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  • Del terremoto a la productividad

    Jesús Silva, Gerente del Programa Re-Emprende, para LÍDERES (I)

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    Hace poco más de tres años, un grupo de empresas ecuatorianas decidieron apoyar a la reactivación económica de Manabí y Esmeraldas, después del devastador terremoto de 2016.

    Luego de asistir a más de 4 000 emprendimientos, hoy el proyecto ha evolucionado para formar y fortalecer encadenamientos productivos incluyentes que potencien aún más la economía de estas provincias, generando empleo y aumentando los ingresos de pequeños productores.

    En el 2016, el Programa Re-Emprende, con los aportes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Corporación Favorita, General Motors, Danec, Grupo Difare, GPF y Arca Continental Coca-Cola, dio inicio a su primera fase de implementación. En ella, se atendió a 2 801 emprendimientos unipersonales, haciendo frente a la emergencia nacional que conmocionó a los ecuatorianos, particularmente a los habitantes manabitas y esmeraldeños.

    En esta etapa, los emprendedores recibieron los beneficios de contar con asistencia técnica y financiamiento enfocados a la mejora de su negocio, así como a la generación de habilidades blandas, por ejemplo, en servicio al cliente. Esto, con el fin de reactivar los emprendimientos que habían sufrido algún tipo de daño por el sismo.

    Fue durante esta fase que pequeños emprendedores, como Luisa Ponce y Gilo Moya, esmeraldeños con un pequeño negocio de frutos secos, especias y aceites comestibles, lograron reactivar su economía familiar. Antes del terremoto, la pareja contaba con un establecimiento de gel y ultrasonido que no logró sostenerse, debido a la catástrofe.

    Gracias al Programa Re-Emprende, de la Alianza para el Emprendimiento e Innovación (AEI), volvieron a empezar, crearon su negocio y ahora generan ingresos económicos. Además, Luisa y Gilo fueron galardonados como reemprendedores del año durante los premios Ei 2018, organizados por la AEI.

    De la misma manera, los reemprendedores de esta etapa lograron acceder a 2 956 créditos, que representaron USD 3,4 millones en 21 cantones de Manabí y Esmeraldas, monto invertido en los negocios de dichas provincias.

    Durante su segunda fase, que se inició en 2018, Re-Emprende desarrolló un esquema de asistencia técnica y financiamiento enfocados a la formación y fortalecimiento de encadenamientos productivos, que contribuyen al crecimiento económico inclusivo en la región. En ese año, impartió asistencia a 1 100 emprendimientos de 109 asociaciones, cuyas actividades productivas van desde la pesca, cultivo de cacao y café, hasta la confección de textiles.

    En 2019, el programa continúa con un enfoque de cadenas productivas con una diferencia de diseño. Este año, Re-Emprende busca empresas que formen parte de cadenas productivas, las cuales deseen fortalecer a los eslabones más débiles dentro de las mismas y mejorar los ingresos de los pequeños productores en las cadenas con esquema de financiamiento, asistencia técnica o ambos. Para ello, requiere que las compañías interesadas se acerquen al programa, con la intención de encontrar puntos de colaboración y alianza entre Re-Emprende y las empresas líderes de estas cadenas productivas.

    Algunos de los criterios de selección de las cadenas a las que se apoyará a través del programa son: relevancia para el grupo destinatario (idealmente productores), potencial de cambio para la pobreza y el empleo en la región, potencial para estimular y fortalecer el desarrollo de las cadenas de valor y viabilidad. Las postulaciones se pueden hacer al correo re-emprende@aei.ec

    El programa fue reconocido en 2018 por el Gobierno ecuatoriano como parte de los esfuerzos de la sociedad civil y el sector privado para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

    Los emprendimientos que se impulsaron están vinculados a diversas áreas. A la izquierda se observa a artesanos de la paja toquilla y a la derecha a las dueñas de una cafetería.
    Los emprendimientos que se impulsaron están vinculados a diversas áreas. A la izquierda se observa a artesanos de la paja toquilla y a la derecha a las dueñas de una cafetería. Foto: Cortesía AEI
  • Manabí mantiene su aire emprendedor

    María Victoria Espinosa (F)

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    Las ferias y festivales manabitas han posicionado a los emprendedores de Manabí que elaboran productos típicos. Entre el 2016 y marzo del 2019 se organizaron 279 ferias en Manabí, Pichincha, Guayas, Azuay y otras provincias en las que los protagonistas fueron emprendedores manabitas.

    Linda Chong, coordinadora de la unidad técnica de Emprendimientos de la Dirección de Fomento productivo de la Prefectura de Manabí, señala que desde antes del terremoto de abril del 2016 se empezó dar asesoría a los emprendedores para mejorar marcas y recetas de los productos, pero a raíz de las condiciones devastadoras en las que quedó la provincia tras el terremoto, la asesoría y el acompañamiento se intensificaron.

    Para Lorena Castillo, de la línea de aliños ‘Picando Ando’, las ferias permitieron que los supermercados a escala nacional se fijaran en productos típicos manabitas.
    Según la Prefectura de Manabí, al menos 150 productos de la provincia se distribuyen en tiendas y supermercados nacionales.

