Tras cinco meses de pruebas, Michael Garretty logró reunir en un envase los sabores típicos de Manabí.
El café molido, la sal prieta y el maní quebrado se distribuyen en Azuay, Guayas, Pichincha y Manabí bajo el sello de Nostalgia. Una marca que busca recordar las tradiciones gastronómicas ancestrales manabitas.
Los productos conservan el olor, sabor y textura de las recetas milenarias. Así lo aseguró la manabita Pamela Reina, quien dejó su provincia natal hace ya 20 años. “He vivido en Quito y en Santo Domingo y he encontrado productos como la sal prieta. Pero solo Nostalgia me trasladó hacia mi infancia y la comida de mi abuela”, señala esta mujer.
Garretty explica que para darle un toque ancestral a su marca, el proceso de producción, desde la recolección de frutos hasta el empaquetado, se hace en Manabí. “Es un producto pensado para conquistar al manabita que vive lejos de su tierra. La idea del empaque es que incluso se pueda llevar como un souvenir a otras partes del mundo”, dice el emprendedor.
Otra de las ventajas de que el producto se haga en Manabí es que indirectamente se generan unas 80 plazas de trabajo en los agricultores de las zonas rurales de Portoviejo como Abdón Calderón, El Rodeo y del cantón Tosagua. Además, de forma directa, en la elaboración del producto se involucran 20 personas.
El emprendimiento nació en el 2015 con un capital de USD 10 000. Garretty recuerda que vivía en Guayaquil y añoraba los sabores típicos de su natal Manabí. Así que retornó e inició una investigación para dar con las recetas típicas que más les podrían gustar a los ecuatorianos. “Los productos reúnen los ingredientes de las recetas originales, pero tienen un moderno y práctico empaque, que se transportar fácilmente”.
Garretty señala que la inspiración para crear este negocio nació de la añoranza por la comida de su abuela Maruja Zambrano y la admiración por su bisabuelo Luis Arboleda Martínez, quien tenía una fábrica de galletas, chocolate y la fábrica de hielo La Sirena. “Él siempre estaba buscando nuevas máquinas para mejorar la producción e innovar”.
El primer producto que salió al mercado -a principios del 2016- fue el café tostado y molido, en una presentación de 250 gramos. “Es un café rubio, sin mezclas y con poca acidez, que hace que el olor se perciba mejor”.
Luego se impulsó la creación de la sal prieta, que es una fusión entre harina de maíz, maní tostado y especias. “Este producto se consigue en los mercados de abastos en tarrinas o fundas plásticas. Nuestra marca se consigue en los supermercados y es utilizada en la gastronomía gourmet”.
Pero Garretty recuerda que encontrar la fórmula perfecta no fue fácil porque se debía buscar un sabor autóctono, pero con una textura atractiva y sin exceso de grasa. “Nos basamos en las recetas y secretos familiares”.
En la actualidad, en la sede de Nostalgia también se elabora mantequilla de maní, frutos secos, frutas deshidratadas y leche de almendras de varios sabores como el chocolate.
En Manta los productos se los puede conseguir en la cafetería Grocerry, en el centro de la ciudad. Este espacio fue creado por Garretty para impulsar a Nostalgia, pero también otros productos de emprendedores del país. En el segundo piso se están construyendo un espacio para que los artistas expongan su arte.
Michael Garretty es el propietario de Nostalgia, una microempresa de Manta que elabora y vende productos como la mantequilla de maní y el café. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
Nueve años les tomó a Johanny Quiñones y a Elías Hanze dar un giro a su negocio de recetas tradicionales de Esmeraldas. En marzo del 2008 empezaron a ofrecer servicio a domicilio de comida esmeraldeña en Quito.
Pero decidieron innovar. Por eso, en octubre del año pasado estrenaron un ‘food truck’, que lleva el nombre La Tierrita y que está ubicado en el Bunker Food Park, un espacio para estos emprendimientos en el norte de Quito.
El lugar ofrece desde el tradicional seco de pollo o guatita -con sazón esmeraldeña-, hasta el refrito de camarón, pescado frito y distintas variedades de bolones. A estos platos se suman la receta secreta que permanece hace más de 20 años en la familia de Johanny Quiñones, y también usan el ingrediente especial: el chiyangua.
Esta especie es una hierba aromática utilizada para condimentar caldos y platos fuertes. Pero la historia de estos emprendedores en la preparación de platos esmeraldeños surgió cuando ambos llegaron a Quito en el 2003, para estudiar la universidad.
Elías Hanze estudió psicología industrial, mientras que Quiñones se especializó en ingeniería comercial en la Universidad de las Américas (UDLA).
