Etiqueta: agricultura

  • Lechugas que crecen en el agua

    Patricia González

    redaccion@revitalideres.ec (I)

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    La relación de Alejandro Terneus con el campo proviene de su niñez, época en la que solía pasar los fines de semana y vacaciones en la hacienda de su padre en Perucho, población ubicada en el norte de Pichincha.

    En la plantación, su padre Andrés Terneus, comenzó a cultivar lechugas mediante hidroponía, un sistema en el que las raíces de las plantas se colocan en una solución acuosa, con nutrientes minerales, en lugar de tierra. El producto lo vendía a Corporación Favorita desde finales de los 90.

    Para entonces, Alejandro era un adolescente y fue aprendiendo sobre este método de cultivo. Al culminar el colegio, comenzó a estudiar agroindustria en la Universidad de Las Américas (UDLA), pero al poco tiempo dejó la carrera para dedicarse por completo a la agricultura.

    Su idea era seguir en el negocio de las lechugas, pero de manera independiente a su padre. Él le apoyó con un terreno de 2 500 metros cuadrados, en el que sembró sus primeras 3 360 plantas de lechuga en hidroponía. El capital para su primera plantación fue de USD 5 000, que solicitó como crédito a la Cooperativa Alianza Minas.

    Fue así como en 2005 fundó su empresa: La Comarca, que arrancó con una producción inicial de 280 lechugas a la semana. Luego de una primera negativa y mucha insistencia, le dieron la apertura para ingresar en las cadenas de supermercados de Corporación Favorita.

    En hidroponía, las raíces de las plantas están ubicadas dentro de una tubería (a 1,20 metros de separación del suelo), por donde circula agua con sales minerales –que contienen calcio, potasio y fósforo–. Terneus explica que una de las ventajas de este método es la capacidad del terreno, al poder colocar hasta 25 plantas por metro cuadrado, mientras que en un cultivo tradicional alcanza para nueve.

    Otro beneficio, añade, es que se pueden realizar hasta nueve cosechas por año, cinco más que en un cultivo de tierra. Gracias a la rotación de las cosechas en el terreno, La Comarca puede producir hasta 20 000 unidades de lechugas por día en 10 hectáreas, donde hoy tiene sembradas 1 millón de plantas. En 2015, la compañía se mudó a una hacienda en San José de Minas, en el norte de Pichincha, donde invirtió USD 2 millones.

    El 80% de la producción es lechuga crespa. Además, produce otras cuatro variedades: romana, roja, seda y salanova. Se venden con las marcas: La Comarca y La Campiña.
    La empresa agrícola trabaja con 10 proveedores nacionales. Uno de ellos es Agroveterinarios, que le provee de fungicidas, insecticidas y fertilizantes foliares, todos respaldados con certificaciones orgánicas internacionales, aclara Flavio Barreno, gerente técnico de Agroveterinarios. Añade que este tipo de productos fitosanitarios se utilizan de manera preventiva o curativa, en caso de existir algún problema de plagas u hongos.

    Terneus explica que cinco años después de haber ingresado a Corporación Favorita, logró vender su producto a Grupo El Rosado, que al momento es su principal cliente.

    Actualmente, tiene una cartera de 15 clientes, entre supermercados y cadenas de comida.
    En este último mercado entró en el 2015 con La Tablita del Tártaro. Elizabeth Santos, gerente de Producción de esta cadena señala que a la semana le compran entre 1 500 y 2000 kilos de lechuga. “El producto es de óptima calidad, valoran mucho la inocuidad alimentaria”.

    Comenta que se decidieron por este proveedor, luego de haber visitado sus plantaciones y corroborar que se manejan bajo “estrictos controles agrícolas y una tecnología avanzada” en cultivos hidropónicos.

    La Comarca también ha incursionado en la maquilación de marcas blancas. Primero, para El Rosado, y posteriormente con Corporación Favorita y Tía. “El 50% de la producción se destina a maquilación de marcas blancas”, señala Terneus.

    Para la entrega del producto a los supermercados tienen como proveedor de fundas plásticas individuales a Producempaque. El tipo de funda depende de la variedad de la lechuga. La firma les vende al mes cerca de 200 000 fundas, indica Fausto Jaramillo, propietario de este negocio.

    El crecimiento de la compañía, que en el 2019 facturó USD 1,6 millones, ha sido un desafío constante para Terneus. “Han sido 15 años de aprendizaje. Jugué a ser empresario y tener mi propio negocio. El autoeducarse es mucho más difícil que seguir una carrera. Para tener éxito hay que tener disciplina, orden, constancia y perseverancia. Me he caído varias veces, pero he encontrado una salida y he comenzado de nuevo”.

    En el 2010, la empresa quebró porque perdió por corto tiempo a su único proveedor (Corporación Favorita). “Empecé de cero. Ahí desperté y empecé a buscar más clientes. Demoré ocho meses en entrar a El Rosado. Era el proveedor más pequeño de lechuga y hoy soy el principal”.

    La reinvención también ha sido clave. Desde hace dos años tiene un proyecto de islas en 20 supermercados de Favorita, que simulan la cosecha en hidroponía, para que los clientes se lleven las lechugas lo más frescas.

    Más adelante comenzará a producir nuevos productos en hidroponía: acelgas, nabo chino, apio y albahaca. “Están por entrar a plantación, tengo 50 mil plantas por cada fruto”. El fin es también colocarlos en islas de hidroponía. También tiene planes de exportación. A finales de año, espera comenzar en Panamá y Chile.

