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  • Figuras de la fauna nacional sirven de artículo didáctico

    Redacción Quito

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    Tortugas galápagos, fragatas, piqueros son algunas de las figuras de papel reciclado, con animales endémicos del Ecuador, que comercializa Anima Papel Reciclado. Este es un emprendimiento que Alexandra Moya, Guido Chávez y Edwin Cabrera pusieron en marcha hace tres años. A su producto lo definen como un juguete para el aprendizaje.

    “Desde hace 11 años venimos trabajando con papel reciclado, pero la idea del negocio surgió en el 2007. La gente nos iba pidiendo cosas y finalmente comenzamos a vender un set didáctico de figuras para pintar. Viene con un folleto ilustrativo que le indica al niño como pintar y una historia sobre los animales”, dijo Moya.

    Los empresarios se involucraron en este tema debido a que Chávez, que es ilustrador, estaba dedicado a un tema sobre animales en peligro de extinción, cosa que llamó la atención de Moya. La idea es que la ciudadanía, a través de los niños, conociera la fauna.

    La primera colección que sacó la firma fue la de dinosaurios, que incluye dos especies cuyos restos se encontraron en Ecuador: el mamut y el tigre dientes de sable.

    La inversión inicial para desarrollar el proyecto fue de USD  15 000. La producción de las figuras se hace a través de moldes y un proceso de secado que toma entre un día y una semana, dependiendo del tamaño de la figura.

    Sin embargo, Anima cuenta con su parte ecológica. Por ello todo el papel que usa es reciclado. Los emprendedores lo recolectan y también reciben donaciones de los vecinos del barrio de El Placer, en el centro de Quito, donde se encuentra el taller.

    El producto final consiste en cajas con un animal grande, témperas para colorear y el folleto. “Les damos los colores básicos. En el texto se hallan las instrucciones para que los niños aprendan a crear los colores en base a las mezclas y puedan pintar sus figuras”.

    También, constan las cajas pequeñas que traen las figuras, los stickers y la descripción. Más adelante prevén sacar un cuaderno de actividades para los niños que contenga diferentes paisajes.

    Esto entusiasma a niños como Alejandro Méndez, de 10 años. “Me parece super chévere pintar los animales. Así uno se entretiene, principalmente en esta temporada de vacaciones”.
    La caja grande tiene un costo de USD 20 y la pequeña de 10. Cuando es por menor cuesta entre USD 15 y 8, respectivamente.

    Cuando arrancó el negocio este producía de 50 a 70 cajas al mes, pero ahora elabora entre 200 y 300. Moya explica que hasta el momento cuentan con dos colecciones: Gigantes del Pasado y Galápagos, sin embargo, están sacando la de animales de Costa, Sierra y Amazonía del Ecuador.

    Con la colección de animales de las ‘Islas Encantadas’ ganaron el primer lugar del segundo testing lab del 2016, organizado por ConQuito, vinculado a música, juguetes y entretenimiento.

    Daniela Paredes, técnica de emprendimiento e innovación de la entidad municipal, explica que como parte del concurso, los emprendimientos se mostraron en Quicentro Sur y luego se realizó un proceso de selección que determinó que Anima Papel Reciclado cumplía con los criterios de evaluación entre los que están visión de negocio, propuesta de valor, tamaño de mercado, potencial de implementación y diseño de imagen. Entre los incentivos para el emprendimiento están asesoría, promoción en medios del ente, la posibilidad de mostrarse en una isla de Quicentro Sur de manera temporal, etc.

    Moya destaca la oportunidad que le dieron y señaló que su crecimiento ha sido con mucho esfuerzo. El primer año este negocio facturó USD 4 000, mientras que en el 2015 fueron USD 32 000.

    La producción de este negocio también cuenta con figuras vinculadas a las tradiciones de Quito como la Virgen alada de Legarda, los cucuruchos, entre otros.

    Alexandra Moya es una de las responsables de las figuras que elabora Anima Papel Reciclado, en Quito. Foto: Archivo / LÍDERES
    Alexandra Moya es una de las responsables de las figuras que elabora Anima Papel Reciclado, en Quito. Foto: Archivo / LÍDERES
  • El consumo de papel y cartón baja su ritmo en el país

    Redacciones Quito y Guayaquil

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    La industria del papel y cartón debe enfrentar nuevos retos en el país. El primero se enmarca en la tendencia global de reducir el consumo de papel, y el segundo es replantear sus estrategias de producción, de cara a la actual crisis económica. Uno de los primeros sectores que se proveen de estos materiales es la industria gráfica.