Cuando ambos tenían 21 años se casaron. Desde entonces empezaron a ver otras fuentes de financiamiento para sustentar sus estudios, educar a su hijo y para el hogar detalla Quiñones.
“En ese momento vi la oportunidad de tener mi propio negocio; y mi familia siempre estuvo vinculada a la gastronomía. Mis padres tenían una heladería en Esmeraldas y desde pequeña aprendí los secretos de la cocina esmeraldeña”, dice la emprendedora.
Por eso, en un inicio invirtió USD 300 para preparar en su casa el encocado de camarón. También tuvo el apoyo de su tía, Marcia Calapucha, quien es la chef de La Tierrita. La esmeraldeña de 52 años menciona que sus recetas tienen secretos aprendidos de su familia de Esmeraldas.
En agosto del año pasado y luego de trabajar en la preparación de los platos esmeraldeños para entregar a domicilio todos los fines de semana, Quiñones menciona que vieron la publicidad de un lugar para ubicar ‘food trucks’ en el norte de Quito.
Por lo que decidió abrir su nuevo establecimiento con la finalidad de dar a conocer la sazón esmeraldeña y el sabor de la chiyangua en Quito.
Para el ‘food truck’ se invirtieron USD 17 000; el dinero ayudó a comprar la concesión en el Bunker Food Park, el local, los equipos y otros detalles claves.
La compra de ingredientes para preparar los alimentos lo hacen en supermercados, con la consigna de ofrecer productos de calidad. Sin embargo, la chiyangua es lo único que se trae de Esmeraldas.
Manuel Cedeño, distribuidor de la bodega Sancho Exprés, provee de pescado picudo, camarón, aceite y arroz a La Tierrita. El comerciante afirma que hace un año concretaron la entrega de estos productos para el emprendimiento.
Desde que esta pareja esmeraldeña, de manera formal, montó este negocio recibe aproximadamente 50 clientes por día. Y la capacidad de producción de su cocina es de 20 encocados diarios, explica Elías Hanze.
El sabor que ellos ponen en cada receta, como el coco gratinado para los platos fuertes es lo que atrae a sus clientes.
Noris Navarro es una funcionaria pública y cuenta que es cliente de Quiñones, desde hace nueve años. Ahora que la emprendedora tiene su propio espacio, acude semanalmente para consumir bolones de queso. Navarro cuenta que la sazón de La Tierrita la transporta a su natal Esmeraldas por la sazón que tiene.
En este año, esta iniciativa fortalecerá el manejo de redes sociales. También, incluirá las entregas a domicilio y trabajará en otros platos esmeraldeños como el tapao, el caldo de res, y otros con chancho, pollo y chorizo.
El equipo de La Tierrita elabora bolones de camarón, cerdo o platos fuertes como encocado de pescado. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES
El Grupo Vilaseca, un holding con presencia en varios países de la región con cuatro unidades de negocios, recibió en julio pasado un reconocimiento internacional a la calidad de dos de sus productos más emblemáticos en su segmento de alimentos procesados: el pan de yuca con queso criollo de la línea Facundo y el yogur clásico de frutilla de la línea de lácteos Chivería.
El Grupo es uno de los conglomerados empresariales más diversificados del país, con segmentos de negocios dedicados a la exportación, producción y distribución de productos y al sector inmobiliario.
La unidad de alimentos del holding recibió el reconocimiento del Instituto Internacional de Sabor y Calidad (íTQí, por su siglas en inglés) este 2016. El galardón fue por los dos productos, que son considerados como exitosos por su posicionamiento entre los consumidores.
El Instituto, con sede en Bruselas (Bélgica), es una entidad especializada en catar y promocionar productos alimenticios de atributos destacados de determinadas características.
Según la compañía, el sello iTQi Superior Taste Award es un reconocimiento a la calidad en sabor, otorgado anualmente por 120 chefs y sommeliers. El jurado del premio lo componen miembros de 17 países, que representan a las asociaciones culinarias consideradas las más prestigiosas en Europa.
“Al igual que la guía Michelin (de los mejores restaurantes del mundo), el iTQi no organiza una competición, sino que recompensa a los productos por sus propios méritos”, explicó el grupo empresarial.
Los dos productos del holding recibieron la calificación de dos estrellas de oro, como reconocimiento a sus atributos de sabor, olor y textura.
Fanny López, directora de la Unidad de Negocios del holding, manifestó que ese reconocimiento se traslada a todo el portafolio de la compañía. “Todas nuestras fábricas tienen los mejores certificaciones de producción. El yogur Chivería, por ejemplo, está hecho con leche fresca, sin aditivos”, explicó la ejecutiva.