    En el caso de los emprendimientos de café molido y tostado, hay 15 emprendimientos que ya se venden a escala nacional. Uno de ellos, es el café El Mañanerito, producido por la Asociación de Producción Industrial Cafeteros de Manabí.

    Ellos tienen una planta en la parroquia Noboa, del cantón 24 de Mayo. Ahí se producen 1 800 fundas, que se distribuyen en Manabí, Quito y Guayaquil a través de Supermercados Tía.

    Otro producto, que también está en las perchas nacionales es Chifles Del Mejor. Este emprendimiento se creó en el 2011 y durante cuatro años se dedicó a crear recetas innovadoras para saborizar a los chifles de plátano verde y maduro. En la actualidad tiene tipos de sabores a maduro con queso, encebollado y el natural. También ofrece otros productos como el dulce de banano con cacao.

    Los productos con la marca Del Mejor están en 72 locales de la Corporación Favorita; en los locales de la cadena Del Portal en Guayaquil y Galápagos, así como en tiendas y supermercados de la provincia.

    Freddy Zambrano, propietario del negocio Del Mejor, señala que las ferias que se empezaron a realizar a raíz del terremoto del 2016, fueron una ventana para mostrar los productos manabitas al país.

    Los dulces y productos lácteos también hacen parte de la gama de productos que se ha posicionado a escala nacional.

    La marca Doña Oti, elabora un manjar con leche, canela y azúcar. “Es el clásico y delicioso manjar que nuestras abuelas y madres preparaban en los hogares manabitas”, señala la emprendedora Otilia Andrade, de Chone.

    Ella señala que su negocio nació hace 20 años, en el sector Las Chonanas. Pero no había podido promocionarlo en otras ciudades manabitas por falta de recursos económicos.
    Pero en el 2016 decidió asistir a una feria en Portoviejo. Ella hizo degustaciones y entregó su número de teléfono a los clientes.

    A los pocos días, empezaron a llamarla para hacerle pedidos del manjar de leche. Eso la motivó a crear nuevas recetas de manjar con sabor a frutas como mango, naranja, coco, limón, entre otras.

    Este año, ya se han realizado seis ferias en Manta, Portoviejo, Rocafuerte, Chone y San Vicente.

    En este último cantón se realizó una feria y una rueda de negocios a la que asistieron 18 asociaciones.

    En Manabí se han realizado 279 ferias y festivales para emprendedores, edsde el 2016 hasta marzo del 2019. Foto: Cortesía Prefectura de Manabí
    En Manabí se han realizado 279 ferias y festivales para emprendedores, edsde el 2016 hasta marzo del 2019. Foto: Cortesía Prefectura de Manabí
  • La planta láctea renació después del terremoto

    María Victoria Espinosa (F) Contenido Intercultural

    El terremoto del 16 de abril de 2016, acabó con la microempresa de lácteos Lalo Loor, pero no derrumbó los sueños de su dueño.

    Este emprendimiento tiene 30 años en el mercado y debió empezar nuevamente a la semana del sismo, que afectó a Manabí y Esmeraldas. Pero desde hace un año y seis meses recién inició la producción de yogur.

    Lalo Loor tuvo que remover los escombros que habían caído en las maquinas. Una parte de la producción, logró salvarse y fue donada a los niños de Tabuga y Jama (Manabí), donde se encuentra instalado este negocio.

    Para que esa producción no se perdiera, Loor debió conseguir hielo para hacer funcionar una máquina y comprar una planta de energía, debido a que la luz a penas fue reinstalada dos meses después del terremoto.

    Pese a ese esfuerzo por colocar la luz en la planta láctea, que fue de unos USD 5 000, Loor entendió que reabrir su planta tardaría más tiempo porque el sistema de enfriamiento del yogur había colapsado, al igual que las máquinas con las que se mezcla el yogur. “Hubo momentos en los que no sabía qué hacer. Pero con mi familia decidimos no rendirnos”.

    Loor decidió vender el ganado que le proporcionaba la leche para hacer el yogur. Con ese dinero, alrededor de USD 10 000, compró nuevamente la maquinaria Pero esta vez la leche tuvo que comprársela a los ganaderos montuvios de la zona de Tabuga.

    Al día llegan unos 50 litros de leche hasta la planta con los que se hace yogur, queso y postres.

    Hasta antes del terremoto la producción diaria era de hasta 30 litros de yogur, ahora mermó a la mitad. Loor señala que se debe a que aún no ha podido recuperar el cuarto frío para almacenar el producto. Por el momento, la producción se guarda en refrigeradoras industriales. “Aplicamos a créditos y ayudas del Estado, pero no fuimos favorecidos”.

    Sin embargo, el manabita afirma que de a poco ha ido recuperando a sus clientes, más de 100 y el producto se volvió a comercializar en Pedernales y Jama.