    La Comarca produce al día 20 000 lechugas en una plantación de 10 hectáreas. A final de año, la firma tiene previsto importar.
    La Comarca produce al día 20 000 lechugas en una plantación de 10 hectáreas. A final de año, la firma tiene previsto importar. Foto: Cortesía La Comarca
  • Juan Manuel Domínguez: ‘Falta invertir en tecnología agrícola’

    Pedro Maldonado

    Editor del Semanario LÍDERES. (I)

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    Juan Manuel Domínguez es economista graduado en la Espol. Tiene una maestría en economía en la Universitat Pompeu Fabra. Estudios doctorales en el área de economía aplicada y agrícola en la Universidad de Minnesota, Twin Cities, con su tesis sobre la economía de biocombustibles.

    Hoy en día se desempeña como Director de Investigación de la Espae. En el  sector público fue director del INIAP. Fue viceministro de Agricultura. Sus publicaciones académicas están relacionadas en las áreas de agricultura, organización industrial y bioenergía en reconocidas revistas nacionales e internacionales. Además, ha sido consultor para empresas nacionales y organismos internacionales.

    Con su experiencia en el sector público y en la academia, ¿cómo califica al sector agrícola del Ecuador en este momento?

    En este análisis hay que apuntar que existe un vínculo directo entre la macroeconomía y la agricultura. ¿Cómo se nota esto? Por ejemplo, al observar la cotización del dólar o las tasas de interés vemos que están asociados con el desempeño y la estructura de los mercados agrícolas. Hoy podemos ver cómo el valor del dólar se está apreciando, lo que implica que los productos de Ecuador -país dolarizado- van a ser mucho más caros. Allí también está el tema de la competitividad en función de la cotización del dólar. Lo que ocurre en este momento, que coincide con el covid-19, es que nuestros productos están perdiendo competitividad.

    Lo de la apreciación del dólar es el dilema que ha sufrido el Ecuador desde el 2000…
    Por supuesto, dado que no tenemos política monetaria ni cambiaria, siempre habrá

    restricciones para Ecuador. Si los países vecinos ajustan sus monedas encontrarán nuevas formas para salir de una crisis. Ecuador, con el dólar, no. Igual no estamos pensando en salir de este sistema. Se ha demostrado que con la apreciación del dólar hay una correlación negativa con el precio de las mercancías agrícolas. Me refiero a un comportamiento de manera inversa: sube el dólar, pero el precio de mercancías agrícolas tiende a la baja. Y eso estamos experimentando con algunos mercados agrícolas como cacao o maíz, por ejemplo. Hay una tendencia a la baja dramática. Este comportamiento no es nuevo, existe y uno puede anticipar estrategias.

    ¿Qué clase de estrategias por ejemplo?

    Unas dependen de las autoridades y otras de los agricultores. Hay que revisar en la estructura de costos los componentes más importantes. En una crisis como la del covid-19 es más difícil definir costos de producción porque no se lo puede hacer de un día para otro. Sin embargo, esta relación de variables no es reciente, sino que se la viene discutiendo desde los años de 1970. Incluso la Cepal ha mostrado evidencia sobre cómo este comportamiento, esta correlación negativa se ha acentuando desde el año 2000. Sube el dólar un 1% y en ese mismo porcentaje bajan los productos agrícolas. Pero no se ha hecho mucho en reducir costos de producción. Entonces toca ir a la estructura de ingresos: ser más productivo, invertir en ciencia y tecnología. El problema es que en América Latina no se está invirtiendo en ciencia y tecnología agrícola.

    ¿Hay lecciones del pasado?

    Las crisis nos dejan lecciones, pero estas se han basado en el pasado porque estas caídas de precios ya han ocurrido.

    ¿Pero no hemos aprendido?

    Correcto. Aunque hay buenos ejemplos: en el 2007 y 2008 hubo una depreciación del dólar y nuestros productos eran más baratos y más competitivos. Además, los productos agrícolas estaban al alza y fue un ‘boom’ para la economía ecuatoriana. Ahora tenemos lo contrario. Además, hay que anotar el precio del petróleo que tiene un comportamiento positivo con muchos de los precios de las mercancías agrícolas. Cuando cae, los precios de algunos productos bajan. Allí están la palma aceitera, el cacao, el maíz. Estos son comportamientos de los que pudimos aprender algunas lecciones, pero no lo hicimos y no se pudieron anticipar estrategias que toman cinco o más años.

    ¿Qué podemos esperar en el agro ante el covid-19?

    En términos de precios, mientras dure el covid-19, van a estar a la baja. Vamos a tener muchas dificultades relacionadas con los costos de producción. Si hay un precio muy bajo, los costos de producción seguirán altos no solo por el dólar, sino por el costo de la mano de obra y los insumos. Entonces los márgenes de ganancia se pueden reducir o ser negativos.

    ¿Puede ser el escenario para replantear el modelo agrícola, para empezar a invertir en tecnología e innovación?

