En el pasado, el teletrabajo era una actividad en que los empleados estaban mal equipados, arrumados y a la que solo se recurría para casos excepcionales.
Pero en 2020, muchos espacios de trabajo en casa se asemejan cada vez más a un centro de comando militar: múltiples pantallas, equipos de alta tecnología y áreas de la casa preparadas para una reunión de Zoom. Y todo eso implica dinero.
Lo positivo es que alrededor de dos tercios de las compañías están haciéndose cargo de las necesidades de trabajadores remotos.
De acuerdo a una encuesta de la consultora Mercer, el 55% cubre los costos de las ‘laptops’, un 33% por los teléfonos móviles, el 26% por las impresiones y el 24% por el equipo ergonómico. Solo un 32% de las empresas dijo que no se estaba ocupando de estos costos.
“El cambio al trabajo remoto significa que muchos empleados ahora tienen que pedir a sus empresas que cubran los costos asociados con la instalación y el mantenimiento de una oficina en casa”, asegura Kathleen Burns Kingsbury, experta en psicología de rentas y autora de ‘Breaking Money Silence’. “Esto implica que muchos busquen mejores prácticas, que les permitan llevar una negociación de los gastos de oficina en casa”, sostuvo.
Por supuesto, nos encontramos en una situación nueva y cambiante, y tanto las empresas como los empleados están aprendiendo sobre la marcha.
Las preguntas en la mente de la mayoría de las personas: ¿Qué es exactamente lo que se le puede reembolsar? ¿Qué se puede deducir de sus impuestos? ¿Y cómo presentarle a su jefe un argumento sólido por las cosas que cree que su empresa debería pagar?
Al considerar los costos de la configuración de una ‘home office’, hay aspectos a tener en cuenta.
Habilidades de negociación Obtener un reembolso por los gastos de la oficina en casa no siempre es un problema en blanco y negro; es posible que tus jefes necesiten algo de convicción. Simplemente “piense como el director financiero”, aconseja Kingsbury. “Vincula tu solicitud a un aumento de la productividad y los ingresos, si es posible”. No intentes arruinar el presupuesto por completo solo pidiendo equipos de primera línea, sino que brinda opciones para elegir.
Y si obtienes un “no” inicial, pregunta qué deberías cambiar para que se apruebe tu solicitud, dice Kingsbury. “Luego, trabaja para obtener una segunda solicitud en uno o dos meses”, agrega.
Escoger las batallas No todos los costos serán cubiertos por tu empleador, así que en lugar de apuntar a la Luna y pedir todo, concéntrate en los elementos que tienen la mejor justificación para el apoyo financiero.
Por ejemplo, en la encuesta de Mercer, solo el 4% de las empresas reportan ayudas con el costo de los servicios públicos del hogar, por lo que es posible que esa área no represente tu mejor oportunidad de éxito. En comparación, según una nueva encuesta realizada por ONG WorldatWork, el 25% de las empresas cubren el acceso a Internet para los empleados que trabajan desde casa.
Las cuestiones fiscales Para los empleados asalariados, la mejor ruta es lograr que los empleadores paguen por adelantado el equipo y los suministros de oficina en el hogar o que se les reembolse. Según la ley fiscal actual, estos empleados no pueden deducir esos gastos de bolsillo en sus propios impuestos a partir del 15 de abril, según Michael Hennessy, planificador financiero de Harbor Crest Wealth Advisors en Fort Lauderdale, Florida. Pero, si no eres un empleado bajo contrato formal, por ejemplo, esas reglas no se aplican necesariamente.
“Siempre que trabaje por cuenta propia y parte de su casa se utilice para uso comercial, puede aprovechar la deducción de la oficina en casa”, dice Hennessy. De esa manera, un porcentaje de los costos relacionados como los intereses hipotecarios, seguros, suministros, servicios públicos y reparaciones serán deducibles.
Más allá de la tecnología Una computadora portátil y una conexión a Internet son los componentes básicos más obvios para una configuración de trabajo desde casa. Pero otros elementos también son importantes, como la silla en la que te sientas durante varias horas al día.
Entre las organizaciones que hicieron la transición a arreglos de trabajo desde casa a tiempo completo durante la pandemia, el 27% ofrece descuentos en muebles, el 21% los proporciona directamente y el 18% proporciona un estipendio, según una encuesta de muebles de oficina Steelcase.
“Creemos que veremos aún más apoyo de la empresa con el tiempo”, dice Caroline Kelly, gerente de investigación de Steelcase. “Las expectativas de los empleados están cambiando y las empresas están acomodándose a ellas”.
32 % de empresas en los Estados Unidos no ha contemplado asumir costos de teletrabajo
Al considerar los costos de la configuración de una oficina en casa hay aspectos a tener en cuenta a la hora de negociar con la empresa. No solo es la tecnología. Foto: Freepik.es
Para muchas personas la oficina nunca volverá a ser lo mismo. Lo que sí podemos hacer, es mejorar las condiciones del teletrabajo.
¿Qué podemos adoptar de la oficina en el teletrabajo? En la oficina, caminábamos de reunión a reunión, lo que nos daba espacios entre reuniones y movimiento, conversábamos en el pasillo, nos tomábamos un café con los compañeros en algún momento del día y se respetaba más el tiempo y espacio del otro. Hoy, en cambio, presionamos “play” por la mañana y no paramos sino hasta muy tarde por la noche.
