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  • El chocolate y el café inspiraron su marca

    Cristina Marquez

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    Los bombones que fusionan licores tradicionales con el sabor intenso del chocolate y el café son el producto estrella de Saté, una marca que comercializa cuatro tipos de productos: cosméticos, bebidas con y sin alcohol, artesanías y chocolatería fina.

    El emprendimiento es parte del proyecto Aroma Ecuador, una marca que vincula a más de 15 000 agricultores de Los Ríos, Esmeraldas, El Oro, Napo y Orellana. El propósito de la empresa es difundir los sabores característicos del cacao y el café ecuatoriano, y vincularlos al turismo.

    Saté se inició en abril del 2017 cuando su propietario, Patricio Yucta, y su esposa, Ligia Asqui, decidieron emprender con un negocio propio. Ambos se especializaron en turismo y en gestión de proyectos.

    Además, Patricio llevaba cerca de 15 años trabajando para la organización no gubernamental Conservación y Desarrollo. Él colaboró en el impulso de la Ruta del Cacao, un producto turístico que funciona en cinco provincias.

    Como parte de esta iniciativa, los turistas visitan las fincas donde se siembra cacao, pueden degustar una variedad de productos hechos a base del chocolate e incluso pueden probar la fruta. El trabajo en ese proyecto le acercó a los agricultores, aprendió todo sobre cata y maridaje de diferentes variedades de cacao y café, e inspiró su plan de negocio.

    “Me enamoré del chocolate ecuatoriano porque hay diversidad de sabores y variedades en un país tan pequeño. Empecé a encontrar oportunidades para emprender; la experiencia ya la tenía”, cuenta Patricio Yucta.

    Él y su esposa invirtieron USD 15 000 de su capital familiar en la adquisición de equipos para manufacturar algunos de los productos que se ofrecen en su menú, como los bombones rellenos y una cerveza artesanal con sabor a chocolate y café.

    La pareja se capacitó sobre la elaboración de estos productos, que se consideran estrellas en sus vitrinas. Los bombones se venden individualmente o en presentaciones de nueve chocolates, los bombones se pueden adquirir desde los USD 0,50.

    “Me encantan los sabores únicos de los chocolates de Saté, son intensos y aromáticos”, dice Carmen Asqui, una cliente.

    La empresa abrió su primer punto de ventas en julio de este año en la Plaza Artesanal del Tren, en Riobamba. Según el propietario, el sitio se escogió estratégicamente debido al pasado histórico que vincula a esa ciudad con la industria del cacao en el país.

    “Antiguamente, el cacao se transportaba en tren y Riobamba se convirtió en un punto estratégico para el comercio de este producto. La fruta trajo mucho movimiento económico”, cuenta Yucta, quien investigó la historia del producto en el país.

    Él comparte todos sus conocimientos sobre el chocolate y el café con los turistas que visitan la Estación del Tren. Recientemente abrió un nuevo stand en la comunidad Jatari Campesino, situada en las faldas del volcán Chimborazo, donde funciona un proyecto de turismo comunitario.

    Allí la gente de la comunidad tiene un pequeño museo donde se exhiben prendas hechas con lana de alpaca y se muestran productos tradicionales de la zona. La idea de los emprendedores es vincular el pasado histórico del chocolate a la cultura andina.

    Para lograrlo, las mujeres de la zona ya están recibiendo capacitación sobre el chocolate y el café ecuatoriano. El objetivo es que en el futuro sean ellas las administradoras de una franquicia de Saté.

    “Empezamos por motivar el consumo de estos productos ecuatorianos en las comunidades. Queremos que ellas se enamoren de los sabores locales”, dice Yucta.

    Patricio Yucta, dueño del negocio, dice que el primer punto de ventas de Saté funciona en la Estación del Tren, situada en el centro de Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Patricio Yucta, dueño del negocio, dice que el primer punto de ventas de Saté funciona en la Estación del Tren, situada en el centro de Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Publicidad y paquetería en una aplicación móvil

    Cristina Marquez

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    redaccion@revistalideres.ec

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    Go Ubi, una aplicación que cuenta con más de 1 500 usuarios en Riobamba, ofrece un original servicio que combina la publicidad y ofertas de 13 locales comerciales con el servicio de paquetería y encomiendas.

    15 repartidores están conectados con sus móviles y listos para llevar en sus motocicletas a cualquier punto de la ciudad los pedidos de 14 establecimientos.

    Braulio Grijalva y su socio Neyver Carrión diseñaron la aplicación que está disponible para los sistemas operativos iOS y Android. Ellos diseñaron un modelo de negocio que esperan probar en ciudades como Ambato y Puyo.

    “La idea surgió de la necesidad de llegar con nuestros productos a nuestros clientes que los solicitaban a domicilio. Notamos que los servicios de encomiendas que ya hay en la ciudad en ocasiones estaban colapsados de pedidos y no cumplían con los tiempos de entrega”, cuenta Grijalva.

    Él y su esposa, Carla Guerrero, son los propietarios de Kankana, un restaurante especializado en carnes asadas que se inauguró hace tres años. Los esposos notaron que una gran cantidad de clientes prefería los alimentos para llevar, y empezaron a diseñar un modo de agilitar los envíos.

    Inicialmente, pensaron en una ‘app’ exclusiva para los clientes del restaurante, pero cuando estudiaron el mercado de la ciudad decidieron convertirla en un nuevo emprendimiento. La meta es convertirlo en una marca nacional.