    Este está compuesto por imprentas, en las que se utiliza papel bond, cuché, saturado, cartulina para publicidad, libros, revistas, empaques, entre otros. El segundo es el de medios de comunicación impresos, que usan el papel periódico, y el tercero donde se procesa pulpa de papel para la fabricación de papel higiénico, servilletas y láminas de cartón.

    Ecuador tiene alrededor de 167 000 hectáreas de plantación forestal con fines comerciales, de acuerdo con información del Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) y produce 421 000 toneladas métricas de madera anuales. Sin embargo, la pulpa que se obtiene de la madera no se produce en el país.

    Asimismo, un estudio del Ministerio de Sectores Estratégicos planteó dentro del Plan Integral para el Desarrollo de Industrias Estratégicas, que la implementación de una planta para producción de pulpa de papel bond, cartón, papel tissue, entre otros, requeriría una inversión de unos USD 2 000 millones, además de USD 821 millones en el cultivo de árboles de pino y eucalipto.

    En la industria del papel, Mauricio Miranda, presidente de la Asociación de Industriales Gráficos del Ecuador (AIG), explica que la importación de papeles especiales como el copia o químico (que se usan para facturas), al tener las sobretasas arancelarias ha afectado a los industriales gráficos. Esto, dice, desencadenó que los precios, más los impuestos regulares como el IVA, encarezcan los productos y reste competitividad en relación con otros países de la región.

    Para Óscar Ayerve, presidente del sector gráfico de la Capeipi, otro de los aspectos que preocupa a la industria es la reducción del consumo del papel. Aunque no precisó cifras, este factor se encuentra en el marco de una tendencia global que busca el uso de productos amigables con el medioambiente y en formato digital.

    En este nuevo entorno, empresas como Propandina desde hace 50 años utilizan el bagazo de la caña de azúca
    r.
    Ramiro Cuvi, gerente comercial de esta firma que pertenece al Grupo Carvajal en Colombia, sostiene que las importaciones de su materia prima desde Cali en productos amigables denominados ‘Earth Pack’ que son fabricados con insumos naturales, representan un crecimiento actual del 30%, aunque el mercado nacional tenga una contracción debido a la situación económica del país.

    Sobre la producción de cartón, Raúl Molina, gerente comercial de la productora de cartón Procarsa, en Guayaquil, explica que los productores de cartón dependen en gran medida de los principales artículos de exportación no petrolera del país, como el de las flores y el banano.
    “La competencia para el gremio bananero este año fue muy fuerte. Además, algunas bananeras tuvieron problemas fitosanitarios, lo que les ocasionó problemas de no poder pagar a tiempo, eso también afecta a los proveedores de insumos como el cartón”, indica el empresario.

    Pero para esta industria, el reciclaje es un factor importante debido a que este material se reúsa como materia prima. El año pasado se recuperaron 182 857 toneladas de papel/cartón; en el 2014 fueron 182 857, según un estudio realizado por la Iniciativa Regional para el Reciclaje Inclusivo.

    Este trabajo lo hacen los recicladores, y por eso organismos como el BID invirtieron USD 5,5 millones para la Red Latinoamericana de Recicladores en la región.

    Un vistazo de las bodegas de la firma Procarsa en Guayaquil. La baja en las exportaciones de banano y flores incide en la producción de los cartones en los que se envían estos productos. Foto: Fotos: Enrique Pesantes / Líderes
    Un vistazo de las bodegas de la firma Procarsa en Guayaquil. La baja en las exportaciones de banano y flores incide en la producción de los cartones en los que se envían estos productos. Foto: Fotos: Enrique Pesantes / Líderes
  • En el reciclaje se formó como líder de una organización

    Sofía Ramírez (I)

    Laura Guanoluisa cuenta que a sus 5 años, acom­pañaba a su abuelo Belisario Guanoluisa (+) en sus actividades, en la quebrada junto al río Machángara, en el sector La Recoleta (sur de Quito). En ese lugar, él recogía papeles, cartones y botellas; mientras ella acopiaba y limpiaba peluches y muñecos que estaban en la basura.