    Por supuesto. Para salir de esta ‘trampa’ se necesita invertir en investigación y desarrollo. La trasmisión de las crisis es más rápida para una economía que cumple tres condiciones: ser una economía pequeña porque no puede influir en los precios a escala internacional; ser una economía cuya producción está concentrada en pocos productos, con una canasta exportable limitada; y la tercera condición es que los productos de exportación van a pocos mercados en el mundo y allí los ejemplos de estos días son el camarón o la pitahaya que no podían llegar a China. Ecuador cumple esas tres condiciones y ese es un problema ante crisis como las que estamos viviendo ahora. Entonces, era fácil predecir un impacto muy fuerte para la economía ecuatoriana, en especial para los productos agrícolas.

    ¿Entonces es el momento para trazar un nuevo plan en materia agrícola?

    Creo que en esta situación que estamos viviendo unos pueden decir que es bueno o malo estar en un sistema dolarizado. Yo como analista veo que tenemos un sistema dolarizado y que hay una relación entre el valor del dólar, el precio de los productos agrícolas y el precio del petróleo. Al saber de esas relaciones se pueden sacar ventajas incluso en épocas de crisis porque sé cómo se van a comportar los mercados y los preciso. Así puedo predecir mi flujo de caja como agricultor; igual a escala empresarial puedo saber que voy a tener una temporada en la que hay que cuidar el flujo, en la que debo mantener abiertas las líneas de crédito y que debo ser muy cuidadoso con los costos de producción. Estas son las recomendaciones, pero para salir del problema la solución en el largo plazo es invertir en investigación y desarrollo, que permita presentar a los mercados extranjeros nuevos productos. El problema es que en momentos de crisis es cuando se dan más recortes a los recursos para investigación y desarrollo.

    Hemos visto los temas macro, ¿pero cómo están los pequeños agricultores ecuatorianos, qué tan preparados están ante estas crisis?


    En mi experiencia veo que los pequeños y medianos agricultores no tienen esta información. La información sobre los precios y sobre las maneras de enfrentar crisis debe estar disponible de manera pública. Los sistemas de transferencia de información en el sector agrícola son muy débiles, hay que reestructurarlos. Hoy en día la información en tiempo real pero pocos agricultores conocen esto y de alguna forma las instituciones públicas y privadas deben ayudar a que esa información esté disponible.

    Juan Manuel Domínguez, Director de Investigación de la Espae, habla sobre la relación entre la apreciación del dólar, el precio del petróleo y los mercados agrícolas
    Juan Manuel Domínguez, Director de Investigación de la Espae, habla sobre la relación entre la apreciación del dólar, el precio del petróleo y los mercados agrícolas. Foto: Cortesía Espae
  • Empaques reciclados pensados para el agro

    Redacción Quito

    (I)

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    En poco más de un año, una pequeña cartonera instalada en Cayambe pasó de facturar apenas USD 4 000, en su primer mes, a registrar ingresos mensuales por más de USD 120 000.

    Se trata de StarBox, un negocio familiar que fue ideado para abastecer con paquetes al sector floricultor de Cayambe, pero que terminó captando y dominando otros segmentos agrícolas, como el tomate, que se sentían desatendidos por la industria.

    La empresa se constituyó formalmente en 2017. La idea del negocio surgió de Roberto José Jaramillo y su padre Roberto Antonio Jaramillo. Su historia está marcada por la perseverancia y resiliencia, la capacidad para adaptarse y superar la adversidad, porque en el camino se han presentado grandes obstáculos que supieron sortear con éxito.

    Seis años antes, Roberto padre comunicó a sus dos hijos que vendería la florícola (ubicada en Cayambe) que había pertenecido a la familia por 25 años, por problemas económicos.
    Los hijos decidieron no vender. Roberto José resolvió dejar su trabajo en una prestigiosa ensambladora de vehículos, para asumir la administración de la florícola y rescatarla. Logró su objetivo superando barreras financieras y siendo autodidacta para industrializar la línea de producción.

    Aprendió cómo elaborar flores preservadas y así constituyó una nueva marca de exportación. Sin embargo, la empresa tenía limitaciones para ser más competitivos en el exterior, debido a que el empaque tenía problemas.

    Los Jaramillo buscaron proveedores en varios lugares, incluso en el exterior, pero ninguno cumplía las expectativas. Aquello los motivó a cambiar de horizonte en los negocios, vender la florícola e instalar una industria. Corría entonces el año 2014.

    La idea preliminar era una fábrica de autopartes para los ensambladores nacionales. Era el anhelo de Roberto José, quien desde niño ha sido un gran apasionado por el automovilismo. Pero casi al mismo tiempo a su padre se le ocurrió que sería mejor una cartonera.

    Hicieron minuciosos estudios de mercado, por cada proyecto. Al final, los resultados reflejaron que la cartonera era la más prometedora. “La visión fue tener un negocio que sea totalmente sostenible a futuro”, explica Roberto José, cuya travesía ha estado llena de momentos difíciles, en donde prevaleció la perseverancia.

    Para poner en marcha la fábrica terminaron hipotecando la florícola y aportando recursos propios, debido a que no obtuvieron créditos del sector financiero ni público ni privado. Las instalaciones estaban pensadas para ubicarse en Calderón, en el norte de Quito, pero lo hicieron en Cayambe porque encontraron menos ‘tramitología’.

    StarBox finalmente se instaló con una inversión inicial de USD 2 millones, en un área de 22 000 metros cuadrados dentro del terreno de la florícola. Hoy produce, en promedio, más de 100 toneladas de cartón al mes.

    La empresa cuenta con 30 empleados, entre operativos y administrativos. En la actualidad elabora alrededor de 15 diferentes productos de empaque.