    El proceso de diseño y pruebas les tomó cerca de tres meses. Tuvieron que mapear la ciudad y buscar locales comerciales que se sumaran a la idea y confiaran en el novedoso plan de Go Ubi.

    “El nuevo sitio de búsqueda de establecimientos es Internet. Los clientes principalmente buscan las ofertas del día, y eso es lo que les ofrecemos en Go Ubi, les mostramos en qué sitios hay dos por uno o descuentos especiales”, dice Grijalva.

    La empresa no necesitó un capital inicial pero los socios sí tuvieron que capacitarse en marketing publicitario. Neyver, quien es un programador experto, aportó con su trabajo. Él diseñó una aplicación amigable y fácil de manipular. Los usuarios la descargan gratuitamente y constantemente reciben notificaciones y recordatorios de sus establecimientos comerciales favoritos, además se puede personalizar.

    “Los usuarios pueden monitorear desde sus teléfonos en tiempo real el sitio en el que está su pedido, y los propietarios del establecimiento también reciben alertas cuando ya fue entregado”, explica Carrión.

    “Disfruto mucho de la aplicación porque es muy práctica. Antes buscaba las ofertas de los locales comerciales en Facebook, pero Go Ubi las muestra todas juntas y es más fácil elegir”, cuenta Andrés Rodríguez, un cliente que utiliza la aplicación con frecuencia.

    LOS DATOS

    Los clientes que financian la empresa son los propietarios de los establecimientos comerciales que pagan entre USD 40 y 60 mensuales por la publicidad y el espacio en la aplicación. Cada mes factura en promedio USD 600.

    Los repartidores 
    son en su mayoría universitarios. Ellos no tienen horarios de trabajo y cumplen con las entregas en sus tiempos libres. Los repartidores ganan la totalidad del costo adicional que paga cada usuario por recibir los productos a domicilio.

    Braulio Grijalva y Neyver Carrión son los socios de este emprendimiento que crece en Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Braulio Grijalva y Neyver Carrión son los socios de este emprendimiento que crece en Riobamba. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • Daysi Lata: ‘Apoyamos a que los migrantes retornados produzcan’

    Cristina Marquez

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

    Daysi Lata tiene 29 años, es elocuente al hablar y, aunque nació en Venezuela, se siente identificada con la etnia indígena Puruhá. Ella viste con orgullo la vestimenta tradicional de Colta, la tierra de donde son oriundos sus padres Pedro y Juana.

    Ellos dejaron su pequeña parroquia natal, Santiago de Quito, situada frente a la laguna de Colta en los años 80, al igual que decenas de familias de ese poblado. En esa época el trabajo en Ecuador era escaso, los cultivos no eran rentables y la situación económica se complicó aún más tras la dolarización en el 2000.

    La familia decidió retornar al país en el 2017, debido al grave estado de salud de su madre, quien padecía cáncer. Para ese año los hospitales de Venezuela estaban desabastecidos de medicamentos

    A pesar de los intentos médicos, Juana Charco falleció ese mismo año. Para superar la depresión que tuvo después de la muerte de su madre, Daysi y su familia decidieron iniciar una fundación que lleva su nombre.

    La vida en Venezuela

    “No conocí la parroquia en la que nacieron mis padres, pero siempre sentí que pertenecía ahí, por eso estoy muy conectada con mis raíces indígenas y me identifico con la etnia Puruhá. Crecí en Venezuela, rodeada de otros ecuatorianos que también migraron a ese país.

    Allí pude educarme, obtuve mi título universitario en Bioquímica y Farmacia, mis padres tenían un negocio y toda la familia ayudaba.

    Incluso formamos una Iglesia a la que asistían muchos migrantes, allá también estábamos organizados y desde pequeña aprendí a ser solidaria, eso me inculcó mi madre. A ella le encantaba ayudar a los demás y siempre me dijo que quería iniciar una fundación.

    En Venezuela teníamos una vida estable, pero cuando su salud se complicó tuvimos que dejar todo lo que teníamos y volver. Lamentablemente fue tarde y ya no pudimos hacer nada por ella. Mi mamá murió pero incluso en sus últimos momentos se preocupaba por los demás y eso me marcó”.

    La migración en Colta

    “Por los nexos que teníamos con los miembros de la Iglesia a la que asistíamos en Venezuela, nos dimos cuenta de que muchos ecuatorianos empezaron a volver. Muchos de ellos llegaban, al igual que nosotros, por situaciones de salud. Algunos incluso padecían enfermedades catastróficas y llegaban buscando hasta clínicas privadas que les pudieran ayudar porque no conocían cómo funciona el sistema de salud aquí.

    Otros migrantes llegaron para empezar su vida desde cero, sin un trabajo estable y sin un plan concreto para emprender un negocio. Estas realidades las conocimos de cerca y como familia pensábamos en cómo ayudar.

    Una gran cantidad de migrantes ecuatorianos salieron de Santiago de Quito y otras comunidades de Colta. Allí la migración es alta debido a que muchos ecuatorianos radicados en Venezuela estaban en una situación estable allá mientras que aquí faltaban las oportunidades laborales.

    Eso cambió con la crisis económica en Venezuela. Calculamos que al menos unas 600 personas que conocimos allá retornaron a Ecuador en los dos últimos años”.

