Fatiga tras el confinamiento

Wilson Granja Portilla

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Tras largos ocho meses de confinamiento, la sociedad muestra síntomas de cansancio; el desgaste emocional se generaliza y profundiza con el pasar de los días. Los cambios de rutina y la incertidumbre sobre un futuro desconocido comienzan a minar negativamente en el colectivo. La fatiga es emocional, pero también es biológica y las consecuencias de este episodio tan particular como desconocido se tornan indescifrables y solo con el devenir del tiempo se podrá comprender en la dimensión correcta los daños colaterales causados por la pandemia.

En ocho meses han ocurrido muchas cosas; desde la pérdida de familiares, amigos y conocidos hasta el derrumbe de las economías con nefastos resultados en los niveles de empleo e inseguridad social. El tiempo corre y con él también corren y crecen los sentimientos de angustia y frustración. Corre también el desgano y la apatía. El sector productivo necesita aliviar sus cargas y del apoyo del estado con medidas como las de la flexibilización laboral que se ajustan con las demandas actuales. Es hora de levantar la moral y esto se logra uniendo esfuerzos.

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Ilustración: LÍDERES

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