Etiqueta: Restaurante

  • Cacao y patrimonio son el gancho en esta iniciativa familiar

    Redacción Quito

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    El Palomar es una iniciativa familiar que abrió sus puertas en una casa patrimonial, en el Centro Histórico de Quito. Sus fundadores iniciaron esta aventura hace cinco meses.

    El concepto es sencillo: combinan cacao fino con el patrimonio de la ciudad. Seis miembros de la familia Ordóñez-Bermúdez son los responsable de este emprendimiento. Ellos recuperaron la casa para recibir a comensales, golosos y amantes del buen chocolate, que ellos producen en Santo Domingo de los Tsáchilas.

    Sandra Bermúdez, de 54 años y Juan Carlos Ordóñez, de 56, son los padres de este clan familiar y los impulsadores de la idea; además participan sus hijos Francis Ordóñez y Juan Ordóñez con sus esposos Christian Mendes y Marta Alvear.

    El Palomar produce y procesa el cacao desde la pepa hasta la tableta y ofrecen el servicio de chocolatería (cafetería especializada en chocolate) con productos como postres y sánduches caseros, todo en una casa patrimonial rehabilitada por esta familia y que contó con el apoyo del Instituto Metropolitano de Patrimonio.

    “Este es un emprendimiento familiar, en el que estamos involucrados padres e hijos con sus parejas y sus diversos talentos”, señala Bermúdez.

    Hasta el momento la familia ha invertido alrededor de USD 10 000, sin tomar en cuenta el valor de la rehabilitación de la casa, que es de su propiedad.

    El nombre El Palomar lo eligieron en familia por dos razones: “la primera porque el centro es el hogar de muchas palomas y la segunda porque en la casa tenemos una habitación en el último piso con una vista espectacular del Centro Histórico, como un palomar”, dice Bermúdez.

    El cacao se procesa de forma artesanal, bajo la marca ‘Cacao Bim’. El cultivo está en la parroquia Las Mercedes, en de Santo Domingo de los Tsáchilas.

    Los emprendedores aseguran que el cacao utilizado es libre de químicos, no contiene preservantes ni nada artificial. Es 100% cacao puro y fino de aroma. En poco tiempo aspiran tener la certificación totalmente orgánico.

    Los productos que se venden en El Palomar se dividen en dos líneas. La primera es una tienda de productos ‘Bim’ donde se expenden tabletas de cacao al 100% y al 60%, éste último solo contiene azúcar; también cuentan con jabón, bálsamo para la piel y labios, licor y los nibs (pepas de cacao tostada, pelada y triturada, ideal para acompañar los alimentos).

    La segunda línea es la del servicio de chocolatería donde preparan la taza de chocolate en varias presentaciones, desde puro, con un toque de naranja, o con un ligero toque picante, caliente y frozen, acompañado de pasteles y sánduches caseros.

    También ofrecen café, tés aromáticos cosechados en ese momento de sus macetas, jugos naturales y en ocasiones especiales vino hervido y el tradicional canelazo. Los costos de sus productos, en el servicio de cafetería van desde los USD 2,50 a 2,95 por el chocolate los postres tienen iguales precios, mientras que los sánduches van desde los USD 2 dólares hasta 3,50.

    “En este tiempo hemos sido invitados a la feria de la Presidencia de la República por el Día del Turismo, en la Feria Texturas & Colores con Cacao Bim, gracias a ConQuito”, comenta con alegría Bermúdez.

    Foto: Cortesía Conquito
    Foto: Cortesía Conquito
  • L’Arpège es el mejor restaurante europeo

    Agencia EFE

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    El restaurante L’Arpège de París, del chef Alain Passard, repite por segundo año consecutivo como el mejor establecimiento culinario de Europa, en la lista anual de Opinionated About Dining (OAD).

    L’Arpège es un establecimiento de cocina francesa contemporánea. Fue fundado en 1986, ha obtenido tres estrellas Michelin, el máximo reconocimiento a la gastronomía mundial.

    Passard cocina casi todos los días en el restaurante, a pesar del éxito y la vigencia por más de 30 años que ha ganado.

    Una de las fortalezas de esta propuesta culinaria son las huertas orgánicas que mantiene Passard. De allí obtiene sus famosos vegetales, por lo que decidió eliminar de la carta la carne roja desde el 2001.

    Por detrás de L’Arpège, que está a unas decenas de metros del Hotel de Matignon, residencia oficial del Primer Ministro francés, se sitúa en segundo lugar el chef suizo Andreas Caminada, con el restaurante que lleva su nombre en la localidad de Fürstenau, según la lista presentada en París por OAD.

    El sueco Magnus Nilsson ocupa, con su establecimiento Faviken, el número tres. A continuación viene el español Azurmendi, en la localidad vizcaína de Larrabetzu.

