchán añade que el exceso de humedad ha desarrollado hogos, monilla, escoba de brujas y el pitóctora, enfermedades que afectan a los sembradíos.

    Carlos Bastidas, de la Unidad de Cacao de la Prefectura de Esmeraldas, agrega que la poda que se realizó impidió que las plantas produzcan como en épocas anteriores. Por esa razón los nuevos brotes de cacao se frenaron.

    Bastidas asegura que la producción nacional ha caído en un 30%, cifras con las que concuerdan las autoridades del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca, en Esmeraldas.

    En la provincia del norte del país existen alrededor de 75 000 hectáreas de cacao en producción, con tendencia al aumento. Estas producen entre 6 y 7 quintales por año entre cacao nacional, CCN- 51 y otras variedades.

    La provincia de Esmeraldas produce 525 000 quintales de cacao anualmente, lo que representa en ventas unos USD 52,5 millones, de acuerdo con datos de la mesa provincial de cacao de Esmeraldas.

    Los efectos de la baja producción se evidencian en la última exportación de cacao de la Asociación de Productores de Cacao del Norte de la provincia de Esmeraldas (Aprocane), que exportó siete toneladas menos.

    La organización exporta cada tres meses 25 toneladas al mercado suizo, pero esta vez solo enviaron 18 toneladas, porque hay baja producción.

    Lilian Dalfo, representante de la organización, dice que pese a tener 650 socios comerciales, no han podido cumplir con la demanda de sus compradores en Suiza, pero esperan recuperarse en noviembre próximo, cuando llegue la cosecha.

    El centro de acopio de Aprocane compraba mensualmente 150 quintales de cacao, pero desde hace tres meses las adquisiciones no llegan a 100, lo que representa una disminución importante en los ingresos para la asociación de cacaoteros del norte.

    “Factores como la monilla y las lluvias afectan la producción y acopio del producto para exportación”, resume la vocera de Aprocane.

    Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES La provincia de Esmeraldas produce alrededor de 525 000 quintales de cacao anualmente.
    Foto: Marcel Bonilla / LÍDERES
    La provincia de Esmeraldas produce alrededor de 525 000 quintales de cacao anualmente.