    Tres formas de ayudar

    “Nuestra Fundación funciona en tres ejes. El primero es la ayuda en el acceso a la salud.
    Cuando nosotros llegamos no sabíamos a qué hospital acudir, cómo obtener un turno o cómo solicitar ayuda. Por eso, cuando recibimos el reporte de que hay una persona con una enfermedad catastrófica hablamos directamente con las autoridades y nos aseguramos que los migrantes retornados reciban atención gratuita y medicamentos en los hospitales públicos.

    Otra forma de ayudar es la asistencia y capacitación para iniciar un emprendimiento. Hablamos con las familias, identificamos sus capacidades y potencialidades, les enseñamos cómo iniciar un emprendimiento y cómo acceder a un crédito especial para migrantes retornados.

    En Riobamba ya tenemos 13 emprendedores que accedieron al crédito de BanEcuador para migrantes retornados. Trabajamos de cerca con ellos para conseguir que este producto especial se incluyera en la oferta.

    Y la última línea de ayuda social está dirigida a los venezolanos que llegan al Ecuador huyendo de la crisis. Los socios de la Fundación y propietarios de emprendimientos nos unimos para ofrecer almuerzos gratuitos. Lo hicimos cada martes durante seis meses. Ahora no podemos hacerlo porque necesitamos más donaciones y respaldo». 

    CV

    Farmaceutica. Obtuvo su título en la Universidad Santa María en Caracas, Venezuela.

    Maestría. Tiene una maestría en Toxicología en la Universidad Central de Venezuela

    Idiomas. Habla kichwa, español e inglés.

    Cargo actual. Presidente de la Fundación Juana Charco.

    Jornadas de ayuda. Ha trabajado en jornadas médicas, de salud visual y ayuda social para migrantes en Ecuador y Venezuela.

    Daysi LaTa es la representante legal de la Fundación Juana Charco retornó de Venezuela para ayudar a otros migrantes que vivían en ese país. Foto: cortesía
    Daysi LaTa es la representante legal de la Fundación Juana Charco retornó de Venezuela para ayudar a otros migrantes que vivían en ese país. Foto: cortesía
  • Ellos innovaron con los tejidos artesanales

    Cristina Marquez

    (F)
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    Los diez miembros de la familia Congacha Gualán se unieron para rescatar el oficio y la sabiduría de Pedro Congacha. Ellos manufacturan textiles tradicionales en telares artesanales.

    La marca se denomina Arteka y funciona con dos líneas de negocio. La primera oferta vestimenta originaria de la cultura Puruhá que incluye, además del emblemático poncho, bayetas, cintas, fajas y shygras; la segunda es una línea de objetos decorativos para el hogar y accesorios pensados en los amantes del estilo étnico.

    Franklin Congacha es el presidente de la asociación y el líder creativo del emprendimiento. Él tuvo la idea de asociarse con sus hermanos, cuñados y sus padres durante una reunión familiar en diciembre pasado.

    Su padre, Pedro Congacha, es un tejedor experto y se dedicó a la manufactura de ponchos y bayetas desde la infancia. Él utilizaba para sus tejidos un antiguo telar de cintura.

    “Cuando mi papá se enfermó tuvo que dejar el oficio de toda su vida. Me llamó para conversar y me preguntó qué pensaba hacer con todos los objetos de su taller”, recuerda Franklin, de 25 años.

    Esa pregunta le inspiró a diseñar un proyecto de rescate cultural que a su vez generara ingresos para su familia. Los diez integrantes lograron reunir cerca de USD 400 para iniciar el emprendimiento.

    Además la madre, Bertha Gualán, quien es beneficiaria del bono de desarrollo humano, obtuvo un crédito especial en el Ministerio de Inclusión Económica y Social de USD 1100. Con ese dinero la familia adquirió dos telares artesanales, hilos de múltiples colores, una máquina de coser, entre otros implementos para la ampliación del taller. La idea tomaba forma.

    La casa familiar situada en Cacha, una parroquia indígena de Riobamba, se convirtió en una especie de centro de operaciones. Allí funciona el taller y una pequeña oficina de diseño y ventas.

    “Cuando empezamos a decidir sobre los productos que ofertaríamos consideramos que hay un público mestizo que valora y disfruta los textiles indígenas. Así definimos nuestra línea de negocio”, cuenta Franklin.

    Sus estudios universitarios en artes de la imagen se convirtieron en una potencialidad del emprendimiento. Él es el diseñador de juegos de comedor que incluyen cobertores, caminos de mesa, individuales, manteles, entre otras piezas. Se comercializan por USD 45.

    La marca también cuenta con juegos de dormitorio que incluyen almohadas y almohadones, pie de cama y otros accesorios que cuestan desde USD 50. Todos esos adornos se hacen con el misma tela de los ponchos de Cacha, que se caracterizan por sus tonos rojos con chakanas bordadas.

    El producto estrella de la marca es el poncho tradicional. La familia lo fabrica en tres colores: rojo, plomo y azul, y cuesta USD 80.

    El poncho está hecho con una nueva técnica que acelera la producción pero mantiene la calidad.

    Los datos

    La familia manufactura cinco ponchos a la semana usando los telares y una nueva técnica. Antaño Pedro Congacha sólo lograba dos ponchos a la semana.

    La empresa se constituyó oficialmente en marzo pasado. La meta a corto plazo es emplear a más artesanos de la parroquia.

    El taller funciona en un espacio de 200 metros cuadrados. Allí trabajan los 10 miembros de la familia.

    La prendas y objetos decorativos se comercializan en todo el país a través de las redes sociales y en ferias artesanales que se organizan cada mes.