Implementa lo siguiente para recuperar y mejorar tu día: 1- Ya no se trata de gestionar el tiempo, sino de gestionar energía y bienestar. Actúa y decide de acuerdo a esto. 2- Transiciona estratégicamente entre actividad y actividad. Incluye algo de movimiento, estiramientos y pausas para respirar profundamente. 3- Si eres líder de equipo, implementa horarios biblioteca en los que no habrá reuniones, lo que permitirá más enfoque. Y claro, disfrutar de un café con los compañeros por zoom también es posible. Recuerda: la productividad está muy ligada al bienestar.
Mientras el mundo se convulsiona en una crisis y decenas de millones de personas se preparan para trabajar durante largo tiempo desde casa, una pregunta se cierne sobre todos: ¿quién paga el té y el papel higiénico?
La respuesta, según los holandeses, es el empleador. ¿Y cuánto? Unos dos euros (USD 2,40) por jornada laboral, en promedio.
Eso está destinado a cubrir no solo el café, el té y el papel higiénico que se usan durante las horas de trabajo, sino también el gas, la electricidad y el agua, más los costos de depreciación de un escritorio y una silla, todos los elementos esenciales que uno nunca soñaría pagar al ir a trabajar a una oficina.
“Hemos calculado literalmente cuántas cucharaditas se consumen en un hogar promedio, por lo que a partir de ahí no es tan difícil establecer los costos”, dijo Gabrielle Bettonville, del instittuto de finanzas familiares Nibud, que es financiada principalmente por el gobierno e investigó los costos adicionales del trabajo remoto.
Tal contabilidad puede parecer algo trivial en un momento en que el mundo se ve abrumado por una pandemia que ocurre una vez en un siglo; sin embargo, son relevantes ya que los expertos predicen que un legado permanente de la crisis podría ser un profundo declive del trabajo en oficinas.
Las autoridades holandesas ya han comenzado a aplicar la investigación de Nibud, citando que ofrece a los burócratas que trabajan desde casa un “bono” covid-19 de 363 euros (USD 435) este año, desde marzo, cuando el país entró en cuarentena. Por supuesto, los 2 euros diarios son para un trabajador medio con costos medios, pero se pueden ajustar en función de variables como los costos de calefacción y agua de la vivienda, o la calidad de su aislamiento.
No cubre nuevos muebles, computadoras, teléfonos u otros equipos que, de acuerdo con Nibud, los empleados deben recibir de sus empleadores si son necesarios para su trabajo. Otros países también están tomando medidas para adaptarse a la nueva realidad del trabajo desde casa, conscientes de que muchos empleados tendrán pocas ganas de regresar a la oficina a tiempo completo, incluso una vez que la pandemia haya pasado.
España ha obligado a los empleadores a pagar por los equipos de oficina para trabajar en casa y su mantenimiento; Alemania está debatiendo un proyecto de ley que consagra los derechos de los trabajadores remotos.
Francia ha aprobado una ley que los protege de los correos electrónicos enviados fuera del horario laboral; mientras que Reino Unido ha insinuado que podría relajar las normas sobre deducciones de impuestos para equipos de trabajo comprados en la pandemia.
En algunos países se ha cambiado la legislación laboral por el teletrabajo. Foto Reuters
El impacto más fuerte que las firmas locales tuvieron que afrontar de cara a la pandemia fue la adaptación de su plantilla a nuevos modelos de oficina. La forma híbrida que combina el trabajo a distancia (teletrabajo) con el presencial es la “boya salvavidas” de las organizaciones, para continuar operando luego de la reactivación paulatina de actividades en el Ecuador.
Ana Muñoz es de Guayaquil y trabaja para el sector público. En los 10 años que lleva en la institución, en marzo, fue la primera vez que no asistiría a su oficina a cumplir su jornada habitual. La mujer tomó lo más esencial de su escritorio y lo llevó a su domicilio para insertarse en el teletrabajo.
Sin embargo, en mayo, cuando el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional permitió un aforo de hasta el 50% en las instituciones públicas, retomó su jornada tradicional pero solo dos días a la semana.
Para Patricio Benavides, gerente de Selecta, asistir dos días de trabajo presencial por semana es una cifra óptima para lograr un equilibrio entre la vida personal y profesional en la nueva normalidad. La fusión es la muestra clara de un modelo híbrido de oficina.
Sin embargo, para Benavides, aplicar esta modalidad es un desafío para las empresas si no tienen la madurez adecuada. Por ello, según el experto es preciso tomar en cuenta al menos dos factores para que la forma híbrida sea exitosa dentro de la organización.
La primera es definir claramente qué parte de la plantilla estará dentro de esta modalidad. Es necesario reconocer en qué cargos se vuelve indispensable realizar el trabajo de forma presencial. Este elemento es importante tenerlo claro, ya que hay empleados que tienen todo su mobiliario de oficina en casa y se vuelve más complicada la movilización.
El orden es otro punto para considerar. Según Benavides es importante armar un calendario para que de esta manera el monitoreo de actividades sea más fácil.