    Ellos viajaban una vez por semana desde Pastocalle, en Cotopaxi, hasta la capital ecuatoriana para reciclar. Esta mujer, hoy con 40 años, desde entonces se formó como ‘recicladora base’ y ahora es Presidenta de la Asociación de Gestores Ambientales del DMQ y es líder de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec).

    Su actividad tiene el objetivo de organizar a hombres y mujeres que trabajan en la recuperación de residuos sólidos, potencialmente reciclables, como el papel, cartón, plástico y metal.

    Los ‘recicladores base’ se encargan de recolectar, seleccionar, transformar y reutilizar los residuos sólidos. En los 221 municipios del Ecuador se genera un aproximado de 4,1 millones de toneladas métricas de basura al año.

    De este volumen, el 25% se puede reciclar, según datos del Programa Nacional para la Gestión Integral de Desechos Sólidos, del Ministerio del Ambiente del 2014.

    Guanoluisa cuenta que a los 12 años vino a Quito, para trabajar como empleada doméstica.
    Mientras cumplía con esta labor, también reciclaba latas de atún. A sus 15 años estudió en una academia de belleza, pero también se casó con César Sanguña. Ambos fueron a vivir a Calderón, y Luisa explica que él y su suegra también reciclaban en barrios como Carapungo (norte de Quito).

    En el 2006, mientras cumplía estas actividades con su esposo, vio que otros recicladores trabajaban de manera individual.

    A la par, tanto el Municipio como la Secretaría del Ambiente solicitaron a los recicladores que se organizaran, además de evitar que los niños trabajasen en las escombreras. Tras ese pedido, Guanoluisa y otras 74 personas conformaron la organización Minadores del Sector Carretas. Los ‘recicladores base’ de este grupo se dispersaron por varias zonas de Quito, para recolectar el material.

    Trabajaban de lunes a domingo, de 07:00 a 17:00, y recolectaban semanalmente una tonelada de basura. Estos desechos se vendían a intermediarios, en aproximadamente a USD 3 el quintal de chatarra, por ejemplo. Todo esto sin recibir un sueldo básico.

    En el 2007, la organización cambió de denominación a Gestores Ambientales del Distrito Metropolitano de Quito, una vez que se involucraron con el proyecto Puntos Limpios, del Cabildo y de la Administración Zonal La Delicia (en el norte). De los 74 recicladores quedaron 38, y asistían a charlas de fundaciones como Avina, que les dieron las pautas para trabajar de forma asociativa.

    Verónica Arias, secretaria de Ambiente del Municipio de Quito, cuenta que hace cinco años decidieron incluir a toda la cadena de valor que realizan los recicladores, como una opción para formalizar esta actividad.

    Por eso, la organización que lidera Laura Guanoluisa arrendó un terreno en USD 40 cerca de La Delicia y vendían a USD 3 cuatro toneladas de material, que recogían de los Puntos Limpios.

    Al ver la gestión organizada durante un año, el Municipio les otorgó un terreno en ese sector, máquinas y transporte. Hasta la fecha, 18 personas trabajan en los 225 Puntos Limpios. Este material se recoge y se clasifica manualmente, alcanzando 48 toneladas mensuales. También se logró que los recicladores reciban un sueldo básico. Además, reciben papel y cartón como donación de empresas privadas, y les permite tener ingresos de USD 6 000 por mes.

    INSIGNIA

    “Reciclar es un oficio que se hereda”

    Faustino Simbaña, 55 años reciclador del Cegam. Foto: Vicente Costales/ LÍDERES.
    Faustino Simbaña, 55 años reciclador del Cegam. Foto: Vicente Costales/ LÍDERES.

    Ser reciclador es un oficio que se hereda hace años. Cuando tenía 10 años, empecé a ­reciclar con mi familia en varios sectores de Quito.

    La clasificación manual de lo que encontramos en las calles como cartón, botellas, vidrios, plásticos, papel, etc; es una responsabilidad que debemos cumplir hacia la ciudadanía y con el cuidado del medioambiente.

    Ser parte del Cegam es un orgullo, porque somos una especie de microempresa que a través de una recolección ordenada, podemos acceder a un sueldo básico.

    Incluirnos en estos procesos productivos, recibir charlas sobre ambiente, autoestima, visibiliza nuestro trabajo diario en este sector.

    Por ahora, en el Cegam apoyo con la clasificación de cartón y papel; también recibo a las personas o instituciones que vienen a depositar el material en nuestro centro de acopio.