    Otros dos establecimientos gastronómicos españoles aparecen entre los diez primeros: Etxebarri, de Víctor Arguinzoniz (Vizcaya), que avanza desde el séptimo hasta el sexto puesto, y Quique Dacosta (Dénia, Alicante), que pasa de la décima posición a la octava.

    El chef Alain Passard fundó el restaurante parisino L’Arpège hace tres décadas. Foto: Agencia
    El chef Alain Passard fundó el restaurante parisino L’Arpège hace tres décadas. Foto: Agencia
  • La solidaridad y el sabor, las recetas de este restaurante

    Valeria Heredia

    Su receta es una mezcla de sazón manabita y solidaridad. Los cocineros de este negocio son cuatro amigos que brindan empleo a las personas afectadas por el terremoto de Manabí y Esmeraldas.

    Rubén Corrales, Daniel Encalada, Pablo Pineda y Ximena Oña son los cuatro emprendedores que levantaron el restaurante Megalunch, donde predomina el sabor costeño en cada plato.

    El ‘manaba’, el ‘guayaco’, el churrasco, los apanados, la comida rápida son algunas de las delicias preparadas en este local, ubicado en el interior de un centro comercial del norte de la capital.

    Actualmente tiene cuatro trabajadores de diferentes localidades de Manabí. Ellos realizan trabajos como la preparación de alimentos, ayudantes de cocina, caja y otras actividades. Los cuatro llegaron a Quito tras el movimiento telúrico del 16 de abril.

    Carlos Franco, oriundo de Portoviejo, perdió su casa por el terremoto y emigró a la capital para buscar una mejor situación económica para él y su hijo de tres años. “Mi casa se cayó y no encontré trabajo en Manabí, por lo que busqué otras opciones”.

    Afortunadamente, Franco logró emplearse en Megalunch y se convirtió en ayudante de cocina hace casi un año. Para él, esta fue una oportunidad para ayudar a su familia, a quien visita cada mes en su natal Portoviejo. “Tengo que enviar dinero para la manutención de mi hijo”.

    Emplear a personas que lo perdieron todo tras el movimiento telúrico representa una satisfacción para Rubén Corrales, uno de los mentalizadores del restaurante. “La única forma de ayudar es brindando trabajo a las personas que fueron afectadas”.

    En esto coincide Ximena Oña, quien es parte de los socios del local. Para ella, lo importante es ofrecer estas plazas de trabajo y, mejor aún, si logran que otros emprendedores adquieran la marca y levanten sus negocios propios.

    “Mandamos vituallas una o dos veces hacia Manabí pero la pregunta que nos planteamos es cómo ayudarles a salir adelante luego de lo que pasó”.

    Según Oña, la idea de su restaurante responde a la responsabilidad social que se plantearon este grupo de amigos hace un año.

    En Megalunch además de la solidaridad destaca la innovación en sabores. Cada temporada cambian los platillos que no tienen buena acogida por los clientes. Pero, mantienen los precios, que van desde los USD 3,50 hasta los 5,99; todo depende de las delicias costeñas que se degustan en las instalaciones de este local.

    Otro de sus ‘plus’ es el tamaño de sus platos, que miden hasta 30 centímetros de diámetro. La idea es que las personas queden satisfechas, explica Corrales, quien además comenta que la inversión para levantar Megalunch fue de unos USD 50 000.
    El monto destinado fue para adquirir la indumentaria necesaria para brindar un producto de calidad; se suma que tuvieron que adecuar el espacio para el restaurante, que hoy por hoy factura USD 18 000, al mes.

    Este año está lleno de retos para estos emprendedores, que buscan abrir un nuevo punto de venta en un centro comercial del sur de la ciudad. La constancia y la amistad son las claves para lograrlo, aseguran estos jóvenes que tienen entre 30 y 35 años. Hasta que eso ocurra, estos amigos mantienen su iniciativa de dar una mano a los hermanos de Manabí y Esmeraldas.

    Rubén Corrales, Ximena Oña y Pablo Pineda son tres amigos que levantaron el restaurante Megalunch, en el norte de Quito. Su idea fue ayudar a las personas de Manabí tras el terremoto. Fotos: Paúl Rivas / LÍDERES
    Rubén Corrales, Ximena Oña y Pablo Pineda son tres amigos que levantaron el restaurante Megalunch, en el norte de Quito. Su idea fue ayudar a las personas de Manabí tras el terremoto. Fotos: Paúl Rivas / LÍDERES
  • Este restaurante es vegano y activista

    Valeria Heredia

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    El mirador de Guápulo, en el norte de la urbe, ofrece una opción diferente a los visitantes: unas delicias veganas y una vista panorámica de la ciudad.

    Ambas actividades pueden realizarse en el interior del restaurante Tandana, que abrió sus puertas hace seis meses. Pero su construcción duró casi un año.