El estudio ‘Resetting Normal’ realizado por Adecco a escala mundial demuestra que tres de cada cuatro personas quisieran insertarse en una modalidad de trabajo híbrida, es decir, una que combine el trabajo en casa con el trabajo en la oficina.
Sebastián Lima, director de calidad y servicio de Adecco Ecuador, señala que, para el próximo año, va a primar la implementación de lo híbrido para dar flexibilidad a las empresas.
El experto asegura que mudar a esta metodología hace que las compañías estén más orientadas a la consecución de objetivos y resultados, por lo que, definir KPI (Indicadores clave de desempeño, por sus siglas en inglés), con cada miembro del equipo es fundamental.
“Los espacios de trabajo remoto pueden convertirse en modelos impersonales y es el reto que las empresas deben asumir. Implementar estrategias de atracción, retención talento, motivación a sus empleados y líderes con inteligencia emocional como competencia altamente desarrollada”, destaca el especialista.
Esta reinvención de la modalidad de trabajo tradicional también supone cambios dentro de los requisitos por parte de los reclutadores, señala la gestora de talento humano, Anna Carrozzini. Los empleadores deben ser claros con los candidatos desde un inicio. Por ejemplo, si entre los elementos a considerar para un nuevo puesto están el nivel de escolaridad del postulante y el salario tentativo también se debe especificar la forma de trabajo que puede ser presencial, híbrida o remota (teletrabajo).
Y, a este factor, sumar cuál va a ser el soporte que dará la empresa al nuevo empleado, en el caso de que no cuente con los elementos necesarios para trabajar. “Si bien supone un ahorro, las organizaciones deben estar conscientes que no todos los candidatos están en igualdad de condiciones”.
75% % de la nómina de una empresa estaría dispuesta a trabajar bajo esta modalidad en el mundo
Organizaciones ponen en marcha los nuevos modelos de oficina que emergieron por la pandemia. La adaptación a estas modalidades les representa un desafío.
Paola Ochoa, directora académica de la Espae-Espol analiza el impacto del teletrabajo en el desempeño de las empresas del país y cómo, de ahora en adelante, debe ser tratado este tema en las escuelas de negocios. Los temas de salud ocupacional merecen más atención.
¿Cuáles son los principales cambios que ha traído el teletrabajo a la dinámica laboral en el Ecuador? La mayoría de empresas han debido adaptarse a dos procesos, la digitalización y el teletrabajo, para garantizar su continuidad operativa durante la pandemia. El teletrabajo ha derrumbado muchas barreras que teníamos con relación a la necesidad de control para cumplir las metas de trabajo y ha reforzado valores como la flexibilidad y el trabajo por objetivos. Pero, sin lugar a duda, las condiciones del teletrabajo deben ser contextualizadas en función del tipo de colaborador, las familias y las cargas familiares, que pueden incidir en su efectividad. Los cambios que ha traído el teletrabajo también se manifiestan en el campo de una nueva identidad organizacional, mayor informalidad, nuevos ritmos en el trabajo, entre muchos.
¿Cuáles son los efectos negativos del teletrabajo? De esta nueva realidad se derivan riesgos psicosociales asociados al teletrabajo, específicamente durante la pandemia como el sentimiento de aislamiento, la sensación del aumento de carga laboral, la limitada interacción social con compañeros de trabajo, que no deben perderse de vista. Hace falta a nivel interno que la organización y el trabajador gestionen estos factores de riesgo con reuniones cortas, cultura de reporte, trabajo virtual en equipo, y a nivel más macropolíticas públicas que apoyen la modalidad del teletrabajo para las familias y por ejemplo, contribuyan a que las familias y, en particular, las madres tengan jornadas flexibles y apoyo para compatibilizar sus jornadas y cuidado de la familia.
¿Las empresas ecuatorianas estuvieron preparadas para asimilar esta modalidad? Desde el 2016, en Ecuador ya existía un marco normativo que promovía el teletrabajo, pero los cambios no se decretan y muchas empresas no se habían sumado a esta modalidad antes del inicio de la pandemia (marzo, 2020). Las organizaciones ecuatorianas se sumaron rápidamente al teletrabajo al ver que el cambio era inminente, pero no había una preparación previa en general, con excepción de sectores como el informático que a nivel mundial trabaja en esta modalidad. A pesar del confinamiento, el teletrabajo está implicando una transformación de la gestión del trabajo, el colaborador es responsable de su tiempo y recursos sin un control presencial, impulsando el cumplimiento por objetivos, la autonomía y flexibilidad.
¿Qué pasa con las pymes y mipymes? ¿Cómo deben procesar este reto, más aún cuando hay evidentes limitaciones económicas que inciden en su desarrollo tecnológico? Para las pymes tecnológicas o de sectores financieros el teletrabajo era ya parte de su realidad, pero para otras implica una nueva inversión en un panorama de incertidumbre, y dependerá para muchas de condiciones como la reactivación del sector donde se encuentren y su propia gestión de crisis. Si bien pueden tener limitaciones económicas, el factor tamaño en estas organizaciones puede facilitar que impulsen cambios más ágilmente. Hay estudios escasos, antes de la pandemia, como es el de Brother International Corporation, Visión Pymes 2020, que se llevó a cabo en Costa Rica, Colombia, Ecuador y Panamá, con datos tomados entre diciembre 2019 y febrero 2020, en el que se constata una tendencia favorable hacía el trabajo remoto, aumentando significativamente en el segmento de las pymes en un 19%, con relación a los resultados de la edición del 2019.