    El punto de venta principal está ubicado en el kilómetro 28 de la vía PedernalesJama.
    Ahí, la familia Loor construyó una cabaña típica del pueblo montuvio. En ese sitio funciona una tienda en la que ofrecen los yogures con trozos de piña, coco, mora, fresa y durazno, que cuestan entre USD 1 y USD 5, según la presentación y el tamaño.

    También se venden postres como las frutillas con crema batida y el flan de fresa. “No utilizamos preservantes. Son postres con recetas típicas manabitas”.

    En esa cabaña también se encuentran productos típicos de Manabí, que son elaborados por emprendedores de Jama y Pedernales. Se encuentran dulces manabitas, café de Tabuga, rosquillas, queso de finca, dulce de leche, entre otros.

    Esos productos, en su mayoría, son comprados por los turistas y estudiantes que visitan el bosque Lalo Loor, ubicado a pocos 700 metros de la cabaña, o las playas.

    El turista Juan Carlos Borja viaja hasta Bahía de Caráquez cada dos meses y una de las paradas es en la tienda de ‘don Lalo’. Él asegura que en el lugar hay un espacio para descansar y comprar productos típicos manabitas. “Siempre venimos para tratar de reactivar los negocios que se afectaron en el terremoto”.

    Sobre el negocio

    La planta láctea Lalo Loor se creó hace 30 años, cuando la familia empezó a dedicarse a la ganadería, en Tabuga.

    Del ganado lechero obtenían la leche para vender y para fabricar el yogur. Pero en el terremoto debieron vender las vacas y ahora compran a los montuvios de Tabuga.
    El negocio tiene cinco empleados entre familiares y lugareños. El producto se vende en las tiendas de Jama y Peder­nales. Pero también a los turistas que vistan la playa y el bosque de esa zona.

    En una cabaña, en la vía Jama - Pedernales, Lalo Loor elabora sus productos como el yogurt y los postres. Foto: Juan Carlos Pérez  para LÍDERES
    En una cabaña, en la vía Jama – Pedernales, Lalo Loor elabora sus productos como el yogurt y los postres. Foto: Juan Carlos Pérez para LÍDERES
  • Carlo Ruiz: ‘Toda asociación puede dar el salto’

    Redacción Quito

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    Carlo Ruiz, responsable del área de Desarrollo Económico Inclusivo y Riesgos del PNUD, da a conocer el trabajo de apoyo que se realiza en favor de pequeños productores y asociaciones. Comparte el trabajo realizado tras el terremoto del  16 de abril del 2016 y cómo se “exportaron” experiencias.

    ¿Qué diagnóstico tiene el PNUD sobre las asociaciones y pequeños productores ecuatorianos que tratan de salir adelante?

    Uno de los valores agregados que tenemos es el aprendizaje a escala local e internacional. Dentro de eso hemos visto factores comunes que determinan el éxito o el fracaso de proyectos. Uno de eso factores es trabajar en el enfoque de la demanda. Muchas veces surgen proyectos para generar oferta, mejorar su producto, incrementar el volumen. Pero una vez que ha terminado el apoyo, se suponía que quedaban listos, pero se caía el proyecto porque no se pensaba en la demanda. Entonces una de las lecciones aprendidas es pensar en la oferta; puede ser difícil y por eso la clave es empatar oferta con la demanda.

    ¿Cómo se puede lograr eso?

    En el PNUD una de las prioridades, a escala global, es la erradicación de la pobreza. Dentro de eso la clave es la resiliencia, la capacidad de las personas de adaptarse a una situación cambiante. Con estos elementos tratamos de enganchar la demanda para que las asociaciones productivas del país puedan entrar a circuitos económicos de manera más justa y equitativa y sostenible.

    ¿Cómo se logra esto?

    Con una serie de herramientas, a nivel global que las traemos al país, o desarrollando metodologías propias en Ecuador según las necesidades.

    ¿En el caso de las herramientas que llegan desde afuera, qué ejemplos hay?

    El el desarrollo inclusivo trabajamos con tres metodologías: el Programa de Desarrollo de Proveedores (PDP); el programa En marcha y Creciendo con su negocio. El primero surgió en México con el objetivo de trabajar con empresas anclas grandes para mejorar de lado y lado: a la empresa y a sus proveedores. La idea es que estos últimos pueden desarrollar productos y diversificar clientes. Los programas que operan en períodos cortos no siempre dejan listas a las personas o asociaciones. Muchas veces no están listas para quedarse solas y por eso queremos dar acompañamiento más largo para fortalecer a las instituciones públicas que son parte de estos procesos. Estos nos ha dado resultados.

    Sabemos que a raíz del terremoto de abril de 2016 se aplicaron estos programas. ¿Qué resultados se lograron?

    Tras el terremoto necesitábamos soluciones rápidas para ayudar a las asociaciones productivas afectadas en Manabí. Adaptamos el PDP, con una versión más ligera. Había asociaciones afectadas, con cosechas perdidas. Los mercados también estaban destruidos y allí nació la metodología Creciendo con su negocio. Empezamos un proceso de ocho meses en el que participó un consultor del PNUD que identificó problemas; se levantó un plan de mejoras y se empezó a trabajar en temas como finanzas, logística, insumos… Con los resultados el consultor buscaba demanda o mercado para una asociación determinada.