    Mientras se siga fortaleciendo el Cegam, seguiré reciclando y clasificando el material. Ese es y será mi aporte, para quienes trabajamos en este oficio y para la ciudadanía en general.

    Laura Guanoluisa es líder de la Asociación de Gestores Ambientales y de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec). Foto: Vicente Costales/ LÍDERES.
    Laura Guanoluisa es líder de la Asociación de Gestores Ambientales y de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec). Foto: Vicente Costales/ LÍDERES.
  • Los cohetes espaciales Ariane se apuntan al reciclaje

    Agencia EFE

    Airbus, cuyos cohetes Ariane están bajo presión por su competidor de bajo coste SpaceX, acaba de revelar su trabajo en secreto desde hace cinco años: lanzaderas con motores reutilizables que rebajarían el precio de las puestas en órbita de satélites.

    Se trata de dos proyectos diferentes, el más avanzado de los cuales, sobre los motores de propulsión atmosférica, podría materializarse entre 2025 y 2035, explica a Efe un portavoz de la división espacial de Airbus.

    Un equipo de ingenieros concentrados en la planta de Mureaux, en la región de París, han desarrollado un demostrador, bautizado ‘Adeline’, que se presenta como el módulo inferior del cohete con dos pies.

    Su gran novedad es que una vez que ha soltado el módulo superior -en el que va el satélite camino de su órbita- es capaz de volver a posarse en tierra intacto mediante un aterrizaje similar al de un avión, en lugar de destruirse -como ocurre ahora- al caer al mar. La clave son unas hélices que se despliegan en ‘Adeline’ durante la fase balística, mediante las cuales adquiere el aspecto de un dron muy particular.

    Eso ha sido posible gracias a la experiencia acumulada en la actividad de drones que Airbus desarrolla en su planta española de Getafe (Madrid), destacó el portavoz de la compañía europea.

    El objetivo de la recuperación de ese módulo con los costosísimos motores, que podría ser utilizado -una vez pasado un mes para volverlo a preparar- entre una decena y una veintena de ocasiones, es reducir el costo de cada lanzamiento de satélites en torno al 30%.

    Para eso, primero habrá de superar con éxito una fase de pruebas que se debería iniciar en 2018 y, antes de eso, lograr que la Agencia Espacial Europea (ESA) consiga convencer a los Estados miembros de financiarla.

    «La solución es intrínsecamente muy segura», señaló el director técnico de la división espacial de Airbus, Hervé Gilbert. El segundo proyecto es todavía más futurista y más complejo porque se refiere al módulo superior de la lanzadera, el encargado de colocar en la órbita adecuada el satélite, cuya reutilización necesitaría jugar con una fase de espera en el espacio.

    El fabricante aeronáutico europeo ha imaginado un remolcador que, una vez que ponga en su correcta posición un satélite, se quede en órbita a la espera de la siguiente operación, es decir de otro cohete que le enviaría un nuevo satélite y el combustible requerido.

    El remolcador se volvería a activar así para empujar a ese nuevo satélite hasta la posición desde la que pueda operar y posteriormente se replegaría, una vez más, hasta su órbita de espera a varios cientos de kilómetros de altura.

    La ventaja es que con ello se evitaría tener que enviar cada vez al espacio el motor de colocación en órbita, con todo lo que eso significa de reducción del peso de la lanzadera y de disminución de la carga de carburante.

    La compañía europea, en cualquier caso, no confía en poder concretar esta segunda innovación hasta después de 2035, y eso siempre condicionado a lograr un modelo económico que la permita.

    Porque para que la reutilización sea rentable lo principal es tener una cadencia de lanzamientos mucho más elevada que la actual, algo a lo que podrían ayudar programas como el de Google para crear una constelación de satélites.

    Antes de todo eso, la prioridad para la división espacial de Airbus es la entrada en servicio de Ariane-6, que en el horizonte de 2020 debe complementar al Ariane-5 utilizado actualmente.

    El lanzamiento del Ariane-6 fue decidido finalmente el pasado mes de diciembre por los países de la ESA como un instrumento para mantener las posiciones que la industria europea ve amenazadas con la irrupción de SpaceX. 