En el caso del pan de yuca Facundo, la compañía detalló que en su desarrollo se buscó la mejor receta criolla y en el proceso se descubrió al queso ecuatoriano. “Es más esponjoso y garantizamos a nuestros consumidores que no tenemos conservantes ni aditivos en sus procesos”, dijo.
El holding citó a la consultora internacional de mercado GFK para señalar que el pan de yuca es el preferido por seis de cada 10 consumidores ecuatorianos.
El Holding nació en 1931 y está presente, actualmente, con el portafolio de su unidad de alimentos en 43 países, a los que exporta procesados, lácteos, bebidas y helados, según datos de la compañía. El grupo tiene presencia en Perú y Colombia.
Francisco Risques, presidente ejecutivo de la Unidad de Alimentos de Vilaseca, manifestó que las dos líneas de alimentos tienen más de 50 años dentro del grupo empresarial. En el caso del yogur clásico de frutilla, el ejecutivo contó que se procesa con ingredientes frescos, sin la adición de colorantes ni preservantes.
El color de la bebida, por ejemplo, lo obtienen de la propia pulpa de la fruta fresca, cosechada en las haciendas que posee la firma y la leche se recolecta en centros de acopio que se manejan con controles de calidad. “Es un orgullo porque es una prueba más de que hacemos las cosas correctamente”. Según la firma, se trata del único producto en su segmento que recibe dicha distinción en América Latina.
Con este reconocimiento la compañía apunta a potenciar la imagen de sus dos productos. Fernando Calderón, jefe de Compras de Frigomar, una comercializadora de lácteos y congelados del norte de Guayaquil, mencionó que el yogur de la firma mantiene una alta rotación en sus perchas porque se promociona como un producto natural. “Hay una mayor clientela que ahora busca productos que ofrecen ingredientes frescos y sin aditivos”, manifestó.
Lo propio hizo la consumidora María Paredes, quien considera que el yogur tiene un toque de sabor que concentra la fruta. Igualmente destaca el pan de yuca.
Los principales ejecutivos del Grupo Vilaseca presentaron los dos productos de su línea de alimentos reconocidos por su calidad y sabor. Foto: Cortesía Grupo Vilaseca
Para alimentarse sano no es imprescindible hacer sacrificios. Al contrario se puede ingerir comida nutritiva y saludable, y de buen sabor. Alcanzar esa combinación es la propuesta de la empresa cuencana M.R. Frozen.
La idea surgió hace dos años cuando la ingeniera en Alimentos Priscila Martínez hacía proyectos sobre la relación del balance nutritivo con la política gubernamental del Buen Vivir. Ella es profesora de nutrición y seguridad alimentaria en el Instituto Sudamericano de Cuenca. Con su esposo Fernando Moscoso quisieron ofrecer un plus y no ofertar un servicio de viandas. Su propuesta es preparar alimentos que fusionen el buen sabor y una correcta nutrición, que estén congelados y que puedan ser consumidos en el largo plazo.
El proyecto fue presentado al Banco Nacional de Fomento que les prestó USD 80 000. Ellos contaban con una propiedad para montar la planta y con esos recursos iniciaron las adecuaciones.
Martínez dice que en total destinaron cerca de USD 300 000 para otros requerimientos, como adquirir una cámara de frío y un túnel para bajar la temperatura a menos de 45 grados centígrados. Con este último equipo evitan que se pierdan las proteínas de los alimentos en el momento de la congelación.
Ella explica que el sistema no es el mismo al de un refrigerador convencional, “en el cual el alimento está congelado en un par de horas; en este caso, la proteína está congelada sin perder nutrientes en 20 minutos”.
Los productos están empacados al vacío. Es decir, hay ausencia de bacterias, indica Martínez. De allí, los productos pasan a una cámara de almacenamiento. Tiene 35 opciones, entre los denominados menús nutritivos, línea de golosinas, sopas, porciones individuales de lomos o ensaladas. De esa cantidad, 11 cuentan con registro sanitario y se comercializan en los supermercados.
Oferta ensaladas de granos tiernos, choclo y vaina, coliflor con zanahoria, pollo relleno y espinaca, deditos de queso mozarela apanado, lomos finos de cerdo y res y filete de pollo… El resto de alternativas se ofrecen a deportistas, spa, personas que padecen de diabetes, colesterol, hipertensión, sobrepeso… Los menús tienen una baja cantidad de sal y no contienen azúcar, no poseen aditivos ni preservantes ni colorantes, asegura Martínez. La ciclista de montaña, Alexandra Serrano, quien tiene medallas internacionales, es una de las clientas habituales. “Son productos sanos, prácticos, frescos y de buen sabor y mi nutricionista ha coordinado con la empresa para elaborar las dietas de acuerdo con mis necesidades”.