    Entonces el terremoto ‘permitió’ que surja este programa. Ahora, ¿qué tan complicado es cumplir este ciclo?

    Al comienzo fue complicado. Partimos de la adaptación de un programa y aprendimos con la implementación. Hubo que aplicar. Ahora todo esto ya está sistematizado y automatizado en programas informáticos. Y esto permite llevar herramientas a otros países.

    ¿Se ha llevado al extranjero programas hechos en el país?

    Sí. El programa En Marcha salió de Ecuador. Este empezó en Quito asesorando a comerciantes locales. Esta metodología se aplicó en El Caribe tras los huracanes del año pasado. En Haití también se utiliza en zonas afectadas, así como en México, tras el último terremoto. Esto es gracias al trabajo en red del PNUD; esto permite un intercambio.

    ¿Que tipo de retroalimentación se ha dado en el país luego de aplicar estas metodologías en los sitios del terremoto y en otras experiencias?

    Los aprendizajes son en tiempos de paz y en tiempos de crisis. Hemos visto con agrado que los cambios que se dan tras un proceso de ayuda más largo es muy notorio y genera más apropiación de parte de las asociaciones. Nuestra asesoría no es en lo agronómico, sino en lo empresarial y por eso queremos que las asociaciones trabajen más como un emprendimiento o como una empresa, que cambien el chip y den un salto.

    ¿Cuántas asociaciones se han beneficiado?

    Tenemos 25 en Esmeraldas, 26 en Manabí y 8 en Carchi. Lo que también nos importa es lograr equilibrio en género dentro de estas unidades productivas. El empoderamiento económico de las mujeres genera cambios estructurales muy importantes y contribuye a reducir violencia contra la mujer. Esto permite conseguir otros resultados que no están ligados al desarrollo empresarial, pero que son efectos positivos.

    ¿A todo este apoyo se da seguimiento?

    Hacemos mediciones de monitoreo, esto mide indicadores específicos que nos permiten ver cambios en el tiempo. Cuando termina el proyecto hacemos unas dos o tres visitas para ver si se mantiene el apoyo. Hemos encontrado que en un tipo de negocios funciona mejor que en otros. Uno de los factores de éxito es que se identifica cómo el comprador necesita que le llegue el producto, en qué cantidad, frecuencia, etc. Esto se informa a la asociación y se da una relación directa, justa y sostenible en el tiempo.

    ¿Hay sectores que tengan más potencial que otros? ¿Agrícola, ganadería…?

    Hemos trabajado con pescadores artesanales, asociaciones de cacao, arroz, café. En lo lácteo hemos trabajado más en el Programa de Desarrollo de Proveedores con una empresa privada. También tuvimos un proyecto con una empresa textilera. El trabajo siempre se cumple en coordinación con instituciones públicas, con gobiernos provinciales o con el Ministerio de Industrias. Esto permite saber con certeza la potencialidad de un determinado producto en el mercado.

    Hoja de vida

    Estudios. Abogado ecuatoriano. Estudió Administración y Políticas Públicas en la Universidad de Massachussets. También estudió en la Flacso una maestría en Gobernanza Energética.

    Experiencia. Ha trabajado en temas de gestión y derecho ambiental en un proyecto del Banco Mundial. También estuvo en la Asociación de Municipalidades Ecuatorianas, la Vicepresidencia de la República, la Cooperación Alemana.

    Cargo. En la actualidad es responsable del área de Desarrollo Económico Inclusivo y Riesgos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la oficina de Ecuador. Trabaja en temas de desarrollo productivo y sector privado.

    En la actualidad es Responsable del área de Desarrollo Económico Inclusivo y Riesgos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la oficina de Ecuador. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    En la actualidad es Responsable del área de Desarrollo Económico Inclusivo y Riesgos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en la oficina de Ecuador. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
  • Aproximadamente 180 niños afectados por el terremoto fueron agasajados por Navidad

    Gabriela Coba

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    Durante el mes de diciembre las personas, empresas y organizaciones realizan actividades sociales con la comunidad por motivo de Navidad. Este año los festejos se han enfocado en los damnificados por el terremoto del 16 de abril del 2016.

    Un ejemplo de ello es el agasajo navideño realizado por la empresa Sicobra en los albergues de Portoviejo y Cojimíes el sábado 26 de noviembre. Para llevar a cabo el evento se coordinó con los encargados de los albergues oficiales de las ciudades de la provincia de Manabí.

    Los colaboradores de la entidad se organizaron para donar un porcentaje de su salario de forma voluntaria. Seis trabajadores fueron al albergue de Cojimíes y llevaron regalos, un espectáculo con un payaso y dieron una comida a la gente que vive provisionalmente allí. 90 menores de edad fueron homenajeados en este poblado.

    En Portoviejo también se realizó una fiesta para aproximadamente 90 menores del albergue. Esta fue realizada por los empleados de la entidad de la ciudad de Guayaquil.