    Airbus está trabajando en lanzaderas con motores reutilizables que rebajarían el precio de las puestas en órbita de satélites. Foto: AFP
    Airbus está trabajando en lanzaderas con motores reutilizables que rebajarían el precio de las puestas en órbita de satélites. Foto: AFP
  • La misión de Fernando García en el agro es predicar el cuidado ambiental

    Redacción Guayaquil (I) redaccion@revistalideres.ec

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    No es un agricultor, pero se considera un hombre de campo. El riosense Fernando García está al frente de una cruzada que parecería contradictoria. El Director Ejecutivo de InnovAgro, la organización que en Ecuador agrupa a las empresas multinacionales de investigación y desarrollo de semillas e insumos agroquímicos, tiene la tarea de concienciar a los agricultores sobre el uso adecuado de estos y promover el correcto manejo de los envases, para que no afecten al medioambiente.

    Este abogado poco amigo de las corbatas y de las formalidades puso en práctica sus conocimientos, desarrollados desde 1989 en su propio estudio jurídico, para promover programas de responsabilidad social. De sus estudios en Administración y en Auditoría de Empresas obtuvo las herramientas para representar, desde 1992 y durante 10 años, a la Asociación de Importadores y Fabricantes de Insumos Agropecuarios, como su Director Ejecutivo.

    Una de sus mayores satisfacciones, confiesa, ha sido estar al frente de los programas de capacitación dirigidos a los campesinos, asociaciones agrícolas y trabajadores del campo, involucrados en el manejo de agroquímicos.

    Precisamente, esa necesidad de estar en contacto directo con los agricultores lo ha llevado a recorrer casi todo el Ecuador. Para él, no se trata de promover un insumo o una marca en particular, sino de darle habilidades al campesino y a todos los que están en la cadena del manejo de agroquímicos, que les permitan minimizar los efectos negativos en su salud y en el medioambiente.

    Entre las tareas de García están la de educar al campesino sobre cómo reducir el impacto que causa la manipulación de los envases vacíos de los productos agroquímicos que se desechan en el campo. En Riobamba, hace tres semanas, se reunió con productores de la zona para promover el programa de responsabilidad social bautizado como CuidAgro.

    “Es muy importante que nosotros conozcamos sobre la correcta manipulación de los envases donde se almacenan los insumos del campo”, dice el dirigente agrícola Marco Pozo, de la zona de Guano, en la provincia de Chimborazo.

    Carlos Torres, miembro de una Asociación de Productores Banano de Pasaje, en la provincia de El Oro, reconoce en García a un conocedor del sector, cuyas charlas educan por su practicidad.

    Los integrantes de este gremio bananero orense aprendieron la técnica del triple lavado. El objetivo de este método es limpiar la mochila de aplicación con los sucesivos lavados y así eliminar totalmente los residuos. “El resultado es que el envase queda limpio y no existe el riesgo de que los ingiera un niño”, señala Torres.

    Con esa misma práctica, el envase vacío sirve para ser reutilizado a través del reciclaje.

    El guatemalteco José Perdomo, presidente ejecutivo de CropLife Latin America, destaca el trabajo alcanzado por García desde la dirección de InnovAgro en la capacitación de los pequeños y medianos agricultores. “Es necesario trabajar en cada país con las comunidades y asociaciones, formando capacitadores, que luego repliquen esos conocimientos”.

    En el 2013, García fue reconocido en México por sus gestiones en el cambio de clasificación en Ecuador de los envases de agroquímicos, que antes estaban etiquetados como recipientes peligrosos para la salud, y que ahora se consideran un desecho especial con opción de reciclaje. La reclasificación la otorgó el Ministerio de Ambiente.

    Los resultados de esa reclasificación han sido muy positivos, a criterio de Pablo Gómez, expresidente de CropLife Ecuador y mentalizador, junto con García, de la propuesta de reclasificación de los envases.

    En el 2014 a través del programa se reciclaron 105 toneladas de recipientes vacíos de pesticidas, desechados de uso en plantaciones de banano y flores. A lo largo de los últimos seis años, a través de este programa, han sido retiradas alrededor de 600 toneladas de envases. “Él está involucrado en todos los proyectos, y combina su trabajo con los agricultores, con la otra actividad de InnovAgro, que es el acompañamiento en el tema regulatorio con las autoridades del país”, menciona Gómez.

    Este padre de tres hijos y amante del té considera que una de las tareas más complicadas de su trabajo es cambiar ciertas prácticas arraigadas en los campesinos, como la resistencia a deshacerse de los envases que resultan de la aplicación de los insumos químicos.
    “La tarea más difícil es lograr que el agricultor devuelva los envases, porque estos tienen tan buena presentación que no los quieren entregar”.