    Su mayor valor agregado es que se abastece de materias primas nacionales recicladas. Y reutiliza el 100% de los residuos. El desperdicio que genera el proceso es compactado y vendido a molinos locales que nuevamente fabrican papel para nuevos usos.

    Aunque la industria se pensó para abastecer a las productoras de flores, no pudieron ingresar de inmediato a ese mercado. Sus primeros clientes fueron productores de tomates que se sentían desatendidos por las cartoneras existentes. Ahora ellos son el músculo de la producción.

    Actualmente, Starbox posee una cartera con 80 clientes entre productores de tomate, granadillas, pimiento, guanábana, guayaba, pitahaya, flores, etc. También realiza maquila para otras cartoneras y proveen de materia prima a industrias del sector en Quito.

    Uno de sus clientes es Ecoflor Group Chile, una productora florícola que envía flores al país del Cono Sur, para luego comercializarlas en otros mercados. StarBox provee a la firma de separadores de cartón para las flores.

    Mayra Chávez, jefa de compras de esta empresa, comenta que al inicio se presentaron inconvenientes con el empaque, pero fueron resueltos de inmediato, cubriendo todas sus necesidades. “El servicio de StarBox es excelente. Cuando surgen imprevistos ellos buscan una solución rápida. Tratan de tapar el vacío que yo tengo para no quedarme sin material”.

    Los proveedores de la cartonera, que por ahora son 30, también dan cuenta de un relacionamiento responsable en los negocios.

    Juan Carlos Houdeke, gerente de Impropak, que abastece a la fábrica de equipo de protección personal y seguridad industrial, destaca que la empresa cumple a tiempo con sus pagos. “Son personas muy serias, abiertas a lo novedoso. No tienen miedo a probar equipos nuevos. Tienen mucha apertura y un muy buen tiempo de pago”, describe Houdeke.

    Ellos conforman el equipo que lidera el rumbo de Starbox. En el centro están Roberto padre y Roberto hijo.
    Ellos conforman el equipo que lidera el rumbo de Starbox. En el centro están Roberto padre y Roberto hijo. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Bacterias y hongos son la materia prima de trabajo

    Carolina Enriquez

    Redactora (I)

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    La investigación es la base de esta empresa. Ecocycle Biotech se dedica a la fabricación de insumos agrícolas con alto valor agregado a partir de bacterias y hongos.

    Si bien esta compañía, de marca ECB, se constituyó en 2015, el proceso investigativo arrancó años antes. Fabricio Reinoso, Manuel Suquilanda y Francisco Zurita son los socios que la conforman; los tres aportaron con sus conocimientos sobre innovación, agronomía y administración.

    “Fabricio trajo la idea de Medellín luego de regresar de sus estudios de maestría. Se dio cuenta de que el segmento de productos para la agricultura y la alimentación orgánica era uno de los de mayor crecimiento”, explica Zurita. Reinoso y Suquilanda se dedicaron a la investigación y al desarrollo de los productos; el tercer socio se incorporó en el 2016 y fue quien se encargó de dar forma a la iniciativa y volverla comercial.

    La inversión inicial fue de unos USD 400 000, que incluyeron investigaciones, equipos, trámites y permisos de funcionamiento. La compañía se centra en tres elementos: alta eficiencia de los productos, equipos de trabajo que entienden las necesidades de los clientes y aplicación de conocimientos en varias áreas.

    Actualmente, la oferta incluye seis productos certificados y validados para la agricultura orgánica, aunque también pueden usarse en el mercado convencional. Se trata de insumos que obligan a cambiar el chip del agricultor porque ya no son solo tratamientos curativos, sino preventivos.

    Los insumos se encuentran en dos líneas: biocontroladores y biofertilizantes. Los primeros son plaguicidas, insecticidas, fungicidas, entre otros; los segundos brindan los nutrientes que las plantas necesitan para crecer.

    Ninguno de estos productos es químico. La empresa cuenta con alrededor de 41 cepas nacionales, entre bacterias y hongos; estas sirven para prevenir o dar soluciones a cultivos propios del país.

    El primer producto que desarrolló la firma se llama Eficax. Es un insecticida de amplio espectro que han usado agricultores como Ana María Andrade.

    “Trabajamos con la empresa hace unos seis meses. Compro todo tipo de bioinsumos: insecticidas biológicos, Bactoterra para mejorar el suelo, productos para el control de hongos, etc. Esto se aplica en mi finca de palma y maracuyá, ubicada en el sector de La Concordia”, dice Andrade. Ella añade que los productos de ECB han aportado para evitar enfermedades en las plantas y generar un cuidado natural. “Eso permite el equilibrio en los cultivos”.

    Otros clientes son productores de banano, cacao, café, flores, papaya, guanábana, papa, entre otros. En menor cantidad gente que tiene pasto para la ganadería.

    Cuando la firma inició tenía tres clientes y hoy suma 60 (grandes y pequeños, productores para la venta local y exportación). Sus bioinsumos se venden en presentaciones de litro, galón y caneca.

    La comercialización es personalizada. Cuatro vendedores, quienes también son agrónomos, viajan a las zonas agrícolas para colocar la oferta; ellos brindan soluciones directas al agricultor y asesoran en cualquier duda que tuvieran.