¿A cuánto puede ascender el impacto económico del teletrabajo en la economía? En Ecuador, el estudio de Deloitte de agosto del 2020, para el que se encuestó a 103 ejecutivos, muestra que 24% de empresas manejaban sus operaciones bajo la modalidad de trabajo remoto, 65% redujeron sus operaciones presenciales y el 11 % continuó sus operaciones de forma normal. En general, los impactos económicos de la pandemia en Ecuador han sido reportados más desde el punto de vista de la destrucción de empleo por parte del INEC en su reporte de junio 2020. Se requieren más datos, es una oportunidad.
¿El teletrabajo en el sector público puede ayudar a mejorar los problemas de tramitología y que, incluso, frenan la competitividad? En el sector público puede ser una gran oportunidad de digitalizar, generar más eficiencia, agilizar procesos y reducir tiempo en los trámites administrativos; pero, hay trámites que no estaban totalmente automatizados y son los que están operando lentamente o no están totalmente operativos. A la par se debe formar debidamente a los trabajadores, cambiar la cultura laboral y construir mecanismos de seguridad y confianza que validen los procesos administrativos vía ‘on line’.
Si no hay adecuadas políticas de salud ocupacional relacionadas con el teletrabajo, ¿cuáles son los riesgos? El teletrabajo durante el confinamiento supone grandes desafíos a nivel de salud ocupacional para las organizaciones ecuatorianas, ya que siguiendo el modelo de Demandas y Recursos en el trabajo de Bakker y Demerouti, se están aumentando las demandas o exigencias al trabajador y los recursos organizacionales e individuales no necesariamente han crecido, así que hay más posibilidades de desequilibrios en la salud, agotamiento y estrés. Entre los riesgos psicosociales que el trabajador puede experimentar está el cambio en las relaciones sociales laborales, limitación del contexto social, aislamiento del entorno empresarial, nuevas exigencias psicológicas y laborales, no adecuación del espacio físico y ergonómico, hiperconexión o tecnoestrés, sobrecarga de información y manejo de las exigencias familia-trabajo. Pero, la otra moneda de estos factores son las ventajas del teletrabajo, que aún en pandemia se han experimentado, como la reducción de movilidad y contaminación, impulso de nuevas tecnologías, flexibilidad, mayor conciliación vida-trabajo.
¿Qué lecciones deja hasta el momento el teletrabajo a las escuelas de negocios? Para las escuelas de negocios este cambio histórico es una gran oportunidad de reevaluar sus propuestas educativas, enfocarse en seguir creando espacios para apoyar modelos de negocios que cada vez tienen que ser más sostenibles y que apoyen economías inclusivas. Las escuelas necesitan estar a la vanguardia de las tendencias y necesidades del mercado, y profundizar en las expectativas de los alumnos, para garantizar que la formación de nuevos gerentes responda a los retos y demandas de la sociedad y del entorno.
Hoja de vida Su formación. Doctora en Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, España. Es mención de Honor Magna Cum Laude (Universidad Central de Venezuela), Cum Laude (Universidad de Salamanca), Cum Laude (Universidad Autónoma de Barcelona) y Premio Grado de Salamanca (USAL).
Su experiencia. Ha combinado su carrera como Responsable de Recursos Humanos del sector petrolero, con actividades de Consultoría en transnacionales del sector minero y siderúrgico en Venezuela. Además tiene una faceta académica e investigadora en Venezuela, Ecuador y España. Actualmente es profesora e investigadora de la Escuela de Negocios Espae.
Paola Ochoa, directora académica de la Espae-Espol. Foto: cortesía de Espae
La emergencia sanitaria obligó a muchas empresas del país a operar bajo la modalidad del teletrabajo. En la mayoría de los casos sin contar con una planificación previa y con la necesidad de hacer inversiones para ajustarse a esta nueva forma de operar.
De 6 395 empresas que están aplicando teletrabajo, el 91,4% son medianas, pequeñas y microempresas, según datos del Ministerio del Trabajo, al 17 de septiembre.
El sector comercial es el que más ha optado por esta alternativa, indistintamente del tamaño del negocio. Pero son los profesionales de la enseñanza quienes más se encuentran teletrabajando.
En firmas medianas y pequeñas, el teletrabajo ha sido principalmente utilizado para las áreas administrativas, financieras o de mercadeo y ventas, según gremios de este grupo de negocios.
No obstante, Wilson Araque, director del Observatorio de la pequeña y mediana empresa (pyme), de la Universidad Andina Simón Bolívar, considera que lo que se realiza actualmente no es ‘teletrabajo’, porque no hubo una planificación previa. “Por la emergencia, las personas y las empresas llevaron el trabajo a la casa. Y en el camino se han ido encontrando las mejores prácticas”.
Araque explica que el teletrabajo requiere de un análisis de puestos de trabajo y del personal que pueda adaptarse a esa modalidad. Además, señala, se debe proveer de la infraestructura física y tecnológica adecuada, capacitar al personal y llegar a un acuerdo sobre la jornada. Por último, debe haber una evaluación del trabajo con indicadores.