    Franklin Congacha, Bertha Congacha y Ramón Ayol son parte de la Asociación Asoproarteka, de Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
    Franklin Congacha, Bertha Congacha y Ramón Ayol son parte de la Asociación Asoproarteka, de Cacha. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES
  • El sabor de estas crepes se expande en cinco ciudades

    Cristina Marquez

    (I)
    redaccion@revistalideres.ec

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    El menú y sus tres líneas de negocio son las fortalezas de Crepe and Company. Fidel Brito y Juan Carlos Mazón son los propietarios de la franquicia que surgió en Riobamba y ahora está en otras cinco ciudades del país.

    Ambos socios investigaron el mercado ecuatoriano y diseñaron el menú inspirado en las tradicionales crepes francesas, pero con originales adaptaciones de sabor que les aportan identidad local. El menú incluye, por ejemplo, crepes de babaco y manzanas caramelizadas.

    “La idea es conservar la calidad que tienen las creperías en Francia, pero agregarles nuestros sabores latinos. En Ecuador hay frutas exquisitas y eso es una ventaja que aprovechamos cuando creamos el menú”, cuenta Juan Carlos Mazón, de 32 años.

    Aunque ni él ni su amigo de la infancia, Fidel Brito, estudiaron gastronomía, comparten su pasión por la cocina y los sabores. Juntos aspiraban iniciar un emprendimiento tras graduarse de la universidad en el 2015, así que empezaron a estudiar el mercado.

    “Vimos que en Riobamba no había diversidad culinaria. En esa época pocos sabían lo que era una crepe, así que en un arrebato nos compramos dos boletos de avión y viajamos a Europa para investigar sobre esa preparación”, recuerda Fidel, de 31 años.

    En Europa los emprendedores visitaron al menos un centenar de creperías, se capacitaron sobre la preparación de las masas, los rellenos, las maquinarias, insumos, entre otros detalles del negocio.

    A su retorno, en septiembre de ese mismo año, invirtieron USD 20 000 en la apertura de su primer local. Lo instalaron en un espacio de 36 metros cuadrados en el norte de Riobamba.

    Con el dinero de la primera inversión importaron maquinarias para la preparación de las crepes. Además, contrataron un equipo de diseño gráfico para el desarrollo del logotipo y el concepto del primer restaurante.

    El local tiene un estilo industrial. El mobiliario está hecho con pallets reciclados y entre las decoraciones sobresalen los murales del artista riobambeño Cristian Gaibor, quien retrató sobre lienzos negros iconos patrimoniales de la ciudad. “El arte complementa la experiencia gastronómica. Este concepto se combina perfectamente con la galería artística y promueve la cultura local”.

    Para noviembre del 2017 la marca estaba posicionada en el mercado, el local se trasladó a un nuevo espacio en el centro histórico de Riobamba y los emprendedores estaban listos para convertirlo en una franquicia. Para comercializar la marca ellos desarrollaron tres líneas de negocio: ‘To Go’: crepes empacadas en una especia de cono de papel que pueden comerse al caminar, Exprés: restaurantes pequeños y medianos ambientados con el mismo estilo del primer local, y Máster: restaurantes grandes con un menú más amplio.

    Al ser una franquicia los creadores del negocios cobran por regalías entre el 6% y el 10% de las ventas. Además hay un pago por el ‘know how’ y la marca que oscila entre USD 10 000 y 20 000. La venta de la franquicia incluye capacitación constante para los emprendedores y su equipo de trabajo, distribución de materias primas, acompañamiento técnico, entre otras herramientas.

    “Somos muy cuidadosos con nuestra marca, por eso nos aseguramos que la calidad de los productos se mantenga en todos los locales. Siempre apoyamos a nuestros franquiciados”, explica Juan Carlos.

    La primera franquicia se abrió en La Libertad, pero hoy también están en Salinas, Ambato y Samborondón. Este año se abrirán también tres nuevos locales en Quito. “Nuestras preparaciones tienen mucha aceptación con el público joven, adulto y especialmente con los niños. Tenemos mucha confianza en la marca y nos esforzamos por mantener la calidad alta de los productos”, dice Lorena Falconí, propietaria de la franquicia en Ambato.

    El menú actualmente incluye 10 opciones de crepes dulces y 10 de sal, pero se innova constantemente. Cuentan con masas libres de gluten, también hay masas de albahaca y orégano, y opciones veganas. El producto estrella es la crepe armonía de amor, una crepe de dulce con chocolate y frutas.

    ‘Nuestras preparaciones son únicas’

    Marco Polo Santos. Administrador de franquicias

    Los platillos tienen nuestra marca personal. Cada detalle de la presentación y sabor implica mucho cuidado y capacitación. Las crepes, tanto de sal como de dulce, están decoradas con detalles de garmish que le aportan calidad a los platos y motivan a los clientes a tomarles fotografías y compartirlas en sus redes sociales. Todo esto es parte de la experiencia gastronómica que ofrecemos en nuestros seis locales en el país.

    Como administrador de las franquicias, mi función es capacitar al equipo de colaboradores para que en todas las ciudades nuestros clientes puedan disfrutar de la misma calidad de presentación y sabor en sus crepes.

    Nuestro menú para restaurantes además se complementa con ensaladas, postres y bebidas frías y calientes muy originales que han tenido mucha acogida en el público.

    La innovación también nos caracteriza como marca. Constantemente investigamos nuevas preparaciones y nuevos ingredientes, pero conservamos nuestra calidad original. Queremos sorprender a los clientes.