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  • En una casa centenaria se unen el reciclaje y la gastronomía

    Redacción Quito

    El arte en reciclaje y la gastronomía se fusionan en un solo lugar: La Cuchara de San Marcos. Esta iniciativa de la familia Criollo, situada en el centro de Quito, consiste en un espacio cultural que integra la artesanía y los alimentos.

    En una casa de arquitectura colonial de inicios del siglo XX, ubicada en el barrio de San Marcos, se ofrece este servicio desde diciembre del 2011. Allí se ofertan artículos realizados con materiales reciclados como llantas viejas, CD, papel, cartón, botellas de plástico, discos de acetato…. En La Cuchara de San Marcos, unos 20 artesanos exhiben desde marzo productos como carteras, taburetes, joyas, máscaras… Para estar allí, ellos deben aportar al proyecto con el 20 % de la venta de cada uno de sus productos.

    La gerenta de esta iniciativa es Lorena Criollo. Ella destaca que el lugar es una vitrina para que los artesanos expongan sus productos. Además de la galería, el espacio cuenta con un complemento gastronómico. Un restaurante, ubicado en el mismo sitio, brinda al consumidor platos con alimentos orgánicos, además de una propuesta vegetariana gourmet. Los precios oscilan desde los USD 6 hasta los 12.

    La inversión provino del patrimonio de la familia Criollo. Cerca de USD 20 000 fueron utilizados para abrir las puertas de La Cuchara de San Marcos.

    El local tiene un espacio de 500 m² y es arrendado. La inauguración de este negocio, el pasado12 de abril, permitió que un promedio de 15 artistas se reúnan, den a conocer sus productos y compartan experiencias con todos los invitados.

    Gabriela Martínez es representante de la marca ‘Quinde’. Ella, junto a dos colaboradores, elaboran máscaras con cartón y plástico desde hace un par de años; se comercializan entre USD 8 y 10.

    Habitualmente venden sus productos en ferias. Ahora, dice Martínez, cuentan con un nuevo espacio para promocionar su trabajo y quieren dejar un mensaje para que los consumidores sean responsables con el ambiente. “Las cosas desechadas pueden servir como materia prima”.

    Bisutería fabricada con discos compactos sin uso es otra de las opciones que se encuentran en este lugar. Wilma Buitrón y Antonieta Vizueta son amigas y arrancaron su negocio en el 2010. Cada mes diseñan unas 15 piezas de joyas.

    Cristina Criollo también forma parte de este proyecto y combina sus tareas con la dirección de la Fundación Climambiente. Ella, quien contactó a los artesanos, cree que el reciclaje es una buena opción donde se combina el arte con el apoyo a los emprendedores. Dice que estos productos deben ser susceptibles de exportación, con precios considerables en el mercado.

  • Un gremio empresarial obtuvo el reconocimiento punto verde

    Redacción Quito

    El silencio que comúnmente impera en los patios interiores del Jardín Botánico de Quito, ubicado en el norte de la ciudad, fue reemplazado el pasado jueves por discursos sobre ahorro de recursos y empresas privadas.

    Ese día la Cámara de Industrias y Producción (CIP) recibió el Reconocimiento Ecuatoriano Ambiental Punto Verde. Fue la ministra de Ambiente, Marcela Aguiñaga, quien felicitó el trabajo realizado por este gremio.

    Este galardón, que tiene vigencia hasta septiembre del 2014, reconoce las buenas prácticas ambientales de la Cámara. El gremio demoró dos años en obtener el Punto Verde.

    Ana María Noguera, directora de Ambiente y Seguridad Industrial de la CIP, explicó que la primera acción que tomaron en el 2010 fue crear una política ambiental. Esto les permitió establecer a la variable ambiental como un eje estratégico de su gestión empresarial. Se impusieron metas de ahorro en consumo de agua, de energía eléctrica…

    Entre las acciones que permitieron la calificación del Ministerio de Ambiente, se destacan las obras en el edificio matriz de la CIP, para derrocar paredes y ampliar ventanales que permitieron una mayor iluminación natural en interiores.