    Otro de los clientes de Ecocycle Biotech es el Ingenio Azucarero del Norte. “Trabajamos con ellos hace dos años por la presencia de plagas (dos tipos de insectos). Son insumos amigables con el medioambiente. Ahora como estamos con el problema de que hay menos abejas es necesario usar menos químicos. Hemos tenido buenos resultados”, explica Silvia Anangonó, administradora de hacienda del Ingenio.

    Para desarrollar nuevas soluciones, Ecocycle Biotech hace investigación permanente, de corto y largo plazo. En el primer caso, por ejemplo, analizaron la compatibilidad de sus productos con el cobre que se usa en otros de venta general y en el segundo revisan un microrganismo que permitiría mejorar las condiciones de humedad de los cultivos.

    Ecocycle Biotech también hace investigaciones de muestras que mandan clientes puntuales.

    El objetivo de la empresa es emigrar como modelo de negocio. La idea es que en el laboratorio de otro país puedan producir, con sus cepas propias, en base a la metodología ecuatoriana.

    Una imagen de los laboratorios de la empresa, que se encuentran en el sector del antiguo aeropuerto, en el norte de Quito.
    Una imagen de los laboratorios de la empresa, que se encuentran en el sector del antiguo aeropuerto, en el norte de Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
  • El cacao de la Amazonía gana mercado

    Gabriel Flores

    Redactor (F)
    Contenido intercultural

    La última edición del Salón del Chocolate, que se celebró en días pasados en Quito, confirmó que el cacao de la Amazonía se ha convertido en una materia prima cotizada y valorada.

    Este espacio también se transformó en una vitrina para que empresas y emprendimientos locales den a conocer el trabajo que hacen con el cacao ecuatoriano y los beneficios económicos y sociales que se obtienen.

    Patricia Nenquihui es la presidente de la Asociación de Mujeres Waorani de la Amazonía Ecuatoriana (Amwae). Por unos días ella dejó su trabajo en la chacra que tiene la asociación en la comunidad de Nemonpare (Pastaza) para atender a los comensales que visitaron la undécima edición del Salón del Chocolate Ecuador, que se celebró en el Quorum del Paseo San Francisco.

    Entre las 30 marcas que formaron parte de los expositores de esta edición estuvo Wao, un chocolate que tiene 70% de cacao del Yasuní. A través de este producto, la Amwae busca generar réditos económicos para las mujeres waorani y sus familias pero también concienciar sobre la importancia del cuidado de la biodiversidad de la Amazonía ecuatoriana.

    Wao nació a partir de la decisión de las mujeres de comunidades wao de las provincias de Pastaza, Napo y Orellana de disminuir la caza ilegal y proteger los bosques del Yasuní. “Las mujeres nos dimos cuenta -dice Nenquihui- que si no hacíamos algo para parar la caza de animales nuestros hijos y nietos no los iban a conocer”.

    Este producto, que beneficia de manera directa a 400 familias a través de una cadena de comercio justo, tiene claro su mercado: El 70% está destinado a la exportación y el 30% restante va para el consumo local que se expende, sobre todo, en supermercados.
    Otra de las asociaciones que apostó por el cacao de la Amazonía para generar recursos económicos y sociales es Kallari, que agrupa a 850 productores, de ellos el 95% son indígenas del Tena (Napo).

    Bladimir Dahua, gerente de la asociación, cuenta que el cacao proviene de la zona de amortiguamiento que está entre las reservas Llanganates y Sumaco. Con este producto han logrado producir 15 recetas de chocolates con sabores que van desde el jengibre y la banana pasando por la hierbaluisa y la piña hasta la hierbabuena y la naranja.

    “Nosotros -explica- trabajamos a través de un sistema de producción en la chacra, un sistema ancestral ambientalmente sostenible. También trabajamos con derivados del cacao como el polvo, la manteca y la cobertura”.

    María Fernanda Andrade fue una de las expositoras de esta edición y ha trabajado con cacao de la Amazonía desde hace varios años. Para ella el cacao de la Amazonía se caracteriza esencialmente por su suavidad, “es un producto muy frutal que tiene notas muy terrosas y de frutos rojos, cosa que no pasa con el cacao de Esmeraldas que tiene notas a nueces o maní, o el de Los Ríos que tiene notas más cítricas”.

    Nenquihui añade que el éxito que ha tenido el chocolate que comercializa la Amwae, desde el 2005, les ha permitido emprender otros proyectos. Uno de ellos es el de artesanías hechas a mano por las mujeres de las comunidades.

    Para elaborar bolsos, hamacas, pulseras, collares y cestas utilizan la chambira; y la chonta como la materia prima para construir cerbatanas, cuchillos y lanzas que las adornan con semillas obtenidas de los árboles de pambil. Objetos que poseen elementos ancestrales propios de su cosmovisión.

    Entre los reconocimientos que ha recibido esta asociación está el primer puesto del Premio Ecuatorial 2014 impulsado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo a escala mundial.

    En el 2015 fueron los ganadores del primer premio en la categoría de Biodiversidad en el marco del Premio Latinoamérica Verde, plataforma que reúne y visibiliza las mejores iniciativas sociales y ambientales que se generan en América Latina.

    La exhibición de chocolates ecuatorianos se cumplió en el Quorum del Paseo San Francisco.
    La exhibición de chocolates ecuatorianos se cumplió en el Quorum del Paseo San Francisco. Foto: Julio Estrella / LÍDERES
  • Ellos agregan valor a la quinua

    Redacción Quito

    (I)

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    En agosto del 2015, el inicio del proceso eruptivo del volcán Cotopaxi tomó por sorpresa a todo el país. A empresas como Quinoa Cotopaxi estuvo a punto de cambiarles su historia.