M. R. Frozen tiene 25 personas frecuentes que compran sus productos. Vende combos de 15 a 20 menús nutritivos, con entrega a domicilio. Los 20 cuestan USD 87,32 y sirven para almuerzos y meriendas, informa Martínez.
Desde julio pasado, los productos de la empresa se comercializan en Coral Hipermercados. Allí, entregan 150 unidades semanales. También están Gran Sol (antigua fonda Coopera), Supermercados Patricia. Además, se negocia con otras cadenas nacionales y micromercados de Cuenca.
En sus instalaciones elaboran 150 unidades al día, que están a cargo de cuatro personas. Ellos son tecnólogos en alimentos y en gastronomía. Las ventas bordean los USD 2 200 y la proyección es llegar a 8 000 en diciembre. Cuando comenzaron vendían 30 menús al mes y, ahora 2 000 en el mismo período entre todos los clientes.
INSIGNIA ‘Nos importa la salud de las personas’
Walter Villa. Chef de la planta M.R. Frozen. Foto: Xavier Caivinagua/ LÍDERES.
Aquí trabajo desde unos hace tres meses. Es una empresa nueva que está orientada en preservar la salud de las personas. Mi trabajo está enfocado en ese objetivo y para ello aplico los conocimientos que adquirí como tecnólogo en Alimentos.
Por eso, en el proceso se preparación de los alimentos casi no utilizamos grasa. Además, no hacemos una cocción de largo tiempo, para que no se pierdan los nutrientes de las verduras, vegetales, carnes…
También, tenemos una cámara de frío para bajar la temperatura de los productos y que no se formen cristales de hielo para preservar los alimentos. Hacemos un empacado al vacío para que no existan bacterias.
En la actualidad, las dietas saludables son alternativas demandadas por los deportistas que necesitan un cierto nivel de calorías, para mantener su cuerpo. También están quienes desean cuidar su salud y evitar el sobrepeso o quienes tienen alguna enfermedad.
Priscila Martínez y Fernando Moscoso lideran esta empresa que comercializa menús, ensaladas, lomos, etc. Fotos: Xavier Caivinagua / LÍDERES.
¿Qué puede tener en común una botella de Coca-Cola con el Chanel N° 5, el Volkswagen Beetle (escarabajo) o el Levi’s 501?
Tanto o más que ellos, es un ícono de la cultura popular. Pocos objetos tan baratos han sido más valorados que el envase verdoso que vio la luz hace 100 años en Terre Haute (Indiana), a 800 kilómetros de Atlanta, la capital de Georgia, donde el químico y farmacéutico John Stith Pemberton inventó la bebida más famosa del mundo, en 1886.
Su forma sensual, que le mereció el apelativo de contour (contorno) –al parecer acuñado en los años 20 por una publicación francesa–, no solo se sigue diseccionando en las facultades de diseño, sino que ha sido fuente de inspiración para artistas de la talla de Andy Warhol y Salvador Dalí.
De hecho, para celebrar el centenario de su emblemática botella, Coca-Cola organizó una muestra de arte itinerante, que el 3 de mayo del 2015 llega a su quinto y último día en el Aeroparque Juan Pablo II, en Medellín, la única ciudad colombiana contemplada en la gira internacional.
Pero la contour no solo es objeto de estudio de la academia y eje de exposiciones, sino que permanentemente se recicla en los hornos de la industria cultural. Basta recordar su papel protagónico como conflictiva herramienta divina en la película Los dioses deben estar locos (1980) o la metáfora erótica del músico panameño El General, que una década después le cantaría a una mujer “bien buena” que “parece una botella de Coca-Cola”.
¿Quiere cacao?
No obstante, lo más sorprendente de esta larga historia no es que un objeto cotidiano y utilitario se haya instalado tanto en el salón de la fama del diseño como en el imaginario popular, sino que una creación tan celebrada haya nacido por accidente.
La chispa se encendió el 26 de abril de 1915, cuando la Asociación de Embotelladores de Coca-Cola decidió gastar USD 500 en el desarrollo de “una botella tan distintiva que pueda reconocerse con solo tocarla en la oscuridad o al verla rota en el suelo”. En esos tiempos, los envases de gaseosa eran casi genéricos, con los lados rectos y de vidrio café o transparente. Esto facilitaba la competencia desleal de productos como Koka-Nola y Ma Coca-Co, cuando no de los inescrupulosos que retiraban las etiquetas del producto original y las pegaban en sus copias.
La convocatoria antipiratería de los embotelladores fue enviada a ocho fabricantes de vidrio y llegó a las manos del sueco Alexander Samuelson, capataz de la Root Glass Company, con sede en una pequeña población de Indiana, que envió a dos de sus trabajadores a la biblioteca local para que investigaran y le trajeran ideas.