    Este espacio se levantó de la mano de la Fundación Libera, que vela por los derechos de los animales y se constituyó en el 2011. La idea surgió con el objetivo de reunir fondos para las actividades de la fundación, por lo que es un negocio sin fines de lucro. Así lo explica Pedro Bermeo, administrador del restaurante y voluntario fundador de Libera.
    El restaurante, ubicado en la parte inferior del mirador, refleja una mezcla de cuidado ambiental, salud, sabor y comercio justo.

    En el primer punto destaca la decoración. Las mesas y sillas son de pallets (cajas de madera, que separan los bloques de cemento), que fueron elaboradas por los miembros de la Fundación.

    El mismo material se utilizó para elaborar el mostrador, donde se exhiben postres como pasteles, galletas o ‘pies’ veganos. Ese es el valor agregado que tiene este negocio, afirma Bermeo. En el mostrador, además, se muestran cartillas con información de las actividades que realiza Libera.

    El apoyo a la Ley Orgánica de Bienestar Animal (LOBA), la defensa del Parque Nacional Yasuní o las razones del veganismo son parte de la información que se expone en este espacio, que no solo ofrece alimentos veganos sino que es un espacio en el que se puede reflexionar sobre la necesidad de cuidar el ambiente y a los animales por medio de este estilo de vida: veganismo.

    Otro de los mensajes, que busca posicionar esta agrupación animalista, es la salud de las personas. Lo demuestran con la preparación de sus platillos con productos orgánicos.

    Para esto tienen cuatro proveedores del sector de Guápulo, que entregan verduras y hortalizas cultivadas en sus huertos orgánicas, señala Bermeo, quien destaca que es un emprendimiento de cuatro mujeres, que apuestan por una alimentación saludable.
    Sin duda, en Tandana, que recibe a unas 1 000 personas al mes, se trata de resaltar el sabor en cada plato vegano como la pizza, que incluye albahaca, aceitunas, pimiento, piña y otros sabores. Un verdadero manjar en la boca, indica Manuel Fueres, un cliente.

    Según Bermeo, con la apertura de Tandana, además, se espera que las personas entiendan que la comida vegana es deliciosa y no sin sabor como piensan las personas, comenta el joven de 25 años.

    Al ser un restaurante que apoya el cuidado ambiental y el bienestar de los animales, también, decidieron fortalecer el comercio justo con los productores nacionales.
    Bermeo indica que no son un grupo nacionalista pero que sí apoyan al productor pequeño y ecuatoriano. En el restaurante, por ejemplo, hay productos como Wá, una bebida carbonizada de sabores típicos como la flor de jamaica o el limón.

    La bebida se ha convertido en una de las favoritas de los comensales, que buscan no solo comer sino disfrutar de un tiempo agradable en familia o con amigos.

    Virginia Lugo es la chef del restaurante, que realiza las delicias veganas cada día. Asegura que la comida que se realiza en este espacio es 100% natural y vegana. “No es lo clásico que las personas esperan como una ensalada, son platos como pizza, hamburguesa, platos ecuatorianos como la sopa de quinua”.

    Esta chef venezolana comenta que lo positivo y diferente del restaurante es que es un restaurante activista sin fines de lucro. “Lo levantamos para seguir con nuestros proyectos”.

    Lugo, incluso, resalta que es un espacio inclusivo para todos quienes amen la buena gastronomía.

    El restaurante, que se levantó con una inversión de USD 50 000, tiene la ayuda de los miembros de Libera, ya que hicieron mingas, trueques para adecuar el lugar, que fue entregado en “malas condiciones”, según Bermeo.

    Los integrantes de la Fundación se comprometieron a adecuar el espacio y hacer obras en los alrededores de Tandana. En este año se inaugurará un espacio cultural para que los artistas tengan la oportunidad de presentar su arte.

    En el restaurante Tandana, ubicado en Guápulo, se ofrecen platos veganos. Pedro Bermeo (derecha) es el administrador del negocio. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
    En el restaurante Tandana, ubicado en Guápulo, se ofrecen platos veganos. Pedro Bermeo (derecha) es el administrador del negocio. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES
  • Sánduches de cuy y conejo son la propuesta de este emprendimiento

    Modesto Moreta

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    ¿Se imagina saborear un sánduche nutritivo, bajo en grasa y que esté elaborado con carne de cuy o de conejo horneado? Esta nueva oferta gastronómica ofrece Smoothies & Sánduches. La propuesta de este negocio ambateño, que entró al mercado hace seis meses, es “comer sano y nutritivo”.

    El emprendimiento que atiende en los locales 1 y 2 del Centro Comercial Cevallos, ubicado en el centro de Ambato, es dar una nueva alternativa que evite el consumo de la comida industrializada por una que trata de contrarrestar riesgos para la salud de niños, jóvenes y adultos.