    La compañía, que se dedica a la siembra, cosecha, procesamiento y comercialización, nacional e internacional, de quinua al granel e industrializada, tuvo que dejar de operar durante la alerta. Pudo haber quebrado, pero hizo de la crisis una oportunidad.

    Ana Albuja, gerenta de la empresa, señala que ante la emergencia instaló una oficina en Quito y comenzó a desarrollar una serie de productos a base de esta semilla andina. Cuando la situación se normalizó ya contaba con todo para empacar y lanzar el producto al mercado.

    Ella dice que impulsar el negocio no ha sido tarea fácil. “Quinoa Cotopaxi surgió de la necesidad de una familia de agricultores de no entregar su producto, su materia prima, a intermediarios que muchas veces ni siquiera se les podía cobrar. Aprovechando el año internacional de la quinua, en el 2013, decidimos sembrar la semilla para exportación. Fueron 350 hectáreas. Pero el precio internacional bajó drásticamente”.

    El valor del quintal pasó de USD 180 a USD 30 . Esto le llevó a Albuja a pensar que era necesario innovar y sacar productos. Surgieron la premezcla de pan de banana, tres tipos de sopas, etc.

    La quinua que se usa para la fabricación de estos alimentos proviene de la propia producción de la empresa. Se siembra en tierras propias y en la de terceros, en Pichincha y Cotopaxi.

    La compañía recibe semilla en su propia planta de producción, ubicada en la zona de La Calerita, en el norte de Latacunga. La inversión inicial para la construcción y desarrollo de esta área fue de USD 100 000, más un monto similar en la compra de maquinaria.

    Cuando la industria volvió a operar, tras la emergencia del volcán, contaba con 15 productos a base de quinua: sopas, quinotos, premezclas, harina y quinua al granel empacada, destinada a cualquier preparación.

    Para dar a conocer su oferta, Albuja ha participado en ferias internacionales. Esta experiencia le permitió conocer la importancia de las certificaciones para conseguir clientes; cuenta actualmente, con una de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) auditada por la empresa suiza Cotecna y homologada por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa). Asimismo, tiene Haccp, BRC global market, Friend of the Earth, etc.

    Uno de los primeros puntos de comercialización de la firma fue supermercados Coral. En diciembre de 2016, con el apoyo de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación, ingresó a Corporación Favorita con cuatro productos; hoy, allí oferta 10.

    “Al ser productos con base de quinoa no tienen gluten. Son una alternativa elaborada con un superalimento. El sabor y la consistencia es muy similar a los hechos a base de trigo”, indica Corporación Favorita.

    Los alimentos también se venden en los negocios aliados de la aceleradora de emprendimiento Muyu. “Quinoa Cotopaxi es un emprendimiento maduro. Está en el segmento de Muyu Minimarket, en 12 puntos. Trabajamos con ellos hace un año. Sus productos son importantes por las certificaciones alcanzadas y por ser ‘super food’. Son alimentos buenos y con un sabor delicioso”, dice José Luis Benítez, director de Muyu.

    Asimismo, esta organización asegura que la oferta de la empresa latacungueña no está destinada para un nicho, sino que es global.

    Quinoa Cotopaxi también ha llegado a mercados internacionales. El año pasado exportó un contenedor de quinua al granel a Perú y, anteriormente, ya hizo un envío a Kuwait.

    Hace pocas semanas, Albuja viajó a Ámsterdam a la feria de marcas blancas PLMA. Apadrinada por el Import Promotion Desk alemán, fue la única firma ecuatoriana presente en dicha cita; busca ingresar a nuevos destinos.

    También ha comercializado producto en EE.UU. Benítez explicó que Quinoa Cotopaxi participa en su plataforma Muyu Export; a través de esta vía ha llevado muestras a ese país.

    Albuja explica que uno de los elementos que le ha permitido tener éxito es el cumplimiento de las exigencias que implica el contar con certificaciones. La planta, por ejemplo, se construyó con estándares específicos para lograr la inocuidad de los alimentos; de igual forma, el tratamiento exige total limpieza y trazabilidad.

    Una imagen de la planta de producción de Quinoa Cotopaxi, en el norte de Latacunga.  Las trabajadoras se encargan del empaque de premezclas.
    Una imagen de la planta de producción de Quinoa Cotopaxi, en el norte de Latacunga. Las trabajadoras se encargan del empaque de premezclas. Foto: Diego Pallero / LÍDERES
  • Ecuador impulsa línea financiera para que agricultura abra nuevos mercados

    Agencia EFE

    El Ministerio de Agricultura y Ganadería de Ecuador anunció una nueva línea de financiación para que la producción de productos agrícolas y su posterior exportación a nuevos mercados internacionales se incremente.

    El convenio fue suscrito con la Corporación Nacional Financiera (CNF), que durante 2018 otorgó más de USD 269 millones en créditos al sector exportador con el objetivo de «facilitar el acceso a la inversión en nuevos productos agrícolas con alto potencial de exportación», señala un comunicado de la cartera de Estado.

    El ministro del ramo, Xavier Lazo, anunció que esta estrategia también forma parte del plan de intervención para la siembra organizada de productos agropecuarios con el objetivo de ingresar en otros mercados en donde no se encuentra todavía el producto de Ecuador y, de ese modo, garantizar las condiciones de vida de los pequeños y medianos productores del país.