    Fidel Brito y Juan Carlos Mazón con el equipo de Crepe and Company Riobamba. Uno de los locales está en el centro histórico de esa urbe. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Fidel Brito y Juan Carlos Mazón con el equipo de Crepe and Company Riobamba. Uno de los locales está en el centro histórico de esa urbe. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • Incentivó el emprendimiento en una comunidad de Riobamba

    Cristina Marquez

    (F)
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    Juan Carlos Caisaguano es considerado un ejemplo de superación personal y un precursor de fuentes de empleo en su comunidad natal: La Esperanza. Se trata de un pequeño poblado agrícola situado cerca a San Luis, en Riobamba.

    A sus 29 años, él es el dueño de cultivos de mora e invernaderos de pimiento y tomate de árbol, y es uno de los emprendedores beneficiados de los créditos productivos que entregó BanEcuador, la semana pasada, en Chimborazo.

    Usualmente viste su ropa de trabajo: unos pantalones gruesos, una chompa de manga larga para minimizar los cortes en las manos y una gorra para protegerse del sol del mediodía. Su rutina diaria se inicia a las 05:00 y dedica la mayor parte de su tiempo al cuidado de sus moras de castilla.

    “Hay que podarlas y cuidarlas bien. Cosechamos moras tres veces a la semana y es el producto que nos da el sustento diario, porque los otros cultivos son de ciclo más largo, mientras que las moras las vendemos cada semana”, cuenta mientras camina por los surcos de la plantación de 3 500 metros cuadrados.

    Durante la cosecha, le ayudan su esposa y otras seis familias, quienes también dependen del éxito de las plantaciones para subsistir. La meta de Juan Carlos es mejorar la calidad de sus cultivos y ampliarlos para llegar con sus moras a más mercados del país.

    Actualmente todo el producto se vende en el mercado mayorista de Riobamba. Cada semana se comercializan en promedio 300 cajas de moras y el valor varía de acuerdo a la temporada, cuando hay una producción alta cuesta USD 4 la caja y, en noviembre, se comercializa hasta en USD 9.

    Según Juan Carlos, la mora siempre es rentable, pero la temporada que genera los mejores ingresos es la primera semana de noviembre, cuando todas las familias la buscan para preparar la tradicional colada morada.

    El éxito que ha logrado con sus moras le motivó a conseguir un crédito para ampliar la producción y adquirir un nuevo espacio.

    BanEcuador le entregó la semana pasada un cheque por USD 20 000. El crédito es parte de una campaña de incentivos productivos que lanzó esa institución.

    “Este tipo de emprendimientos, que generan empleo y le ayudan a las familias a crecer, son nuestra prioridad”, dijo Carlos Luis Tamayo, gerente general de BanEcuador. 18 emprendimientos de Chimborazo recibieron en conjunto USD 70 000 en créditos.

    El dinero le permitirá a Juan Carlos incrementar al menos 1 000 plantas de mora, que al momento es su producto estrella. Él también tiene un invernadero de 1000 metros con pimientos verdes y otro de 800 metros con plantas de tomate de árbol.

    “Nadie me enseñó a trabajar la mora. Tuve que conseguir empleos y miraba cómo los técnicos cuidaban los cultivos, así fui aprendiendo para tener mi propio negocio”, cuenta el emprendedor.

    Él trabaja en campos agrícolas desde su infancia. Sus padres también son agricultores. Ellos le mostraron cómo trabajar la tierra y siempre le motivaron a tener un ingreso propio.

    A los 14 años trabajaba como jornalero en invernaderos de otros productores y fue en esa época cuando empezó a memorizar cada sugerencia de los técnicos para tener cultivos prósperos y rentables. Sólo un año después había reunido dinero suficiente para hacer su primera inversión: una casa propia y terrenos.

    “Desde pequeñito vimos que era diferente. Siempre ahorraba su dinero y en lugar de gastarlo en golosinas como otros niños, él se compraba ropa y cosas para la casa”, dice orgulloso su padre.

    Con una casa construida y un emprendimiento agrícola siendo aún adolescente, Juan Carlos se convirtió en el ejemplo a seguir de los vecinos de la comunidad.

    A los 18 años, contrajo matrimonio con Mónica Tiuquinga. Juntos tienen tres niños pequeños.
    “Yo sólo pude terminar la escuela. Quiero que mis hijos lleguen a la universidad, por ellos trabajo”, dice Juan Carlos, quien tiene como meta seguir creciendo.

    Los datos

    San Luis es una parroquia rural de Riobamba donde predomina el emprendimiento agrícola. La mayoría de habitantes depende de sus salarios como jornaleros en invernaderos de tomate riñón.

    La familia Caisaguano obtuvo un crédito productivo con beneficios como interés reducido y un tiempo de gracia.

    BanEcuador entregó los incentivos crediticios a asociaciones comunitarias y emprendedores jóvenes de la provincia de Chimborazo.

    La mora es uno de los cultivos de moda en Chimborazo, debido a su buen rendimiento y rentabilidad.

    Juan Carlos y su esposa trabajan todos los días en su plantación de moras. Dan empleo a otras seis familias. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
    Juan Carlos y su esposa trabajan todos los días en su plantación de moras. Dan empleo a otras seis familias. Foto: Glenda Giacometti / LÍDERES
  • María Fernanda Heredia: ‘La pasión por el trabajo es vital en las carreras científicas’

    Cristina Marquez

    Redactora (I)

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    María Fernanda Heredia es una experta en biofísica molecular, una carrera poco común en su natal Riobamba. Ella se convirtió en una de las científicas más respetadas de la ciudad tras descubrir mediante una novedosa técnica el biomarcador de la esclerosis múltiple.