    Javier Sandoval y Margarita Pullas son sus propietarios. Ellos también ofertan batidos con leche deslactosada, con frutas frescas orgánicas con mezclas como granola, quinua, chía, máchica, miel de abeja, stevia y otros productos que aportan con vitaminas.
    Además, en el local se encuentran ensaladas con 12 variedades de frutas bañadas con granola.

    La idea es que quien lo consuma inicie la jornada con energía para efectuar su trabajo.
    El sánduche está elaborado con pan integral que contiene linaza, orégano, avena, albahaca; es un pan especial e innovador -según estos emprendedores- que lleva relleno con pequeños trozos de carne de cuy o de conejo, de acuerdo con el gusto del cliente. Se complementa con rodajas de pepinillo, tomate y queso fresco.

    Aunque parece una propuesta loca, Sandoval y Pullas renunciaron a sus empleos para convertir en realidad su idea. El proceso para montar el negocio implicó un estudio y entrevistas con nutricionistas, técnicos agrícolas, productores de frutas y legumbres orgánicas certificadas. Ellos insisten en que su oferta es de alimentos sanos y frescos, especialmente orgánicos. Además, los cuyes y conejos que preparan no son alimentados ni con transgénicos ni con hormonas de crecimiento.

    La inversión de USD 20 000 se obtuvo mediante un crédito en una entidad financiera. Con los recursos económicos efectuaron los estudios y el equipamiento de sus instalaciones que son cómodas y confortables para el cliente.

    Allí también puede disfrutar de la buena lectura con libros de literatura, historia y más que ofrecen a los clientes. “La idea es que todos pueden usar nuestras instalaciones aunque no consuman”.

    Pero también consiguieron el apoyo de instituciones. Como ejemplos están la Facultad de Alimentos de la Universidad Técnica de Ambato (UTA), Productores de Cuyes de Tungurahua, la Unidad de Gastronomía del Instituto Luis A. Martínez y los productores agroecológicos del Consejo Provincial de Tungurahua.

    La pareja ahora busca vender la franquicia de su negocio en otras ciudades y provincias.
    Para la promoción utilizan las redes sociales. En Facebook, por ejemplo, cuentan con un perfil donde interactúan con los clientes, entre los que se encuentran ejecutivos de bancos y entidades financieras de la capital ambateña. También reciben a deportistas y personas que tienen problemas de salud. Los niños, jóvenes, adultos y mujeres embarazadas también llegan al local.

    Una de sus habituales clientes es Zara Ruiz, empleada privada. Ella cuenta que es un alimento completo que en ocasiones no necesita almorzar, puesto que le entrega todos los nutrientes. Esto hizo que compre semanalmente hasta 15 sánduches. “Es un producto sano y especial y lo consumimos desde su apertura”.

    Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES Margatita Pullas y Javier Sandoval son los propietarios de Smoothies & Sánduches, en el centro de Ambato
    Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Margatita Pullas y Javier Sandoval son los propietarios de Smoothies & Sánduches, en el centro de Ambato
  • La historia quiteña se exhibe en esta casa

    Sofía Ramirez

    Crear experiencias y conexiones con el Quito colonial es la consigna de Los Milagros.
    La idea era posicionar a una casa colonial, ubicada en el centro histórico de Quito, como un lugar que resalte la cultura y gastronomía de la ciudad, cuenta Fausto Caballero, gerente general.

    Y para esto aprovechó al 100% la riqueza arquitectónica del espacio, que cuenta con un amplio patio de antaño, un campanario, unos jardines y además está junto a la capilla del Señor de los Milagros, que pertenece a la Curia Metropolitana. Fausto Caballero, de 35 años, desde hace siete años trabajó en el área de turismo.

    En el 2014, el emprendedor conoció la casa colonial y vio un gran potencial para restaurarla: “Por eso junto a un exsocio decidimos emprender este proyecto”.

    Los primeros pasos que se dio para el proyecto fue nombrarlo como Los Milagros, debido a su proximidad con la capilla. Y luego vendría toda la restauración.

    Para esto se recuperó el patio central, que ahora es el espacio para recibir a turistas o el escenario en el cual un grupo de danza tradicional quiteño recibe a los visitantes. También se recuperaron los jardines y los árboles que limitaban con la quebrada de las Tenerías, llamada así por estar cerca de las curtiembres, detalla Sofía Beltrán, gerenta comercial.

    Para esto, tuvieron acercamientos con el padre párroco de San Marcos, Tito Heredia, quien administra la capilla que data del siglo XVII. Heredia cuenta que la capilla del Señor de Los Milagros pertenece a la parroquia eclesiástica de San Marcos -ubicado en la Loma Grande-. Al conocer al joven emprendedor y lo que trataba su propuesta, se concretó un convenio para recuperar el lugar.

    Luego de las adecuaciones de los jardines y la casa, que cuenta con 558 metros cuadrados, se acordó que turistas visiten la capital. El padre Tito Heredia manifiesta que también la idea es preservar y dar a conocer la riqueza histórica de la capilla.