    Entre los productos que ya forman parte del servicio crediticio se encuentran mango, piña, abacá, malanga, pitahaya, papaya, pepino dulce, espárragos, guanábana, tomate de árbol, maracuyá y limones.

    El objetivo es que todos estos productos, considerados poco tradicionales dentro del sector primario y por tanto con un valor añadido, logren expandir sus exportaciones a mercados internacionales.

    El monto que se financia va desde los USD 50 000 en adelante, con un periodo de gracia de hasta tres años.

    El presidente del Directorio de la CFN, Juan Carlos Jácome, indicó que están impulsando «la diversificación exportable del país» ya que, al tener cada uno de los productos un ciclo productivo distinto, «el periodo de gracia será diferente».

    Jácome también expresó su alegría por el rol que, como banca de desarrollo, pueden tener en la implementación de la producción y posterior exportación de los productos del país.

    Según el Ministerio, «el apoyo a la diversificación de exportaciones agrícolas es uno de los objetivos primordiales del Gobierno» del presidente ecuatoriano, Lenín Moreno.

    Con una economía que aún depende en gran medida de las exportaciones de petróleo, el presidente ecuatoriano trata de fomentar diversos sectores como motores de desarrollo, y entre ellos tiene el objetivo de relanzar la agricultura con vistas a la exportación.

    El Ministerio de Agricultura y Ganadería de Ecuador anunció una nueva línea de financiación para que la producción de productos agrícolas
    El Ministerio de Agricultura y Ganadería de Ecuador anunció una nueva línea de financiación para que la producción de productos agrícolas
  • Ecuador es el país de la CAN que menos creció durante el segundo trimestre

    Carolina Enriquez

    El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de la Comunidad Andina (CAN) fue en el segundo trimestre de 2018 de 3,3%, respecto a similar periodo del 2017.

    La información la dio a conocer el organismo regional este 21 de diciembre del 2018.

    Según el Departamento de Estadística de la Secretaría General de la CAN, a escala de los países miembros, el crecimiento del PIB en el segundo trimestre de 2018 fue de 5,5% para el Perú; 4,4% para Bolivia; 2,5% para Colombia y 0,9% para Ecuador.

    Con relación al PIB de la Comunidad Andina por actividad económica, los mayores crecimientos en el segundo trimestre de 2018 se registraron en las áreas de agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca con 7,1%; intermediación financiera con 5,1% y administración pública y defensa con 4,6%.

    Le siguen los rubros de manufacturas con 4,3%, hoteles y restaurantes con 3,8% y transporte, almacenamiento y comercio con 3,7% de crecimiento cada uno.

    Por otro lado, los menores crecimientos en el segundo trimestre de 2018 se registraron en el área de suministros de electricidad, gas y agua con una variación de 3,1% y en los rubros de la construcción y minería e hidrocarburos que disminuyeron en 1,2% y 2,7%, respectivamente.

    Con relación al PIB de la Comunidad Andina por tipo de gasto, en el segundo trimestre de 2018 el gasto de consumo final presentó un crecimiento de 4,0%; mientras que sus componentes, el gasto final de los hogares y el gasto del gobierno, registraron tasas de crecimiento de 3,9% y 4,3%, respectivamente, en comparación con los resultados del segundo trimestre de 2017.

    Por su parte, la formación bruta de capital registró también un incremento de 3,3%, manteniendo los resultados positivos del trimestre anterior; mientras que las exportaciones y las importaciones presentaron crecimientos de 3,8% y 6,2%, respectivamente.

    La agricultura fue el rubro que más creció en la región. Foto: Archivo / LÍDERES
    La agricultura fue el rubro que más creció en la región. Foto: Archivo / LÍDERES
  • Las mangueras son su especialidad

    Cristina Marquez

    Redactora (I)

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    Carlos Romero y su familia sonríen cuando recuerdan cómo transformaron su pequeño negocio, una ferretería que distribuía insumos para la agricultura, en una fábrica de plásticos que actualmente lidera el mercado nacional. Ellos manufacturan mangueras de diversos grosores, tuberías y todo insumo hecho a partir del plástico que requiera la industria agrícola y el sector de la construcción.

    Sus productos se distribuyen en 23 provincias del Ecuador, aunque tienen mayor clientela en las que la agricultura es la actividad predominante, como Cotopaxi, Chimborazo, El Oro.
    “El futuro de la economía del país está en el campo. La agricultura fue una actividad menospreciada durante años, pero es lo que nos da de comer y todas las ciudades necesitan alimentos”, dice Carlos Romero, quien es el gerente y fundador de Icoplast.

    La empresa surgió en 1994. Ese año Romero y su esposa Dora Marroquín se dedicaban a la distribución de materiales ferreteros, pero su fuerte siempre estuvo en el sector agrícola, por lo que también entraron en la venta de insumos para el agro.

    “Conocíamos bien el campo, y así nos dimos cuenta de las necesidades insatisfechas y decidimos convertirnos en fabricantes”, recuerda Dora.

    El principal desafío en esa época era la falta de tecnología. La gente desconocía sobre riego tecnificado y aunque el agua siempre fue un recurso escaso, no se optimizaba en el campo.

    La familia adquirió ese mismo año una máquina de segunda mano para fabricar mangueras de plástico.