    Rafael Moreno, jefe de Recursos Humanos de la empresa de cobranza cuenta que “en el camino se evidenciaban los daños que dejó el terremoto”. Sin embargo, “la experiencia fue muy enriquecedora, levantó el ánimo de todas las personas”.

    Moreno explica que se decidió tener un acto de solidaridad con los más pequeños porque “los niños son los más vulnerables en este caso. Y aún así se mantienen alegres y irradian esa felicidad a los demás”.

    Wilmer Iduarte, encargado del albergue de Cojimíes, comenta que “con el agasajo los niños estuvieron muy felices. La gente estuvo ahí ayudando, apoyando, entregando juguetes”.

    Iduarte además explica que el albergue iba a estar solo hasta finales de diciembre, pero se analizó la situación de las personas que viven allí y ahora está dispuesto que este abierto hasta mediados de enero del 2017.

    Sicobra es una empresa dedicada a la cobranza por vía telefónica o domiciliaria. Hace cinco años que tiene un área de responsabilidad social. A lo largo del año realizan diversas actividades de ayuda. Otro de sus proyectos es la entrega de comida a personas de la calle del Centro de Quito. A las 12:00 de la noche preparan los alimentos y salen a entregarlos. Esta ayuda se realiza en conjunto con la Fundación la Toca de Asís.

    Los colaboradores de la entidad se organizaron para donar un porcentaje de su salario de forma voluntaria. Seis trabajadores fueron al albergue de Cojimíes y llevaron regalos. Foto: Cortesía
    Los colaboradores de la entidad se organizaron para donar un porcentaje de su salario de forma voluntaria. Seis trabajadores fueron al albergue de Cojimíes y llevaron regalos. Foto: Cortesía
  • Reinventar procesos, innovar y generar una cultura empresarial, factores claves para enfrentar las secuelas del terremoto

    Redacción Líderes

    El 16 de septiembre se cumplieron cinco meses del terremoto de 7.6 grados que sacudió la Costa ecuatoriana y que dejó alrededor de 668 personas fallecidas. Las secuelas de esta tragedia todavía se reflejan en la población de Manabí y Esmeraldas, las provincias más afectadas por el movimiento telúrico.

    La pregunta que surge es: ¿Cómo retomar las actividades diarias, personales y laborales, en las zonas directa e indirectamente afectadas?

    Para Pablo Pazmiño, gerente de Estrategia y Gestión, existen tres aspectos fundamentales en este tipo de procesos:

    La primera es revertir la crisis en oportunidad. La segunda es aprovechar para innovar y la tercera es generar una cultura empresarial.

    1. Revertir la crisis en oportunidad

    Pazmiño trae a colación el caso de una empresa en Manabí y recuerda que la persona al frente de la organización señaló que “no hay que arreglar procesos sino que hay que reinventarlos, reinventar la forma de hacer las cosas”. Es decir, señala el especialista, esta crisis surgida por el terremoto es una oportunidad para reinventarse, para hacer una organización renovada, para resucitar desde arriba, desde los líderes.

    Para Pazmiño, la comunicación es fundamental en este primer paso. El acercamiento, el empatizar, el escuchar para poder mejorar, son factores claves para poder ‘renacer’.

    En este punto hay algo que destaca Pazmiño y son las secuelas emocionales que dejó el sismo. Para las personas que perdieron a sus familiares, perdieron sus casas, no es fácil retomar las actividades y para ello recomienda que se genere un proceso denominado ‘intervención de crisis’ que, a criterio de Pazmiño, debe estar a cargo del Gobierno y de las empresas.

    ¿En qué consiste la ‘intervención de crisis’? Consiste en la participación de expertos en manejo de crisis que hacen que las personas pasen por algunos procesos hasta lograr el bienestar. Las etapas por las que pasan los afectados son: el shock, el luto, la negación; posteriormente hay un proceso de asimilación de lo que sucedió y el final que es un proceso de cambio. Estas personas acompañan al grupo afectado y de esta manera se evita que aparezcan patologías.

    Una vez que se cumplen todos estos pasos y las personas estén ‘libres de miedos’ es importante una construcción participativa. ¿Qué aprendimos de la tragedia? ¿Qué nos planteamos para un futuro?

    2. Aprovechar para innovar

    A criterio de Pazmiño, los ecuatorianos tenemos que ser mucho más competitivos y algo fundamental es que «debemos tener estructuras flexibles y livianas y trabajar en redes», para hacer frente a crisis como la del pasado 16 de abril. ¿Qué sucede en tiempo de vacas gordas? Las personas, al igual que las organizaciones, en general, tienden a gastar más de lo necesario, en bonanza nos engordamos, dice el experto, pero cuando estamos en aprietos nos toca adelgazar, señala.

    En la actualidad ha cambiado la forma de trabajar de algunas organizaciones. Ahora la tendencia es trabajar en redes de aliados, es decir con alianzas y colaboraciones, de esta manera se genera que todos los involucrados ganen.

    A partir de este fenómeno que golpeó a todo el Ecuador es importante aprender nuevas formas de ver las cosas, nuevas formas de trabajar y buscar metodologías más eficientes.

