Los riesgos que acarrea El Niño activan las alertas

Redacción Quito y Guayaquil

Hasta ahora, el peor escenario posible para un embate del fenómeno de El Niño sería uno similar a lo ocurrido en 1997-1998. En ese entonces, la cantidad de precipitaciones en la Costa ecuatoriana provocó pérdidas que ascendieron a unos USD 2 882 millones; es decir, el 15% del Producto Interno Bruto (PIB) registrado en esos años.

De ocurrir algo igual, hoy eso significaría aproximadamente USD 14 061 millones en pérdidas, lo cual da una muestra de la dimensión de lo que significó la arremetida del peor fenómeno de El Niño del siglo pasado para el país.

Adicionalmente, según un estudio realizado por la CAF Banco de Desarrollo de América Latina, la producción perdida equivalió a alrededor del 9,5% del mismo PIB. Es decir, a términos presentes, eso significaría aproximadamente USD 8 835 millones.

Todo este volumen de pérdidas representaría para el país un valor incluso mayor a la deuda externa pública actual, que asciende a USD 12 930 millones.

Y eso no fue todo, el impacto en la balanza comercial fue tal que el país pasó de un saldo positivo de USD 1 329 millones, en el año anterior a la llegada de aquel Niño, a un registro negativo de USD 745 millones en el año posterior.

«En el sector real, los efectos del desastre en términos de empleo se sintieron con fuerza durante los meses de su ocurrencia. Por efecto de las inundaciones y la interrupción de las comunicaciones normales, muchas actividades debieron suspenderse, y otras, como ciertas plantas procesadores y empacadoras, cerraron por falta de materia prima que procesar o por los daños parciales a su infraestructura«, señala el informe.

Aunque hoy el desarrollo de la infraestructura y las acciones de prevención son muy distintas a lo que sucedía hace 17 años, no deja de ser una preocupación por la incertidumbre del real efecto que podría tener el anunciado Niño.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha anunciado que un Niño podría presentarse en el segundo semestre, sin que determine la intensidad que podría traer. El fenómeno, según los expertos, tiene que ver con temperaturas más cálidas de la superficie del océano y repercute en el clima del mundo al elevar las temperaturas. Específicamente, influye en las temperaturas y en las precipitaciones, contribuyendo a las sequías o a lluvias fuertes e inundaciones.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) anunció hace pocos días que los cultivos de las naciones de Sudamérica y el Caribe, África meridional y los países del Cuerno de África y el sudeste asiático, «son los que más podrían quedar afectados por el fenómeno meteorológico de El Niño».

En el informe, de seis páginas y escrito en inglés, se indica que parte del sur del América Latina recibirá lluvias más intensas, las cuales afectarán a zonas de cultivos de cereales en Argentina, sur de Brasil y Uruguay. «Las fuertes lluvias de finales de año podrían retrasar la siembra de los cultivos de cereales, que serán cosechados a partir de marzo».

Los pronósticos indican que existe un 70% de probabilidades de la ocurrencia de El Niño y que ya se encuentra en desarrollo. Según el informe de la FAO, entre septiembre del 2014 a febrero del 2015 se tiene una probabilidad de más del 80%.

Por eso, las autoridades se preparan para una posible llegada. El Gobierno ha anunciado que ayudará en las obras que deban hacer los Gobiernos Autónomos Municipales (GAD) para enfrentar el fenómeno de El Niño. Sin embargo, estos proyectos tendrán que ser analizados por la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (SNGR). Una vez aprobados por la entidad, el Ejecutivo invertirá en obras que son competencias de los municipios, como el dragado de ríos y la construcción de muro de contención.

Además, están preparando los lugares que servirán de albergues para los damnificados del fenómeno, en caso de ser necesario. También se han elegido lugares que funcionarán como bodegas, donde se almacenarán los alimentos.

La preocupación vuelve a los bananeros y camaroneros.

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La posibilidad de que suceda otro fenómeno, con similares proporciones al ocurrido entre 1997 y 1998, genera preocupación en agricultores y camaroneros. William Ramón, presidente de la Asociación de Productores Bananeros de Naranjal, vivió de cerca esa realidad. «Fue desastroso. Si se repite va a traer muchos problemas al sector bananero, concretamente en Naranjal».

Ramón considera que hay aspectos que mejorar en materia de prevención. «No estamos preparados, los ríos se han ensanchado mucho más. Lo que el productor hace para protegerse es levantar muros, pero debería hacerse un dragado, eso es lo que se necesita».

El dirigente señala que existen planes de precaución para Naranjal, sin embargo, no están en funcionamiento.