Entonces, la fórmula secreta de la Coca-Cola, que tantos réditos le ha traído a la compañía de Atlanta, volvió a obrar su magia. Como no conocían los ingredientes, Earl Dean y Clyde Edwards dedujeron que el nombre de la bebida tenía que ver con el cacao (cocoa en inglés).
Consultaron la edición de 1911 de la Enciclopedia Británica para saber más sobre él, y la ilustración que encontraron los inspiró. Dean bosquejó un envase que imitaba la forma alargada y los pliegues del fruto americano y, bajo la dirección de Samuelson, se elaboraron muestras. El resultado fue la voluptuosa botella que aparece debajo de estas líneas, la cual recibió una patente a nombre del sueco el 16 de noviembre de 1915. La propuesta de la Root Glass Company ganó el concurso de los embotelladores y fue adoptada en 1916, después de afinar un poco la forma, pues las pronunciadas curvas del diseño original ralentizaban la producción.
Se definió entonces que seis empresas de Estados Unidos fabricarían el nuevo envase y que este sería de color german green (verde alemán), referencia que con el paso del tiempo se transformó en Georgia green. Las primeras contour pesaban más de una libra: 411 gramos de vidrio y 184 mililitros de contenido.
Desde entonces la hemos visto baja o alta, gorda o estilizada, con tapa metálica o plástica, con etiqueta o con la marca grabada o pintada en el vidrio, transparente o incluso totalmente cubierta con plástico decorado –en Navidad, por ejemplo–. También la hemos visto de plástico y de aluminio, y hasta dibujada sobre las relucientes latas rojas que salen de las máquinas de comestibles. Pero siempre es la contour.
“Hay tres cosas muy importantes con las que Coca-Cola trabaja a diario. La primera es su fórmula secreta, que casi 130 años después se mantiene –pese a un infortunado intento de renovación en 1985–. La segunda es su logo, que no ha cambiado desde 1886, cuando lo creó Frank M. Robinson, el contador del doctor Pemberton. La otra, la botella, sí ha cambiado, y mucho… Pero lo maravilloso es que siempre representa a Coca-Cola perfectamente. Incluso, solo con ver la silueta sabes inmediatamente lo que es. Así que lo que estamos celebrando hoy es el espíritu de la contour, los primeros 100 años de distinción de un empaque perfecto”, concluye James Sommerville, vicepresidente global de diseño de Coca-Cola.
¿Qué curiosidades sobre la marca le gustan más?
Además del hecho de que el diseño de la botella fue un error, fue la primera gaseosa en ir al espacio, en 1985. Inicialmente en latas, pero años después pusimos un dispensador en el transbordador. Otra curiosidad es que en nuestros archivos hay una barra de chicle de Coca-Cola, porque la compañía le licenció el nombre a un fabricante entre 1907 y 1914. En eBay podríamos conseguir unos USD 8 000 por ella.
¿Cuáles son los hitos artísticos de la botella ‘contour’?
Toda discusión sobre el tema debe comenzar con la obra Coca-Cola (3), de 1962, de Andy Warhol. Él tomó este objeto cotidiano, utilitario, y lo elevó al estatus de arte. También está Robert Rauschenberg con su Plano de Coca-Cola (1958), que cambió la forma en que la gente veía lo cotidiano desde la escultura. Y Salvador Dalí puso una botella de Coca-Cola en un juego de fútbol americano (Poesía de América-Los atletas cósmicos, de 1943)… ¿Qué puede ser más especial que eso?
¿Cuál es el legado más importante de la marca?
Todo el que toca una Coca-Cola se beneficia de ella: compramos vidrio, invertimos en publicidad y creamos empleo en muchos países, por no hablar de la satisfacción cuando la tomas. Pero no se trata solo de un impacto económico, sino también humanitario. Cuando hay un desastre natural, somos los primeros en estar allí. Algo que pocos saben, por ejemplo, es que en los 60 fuimos uno de los mayores proveedores de la vacuna de la polio en Latinoamérica, pues nuestros camiones van a todas partes.
¿Qué campaña publicitaria de Coca-Cola le ha gustado más?
I’d Like to Buy the World a Coke (Quisiera al mundo darle hogar), de 1971, con todos esos jóvenes cantando en una colina. Coca-Cola es una fuerza unificadora, y quizás la única marca que podría hacer algo así. ¿Se imagina lo mismo con una salsa de tomate?
¿Y el objeto más preciado de la colección de Coca-Cola?
La fórmula de la bebida, un secreto industrial que la compañía jamás ha revelado. Es como el algoritmo de Google.
La fórmula de la bebida, un secreto industrial que la compañía jamás ha revelado. Foto: Archivo/ LÍDERES.