    3. Generar una cultura empresarial

    Para Pazmiño es evidente que no es una fortaleza la cultura de prevención en nuestro país, pero es algo que se puede cultivar. El experto considera que estas situaciones, el terremoto del 16 de abril, mueven los valores de una empresa o de una persona.

    La cultura de la prevención y planificación pueden convertirse en valores organizacionales y cuando se transforma en valor todo mundo lo vive, comenta Pazmiño. 

    Y ¿cómo se genera una cultura? Para Pazmiño, la cultura se forma a través de la conciencia, de normar prácticas (repetición disciplinada), de medir y de premiar. Es importante que los líderes hagan conciencia y sean disciplinados en fomentar esos nuevos valores.

    Pablo Pazmiño cree que después del sismo quedan muchas lecciones por aprender, entre ellas la oportunidad para cambiar paradigmas en las organizaciones que nos permitan ser mejores y que estos paradigmas sean parte de la forma de ser de la organización.

    La crisis que sacudió al país tras el terremoto del pasado 16 de abril es una oportunidad para cambiar paradigmas, según especialistas. Foto: Archivo Líderes
    La crisis que sacudió al país tras el terremoto del pasado 16 de abril es una oportunidad para cambiar paradigmas, según especialistas. Foto: Archivo Líderes
  • Misiones de ayuda recorren Manabí

    Redacción Quito

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    Los espacios de servicio y de ayuda a la comunidad se fortalecen en la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL). Desde el 2004 se desarrolla un programa denominado Misión Idente Ecuador (MIE), que tiene como objetivo ayudar a las localidades en situación de vulnerabilidad.

    Los misioneros ingresan a las comunidades y realizan capacitaciones, charlas, conversatorios para fortalecer emprendimientos o crear nuevos. Además, buscan apoyar en la construcción de obras y guiar espiritualmente a quienes lo necesiten.

    Manuel Yunga, coordinador de la Dirección General de Misiones Universitarias, explica que el proyecto institucional busca ayudar a las personas. “Se realiza de la mano de los estudiantes de la universidad, docentes y personas particulares que quieran colaborar con la institución”.

    Hace cuatro años, esta universidad se unió a la Universidad Católica Sede Santo Domingo y Sede Ibarra, para que la participación de estudiantes se incremente. La concurrencia del público en general también es importante porque hemos tenido la presencia de profesionales, amas de casa y demás.

    Las misiones realizan un trabajo cercano a la comunidad. Durante una semana conviven con las familias para aprender sus costumbres y compartir sus conocimientos. “Buscamos apoyar sus emprendimientos y ayudamos a las pastorales de los sacerdotes de las diferentes comunidades”.

    Este año se convoca una vez más para acudir a la zona afectada por el terremoto del pasado 16 de abril, que afectó a Manabí y Esmeraldas, provincias costeras.

    El tema central será apoyar en la reconstrucción de las localidades afectadas por el movimiento telúrico, que dejó 660 fallecidos aproximadamente.

    Las personas inscritas viajarán desde el 16 hasta el 24 de septiembre para recorrer la zona afectada de Manabí, en especial, Canoa y Calceta. Se formarán varios grupos de siete personas, que visitarán las diferentes viviendas de las localidades seleccionadas.

    Los jóvenes llevarán alimentos y vituallas para entregar a las familias. Los productos fueron donados por los estudiantes y por empresas privadas.

    Las misiones atenderán a unas 3 000 familias, aproximadamente, y participarán unas 150 personas.

    Desde el 2004 se han visitado 40 comunidades de los diferentes sectores del país.
    Para Yunga, uno de los objetivos de estas misiones es que los estudiantes tengan una formación completa tanto profesional, como humanitaria. “Se brindan las herramientas necesarias para que las comunidades tengan alternativas para salir adelante.

    Las misiones ya han realizado un primer acercamiento a las comunidades de Manabí. Sin embargo, se espera la llegada de profesionales como ingenieros civiles, arquitectos, médicos, entre otros. “El trabajo de los arquitectos es básico para ayudar al tema de la reconstrucción de las casas derrumbadas en la zona”.

    Los interesados pueden inscribirse vía e-mail, a un costo de USD 15. Deben acceder a la página web de la UTPL y seguir las instrucciones. Hay dos requisitos indispensables: los deseos de ayudar a los demás y los ánimos de aprender. Incluso hay presencia de misioneros extranjeros.

    “La idea es hacer un acompañamiento a la comunidad para que los procesos aprendidos continúen. Mientras que los estudiantes ponen en practica sus conocimientos”, asegura Yunga.

    Las misiones llenan de experiencias a las personas que participan en estos proyectos. Alex Pardo tiene 26 y estudia ingeniería agropecuaria. El joven ha participado en cuatro ocasiones en la misión. La primera vez fue a una localidad de Cuenca, ubicada a orillas de la represa de Paute.

    Fue una semana en la que rescató muchas experiencias y resaltaron la solidaridad de los pobladores. “Es una semana en la que se observa la solidaridad de las personas de la localidad”.