    El oratorio, con capacidad para recibir a 150 personas en la misa de los domingos, es única porque tiene pintura mural a mano, del cielo al suelo, dice el párroco. Es decir, que desde el techo se puede apreciar los “tesoros de la Escuela Quiteña de arte colonial”, además de las esculturas de la época.

    Luego de todo el trabajo de restauración, en diciembre del 2014 Los Milagros abrió sus puertas al público. El concepto de Los Milagros es brindar un espacio en el que también se destaque la gastronomía quiteña a través de recetas tradicionales como la “Virgen de las empanada”, torta de máchica con chapo y helado de mortiño, entre otros, cuya preparación incluye ingredientes orgánicos.

    Los vegetales, por ejemplo, los cosechan en el propio huerto de Los Milagros, ubicado en Cotacahi (Imbabura), dice Jhon Palacios, chef del establecimiento.

    Para el 2015, Los Milagros tuvo aceptación entre los turistas nacionales y extranjeros, por lo que Fausto Caballero detalla que al ver el potencial decidieron potenciarlo como un lugar cultural.

    Desde entonces se realizan festivales folclóricos. Para esto se aliaron con otro proyecto denominado Fest & Arts. Andrés Torres, director ejecutivo del proyecto, señala que la alianza con Los Milagros se centran en brindar experiencias a través de artes escénicas, gastronómicas y de danza en los milagros.

    Este concepto, además, se lleva a otros lugares culturales de la Loma Grande, apoyados por la Fundación Zaldumbide Rosales.

    En el 2015, debido a todas estas proyecciones culturales, Los Milagros obtuvo la certificación de excelencia de Trip Advisor,

    Para agosto del 2016, Los Milagros inaugurará su propia cafetería. En esta ofrecerá el café y chocolate tradicional orgánico, además de instalar su propia cervecería artesanal. La idea es convertirse en una insignia turística en la Loma Grande.

    Asimismo, mantendrá la realización de festivales folclóricos y eventos temáticos, así como el recibimiento de turistas locales y extranjeros.

    Sofía Beltrán y Fausto Caballero están a cargo de posicionar a Los Milagros como centro cultural en Quito. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Sofía Beltrán y Fausto Caballero están a cargo de posicionar a Los Milagros como centro cultural en Quito. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Cuatro décadas dedicadas al turismo local

    Redacción Sierra Norte 

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    El Hotel El Conquistador fue uno de los primeros establecimientos turísticos en instalarse en los alrededores de la laguna de Yahuarcocha, en Ibarra. Su fundador es el cuencano Mario Tacuri Roldán, un emprendedor que se instaló en la capital de Imbabura hace cuatro décadas.
    Él explica que el nombre del establecimiento, que incluye un restaurante, dos salones de eventos, las habitaciones y una discoteca, se debe a su forma de conquistar al cliente.

    Cuando tenía 19 años Tacuri fue contratado para trabajar como mesero en el Hotel Ajaví, que acababa de ser inaugurado.Luego de siete años dejó esa actividad y asumió el reto de administrar el muelle bar de la laguna de Cuicocha, en Cotacachi.

    Trabajó durante seis años. Entre sus logros estuvo haber convertido el negocio en uno de primera categoría. También, instaló una sala de baile y un muelle para ofrecer paseos en bote. Un dinamismo parecido le impuso al muelle de Yahuarcocha.

    Pero, Tacuri siempre tuvo como meta instalar su propio negocio. En más de una ocasión, a su esposa, Ligia Calle, le comentó que con un buen servicio a los clientes era posible abrir su empresa turística.

    El plan fue aprovechar la belleza paisajística que ofrece el sector. Por eso, frente al muelle bar de Yahuarcocha, adquirió un predio de 16 000 m2.

    Tacuri recuerda que el inmueble lo compró en 1980 en 3 000 sucres. La mayor parte la cubrió con sus ahorros y el resto con un crédito bancario. El lugar tiene una vista privilegiada del denominado ‘Lago de sangre’.

    Aunque nunca le ha gustado tomar ni fumar, Tacuri, de 66 años, confiesa que siempre le agradó la vida bohemia. Por eso, le apostó primero a edificar el recinto para la discoteca que lleva el nombre de Studio 54. El centro de diversión cumplió 33 años y aún se mantiene en auge.

    Luego, en el segundo nivel, levantó el restaurante, que tiene capacidad para 400 personas. Ahí se ofrece un variado menú de comida nacional e internacional.

    Uno de sus ganchos es el servicio de coctel, ensalada de frutas y show musical, los fines de semana.La mayoría de clientes llega entre sábado y domingo. Tacuri calcula que el fin de semana atiende a 200 clientes, en promedio.

    A Diego Bracho, habitante de Ibarra, le agrada el sitio por la preparación de la comida y por la atención personalizada.