    Ese hallazgo le permitirá a los médicos diagnosticar esa enfermedad incluso si los pacientes aún no demuestran síntomas. Su investigación también abrió el camino para que otros investigadores continúen y amplíen el estudio en la Universidad de La Calabria en Italia.

    De 29 años, se abre camino como docente de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, y se prepara para iniciar junto a sus estudiantes un estudio para caracterizar los tipos sanguíneos de la región andina. Este estudio le permitirá posteriormente iniciar nuevas investigaciones sobre enfermedades neuro degenerativas con alta incidencia en Ecuador. 
    Mujeres y ciencia. 

    “A pesar de que estamos en el siglo de la inclusión, la información y la tecnología, la presencia de las mujeres en carreras científicas como la biofísica no es muy frecuente, y cuando hay alguna la gente piensa que no logrará graduarse. Tuve la oportunidad de acceder a una beca para especializarme en biofísica molecular en la Universidad de La Calabria en Italia. En el grupo de 20 estudiantes oriundos de varios países del mundo sólo estábamos seis mujeres y algunos compañeros dudaban que concluiríamos la carrera, pero fuimos las primeras en graduarnos y con mayor puntaje.

    Las maestras del curso me inspiraron, son mujeres inteligentes y muy fuertes en su área. Nosotras tenemos cualidades que nos ayudan a sobresalir, somos perseverantes, responsables y comunicarnos con un equipo nos resulta más fácil”.

    El reto de estudiar lejos

    “Viajé a Italia sin conocer el idioma, pero con muchos deseos de progresar en mi carrera. En Ecuador aún no hay universidades que ofrezcan postgrados en física y hay muchas ramas de esa ciencia que están inexploradas, eso me motivó a viajar.

    La experiencia cultural fue muy enriquecedora, conviví en la residencia universitaria con amigas de varios países del mundo. Allí se hablaban seis idiomas distintos.

    Estar lejos de la familia y amigos es un reto que sólo puede superarse cuando se tiene en mente el objetivo. El mío era conseguir mi especialidad y dedicaba casi todas las horas del día a estudiar, no tuve tiempo para deprimirme”.

    La física y la medicina

    “La combinación de dos ciencias, la física y la medicina, es algo que me apasiona desde mi juventud. Mediante la física podemos entender lo que ocurre en el cuerpo humano y cómo actúan las enfermedades. Empecé a estudiar la esclerosis múltiple en el 2017, cuando me enteré que era una enfermedad degenerativa con alta incidencia en Europa.

    El estudio duró cerca de un año y me enfoqué en estudiar las proteínas de la sangre. El mayor logro fue encontrar en el plasma sanguíneo el biomarcador de la enfermedad.

    Durante meses comparé la cantidad de mida 1 y 2 (proteínas de la sangre), de pacientes con esclerosis y de personas que tienen la enfermedad. Logré determinar una diferencia mediante una técnica estadística y así identificamos el biomarcador, que podría utilizarse como un mecanismo para el diagnóstico temprano y tratamiento de la enfermedad.

    El estudio fue patrocinado por la universidad de La Calabria y se considera un avance muy significativo para la ciencia debido a que se considerará un estudio base para nuevas investigaciones que ayuden en el tratamiento de esa enfermedad neurodegenerativa.

    Las nuevas generaciones

    “La docencia es una experiencia nueva y emocionante. Ahora soy la mentora de una nueva generación de investigadores y científicos en la misma universidad en la que me eduqué en mi pregrado.

    Las nuevas generaciones heredan un desafío importante: explorar las ramas de la física de las que aún no se conoce mucho. Es vital que los jóvenes entiendan que para avanzar es vital la pasión y el amor por la profesión que han elegido, por eso siempre les recomiendo leer artículos científicos en inglés y estar informados de los avances que se logran en otras universidades del mundo.

    Ellos son quienes nos tomarán la posta en algún momento y por eso pieso que ser docente implica una gran responsabilidad. Mi objetivo es motivarlos a investigar y descubrir por su propia cuenta.

    El próximo año iniciaremos el proyecto de caracterización sanguínea, que consiste en identificar las características particulares de las personas de esta región. Este estudio será una punto de partida para nuevas investigaciones sobre enfermedades degenerativas”.

    Con sus estudios, esta investigadora riobambeña aporta al estudio dela esclerosis múltiple. Se especializó en Italia.
    Con sus estudios, esta investigadora riobambeña aporta al estudio dela esclerosis múltiple. Se especializó en Italia. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
  • La quinua, ingrediente clave de esta ‘start up’

    Redacción Quito

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    La quinua que se siembra y se cosecha en Chimborazo tiene un significado especial para Alejandro Lalama. Este riobambeño, que actualmente vive en Estados Unidos, creció en el centro del Ecuador rodeado de plantaciones de quinua, uno de los superalimentos que tienen cada vez más demanda a escala internacional.

    Lalama cuenta, en una entrevista realizada por WhatsApp, que desde su adolescencia tuvo la idea de salir del país y estudiar en el extranjero. “Era un sueño que estoy cumpliendo”.