De acuerdo con una encuesta del Observatorio, el 52,3% de estas firmas está laborando bajo ambas modalidades: presencial y teletrabajo. El sondeo fue realizado entre mayo y junio a 576 empresas en cuatro grandes provincias.
Hasta antes de decretarse la cuarentena por el covid-19, el teletrabajo era una modalidad utilizada por apenas 1 885 trabajadores del país. Con la emergencia, hasta el pasado 17 de septiembre había 437 703 teletrabajadores, del sector público y privado.
Ante este cambio en la operatividad laboral, el Ministerio de Trabajo expidió el pasado 14 de septiembre las directrices para regular la aplicación del teletrabajo conforme lo establece la Ley Orgánica de Apoyo Humanitario.
El acuerdo señala que el trabajo remoto es aplicable para cualquier tipo de contrato, en jornada completa o parcial, sin exceder los límites establecidos en el Código del Trabajo. También determina que el empleador deberá proveer los equipos, lineamientos e insumos necesarios para el desarrollo del teletrabajo. Por su parte, el trabajador será responsable del cuidado y custodia de las herramientas y equipos entregados.
Las inversiones que amerita la adopción del teletrabajo son uno de los retos a los que se enfrentan las pequeñas y medianas empresas, que a diferencia de las grandes no contaban con un soporte tecnológico robusto, señala el Director del Observatorio de la Pyme.
Marco Carrión, presidente de la Cámara Nacional de la Pequeña y Mediana Empresa (Canape), corrobora que algunas compañías han invertido en computadoras, licencias de softwares, sistemas contables en línea, ampliación del ancho de banda en los hogares y capacitaciones.
El equipo de 4Mommy, una microempresa que vende ropa en línea para mujeres embarazadas y bebés, está operando completamente en teletrabajo. Son cuatro personas: sus fundadores y gerentes, Jessica Proaño y Gabriel Araujo, una contadora y un diseñador. Las piezas se mandan a confeccionar en cuatro talleres.
Anteriormente, el emprendimiento funcionaba en una oficina en el norte de Quito, que ahora solo alquilan por medio tiempo y usan como bodega. Para trabajar en casa, Proaño y su esposo acondicionaron un sitio, compraron un escritorio, una silla, una impresora y contrataron un plan de Internet con más ancho de banda.
Adicionalmente, adquirieron una licencia de Microsoft para uso de todo el equipo, desde sus casas. “Nos reunimos por Teams. Nos mantendremos así al menos en los siguientes meses”, añade Proaño, para quien esta manera de trabajar le ha resultado efectiva.
No todos los pequeños negocios tienen capacidad para invertir en infraestructura tecnológica. Para el titular de la Canape esto ha incidido en el quiebre de empresas. “Del 30 al 35% de las pymes han cerrado o están evaluando cómo reactivarse”, dice Carrión.
Otras no han optado por el teletrabajo por la naturaleza de su operación. Cerca del 90% de las firmas agremiadas a la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi) son industrias, lo que hace necesaria la actividad presencial para funcionar. “Algunas están teletrabajando pero solo en la parte administrativa y financiera”, señaló Gustavo Ruiz, presidente de la Capeipi.
Bossbran, una empresa de alimentos, está operando de manera presencial. Solo en los primeros meses de la pandemia mantuvo a cuatro personas de las áreas de recursos humanos, mercadeo y finanzas en teletrabajo, señala el gerente, Daniel Karolys.
Sobre el impacto del teletrabajo, el Presidente de la Capeipi señala que ha facilitado la “maduración tecnológica”, para las pymes, que en muchos casos habilitaron sus ventas en línea, producto de la emergencia.
Más demanda en sitios de coworking en el país
De esta manera lucen las instalaciones de uno de los coworkings de Impaqto. Tiene cinco sedes en dos urbes. Foto: Cortesía Impaqto
Redacción Quito (I) redaccion@revistalideres.ec Dueños de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), emprendedores, profesionales independientes y teletrabajadores buscan lugares de ‘coworking’, como una alternativa para realizar sus actividades en espacios de bioseguridad.
Según la Superintendencia de Compañías hay nueve sociedades inscritas con el nombre de ‘coworking’ en el país, aunque las actividades registradas por cada una difieren. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), por su parte, indicó que no tiene datos específicos sobre coworkings en el país.
Lo que sí es seguro es que durante los primeros días de la pandemia, estos lugares tuvieron que cerrar sus puertas; ahora, tras aplicar medidas de desconfinamiento, están activos. En sus instalaciones los usuarios pueden mostrar sus productos, realizar reuniones, contar con Internet de alta calidad, acceder a muebles ergonómicos y evitar el estrés que les puede generar trabajar en casa.
Uno de estos sitios es Workshop Coworking, ubicado en Urdesa, Guayaquil. En la cuarentena brindó servicios, como capacitaciones, de manera virtual; el espacio físico lo reactivó a inicios de mes.
Guillermo Vizcaíno, CEO de este lugar, indica que poco a poco han llegado las personas; actualmente, de 10 a 20 a la semana. Antes del covid-19, lo hacían 500 en ese mismo período. Además de alquiler de espacios de trabajo y oficinas, Workshop ofrece talleres digitales y ‘starter kits’ (servicios para emprendedores como manejo de redes sociales, fotografía de producto, entre otros).