    En este lugar dieron talleres de sexualidad, drogas y emprendimiento. “Formamos un vínculo de amistad, ya que nos aconsejaron”.

    Para este joven, el involucramiento con la comunidad le sirvió para ofrecer sus servicios de forma desinteresada. “Es una puerta para darnos cuenta que podemos ayudar a nuestros hermanos”.

    Fotos: cortesía UTPL La entrega de kits solidarios ‘Cuenta Conmigo’ fueron entregados a las familias de Manabí, en julio pasado.
    Fotos: cortesía UTPL
    La entrega de kits solidarios ‘Cuenta Conmigo’ fueron entregados a las familias de Manabí, en julio pasado.
  • La venta del sombrero de paja se redujo

    Washington Paspuel

    Contenido intercultural

    Los artesanos tejedores de los tradicionales sombreros de paja toquilla de Montecristi, en Manabí, todavía tienen dificultades para comercializar sus creaciones.

    Luego del terremoto del pasado 16 de abril, que afectó una parte de la infraestructura y vialidad manabita, las ventas de estos productos se redujeron. En la provincia la confección de sombreros de paja toquilla se concentra en el cantón Montecristi, muy particularmente en la parroquia Pile, un poblado de alrededor de 2 000 habitantes, a 20 minutos de Manta.

    Carmen Espinal, tejedora de 55 años, aún no ha podido vender tres sombreros que una de sus hijas, quien también teje, le llevó para que los oferte a los turistas que suelen visitar el caserío, precisamente por la fama del producto.

    Espinal ahora teje poco debido a una dolencia en la espalda, que le impide permanecer mucho tiempo reclinada, una posición para entretejer la fina paja desde arriba.

    En la sala de su vivienda, a un costado de la calle principal de Pile, esta artesana montó su taller. Allí, bajo la luz que ingresa desde una ventana, permanecen tres sombreros a medio tejer, a la espera de compradores. Estos suelen llegar los fines de semana, atraídos por la fama del poblado. También, llegan turistas extranjeros, que desembarcan en los cruceros en Manta. Ella menciona que desde el terremoto los visitantes dejaron de llegar a Pile.

    En el 2015 Ecuador exportó USD 17 millones en sombreros de paja toquilla que, además de en Montecristi, también se elaboran en Azuay, con texturas y calidades que difieren según su procedencia. Los sombreros se exportan principalmente a Europa, EE.UU. y Japón, según el Banco Central.

    Los tejedores de Pile aseguran que ellos elaboran los sombreros más finos. “Un sombrero fino demora hasta seis meses en tejerse. Esos se venden por no menos de USD 600 aquí”, dijo Espinal.

    En Pile, los sombreros más sencillos, confeccionados mediante un entrelazado de filamentos más gruesos de paja, tardan alrededor de cuatro días en su confección. Su costo en los talleres promedia USD 150. Pero, Espinal dice que ahora los compradores que los llevan a Montecristi para comercializarlos les están fiando. “No nos están pagando de contado, porque a ellos también les fían”, asegura.

    En Montecristi hay artesanos que se encargan de planchar, acomodar el tejido y personalizar los sombreros con cintillos de colores, en algunos casos. Estas piezas luego se destinan a la exportación.

    La esperanza de que la tradición del tejido del sombrero de paja toquilla se mantenga entre las nuevas generaciones de la parroquia Pile, está puesta en el Centro de Formación Artesanal, donde funciona una escuela taller. Allí recibe clases de dos horas diarias, de lunes a viernes, un grupo de jóvenes de la comunidad.

    Ellos aprenden todo el proceso involucrado en la confección de estas piezas, desde el tratamiento de la paja recién cortada, para que alcance el color, textura y finuras necesarios, hasta las técnicas de armado y acabado final.

    La primera escuela taller estaba ubicada en la casa comunal del poblado, pero ahora ocupa la segunda planta de un moderno local, en el centro del caserío. Fidel Espinal, uno de los instructores del taller, menciona que la intención es preservar la tradición del tejido entre los más jóvenes. “Por eso también se dan charlas.

    Para manabitas como Ana Delgado es importante que se preserve el tejido de los sombreros de paja toquilla, “que tanto renombre le han dado a la provincia. Son elegantes y protegen del sol”.

    En junio, el Ministerio de Comercio Exterior mantuvo una reunión en Montecristi con los artesanos de paja toquilla para definir acciones para reactivar el comercio de los sombreros.
    Según Pro Ecuador, la finura del sombrero se mide en grados, a mayor finura mayor es el grado, y mayor su valor comercial. Ecuador se especializa por producir finas variedades de sombreros que cumplen con altos estándares y exigencias de los consumidores a nivel internacional.

    En detalle

    Precio bajo Los sombreros más sencillos se venden ahora en Pile en alrededor de USD 60. Hasta antes del terremoto se pagaba no menos de USD 100 en los taller del poblado.
    Las herramientas  La confección del sombrero, como se elabora en Pile, requiere de un soporte base de madera, en forma de trípode. Sobre este se ubica la horma que le da forma a la pieza de paja.