    Al obtener su título de bachiller, en el 2012, Lalama vio que era tiempo de cumplir su meta. Este emprendedor fue parte de un programa de intercambio estudiantil que lo llevó al estado de Minnesota, en Estados Unidos. Lalama se radicó en una pequeña población, con no más de 3 000 habitantes. Allí se dedicó a estudiar y a perfeccionar el inglés.

    Con la confianza adquirida en un año de intercambio, este ecuatoriano se trazó nuevas metas. Fue así que con el apoyo de sus ‘padres’ de intercambio aplicó para estudiar la universidad. Obtuvo una beca que cubría el 80% de su colegiatura y se inscribió en la Universidad Gustavus Adolphus, en Minnesota.

    “Empecé estudiando Economía Gerencial Internacional porque siempre me gustaron la economía y los negocios. Allí vi que las oportunidades están cerca y que debía aprovecharlas”, cuenta Lalama. Este joven riobambeño también estudió Ciencias Políticas y Estudios Económicos Latinoamericanos. Esos conocimientos son parte de sus fortalezas hoy en día.

    Mientras estudiaba, Lalama no olvidaba la quinua que lo rodeó en su infancia. Esa idea y los conocimientos adquiridos en la universidad dieron paso a una ‘start up’. Lalama desarrolló una barra energética a base de quinua, que hoy se vende por canales electrónicos. “Es un emprendimiento social y empresarial. Ayudo a comunidades indígenas y hago negocios, al mismo tiempo”.

    Así surgió Capakñan, que juega con las palabras qhapaq ñan, que en quichua significan ‘camino del Inca’. “Creo que los caminos sirven para conectar y construir”, dice Lalama con emoción al recordar el trayecto que lleva recorrido como emprendedor.

    La idea de las barras energéticas nació hace algo más de tres años y se concretó hace dos. En el proceso, Lalama fue sumando actores que aportan con el crecimiento de esta idea.

    Este superalimento se adquiere a dos organizaciones indígenas productoras de quinua que trabajan en Chimborazo. Una entidad no gubernamental es el puente entre Lalama y los productores de este alimento andino.

    A Lalama también le interesa la parte social, por eso cuenta que con los agricultores de la Sierra Centro con los que trabaja existe un acuerdo en cuanto a la calidad y al precio. Ellos entregan entre 50 y 60 kilos cada mes, según los pedidos que tenga este emprendimiento.

    Las barras energéticas se elaboran en Riobamba en una planta de alimentos que contrata Lalama. “Todo se hace en Ecuador, solo la distribución es en línea en Estados Unidos. Es una ‘start up’ de distribución en la que aplico lo aprendido en la universidad”.

    La iniciativa que lidera Lalama tuvo una suerte de proceso de incubación en la universidad. En un concurso de emprendedores obtuvo el primer puesto. Luego el ecuatoriano representó a la Universidad Gustavus Adolphus a nivel estatal y obtuvo el segundo puesto…

    ¿Cuáles son los avances más recientes de Capakñan? “Ya contactamos con una empresa en Atlanta que se va a encargar de la distribución del producto y en el momento estoy hablando con un grupo de inversionista aquí en Estados Unidos”.

    Según este emprendedor ecuatoriano, la inversión hasta el momento no ha sido tanta. “Lo más importante ha sido el tiempo”.

    Alejandro Lalama (izquierda) es el fundador de este emprendimiento que elabora barras energéticas con quinua. Foto: Cortesía / LÍDERES
    Alejandro Lalama (izquierda) es el fundador de este emprendimiento que elabora barras energéticas con quinua. Foto: Cortesía / LÍDERES
  • ‘Jaway Life’ crece con una oferta orgánica

    Cristina Márquez (I)

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    Un nuevo espacio para los integrantes de la Asociación de Productores de Chimborazo se abrió en Riobamba. Las canchas deportivas del barrio Las Flores, situado al norte de la ciudad, acogen cada miércoles a 15 emprendedores que ofertan hortalizas, truchas, postres artesanales, lácteos y otros productos.

    La jornada se inicia temprano, y la oferta de productos es variada. Por eso los emprendedores llamaron a la feria ‘Jaway Life’, que proviene del ritual indígena de Jaway.

    “El Jaway es un canto de agradecimiento y de ánimo. Lo cantamos sólo durante las cosechas para agradecer a la tierra por lo que nos da, y para divertirnos y trabajar con alegría todo el día”, explica Aurelio Choto, un integrante de la asociación.

    Los emprendedores llegan a la feria desde las comunidades y parroquias de Riobamba, Guamote, Colta y Alausí. Ellos se capacitaron y mejoraron sus procesos para añadir valor agregado a los productos que obtienen de sus huertos o tanques piscícolas.

    Quienes ofertan verduras, por ejemplo, las ofrecen ya limpias y listas para el consumo. Además, no utilizan agroquímicos.

    “La feria de emprendimientos ha crecido más de lo que esperábamos en los últimos seis años. La acogida llegó a ser tan alta que el único espacio para la comercialización nos resultó insuficiente”, cuenta Beliza Álvarez, directora de la Unidad de Emprendimientos del Gobierno Provincial, y organizadora de las ferias.

    Esa entidad promueve los emprendimientos asociativos desde el 2013. Ese año los técnicos hicieron un diagnóstico de las comunidades de la provincia e identificaron oportunidades de negocios.

    “Antes la gente comercializaba sus productos únicamente en los mercados convencionales, pero eran estafados por los intermediarios que les ofrecían precios bajos o pesaban los productos en balanzas arregladas”, dice Álvarez.