La pastelería tradicional utiliza como principales ingredientes la harina, la leche de vaca y los huevos de gallina. En la pastelería vegana, en cambio, se omite el uso de cualquier producto derivado de los animales. Así lo explica Sarah Vélez, propietaria de Magdalena’s Bakery en Guayaquil.
Ella dirige un negocio que elabora y vende cupcakes, galletas, tortas, tartaletas, magdalenas y bocaditos… todos veganos. ¿Cuál es la receta? En la preparación se sustituye la leche de vaca por leche de soya y los huevos por salsa de manzana, comenta la emprendedora de 21 años.
La idea de montar una pastelería surgió en el 2010, mientras estudiaba en La Escuela de los Chefs, en Guayaquil. Así, al graduarse de la institución, en enero del 2011, invirtió USD 300 de ahorros personales y arrancó con la iniciativa. El dinero lo destinó a la compra de un horno semiindustrial y una batidora eléctrica.
Sin embargo, al inicio no se dedicaba a la pastelería vegana. “Soy vegana y quería aplicarlo, con recetas creadas por mí y otras aprendidas en Internet. Pero no sabía cómo iba a ser la aceptación”, dice.
Fue hace tres meses que se decidió a producir siguiendo esta tendencia. La acogida de parte de los consumidores ha sido positiva; vende a vegetarianos, a veganos y a personas que no siguen estas líneas como un estilo de vida.
Andrea Portilla compra los postres desde hace cuatro meses. Indica que lo que más le gusta es la tarta de chocolate, crema pastelera y frutas frescas. Añade que cuando Vélez anunció el cambio de línea le pareció buena idea. “Es la única opción de pastelería vegana que conozco”.
Sus productos se comercializan en el local Punto Caliente, del que sus padres son administradores. Su madre, Jeaneth Quintero comenta que existe interés de parte de los clientes. “Les parece novedoso y comentan sobre el buen sabor”.
Lo más vendido son las tortas. Cada una tiene un precio de USD 20 y vende unas 18 al mes. Por las ventas, factura cerca de USD 500 mensuales. “Hay tanto meses bajos como ocasiones especiales en los que las ventas aumentan”, dice Vélez.
Los productos los elabora en su domicilio, en el norte de la ciudad. Por otro lado, las ventas son bajo pedido y la entrega a domicilio. La promoción se realiza básicamente en las redes sociales.
Elaine Silva es otra clienta. Ella trabaja en el Centro Ecuatoriano Norteamericano y dice que en junio realizaron un evento en el que se buscó no comer derivados de animal por un día. “Creí que al no ser preparados tradicionalmente no serían buenos pero me sorprendió su sabor”.
El chocolate puede ser un placer, una pasión, una golosina o un negocio rentable. Estas sensaciones se percibieron en la IV Edición del Salón del Chocolate.
En 20 estands, de 7, 9 y 12 m², firmas nacionales y extranjeras, como Pacari, Hoja Verde, Chocolateca, Cacao Yankana, Ferrero, Nestlé, República del Cacao, ofertaron sus productos en el Centro Cultural de la Universidad Católica del Ecuador, en Quito (PUCE). La primera edición del Salón fue en el Swissôtel (2009); un año más tarde, en la Alianza Francesa, y en el 2011, en la PUCE.
Las presentaciones de chocolate, que iban de 45% al 100% de pureza, en barras; junto a bombones, trufas, galletas, licor, se expendían con rellenos de frutas y rosas.
Carolina Garzón, propietaria de Cacao Yankana, comentó que su producto es artesanal y elaborado con chocolate proveniente de Sucumbíos, que combina con rellenos de mermeladas. “La idea es trabajar el chocolate en diferentes presentaciones e impulsar su consumo”.
El Salón del Chocolate también fue un escenario para apreciar el trabajo que realizan los chocolateros ecuatorianos. Por ejemplo, Pacari utiliza cacao orgánico que se produce en provincias como Esmeraldas, Los Ríos o Manabí, y también sabores andinos. “Solo elaboramos chocolate oscuro, nada con leche, porque el arte y la magia está en hacerlo de esa manera. Queremos que una marca del sur (del continente) sea reconocida en el norte, pues en su mayoría se envía la materia prima (el cacao)”, comenta su gerenta administrativa, Carla Barboto.
Pacari posee 25 tipos de chocolate, que vende en 26 países. En este evento se destacaron sus productos con sabores andinos que incluyen hierbaluisa, mortiño, sal del Cuzco y ají mapuche (Chile).
Para Galo Morales, catador AQ Grader y Barista de Hoja Verde, el ingreso del producto ecuatoriano en el mercado internacional es difícil. “Las grandes chocolateras impiden el ingreso a ciertos mercados, pero se está logrando, porque existe buena materia prima”. Aunque nació como una floricultora, esta empresa se volcó también al chocolate (hace cinco años) y al café (hace dos y medio), que exporta a EE.UU., Chile y Holanda.