    Posicionar su producto en el mercado no fue una dificultad debido a la escasez de materiales de ese tipo, pero sí lo fue desarrollar el producto sin conocimientos previos. En Riobamba, donde se instaló el negocio, pocos conocían sobre la industria plástica.

    Desarrollar un producto durable, que resistiera las condiciones ambientales, la presión del agua y otros factores externos, les tomó meses de ensayos y capacitaciones. Pero finalmente lograron desarrollar una manguera resistente, que era su único producto y que aún ahora, 14 años después, se mantiene como el artículo estrella de la firma.

    Daniel Chalán, de Agroproyectos El Emprendedor, en Loja, dice que las mangueras de Icoplast son las que han dado mejores resultados en el campo y son competitivas en costos. “Somos clientes frecuentes de esa empresa porque le tenemos mucha confianza al producto”.

    Cerca del 80% de materias primas para fabricar las mangueras son recicladas. Romero dice que parte del éxito consistió en desarrollar un sistema de reciclaje de alta calidad.

    Ese proceso no solo es amigable con el ambiente, sino que también influye en el resultado final del producto.

    En el 2002 la familia decidió diversificar la línea de producción de la fábrica. Incrementaron al menú tuberías PVC y así incursionaron en la industria de la construcción.

    “La experiencia que logramos al fabricar las mangueras nos ayudó en nuevas líneas que añadimos. Ese conocimiento previo nos ayudó a la hora de seleccionar equipos y definir procesos”, dice el gerente.

    De hecho, las metas empresariales a corto plazo incluyen el diseño de nuevos productos. Una línea completa para los invernaderos es una de las prioridades en la investigación de la empresa. Próximamente ellos producirán plásticos para cubiertas con cualidades especiales de resistencia.

    Además experimentan para desarrollar una especie de madera plástica que revolucionaría el uso de madera convencional en la construcción y evitaría la tala de bosques.

    Otra meta para el 2019 es abrir al menos dos puntos de venta propios para ser aún más competitivos en el mercado con precios de venta directa para los agricultores.

    En la planta de producción situada en el Parque Industrial de Riobamba se manufacturan mangueras, tuberías de diversos grosores, fundas plásticas y otros materiales.
    En la planta de producción situada en el Parque Industrial de Riobamba se manufacturan mangueras, tuberías de diversos grosores, fundas plásticas y otros materiales. Foto: Glenda Giacometti / Líderes
  • Inteligencia artificial para la agricultura latinoamericana

    Agencia EFE

    redaccion@revistalideres.com (I)

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    Los agricultores latinoamericanos acceden ahora a una herramienta para sacar mejor provecho a su trabajo gracias a la plataforma de inteligencia artificial (IA) que Microsoft puso a su disposición.

    La gerente de mercadeo y operaciones para Centroamérica de la tecnológica, Ineke Geesink, dijo que colabora con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) para la prevención de pestes y plagas a través de la incorporación de IA con sensores y chatbots, para diferentes usuarios de sus servicios, entre otras herramientas.

    “Realmente es una solución de inteligencia artificial que va a poder ayudarles en toda esta parte de tratamiento preventivo de plagas”, resaltó la profesional.

    Detalló que hace aproximadamente tres meses en Costa Rica, donde están comenzando, y entiendo que ya hay países en Sudamérica que también están utilizando el servicio de chatbots.

    El plan es que el IICA, con sede en Costa Rica, empiece a implementar estos instrumentos en el hemisferio en los próximos meses y aseguró que, como están en la nube, siempre están actualizadas las diferentes innovaciones.

    Microsoft, precisó, “se mantiene con el IICA como consejeros. No solo proveemos la tecnología sino el acompañamiento a través de nuestra ejecutiva de cuentas, Krushenka Reyes.

    En general, con la IA, las empresas y ciudadanos van a poder llevar a cabo su proceso de transformación digital y definir el camino que van a iniciar, de acuerdo a lo que para ellos sea prioritario.

    En el caso del IICA, busca que la agroindustria, las personas que están sembrando, la empresa agrícola, todo el que tiene alguna conexión en el proceso empiece su transformación digital, todo con el objetivo de hacerlo más eficiente, de poder empoderar y ayudar al agricultor, dice Reyes.

    “Qué mejor manera que un agricultor sepa poder prevenir a través de soluciones (tecnológicas) cuando viene alguna peste, o algo que puede disminuir su cosecha. También tenemos soluciones relacionadas con el clima”, señala.

    Geesink señaló que en Colombia y México se ha implementado también este tipo de tecnologías. “Definitivamente el sector agrícola en Latinoamérica es prioridad para nosotros, y es una de las primeras fuentes de la economía, uno de sus motores más fuertes y por eso estamos dispuestos a ayudar, en nuestro caso trabajar bien de cerca estos procesos”, dice.

    La ejecutiva señaló que los organismos internacionales indican que para el año 2021 el producto interno bruto (PIB) de la región va a descansar en un 40% en la economía digital “y si en nuestros países el sector agrícola tiene un alto peso, vamos a ver ese impacto”.

    Una imagen de la conferencia en la que se presentó el proyecto de inteligencia artificial para el sector agrícola en Ciudad de Panamá
    Una imagen de la conferencia en la que se presentó el proyecto de inteligencia artificial para el sector agrícola en Ciudad de Panamá. Foto: Carlos Lemos/EFE