    Por eso, el visitante asegura que siempre escoge este sitio para las celebraciones familiares.
    La oferta de El Conquistador se incrementó con dos salones para la recepción de actos sociales, como matrimonios, bautizos, grados. En uno cabe 130 personas y en el otro 150.
    Por último, se edificó el centro de hospedaje en el que se pueden alojar a 50 huéspedes. En feriados como Navidad, Fin de Año, Carnaval, Semana Santa, los clientes aumentan.

    Tacuri involucró a su familia en el negocio. Su esposa es la responsable de la contabilidad y de la supervisión del restaurante, su hija Fernanda le ayuda en la administración y su primogénito, Geovanni maneja la sala de baile.

    La infraestructura turística se levanta en 6 000 m2. Con un tono de orgullo, Tacuri afirma que le tomó 25 años en lograrlo.

    Uno de sus ganchos del hotel El Conquistador es el servicio de coctel, ensalada de frutas y show musical, los fines de semana. Foto: Archivo / LÍDERES
    Uno de sus ganchos del hotel El Conquistador es el servicio de coctel, ensalada de frutas y show musical, los fines de semana. Foto: Archivo / LÍDERES
  • La receta familiar busca posicionar al cangrejo en Quito

    Sofía Ramírez (I)  redaccion@revistalideres.ec

    ‘Cangrejómano Realpe” es el seudónimo de Santiago Realpe en Twitter. Adoptó este nombre para que lo conozcan como un especialista en cangrejos. Esto fue parte de su estrategia para posicionar el restaurante temático Patas Arriba.

    Se trata de un emprendimiento familiar que lo ideó junto a su esposa Ana Maribel Zurita, y sus cuñados Paulina y Mauricio Zurita. Este restaurante se inauguró en noviembre pasado, y está ubicado en la entrada al valle de Los Chillos, en el suroriente de Quito.

    Con un diseño atípico que los diferencia de las llamadas cebicherías, por su infraestructura con madera similar a los barcos y puertos, Patas Arriba ofrece cuatro tipos de preparación en los cangrejos, además de mariscos acompañados de verde y maduro.

    La atención al cliente es el valor agregado de este establecimiento que se implementó con dos objetivos: despuntar la actividad comercial en el valle de Los Chillos, que en agosto pasado tuvo una recaída debido al comportamiento eruptivo del Cotopaxi, y enseñar la cultura de comer cangrejos en la capital ecuatoriana.

    La sal quiteña que caracteriza a Santiago Realpe, copropietario del negocio es una de las insignias de Patas Arriba. Esta cualidad es primordial en la atención al cliente de este emprendimiento.

    La historia de Patas Arriba nació por la tradicional receta para preparar el cangrejo criollo hace 60 años, en la familia de Ana Zurita, administradora del local y esposa de Realpe. “La familia de mi esposa siempre ha preparado los cangrejos. Por eso, desde hace unos cuatro años, en la cena de Navidad y Año Nuevo, en lugar de pavo comemos cangrejo”.

    Desde finales del año pasado, tanto Realpe, quien es el jefe de Atención al Cliente en la empresa de alimentos Moderna, y Ana Zurita, analista financiera en la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, ya maquinaban la idea de ponerse este local.

    Para esto, adecuaron las bodegas de su propiedad, donde ahora es Patas Arriba. El concepto es que los platillos sean gourmet, pero a la vez la porción sea contundente, dice Santiago Realpe mientras atiende a dos mesas que reservaron un espacio para festejar las cenas corporativas por Navidad y Año Nuevo.

    En cuanto a la receta familiar del cangrejo criollo, el emprendedor menciona que es un secreto. Sin embargo, lo presentan a los usuarios en cuatro variedades: cangrejo criollo, al ajillo, encocado y a la brava, es decir, picante. A esto integraron, tostones o patacones con mariscos, maduros y cebiches. Para esto, en la cocina perfeccionaron toda clase de salsas para acompañar a los mariscos.

    Yolanda Sosa, comerciante de cangrejos en el mercado América, localizado junto al colegio Mejía en el centro de Quito, se convirtió en la proveedora principal de estos crustáceos. Ella le entrega cuatro planchas de 52 cangrejos especiales cada una. Estos se caracterizan por tener las tenazas o patas gordas, dice la vendedora.

    Con la materia prima y un restaurante con capacidad de 48 personas, también se empezó a jugar con el diseño en el logo.

    Este trabajo lo realizó Fabián Realpe, fotógrafo ‘freelance’, diseñador gráfico y hermano del “cangrejómano”. Él explica que para diseñar la imagen principal, buscó formas redondas, porque apelan a la confianza en el consumidor. Pero lo que más destaca de este trabajo es que Fabián dibujó los ojos de su hermano, para ponerle un toque personal al logo.