En el caso de la marca República del Cacao, su nacimiento fue a la inversa. Se creó para la exportación, que llega a EE.UU. desde el 2007, y luego se estableció en el país, hace más de un año. Carolina Yépez, administradora de dos locales de la marca, comenta que su chocolate se realiza con “con cacao Arriba, que es fino de aroma. Nuestro centro de acopio está en Vinces, para la fermentación y el secado, y así garantizamos la materia prima”. En el Salón, la firma mostró tres variedades de barras de chocolate; cuya producción se puede verificar a través de un código GPS.
Sobre el cacao ecuatoriano, la catadora francesa Chloé Doutre, invitada en esta edición, explica que en el extranjero se considera a la variedad CCN51, aunque su calidad no es la mejor para elaborar chocolate fino pero es resistente y productiva. Además, dice que no se caracteriza por sus cualidades aromáticas y añade que es útil para otros usos y mercados.
“La calidad aromática del (cacao) Nacional es algo que está actualmente cuestionado y que necesita una revisión, pues estudios científicos internacionales han comprobado que no hay un Nacional Puro, una variedad que existió, pero que por el cruce con otras, dio origen a un Neonacional… (Por eso) Ecuador debe dar un mensaje sobre la personalidad y las características de su cacao”, dice Doutre.
El Estado quiere mejorar la producción de cacao y su industrialización. El viceministro de Industrias, Juan Francisco Ballén, destaca el apoyo estatal en las etapas de producción, industrialización y comercialización, para incrementar y fortalecer al cacao fino de aroma, que tiene su denominación de origen registrada en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI). “Queremos salir del modelo agroexportador primario y entrar a exportar valor agregado, a través del chocolate”.
Cuando Patricio Durán y Paúl Delgado terminaron su maestría en Negocios Internacionales en la Universidad Católica, en Quito (2006), plantearon la idea: para realizar su tesis debían crear una empresa que exporte productos que se elaboren en el país.
Esta iniciativa que nació como un proyecto académico se hizo realidad en el 2009. A Delgado y Durán, se les unieron Rodrigo Delgado (hermano de Patricio) y Troy Graham.
Los cuatro emprendedores le apostaron a la elaboración de chocolate fino a base de cacao ecuatoriano. Por esta razón, a su emprendimiento decidieron darle el nombre de Fine and Flavour.
Desde el 2009 hasta lo que va del 2012, el monto de inversión asciende a USD 200 000. Esta cantidad fue destinada para la creación y registro de la marca; realizar estudios de marketing para buscar opciones de mercados dentro y fuera del país; diseñar logotipos y envolturas; y la implementación de una página web.
Con los resultados de los estudios salieron al mercado con Valdivia, chocolate negro elaborado con cacao arriba, que se produce en Manabí y Los Ríos.
Ahora, Fine and Flavour cuenta con un equipo de 25 personas que participan en el proceso de elaboración y promoción de los productos. Su planta está ubicada en Guayaquil y tiene un promedio de ventas mensuales de USD 9 800.
Actualmente cuentan con una producción trimestral de dos toneladas y desde el último trimestre del año pasado comenzaron a distribuir su línea de chocolate Valdivia en cadenas comerciales como Supermaxi o Fybeca. Las barras cuestan entre USD 2,76 y 3,16.
Además, desde hace 10 meses envían productos de muestra a Chile, que se distribuyen en autoservicios de ese país. Desde este mes comenzarán oficialmente las exportaciones a ese país; las cantidades todavía están por definirse. También están en conversaciones para exportar a Estados Unidos y otros países del continente.
Luis Molina, ingeniero químico, es cliente habitual de los chocolates Valdivia. Él comenta que compra dos barras semanales del chocolate Valdivia, en sus presentaciones Black y Gold.
Este quiteño asegura que adquiere el producto en la cadena Supermaxi o tiendas El Griego. Destaca el sabor y la textura el chocolate. “Es ligeramente dulce pero al final es un poco ácido; tiene un sabor muy natural, frutal como a maracuyá”.
Camilo Torres, gerente de una cadena hotelera, comenta que hace un año le dieron el chocolate Valdivia como regalo. Luego de esa ocasión comenzó a comprar con frecuencia el producto. Torres lo adquiere cada 15 días. Él explica que le gusta el chocolate Gold, el más amargo. Destaca su sabor “puro y natural”.
El consumo anual per cápita de chocolate en Ecuador oscila entre los 300 y 800 gramos por persona al año, mientras que en Alemania promedia los nueve kilos. Esa cifra revela que aún falta impulsar el consumo local en el Ecuador, según analistas y productores consultados.