Entre las personas que acuden allí están aquellas pertenecientes a empresas pequeñas que antes alquilaban oficinas y decidieron reducir gastos, emprendedores…
Una de ellas es Diana Carbonari, CEO de Pigro. Se trata de una cadena de restaurantes activa hace 12 años ubicada en algunas playas de Santa Elena, ahora también cuenta con una línea de productos empacados listos para cocinarse.
Acostumbrada a recibir grandes grupos de personas, la pandemia le obligó a hacer ajustes. Decidió mostrar sus productos en una percha refrigerada en Workshop, para que la gente que labora en el sitio los pueda consumir.
También exhibe su oferta en el lugar Belén López, dueña de Payfer, un negocio de cosméticos. “Nos ayuda mucho porque nos permite visualización y un nuevo punto de venta. Es un sitio con altas medidas de bioseguridad. Estamos hace siete meses”.
Hoy, vende sus productos allí y en una tienda de artículos orgánicos. Antes estaba en otros sitios, pero tras la pandemia estos cerraron, lo que generó un problema.
Compañías vinculadas con los recursos humanos como Adecco dicen que habrá un repunte de los ‘coworkings’. “Hay, incluso, espacios tipo cápsulas para ofrecer seguridad y aislamiento. También existen los ‘coworking’ virtuales para conectarse con más usuarios”, señala Sebastián Lima, director de calidad, servicio y selección de la firma en Ecuador.
Impaqto, con cuatro sedes en Quito y una en Cuenca, abrió sus puertas al público apenas se pasó del semáforo rojo al amarillo en ambas ciudades. En esa coyuntura, aún en pandemia, se detectó que mucha gente que no tenía las herramientas para trabajar en casa (conexión de red de calidad, escritorio, espacio silencioso y más) comenzó a salir a cafeterías a laborar y no era lo más adecuado. Impaqto se puso manos a la obra para ofrecer a estas personas un área laboral física segura y una comunidad virtual.
Comadres es una comunidad de mujeres emprendedoras en Guayaquil, que estuvo activa de manera digital en la pandemia y ahora físicamente. Ahora ofrece espacios de trabajo, charlas, tienda de exhibición. “Ayuda a negocios que buscan no incurrir en gastos”, señalan sus representantes.
El requerimiento de oficinas bajó en tres ciudades
La Torre de Negocios de El Dorado, en el centro de Cuenca, tiene espacios desocupados. Gloria Haya realiza la limpieza. Foto: Xavier Caivinagua para LÍDERES
Redacción Cuenca (I) El norte de Guayaquil y Quito, y el Centro Histórico de Cuenca son las zonas donde existen más oficinas desocupadas en esas ciudades. El cierre de las empresas o el teletrabajo, que aumentó por el covid-19, son las principales causas para esa situación.
Hace dos semanas, la Asociación de Corredores de Bienes Raíces de Guayas realizó una encuesta a sus 150 socios activos sobre el comportamiento del mercado inmobiliario. Allí se determinó que, en la actualidad, creció la oferta de venta de oficinas en un 55%, con relación a lo que ocurría hasta antes del inicio de la pandemia. Además, casi no existe demanda.
Sue Murillo es la presidenta de esta asociación. Según ella, las oficinas son generadoras de ingresos y trabajo, pero -ahora- al existir el teletrabajo y por la crisis económica se desocuparon algunas instalaciones para generar ahorros en las empresas que arrendaban. Ella agrega que el mercado de bienes raíces relacionado con la venta o alquiler de oficinas está totalmente frenado y la desocupación es muy alta en Guayaquil. “Existe una sobreoferta, tanto en alquiler como en venta”. Estima que la situación recién se podría estabilizar a mediados del 2021.
Murillo señala que, actualmente, es complicado alquilar estos espacios porque las empresas no lo requieren pues tienen a sus empleados laborando en casa. Ella añade que los dueños tienen complicaciones porque deben seguir pagando alícuotas de seguridad, mantenimiento y limpieza, pese a tener espacios desocupados.
Por ello, dice, hay quienes decidieron venderlas porque, además, sus ingresos se han reducido en la presenta crisis. “Necesitan tener liquidez disponible, incluso, hasta para capitalizar sus negocios”.
Pero allí surge otro problema que es la falta de compradores y los que existen buscan ofertas bajas y que tengan los servicios necesarios y, encima, puedan acceder a financiamiento. En el estudio de la Asociación de Corredores de Bienes Raíces de Guayas se determinó que el 60% de los activos que comercializan sus afiliados son a crédito.
En la capital azuaya ocurre una situación similar. Para Marco Rodríguez, expresidente de la Asociación de Corredores de Bienes Raíces de Azuay, las zonas de El Ejido (centro-sur) y el Centro Histórico es donde más se ha reducido la demanda de oficinas.
Él dice que debido a esta situación el precio de los arriendos de oficinas se redujo entre un 30% y 40%. Incluso se registran renegociaciones de contratos.
“Hay empresas o propietarios que quieren vender sus instalaciones, pero les decimos que, al ser una época complicada, es mejor esperar si su situación económica lo permite. Si no hay como arrendar, es mucho más complicado vender”, señala Rodríguez.