    Luego y a través de redes sociales, los cuatro socios realizaron encuestas para encontrar el nombre ideal para el establecimiento: “Patas Arriba es un nombre que no solo habla de cangrejos, sino de otro tipo de mariscos”, expresa.

    Para el 2016, la estrategia de expansión de este emprendimiento se centrará principalmente en fortalecer el servicio y la atención al cliente. Además, en el corto plazo, dicen sus promotores, tienen el objetivo de estandarizar todos los platos de su menú y sacar dos sabores más para el cangrejo.

    Santiago Realpe comenta que implementarán desayunos y están en conversaciones con varios ‘box’ o gimnasios de crossfit para preparar platos saludables.

    Santiago Realpe, Ana, Paulina y Mauricio Zurita son socios en el restaurante Patas Arriba. Este negocio familiar ofrece cuatro preparaciones para el cangrejo y otra diversidad en mariscos. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
    Santiago Realpe, Ana, Paulina y Mauricio Zurita son socios en el restaurante Patas Arriba. Este negocio familiar ofrece cuatro preparaciones para el cangrejo y otra diversidad en mariscos. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
  • Este restaurante rescata los sabores típicos del Perú

    Redacción Quito (I)

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    redaccion@revistalideres.ec

    Para Juan Andrés Castro, la gastronomía y su restaurante no son solo un trabajo, ambos se convirtieron en un estilo de vida. El joven emprendedor, de madre peruana y padre ecuatoriano, es propietario de Mar & Luna Restaurant, negocio familiar que se especializa en la comida peruana.

    “Mi objetivo principal era, junto con mis padres y hermanas, mostrar a los quiteños los sabores típicos del Perú”, comenta Castro.

    Su pasión por la gastronomía comenzó a los 19 años, cuando viajó a Estados Unidos para trabajar en un programa de intercambio. Al regreso, en 2009, tras terminar sus estudios de Marketing, decidió viajar a Chimbote en Perú para trabajar en el restaurante de sus tíos maternos. Por tres años aprendió de cocina y administración y a sus 23 años decidió abrir un restaurante propio en Quito.

    “Mis tíos me apoyaban pero me dijeron que yo busque cómo financiar el proyecto”, agrega Castro. Así que aplicó a un préstamo de USD 200 000 en la Corporación Nacional de Fomento (CFN). Los estudios previos de factibilidad le tomaron 11 meses, pero logró obtener la cantidad solicitada y la construcción comenzó.

    El local de 482 metros cuadrados se ubica en la esquina de la av. Coruña y Rafael León Larrea, en el norte de Quito. La casa pertenecía a sus padres y tuvo que remodelarla completamente. Fue ahí cuando el dinero se agotó.

    “Vimos un gran potencial tanto en el negocio como en mi hijo, así que junto con mi esposo decidimos apoyar el proyecto y pedimos otro préstamo de USD 200 000 a la CFN”, afirma Ana Cruz, madre de Castro, quien se encarga de la contabilidad y los trámites legales del restaurante.

    Con una inversión inicial de USD 400 000, Castro inauguró su restaurante en 2012 con la presencia del cuerpo diplomático peruano y casa llena. Pero el primer año fue difícil, la facturación total fue de USD 170 000 y apenas se cubrieron los costos fijos, que se promedian en los USD 25 000. “Aparte tuvimos problemas con el menú.

    La comida peruana tiene mucho picante y condimentos, algo que no están acostumbrados los ecuatorianos”, afirma Castro.

    El menú fue reestructurado y a través del boca a boca el restaurante empezó a tener más clientela. El segundo año (2014) cerraron con una facturación de USD 260 000. De igual forma lograron afianzar alianzas estratégicas con tarjetas de crédito y bancos locales. Pero uno de los logros más grandes fue la aceptación y apoyo de la comunidad peruana en Ecuador.

    “Los platos son muy originales pero los sabores típicos están ahí. El restaurante es un lugar muy frecuentado por la comunidad peruana ya que el ambiente y la comida nos recuerdan a nuestro país”, comenta Estela Gálvez, de la Asociación de peruanos residentes en Pichincha.
    Para Castro, el éxito del restaurante se debe al esmero que tiene el personal de cocina y el de servicio. “Hemos formado un buen grupo en Mar & Luna desde el dueño hasta la persona que cuida los carros, todos nos sentimos parte del proyecto”; comenta José Cedeño, cocinero.

    La última contratación la realizó en enero del 2015, reduciendo la rotación de personal un 80%.
    En la actualidad el restaurante tiene una capacidad para 130 comensales. Castro planea afianzarse en el mercado quiteño pero ya tiene pensado abrir otro local en Guayaquil.