    Organización  En la parroquia Pile no hay una asociación de artesanos de tejido de paja toquilla que los agrupe. El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural administra el centro de formación artesanal para preservar este arte.

    Los sombreros se elaboran en las casas de los habitantes de esta parroquia del cantón Montecristi, en Manabí. Foto: Enrique Pesantes/LÍDERES
    Los sombreros se elaboran en las casas de los habitantes de esta parroquia del cantón Montecristi, en Manabí. Foto: Enrique Pesantes/LÍDERES
  • Hoy se inaugura la expoferia de la reconstrucción del terremoto en Portoviejo

    María Victoria Espinosa (I)

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    En el recinto ferial de la Cámara de Comercio de Portoviejo, en Manabí, se desarrolla desde este 14 de junio de 2016 una feria de la reconstrucción para las zonas afectadas por el terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter. La ‘Expo Reconstrucción juntos por un Manabí y Esmeraldas’ se inaugura a las 12:00 de hoy. Pero desde las 08:00, los expositores ultiman detalles en sus stands.

    50 empresas públicas y privadas de Ecuador instalaron estands en los que explicarán los precios de los materiales sismo resistentes para la reconstrucción de las viviendas afectadas de Manabí y Esmeraldas. Además se exhibirán proyectos habitacionales de interés social.

    Alba González, presidenta de la Cámara de Comercio de Portoviejo, aseguró que la ventaja de la feria es que los precios serán solidarios y habrá expertos en construcción, diseño y arquitectura, que guiarán a los afectados para que escojan las mejores alternativas en materiales, según el terreno y la zona en la que viven, o los proyectos habitaciones.

    Además habrá estands de la banca privada y pública, que atenderán a los afectados para ofrecerles una refinanciación de los préstamos y además les darán opciones de créditos para quienes los necesiten y así completar el incentivo de la vivienda que da el Gobierno

    El ingreso a la feria es gratuito. La feria empieza hoy y durará hasta el 19 de junio, desde las 10:00 hasta las 17:00.

    Según Ricardo Dueñas, presidente de la Corporación Ekos, para garantizar que los damnificados de las zonas más afectadas como Muisne, Bahía de Caráquez, Pedernales, Jama, Manta y Chone asistan al evento se dispuso de buses para que trasladaran a las personas hasta la feria y las llevarán de vuelta a sus ciudades de origen. Habrá horarios específicos para cada ciudad.

    La ‘Expo Reconstrucción juntos por un Manabí y Esmeraldas’ se extenderá hasta el 19 de junio. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES
    La ‘Expo Reconstrucción juntos por un Manabí y Esmeraldas’ se extenderá hasta el 19 de junio. Foto: Eduardo Terán / LÍDERES
  • Este martes 14 de junio arranca la feria Expo Reconstrucción en Portoviejo

    Redacción Líderes

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    Al menos 47 empresas de los sectores de la construcción, inmobiliario, financiero, de seguros, urbanista, entre otros, participarán de la Feria Expo Reconstrucción que tendrá lugar desde este martes 14 hasta el 19 de junio del 2016, en el Recinto ferial de la Cámara de Comercio de Portoviejo.

    En este feria se podrá encontrar propuestas para la reconstrucción de las ciudades que fueron afectadas por el terremoto del pasado 16 de abril. Empresas privadas ofertarán materiales sismorresistentes a precios solidarios, información sobre normativa de construcción, soluciones de vivienda emergentes y seguros, informó el Ministerio de Producción, Empleo y Competitividad, a través de su página web.

    Una de las empresas participantes será Mexichem Ecuador, fabricante de Plastigama. En su stand se exhibirán los productos correspondientes a la línea construcción e infraestructura. El producto en el que pondrán énfasis es el sistema completo de plástico para alcantarillado sanitario, así como los implementos para conducción de agua potable y aguas grises dentro de las viviendas, señaló la marca en un comunicado.

    Además se podrán encontrar el portafolio de productos, asesoría comercial y técnica así como la oportunidad de obtener precios diferenciados con descuentos superiores al 25%.
    Carlos Alaña, gerente de Plastigama, señaló que la empresa “colaborará en este proceso de reconstrucción con nuestros productos más innovadores y aquellos que tienen mayor resistencia”.

    En la feria también participarán los ministerios Coordinador de la Producción, Empleo y Competitividad y de Desarrollo Urbano y Vivienda, así como autoridades de los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD), profesionales, especialistas de la construcción e inversionistas.

    Imagen de Portoviejo del 9 de junio del 2016. En esta ciudad se realizará  La Feria Expo Reconstrucción este martes 14 hasta el 19 de junio del 2016, en el Recinto ferial de la Cámara de Comercio. Foto: Galo Paguay / LÍDERES
    Imagen de Portoviejo del 9 de junio del 2016. En esta ciudad se realizará La Feria Expo Reconstrucción este martes 14 hasta el 19 de junio del 2016, en el Recinto ferial de la Cámara de Comercio. Foto: Galo Paguay / LÍDERES