    Cuando la asociación se integró eran 11 emprendimientos comunitarios. Hoy son 74 negocios en los 10 cantones de la provincia.

    En el 2013 la feria se realizaba en los exteriores del Gobierno Provincial, y los compradores eran las funcionarios de esa entidad.

    La acogida les motivó a solicitar el nuevo espacio del barrio Las Flores. Otro objetivo, es visibilizar ese sector y generar movimiento económico en esa zona.

    “Al principio pensamos que no íbamos a tener mucha acogida. Pero cada semana llegaba más gente a la feria del Gobierno Provincial, y ahora incluso tenemos pedidos de restaurantes. Esperamos que este nuevo espacio también se vuelva popular en poco tiempo”, dice Alfredo Sagñay.

    Las ferias se cumplen cada miércoles desde las 8:00 hasta las 14:00. Hay productos desde USD 0.50.

    Los emprendedores de 'Jaway Life' llegan desde varias comunidades de la provincia de Chimborazo. Allí ofrecen vegetales, lácteos, artesanías, entre otros. Foto: Cortesía Gobierno Provincial de Chimborazo
    Los emprendedores de ‘Jaway Life’ llegan desde varias comunidades de la provincia de Chimborazo. Allí ofrecen vegetales, lácteos, artesanías, entre otros. Foto: Cortesía Gobierno Provincial de Chimborazo
  • La tradición y un toque italiano, sus fortalezas

    Cristina Marquez

    (I)

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    Una combinación de embutidos con una receta muy característica de vegetales y granos encurtidos es el producto estrella en el menú de Hugo’s, una fuente de soda que funciona en Riobamba desde 1936.

    El restaurante se inició como un pequeño puesto de venta de refrescos en el mercado La Merced, en Riobamba y hoy tiene tres sucursales. Hugo Murillo fundó el negocio y adaptó la tradicional receta italiana de los ‘picklets’ (pepinillos agrios), a la gastronomía tradicional riobambeña.

    Su hija, María del Carmen Murillo, cuenta que Hugo inició su negocio cuando era muy joven, debido a que debía mantener a su madre y a su esposa. “El puesto en un inicio era muy pequeño. Mi papá vendía agua de frutas, pero ya era reconocido por su amabilidad y carisma agradable”.

    La personalidad amena de Hugo le llevó a amistarse con un grupo de viajeros europeos que visitaban Riobamba. Ellos le compartieron una receta popular de ‘picklets’. “A él le encantó, así que empezó a experimentar en la cocina”, cuenta María del Carmen.

    Tras varios meses de pruebas, Murillo logró rediseñar la receta europea. Su versión de ‘picklets’ contiene, además de pepinillos, chochos, fréjol, arveja, zanahoria, alcaparras, cebollas y una variedad de productos andinos.

    “La selección de materias primas de calidad, algunas cosechadas por nosotros mismo, y la receta tan particular que mi abuelo nos dejó, son nuestra marca”, cuenta Verónica Murillo. Su papá, Vicente, es el encargado de manufacturar los ‘picklets’ y el queso de chancho, un embutido que también aprendió a elaborar con la guía de su papá.

    La receta se volvió famosa en Riobamba al poco tiempo de presentarse, por lo que Hugo no tardó más de dos años en convertir su pequeño puesto en una fuente de soda. Cuando inauguró el local agregó al menú jugos como el de fresa con guayaba, que en esa época era toda una novedad.

    Los sánduches que combinan varios tipos de embutidos con los ‘picklets’ también se convirtieron en un clásico del emprendimiento. Ya pasaron 86 años desde que se inició, pero el menú se mantiene intacto y continúa siendo apetecido por los riobambeños.

    “Es increíble que un negocio como este perdure en el tiempo. Mis papás me llevaban siempre cuando era niño, estuve casi 20 años fuera del país y cuando volví, el sabor seguía siendo el mismo”, cuenta Juan Cabezas, un cliente.

    El primer local, situado junto al mercado La Merced, también se mantiene como lo dejó su fundador, quien falleció hace diecinueve años. Está decorado con fotografías familiares y piezas antiguas de colección como lámparas de aceite y teléfonos antiguos.

    Hace dos años se incrementaron otras dos sucursales que conservan el nombre y el sabor auténtico de Hugo’s. “Nuestros productos ya son parte de la tradición riobambeña, por eso nuestra meta es continuar creciendo con nuestros locales sin modificar el menú ni nuestra receta original”, dice María del Carmen.

    Ella se asoció con su sobrina, Gabriela Murillo, para abrir una de las sucursales de la firma. Ambas invirtieron alrededor de USD 30 000 en la adecuación del local, que está decorado con un estilo rústico vintage.

    La sucursal se inauguró hace casi dos años y ha logrado captar a un nuevo público. Los jóvenes y adolescentes son los nuevos clientes frecuentes. “Estamos perpetuando la tradición. Queremos que los nuevos públicos conozcan nuestra historia y que también formen parte”, dice María del Carmen.

    Cinco miembros de la familia, de la segunda y tercera generación están al frente del negocio.

    Verónica, María Gabriela y María del Carmen Murillo continúan con la tradición que les heredó Hugo Murillo y lideran el negocio.
    Verónica, María Gabriela y María del Carmen Murillo continúan con la tradición que les heredó Hugo Murillo y lideran el negocio. Foto: Glenda Giacometti / Líderes