    Entre los resultados obtenidos por la CIP está un 26% de ahorro en consumo de electricidad. “Además, con la aplicación de una política ambiental ahorramos 282 000 litros anuales de agua”. El consumo del líquido vital se redujo 58%, señaló Noguera al explicar sobre las inversiones en la automatización de los sistemas inodoros, el manejo de desechos sólidos como papel, focos y baterías eléctricas.

    Otro indicador relevante fue que el personal de la CIP disminuyó su consumo de papel mensual de 0,62 a 0,52 kilos, por persona. En promedio, la CIP destinó USD 69 000 para los cambios que fueron reconocidos en este galardón.

    Nicolás Espinosa, presidente de la Junta Directiva de la CIP, recalcó los esfuerzos dados en la capacitación para sus más de 30 colaboradores. Aquello, en la concienciación sobre el manejo de recursos, la gestión de residuos, entre otros temas.

    Para Pablo Dávila, presidente ejecutivo de la CIP, y cuya tarjeta de presentación está impresa en papel reciclado, la búsqueda del reconocimiento (que espera transformarse en certificación a finales de año, según indicó la ministra Aguiñaga), tuvo por objetivo el establecimiento de este gremio como referente para sus afiliados. “El cambio de conducta de nuestros colaboradores se evidencia en réditos económicos”, señaló Dávila.

    El primer reconocimiento Punto Verde se entregó en el 2010 a la Sociedad Industrial Agrícola San Carlos. Otras firmas que ostentan este reconocimiento ministerial son Novacero, Italimentos, Marbelize, Codana, Holcim, entre otras.

    El reconocimiento

    • Hacia la certificación. La ministra de Ambiente, Marcela Aguiñaga, señaló que este reconocimiento busca consolidarse como certificación internacional a fin de año.
    • Los puntos verdes. El reconocimiento tiene una vigencia de dos años y se vincula íntegramente a las buenas prácticas empresariales sobre el aporte ecológico.

  • El año del reciclaje

    Julio Escalante / El Comercio De Lima (GDA)

    Algunas ideas que años atrás usted tiró a la basura podrían servirle ahora. Quizá no era el momento apropiado porque se requería invertir lo que aún no se tenía, no estaba preparado, faltaba tiempo o porque no se contaba con el equipo que llevase esa idea a buen puerto. También hay ideas para la mejora de su empresa que tuvo y quizá ya no recuerda. Otras ideas de negocio se desechan, porque parecen absurdas. Y quizá no lo son. Solo que uno no se ha enterado de que personas que pensaron lo mismo en el pasado sí trabajaron en ellas hasta el final y lograron tener éxito.

    Algunas ideas se olvidan porque no existe el mercado y uno teme ser el pionero; porque se carece del conocimiento para hacerlas financieramente viables.

    En general, las condiciones para arriesgarse e imponer una nueva idea mejoran cada año.

    Solo hay que observar los logros de la tecnología y los cautivados clientes que esperan el último lanzamiento para correr a las tiendas. Imagine un escenario donde no se desechen ideas: primero se prueba si funcionan y si no, a buscarlas en el pasado.

    Sin embargo, para reciclar ideas uno también debe haber cambiado. Si Ud. sigue pensando como hace 10 años y la forma de gestionar su negocio no ve hacia adelante sino que solo espera lo que pase para reaccionar, entonces difícilmente podrá darle nueva vida a una vieja idea. Reciclar lo que parecía inservible debería ser un propósito para el 2013.

  • El diseño y el reciclaje se unen en este negocio

    Redacción Quito

    A finales del 2011, Julio Guevara y Diego Escobar buscaban elaborar un bolso que les sirva para llevar sus útiles a la ‘U’. Este debía ser cómodo y combinar con cualquier tipo de ropa.

    Luego de buscar en Internet como manufacturar estos artículos y ensayar varios modelos crearon bolsos inspirados en los años 60 y 70.

    Así, estos dos quiteños elaboraron estas maletas en tres medidas diferentes y con variados colores.

    El producto final cumplía con sus expectativas, así que decidieron presentar sus creaciones en una feria de diseño.

    Para eso necesitaban crear una marca. La primera idea que se les vino a la cabeza fue Laika, en honor a una perra que tenían como mascota y llevaba este nombre.

    Su inversión inicial fue de USD 250 para manufacturar ocho bolsos. En la feria en la que participaron tuvieron aceptación y vendieron cinco unidades.