Agrega que los abogados, arquitectos, consultores, contadores y otros profesionales son los que más desocuparon oficinas en Cuenca porque están teletrabajando y buscan ahorrar el alquiler.
Ese criterio es compartido por el presidente de la Cámara de la Pequeña Industria de Azuay, Fernando Romero. El representante empresarial asegura que sus agremiados al ser principalmente manufactureros requieren de personal en las plantas, por lo que deben mantener las infraestructuras, que -en algunos casos- son propias. Él explica que, si bien tienen personal teletrabajando, cuentan con otros colaboradores en producción que deben estar físicamente en las fábricas.
La capital del país El norte de Quito. Según Isabel Ayala, agente de Bienes Raíces de Re/Max, en el norte de Quito hay oficinas desocupadas o en venta. Asegura que los pocos compradores quieren descuentos importantes. “Ellos alegan que todos los valores se han reducido”.
La devolución. Ayala dice que las pequeñas empresas son las que más han devuelto sus locales alquilados por la crisis. Agrega que estas firmas han cerrado o entregado sus locales porque se acogieron a la modalidad del teletrabajo. “El valor del arriendo se ha reducido entre un 6% y 10%, dependiendo del caso y zona”.
El Acuerdo 181 del Ministerio del Trabajo señala que los empleadores deben proveer los equipos, lineamientos e insumos necesarios para el desarrollo del teletrabajo. El trabajador, por su parte, es responsable del cuidado y custodia de las herramientas y equipos entregados por la empresa. Foto: Freepik.es
Así como muchos países no estuvieron preparados para enfrentar los inconvenientes derivados de la pandemia, muchas empresas y pymes tampoco lo estuvieron para asumir el reto de convivir con el teletrabajo y adaptar sus procesos productivos a esta nueva realidad.
Sobre la marcha, el Ministerio de Trabajo ha ido ajustando sus resoluciones, para tratar de adaptar esta nueva modalidad en la gestión empresarial y armonizar la relación entre empleadores y colaboradores. Partiendo de la premisa de que la salud es el bien más preciado en un equipo de trabajo, también hay que tener en cuenta que no todas las áreas de una compañía pueden desempeñarse en teletrabajo y ahí caben normas específicas.
Precisamente, un reciente Acuerdo Ministerial plantea interrogantes relacionadas con la provisión, por parte del empleador, de mobiliario, Internet o servicios básicos, por ejemplo; también hay inquietudes sobre el alcance de las remuneraciones y el control del cumplimiento de horarios específicos en casa.
Tomando en cuenta que el teletrabajo marca el futuro laboral, es indispensable que las regulaciones no den espacio a las dudas.
El 50% de las personas que teletrabajó en Ecuador durante la emergencia sanitaria registró emociones positivas.
Así lo afirma el Estudio de teletrabajo y emociones durante la pandemia en Ecuador, elaborado por las empresas latinoamericanas Brinca, Estay y Krino, de agosto de 2020. Se hicieron 974 encuestas vía Internet, con cobertura a 550 empresas (grandes, medianas y pequeñas) de 20 sectores.
Entre las emociones positivas están alegría, confianza, sorpresa y anticipación para terminar las tareas.
Un 23% de los encuestados registró emociones neutras; mientras que un 27% negativas hacia el teletrabajo. En este último caso se encuentran ira, miedo, tristeza y aversión.
El 70% de los encuestados señaló que el teletrabajo le ha permitido conciliar la vida personal con la laboral. Sin embargo, existe un impacto, principalmente en las mujeres, debido a que deben combinar todas las actividades con los quehaceres del hogar.
El 69% pudo teletrabajar los cinco días hábiles de la semana. El 63% indicó que esta metodología se aplicó para todos los empleados; para quienes la han usado ha significado un cambio en el ritmo y los procesos de las actividades laborales.
Uno de los principales problemas del teletrabajar ha estado relacionado con los espacios del hogar en el que se lo hace. Si bien una buena parte de las personas ha desarrollado sus actividades en escritorios, otro número importante lo ha hecho en la mesa de la sala o del comedor.
Esto último representa un impacto para su salud física, ya que no hay condiciones ergonómicas.
Apenas dos de cada cinco indicaron que se sienten cómodos a la hora de teletrabajar.
Otros problemas que se han registrado están vinculados con una mala conexión de Internet y las exigencias del hogar mientras se realizan las actividades laborales.
Aunque la mayoría de gente asegura que se siente cansada, también dice que el teletrabajo le permite “ser”. Para el 92%, el teletrabajo ha sido una forma para contribuir a sacar adelante a la economía del país.
Imagen referencial. Un 23% de los encuestados registró emociones neutras; mientras que un 27% negativas hacia el teletrabajo. Foto: LÍDERES
El trabajo remoto plantea desafíos importantes a países, empresas y trabajadores. Uno de ellos es que el individuo cuente con la tecnología adecuada para cumplir con su trabajo de una manera efectiva. Pero esto va de la mano con el conocimiento sobre el uso de herramientas digitales.
De acuerdo con la encuesta más reciente (2017) sobre Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) del Instituto Nacional de Estadística y Censos, apenas el 37,2% de los hogares en Ecuador tiene acceso a Internet. Mientras tanto, el equipamiento de computadoras de escritorio o portátiles no llega al 30% de los hogares.