Fernanda Crespo destina cerca de USD 15 al mes en chocolates finos de aroma para saborearlos acompañado con vino tinto.
La práctica de Crespo de adquirir chocolate negro fino aún es incipiente en el país, porque la mayoría prefiere el chocolate con leche.
Corporación Favorita describe que en el país existen dos tipos de paladares para el chocolate. El primero y masivo prefiere un chocolate dulce con leche. Ve al chocolate como golosina y se enfoca en el costo-beneficio.
El otro paladar, el que busca chocolate elaborado con cacao fino de aroma, es selecto y forma un nicho reciente. Este busca calidad, aprecia el chocolate puro o con altos porcentajes de pureza (desde el 60% de concentración de cacao) y experimenta con tipos de granos cultivados que cambian el sabor del producto.
Roberto Brauer, de la marca de chocolate Caoni, indica que el chocolate negro o puro es consumido por personas que tienen desde 20 años en adelante. En cambio, el mezclado con leche es demandado en especial por menores de edad.
Esa percepción cobra sentido con el caso de Crespo, quien tiene 30 años y dice que su preferencia inició en el 2009, cuando conoció, por un amigo francés, el chocolate negro. Esta cuencana dice que se debe educar al paladar para preferir este producto.
Para Peralta, el gusto cambiará. Él advierte un despertar en dirección al chocolate oscuro. “Poco a poco la gente explora más los sabores puros”.
Un lanzamiento simultáneo en 20 países aplica Coca-Cola para presentar su bebida Fuze Tea. El cambio, según explica Pierangela Sierra, gerenta de Marketing de Coca-Cola en Ecuador, se debe a la culminación en enero del 2012, de la alianza que tenía con Nestlé, para la producción de una bebida de té (Nestea) y de su comercialización.
Luego de 10 años de producir Nestea, la compañía decidió mantener la fórmula, pero aplicó un cambio en el diseño y en el espíritu de la marca. Esta vez, busca relacionarse con la juventud y con la fusión de estilos; es decir, con la música, con el arte o cualquier otra actividad.
El nuevo producto está dirigido a un segmento de 20 a 29 años; su posicionamiento y activación de marca está relacionado con los medios tradicionales -comerciales en TV, programas de radio, publicación en prensa escrita-; BTL, en centros comerciales, en universidades, vallas, etc.; pero sobre todo se enfoca en el uso de Internet y de las redes sociales.
Sierra explica que ‘Fuze Tea Lab’ estará en Facebook, Twitter, YouTube y en un sitio web propio, donde interactuarán líderes dentro de este target. “Son jóvenes que se han atrevido a desafiar lo convencional, como pintores, músicos…; (también quienes están) en las universidades, fomentando el desarrollo, e inspirados en ellos, el consumidor les ayude con retos para construir un mundo mejor”.
El 1 de mayo fue la presentación de Fuze Tea en el país y el lanzamiento oficial se realizó el pasado 3 de mayo, en el Centro Cultural Itchimbía (Quito).
En el acto intervino el motivador mexicano Miguel Ángel Ruiz, quien reflexionó sobre el contenido de su libro ‘Los cuatro tratados’. También participaron los artistas del Circo del Sol, que realizaron una mezcla de flamenco y ‘hip hop’, música andina y violín, baile y acrobacia.
Para Javier Sánchez Lamelas, vicepresidente de Marketing de Coca-Cola Latinoamérica, este producto es “una mezcla de té con frutas”, que maneja la “fusión como algo precioso” y que busca posicionar a esta marca en el top de las bebidas de té helado, listas para tomar.
Santiago Blanco, vicepresidente de Mercadotecnia para la división Latincenter (Centroamérica, zona Andina y el Caribe), de Coca-Cola, comentó que Ecuador es muy especial para la categoría de té, pues en términos de consumo se ubica entre los 10 países en el mundo con mayor participación, junto con China, Canadá, Australia, México, Argentina…
El producto, asociado con la marca de jugos Fuze, que se comercializa en EE.UU., mantendrá el diseño y tamaño del envase de la botella de Nestea.
En el logotipo se destacan los colores naranja, amarillo y verde, junto con hojas y fruta. “Queríamos un diseño llamativo y diferenciador en el punto de venta, que a la vez nos permita construir la marca como tal”, indica Sierra.
Sobre la inversión en la promoción de este nuevo producto en el mercado ecuatoriano, la Gerenta añade que está destinado el 25% del total del presupuesto de marketing de la firma, el resto (75%) se distribuye en las 11 marcas restantes. Coca-Cola espera que su nueva bebida de té se posicione plenamente hasta el 2013.