    EL INSIGNIA

    ‘La atención al cliente es primordial’

    Ramón Moya. Mesero. 39 años. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.
    Ramón Moya. Mesero. 39 años. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

    Empecé a trabar en el restaurante hace dos años. Soy de España y junto con mi esposa, que es ecuatoriana, llegamos al país sin trabajo asegurado. En España laboré como mesero por casi 13 años así que el trabajo se viene natural. Mi experiencia hizo que Juan Andrés Castro me contratara. Adaptarme fue fácil pero me costó un poco acostumbrarme a las jornadas de trabajo que se manejan en Ecuador.

    En Mar & Luna, soy el empleado más antiguo pero constantemente busco seguir creciendo y aprendiendo. Nos capacitamos conjuntamente, el personal de servicio con la cocina, porque siempre es necesario aprender sobre todas las áreas de este negocio. Tal es el caso que cuando ingresé tuve que familiarizarme con la gastronomía peruana; fue complejo dominar todos los sabores y platos, pero fue muy rico aprender. El contacto con los comensales es lo que más me gusta de trabajar como mesero. Por lo que brindar la mejor atención al cliente siempre ha sido mi objetivo.

    En este restaurante trabaja toda la familia de Juan Andrés Castro. Su madre, Ana Cruz, se encarga de la contabilidad y su padre, Juan Castro Ortiz, es el pianista oficial de Mar & Luna. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
    En este restaurante trabaja toda la familia de Juan Andrés Castro. Su madre, Ana Cruz, se encarga de la contabilidad y su padre, Juan Castro Ortiz, es el pianista oficial de Mar & Luna. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES.
  • En Catar, un restaurante sirve comida gratis a los trabajadores extranjeros

    Agencia AFP

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    «¡Si tiene hambre y no tiene dinero, venga a comer gratis!». Lejos del lujoso centro de Doha, un modesto restaurante de dos hermanos indios quiere a ayudar a los trabajadores asiáticos en la miseria. El ejército de extranjeros que trabajan en las múltiples obras de la capital catarí, en particular en las infraestructuras para el Mundial de Fútbol 2022, vive en la «zona industrial», un barrio de fábricas, talleres y viviendas baratas a una quincena de kilómetros al sur de Doha.

    Muchos, procedentes de India, Nepal, Bangladesh o Sri Lanka, han elegido la cantina Zaiqa, un restaurante de dos hermanos indios que proponen todos los días platos baratos, como el curry de pescado a 6 riales (1,50 euros).

    Desde hace tres semanas, el restaurante propone un plato gratuito para aquellos que no pueden siquiera gastarse esa cantidad. Cuando colgamos el anuncio, «se me saltaban las lágrimas», dice Shadab Khan, que asegura la idea es de su hermano pequeño Nishab, algo insólito en este rico emirato petrolero. Según uno de los clientes de Zaiqa, Ghufran Ahmed, «muchos trabajadores ganan entre 800 y 1.000 riales al mes (entre 200 y 250 euros)».

    «Pero tienen que enviar dinero a sus casas, y como la vida aquí es cara, a mucha gente no le queda dinero para comer», dice este mecánico nepalí. «Nos dimos cuenta de que mucha gente venía aquí simplemente para comprar pan y comerlo con agua», dice por su parte Shadab.

    ‘Amor propio’

    «Y es que en realidad no tienen dinero para comprar nada más. Por eso, tratamos de darles comida», cuenta Shadab, de unos cuarenta años e instalado en Catar desde hace 13. En Catar, con 2,3 millones de habitantes, hay entre 700.000 y 1 millón de trabajadores extranjeros, pero es una población poco visible, cuyas condiciones de vida han sido muchas veces denunciadas por las organizaciones de defensa de los derechos humanos.

    El gobierno catarí ha respondido a las críticas obligando a las empresas a hacer transferencias bancarias para pagar a los trabajadores. Pero la medida todavía no está en marcha y muchos reciben su salario con retraso o simplemente no lo reciben. Según Shadab, el gobierno sabe que hay gente que pasa hambre en el país, pero con excepción de la ayuda de algunas ONG, los trabajadores están abandonados a su suerte en la zona industrial. Hasta ahora, no son muchos los que vienen a comer gratis.

    «Como máximo, dos o tres personas al día», dice Shadab. Muchos no vienen por «amor propio», asegura. Por este motivo, piensa instalar un refrigerador lleno de víveres frente al restaurante. «No pondremos candados y escribiremos la fecha de elaboración (…) De esta manera, si alguien quiere venir a servirse no tendrá que entrar en el restaurante», explica. Mientras tanto, los dos hermanos tendrán que resolver otros problemas, en particular el litigio sobre el alquiler del restaurante que podría obligarlos a echar el cierre. 

    Desde hace tres semanas, el restaurante propone un plato gratuito para aquellos que no pueden siquiera gastarse esa cantidad. Foto: Karim Jaafar/ Alwatab Doha / AFP.
    Desde hace tres semanas, el restaurante propone un plato gratuito para aquellos que no pueden siquiera gastarse esa cantidad. Foto: Karim Jaafar/ Alwatab Doha / AFP.