Pero Cecilio Jalil, presidente ejecutivo de la Asociación de Industria Bananera del Ecuador (Asisbane), asegura que el panorama de hoy es distinto, ya que los productores formales bananeros están preparados con infraestructura para soportar cualquier fenómeno natural, siempre y cuando no sea tan devastador.

No obstante, indicó que hay sitios que tienen mayor predisposición a experimentar daños, como las zonas bajas de Los Ríos y las zonas de El Triunfo y Milagro (Guayas). Él calcula que unas 95 000 hectáreas, las conformadas en las zonas bajas, se verían afectadas.

En cuanto a pérdidas sufridas en el pasado fenómeno de El Niño, ambos dirigentes declararon que las pérdidas fueron incuantificables.

Al igual que los bananeros, los acuicultores también esperan que El Niño no sea tan severo. John Galarza, representante de la exportadora de camarón Marecuador, ubicada en Jambelí, recuerda que en el pasado los problemas fueron las lluvias y las inundaciones.

En esa época, la mayor parte de las camaroneras -ubicada cerca de la playa-, presentó pérdidas. «El problema se dio porque la marea subió más de lo normal. El agua cubrió todas las piscinas que estaban cerca de mar abierto y las tapó. Esto afectó a los muros, que se rompieron, y permitieron que el camarón se escapara», recuerda Galarza.

Este empresario considera que lo que pueden hacer ahora es elevar los muros y reforzarlos. Eso sí, espera que el nivel del mar no suba más de la cuenta para que la fuerza de este no los rompa. «Hasta que las autoridades no se pronuncien todo es incierto, ya que no se sabe todavía si este invierno será duro o no».

Con él concuerda Wilson Gómez, presidente de la Asociación de Pequeños Productores Camaroneros (Asocam) de Hualtaco, en Huaquillas. Allá, los camaroneros están a la espera de las autoridades competentes para ejecutar medidas preventivas en caso de desastres. «Tenemos entendido que en Manabí, el viceministro de Acuacultura, Guillermo Morán, ha visitado a los miembros del gremio para brindar asesoramiento. Acá no hay nada, los compañeros están haciendo todo por iniciativa propia». Específicamente se refuerzan muros como única medida de precaución.

En las zonas cercanas al mar, asimismo, se están empezando a realizar campañas de concienciación para los posibles efectos. La prevención en este caso se hace necesaria por parte de las autoridades, se comenta en las comunas.

Las posibilidades Sector acuicultor. Fabián Escobar, asesor de laboratorios en Salinas, recuerda que en 1997 y 1998 se retrasaron las cosechas y muchos laboratorios cerraron.

En la actualidad. Añade que ahora los camaroneros tienen buenos muros y la marea alta no les va a afectar como antes. «Nosotros no tenemos mayor problema en ese sentido (infraestructura)».

Otras previsiones. En el país se han detectado, como vulnerables, los cultivos de arroz, cacao, banano, café y pastizales, que se ubican en la región Costa. Mientras que en la región Sierra, las preocupaciones de ciernen principalmente por los cultivos de cereales y tubérculos.

Un paneo de El Niño realizado por la CAF

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19 meses. Los Niños de 1982-83 y 1997-98 fueron los más fuertes del siglo pasado, siendo este último el de mayor envergadura. Su duración aproximada fue desde febrero de 1997 hasta agosto de 1998; es decir, un total de 19 meses.

Las pérdidas. Los daños totales originados por el fenómeno El Niño 1997-98 en el Ecuador ascienden a USD 2 882 millones. Ello incluye daños directos por 846 millones (29% del total) y daños o pérdidas indirectas por USD 2 036 millones adicionales (el 71%).

Inundaciones. El daño ocurrido en ese fenómeno fue típico por inundaciones, en el cual se produjeron elevadas pérdidas de producción (49%), y se generaron mayores costos para la prestación de servicios de transporte, agua y otros rubros (29%).

En el agro. Los sectores productivos fueron los que más resultaron afectados (53% del daño total), debido a que las inundaciones impactaron en la producción agrícola principalmente. Los daños en el transporte, especialmente en los caminos y puentes, fueron los segundos que más sufrieron (28%), e incluyeron destrucción y pérdida en la infraestructura y un mayor costo en el transporte.

El comercio. Estos impactos tuvieron un efecto negativo sobre la balanza de pagos del país por un monto estimado de USD 659 millones. Ello resultó de la combinación de mayores importaciones, por valor de USD 420 millones, y de menores exportaciones, por un monto de USD 300 millones. El comercio no se normalizó hasta después del 2000, con la dolarización.

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