    Gracias a esta muestra, sus productos llegaron a espacios de diseño de Quito, como el bazar del Centro de Arte Contemporáneo y So Accesorios.

    Guevara, quien estudió diseño gráfico, y Escobar, administración turística, observaron una oportunidad de negocio en el público que buscaba diseños y creaciones diferentes, por ello quisieron probar con nuevas ideas.

    Para estos jóvenes creativos, un viejo teléfono de disco o un patín clásico de cuatro ruedas pueden servir para elaborar una lámpara.

    Por esta razón, decidieron reutilizar objetos usados para elaborar y vender artículos con diseños fuera de lo común.

    Para obtener las materias primas acuden a tiendas que venden objetos usados, en el caso de las lámparas. Para los bolsos adquieren cuero sintético en tiendas del centro de Quito.

    Hoy su producción es de 10 a 15 bolsos mensuales, cinco lámparas, y 20 adornos para interruptores con diseños de la cultura pop. Su facturación mensual asciende a USD 300.

    Marcela Uzcátegui es arquitecta y ha adquirido los productos de Laika Estudio. Ella compró unas lámparas y otros accesorios. Uzcátegui destaca que los productos son hechos a mano y con materiales reciclados. En esto coincide Estefanía Correa, quien es «fanática» de los bolsos que produce esta marca quiteña.

    Los productos

    La oferta. Estos emprendedores también elaboran camisetas, chompas, colgantes y más productos.

    La nueva colección. En los próximos meses lanzarán nuevos productos, inspirados en tradiciones ecuatorianas, pero con un toque pop, explican Guevara y Escobar.

  • Una iniciativa que se nutre de creatividad y reciclaje

    Redacción Cuenca

    En los mercados de Cuenca, las canastas de madera donde se transporta la fruta quedan abandonadas. Juana Álvaro las recoge, las restaura y las comercializa como porta maceteros. Lo mismo ocurre con los retazos de tela de los almacenes, Álvaro los recoge y los utiliza para elaborar delantales de cocina y servilletas bordadas.

    Además de esos productos, esta azuaya también elabora panes de yema que comercializa en maceteros, ‘popcakes’ decorados, manzanas acarameladas y achocolatadas, ‘cupcakes’ de chocolate con champán, frutos secos con whisky y otros sabores. Esta iniciativa se llama Postres y Decoración con lo que Álvaro vende unos USD 400 al mes.

    Esta microempresaria nació con habilidad para elaborar artículos decorativos. Su madre, Aracely Ramírez, la alentó a que emprendiera, incluso le dio sus recetas de postres, con lo que hoy Álvaro deleita a sus clientes.

    Desde hace más de 10 años comercializa sus creaciones por temporadas o por encargo, pero a inicios del 2012 decidió enfocarse en el negocio.

    Invirtió cerca de USD 500 en materiales y elaboró delantales con diferentes diseños, cajas decorativas y postres. Abrió una cuenta en Facebook y comenzó a ofertar sus productos. Sus ventas mensuales bordeaban los USD 200.

    En diciembre pasado, Diana Sojos, propietaria del espacio artesanal La Esquina de las Artes, conoció el trabajo de Álvaro y la invitó a participar en ferias ocasionales. Luego la invitó para que cada sábado exponga sus artículos de decoración y postres en un espacio de esta casa que acoge a 11 iniciativas fijas.

    Con el acceso a esta vitrina ha duplicado sus ventas y ha llegado a más consumidores, incluso ha diversificado su oferta. Según la temporada, dicta talleres de decoración y repostería para niños y adultos. También elabora postres y entrega a domicilio.

    Lucía Calderón compra los ‘cupcakes’ y panes de yema que elabora esta cuencana. Ella destaca el sabor y la creatividad ya que los comercializa en macetas o tazas de té decorativas.

    Los sábados en la mañana el espacio donde Álvaro expone sus productos es un derroche de creatividad. Hay estantes antiguos decorados con tazas, flores, esculturas de ‘cupcakes’ y un maniquí donde exhibe los delantales que borda a mano. Cada semana cambia la decoración para que los clientes sientan su pasión por lo que hace.

    Más sobre la iniciativa
    La oferta.   Entre servilletas y delantales elaborados a mano hay más de 30 modelos con telas diferentes.

    Los talleres.  Para los niños hay para decorar una maceta y sembrar una planta. También de costura, repostería…

    LA CIFRA:
    USD 3 cuestan sus productos en promedio