Contar con la conectividad y las herramientas físicas adecuadas son las condiciones básicas para teletrabajar. Los individuos que no tengan acceso a estos recursos están totalmente marginados de esta modalidad de trabajo, subraya Hugo Carrión, consultor en telecomunicaciones.
Luego, necesariamente se requiere de conocimientos, destrezas y actitudes frente a lo digital, de tal forma que su desempeño laboral no se vea afectado, añade el experto. Esto implica saber buscar información, discriminar y seleccionar; tener conocimientos mínimos sobre seguridad y compartimento de datos. E incluso ciertos protocolos de educación en redes sociales.
Además, es importante conocer sobre el manejo de ciertas herramientas para la creación de contenidos, bien sean presentaciones, imágenes, videos; que pueden ser de mucha utilidad independientemente de la profesión.
Para Silvana Mochini, presidenta y fundadora de TransparentBusiness, el principal desafío de la transformación digital está en el cambio cultural. “Estamos en el contexto ideal para que el trabajo remoto sea la nueva regla, esta transformación requerirá de esfuerzos por parte de las empresas y los empleados. Se necesitará inversión en herramientas digitales adecuadas para garantizar la transparencia y efectividad de los procesos y, sin duda, capacitación para los empleados”.
La especialista en TIC considera que el aprovechamiento tecnológico debería ir dirigido a temas como: la transparencia en los procesos; la digitalización en los modelos de trabajo; claridad en los objetivos y mecanismos de reporte; una comunicación eficaz, y el trabajo colaborativo.
Para una mejor coordinación del trabajo en equipo, Carrión aconseja apoyarse en aplicaciones de videoconferencias y en las opciones que ofrece la red para gestionar el trabajo colaborativo desde la nube, como G Suite, Microsoft Teams, Slack y Trelo.
Dar seguimiento a la productividad de los empleados puede ser más desafiante para los líderes en modalidad remota. Para ello, Sebastián Lima, director de Calidad y Servicio de Adecco Ecuador, recomienda a las empresas desarrollar herramientas que permitan evaluar indicadores, como son los CRM en el área comercial.
“Se puede empezar con un Excel que contenga los kpi (indicador clave de rendimiento). Los indicadores peor evaluados deben apalancarse con capacitaciones”, explica Lima. ¿Quién debe asumir el costo de la tecnología y las capacitaciones que requieran los empleados? Es un tema que aún está en debate.
Para el vocero de Adecco, las empresas deben garantizar tanto las herramientas como las capacitaciones que sean necesarias a sus colaboradores para su desempeño laboral en teletrabajo: “Desde un teléfono inteligente hasta una conexión a Internet, así como las capacitaciones en temas digitales y automatización de procesos. El empleador es responsable”.
Lima reconoce que si bien el Ecuador se ha alineado muy bien a las tendencias laborales, al ser un país subdesarrollado hay limitaciones en el tema tecnológico, especialmente para el trabajador.
Carrión coincide en que los costos deben ser asumidos por la empresa, “al menos una parte de la infraestructura y la conectividad”.
Sin embargo, el experto en telecomunicaciones también es proclive a que el trabajador se autoeduque, “con miras a progresar en su formación profesional y dentro de la organización”. Mochini, en cambio, considera que las capacitaciones deben ser impulsadas desde diferentes frentes. “Es clave que haya un acuerdo entre el Gobierno, el sector privado y multilaterales,
Los trabajadores requieren de capacitaciones tecnológicas en modalidades remotas. Foto: Freepik.es
¿El teletrabajo y la cantidad de empleados en la empresa donde trabaja le hacen sentir invisible? Hay formas para evitar esta sensación, que se ha hecho más fuerte tras la pandemia.
Según Viriginia Collera, de LinkedIn, es importante adaptarse a la cultura empresarial y eso se logra conversando, virtualmente, con jefes y compañeros. Durante las charlas es importante hablar sobre qué es lo que se espera de cada uno.
Trate de explicar, concretamente, a qué se dedica, su experiencia y cómo puede ayudar al trabajo de los demás. Aproveche cada oportunidad para intercambiar propuestas sobre los proyectos. Asimismo, participe en las reuniones y grupos de labor en línea.
El portal del coaching recomienda cinco métodos para ser más visible:
Ser bueno y parecerlo.- Es importante hacer ver el trabajo de uno dentro de la organización. No basta solo con trabajar bien, sino comunicar ese accionar.
Plan de marketing personal.- Es fundamental diseñarlo, fijando un objetivo claro. Esta meta puede ser promocionar, percibir aumento de sueldo o que le tengan más en cuenta.
Venderse.- Uno debe mostrarse como si fuera un producto en percha. Analice sus fortalezas y debilidades. Tiene que lograr que los demás hablen de las cualidades de uno. El trabajo en equipo es fundamental en este aspecto.
Saber a quién venderse.- No necesariamente es alguien de la dirección, sino una persona que tenga capacidad de decisión e influencia en la empresa.
Evite comparaciones.- Nunca se compare con los demás. Eso le quita tiempo y energía en su plan para buscar reconocimiento o promoción.
Los expertos recomiendan trabajar bien y comunicar ese accionar. Foto: www.freepik.es